Trabajo en un autoservicio de noche despachando cerveza y cosas para
la vagancia. Bueno todo empezó el tercer día que empecé a laborar en
este sitio, era una noche normal como cualquiera otra con mucha gente
comprando cerveza y su botana para disponer a salir a divertirse. Y yo
pensando ¿porque no eres tú el que sale a divertirse? En fin nunca me
espere lo que pasaría esa noche eran alrededor de las 3:00 de la
mañana.
Ya casi no tenía venta de nada, algún desubicado nomas que pasaba pero
en ese momento llego un golf negro polarizado ah mas no poder. Fue
cuando la vi. Una muchacha alrededor de unos 20 años no muy alta ni
muy baja, con un cuerpo divino, y un vestido negro entallado que
resaltaba sus bellos atributos. Unos pechos grandes redondos nada
caídos, una cinturita delgada con unas caderas de esas que enloquecen, y un trasero grande redondo y
parado, se le notaba una tanguita color roja que traía.
Bueno pues ella se bajó del automóvil muy decidida, se acercó y me pregunto si tenía venta de alcohol. Yo
como buen vendedor le dije que no, pero sin apartar la vista de sus enormes pechos que me dejaba verlos a
través de su escote. Ella se daba cuenta que me tenía embobado con ellos, porque si hay algo que me
encantan son los pechos grandes. Ella me seguía diciendo si le podía vender alcohol le dije desgraciadamente
que no podía.
En eso ella se dio cuenta de mi erección, la misma que ella había causado con ese par de senos. Al darse
cuenta se puso un poco más cachondo el asunto. Ya me hablaba más al oído, me decía palabras con doble
sentido, y sin más le robe un beso, pero un beso de esos candentes que dejas salir tu pasión por ellos. Al
parecer fui bien recibido, o fue su forma de decir “te pago con esto” pero dame alcohol. La verdad ya no
tenía en mente la venta de alcohol, solo quería librarme de mi excitación y quitarme esa erección que me
mataba de dolor.
En eso la hice pasar a la tienda, nos fuimos besando hasta detrás del mostrador quitándonos la ropa poco a
poco y con gran excitación ya que el local es casi pura ventana, así que se puede ver hacia dentro. Eso me
causaba una mayor excitación, el morbo de que alguien pudiera vernos, y al parecer a ella también le
excitaba el saber que podrían sorprendernos… y fue en ese momento que la pude ver bien desnuda, me
pareció algo hermoso.
Una muchacha completamente bella, todo en su lugar, pechos nada caídos, con el pezón rosita, grandes y
bonitos. Su panochita rasuraditá, color rosita hasta a perfume olía, y trasero sin ninguna imperfección ni nada
malo, parecía perfecta. En ese momento la tome por la espalda, ella de frente al mostrador. La puse así para
que todo mundo la viera. Le vieran los senos cuando me la cogía, esos senos que se apretaban contra la
mesa.
Empecé a darle a su panocha apretada, sentía como escurrían sus jugos. Así empezó el acto sexual. Toda la
tienda tenía un olor fuerte a sudor, y a sexo que se penetraba en la ropa. En ese instante donde estábamos
en el clímax, ya habíamos hecho de todo: Arriba de la mesa, en la bodega, entre los dulces hasta en el cuarto
frio cogimos esa noche, y volvimos a terminar en el mostrador. Me encantaba sentir su roce de senos, su
cuerpo, su sudor, esa voz de un tono dulce a un tono lascivo, me encanto escucharla.
En ese momento ya al punto de casi terminar llego un cliente a pedir una recarga. Lo bueno que me estaba
dando un rico y delicioso sexo oral y no nos descubrieron, pero el señor si se dio cuenta de que algo andaba
mal, pero no me importo seguimos teniendo sexo hasta las 5:00 de la mañana, y esa vez no me permitió
venirme dentro de ella. Termino todo, me vine en su culo que fue el más rico que probé, la sensación de sus
nalgas apretando mi miembro, el roce de ellas fue lo que me hiso venirme. Aparte de estar jugando con sus
senos.
Esa noche me sentí como bebe de nuevo. Me quería terminar de amamantar con ella, pero me dijo que
sería para la próxima ocasión. Desde esa vez ella viene todos los fines de semana a comprar su cerveza pero
no se nos ha dado la oportunidad de volver a repetir aquello, pero si se nos logra realizar seguro será una
noche inigualable. Cada vez que me acuerdo de esa noche me éxito, me excita pensar como de la nada
puede suceder algo así, por una simple compra de cerveza. Por eso me gusta mi trabajo, porque puedes
esperar de todo.
la vagancia. Bueno todo empezó el tercer día que empecé a laborar en
este sitio, era una noche normal como cualquiera otra con mucha gente
comprando cerveza y su botana para disponer a salir a divertirse. Y yo
pensando ¿porque no eres tú el que sale a divertirse? En fin nunca me
espere lo que pasaría esa noche eran alrededor de las 3:00 de la
mañana.
Ya casi no tenía venta de nada, algún desubicado nomas que pasaba pero
en ese momento llego un golf negro polarizado ah mas no poder. Fue
cuando la vi. Una muchacha alrededor de unos 20 años no muy alta ni
muy baja, con un cuerpo divino, y un vestido negro entallado que
resaltaba sus bellos atributos. Unos pechos grandes redondos nada
caídos, una cinturita delgada con unas caderas de esas que enloquecen, y un trasero grande redondo y
parado, se le notaba una tanguita color roja que traía.
Bueno pues ella se bajó del automóvil muy decidida, se acercó y me pregunto si tenía venta de alcohol. Yo
como buen vendedor le dije que no, pero sin apartar la vista de sus enormes pechos que me dejaba verlos a
través de su escote. Ella se daba cuenta que me tenía embobado con ellos, porque si hay algo que me
encantan son los pechos grandes. Ella me seguía diciendo si le podía vender alcohol le dije desgraciadamente
que no podía.
En eso ella se dio cuenta de mi erección, la misma que ella había causado con ese par de senos. Al darse
cuenta se puso un poco más cachondo el asunto. Ya me hablaba más al oído, me decía palabras con doble
sentido, y sin más le robe un beso, pero un beso de esos candentes que dejas salir tu pasión por ellos. Al
parecer fui bien recibido, o fue su forma de decir “te pago con esto” pero dame alcohol. La verdad ya no
tenía en mente la venta de alcohol, solo quería librarme de mi excitación y quitarme esa erección que me
mataba de dolor.
En eso la hice pasar a la tienda, nos fuimos besando hasta detrás del mostrador quitándonos la ropa poco a
poco y con gran excitación ya que el local es casi pura ventana, así que se puede ver hacia dentro. Eso me
causaba una mayor excitación, el morbo de que alguien pudiera vernos, y al parecer a ella también le
excitaba el saber que podrían sorprendernos… y fue en ese momento que la pude ver bien desnuda, me
pareció algo hermoso.
Una muchacha completamente bella, todo en su lugar, pechos nada caídos, con el pezón rosita, grandes y
bonitos. Su panochita rasuraditá, color rosita hasta a perfume olía, y trasero sin ninguna imperfección ni nada
malo, parecía perfecta. En ese momento la tome por la espalda, ella de frente al mostrador. La puse así para
que todo mundo la viera. Le vieran los senos cuando me la cogía, esos senos que se apretaban contra la
mesa.
Empecé a darle a su panocha apretada, sentía como escurrían sus jugos. Así empezó el acto sexual. Toda la
tienda tenía un olor fuerte a sudor, y a sexo que se penetraba en la ropa. En ese instante donde estábamos
en el clímax, ya habíamos hecho de todo: Arriba de la mesa, en la bodega, entre los dulces hasta en el cuarto
frio cogimos esa noche, y volvimos a terminar en el mostrador. Me encantaba sentir su roce de senos, su
cuerpo, su sudor, esa voz de un tono dulce a un tono lascivo, me encanto escucharla.
En ese momento ya al punto de casi terminar llego un cliente a pedir una recarga. Lo bueno que me estaba
dando un rico y delicioso sexo oral y no nos descubrieron, pero el señor si se dio cuenta de que algo andaba
mal, pero no me importo seguimos teniendo sexo hasta las 5:00 de la mañana, y esa vez no me permitió
venirme dentro de ella. Termino todo, me vine en su culo que fue el más rico que probé, la sensación de sus
nalgas apretando mi miembro, el roce de ellas fue lo que me hiso venirme. Aparte de estar jugando con sus
senos.
Esa noche me sentí como bebe de nuevo. Me quería terminar de amamantar con ella, pero me dijo que
sería para la próxima ocasión. Desde esa vez ella viene todos los fines de semana a comprar su cerveza pero
no se nos ha dado la oportunidad de volver a repetir aquello, pero si se nos logra realizar seguro será una
noche inigualable. Cada vez que me acuerdo de esa noche me éxito, me excita pensar como de la nada
puede suceder algo así, por una simple compra de cerveza. Por eso me gusta mi trabajo, porque puedes
esperar de todo.
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