Como para que me recuerden soy Mario, el albañil diplomado en otro relato que comparto con ustedes.
Un día como cualquiera andaba caminando por la peatonal de la ciudad, mirando para comprar una par de zapatillas, cuando escucho una voz que dice
-Mario, ¿sos vos?
Y me doy la vuelta a mirar y me encuentro en mi vago recuerdo con la mamá de un amigo de la infancia, éramos vecinos allá por mis once años, mi amigo se llamaba Javier, su padre era jefe de correos y ella profesora de lengua extranjeras, una mujer como mi madre, unos 45 años, típica europea, un poco avejentada pero todavía seguía siendo muy bella, pelo negro, ojos celestes, alta, flaca, piel muy blanca, media chata de cola, pero dos tetas para campeonato, siempre de chiquito, de esos once, doce años le miré esas gomas espectaculares y no era de ese tipo de mujer que las mostraba o con su vestimenta las resaltaba, tampoco las ocultaba ni mucho menos, pero sin temor a equivocarme en el diagnostico, de las dos mejores tetas que he visto en mi vida.
-Cómo te va Rosana, no puedo creer encontrarte, ¿cómo está Javier?
-Te miro y no lo puedo creer que estas hecho un hombre y vaya que buen mozo que estas…
Y empezamos esas charlas de rigor, que continuamos en un café cercano, gracias a que ella tenía un espacio entre sus clases y colegios, bueno me conto de esos casi 12 años muy duros, que después de que se fueron de esa casa donde éramos vecinos, anduvieron por varios lugares del país, detrás del trabajo de su esposo, hasta que un cáncer en la garganta, hacía como dos años, había acabado con él, es que fumaba como chimenea dicho en su resignación, que Marcos su hijo mayor, se había juntado con una chica, que le dieron un nieto y que vivían cerca de la capital y que Javier, mi amigo, trabajaba en el sur, para una minera, que le estaba yendo muy bien y que se daba una vuelta dos veces al año, por lo menos y que ella trabajaba como profesora en varios colegios, que andaba de acá para allá, todo el día y obvio que me pregunta de mi vida, de mis padres, hermanas y demás... en todo eso que yo le contaba, ella no dejaba de mirarme y de darme caricias en la cara, agarrarme las manos, acariciarme el cuello, es extraño que después de 12 años, una mujer que vio un niño, se encuentre con un hombre de barba y se comporte de esa forma tan afectuosa o capaz que no lo es…
La cuestión que se hizo larga la charla y ella tenía clases, me pide que anote su dirección, teléfono fijo, celular, ella anoto los mío, que le prometa que la visitaba y se alejo toda apurada esclava del tiempo, a pesar de sus 40 años largos, seguía con que par de gomas infernales.
Pasaron como dos semanas creo, un mensaje en mi teléfono, “ni un mensaje, que malo”, era de Rosana la madre de mi amigo, paro en una cabina telefónica y la llamo al celular, no me atiende, al fijo, suena varias veces y cuando creo que ya no contestan
-hola, hola, hola,
-Hola Rosana habla Mario
-Hola, me estaba bañando,
-perdona, te llamo en un rato
-no no, si ya estoy en el teléfono, toda mojada y desnuda (¿?)
Parece normal la frase, pero si pudiera contarles como fue dicho, en el tono, ring me hizo la cabeza.
-tenes razón, no te llamé, andaba con unos trabajo y la facultad y bueno quería ver cuando queres que vaya
-decime la verdad, ni te acordaste.
-si me acordé Rosana, solo que como me dijiste que siempre andas de acá para allá
-puede ser, bueno mira esta noche me desocupo tipo 20.30, vení que preparo algo de cenar, ¿sí? ¿Te parece bien tipo 21 hrs?
-Si si dale, a esa hora.
-bueno te corto, estoy desnuda, culpa tuya me voy a enfermar, chau nos vemos, besitos.
Todo así de corto y de sencillo y eso de contarme de su desnudez y en el tono que lo hacía, me dejo arriba de la moto de la calentura.
Llegue tipo 21.10 un poco pasadito, una botella de vino tinto en la mano, del bueno, me recibió con un vestido de seda de color rojo, entallado, medio antiguo pero muy elegante, escote prudente, apenas maquillada, resaltaban sus ojos celestes, muy linda la gringa, cuando entro al comedor, habían dos amigas mas, era su cumpleaños, vaya sorpresa
-les presento a Mario, un amigo de mi hijo, del que les estuve contando…
Se paran las dos amigas, me saludan afectuosamente y pase a ser objeto de curiosidad, de todas sus preguntas, charlas desde que chiquito era el mundo por él reencuentro, hasta que rápido pasa el tiempo, fue una experiencia un tanto especial, compartir esa cena con esas tres mujeres, todas como mi madre, compartir sus charlas, sus deseos, sus metas, sus temores, sus prejuicios, si me decían si hubiera elegido estar en esa mesa, lo hubiera desechado mil veces, y que error, escucharlas era aprender, por ahí se acordaban que estaba en la mesa y me obligaban a participar, participación que siempre resultaba escueta pues alguna interrumpía acotando algo y yo volvía a mi silencio.
En todo eso, Rosana, con la discreción de una mujer madura y más delante de dos amigas, con sabiduría y prudencia me miraba, me rozaba suavemente las manos cuando por ejemplo me alcanzaba un plato, un vaso o nuestras piernas por debajo de la mesa hacían “sin querer” contacto, manteníamos ambos ese contacto todo lo que se podía.
Cuando fue cerca de media noche, una de las amigas casadas, argumento que partía a su hogar sino su marido la reprochaba, su amiga con la que vino también y después de buscar sus sacos, charlas de ultima, se subieron a un Peugeot de los caros, familiares y se marcharon, Rosana y yo, estábamos afuera en la reja despidiéndolos, cuando volvemos para entrar, menciono como al pasar que también iba siendo hora de partir a lo que Rosana, en la puerta de entrada a su casa, me toma de la mano izquierda con su mano derecha y medio que me mete adentro, cierra la puerta y poniendo mi mano en su pecho, tocándola con caricias
-porque tenes la mano tan áspera Mario, no usas cremas
Y me mira con esos bellos ojos celestes, mi mano en su pecho, con sus manos agarrándola y empiezo a caminar hacia ella, en esa actitud ahora te parto, mirándola fijamente, ella retrocedía caminando para atrás, hasta que llegamos al respaldo del sillón, ya no podía escapar mas en ese juego, me le acerco buscándole la boca y apoyándole el bulto que ya estaba notablemente duro, ella me abre un poco las piernas recibiéndome y nos besamos, era la segunda mujer madura en mi vida, esa forma de besar que tienen éstas mujeres, besos que son hechos arte, suaves al principio, sentir los labios un tanto duros, para ir subiendo la intensidad, vienen esos besos mas pasionales, cuando te abre mas la boca y te besa, te apoya la boca semi abierta despertando su deseo y el tuyo, esas miradas, esos gemidos incitantes que te llaman, me suelta la mano y con esas manos suaves, abre mi camisa, despacio, botón a botón, mientras mi boca se llena de la piel de su cuello, ese cuello que huele tan bello y regreso a su boca, donde nace mi deseo, me saca la camisa y recorre con sus manos la espalda, me besa el pecho, me chupa, me muerde las tetillas y la chupa un poco más fuerte y regresa a mi boca, manteniendo mi deseo, me suelta el cinturón, abre el botón del pantalón y baja el cierre, me aleja de ella, se arrodilla y me saca los mocasines, me saca las medias y con las dos manos me baja el pantalón, no deja de mirarme, sus ojos celestes me incitan y puedo ver desde mi posición ese escote prudente que me indica mi deseo, mi anhelo y se para Rosana, apoya sus brazos en el respaldo del sillón y me espera en esa sapiencia y control, me arrodillo y le saco sus hermosas sandalias, le suelto como un cinturón que tiene puesto en la cintura que combina con ese vestido de seda entallado y me paro, le busco la boca de nuevo, esa boca que enciende mi deseo, la apoyo con fuerza, siente mi pija durísima a través de mi calzoncillo y su vestido, la beso con pasión, puedo sentir al apoyarla sus pechos enormes, muero de deseos por chuparlos, la doy vuelta se apoya con sus manos en el respaldo del sillón, le apoyo el bulto en la cola, agachándome un poco y moviéndome, le meto las manos por delante y fuertemente la traigo para que lo sienta en su cola, levanto un poco su pelo y le muerdo el cuello, abriendo la boca queriendo comerla, ella me indica en su gemido sentido, su movimiento de cadera que acompaña el movimiento de mi bulto en su cola, busco un cierre largo que tiene el vestido, empieza casi en su cuello y baja hasta por debajo de la cadera, justo donde empieza la rayita, lo hago despacio, voy descubriendo su espalda, esa piel un tanto madura, con arrugas bellas en ciertas partes, muchos lunarcitos, cuando termine de bajar el cierre, pongo mis dos manos en su cuello y empiezo a sacar ese vestido, ella me ayuda con sus brazos hacia adelante, cuando los termina de sacar intenta en un acto de pudor como taparse, yo sigo bajando mis manos recorriendo sus pechos hacia abajo, obligándola a que lo suelte, el vestido cae, solo le queda su corpiño, blanco, enorme, de tela finita y una bombacha blanca, la doy vuelta y la miro, me pide que no lo haga , no le hago caso, extasiado observo ese cuerpo de la madura, la piel blanca, me acerco a su oído, susurrando
-te sigo a la cama
Y se olvida de su vergüenza, se olvida de la diferencia de edad, camina erguida delante de mí balanceándose, sintiéndose deseada, modelando, apenas gira su cabeza buscando mis ojos, hecha una sonrisa, me mueve la cola, disfruta la indecencia de mi mirada, disfruta que la desee, disfruta ese momento de ser mujer.
Al llegar a la cama, se sienta, me acerca y me busca mi abdomen, besándolo y pasándole la lengua, me acaricia las nalgas, me baja el bóxer, me mira la pija, me la roza acariciándose la cara, la roza con sus labios, con su nariz, saca su lengua y le pasa una lamida a la cabeza, vuelve a rozar con sus labios, abriendo su boca se va acomodando la cabeza, suavemente se la introduce, succionándola, siento su saliva que me humedece, siento las caricias en mis huevos que me hace con las manos, siento como introduce más profundo en su boca, succiona, me saliva, mi gemido se nota más, verme como disfruto lo que me hace, mas la motiva, me recorre la pija entera, succionándomela, apenas hace presión, entra y sale con ritmo, todo lo que puede, entra y sale, apenas hace presión, entra y sale, me saliva, me presiona con los labios en la punta, vuelve a entrar profundamente, a veces me mira con esos ojos celestes y regresa a mamarme con los ojos cerrados, gimiendo, disfrutando, saboreando su placer.
Las contracciones me indican que debo detenerla, no puedo aguantarme, me fastidia eso de mi, quiero disfrutar de un buen pete, pero mi calentura se apresura, buscando un beso, la alejo de ese pete mortal, la voy recostando en la cama, es mi momento, le pido que se ponga de espalda, tiene la cola chata y algunas arrugas, me enloquecen, casi demente y apresurado, la recorro con mi boca, su espalda, le saco la bombacha, mientras se la bajo voy metiendo en mi boca su cola, ella la levanta respondiendo a mi caricia, me pone el agujero del ano en mi lengua, gime más fuerte, le muerdo suavemente los cachetes de su cola y sigo bajando, sus pantorrillas, sus pies, siento el perfume de su piel, suave, depilada, siento por instantes sus lunares como asperezas en mi boca, siento a esa mujer, exquisita, madura, antes de pedirle que se de vuelta, suelto el corpiño, me late la pija de la arrechera, por fin voy a llegar a esas tetas que de chico a escondidas miraba.
De frente a mí, se llenan mis ojos de esa mujer bella, dos tetas enormes, blancas, que en su peso tienden a irse para un costado, de pezones largos, rosados, duritos, de aureolas normales, justas para mi boca, cierro los ojos un instante y puedo sentir ese pezón que se mete en mi boca, le pego una chupada pensando en tantas veces que le mire las tetas, tantas veces deseadas, como disfruto ese momento, ella lo percibe, se siente deseada, le chupo las tetas envuelto en mi locura, se las chupo fuerte, se las chupo despacio, se las chupo por el costado, por arriba por abajo, se las estiro con mi boca o se las apretó contra su pecho, ella solo me deja que me sacie de sus pechos, ella deja que alimente mi calentura.
Y baje dejando mi locura por esas tetas, recorrer ese camino hasta su concha, me seca la boca, llegar a ese monte de Venus, pocos pelos, algunos descoloridos, rebelde desprolijo, no parece que pueda estar más caliente, sin embargo es un error el mío, le pego la chupada desesperado, tonto, ciego y ella despacio me abre un poco mas piernas, me va mostrando su conchita, de labios rosados oscuros, anchos, toda empapada, chuparla me enloquece, ella gime más fuerte y más me motiva, Mario,… , Mario dice mi nombre, es un gemido de placer intenso y más me motiva, le chupo la concha, le paso la lengua al clítoris, ella solo se retuerce , gime, disfruta, disfruta Rosana.
Me pide que me apoye en el respaldo de la cama, no estoy sentado, pero tampoco acostado, acomoda con su mano mi pija inflamada en la puerta de su concha mojada, busca besarme, arquea sus caderas con experiencia y siente rozando con sus labios vaginales la cabeza de mi pija, disfruta ese instante previo con sapiensa, no deja de besarme de esa forma, me pone esas tetas maravillosas en la boca, enormes, colgando, me deja que mire ese momento en que mi pija se esconderá dentro de ella, sabe cómo hacerlo, me deja mirar como baja despacito, me deja escuchar su gemido intenso, me deja ver como se acercan nuestro pelos, me deja sentir penetrarla, la penetro con la pija latiendo, ella bombea suavemente disfrutando, cabalga con maestría, se penetra de pedazos o entera, se mueve disfrutando de su sexo, de su humedad, es toda gemidos, acelera el ritmo, baja y sube más rápido, busca profundo dentro de ella, bombea y vuelve a salir, busca abrazarme, siento como acelera su ritmo, siento el fuerte palpitar de su corazón, siento como su conchita late, se contrae, se abre y se cierra, bombea, bombea.. de pronto presiona al fondo, siento como se contrae, siento su gemidos, unos tras otros hecha placer, siento como tiembla, dice mi nombre Mariooo, se mueve más despacio… hasta quedarse quieta, jadeante, con el pelo en la cara, su boca con saliva y su concha toda mojada.
Me recibe con las piernas abiertas, me toma de las caderas, la penetro profundamente, entro y salgo, le miro las tetas, entro y salgo, la pija me late, inflamada de tanta sangre, me besa, me muerde la perita y recibe gimiendo mi penetración profunda, empieza a latirme la pija, mi gemido se hace notar, mi instinto me hace penetrarla lo que más profundo puedo, Rosana me recibe, recibe mi leche en su interior, siento como lo disfruta, arquea su cadera, moviéndose, hace que mi pija la recorra, recibe de nuevo mi chorro y gime de placer, sigue moviéndose, empiezo a perder fuerzas, vuelvo a empujar y me sale lo último, se lleva todo, me abraza cerrando sus brazos y permite que descanse encima de ella con las piernas abiertas, en mi saciedad, los gemidos se apagan, los deseos se calman, la mamá de mi amigo de la infancia, la de las tetas maravillosas, esa mujer que me vio niño, me hacer sentir como nunca hasta ahora, que me he vuelto un hombre.
Un día como cualquiera andaba caminando por la peatonal de la ciudad, mirando para comprar una par de zapatillas, cuando escucho una voz que dice
-Mario, ¿sos vos?
Y me doy la vuelta a mirar y me encuentro en mi vago recuerdo con la mamá de un amigo de la infancia, éramos vecinos allá por mis once años, mi amigo se llamaba Javier, su padre era jefe de correos y ella profesora de lengua extranjeras, una mujer como mi madre, unos 45 años, típica europea, un poco avejentada pero todavía seguía siendo muy bella, pelo negro, ojos celestes, alta, flaca, piel muy blanca, media chata de cola, pero dos tetas para campeonato, siempre de chiquito, de esos once, doce años le miré esas gomas espectaculares y no era de ese tipo de mujer que las mostraba o con su vestimenta las resaltaba, tampoco las ocultaba ni mucho menos, pero sin temor a equivocarme en el diagnostico, de las dos mejores tetas que he visto en mi vida.
-Cómo te va Rosana, no puedo creer encontrarte, ¿cómo está Javier?
-Te miro y no lo puedo creer que estas hecho un hombre y vaya que buen mozo que estas…
Y empezamos esas charlas de rigor, que continuamos en un café cercano, gracias a que ella tenía un espacio entre sus clases y colegios, bueno me conto de esos casi 12 años muy duros, que después de que se fueron de esa casa donde éramos vecinos, anduvieron por varios lugares del país, detrás del trabajo de su esposo, hasta que un cáncer en la garganta, hacía como dos años, había acabado con él, es que fumaba como chimenea dicho en su resignación, que Marcos su hijo mayor, se había juntado con una chica, que le dieron un nieto y que vivían cerca de la capital y que Javier, mi amigo, trabajaba en el sur, para una minera, que le estaba yendo muy bien y que se daba una vuelta dos veces al año, por lo menos y que ella trabajaba como profesora en varios colegios, que andaba de acá para allá, todo el día y obvio que me pregunta de mi vida, de mis padres, hermanas y demás... en todo eso que yo le contaba, ella no dejaba de mirarme y de darme caricias en la cara, agarrarme las manos, acariciarme el cuello, es extraño que después de 12 años, una mujer que vio un niño, se encuentre con un hombre de barba y se comporte de esa forma tan afectuosa o capaz que no lo es…
La cuestión que se hizo larga la charla y ella tenía clases, me pide que anote su dirección, teléfono fijo, celular, ella anoto los mío, que le prometa que la visitaba y se alejo toda apurada esclava del tiempo, a pesar de sus 40 años largos, seguía con que par de gomas infernales.
Pasaron como dos semanas creo, un mensaje en mi teléfono, “ni un mensaje, que malo”, era de Rosana la madre de mi amigo, paro en una cabina telefónica y la llamo al celular, no me atiende, al fijo, suena varias veces y cuando creo que ya no contestan
-hola, hola, hola,
-Hola Rosana habla Mario
-Hola, me estaba bañando,
-perdona, te llamo en un rato
-no no, si ya estoy en el teléfono, toda mojada y desnuda (¿?)
Parece normal la frase, pero si pudiera contarles como fue dicho, en el tono, ring me hizo la cabeza.
-tenes razón, no te llamé, andaba con unos trabajo y la facultad y bueno quería ver cuando queres que vaya
-decime la verdad, ni te acordaste.
-si me acordé Rosana, solo que como me dijiste que siempre andas de acá para allá
-puede ser, bueno mira esta noche me desocupo tipo 20.30, vení que preparo algo de cenar, ¿sí? ¿Te parece bien tipo 21 hrs?
-Si si dale, a esa hora.
-bueno te corto, estoy desnuda, culpa tuya me voy a enfermar, chau nos vemos, besitos.
Todo así de corto y de sencillo y eso de contarme de su desnudez y en el tono que lo hacía, me dejo arriba de la moto de la calentura.
Llegue tipo 21.10 un poco pasadito, una botella de vino tinto en la mano, del bueno, me recibió con un vestido de seda de color rojo, entallado, medio antiguo pero muy elegante, escote prudente, apenas maquillada, resaltaban sus ojos celestes, muy linda la gringa, cuando entro al comedor, habían dos amigas mas, era su cumpleaños, vaya sorpresa
-les presento a Mario, un amigo de mi hijo, del que les estuve contando…
Se paran las dos amigas, me saludan afectuosamente y pase a ser objeto de curiosidad, de todas sus preguntas, charlas desde que chiquito era el mundo por él reencuentro, hasta que rápido pasa el tiempo, fue una experiencia un tanto especial, compartir esa cena con esas tres mujeres, todas como mi madre, compartir sus charlas, sus deseos, sus metas, sus temores, sus prejuicios, si me decían si hubiera elegido estar en esa mesa, lo hubiera desechado mil veces, y que error, escucharlas era aprender, por ahí se acordaban que estaba en la mesa y me obligaban a participar, participación que siempre resultaba escueta pues alguna interrumpía acotando algo y yo volvía a mi silencio.
En todo eso, Rosana, con la discreción de una mujer madura y más delante de dos amigas, con sabiduría y prudencia me miraba, me rozaba suavemente las manos cuando por ejemplo me alcanzaba un plato, un vaso o nuestras piernas por debajo de la mesa hacían “sin querer” contacto, manteníamos ambos ese contacto todo lo que se podía.
Cuando fue cerca de media noche, una de las amigas casadas, argumento que partía a su hogar sino su marido la reprochaba, su amiga con la que vino también y después de buscar sus sacos, charlas de ultima, se subieron a un Peugeot de los caros, familiares y se marcharon, Rosana y yo, estábamos afuera en la reja despidiéndolos, cuando volvemos para entrar, menciono como al pasar que también iba siendo hora de partir a lo que Rosana, en la puerta de entrada a su casa, me toma de la mano izquierda con su mano derecha y medio que me mete adentro, cierra la puerta y poniendo mi mano en su pecho, tocándola con caricias
-porque tenes la mano tan áspera Mario, no usas cremas
Y me mira con esos bellos ojos celestes, mi mano en su pecho, con sus manos agarrándola y empiezo a caminar hacia ella, en esa actitud ahora te parto, mirándola fijamente, ella retrocedía caminando para atrás, hasta que llegamos al respaldo del sillón, ya no podía escapar mas en ese juego, me le acerco buscándole la boca y apoyándole el bulto que ya estaba notablemente duro, ella me abre un poco las piernas recibiéndome y nos besamos, era la segunda mujer madura en mi vida, esa forma de besar que tienen éstas mujeres, besos que son hechos arte, suaves al principio, sentir los labios un tanto duros, para ir subiendo la intensidad, vienen esos besos mas pasionales, cuando te abre mas la boca y te besa, te apoya la boca semi abierta despertando su deseo y el tuyo, esas miradas, esos gemidos incitantes que te llaman, me suelta la mano y con esas manos suaves, abre mi camisa, despacio, botón a botón, mientras mi boca se llena de la piel de su cuello, ese cuello que huele tan bello y regreso a su boca, donde nace mi deseo, me saca la camisa y recorre con sus manos la espalda, me besa el pecho, me chupa, me muerde las tetillas y la chupa un poco más fuerte y regresa a mi boca, manteniendo mi deseo, me suelta el cinturón, abre el botón del pantalón y baja el cierre, me aleja de ella, se arrodilla y me saca los mocasines, me saca las medias y con las dos manos me baja el pantalón, no deja de mirarme, sus ojos celestes me incitan y puedo ver desde mi posición ese escote prudente que me indica mi deseo, mi anhelo y se para Rosana, apoya sus brazos en el respaldo del sillón y me espera en esa sapiencia y control, me arrodillo y le saco sus hermosas sandalias, le suelto como un cinturón que tiene puesto en la cintura que combina con ese vestido de seda entallado y me paro, le busco la boca de nuevo, esa boca que enciende mi deseo, la apoyo con fuerza, siente mi pija durísima a través de mi calzoncillo y su vestido, la beso con pasión, puedo sentir al apoyarla sus pechos enormes, muero de deseos por chuparlos, la doy vuelta se apoya con sus manos en el respaldo del sillón, le apoyo el bulto en la cola, agachándome un poco y moviéndome, le meto las manos por delante y fuertemente la traigo para que lo sienta en su cola, levanto un poco su pelo y le muerdo el cuello, abriendo la boca queriendo comerla, ella me indica en su gemido sentido, su movimiento de cadera que acompaña el movimiento de mi bulto en su cola, busco un cierre largo que tiene el vestido, empieza casi en su cuello y baja hasta por debajo de la cadera, justo donde empieza la rayita, lo hago despacio, voy descubriendo su espalda, esa piel un tanto madura, con arrugas bellas en ciertas partes, muchos lunarcitos, cuando termine de bajar el cierre, pongo mis dos manos en su cuello y empiezo a sacar ese vestido, ella me ayuda con sus brazos hacia adelante, cuando los termina de sacar intenta en un acto de pudor como taparse, yo sigo bajando mis manos recorriendo sus pechos hacia abajo, obligándola a que lo suelte, el vestido cae, solo le queda su corpiño, blanco, enorme, de tela finita y una bombacha blanca, la doy vuelta y la miro, me pide que no lo haga , no le hago caso, extasiado observo ese cuerpo de la madura, la piel blanca, me acerco a su oído, susurrando
-te sigo a la cama
Y se olvida de su vergüenza, se olvida de la diferencia de edad, camina erguida delante de mí balanceándose, sintiéndose deseada, modelando, apenas gira su cabeza buscando mis ojos, hecha una sonrisa, me mueve la cola, disfruta la indecencia de mi mirada, disfruta que la desee, disfruta ese momento de ser mujer.
Al llegar a la cama, se sienta, me acerca y me busca mi abdomen, besándolo y pasándole la lengua, me acaricia las nalgas, me baja el bóxer, me mira la pija, me la roza acariciándose la cara, la roza con sus labios, con su nariz, saca su lengua y le pasa una lamida a la cabeza, vuelve a rozar con sus labios, abriendo su boca se va acomodando la cabeza, suavemente se la introduce, succionándola, siento su saliva que me humedece, siento las caricias en mis huevos que me hace con las manos, siento como introduce más profundo en su boca, succiona, me saliva, mi gemido se nota más, verme como disfruto lo que me hace, mas la motiva, me recorre la pija entera, succionándomela, apenas hace presión, entra y sale con ritmo, todo lo que puede, entra y sale, apenas hace presión, entra y sale, me saliva, me presiona con los labios en la punta, vuelve a entrar profundamente, a veces me mira con esos ojos celestes y regresa a mamarme con los ojos cerrados, gimiendo, disfrutando, saboreando su placer.
Las contracciones me indican que debo detenerla, no puedo aguantarme, me fastidia eso de mi, quiero disfrutar de un buen pete, pero mi calentura se apresura, buscando un beso, la alejo de ese pete mortal, la voy recostando en la cama, es mi momento, le pido que se ponga de espalda, tiene la cola chata y algunas arrugas, me enloquecen, casi demente y apresurado, la recorro con mi boca, su espalda, le saco la bombacha, mientras se la bajo voy metiendo en mi boca su cola, ella la levanta respondiendo a mi caricia, me pone el agujero del ano en mi lengua, gime más fuerte, le muerdo suavemente los cachetes de su cola y sigo bajando, sus pantorrillas, sus pies, siento el perfume de su piel, suave, depilada, siento por instantes sus lunares como asperezas en mi boca, siento a esa mujer, exquisita, madura, antes de pedirle que se de vuelta, suelto el corpiño, me late la pija de la arrechera, por fin voy a llegar a esas tetas que de chico a escondidas miraba.
De frente a mí, se llenan mis ojos de esa mujer bella, dos tetas enormes, blancas, que en su peso tienden a irse para un costado, de pezones largos, rosados, duritos, de aureolas normales, justas para mi boca, cierro los ojos un instante y puedo sentir ese pezón que se mete en mi boca, le pego una chupada pensando en tantas veces que le mire las tetas, tantas veces deseadas, como disfruto ese momento, ella lo percibe, se siente deseada, le chupo las tetas envuelto en mi locura, se las chupo fuerte, se las chupo despacio, se las chupo por el costado, por arriba por abajo, se las estiro con mi boca o se las apretó contra su pecho, ella solo me deja que me sacie de sus pechos, ella deja que alimente mi calentura.
Y baje dejando mi locura por esas tetas, recorrer ese camino hasta su concha, me seca la boca, llegar a ese monte de Venus, pocos pelos, algunos descoloridos, rebelde desprolijo, no parece que pueda estar más caliente, sin embargo es un error el mío, le pego la chupada desesperado, tonto, ciego y ella despacio me abre un poco mas piernas, me va mostrando su conchita, de labios rosados oscuros, anchos, toda empapada, chuparla me enloquece, ella gime más fuerte y más me motiva, Mario,… , Mario dice mi nombre, es un gemido de placer intenso y más me motiva, le chupo la concha, le paso la lengua al clítoris, ella solo se retuerce , gime, disfruta, disfruta Rosana.
Me pide que me apoye en el respaldo de la cama, no estoy sentado, pero tampoco acostado, acomoda con su mano mi pija inflamada en la puerta de su concha mojada, busca besarme, arquea sus caderas con experiencia y siente rozando con sus labios vaginales la cabeza de mi pija, disfruta ese instante previo con sapiensa, no deja de besarme de esa forma, me pone esas tetas maravillosas en la boca, enormes, colgando, me deja que mire ese momento en que mi pija se esconderá dentro de ella, sabe cómo hacerlo, me deja mirar como baja despacito, me deja escuchar su gemido intenso, me deja ver como se acercan nuestro pelos, me deja sentir penetrarla, la penetro con la pija latiendo, ella bombea suavemente disfrutando, cabalga con maestría, se penetra de pedazos o entera, se mueve disfrutando de su sexo, de su humedad, es toda gemidos, acelera el ritmo, baja y sube más rápido, busca profundo dentro de ella, bombea y vuelve a salir, busca abrazarme, siento como acelera su ritmo, siento el fuerte palpitar de su corazón, siento como su conchita late, se contrae, se abre y se cierra, bombea, bombea.. de pronto presiona al fondo, siento como se contrae, siento su gemidos, unos tras otros hecha placer, siento como tiembla, dice mi nombre Mariooo, se mueve más despacio… hasta quedarse quieta, jadeante, con el pelo en la cara, su boca con saliva y su concha toda mojada.
Me recibe con las piernas abiertas, me toma de las caderas, la penetro profundamente, entro y salgo, le miro las tetas, entro y salgo, la pija me late, inflamada de tanta sangre, me besa, me muerde la perita y recibe gimiendo mi penetración profunda, empieza a latirme la pija, mi gemido se hace notar, mi instinto me hace penetrarla lo que más profundo puedo, Rosana me recibe, recibe mi leche en su interior, siento como lo disfruta, arquea su cadera, moviéndose, hace que mi pija la recorra, recibe de nuevo mi chorro y gime de placer, sigue moviéndose, empiezo a perder fuerzas, vuelvo a empujar y me sale lo último, se lleva todo, me abraza cerrando sus brazos y permite que descanse encima de ella con las piernas abiertas, en mi saciedad, los gemidos se apagan, los deseos se calman, la mamá de mi amigo de la infancia, la de las tetas maravillosas, esa mujer que me vio niño, me hacer sentir como nunca hasta ahora, que me he vuelto un hombre.
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