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como seducir una recta mujer casada

La verdad es que nunca me había fijado mucho en Maca, la mujer de mi primo Mario. No es que fuera fea, pues era una mujer agradable y de aspecto armonioso, pero nunca me había llamado la atención. Quizá fue debido a su aspecto frágil y delgado, sin demasiado pecho. Cuando entré a trabajar en la empresa familiar, hace 3 años, empecé a fijarme más en ella. No llegaba al metro setenta. Tenía el pelo negro y liso, cortado a la altura de los hombros y contrastaba con sus ojos azules. Eso sí que lo tenía bonito. También diría que, a pesar de ser tan delgada, llamaba la atención su culo. Un culito respingón y que se adivinaba muy duro bajo su ropa.

Maca era una de estas personas que siempre visten impecablemente y extreman el orden y la limpieza en todo, empezando por su mesa de trabajo y su ropa. También en eso tenía su un cierto atractivo, tan formal, tan delicada. Quizá la pasé por alto porque en mi pervertida adolescencia ella estaba embarazada y con algo de sobrepeso. Luego estuve varios años en el extranjero y muy poco tiempo en casa. Supongo que también había más razones. La veía demasiado puritana, que entonces no me gustaban y, lo que es más importante, su pecho era muy escaso. Unas buenas tetas siempre han sido mi debilidad. No lo puedo evitar.

Pero bueno, paso a describir un poco la situación. Podría decirse que soy un niño pijo. Mi padre, partiendo de la nada, y sólo con su oficio de cerrajero, ha creado una gran empresa dedicada a la fabricación de puertas de seguridad, acorazadas, cajas fuertes, etc. Me llamo Carlos, tengo 29 años y vivo en una gran ciudad del sur de España. Estoy casado con Rocío, a la que adoro y la que me ha dado lo más importante de mi vida: mi niño de 2 años. Rocío es bellísima. Alta, rubia, escultural, con suaves y llenos pechos y… buena chica. Su padre es inglés y de él ha heredado los ojos claros y el pelo rubio. Pese a ser de mi misma ciudad de España, la conocí estudiando en Estados Unidos, en uno de esos “College” selectos a los que vamos chicos con proyección de todo el mundo. Rocío pertenece a una familia importante. Se especializó en historia y empezó a dar clases en un instituto privado de la ciudad, pero decidimos que estos años se dedique al cuidado de la familia. De nuestro pequeño y de los que espero están por venir.

No lo oculto, estoy enamorado de mi mujer. Sin embargo tengo el demonio dentro. Bueno, jaja, eso dice mi padre con cierto orgullo cuando se entera de alguna de mis conquistas. Sólo me pone una condición estricta “si es que no puedo evitar tener mi polla dentro de los pantalones, asegúrate de que no se entere absolutamente nadie por el bien del prestigio de la familia y de la empresa”. Para él la empresa es lo primero. Para mí lo primero son los placeres de la vida. Lo cierto es que jamás en mi vida me he resistido a tratar de seducir a toda mujer que ha pasado por mi lado. Con mayor o menor éxito siempre he sido así y no lo puedo evitar.

Últimamente estaba más calmado. En los últimos años me he establecido en mi ciudad, me he casado, he sido padre, y he asumido las funciones de Director Comercial de la empresa. Reconozco que tengo mucho orgullo y vanidad, y no podía consentir que todos pensasen que estoy en el puesto por ser el hijo del dueño, pese a que es cierto. En consecuencia, he dedicado toda mi fuerza y recursos a abrir la empresa al mercado exterior y he tenido bastante éxito en ello. Gracias a mis “buenos oficios” acaban de adjudicarnos toda la carpintería metálica de una nueva prisión en construcción en el sur de Francia, lo que va a asegurar nuestra presencia en ese país e importantes ingresos. Para una empresa del sur de España, esto es un hito importante, casi imposible. Como digo, mis “buenos oficios” han consistido en “convencer” a una subsecretaria de infraestructuras penitenciarias francesa de origen marroquí. Farah es casada, tiene 45 años y unas curvas de vértigo. Me costó mucho trabajo convencerla, pero no me cuesta ninguno dejarla saciada cada vez que tengo que visitar el país vecino. Y eso que al principio no quería… si llega a querer.

Evidentemente, no trabajo solo. Tengo una secretaria asistente, Isa, de 38 años, casada con un militar normalmente destinado fuera del país. Su disponibilidad es absoluta (no hablo sólo de su tiempo), y me ayuda en todas las gestiones y trámites. Justo esta mañana ha realizado uno de sus habituales servicios a la empresa, consistente en mantener relajado a su Director Comercial pijo, cabrón e hijo del dueño. Es decir, a mí. Teníais que verla salir de mi despacho tan estirada y digna, y con la boca sabiéndole al semen que se acaba de tragar. Isa es castaña de pelo, aunque a veces lo oscurece o lo aclara hasta parecer casi rubio. Ahora lleva media melena muy lisa, con el pelo más corto por atrás, al estilo de Victoria Beckham. Es morena de piel, con curvas, unos labios preciosos, y hace deporte compulsivamente, lo cual la mantiene el cuerpo delgado y tonificado. La contraté tras tener que despedir a la anterior secretaria, que mi padre me asignó para la tarea. No es que fuera mala profesional, pero tenía muchos escrúpulos con los clientes. Conmigo ninguno. Hubo cierto conflicto por las habladurías en la empresa y hubo que engrasarla en todos los aspectos.

Pero ésas son otras historias y me desvío del propósito que tenía al escribir esto. Voy a contar cómo he seducido y emputecido a mi última zorrita, Maca, la mujer de mi primo. Como decía anteriormente, nunca me había fijado en Maca. Una mujer discreta, madre de 2 niños, rondando la cuarentena (10 años mayor que yo), y encima mujer de mi primo Mario. Mi primo tiene 43 años y, desde que yo tengo uso de razón, trabaja con mi padre en a empresa. Es fiel, amable, buen tío, cariñoso y estricto con los empleados, irónico, divertido, y hasta con olfato para los negocios. Prácticamente una réplica de mi augusto padre. Siempre ha estado con él desde que tuviera que ponerse a trabajar por su mediocre rendimiento académico. Desde entonces ha sido la mano derecha de mi padre y entre los dos han hecho crecer la empresa desde los 5 empleados hasta los más de 200 actuales. Creo que no le caigo muy bien, pero eso me da igual. Es más, me incentiva para seducir a su linda mujercita. Es lo que tiene ser un cabrón.

Mi padre, el socio capitalista, siempre ha mostrado pasión por Mario. De hecho, hace unos años le premió con un 3% de las acciones sin venir a cuento. Eso enfadó a mi madre, pero hay que reconocer que fue una gran inversión, porque a partir de ahí, Mario se sintió aún más involucrado en la empresa y pasó a dedicar más horas aún. Con respecto a Maca, pasó del puesto de secretaría con el que se incorporó al de Directora de Calidad. La verdad es que el puesto hacía falta y ella se lo tomó también muy en serio. Las mujeres siempre desean demostrar lo válidas que son en la empresa y ella no era la excepción. Su vestuario se hizo más formal aún. Mucho traje de falda y chaqueta con blusa. Y se notaba que había aumentado la seguridad en sí misma con el cargo. No lo hacía mal. Y yo empecé a fijarme en ella. Follármela sería un bombazo, pero intentarlo y cagarla sería una auténtica catástrofe para la familia, así que decidí estar tranquilo al respecto. Además, ella era tan pulcra y puritana que lo veía imposible, aunque la experiencia te acaba convenciendo de que no tiene nada que ver el aspecto exterior de una mujer con su comportamiento sexual. Es más, me atrevería a decir que son más las veces en que esto hay contraste.

Lo cierto es que poco a poco me iba dando más morbo la puritana Maca. Más de una vez me sorprendía pensando en ella cuando me follaba a otra mujer: Maca, con culito es respingón y apetecible... ummm. Me preguntaba cómo sería su ropa interior, como sería en la cama, o como llevaría depilado el coñito de chica formal que debía tener. A veces la llamaba a mi despacho por alguna tontería relacionada con la calidad, sólo para ver su culito moviéndose al salir. Incluso la hacía sentarse en la mesa de tertulia de cristal que tengo para ver el pulcro cruce de sus piernas a través de ella. Sí, lo sé, soy un cerdo y he puesto una mesa de cristal en mi despacho para estas cosas jajaja. Bueno, también porque me gusta como queda en la decoración.

Pero la historia dio un vuelco a la vuelta de las vacaciones. Yo había estado trabajando en Francia y, desde allí, partí de viaje con mi esposa e hijo a la costa azul. El hecho es que me olvidé de todo y tardé casi dos meses en volver de nuevo a la oficina. Al llegar, aún en el mes de agosto y con la oficina casi vacía, me recibió Maca con una enorme sorpresa, mejor dicho dos sorpresas: Dos exuberantes tetazas se adivinaban bajo su impecable blusa blanca… jajaja se había puesto tetas la muy zorra. Por supuesto, no hice ningún comentario directo al respecto, pero alargué varios minutos nuestra charla de vuelta de vacaciones para recrearme en la visión de esas curvas maravillosas. Reconozco que me puso súper cachondo ver cómo se ruborizaba al notar como la miraba y a punto estuve de hacer una tontería. Para más inri, se había dejado un botón de la blusa estratégicamente desabrochado y se atisbaba una piel suave y un precioso sujetador blanco con encaje.

Me gustó tanto la situación que no quise tratar de disimular de ningún modo el bulto que se había puesto en mis pantalones de verano. Es más, al alejarnos unos metros la volvía a hablar para que girase la cabeza y viese con perspectiva el efecto que había provocado en mi cuerpo. Sentir como trataba de mirarme a la cara pero se le escapaba la mirada a mis pantalones me puso aún en peor estado. Ella seguro que estaba humedeciéndose la muy zorra bajo ese aspecto de chica formal.

Al quedarme sólo en mi despacho y, como en un acto reflejo, llamé a mi asistente Isa para contárselo y para que volviese de sus vacaciones. Tuve que pagarle el avión de vuelta desde las Islas Canarias dejando allí a su marido jugando al golf, pero no puso mucho reparo. Era una operación importante de la “Dirección Comercial”. Necesitaba ayuda en dos líneas de trabajo. Una urgente para esa misma tarde y consistía en venir vestida con traje de chaqueta tostado y blusa blanca para ser follada desde detrás con sus tetazas apoyadas en la mesa de cristal. Como podéis imaginar, el traje tostado y la blusa blanca era la misma ropa que llevaba Maca ese día.

El segundo trabajo que debía hacer Isa precisaba de varios días y era más retorcido. Consistía en ganarse la confianza de Maca para obtener la máxima información de cómo estaba, cómo se sentía, por qué lo había hecho, etc etc. Isa llevaba poco en la empresa y no había tenido mucho contacto con Maca. Por supuesto, tuve que dar la mayor importancia a un sencillo problema de calidad en el ajuste de unas cerraduras que habíamos suministrado al Banco de Santander en su edificio histórico. Era un cliente tan importante que no podíamos tener el más mínimo fallo con él y, aunque no era lo común, hice viajar a las dos, Maca e Isa, a la capital cántabra. Esto no gustó demasiado a su marido y primo mío, Mario, que tendría que cuidar de sus niños de 8 y 10 años, pero era imprescindible para mis oscuras intenciones y fui inflexible al respecto.

Las instrucciones de Isa eran claras: Ganarse su confianza para que con la excusa de que ella también pretendía aumentarse el pecho, pedir consejos a Maca tan pronto ella confesase que se había hecho la operación de estética. Para un tío podría sonar inverosímil, pues Isa tenía unas tetazas bien puestas, pero para una mujer era perfectamente comprensible en cuanto Isa le explicase que a sus 38 años se le estaban cayendo y ya no eran como antes, que tenía miedo al quirófano, que no se atrevía a determinadas cosas, etc. Mi mente es tan retorcida que había prometido a Isa un bonus de 1000 euros si conseguía que Maca se dejase fotografiar las tetas sin que se le viera la cara, con el fin de que Isa solicitase en la clínica una forma y volumen similar. No hubiera hecho falta el dinero, porque Isa es muy puta y muy dispuesta, pero me ponía cachondo saber que lo hacía pagada por mí.

No contaba con que trajese la foto pero, en caso de que sí lo consiguiese, yo ya tenía pensado que hacer. Le doblaría la asignación económica a cambio de que me ayudase con mi siguiente paso (soy un cerdo): Isa me haría en mi despacho una mamada con la puerta cerrada sin llave, de modo que cualquiera podría entrar. El pecho de Isa estaría al descubierto. Mientras yo me inspiraría en las fotos de las tetas “nuevas” de Maca. Y, esto no es todo, la emoción la pondría hablar por teléfono en modo manos libres con Maca, que está un par de despachos más allá, sugiriendo la posibilidad de que venga a mi despacho a tratar un asunto. Me gusta el riesgo jaja.

Pues bien, ¿qué piensan los lectores que ocurrió?.... jajajaja ¿eso? ¡exacto, eso fue! El plan fue seguido punto por punto. No sé cómo se las ingenió Isa, pero a eficiente no la gana nadie, y menos si hay morbo de por medio. Lo cierto es que tuve que disimular mi erección al verlas a las dos en el despacho de mi padre explicando, junto con mi primo Mario y yo, como habían resuelto el asunto de la calidad de las cerraduras en Santander, y como había quedado nuestro cliente muy contento. Isa me guiñaba el ojo disimuladamente y yo, nervioso, no paraba de repetir “buen trabajo”, “buen trabajo”, “buen trabajo”…

Media hora después Isa y yo ya estábamos llevando a la práctica mi fantasía del despacho. Venía con el triunfo subido por haber obtenido las fotos de Maca. Tenía las fotos en el teléfono móvil. Estaba loca por contármelo pero yo dije:

- Quiero un informe por escrito

- Jajaja ¿me vas a hacer escribírtelo?

- Claro, tienes que terminar de ganarte los 1000 Euros.

- Jijiji no hacía falta que me pagases nada… prefiero otro agradecimiento

- A mí me gusta pagarte, te hace más puta (Isa sonrió con malicia) Toma, 1000 + otros 1000

- ¿los otros por qué?

- Por el trabajo que me vas a hacer ahora. Dame el móvil y quítate la blusa y el sujetador –dije autoritario-

- Cierra, ¿no? –dijo prudente-

- No. Hoy no. Vamos, haz lo que te mando… gánate tu dinero, zorra.

Cuando me pongo así y doy órdenes, sé que Isa se moja automáticamente. En menos de un minuto ya estaba arrodillada delante de mi butaca, con mi polla en la boca, mientras yo con una mano pasaba las fotos de las tetas de Maca en su teléfono móvil, y con la otra acariciaba y pellizcaba los duros pezones de Isabel. Cuando percibió que estaba marcando el teléfono de hacerlo para marcar el dial del teléfono de sobremesa fue a decir algo, pero presionando su nuca impedí que sacase mi polla de su boca (me gustan estos gestos autoritarios)... “tienes que ganarte tu dinero”… puse el manos libres. Sonaban los tonos… puuuuu puuuuu

- Dígame

- Hola Maca

- Hola Carlos

- Sólo era para felicitarte una vez más por el trabajo realizado en Santander. No quería hacer mucho énfasis delante de todos, pero me ha dicho Isabel que estuviste genial.

- Muchas gracias, Carlos. De verdad, para mí es importante

- Bueno, he hablado con mi padre y, poco a poco, esperamos que tu papel en la empresa vaya a más.

Isabel me miraba sorprendida de la osadía de mis palabras… eso sí, sin sacarse mi polla de su boca. Por el gesto de su rostro y la manera ansiosa con la que lamía mi glande, notaba que debía estar cachondísima, pero hoy no le tocaba a ella. Se iba a conformar con una ración de leche. Yo metía mi dedo el su boca junto a mi polla. Me gustaba verla lamer todo lo que la pusiese delante. La dije bajito “así me gusta”…

- ¿Qué dices? –me oyó Maca al otro lado de la línea-

- Nada, nada… no era para ti. Sólo era eso. lo dicho, muy buen trabajo. Luego hablamos.

- Gracias Carlos

Nada más colgar, miré de nuevo a Isa que me sostenía la mirada. Se le movían las tetas al lamer con esa ansiedad. Qué puta es, de verdad, y qué suerte tengo de tenerla conmigo… “chupa, puta… vamos”, decía mientras tiraba de sus pezones descubiertos, pero realmente mi mente estaba en Maca. Los pezones de Maca eran muy distintos. Eran pequeños y preciosos. Qué cachondo me ponía verlos en la foto que trajo Isa. Se pueden ver millones de pezones distintos en Internet, pero a mí me tenía cardiaco la visión de lo prohibido, de los pezones que tan celosamente guardaba la mujer de mi primo. Ese pensamiento me llevó al éxtasis “Joder… ummmmmm, jodeeeeeer…. aaaahhh toma zorra, trágatelo todo… qué yo te vea putita… así sigue… absorbe y exprímeme con la mano… muy bien Isa… así me gusta… mi niña…”.

Sin poderlo evitar, dediqué los siguientes días a idear el modo de follarme a Maca. Tenía que encontrar la manera de conseguirlo sin que se montase un escándalo. Pero también quería que fuese una situación llena de morbo y de momentos muy sucios. En parte dudaba de que fuera a ser posible. Todos piensan que es difícil seducir a una mujer casada, fiel, con su trabajo... nunca se ha planteado ser infiel. Una damita. Una perfecta esposa que jamás se habría imaginado estar en esta situación. Pero yo sé (y todos/as los que leéis esto lo sabéis) que cada persona tiene su “cara b”. Por suerte, yo soy un hombre sin escrúpulos en este aspecto. Y soy un hombre que sabe distinguir la parte imaginativa sexual de cada persona, de la parte real y afectiva, donde yo no podía entrar.

El caso es que tenía a mi asistente trabajando a destajo para ganarse aún más la confianza de Maca. Se divertía con ello, y sus informes no tardaron. Como sospechaba, Maca era una mujer en transformación. Después de tener a los niños y que estos hubieran dejado de ser bebés (el menor tenía 8 años), ella tenía el deseo de mejorar personal y profesionalmente. Quería dedicarse más a ella, salir, ponerse guapa, ir al cine, al teatro… ir al gimnasio, sentirse profesional en el trabajo. Todo ello es loable y bonito. Pero no contaba con que alguien se iba a cruzar en su camino. Alguien que manipulará doblegando su voluntad y sus principios. Un hombre seguro de sí mismo y que disfrutaría conduciendo a esa mujer a la perversión, culto y que se aproveche de su don de gentes. Pero no adelantemos acontecimientos.

Tenía que dar el siguiente paso. Empezar a provocar alguna situación de la que me pudiera aprovechar. Dudaba si el mejor momento era la fiesta navideña de la empresa, pero para ella aún faltaban 2 meses y la paciencia no es mi mejor virtud. Quizá una comida de celebración entre los directivos o de cualquier tipo... Una vez más, la suerte me sonrió inesperadamente, y ocurrió algo que me vino de perlas. Después de las atenciones que tuvimos con el Banco de Santander, un día nos sorprendieron con una propuesta para hacer un contrato mayor con ellos en la sede de Madrid. De hecho, ellos iban a visitar a unos proveedores por nuestra zona, y no perdí la ocasión de invitarlos a visitar una de nuestras dos fábricas y comer o cenar con nosotros. Aceptaron, aunque teníamos que desplazarnos a más de 100 km de distancia a la fábrica de Córdoba.

A nivel comercial era un contacto muy importante, pero yo sólo pensaba en como aprovechar esta visita para mis intenciones con Maca. Después de escuchar las sugerencias de Isa, opté por llamar a Maca a mi despacho un día en que mi primo Mario estaba fuera de la oficina. A pesar de que todos los considerábamos un matrimonio perfecto, tenía la sospecha de que a Mario no le gustaba que Maca se codease tanto con nosotros. Quizá fueran celos de que tomase una posición importante en la empresa, o quizá quería protegerla aunque no tenía ningún motivo (aún). También a Maca se la notaba más relajada y habladora cuando su marido no estaba cerca. Era un asunto meramente comercial, y no de calidad, pero le dije que los clientes habían preguntado por ella. Tal como esperaba, Maca se mostró dispuesta a participar en la visita y orgullosa de que fuera por su “buen hacer”. También se mostró preocupada por que Mario fuera a poner objeciones. Yo, en plan compinche, le dije, déjame a mí que yo lo hablo con él y le convenzo.

Los siguientes días no quise hablarlo con Mario a propósito. Yo sabía por Isa que ella deseaba conocer ciudades, viajar, salir y tomar algo. Arreglarse. Y deseaba ser más importante en la empresa. Entonces, yo prolongaba la situación de incertidumbre. Como si fuera un secreto, nos hacíamos guiños de complicidad e incluso un día me llamó por teléfono en voz baja a ver si lo había hablado con él. La tranquilicé “Aún no, Maca, pero tú no te preocupes que dirá que sí. Sólo piensa en ponerte un traje con el que estés guapa y seria ¿vale?”.

Como supuse, Mario no estaba muy por la labor de que involucrásemos a Maca en asuntos comerciales. No obstante, tuve la precaución de planteárselo en el despacho de mi padre, de modo que no se atrevió a decir que no. También dije que no sabía exactamente cuando sería el día que nos visitasen pues su delegación de compras estaría toda la semana por la zona. Esto era cierto. Aunque también era cierto que forcé la visita un jueves en el que Mario tendría que visitar una instalación en Valencia y me aseguraba que llegaría tarde por la noche. Iba a ser una visita a la fábrica por la mañana en Córdoba seguida de una comida, y vuelta por la tarde. Dudaba si llevarme también a Isa, o ir solos Maca y yo. Finalmente opté por llevar a Isa para evitar suspicacias y para que me ayudase en mi plan.

Según se acercaba el día, se notaba que Maca estaba nerviosa. Yo simulaba mantener la calma, pero la realidad era que estaba también excitado. Como estaba en casa el marido de Isa, mi pobre mujercita, Rocío, pagaba cada noche las consecuencias “¿hoy también? jijiji no sé qué te pasa esta semana, Carlos…” decía feliz. Si ella supiera.

Isa me mantenía al corriente de lo que pasaba por la cabeza de Maca. Tenía dudas hasta de cuál iba a ser el vestuario que llevaría. A mí me encantaba saber todos los detalles e influía, a través de Isa, hasta que conseguí que se decantase por lo que yo quería: un traje de chaqueta y falda gris marengo, ajustadito de culo y por las rodillas, que me encantaba. Isa me fue contando el resto: blusa blanca con algún adorno de blonda en el cuello, zapatos de tacón negros acharolados, medias oscuras con un poco de brillo y, un dato que me fascinó, serían medias hasta mitad de muslo. Maca confesó a Isa que le encantaba ponérselas, pero que Mario no quería que las llevase a diario al trabajo y, por eso, sólo se las ponía cuando se arreglaba…

Joder, fue saber eso y mi mente empezó a maquinar ¿cómo se sentiría al ponérselas? La imaginaba vestida ya con el traje y sacándolas del cajón. Fantaseaba con como las estiraría suavemente con las manos sintiendo su suavidad y contemplando el encaje… la imaginaba llevándoselas a la boca y nariz para percibir el olor a nuevo… cómo subiría su falda y se sentaría en la cama cuidando no arrugarse el traje… como se las pondría muy despacio, cuidando no dañarlas con el pie y que el pespunte esté bien colocado… como acariciaría unos segundos sus piernas con ellas puestas, justo antes de ponerse de pie y bajar y estirar su falda… Uffff estaba continuamente cachondo con cada detalle.

Las cosas que Isa me contaba tampoco ayudaban a calmarme. Se había ganado la confianza de Maca, y ésta le contaba cosas que sólo contaría a una amiga íntima. Un día me contó algo que me puso como una moto: En una charla confidencial de las que Isa (por orden mía) fomentaba con Maca, ésta dejó entrever que aún no había dejado a Mario tocar sus tetas nuevas. Y eso a pesar de que eran un regalo de Mario. Pero Maca le mentía diciendo que las tenía aún resentidas porque pensaba darle la sorpresa el día de su cumpleaños, y para eso aún quedaban dos semanas. Antes sería nuestra comida de trabajo con el Banco de Santander. Isa me describió como fue la risa pícara de Maca al contarlo, y a mí se me salía el corazón por la boca. Sólo tenía una cosa clara: me iba a aprovechar de su inocencia e ingenuidad… esas tetazas las iba a “estrenar” yo.

Isa tenía que seguir indagando en el asunto “tetas”. Tenía que preguntar si se notaba pérdida de sensibilidad. Tenía que adelantar la idea de que Maca se las volviera a mostrar, e incluso la pediría si puede tocarlas para comprobar el tacto. Pese a todo, no debía insistir en el asunto, sólo adelantar la idea. Además, había una mentirijilla que Isa tenía que comentar a Maca y que sería necesaria para el día de la comida: Isa dudaba de que pudiera estar embarazada. Tenía unos días de retraso y no se atrevía a hacerse la prueba de embarazo.

Llegó el día en cuestión. Quedamos en salir desde nuestra oficina y allí quedaron aparcados los coches. El viaje lo haríamos en el mío. Tanto Maca como Isa aparecieron radiantes y perfectamente vestidas para clientes importantes. Trajes de chaqueta. Maca con falda e Isa con pantalón, pero ambas con blusas abotonadas. Todo según lo previsto. Me encantó el recogido de pelo que traía Maca. Algo informal, pero la quedaba bien y resaltaba su rostro delgado y sus ojos verdosos.

Los clientes eran bastante anodinos. Dos hombres, uno de edad avanzada que sólo hablaba de sus nietos y otro de mediana edad. Las chicas hicieron su trabajo comercial con diligencia. Ya los conocían de su estancia en Santander. Un poco de flirteo, un poco de conversación profesional, y una buena comida era el plan, y así se hizo. Los clientes eran de buen comer, y aproveché a pedir buen vino. Quería agasajarlos y, de paso, que Maca fuera entonándose. Según lo previsto, Isa se encargó de que siempre estuvieran nuestras copas llenas. La visita salió perfecta.

Volviendo de Córdoba la situación en el coche era casi eufórica. Isa conducía. Alegó que tomaba una medicación y no había bebido vino, yo moderadamente, y ambos nos habíamos asegurado que Maca lo hubiera hecho bastante. Isa conducía mi coche y Maca se sentaba a su lado. Yo simulaba haberme quedado dormido y escuchaba su conversación. Por orden mía, Isa hacía comentarios picantes sobre de los hombres de la reunión, y de cómo miraban su pecho. Maca reía nerviosa y la contestaba susurrando para que yo no me enterase. “está dormido” decía Isa. Unos kilómetros antes de llegar tuvimos que parar a echar gasolina y a tomar un café. Era necesario.

Aunque no me siento orgulloso de ello, no quería fracasar en el intento que iba a hacer y pensaba jugar sucio. Muy sucio. Me había hecho con unas pastillas de éxtasis que había machacado en polvitos. Con el vino que había bebido, no sería necesaria una gran dosis, sólo un poquito. Según lo previsto, dije “Id vosotras al aseo que yo pido los cafés”. Cuando volvieron, el café de Maca llevaba un aditivo especial …

A partir de ahí la suerte estaba echada. Yo empecé a ponerme nervioso. Deseaba llegar a nuestras oficinas cuanto antes, pero Isa representaba su papel a la perfección, y me hacía rabiar sosteniendo las conversaciones tomando el café. Maca empezaba a desatarse en sus comentarios y en sus carcajadas.

Teníamos que llegar a nuestras oficinas a dejar los ordenadores portátiles y recoger los coches. Eran aproximadamente las 19:30 horas y, como tenía previsto, allí no había nadie. Al llegar, cambié el tono de mi conversación y las di instrucciones:

- Antes de irnos a casa es necesario escribir todo lo que hemos hablado con ellos. Todo lo que nos han contado: Sus aficiones, sus hijos, la casa donde viven… todo… su equipo de fútbol… -Y añadí reforzando el argumento- Todos los negocios buenos los he hecho conociendo bien a la persona que compra, y haciendo ver que me importa su lado humano. Para eso hemos hecho la comida y todo lo demás. Isa ya lo sabe hacer, pero quiero ver cómo tú, Maca, eres capaz de conocer al cliente… ¿Habéis entendido? –Dije todo esto muy serio y aprecié que Maca lo intentaba asimilar, eso sí con la vista un poco ida-.

- Sí, jefe, como siempre –Respondió solícita Isa- pero danos 10 minutos para ir al baño… ya sabes, cosas de chicas.

- Bueeeno –dije yo cambiando el tono- si es ir al baño os dejo… jajaja, puedo esperar. Anda id juntas, que están los pasillos muy oscuros –La verdad es que no había nadie ya en la oficina-

Isa y Maca se fueron al aseo. Isa dijo algo que no entendí relativo a mis dotes de mando y ambas se rieron tomándose del brazo. Se notaba a Maca eufórica por la droga suministrada. Yo cada vez estaba más nervioso por dentro, pero mantenía el aspecto calmado. La fase final del plan estaba en marcha… sentí cerrarse la puerta del WC. Isa tenía sus instrucciones: No debía dejar la puerta completamente cerrada y debía tener una mínima rendija. Me acerqué sigilosamente a la puerta del WC de chicas y pude captar la conversación. Me subía por las paredes pero sabía que aún no era mi momento de actuar.

- Maca, no me vas a creer, pero sabes que a mí también se me van los ojos a tus tetas

- Jijijiji no seas tonta… -Maca estaba un poco ida-

- Es que son tan bonitas…

- Jijijijiji

- Anda, déjamelas tocar –Decía melosa Isa-

- Que cosas tienes jijijijiji –Maca se ponía nerviosa… yo escuchaba e imaginaba el brillo en sus ojos verdes-

- Venga que síiiii –Se notaba que Isa estaba seductora…-

- Que no que me da corteee jijijijijo –el efecto del estupefaciente en Maca se hacía sentir y no paraba de reírse-

- Vamos déjamelas tocar –dijo Isa que había acorralado a Maca junto a la pared y le abría ella misma la blusa- El otro día me las enseñaste y no pasó nada… sólo un poquito para ver como quedan…

- Bueno, pero sólo un poquito –concedió Maca al fin-

Ahí ya no pude evitarlo y miré por la rendija de la puerta. Isa acariciaba el pecho de Maca por encima del sujetador. Maca se dejaba y reía borracha. Isa hablaba suave, en un tono muy bajito que yo no podía oír. Maca estaba con los ojos cerrados, protestando con muy poca convicción “jooo, déjame…”, pero Isa decía suavemente “ssshhhhhhh” y continuaba su labor encomendada. Unos segundos después la bajó las copas del sujetador y pude ver en vivo aquellos pequeños y preciosos pezones que llevaba días contemplando en foto. “Ohhh” se le escapó un gemido a Maca tras sentir el roce de los dedos de Isa en sus pezones. Pero Isa continuaba hablándola bajito. Cosas ininteligibles que tan pronto relajaban a Maca como la hacían reírse como una tonta.

Yo tenía la polla a punto de reventar el pantalón. Por una parte me fascinaba mi rol de voyeur, por otra me costaba contener la ansiedad de abrir la puerta y saltar sobre Maca. Sabía que después tendría mi premio, pero por el momento teníamos que dejar a Maca cocinarse en su propia salsa. Desde luego, Isa sabía como acariciar las tetas de una mujer. Como presionarlas o simplemente rozarlas. Como tirar de los pezones, y que todo fluyese con la mayor naturalidad.

- Son perfectas Maca –susurró-

- Jijijijiji

- Podías prestármelas, que las mías se me están cayendo –ahora simulaba confesar un secreto-

- Jijijijiji que cosas dices… jijiji –Maca reía sin poderlo evitar, se la notaba excitadísima-

Pero Isa, continuaba con el plan establecido y, mientras acariciaba suavemente a Maca que se dejaba hacer con los ojos cerrados, ella desabotonaba su propia blusa bajando a continuación su propio sujetador. Mejor no podía salir nuestro oscuro plan, porque a continuación tomó de la mano a Maca y se puso a acariciarla, para lentamente llegar a su propio pecho. Maca se sobresaltó, pero no se opuso. Isa seguía hablándola bajito y la acariciaba de nuevo con ambas manos. La situación para Maca era completamente nueva y extraña. Había perdido la noción del tiempo. Se notaba a sí misma extremadamente húmeda sin entenderlo. Nunca se había planteado poderse excitar con otra mujer. Pero Isa era especial. De eso doy yo fe.

Segundos después, Isa acercó su boca a Maca y la decía algo muy bajito, rozando su oído. Maca se reía nerviosa e Isa continuaba con sus susurros que, poco a poco, se convertían en cosquillas con sus preciosos labios en la piel de nuestra víctima. Isa sabía lo que hacía, y los susurros ahora se convertían ocasionalmente en besos en el oído y cuello. A Maca se le escapaban gemidos. También ella tenía sus manos sobre los pechos de Isa y los acariciaba tratando de emular lo que la estaban haciendo a ella misma. La escena lésbica era suave pero brutal. Íntima. Las bocas empezaron a buscarse y comenzaron un beso húmedo. Muy húmedo. Largo y húmedo. Largo y sucio, y que dejé prolongarse un par de minutos. Me recordaba a una película porno lésbica… Era el momento de actuar y entré allí:

- ¡Pero bueno! ¿pero qué hacéis? –dije yo indignado y simulando sorpresa-

- ¡Ahhh! -Se le escapó un grito a Isa simulando susto y quitando las manos de Maca-

- ¿pero qué hacéis? –repetí yo mirando a los ojos a Maca que iba despertando de su sueño-

- …

- Macarena… esto no lo esperaba de ti –dije empleando a propósito su nombre completo-

- Yo… esto… -no sabía qué decir, mientras se abrochaba precipitadamente su blusa con dedos torpes y nerviosos-

- ¿Qué pensaría tu marido? –dije yo jugando con mi superioridad, a pesar de tener 10 años menos que ella-

- …

Isabel, según lo convenido, se fue desplazando de la escena… dijo… “me tengo que ir, lo siento”, y salió por la puerta dejando a Maca allí, con bajando la mirada, y completamente a mi merced. Aún esperé unos 30 segundos.

- Por favor, espérame en mi despacho –dije autoritario contemplando como caminaba un poco ebria hacia allí-

Cerré cuidadosamente la puerta del aseo femenino y caminando decidido fui a representar el papel que me correspondía. Era mi turno. Entré en mi despacho y cerré la puerta tras de mí. Y me dirigí a mi mesa, apoyando el culo en ella pero permaneciendo de pie. Empecé dando una orden sencilla a ver si estaba en disposición de obedecer: “Ven aquí” dije señalando el piso frente a mí. Maca obedeció al instante, aunque caminaba despacio y torpe. No me sostenía la mirada.

Enfoqué mi vista hacia ella y hablé con la mayor calma que pude:

- Aún no me lo puedo creer, Macarena. He confiado en ti y me pagas seduciendo a mi secretaria y… y… -dejé pasar unos segundos en buscar las palabras justas- y manoseándoos en la propia empresa –iba elevando la voz-

- Yo… no… -Maca no sabía qué decir, y yo corté sus palabras autoritario…-

- ¿sabes cuanto duraría tu matrimonio si Mario se enterase?

- … -no contestó-

- ¿Y sabes cuanto durarías en esta empresa si Mario se divorciara de ti Maca? –Cada vez me expresaba más cruel, quería romper su resistencia, y la droga me iba a ayudar. Se notaba que Maca pensaba con lentitud y yo recalcaba que se había metido en un buen lío-

- …

- ¿Y sabes cuanto te costaría conseguir un trabajo si te despidiéramos y no te recomendáramos?

- … -Maca sólo abrió la boca algo indignada pero no dijo nada-

- ¿Qué pasa Maca? ¿por qué te escandalizas? ¿Crees que puedo consentir que estas cosas pasen en la empresa?

Seguía sin emitir palabra, empezaba a darse cuenta de la situación comprometida. Yo, por mi parte, estaba bordando mi papel de cabrón sin escrúpulos.

- ¿Te has quedado muda?

- …

- Te he hecho una pregunta… contesta –dije elevando el tono de voz-

- No sé –dijo con extrema timidez-

- ¿No sabes? ¿Toda una Directora de Calidad y ahora resulta que ahora eres tonta, Maca? ¿No te enteras de nada?

- No –dijo casi imperceptiblemente-

- ¿Qué dices? más alto, no te escucho

Pero ella seguía sin contestar. Nunca me había visto tan cabreado. Yo forzaba la situación y cada vez iba elevando más mi voz:

- ¿Pues sabes lo que te digo? Ya que no contestas, te lo cuento. ¿Sabes lo que pasaría si Isa decide denunciarte? ¿lo sabes? –elevaba mi voz- ¿lo sabes?... Hay unas reglas claras en la empresa… Ya sabes como es mi padre, y en eso estoy de acuerdo con él…

- Pero esto no es lo que parece…yo no sabía… -balbuceó-

- No, tú no sabías… tú eres tonta –dije cortándola y elevando mi voz y mi cabreo- Mira, a mí lo que hagas en tu casa me da igual… con esa carita de niña buena y no eres más que una viciosa y una PUTA –recalqué la palabra-

- Pero no es… -decía ya casi llorando-

- ¡Pues no lo voy a consentir! –volví a cortarla- ¡en nuestra empresa no, esto no es una casa de putas! ¿lo sabes?

Me estaba comportando como un verdadero cabrón. Lo sabía, pero tenía que forzar más la máquina para vencer la voluntad de la dulce Maca. Volví a mi tono normal de voz, pero mis frases eran más agresivas:

- Mañana mismo hablaré con mi padre y con Mario y se lo contaré. Voy a proponer tu despido. Veremos a ver las razones que aleguemos para no hacer daño a Mario, pero esto no se puede tolerar.

- No, por favor… -gemía-

- Y en cuanto a Mario… -volví a cortarla- Mario es mi primo. Es de mi sangre. Si mi mujer me pusiera los cuernos a mí me gustaría que me lo contase.

- Pero yo no le he puesto los cuernos…

- ¿No? ¿Ahora piensas que soy gilipollas, Macarenita? ¿Qué no tengo ojos en la cara?... ¿es eso? –simulaba estar cabreadísimo, pero en realidad hasta estaba cachondo viéndola respirar agitadamente…-

- No, por favor… no lo hagas…

- ¿Crees que podemos tener a una directora putita en la empresa que seduzca a sus subordinados?... porque es justo lo que ha pasado… sólo imagina que a Isa se le ocurra denunciarte… sería la ruina. –elevé la voz- Con un expediente de acoso no nos volverían a dar ni un puto contrato ¡JODER!

Ya estaba a punto de derrumbarse. Sólo un empujón más y sería completamente mía. Los efectos del vino y del éxtasis tampoco la ayudaban a razonar bien.

- Pero fue ella…

- Ella y tú… ¡menudo par de zorras, joder! –procuraba ser hiriente y autoritario-

- Yo no soy una zorra… -sacó un poco de orgullo-

- ¿ah no? ¿te crees mejor que ella? ¿Mejor que Isa? Tú eres peor. ¡Zorra! Al menos gracias a ella hemos logrado algún contrato… así que no me preguntes por quien me decantaría si tengo que echar a una de las dos...

- … -no dijo nada, pero su cara era un poema-

- ¿ahora te escandalizas? ¿te parece mal que Isa se follara a un cliente? ¿que consiguiera un contrato con un cliente para la empresa?... pues que sepas que comemos de eso…

- Pero yo nunca haría eso… yo tengo familia

- No, tú sólo te follas a los subordinados por tu propio placer… puta.

- Yo no me he follado a Isa –protestaba pero aguantaba que la llamase cualquier cosa-

- No, lo de morrearos y manoseándoos las tetas medio desnudas es lo más normal del mundo… todo el mundo lo hace… Vamos, a Mario le va a encantar…

- Ahí ya se derrumbó. Llevó sus manos a la cara y se puso a llorar… -yo seguí presionándola al máximo-

- ¿Cuánto crees que duraría tu matrimonio si Mario se entera, zorra? ¿No contestas? ¿Y crees que si te divorcias vas a seguir trabajando aquí, zorra? ¿y crees que conseguirás algún trabajo medianamente digno si se descubre como te portas con las secretarias, zorra?

- No digas nada, por favor –dijo llorando y con sus manos tapando la cara. Continuaba de pie frente a mí, pero mis gritos la habían hecho dar unos pasitos hacia atrás. Yo continuaba-

- ¿Crees que es un comportamiento decente tocarle las tetas a la secretaria? Gente así no es necesaria en la empresa. Sobra. Y desde luego, por mi responsabilidad, no puedo cerrar los ojos a esa situación.

- Perdón. Por favor. No digas nada… por favor –ya suplicaba directamente-

- ¿Quieres que lo olvide? ¿Y qué gano yo? Para mí todos son problemas… tantas putas en plantilla… ¡JODER! –estaba bordando mi papel de jefe indignado… a pesar de mis 29 años se notaba quien mandaba ahí-

- Por favor, Carlos, no digas nada a Mario ni a tu padre… Por favooor, haré lo que sea… lo que me pidas…

- ¿Sí? ¿Lo que te pida? No creo… ¡Ven aquí! Para empezar –dije señalando la baldosa del piso inmediatamente frente a mí-

Obedeció.

- y mírame a los ojos, joder.

- Si –dijo suave-

- Ya que eres una puta, vamos a usarte como una puta… ábrete la blusa como has hecho con Isa.

No se movió. Volvió a bajar la mirada.

- ¡Que me mires, joder!

Lo hizo y, en ese mismo momento percibí un brillo en su mirada. En ese mismo momento tuve claro que ella se notaba excitada. Seguro que nunca antes la han tratado así, y seguro que su cabeza le dice que soy un bastardo cabrón, pero en ese momento tuve claro que entre sus piernas la encontraría mojada. Aún se amparaba en su dignidad, pero obligándola así estaba a punto de ceder a su propio deseo.

- ¿Qué pasa Maca? ¿Para mi no abres tu blusa? ¡Hazlo, joder, que no tenemos toda la tarde…! –grité-

Entonces, sosteniéndome la mirada, se puso a soltar sus botones despacio. En ese momento ambos sabíamos que era mía. Mi juguete. Yo seguía hablándola:

- Parece que nos entendemos

- …

- ¿Qué talla de tetas te has puesto?

- 100 –ella solita se estaba quitando la blusa-

- y ahora el sujetador... quítatelo y tíralo al centro del despacho

Lo hizo. Mis palabras fueron más tiernas.

- Estás buena, Maca. Buen cuerpo y buenas tetas. – decía rozando muy suave con el dorso de mi mano el contorno de sus tetas- ¿te folla mucho Mario?

- No –susurró, aunque sabía su respuesta porque me lo había dicho Isa-

Me bajé de la mesa donde estaba apoyado y acerqué mi rostro al suyo. Acariciándola el pelo. Para luego rodearla y ponerme a su espalda, mientras continuaba tranquilizándola y mimando su pelo…

- Me parece increíble, eres preciosa

Se dejaba hacer. Mi cambio de actitud la había relajado. Empezaba a confiar en mí. Ya no se la notaba nerviosa. Es más, diría que con mis palabras y mi actitud protectora, su coñito se mojaba a pasos acelerados.

- ¿Me dejas que te toque las tetas, Maca?

- Sí –susurró-

- Pídemelo por favor, Maca

- Por favor, tócame las tetas –dijo prácticamente gimiendo-

- Como tu quieras Maca…

Desde detrás le acariciaba los hombros, los brazos, hasta que despacio mis manos se acercaban a sus pechos y los rozaban delicadamente. Con una caricia. “oohhhh”. A Maca se le escapó un gemido cuando alcancé sus pezones, que estaban durísimos. Tiesos. Dos oscuras bolas de metal, calientes, que yo estiraba suavemente, mientras sonreía satisfecho sin que pueda ver mi expresión.

- ¿Tienes frío Maca?

- Noo –susurró-

- ¿Qué te pasa? –dije presionando un poco más duro sus pezones-

- Ohhhh nadahh

- ¿Y por qué están tus pezones duros? –seguía tirando de ellos y había pegado mi pelvis a su culo para que notase mi polla-

- Por ti –susurró-

- ¿Estas mojada Maca? ¿te pone cachonda que te trate como a una puta? –dije marcando la palabra-

- … -no contestó, pero la respuesta era evidente-

- Te he hecho una pregunta Maca –dije soltando uno de los pezones y dándole un pequeño azote en el pecho con mi mano abierta-

- Ummmm –gimió-

- Contesta Maca ¿está mojada mi putita? -repetí mientras la besaba en la base del cuello-

- Síiii… mucho… -susurró-

- ¿Y te parece bonito? –hablaba suave marcando mis palabras- ¿estar tan mojada… con tu marido lejos? Eso lo hacen las zorras, ¿no Maca?... Lo hacen las putas, ¿no Maca? –Continuaba amasando sus tetas y con su propia saliva en mis dedos había mojado sus pezones que seguían duros como piedras-

- Síii –dijo intentando girar la cabeza para besarme sin yo permitírselo-

- Entonces, si lo hacen las putas y tú lo haces… es que eres una puta ¿no?

- …

- Responde Maca –dije duro aplicándole otro azote en su pecho-

- …

- Vamos… -apreté su pezón-

- Síiii soy una puta… tu puta

- Muy bien Maca… -ya la tenía justo donde quería… además, se notaba que disfrutaba el juego- ¿Me dejas comprobar lo mojada que estas, puta?

- Sí

- Si ¿qué?

- Tócame

- No, Macarena, tienes que hablar como lo que eres… ¿no dices que eres una puta? Pues pídemelo tú, Maca

Yo seguía de pie detrás de ella. Movía muy despacio mi pelvis contra su culito respingón. Creo que la humedad había traspasado mi pantalón y la estaba manchando su traje. Estaba durísimo pero quería seguir disfrutando el momento. Mis manos seguían jugando con sus pechos y ella jadeaba como una perra. Se notaba que estaba excitadísima. Se notaba que había deseado mucho tener esos pechos, y se notaba (esto lo sabía porque me lo había dicho Isa) que llevaba meses sin que su maridito los usase.

- Dime Maca, ¿Qué quieres que te toque exactamente?

- Debajo de la falda

- Debajo de la falda están las rodillas, Maca ¿es eso lo que quieres que te toque? ¿las rodillas? –susurraba en su oído-

- No

- ¿Entonces? ¿qué quieres que te toque?... puta –seguía rompiendo sus tabúes, con un tono suave-

- ….. mi vagina –acertó a decir-

- ¿¿¿vagina??? –repetí extrañado- Recuerda Maca, eres una puta, tu lo has dicho… habla como una puta –dije retorciendo su pezón sin llegar al punto de dolor-

La petición era humillante y estaba a punto de pedirla con su boquita de chica formal… un ligero incremento de presión en sus durísimos pezones y…

- Por favor, tócame el coño, por favor... méteme un dedo por el coño, por favor

- Ummmmmm qué puta eres… era eso y no me lo decías… vamos a ver…

Me puse frente a ella. Despacio bajé mis manos a su cintura y abrí su falda dejándola caer. El espectáculo era impresionante. Una gran mancha de humedad oscurecía el tono celeste de su tanga. Era tan ostensible que no pude evitar seguir humillándola.

- ¿Pero esto qué es? Macarena… te has meado…

- Nooo

- ¿No? ¿Entonces qué pasa? –pregunté inocente sintiendo con mis dedos la forma de los labios de su coño a través del empapado tejido-

- Es por ti –dijo gimiendo-

- Eres una puta, Maca… con lo buena que parecías… -dije acariciando el interior de sus muslos, hacia el contorno de su tanga que aparté-

- Es por tiiii –gimió sintiendo como dos de mis dedos invadían ese charco en el que se había convertido su sexo-

Me recreé unos instantes dejando que mis dedos chapoteasen en su coñito, mientras la dulce Macarena, la mujer de mi primo, gemía sin control. Con la mano se sujetaba en el respaldo de una silla y había abierto las piernas para facilitarme la labor. Yo contemplaba su coño. Tenía vello en todo el triángulo del pubis tapado por la ropa. Demasiado para mi gusto, aunque sí estaba cortadito y arreglado. Sus labios eran prominentes. Voluminosos. Listos para envolver a mi polla y, tenía claro que se iban a quedar saciados en muchas ocasiones. Presentaban un color rojizo oscuro y brillaban con la humedad. Entre ellos sobresalía el capuchón del clítoris, dejando entrever una preciosa bolita roja brillante y dura, a la que no puede evitar dar un lametón… “OOOHHHHHH” gimió.

No seguí. Me puse de pie, pegado a ella, y volví a hundir dos dedos en su cuerpo mientras con el pulgar acariciaba el entorno de su divino clítoris. Maca quiso besar mi boca de nuevo. Beso que yo evité, quedando su cabeza apoyada en mi hombro mientras mis dedos se movían como un molinillo explorando su tesoro. Había tanta humedad que sonaban en su movimiento chop chop chop.

- ¿Sabes lo que he notado estos días? Maca

- Ummm

- Que miras mucho mi pantalón… no sabía por qué pero ahora sí lo sé… eres una puta

- Nooo –gemía-

- ¿No? Estás mojada como una zorra, Maca ¿no lo notas?

- Sii

- ¿Quieres verla? Maca … ¿quieres verla?

- Síiii

- Eso tiene un precio… Zorra -había bajado el ritmo de mis dedos, notaba que le venían pequeños espasmos y no quería que se corriera aún- ¿Te das cuenta de que estamos hablando de tu maridito mientras tengo dos dedos enterrados en tu coño y te estas restregando contra mi polla?... Mario pensando que esta casado con una damita y esta casado con una zorra.

- Oooohhhhhh…

El comentario la disparó. Es curioso el comportamiento de su cuerpo al dar en el clavo con una de sus fantasías. Su coño empezó a contraerse sin control… tuve que sacar los dedos no quería que quedase satisfecha. Con las manos en sus hombros la hice bajar y arrodillarse ante mí. Se estaba corriendo la muy guarra, pero no la dejé tocarse aunque lo intentó. No era el momento. La dejé unos segundos volver en sí y continué con la conversación.

- ¿No querías verla?

- Sí

- Pues el precio es que te la tienes que comer… ¿a Mario se la comes?

- No, bueno sí

- ¿En qué quedamos?

- Sólo lo he hecho algunas veces…

- ¿y eso?

- No me parece de… Siempre protesto cuando me lo pide, y él no quiere incomodarme –dijo sincera-

- Así que comes poca polla, ¿no zorra?

- Sí

- ¿cuando se la comiste por ultima vez?

- No sé, antes del verano, creo (estábamos en noviembre).

Según hablaba me iba abriendo lentamente el pantalón. Ella, arrodillada delante de mí, clavaba sus ojos en mis movimientos y en mi bulto. Se la notaba ansiosa. Las pupilas algo dilatadas de la excitación y de la droga que la habíamos suministrado. Yo, por mi parte, llevaba horas excitadísimo. Ya casi me dolía la polla, pero me podía saborear el morbo de la situación, y actuaba despacio. Cuando la saqué, su rostro denotó una enorme sorpresa. Quiso llevar sus manos hacia ella, pero se lo impedí. La dejé delante de su cara, mientras la sujetaba del pelo.

- ¿Pasa algo? Maca ¿No habías visto nunca una así? –Sin ser una exageración, mi polla tiene un tamaño mayor de lo que suele ser habitual, especialmente su grosor-

- Es muy grande

- Jajajaja ¿la de Mario no es así? ¿Por eso la miras tanto?

- Sí –dijo bajando la mirada avergonzada-

- ¿Te la vas a comer?

- Sí –dijo haciendo otro intento de meterla en su boca-

- No, Maca, no entiendes… tú me lo vas a pedir, como una zorra educada.

- Por favor, déjame –tenía que sujetar su cabeza porque estaba deseando comerla-

- Con todas las palabras, Maca, y un poco más alto. Casi no se te oye.

- Déjame chuparte la polla, por favor.

- Mirándome, zorra

- Dejame chuparte la polla, por favor

La imagen era fantástica. Había brillo en su mirada. Sus mejillas estaban rojas por el rubor y se había deshecho el recogido sencillo que llevaba en el pelo. Tan elegante con los clientes, y ahora doblegada. Sus pezones seguían contraídos como piedras. Ufffffffff tomé su cabeza entre mis manos y la obligué a que se meta mi polla hasta el fondo. Estaba deseando hacer lo que la obligue, aunque casi no podía respirar. Empiezo un mete saca profundo y lento sobre su boca. Menos de un minuto hasta que salgo, y ella da una bocanada de aire con los ojos enrojecidos y llorosos. Se la vuelvo a meter… así varias veces… Tratando de contener mi propio orgasmo. “¿no quieres que te folle, Maca?”. Maca no podía hablar. “¿Prefieres la polla del cornudo de Mario?”. Esta vez se la saqué para que contestase…

- Por favor, Carlos, quiero que me folles…

- Vas aprendiendo Maca, muy bien pidiendo las cosas

- ¿le has puesto los cuernos alguna vez a Mario?

- Nooo

La ayudé a incorporarse y la dirigí hacia la mesa de cristal. La incliné hasta que tuvo que apoyar sus tetazas en la mesa, sintiendo un escalofrío por la temperatura. Con los pies golpeé los tuyos para que separase un poco las piernas. Aún tenía el tanga celeste puesto, pero era muy fino y me dí el gusto de arrancarlo de un tirón. No dijo nada. Sabía lo que le tocaba.

- ¿Así que es tu primera vez?

- Sí, no debería… -Zas.. la di un azote-

- Zorra… harás lo q te mande, así que tranquila

- Síiii –lo asumió-

Cuanto más agresivo era, más notaba en ella excitación. En su fuero interno deseaba ser usada. Deseaba ser tratada como una zorra, pese a que su dignidad de damita se lo impedía. Se engañaba a sí misma pensando que era forzada, pero yo me divertía enfrentándola a su verdadero yo: Una vez colocada, contemplé su coño hinchado y abierto, y comencé a restregar mi capullo por él.

- Estas empapada, Maca

- Ummmmm

No podía evitar gemir con el juego de mi miembro sobre sus labios. Lo pasaba longitudinalmente desde su culo hasta su clítoris y vuelta. Quería mover el culo para clavarse, pero no se lo permitía. De hecho, me quité la corbata y enlacé sus muñecas a su espalda. Me fascinaba verla ansiosa y desvalida. Me moría por clavársela, pero saboreaba el momento refregando mi polla sin clavarla. Ella, con su poca libertad de movimientos, insistía en echar el culo atrás y clavarse.

- ¿Qué quieres? Maca

- Quiero que me penetres, por favor…

- Umm Maca, tu marido te penetra.... yo te follo

- Hazlo –dijo impaciente, como autoritaria-

- No, no… yo hago lo que quiero con mi puta, ¿entiendes? -dije apartándome-

Dejé unos segundos que sintiera la incertidumbre de qué es lo que iba a pasar. Entonces me coloqué detrás de su culo, me agaché y comencé a pasar mi lengua entre sus labios. Otra vez el recorrido. Desde su clitoris hasta su culo, deteniéndome y centrándome en distintos puntos a mi criterio. Despacio. Comiéndola el coño pausadamente y llevándola al límite para luego aflojar el ritmo. Maca no podía evitar gemir y rogar. Con sus manos atadas atrás y sus tetazas apoyadas en la mesa, el único margen que tenía era dejarse hacer y rogar que la follase de una vez. Me encantaba oírla… antes tan comedida, y ahora tan caliente. La dejé justo en el borde del orgasmo, y subí de nuevo hasta colocar la polla a la entrada de su coño.

- Pídelo educadamente Maca. Como sabes que me gusta. Como lo pedís las zorras casadas cuando os jode otro tío

- FOLLAMEEEEEE CABRÓNNN –su voz se elevó por la impaciencia-

Sin pensarlo más, se la hundí completamente. A pesar de su grosor, entró sola de tan lubricada que estaba “AAAAAHHH Síiii Cabrón, sigue”. Macarena ya estaba totalmente desatada. Y yo sólo deseaba joderla con mi polla con la mayor violencia posible: Saliendo casi completamente de su coño para volver a embestirla salvajemente. Una y otra vez. Mientras notaba como escalofríos recorrían su cuerpo. Sin parar. Y gritaba “Siiiiiiiiiiiiii” “Sigueeeeee Cabrón” “Dámelooooo” “Fóllate a tu puta”.

Aguantaba como podía, no sabía si había terminado su orgasmo o es que había enlazado otro seguido, pero yo casi no podía más. Aún así, no quería perder la ocasión de aprovechar su estado de éxtasis para romper una barrera más. Sin decir nada me puse a jugar con mi pulgar en su ano. Estaba muy cerrado. Escupí sobre él en insistí “Ummmm qué estrecho, Maca” decía mientras metía el dedo un poco más en el culito de la mujer de mi primo que, clarísimamente, era virgen.

- Oooohhhhh oooohhhhhhh-–gemía-

- ¿Esto también te gusta? Jajajaja pero qué zorra eres –decía yo jadeando y sin sacar mi polla de las profundidades de su caliente coño-

- Aaaahhhhh Cabróooon

- Toma, puta… toma, ya sabes lo que es que te follen como mereces… no como ese maricón de Mario –decía yo mientras movía brutalmente mis caderas a punto de sobrevenirme mi orgasmo-

- Córrete fuera por favor –dijo Maca en un segundo de lucidez- por favor

- Jajajaja jajaja

No pude reprimir la risa. Yo preocupado por darme el gusto de meterle otro dedo en su virginal agujerito y sentir ambos dedos en mi polla a través de su cuerpo. Confiando en que ella estaba drogada y sometida, y quizá no lo estuviera tanto y estuviera también representando el papel de su vida jaja. Maca, en sus múltiples facetas, a la vez de estar gozando, jadeando, protestando por mis dedos en su agujerito, atada, drogada… tenía también en mente una preocupación por donde iba mi corrida… las mujeres me fascinan.

De todas formas, yo tenía muy claro donde iba a acabar mi corrida. No me doy este esfuerzo en emputecer a una dama para luego tener remilgos con ella. Llevaba toda la tarde a punto de reventar, y en ese momento ya no podía contenerme. Iba a estallar… acerté a decir “eres mi puta, Macarena, y me corro donde me da la gana” y, intensificando al máximo mi movimiento de mete saca, me desbordé dentro de ella en un orgasmo intenso y largo… “AAAAAAHHHHH” “OOOOOOOOGGGGGGGGG” “zorraaaaaa” “Jooodeeeeeeeeeeerrr” “Tomaaaa zorra… con lo buena que parecías…” “AAAAGGGJJJJJJJJHHHHHHH”… joder… enorme. Aún me excito recordándolo. Sentía de nuevo contracciones en su coño, y deduje que ella misma se había vuelto a correr sintiéndome tan fuerte. Supe que iba a tener putita para mucho tiempo.

Y me relajé, inclinándome sobre su espalda. Agotado. Tratando de reponer mi respiración y por unos minutos, perdí la noción del tiempo y del espacio. Allí, sobre ella en mi mesa de cristal… en una postura extraña y enganchados como perros. Ella estaba atada. También jadeaba, y el sudor nos empapaba.

Poco a poco recobre la compostura… me separé de ella, y la desaté sin decir nada. Automáticamente comenzó a tratar de recuperar su ropa esparcida por el despacho sin atreverse a mirarme a la cara. Ahora se notaba la preocupación en su rostro. La remordía la conciencia. Sin embargo, yo me sentía bien. Relajado. Contento de tener a Maca en mi poder. Esperé a que ella estuviera a medio vestir y dije “Macarena, ven aquí”, quería representar una última escena de humillación en nuestro teatro. Me había quedado con la sensación de que ella no había sido tan inconsciente como pensaba y pretendí ser duro. “Dame tu ropa”. Dócilmente obedeció. Separé su tanga, aún húmedo, y lo guardé en mi cajón. Me miraba con ojos de cordero degollado. Salí a la puerta de mi despacho, la abrí, y tiré la ropa afuera. Sabía que no había nadie en la oficina “Las putas se visten ahí, y van sin bragas”… Ella contestó “pero…”. La corté “venga, fuera, ya hablaremos tú y yo” y antes de salir señalé una esquina de la librería donde tenía una cámara de seguridad… “a ver qué tal has quedado en el vídeo, jaja”. Su cara fue un poema. Pero no era todo preocupación, también había una chispa de morbo en su mirada. “no quiero que estés ahí cuando salga, zorra”.

Continu

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