Este es el gran final de mi historia, y espero que los pocos lectores que hayan leido este pequeño cuento mio, les agrade y les provoque tanto placer como a Lilith, Adelanto agradecimiento a los que lean este mi primer relato.
Oh Lilith…Lilith finalmente volverás-dijo-es necesario que tu parte humana, escuche esto.
Tan pronto que termino esta frase, las cosas se precipitaron de una forma espantosa, las delicadezas y sutiles caricias que recibía sobre mi cuerpo de los hombres que tenía, pronto se transformaron en bestias sedientas de mi cuerpo. Mauricio comenzó, a darme nalgadas con una fuerza brutal y Gabriel tocaba mi vagina y clítoris de un modo vertiginoso, todo se estaba volviendo una faena de sentidos, dolor y placer al mismo tiempo. La sensación más vigorizante que he sentido. Pero aun así sin prestar atención a mis gemidos de placer y dolor Sebastián continuo hablando y tocando el piano ahora con una melodía más rápida.
“Lilith tú no te has olvidado de nosotros, las arenas del tiempo han sepultado tu mente nada más, tu sabes que no somos exactamente lo que llaman…humanos.”
Sentí un terrible espanto cuando termino la frase, el hombre estaba demente, ¿Cómo que no era humano?, continúo hablando.
“Somos deidades, somos dioses paganos, somos seres superiores, eso es lo que somos Lilith, y tú eras la reina de todos nosotros, tú fuiste la primera esposa de Adán, tú eras la primera mujer que Dios modelo de su costillas, las mujeres en el fondo son como tú, desean explotar toda su sexualidad, desean el placer, viven para el placer. Igual que un hombre, las mujeres son igualmente lascivas, y todo te lo debemos a ti Lilith”.
Mis captores Mauricio y Gabriel parecía que no escuchaban lo que estaba narrando Sebastián, ellos continuaban deleitándose con mi cuerpo, los dos ya babeaban todo mi cuerpo con sus lengua húmedas. Sin ningún previo aviso, sentí como cuatro manos se ponían sobre mis hombres y me obligaban a descender. Cuando mis piernas fueron vencidas por la fuerza, mi cara golpeo contra dos penes de tamaños grandes y rígidos como la piedra. Ellos como en una perfecta sintonía, los pasaban por mi cara una y otra vez dibujaban círculos en mi rostro, no lo puedo negar…lo disfrutaba tanto que mi vagina estaba que choreaba de deseo.
“Lilith, la gente no entiende el placer, porque siempre se lo han negado ellos mismos. Están tan sumidos en una cultura de un Dios que castiga, pero no ven la divinidad que es el sexo. No ven que está en nuestra naturaleza el ser lascivos. Somos criaturas que desean en todos los momentos de su vida, el tener sexo. Todas las doctrinas que inventado ese ente que se autoproclama hombre, convergen hacia el mismo punto…entender. Pero ¿Que quieren entender?, que nunca sobran nada, que todo el conocimiento que tiene no es más que un puño de arena en una galaxia de conocimiento, pero tú, nosotros entendemos mejor que ellos el placer”.
No tenía sentido lo que deliraba Sebastián, pero sus comentarios no impedían, que mi cuerpo deseara el placer supremos, en medio de su dialogo, tanto Gabriel, como Mauricio, se alternaban para meter sus enorme pijas en mi boca, Gabriel fue el primero en hacerlo, tomo mi cabeza por detrás y su pene entro hasta el fondo de mi garganta. Una y otra vez movía mi cabeza para que le estuviera masturbando con el movimiento, cuando se arto, Mauricio comenzó. También metió su enorme pene en mi garganta, pero él lo mantuvo adentro algunos segundos, segundos que yo sentía que me asfixiaba, pero que también gozaba enormemente. Sin resistirme más a mis impulsos, tome con cada una de mis manos sus penes y los comencé a masturbar al mismo tiempo, era vigorizante.
“! Si ¡Sí! Lilith estamos sintiendo tu energía, Lilith, nuestra diosa, nuestra deidad inmortal vuelve con nosotros, y no nos abandones ¡nunca!”
El sujeto había perdido el juicio, estaba loco de remate, era un lunático. Pero mi mente no pensaba mucho en ello, mi mente pensaba en las dos jugosas vergas que estaban en mi boca en este momento, las mamaba con toda mi fuerza, las masturba lentos y rápido, a veces succionaba solo una, otras solo masturbaba la otra, era lo mejor. De un momento a otro, Mauricio alejo su verga de mi mano y de acostó, al mismo tiempo que Gabriel me levantaba con sus fuertes brazos y me colocaba encima de Mauricio. Mauricio sin perder ningún instante metió ferozmente su pene en coño. La sensación que sentí fue extrema, su verga apenas y podía entrar en vagina, era tan grande, que sentí por un momento como me desgarraba, pero esa sensación era la que más me deleitaban eres dolor delicioso que sentía, me encantaba tener su verga dentro de mí. Fue tanto mi placer que tuve un primer orgasmo colosal en ese instante, el lubricante que emana era como un rio, era tanto que llego a mi ano, cosa que no desaprovecho Gabriel, pues solo pasaron unos momento en los que disfrutaba de un buen sexo vaginal, para luego saborear de un plato aún más delicias, una buna y robusta pija en mi ano. Gabriel fue más delicado que Mauricio al penetrarme, el primero fue metiendo de apoco su tosca verga en mis entrañas. Pero una vez que estaba dentro, se comportó como una criatura feroz, que no deseaba otra cosa que su propio placer.
Tan pronto como estuvo la segunda verga en mi sentí una tercera presencia, era la de Judith está enfrente de mí, lo sabía porque estaba agachada me empezó a besar, la reconocí porque su enorme busto golpeaba con el mío, Judith se acomodó en una posición en la que podía besar y en la que ponía su vagina en la boca de Mauricio. Éramos una máquina de carne que se movía en perfecta armonía. Mauricio me estaba jodiendo en la vagina que su pene enorme, Gabriel me embestía el ano de una forma brutal y deliciosa, y Judith me besaba y acaricia mis pechos y clítoris. Los gritos que yo prefería ahogaban todos los que los demás participantes emitían. Era la mejor sensación de sexo que había sentido. Jamás había sentido tanto placer en mi vida. La lengua de Judith la amaban, y los penes de Mauricio y Gabriel los deseaban dentro de mí por siempre.
Toda esta orgia de sensaciones no se detenía, pero mis oídos dejaron de escuchar el piano y escucharon en cambio que algo muy pesado se arrastraba. Fue entonces que se encendió la luz. Fue una luz muy brillante, me había cegado que apenas y podía ver, pero eso no detuvo a nadie de los que me estaban violando, después de un momento pude observar un espejo detrás de Judith, un gran espejo que había cargado Sebastián, el marco estaba hecho de oro, y el reflejo… lo que veía en el reflejo, no lo podía creer… era como el sueño de algún loco de haya vuelto real. Estaba yo siendo penetrada por dos hombres que al parecer tenían tatuajes que recuerdan a los que se hacían los antiguos celtas, y estaba la mujer con unos tatuajes de constelaciones que le recorrían toda la espalda y estaba yo con… con… algo que parecía una especie de apéndice dragonico, eran como las alas de los ángeles que figuran en la biblia, eran de un color rojo, nacían de mi espalda media, no lo podía creer. No sabía que era lo que estaba viendo. Creo que debieron drogarme pensé. Pero la impresión que tuve al contemplar esto duro poco tiempo.
Cada vez más rápido Mauricio y Gabriel me embestían, escuchaba como sus cuerpos chocaban contra mis nalgas y Judith comenzó afrontarme cada vez más rápido el clítoris, estaba extasiada de placer. Los gemidos que profería eran indescriptibles. Mi cabeza estaba que daba vueltas de placer, Mauricio golpeaba aún más fuerte que Gabriel en mi coño, estaba a punto de venirse en mí, antes de eyacular y llenarme toda de leche, Judith estaba gritando de placer, Mauricio le estaba mordiendo y chupando el clítoris de una forma placentera, ella estaba a punto de venirse igual que yo, Gabriel estaba haciendo gemidos cada vez más fuerte si sus manos tomaban con más fuerza mi cintura, y yo gritaba de placer como una ninfómana. El primer en venirse fue Mauricio, me había disparado toda su leche en mi coño, podía sentir las vibraciones que emitía su pene a mi vagina, fueron varios disparo de placer los que sentí, después fue Gabriel, el tomo con toda su fuerza mi cintura y profirió un grito que jamás olvidare, un grito de placer enorme, lleno mi ano con todo su semen, pero él no dejaba de mover su pene, y yo deseaba que se viniera aún más dentro de mí, lo quería todo dentro de mí, estaba al borde el orgasmo más grande que jamás había sentido cuando también junto conmigo Judith gemía ella también estaba a punto de venirse también, me frotaba con más fuerza hasta que por fin lo logro, fue un estallido en mi interior, había eyaculado, y Judith también había eyaculado, nuestro fluidos se esparcieron por todos los cuerpos sobre los que estábamos mi ojos, no podían más mantenerse abiertos, pero aun así veían con cierto horror y cariño esas alas que sobresalían de mí.
El placer que sentía, el estar completamente llena de semen y cubierta de lubricante femenino es indescriptible, fue un placer solo de dioses mi cabeza era un tornado de sensaciones y mi cuerpo un puñado de orgasmo, que venían como olas uno tras u otro, mi cuerpo vibraba, y tan solo de seguir sintiendo los penes aun erectos dentro de mí, tuve una segunda eyaculación. Tres minutos, cuatro minutos, cinco minutos de intenso placer estaban pasando. Poco a poco cada uno de los hombre fue retirando sus penes de mis agujeros, yo sentía como caían gotas de semen, de mi cuerpo, cuando finalmente, los dos penes abandonaron mi cuerpo, recuerdo, que solo quería sentir este placer, así que me acurruque en los charcos de semen y fluido vaginal que había alrededor de mí, use mis alas para cubrirme. Y solo sentía…sentía…sentía…
Cuando volví a despertar estaba de nuevo en mi habitación, de mi casa, estaba desnuda, pero en mi cama. No sabía exactamente lo que había pasado la noche anterior, recordando un poco lo que había pasado, pensé que habían drogado esa noche, con alguna bebida que tome, pero al ver mi espalda no había nada que me hiciera sospechar que tenía alas, pero ahora tenía lo que parecían ser dos tatuajes en la espalda baja.
De vez en cuando pienso en lo que ocurrió en esa noche, y algunas veces veo por sobre las persianas a Sebastián, y pienso en lo que dijo, algo que pudo estar solo en mi cabeza drogada, y cada vez que lo hago, cada vez que lo miro, bajo la bragueta de mi pantalón y comienzo a tocarme, pensado que tal vez él es mi Adán, y que extraña a su primera mujer…Lilith, pues Eva, siempre será la numero dos.
Esta es mi historia, una historia que nunca ocurrió en mi mente, pues es demasiado real lo que sentí y viví esa noche como para pensar que nunca ocurrió, todo lo que se ahora, es que soy una libertina, una libertina llamada Lilith, la mejor y la numero uno… y que algún día volverá a reunirse con Adán, para deleitarlo como Eva no lo pudo hacer.
Oh Lilith…Lilith finalmente volverás-dijo-es necesario que tu parte humana, escuche esto.
Tan pronto que termino esta frase, las cosas se precipitaron de una forma espantosa, las delicadezas y sutiles caricias que recibía sobre mi cuerpo de los hombres que tenía, pronto se transformaron en bestias sedientas de mi cuerpo. Mauricio comenzó, a darme nalgadas con una fuerza brutal y Gabriel tocaba mi vagina y clítoris de un modo vertiginoso, todo se estaba volviendo una faena de sentidos, dolor y placer al mismo tiempo. La sensación más vigorizante que he sentido. Pero aun así sin prestar atención a mis gemidos de placer y dolor Sebastián continuo hablando y tocando el piano ahora con una melodía más rápida.
“Lilith tú no te has olvidado de nosotros, las arenas del tiempo han sepultado tu mente nada más, tu sabes que no somos exactamente lo que llaman…humanos.”
Sentí un terrible espanto cuando termino la frase, el hombre estaba demente, ¿Cómo que no era humano?, continúo hablando.
“Somos deidades, somos dioses paganos, somos seres superiores, eso es lo que somos Lilith, y tú eras la reina de todos nosotros, tú fuiste la primera esposa de Adán, tú eras la primera mujer que Dios modelo de su costillas, las mujeres en el fondo son como tú, desean explotar toda su sexualidad, desean el placer, viven para el placer. Igual que un hombre, las mujeres son igualmente lascivas, y todo te lo debemos a ti Lilith”.
Mis captores Mauricio y Gabriel parecía que no escuchaban lo que estaba narrando Sebastián, ellos continuaban deleitándose con mi cuerpo, los dos ya babeaban todo mi cuerpo con sus lengua húmedas. Sin ningún previo aviso, sentí como cuatro manos se ponían sobre mis hombres y me obligaban a descender. Cuando mis piernas fueron vencidas por la fuerza, mi cara golpeo contra dos penes de tamaños grandes y rígidos como la piedra. Ellos como en una perfecta sintonía, los pasaban por mi cara una y otra vez dibujaban círculos en mi rostro, no lo puedo negar…lo disfrutaba tanto que mi vagina estaba que choreaba de deseo.
“Lilith, la gente no entiende el placer, porque siempre se lo han negado ellos mismos. Están tan sumidos en una cultura de un Dios que castiga, pero no ven la divinidad que es el sexo. No ven que está en nuestra naturaleza el ser lascivos. Somos criaturas que desean en todos los momentos de su vida, el tener sexo. Todas las doctrinas que inventado ese ente que se autoproclama hombre, convergen hacia el mismo punto…entender. Pero ¿Que quieren entender?, que nunca sobran nada, que todo el conocimiento que tiene no es más que un puño de arena en una galaxia de conocimiento, pero tú, nosotros entendemos mejor que ellos el placer”.
No tenía sentido lo que deliraba Sebastián, pero sus comentarios no impedían, que mi cuerpo deseara el placer supremos, en medio de su dialogo, tanto Gabriel, como Mauricio, se alternaban para meter sus enorme pijas en mi boca, Gabriel fue el primero en hacerlo, tomo mi cabeza por detrás y su pene entro hasta el fondo de mi garganta. Una y otra vez movía mi cabeza para que le estuviera masturbando con el movimiento, cuando se arto, Mauricio comenzó. También metió su enorme pene en mi garganta, pero él lo mantuvo adentro algunos segundos, segundos que yo sentía que me asfixiaba, pero que también gozaba enormemente. Sin resistirme más a mis impulsos, tome con cada una de mis manos sus penes y los comencé a masturbar al mismo tiempo, era vigorizante.
“! Si ¡Sí! Lilith estamos sintiendo tu energía, Lilith, nuestra diosa, nuestra deidad inmortal vuelve con nosotros, y no nos abandones ¡nunca!”
El sujeto había perdido el juicio, estaba loco de remate, era un lunático. Pero mi mente no pensaba mucho en ello, mi mente pensaba en las dos jugosas vergas que estaban en mi boca en este momento, las mamaba con toda mi fuerza, las masturba lentos y rápido, a veces succionaba solo una, otras solo masturbaba la otra, era lo mejor. De un momento a otro, Mauricio alejo su verga de mi mano y de acostó, al mismo tiempo que Gabriel me levantaba con sus fuertes brazos y me colocaba encima de Mauricio. Mauricio sin perder ningún instante metió ferozmente su pene en coño. La sensación que sentí fue extrema, su verga apenas y podía entrar en vagina, era tan grande, que sentí por un momento como me desgarraba, pero esa sensación era la que más me deleitaban eres dolor delicioso que sentía, me encantaba tener su verga dentro de mí. Fue tanto mi placer que tuve un primer orgasmo colosal en ese instante, el lubricante que emana era como un rio, era tanto que llego a mi ano, cosa que no desaprovecho Gabriel, pues solo pasaron unos momento en los que disfrutaba de un buen sexo vaginal, para luego saborear de un plato aún más delicias, una buna y robusta pija en mi ano. Gabriel fue más delicado que Mauricio al penetrarme, el primero fue metiendo de apoco su tosca verga en mis entrañas. Pero una vez que estaba dentro, se comportó como una criatura feroz, que no deseaba otra cosa que su propio placer.
Tan pronto como estuvo la segunda verga en mi sentí una tercera presencia, era la de Judith está enfrente de mí, lo sabía porque estaba agachada me empezó a besar, la reconocí porque su enorme busto golpeaba con el mío, Judith se acomodó en una posición en la que podía besar y en la que ponía su vagina en la boca de Mauricio. Éramos una máquina de carne que se movía en perfecta armonía. Mauricio me estaba jodiendo en la vagina que su pene enorme, Gabriel me embestía el ano de una forma brutal y deliciosa, y Judith me besaba y acaricia mis pechos y clítoris. Los gritos que yo prefería ahogaban todos los que los demás participantes emitían. Era la mejor sensación de sexo que había sentido. Jamás había sentido tanto placer en mi vida. La lengua de Judith la amaban, y los penes de Mauricio y Gabriel los deseaban dentro de mí por siempre.
Toda esta orgia de sensaciones no se detenía, pero mis oídos dejaron de escuchar el piano y escucharon en cambio que algo muy pesado se arrastraba. Fue entonces que se encendió la luz. Fue una luz muy brillante, me había cegado que apenas y podía ver, pero eso no detuvo a nadie de los que me estaban violando, después de un momento pude observar un espejo detrás de Judith, un gran espejo que había cargado Sebastián, el marco estaba hecho de oro, y el reflejo… lo que veía en el reflejo, no lo podía creer… era como el sueño de algún loco de haya vuelto real. Estaba yo siendo penetrada por dos hombres que al parecer tenían tatuajes que recuerdan a los que se hacían los antiguos celtas, y estaba la mujer con unos tatuajes de constelaciones que le recorrían toda la espalda y estaba yo con… con… algo que parecía una especie de apéndice dragonico, eran como las alas de los ángeles que figuran en la biblia, eran de un color rojo, nacían de mi espalda media, no lo podía creer. No sabía que era lo que estaba viendo. Creo que debieron drogarme pensé. Pero la impresión que tuve al contemplar esto duro poco tiempo.
Cada vez más rápido Mauricio y Gabriel me embestían, escuchaba como sus cuerpos chocaban contra mis nalgas y Judith comenzó afrontarme cada vez más rápido el clítoris, estaba extasiada de placer. Los gemidos que profería eran indescriptibles. Mi cabeza estaba que daba vueltas de placer, Mauricio golpeaba aún más fuerte que Gabriel en mi coño, estaba a punto de venirse en mí, antes de eyacular y llenarme toda de leche, Judith estaba gritando de placer, Mauricio le estaba mordiendo y chupando el clítoris de una forma placentera, ella estaba a punto de venirse igual que yo, Gabriel estaba haciendo gemidos cada vez más fuerte si sus manos tomaban con más fuerza mi cintura, y yo gritaba de placer como una ninfómana. El primer en venirse fue Mauricio, me había disparado toda su leche en mi coño, podía sentir las vibraciones que emitía su pene a mi vagina, fueron varios disparo de placer los que sentí, después fue Gabriel, el tomo con toda su fuerza mi cintura y profirió un grito que jamás olvidare, un grito de placer enorme, lleno mi ano con todo su semen, pero él no dejaba de mover su pene, y yo deseaba que se viniera aún más dentro de mí, lo quería todo dentro de mí, estaba al borde el orgasmo más grande que jamás había sentido cuando también junto conmigo Judith gemía ella también estaba a punto de venirse también, me frotaba con más fuerza hasta que por fin lo logro, fue un estallido en mi interior, había eyaculado, y Judith también había eyaculado, nuestro fluidos se esparcieron por todos los cuerpos sobre los que estábamos mi ojos, no podían más mantenerse abiertos, pero aun así veían con cierto horror y cariño esas alas que sobresalían de mí.
El placer que sentía, el estar completamente llena de semen y cubierta de lubricante femenino es indescriptible, fue un placer solo de dioses mi cabeza era un tornado de sensaciones y mi cuerpo un puñado de orgasmo, que venían como olas uno tras u otro, mi cuerpo vibraba, y tan solo de seguir sintiendo los penes aun erectos dentro de mí, tuve una segunda eyaculación. Tres minutos, cuatro minutos, cinco minutos de intenso placer estaban pasando. Poco a poco cada uno de los hombre fue retirando sus penes de mis agujeros, yo sentía como caían gotas de semen, de mi cuerpo, cuando finalmente, los dos penes abandonaron mi cuerpo, recuerdo, que solo quería sentir este placer, así que me acurruque en los charcos de semen y fluido vaginal que había alrededor de mí, use mis alas para cubrirme. Y solo sentía…sentía…sentía…
Cuando volví a despertar estaba de nuevo en mi habitación, de mi casa, estaba desnuda, pero en mi cama. No sabía exactamente lo que había pasado la noche anterior, recordando un poco lo que había pasado, pensé que habían drogado esa noche, con alguna bebida que tome, pero al ver mi espalda no había nada que me hiciera sospechar que tenía alas, pero ahora tenía lo que parecían ser dos tatuajes en la espalda baja.
De vez en cuando pienso en lo que ocurrió en esa noche, y algunas veces veo por sobre las persianas a Sebastián, y pienso en lo que dijo, algo que pudo estar solo en mi cabeza drogada, y cada vez que lo hago, cada vez que lo miro, bajo la bragueta de mi pantalón y comienzo a tocarme, pensado que tal vez él es mi Adán, y que extraña a su primera mujer…Lilith, pues Eva, siempre será la numero dos.
Esta es mi historia, una historia que nunca ocurrió en mi mente, pues es demasiado real lo que sentí y viví esa noche como para pensar que nunca ocurrió, todo lo que se ahora, es que soy una libertina, una libertina llamada Lilith, la mejor y la numero uno… y que algún día volverá a reunirse con Adán, para deleitarlo como Eva no lo pudo hacer.
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