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parte 3.1

"Carlos, ¿te puedo preguntar una cosa, en confianza?" – un cosquilleo recorrió mi espalda
"María y tu… en fin, tengo la impresión de que lleváis una relación muy… digamos liberal"
"Dentro de un orden, si; nos gusta experimentar cosas nuevas" – improvisaba sobre la marcha, aunque estos días había imaginado cien veces una escena como ésta, no estaba preparado del todo.
"Os escuché hablar antes, cuando íbamos al restaurante" – sonreí dándole a entender que sabía a lo que se refería – "Bueno, creí entender que tu dejaste a María con vuestros amigos y que ha pasado la noche fuera, con ellos… es decir…" – le interrumpí, ya tenia una frase preparada desde el dia anterior, una frase que quería escucharme a mi mismo decir
"A ver Pablo: María no es mi esposa, ni mi novia, ni mi hermana, ella decide cuando y con quien, tan solo nos llevamos bien, congeniamos y nos echamos un polvo de vez en cuando" – esperaba que no se notase el temblor que recorría mi cuerpo
"Entonces no te importaría si yo…" – hizo una pausa, se le notaba nervioso – "…bueno, creo que le he caído bien, hemos estado charlando mientras hablabas por teléfono y me da la impresión de que no le disgustaría ir mas allá conmigo, si tu no tienes inconveniente" – estaba desbordado por la emoción, aquello era mucho mas de lo que podía imaginarme de este viaje, ahora tocaba controlar el asunto para que no se desmadrase y dejarlo tan solo en un calentón para Pablo y una aventura para nosotros dos
"Eso es cosa de María, yo no tengo nada que objetar" – me parecía mentira estar diciendo aquello, mi razón me decía que parase, que le diese largas, pero mis palabras parecían responder a otra persona.
"Vaya, me alegro mucho, no quiero incordiar ni meterme en medio si estorbo"
"Solo una cosa Pablo" – me miró expectante – "No te precipites, María odia la vulgaridad y las prisas, así no conseguirás nada" – asintió con la cabeza
"Gracias Carlos, lo tendré en cuenta" – yo buscaba ganar tiempo, conseguir que Pablo no se precipitase significaba que el juego durase mas antes de tener que acabarlo
Seguimos caminando hacia el aula, aunque aquella tarde ni él ni yo aprovechamos nada de la exposición. Mi mente repetía una y otra vez la conversación en la que le había dado vía libre para intentar acostarse con mi esposa, una veces me arrepentía otras me excitaba; Decidí poner sobre aviso a María esa misma noche
Cuando acabo la sesión Pablo me propuso unas cervezas, pero me excusé, necesitaba hablar con ella inmediatamente.
"Bueno, ¿Y si quedamos luego mas tarde para tomar algo?" – Pablo insistía, no veía el momento de volver a tenerla a su alcance
"Llámame mas tarde y si estamos cerca, nos vemos" – no había sido esa mi primera intención, pero de nuevo el morbo de volver a ver como Pablo asediaba a mi esposa me pudo.
Camino del hotel me llamo María, estaba en una cafetería cercana y quedé en subir a la habitación a cambiarme de ropa antes de reunirme con ella.
Caminé hacia la cafetería y me la encontré sentada en la terraza leyendo un libro a través de sus gafas de sol; Lucía un vestido de vuelo blanco, con tirantes anchos y escote recto, tenía las piernas cruzadas y la visión de sus muslos me recordó lo afortunado que soy. Me agaché para besarla
"Hola cariño, ¿Qué tal la tarde?"
"Bien, una sesión algo aburrida, ¿y tu? ¿qué has hecho?
"Volví al hotel, estuve un rato tumbada viendo la tele, luego me arreglé y me baje aquí a leer"
"¿Muchos moscones?" – María sonrió
"Con el moscón principal que se nos ha endosado tengo bastante" – había sido ella quien sacaba a relucir a Pablo, estaba seguro de que deseaba saber si habíamos hablado"
"¿Qué le hiciste mientras estuve fuera, estaba disparado" – vi como sus ojos se iluminaban
"¿SI? ¿Qué te ha dicho?"
"Primero tu, cuéntame que hablasteis"
María me contó pausadamente las provocaciones de Pablo, me parecía increíble estar escuchando aquello y mas increíble aun cómo lo estaba viviendo María, se la veía ilusionada, contenta, emocionada. Mientras me relataba como Pablo se había acercado a ella hasta casi rozar su cara y como ella esperaba que yo la viese así… comprendí que ya no era la misma que había salido de Madrid apenas tres días antes.
"Te ha tratado como a una golfa, lo sabes ¿verdad?" – sus ojos se volvieron perversos
"Lo se" – me acerqué a ella
"Y cuando llegaste al hotel, te tuviste que cambiar esas bragas mojadas"
"Inmediatamente no" – la miré sin saber a qué se refería – "¿sabes? Me gustaba la sensación de humedad, ahí" – acompañó esa palabra con un gesto provocador de sus ojos hacia su pubis – "mientras caminaba por la calle notaba la braga mojada" – No podía creérmelo, María estaba mucho mas metida en su papel de lo que yo pensaba, ella vio mi rostro de sorpresa y rió abiertamente – "¿Te molesta?"
"En absoluto, al contrario, me encanta" – me volví a acercar a ella y baje la voz – "Me encanta que seas tan puta" – sus ojos mostraron la emoción que le causaban esas palabras - "Le hemos convencido de que anoche estuviste poco menos que en una orgía"
"Estamos locos" – me dijo sonriendo
"Me ha preguntado que cómo es nuestra relación"
"¿A qué se refiere?" – María no acaba de entender
"Que si soy celoso, que si me molesta que anoche estuvieses con todos esos hombres" – dije estas palabras haciendo gestos exagerados, ella volvió a reír
"¿Y tu qué le has dicho?" – no estaba seguro de cómo planteárselo, sabia bien que le había dejado explícitamente abierto el camino hacia ella y dudaba de la reacción de María ante mi actitud tan arriesgada
"Le he dicho que no eres mi esposa, ni mi novia, ni mi hermana"
"¡Que bruto! Te estas pasando" – su expresión se torno sería por un momento, pero el brillo de sus ojos no había desaparecido – "¿y como ha reaccionado?"
"Me ha preguntado si yo tenia inconveniente alguno en…" - detuve la frase, María no daba crédito a mis palabras, sonreí, ella abrió la boca para hablar, pero siguió mirándome un instante mas, luego hizo un gesto con la mano para que siguiese hablando, estaba hermosa, recorrí su figura intentando verla como la miraría Pablo; Me fije en sus pechos, libres bajo el vestido
"Veo que no te has puesto sujetador esta tarde"
"No cambies de tema"
"Le he dicho que eso era cosa tuya y de él" – se hizo un silencio, no conseguía adivinar en su expresión qué estaba pasando por su cabeza, por fin comenzó a hablar
"Esto ha ido demasiado lejos Carlos, se acabó" – su tono firme no mostraba sin embargo enfado
"No pretendo lanzarte a su cama cariño, solo es un juego"
"No Carlos no, es un juego que se puede volver complicado"
"Pablo no te va a violar, tu eres la que tienes que marcar los limites y estoy convencido de que no los superará, dale largas, aun nos quedan aquí un par de días, déjale entrever que quizás la última noche…"
"Eso es perverso, estas jugando con una persona, no es un muñeco"
"Lo se, pero dime una cosa: mas allá de esa primera reacción de… sensatez que te ha invadido ahora, ¿cómo te sientes cuando sabes que desea follarte y que cree que lo tiene posible? ¿Cómo te sientes cuando te mira las tetas sin reparo, cuando te besa en la mejilla rozando tus labios como ha hecho hoy?" – por la expresión de María deduje que pensaba que yo no me había dado cuenta de ese detalle.
Hubo una pequeña pausa en la que ambos nos quedamos mirándonos, escrutándonos, intentando descifrar lo que ocurría en nuestras mentes
"Estoy seguro de que jamás has sentido con la misma intensidad" – me miró de nuevo a los ojos
¿Jamás? – sabia por donde iba y maticé
"Jamás es mucho decir, quizás al inicio de nuestra relación, pero esto es diferente María, ni mejor ni peor, ni mas ni menos, es diferente a lo nuestro.
"¿Crees que nos hemos estancado, que ya no nos excitamos como antes?
"Yo no he dicho eso cielo, ni lo he dicho ni lo pienso, pero es evidente que este juego aporta un nivel de riesgo y de morbo que hace que la excitación sea nueva, diferente"
María seguía pensativa, dándole vueltas a mis argumentos; Continué
"Dime otra cosa: ayer, cuando te acodaste en la mesa, yo mismo te vi los pechos casi por completo, poco faltó para que se viera el color de la areola" – exageraba entonces la vi sonrojarse y me cautivó ese atisbo de pudor – "pero tu no te retiraste aunque sabias que Pablo estaba mirándote ¿cierto?" –asintió con la cabeza – "¿Qué sentías? ¿No era algo… extremadamente intenso?" – María recordó durante unos instantes y luego me miró a los ojos
"No podía moverme, me decía que tenia que cambiar de postura y sin embargo quería aguantar un poquito mas, además, tu estabas mirando y sabía que te estaba poniendo a cien verle como me miraba"
"¿Y que sentías?" – María suspiró y elevó los ojos recordando
"Fue muy fuerte, no se expresarlo, parecía que no era yo, sin embargo si, si que era yo, me estaba dejando mirar y no podía parar"
Dejé que una larga pausa asentara lo que acabamos de hablar, el sonido de mi móvil interrumpió ese momento
"¿Si?... Ah hola Pablo…" – María llamó mi atención y comenzó a negar con la cabeza – "si, estamos tomando algo en una terraza…" – volví a mirar a María pidiéndole permiso, ella negaba, pero conozco perfectamente cuando se cierra rotundamente a algo, y no era éste el caso – " Si, cerca del hotel," – me volví para mirar la placa de la calle y antes de decírsela volví a mirar a María, ella hizo un mohín de resignación y entonces le di la dirección a Pablo
"En quince minutos esta aquí"
"¿Lo tenias preparado? – su tono de nuevo era de enfado, pero por mi expresión supo claramente que aquello no era una encerrona
"En absoluto María, antes me propuso tomar algo juntos y quedamos en llamarnos, todo dependía de ti" – María rió con sarcasmo
"¡Que ironía! ¿de mi? – se recostó en la silla malhumorada, yo tome mi móvil de nuevo y empecé a buscar las ultimas llamadas entrantes
"¿Qué haces?"
"Cancelarlo, le diré que tenemos otros planes" – intenté que mi voz no sonase seria, no podía mostrarme enfadado ni desilusionado, no podía, no debía. Seguí buscando en mi móvil
"¡Joder Carlos! ¿es que no lo entiendes?" – dejé el móvil en la mesa
"No pasa nada cielo, esta bien, esto se ha terminado, no quiero verte incomoda" – inicié el gesto de coger el móvil y María me detuvo con su mano
"¿Y si no podemos controlar esto? ¿y si se siente engañado y… no se, se cabrea o se pone violento?" – en absoluto era probable y presentí que los temores de María no iban por ahí
"¿Le temes a él… o no te fías de mi… o te temes a ti?" – había dado de lleno en sus pensamientos, me miró sintiéndose descubierta
"¿Crees que me quiero acostar con él?"
"¿Crees que quiero que te acuestes con él?" – María me miro incrédula y sonrió – "te equivocas María, no estoy loco, no voy aponer en peligro nuestro matrimonio, reconozco que me gustaría verte follar, lo sabes bien…" – María me hizo un gesto para que bajara la voz – "pero ni es el momento, ni tu ni yo estamos aun preparados para algo así" – me recosté en la silla – "Ni siquiera se si alguna vez lo estaremos"
Noté que María se relajaba, mis palabras eran absolutamente sinceras, ella me conoce lo suficiente como para saberlo. Todo el morbo que me proporcionaba ver a María coqueteando con Pablo no me hacia quitar los pies del suelo, lo ultimo que quería era una situación en la que ambos nos dejásemos llevar del deseo y la excitación y luego nos estuviéramos arrepintiendo toda la vida. No era ese mi objetivo y así se lo dije.
Pablo había corrido; Estábamos aun hablando de esto cuando le vi aparecer por el extremo de la calle intentando localizarnos
"Ya no hay opción, por ahí viene" – la note tensa, preocupada, pero para cuando llegó a nuestra altura, María mostraba el mismo aplomo de siempre
"Buenas tardes, menos mal que el tráfico estaba milagrosamente bien" – se agachó para besarla, puso su mano en su mejilla y la beso de modo que por un momento pensé que lo había hecho en sus labios, María me miró, bajo los ojos y se recuperó.
Traía la respiración agitada, señal de que la excusa del trafico era falsa cuando en realidad se había pegado una carrera para llegar cuanto antes, yo estaba sentado frente a María y él ocupó una silla cercana a ella
"Precioso vestido, te sienta de maravilla, bueno como todo lo que te pones" – sus ojos revoloteaban una y otra vez a sus pezones marcados en la tela del vestido, tan solo me miró una vez para comprobar mi reacción, luego debió recordar nuestra conversación y no tuvo mas reparos.
Comenzamos a charlar de todo un poco, pero estaba claro que solo tenia ojos y palabras para María, ésta se dejaba piropear y poco a poco fui viendo como la tensión de los primeros momentos desaparecía
Pablo aprovechaba cualquier ocasión para acercarse a ella e incluso una vez, tras contar un chiste, dejó que su mano se posase fugazmente en su muslo, María me miró como electrizada, yo le sonreí intentando tranquilizarla
Por mi cabeza pasó la idea de volver a dejarlos solos, dar la oportunidad de que Pablo se desinhibiese aun mas, María ya no mostraba ninguna señal de estar asustada o tensa
"Si me disculpáis un momento, ahora vuelvo" – me levanté y caminé hacia la cafetería, entré en los lavabos y me encerré en uno de ellos, me apoyé contra la pared y cerré los ojos, por mi mente desfilaron imágenes en las que Pablo acariciaba el muslo de María y ésta me miraba mientras se dejaba hacer, o bien veía a Pablo llegando a la cafetería y dándole un beso en la boca.
Noté la excitación presionando en mi bragueta y por un momento deseé masturbarme, pero salí de allí. Cuando llegue a la barra miré a la terraza; Estaban de espaldas a la cafetería, en diagonal con respecto a mi y vi como Pablo se acercaba a ella para hablar, María no se apartaba, hubiera querido poder ver su cara. De pronto vi como Pablo se estiraba en su silla y ponía su brazo por detrás de María, el corazón comenzó a latirme desbocadamente, María no reaccionó y él, viendo que no era rechazado, se volvió hacia ella y siguió hablando mientras su brazo rozaba su espalda desnuda.
Un camarero llevaba hablándome un rato, ni se cuanto, no podía justificar mi presencia en la barra ya que estaba en una mesa, al fin pedí un paquete de tabaco, lo pague y salí, guardándolo en mi bolsillo.
Al llegar a la mesa, Pablo no hizo intención de cambiar de postura, todavía me miró buscando alguna reacción en mi, pero yo estaba centrado en María que me miraba con los ojos muy abiertos.
"Le estaba comentando a María mi plan de invitaros a cenar antes de que acabe esto, no me iréis a decir que no! Además luego os puedo enseñar algunos de los mejores sitios nocturnos de Sevilla"
"Nada de tablaos, por favor, demasiado típico para mi" dije, dándole a entender que aceptaba la oferta
"Prometido, nada de tablaos, pero si algo de baile eh?" – dijo volviéndose a María, su mano subió a su hombro – "Carlos me ha dicho que bailas estupendamente" – ella volvió la cabeza y le sonrió, pero noté que no estaba cómoda. No sabia como romper ese momento sin provocar una situación tensa, pero antes de que lo pudiera hacer María se levantó
"Voy a… comprar un numero de los ciegos, a ver si tengo suerte" – era una excusa totalmente improvisada sobre la marcha para quitarse a Pablo de encima, María jamás juega.
"Te acompaño, a ver si me das suerte – Pablo se levantó y la cogió de la cintura para cederle el paso; me volví y comprobé que no había soltado su presa, pero inmediatamente se apartó como si quemase, imaginé que María había puesto las cosas en su sitio
"¿No crees que vas demasiado rápido" – le dijo María con su voz mas fría, Pablo la soltó inmediatamente
"Perdona María, no pretendía molestarte, pensé que… no se tenía la impresión de que no te caigo mal, de que tu y yo…" – María pensó por un momento ponerle las cosas claras, pero algo la detuvo, no me supo explicar esa noche qué la había detenido
"No querías prescindir del juego, todavía no" – le dije yo
Continuamos charlando, el ambiente se había vuelto menos tenso y Pablo había dejado de presionarla y volvía a hacer gala de su simpatía, estábamos cómodos.
Casi eran las nueve de la noche cuando propuse marcharnos, Pablo aun intentó sin éxito cenar esa noche con nosotros, pero al final desistió, al despedirse de María fue mas prudente que a su llegada.
Caminábamos hacia el hotel sin hablar, yo esperaba que fuera ella quien diese el primer paso, pero iba muda
"Le paraste los pies, bien hecho" – María no contestó
"¿Estás bien?" –me miró un segundo y volvió sus ojos al frente de nuevo
"Si, estoy bien"
"No me lo parece" – la tomé por el hombro con mi brazo y ella se estrechó a mi
"No, en serio, estoy bien, solo que…"
"¿Asustada?" – reaccionó como esperaba
"¿Cuándo me has visto asustada’"
"¿Entonces?
"Esto ha ido demasiado rápido"
"Ya se ha ido, no hay problema, ha ocurrido lo que yo sabia: se pasó y le paraste"
"Quizás le tenia que haber parado antes, en la terraza cuando puso su brazo por detrás de mi"
"Podías haberlo hecho, es verdad, pero te gustaba" – comenzó a negar con la cabeza
"No encontré la forma de hacerlo sin parecer… ñoña"
"Si, pero además, te gustaba, te vi la cara"
"Es algo parecido al vértigo" – sonreí, esa era la misma sensación que yo tenia
"Así que… ahí estabas tu, con tu amante enfrente de ti y con otro tío que se muere por follarte"
"Y que se va a quedar con las ganas"
"Ya lo se"
"Mañana no quiero comer con él ¿vale? Comemos solos"
"Claro"
A la mañana siguiente, cuando llegue al aula no vi a Pablo, no le di importancia hasta que comenzó la clase y no apareció, entonces tuve una intuición: ¿y si…?. En el descanso llamé a María.
"Hola" – nunca es tan escueta cuando sabe que la llamo y mis sospechas aumentaron
"Hola cielo, ¿es imaginación mía o tienes compañía?"
"Acertaste"
"¡Que cabrón!" – mi tono no indicaba cabreo sino más bien sorpresa por su osadía – "¿Cómo ha sido?" – Oí la voz de Pablo que le preguntaba ‘¿una tostada por fin?’.
"Se presentó en el hotel, llamó desde recepción"
"¿Dónde estáis?
"En el parque Maria Luisa, en una terraza" – se me encogió el corazón, ¿tanto desear que María diera estos pasos y cuando tomaba la iniciativa sin mi aparecía el dolor y los celos?
"¿Entonces, te has ido con él?"
"¿Te parece mal?"
"No cariño, sabes que no, estoy… no se como explicarlo… es muy fuerte"
"Dentro de un rato le dejo y vuelvo al hotel, luego quedamos para comer tu y yo ¿vale?"
"Dime una cosa, ¿se ha pasado contigo como ayer?" – la pausa que siguió a esta pregunta me hizo dar por seguro que así había sido
"Un poco, si, pero lo he manejado bien, ya vuelve"
"Un beso amor mío, disfruta, tu mandas ahí, no te preocupes, y luego me lo cuentas… ¿comemos mejor en el hotel?"
"Como quieras, un beso"
Me quedé con el teléfono en la mano sin reaccionar. De Pablo me podía esperar algo así, lo que me dejaba fuera de juego era que María hubiera aceptado salir con él, ¿Qué habría hecho Pablo? ¿Cómo se habría propasado?..

María se estaba terminando de secar el pelo cuando sonó el teléfono de la habitación, salio del baño y lo cogió
"¿Si?"
"Buenos días" – enseguida reconoció la voz de Pablo, no pudo evitar que una sensación de desasosiego la invadiera; Era una tontería, pero estaba desnuda aun y el hecho de hablar con él la inquietó, como si pudiera adivinarlo.
"Buenos días, ¿Cómo es que me llamas?"
"Estoy abajo, en recepción, esperaba que quisieras desayunar conmigo" – María sintió los nervios apoderarse de su estómago
"¿Qué haces aquí?" – su tono era serio, como si hablase con un chiquillo encaprichado
"Me apetecía volver a pasar un rato contigo, charlando, tomando un café y una tostada, luego me voy al curso y ya ves con que poca cosa me harías feliz" – ella miró la hora
"¿No deberías estar ya en el curso?"
"Estoy haciendo pellas por ti" – una sonrisa brotó espontánea en su rostro, resultaba ingenuo, casi infantil
"Solo un café y te vas ¿de acuerdo?" – se debatía entre negarse o permitirle cortejarla de nuevo, esa sensación le gustaba. Sabia sus deseos, sus intenciones y eso le concedía una carga de morbo extraordinaria a esa cita.
"Prometido" – su voz sonó alegre.
"Aun tardaré, me estaba secando el pelo cuando has llamado"
"¡Un millón por verte a través de la cerradura!" – María sonrió de nuevo, un comentario se le vino a la cabeza pero lo desechó; Y sin saber cómo, se encontró pronunciándolo.
"No estoy presentable" – coqueteaba, de nuevo coqueteaba
"Seguro que si, recién salida de la ducha, ¿me equivoco? – Pablo quería jugar, intuía la buena disposición de María.
"No te equivocas" – un cosquilleo de placer acompañó esa frase.
"Sigo adivinando: seguro que la única prenda que llevas es… una toalla en la cabeza"
"¿Y como quieres que me seque el pelo con una toalla en la cabeza?" – dijo divertida.
"Mucho mejor, entonces la única prenda que llevas es… el secador de pelo en la mano" – María disfrutaba con ese juego morboso.
"Aciertas de nuevo" – al declararse desnuda, un brote de placer nació en su vientre y se extendió por toda su piel erizándola.
"¿Ves como si estabas presentable? Maravillosamente presentable" – María se obligó a cortar la conversación.
"Venga, si no me dejas no voy a acabar nunca"
"Te espero en el hall"
María colgó y marcó mi número en su móvil, pero no llegó a llamar. Pensó que lo único que iba a conseguir era ponerme nervioso y desconcentrarme; Dejó el teléfono y entró de nuevo en el baño donde se terminó de secar el pelo, estaba nerviosa y aunque se decía a si misma que no había motivo, no podía controlar su ansiedad. Dudó sobre qué ropa ponerse, primero eligió una falda vaquera y una camiseta roja, busco una braga y un sujetador y cuando se lo puso se miró al espejo, pero algo no le cuadraba, se deshizo de la ropa interior y busco un tanga y un sujetador muy ligero, cuando se puso la camiseta y la falda, pensó que iba demasiado corta y eligió un pantalón pero antes de terminar de abrochárselo se lo quito arrojándolo al sillón y volvió a ponerse la minifalda. Se miró al espejo y se sentó en la cama para ver hasta donde se le subía.
"¿Pero qué me pasa?, ¡parezco una colegiala!" – exclamó en voz alta.
Se quito el sujetador y miró el efecto de la camiseta sin él, era demasiado, no podía salir así, ¿cómo se le había ocurrido? Volvió a ponérselo y cambió el tanga por una braga recriminándose haberlo elegido, María era un manojo de nervios.
Al fin, salio de la habitación con la mini vaquera, unas sandalias de tacón, la camiseta roja y un bolso a juego.
Cuando llegó al hall, Pablo se levantó, María avanzo hacia él viendo su mirada de deseo y admiración, le gustaba esa sensación, no podía evitarlo, le gustaba sentirse deseada, le gustaba jugar ese papel de mujer liberal, infiel, descaradamente libre.
"Mereció la pena la espera, estás impresionante" – María sonrió ante el halago y se acercó para darle un beso, él la tomó de la cintura e hizo un quiebro que la obligó a variar la posición de su rostro, entonces la besó brevemente en los labios.
"No vuelvas a hacerlo" – dijo intentando ocultar su azoramiento tras una mascara de frialdad, comenzó a caminar hacia la salida del hotel, esperaba que nadie de la recepción hubiera visto aquello.
"Necesitaba hacerlo, aunque sea lo ultimo que haga en la vida, tenia que probar esa boca" – era un adulador, María lo sabia pero no podía ignorar el efecto de sus frases, intentaba sentirse ofendida, pero no lo consiguió.
"No me gusta que me engañen"
"Yo nunca te he engañado María, desde el principio nunca te he ocultado lo que siento por ti"
Salieron mientras tanto del hotel, María no quería permanecer allí, donde ya nos conocían.
"Te voy a llevar a desayunar a un sitio que te va a encantar"
"No tienes mucho tiempo, tienes que volver al curso"
"A la mierda el curso, prefiero mil veces estar contigo"
"Un café, un ratito y nada mas, en eso habíamos quedado"
"De acuerdo, como tu quieras"
Pablo tenía el coche en la puerta del hotel, María al verlo comenzó a plantear su negativa, no tenia ninguna intención de montarse en un coche con él. Estaba estacionado en plena zona prohibida y Pablo tuvo que discutir con un agente que al final le puso una multa y le ordenó retirarlo inmediatamente.
"Apárcalo y vuelve, te espero"
Pablo parecía desolado después de la reprimenda del guardia; Con la multa aun en la mano fue a replicarle pero se quedó sin palabras, parecía tan indefenso que María no pudo por menos que sentir cierta ternura por él.
- "Vale, de acuerdo, pero no quiero ir muy lejos, por favor" - se sentó intentando cuidar que su estrecha falda no se subiera demasiado pero era tarea imposible, Pablo condujo por una amplia avenida y de vez en cuando sus ojos se dirigían a sus muslos.
"Atiende al trafico, no vayamos a tener un accidente" – le gustaba cada vez mas sentirse mirada como le miraba él. Solo deseo, no había nada mas, ni cariño, ni amor… puro deseo; Tampoco sentía peligro, Pablo era insistente pero no se sentía atacada.
Llegaron a las cercanías del parque y pronto consiguió aparcar; desde allí fueron caminando y charlando hasta el parque; Hacia una mañana fresca y agradable aun, luego llegarían las temperaturas agobiantes de aquel Julio extremadamente caluroso. Caminaban por una vereda entre acacias y flores cuando se rozaron sus manos, ninguno de los dos dijo nada ante ese roce fortuito pero al tercer encuentro de sus manos María comprendió que ya no eran casuales; En el siguiente tropiezo Pablo la atrapó con suavidad, sin apenas apretar, María se sorprendió, no esperaba de ningún modo que Pablo se atreviera a tanto, pero mas allá de la sorpresa, descubrió otras emociones que no esperaba; en ese momento hubiera bastado un leve movimiento de su brazo para que se hubiesen soltado; pero su cuerpo no reaccionaba a sus ordenes, en lugar de retirar la mano, le miró.
"¿Que estas haciendo?" – Pablo le sonrió con dulzura
"Tocarte, sentir tu piel, tu tacto, tu calor" – María no entendía por qué no se soltaba, apenas la presionaba, podía sin ningún esfuerzo separar la mano y quedaría libre. Sabía lo que la María de siempre debía hacer, de lo que no estaba tan segura es lo que haría esta otra María, la casada infiel de viaje con su amante.
"¿No crees que te estás pasando?" – su voz no era convincente, no sonaba a enfado, ni siquiera a reproche.
"¿Por qué? ¿por llevar de la mano a una mujer hermosa a través del jardín mas bonito de la ciudad? – Pablo, al ver que ella no planteaba una resistencia firme, abrió su mano, que apenas rozaba sus dedos, y la extendió para abarcar toda la palma de ella.
"Estate quieto" – esa frase, nada mas dicha, le pareció ridícula, incoherente con el tipo de mujer que representaba, inmediatamente se arrepintió de haberla pronunciado. Pablo la enfrentó con su realidad.
"Tu eres la que está quieta, niña, apenas te sujeto, eres libre de soltarte cuando quieras… lo que ocurre es que no quieres ¿verdad?"
María miraba al frente, sin hablar; Tenía razón, bastaba un movimiento y quedarían separados, pero no lo hizo, Pablo sonrió y apretó un poco mas su mano; Señaló con un dedo a una pareja que se les acercaba de frente a ellos
"Mira a esos que vienen hacia nosotros, seguro que piensan que somos pareja, quizás marido y mujer" – María sintió alivio al pensar que aquello sucedía lejos de Madrid, en una ciudad donde no podía encontrarse con nadie conocido.
Seguía luchando, pensando que cuanto mas tiempo tolerara esa situación mas esperanzas le estaba dando a Pablo; pero aguantaba, solo quería saborear aquello un poco mas, solo un poco mas. El morbo era tan intenso como una droga.
Caminaron cogidos de la mano, charlando, María tenía toda su piel sensibilizada y percibía el contacto con él de una manera extraordinariamente fuerte; De pronto Pablo dirigió su brazo hacia atrás arrastrando la mano de María a su cintura, la abandonó ahí y subió su brazo hasta cogerla por los hombros, la mano de María había quedado laxa, apenas rozando la cintura de Pablo, mientras tanto él movía su dedo pulgar sobre su hombro desnudo, una pequeña caricia lenta y constante; María sintió las palpitaciones de su corazón golpeando su pecho, tenia que decir algo, tenia que hacer algo, ¿por qué no se separaba de él? ¿Qué se lo impedía?
"¿No estás yendo demasiado rápido?" – se dio cuenta de la incongruencia que suponía esa frase al tiempo que no rechazaba su abrazo
"No cielo, ir demasiado rápido sería algo así" – se detuvo, la hizo volverse hacia él y la besó en la boca.
Se detuvo el tiempo, María sabía que no debía dejar que sucediera, su cabeza le lanzaba mensajes de advertencia mientras percibía la presión en sus labios; Sintió la novedad, la diferencia de ese beso con respecto a los que ya conocía, los míos; Su mente iba a gran velocidad ¿cómo podía en ese momento, hacer comparaciones? Pablo acariciaba sus mejillas mientras la besaba y ella descubrió que sus manos, respondiendo a un gesto habitual hacía mí, se habían desplazado hasta abarcar su espalda, sin saber como, sin saber cuando.
Pablo terminó el beso y la miró a los ojos, muy cerca, María apenas pudo murmurar
"Pablo, no…" – pero de nuevo sintió sus labios en su boca y se dio cuenta de que esta vez no solo se estaba dejando besar, estaba besándole; sus manos que parecían moverse solas acariciaban su espalda..
Fue todo tan breve y a la vez tan intenso… de pronto recuperó la cordura y se separó bruscamente
- "Pablo, basta, por favor"
Bajó la cabeza, evitó mirarle y comenzó a caminar al mismo paso lento que habían llevado hasta entonces
"María, María, ¿Qué sucede? Lo deseas igual que yo, dime que no es así y no te molestaré mas" – apenas le escuchaba inmersa en sus propias contradicciones, sintió como Pablo volvía a coger su mano y lo rechazó pero no se dio por vencido y volvió a cogerla, esta vez María no opuso resistencia, se debatía entre sus deseos, que la inducían a dejarse llevar, y su sensatez que le pedía que detuviese aquello; En medio de esa batalla, aparecían en su mente mis palabras mis deseos, mis presiones para que disfrutase, ‘sorpréndeme’ le había dicho, lo recordaba bien y pensó que desde luego me iba a sorprender, mucho
"Eres la mujer mas hermosa que he conocido jamás, pero si solo fuera eso… es que además eres inteligente, simpática, ingeniosa, tienes clase y emanas sensualidad, tienes una manera de entender el sexo, las relaciones… eres perfecta María" – Pablo describía a una mujer con la que apenas se identificaba, pero se sentía tan halagada… Cada vez se encontraba mas indecisa, menos decidida a perder ese momento dulce en el que se sentía tan deseada, tan valorada, mil excusas surgían en su mente para demorar el instante en el que inevitablemente tendría que detener el avance de Pablo.
Pensaba que no había ocurrido nada que no pudiese parar, tan solo unos besos, tan solo unas manos unidas, no era nada, apenas nada; Esa era su excusa para dejarse llevar por el placer inusual que le provocaba aquella situación, caminando al lado de Pablo cogida de su mano, aun percibía en su boca el contacto de sus labios, tan diferentes, otra vez esa loca idea, ese beso le había sabido diferente, ni mejor, ni peor, diferente: nuevo.
Quizás ahí radicaba la cuestión: la novedad; En nuestro matrimonio no ha surgido el cansancio ni la monotonía; la rutina no se ha instalado en nuestras vidas, pero la novedad de aquellos besos, la sensación nueva de sentirse mujer y no esposa frente a los hombres le provocaba unas emociones fuertes, mas fuertes de lo habitual; recordó que ese había sido mi razonamiento la tarde anterior.
Pablo seguía hablándole, intentando seducirla con sus palabras aunque apenas le escuchaba ensimismada en estos pensamientos; Volvió a tomarla por los hombros y no percibió ninguna reacción de rechazo en ella entonces tomo de nuevo su mano y la llevo a su cintura y al comprobar que se dejaba hacer la estrecho hacia él. María intentaba encontrar los argumentos que pudieran ser válidos para la mujer que se suponía que era, si no había tenido inconveniente en acostarse con los amigos de Sevilla, incluso de pasar la noche con ellos ¿Qué argumento le podía dar a él para no hacer lo mismo? Sentía su estómago en tensión por los nervios, su atención se concentraba en los estímulos que representaban algo nuevo: el contacto de la mano en su hombro, el leve choque de las caderas al andar, el tacto de la cintura de Pablo en su mano…
Habían llegado a una terraza y se dirigieron a una mesa alejada del kiosco, se sentaron uno al lado del otro, ella a su izquierda, María cruzó las piernas fracasando en el intento de que su falda se mantuviera cubriendo sus muslos y de nuevo Pablo tomó su mano entre las suyas, María le miró a los ojos, pero no encontró nada que decir, le preocupaba frenar aquello, deseaba que no acabase nunca pero el tiempo jugaba en su contra, sabía que Pablo no se detendría ahí, cuanto mas tardase en pararle mas difícil le resultaría. El no podía interpretar su conducta sino desde la mujer que creía tener enfrente: Liberal, sin prejuicios…
En ese momento se acercó el camarero, antes de que pudieran pedir sonó mi llamada en su móvil, mientras hablábamos Pablo pidió dos cafés y unas tostadas.
María se levantó para continuar nuestra conversación y cuando acabamos regresó a la mesa; Mis palabras resonaban en su cabeza: ‘disfruta… y luego me lo cuentas’, pensó que nada le impedía dar rienda suelta a su deseo, dejarse seducir, probar el placer prohibido… yo no era un obstáculo, al contrario, parecía animarla sin reparar en las consecuencias; Pero no estaba tan loca, ella si pensaba en las consecuencias, además tuvo que reconocer algo que no había querido ver hasta ese momento: ella, la mujer autosuficiente, con carácter, autónoma, se sentía frágil e insegura sin mi a su lado.
"¿Era Carlos?" – preguntó Pablo, ella afirmó con un gesto – "¿Le has dicho que estabas conmigo?"
"No hizo falta, lo imaginaba" – Pablo sonrió moviendo al cabeza.
"No para de sorprenderme" – se volvió hacia ella, mirándola como si intentase captar hasta el más mínimo detalle de su cuerpo, María se dejó mirar, disfrutó de ese momento, libre de prejuicios veía como los ojos de Pablo dibujaban su figura. Seguía sus derroteros, notaba sus largas paradas en sus muslos o en sus pechos. Y ella lo percibía casi como una caricia. ¡Que distinta parecía! Apenas unos días antes y se hubiera sentido violenta en esta situación.
"¿Qué tengo que hacer?" – María no entendió el alcance de la pregunta que Pablo acababa de lanzar y mostró su extrañeza arqueando sus cejas – "Dime, ¿Qué tengo que hacer para que me quieras un poquito? – María sonrió.
"Tu no buscas que te quiera"
"El roce hace el cariño, podemos empezar por rozarnos" – alargó su mano hasta que las yemas de sus dedos índice y medio rozaron su muslo siguiendo el borde de su falda, María de nuevo sintió esa incapacidad para hacer que su cuerpo obedeciera las ordenes que le llegaban de su mente, quería moverse, alejarse de esa mano, decirle que se detuviera y sin embargo estaba muda, quieta, sintiendo ese roce en su piel desnuda, sabiendo que ese silencio era una señal inequívoca para Pablo que deslizaba muy lentamente sus dedos apenas rozando su piel, dibujando el limite marcado por la falda, María estaba sentada a su izquierda y había cruzado su pierna derecha sobre la izquierda, el deambular de los dedos de Pablo inevitablemente acabaron despeñándose al muslo izquierdo.
Apareció el camarero con los cafés y las tostadas y Pablo finalizó la caricia; Mientras preparaban las tostadas Pablo le dijo
"Luego me acercaré al curso, quiero proponerle a Carlos que salgamos a cenar esta noche, pero antes quiero contar con tu aceptación" – Pablo había dejado los cubiertos en el plato y de nuevo dirigió su mano hacia el muslo de María que fijó su mirada en el avance de la mano, Pablo se detuvo a escasos centímetros de su piel y se cruzaron sus miradas.
"Dime que no avance mas"
"Ya sabes que no debes avanzar mas"
"No es eso lo que te he dicho" – María dejaba pasar los segundos y con cada uno de ellos que se perdía en su silencio declaraba a gritos lo que su cuerpo le pedía. Una tortura que no debió durar mas de cinco segundos pero que María vivió como una eternidad, con los ojos de Pablo clavados en lo suyos, sin emitir una sola palabra, hasta que sintió la cálida palma de su mano posarse en su muslo, sus ojos no se desviaron, se miraban en silencio mientras sentía como los dedos presionaban aleatoriamente, como un pianista ejecutando una pequeña fuga.
"¿Qué me estas haciendo María?" – su mano se movía con suavidad, lentamente, recorriendo pequeñas distancias desde el borde de la falda hasta la rodilla, palpando, capturando cada sensación, María se decía a gritos a si misma ‘acaba con esto ya, detenlo’ pero seguía paralizada siendo casi una espectadora de los acontecimientos, viviéndolos desde dos perspectivas como si estuviese fuera de si misma observándose.
"Voy a besarte" – si Pablo lo hubiera intentado sin decírselo quizás su reacción instintiva lo hubiera detenido, pero de esta forma la hacía consciente de su intención y, por alguna razón que no podía entender, eso la impedía actuar como lo habría hecho impulsivamente.
Le vio acercarse, le vio mirarla a su boca mientras se acercaba y cuando sus labios se unieron supo que el mayor peligro que la acechaba era ella misma.
Cuando sintió separarse los labios de Pablo abrió los ojos, aun le tenía cerca, sin pensarlo se adelantó y le dio un pequeño beso, y otro más, el primero que ella le daba, le resultó sencillo hacerlo, le sorprendió que le resultara tan sencillo.
"Debemos irnos" – Pablo se separó y señaló los platos sorprendido.
"Al menos acabémonos esto" – María concedió con un gesto y desayunaron en silencio
"¿Por qué tengo la sensación de que si te pido que te vengas a mi casa ahora…" - Pablo dejó la frase inacabada, María movía la cabeza negativamente – "En fin, al menos lo he intentado"
"Vámonos" - María quería huir, un ahogo en su pecho, casi un malestar le impedía continuar allí, la culpa, el miedo a si misma, algo de vergüenza la atenazaban y todo ello se debió reflejar en sus ojos. él la miró con una cierta tristeza en su mirada.
"¿Llegaré a saber por qué?" – María no contestó y él no insistió.
No, era imposible que llegase a saber por qué no se acostaba con él, no podía saberlo; Mientras terminaba precipitadamente de desayunar en silencio, pensó en el efecto que su negativa causaba en Pablo; ella, que la noche anterior había vivido una orgía con sus amigos le rechazaba ¿qué interpretación podía darle?; Se entristeció por él, no se merecía esto, pero no tenía elección; por primera vez se arrepintió de haber iniciado este juego en el que, de cualquier modo, alguien salía perjudicado.
Pablo la llevó hasta el hotel, charlando con ella como si no hubiese pasado nada, al llegar a la puerta se quedaron un segundo sin saber qué decir; fue Pablo quien rompió el silencio
"Ha sido un verdadero placer" – María pensó una disculpa, pero le pareció fuera de lugar, entonces decidió compensarle de algún modo.
"Mi respuesta es si" – inmediatamente cayó en la ambigüedad de su frase y rectificó – "la cena, esta noche; por mi, de acuerdo… si es que está aun en el aire"
"Por supuesto, claro que si, hablare con Carlos" – de nuevo un violento silencio hasta que Pablo comenzó a acercarse a María, pero ella no se sentía bien y bajó la mirada retirándose, Pablo retrocedió.
Salió del auto y entró en el hotel evitando mirar a su alrededor.
Cuando cerró la puerta de la habitación tras de sí se quedó apoyada en ella, era como si de pronto se le hubiese quitado una venda de los ojos y ahora viese con claridad lo que hasta ese momento aparecía desenfocado ¿Cómo había sido capaz…? Las imágenes de lo sucedido la bombardeaban incesantemente y hacían crecer en ella una sensación de rechazo, vergüenza y rabia, se había dejado llevar de mis fantasías, no comprendía como se había dejado enredar de esa forma; Atravesó el pequeño pasillo negando con la cabeza y comenzó a dejar en la cama la ropa que se iba quitando, una vez desnuda entro en el baño y graduó el agua de la bañera. Al salir del baño, se cruzó con la imagen que le devolvía el espejo del arCarlos; Un fogonazo la situó, tal como estaba, en otra habitación, con Pablo también desnudo tumbado en una cama, dispuesta a darse una ducha después de haber hecho el amor; Imaginó la rabia que sentiría, la vergüenza, la pena, la sensación de impotencia al no poder dar marcha atrás a lo sucedido… Alejó de su mente esas ideas y volvió al baño; dejó que el agua cayera abundantemente sobre su cuerpo, como si eso borrase de su piel el tacto de Pablo, de nuevo su imaginación la hizo verse enjabonándose para eliminar las huellas de su amante de sus pechos, de su sexo… ¿Cómo había sido capaz de dejarse besar?
Fue entonces cuando reconoció que ella también le había besado, no quería volver a recordar esa imagen pero no podía evitarlo, y revivió el momento en el que dejo de ser la mujer sorprendida por un beso robado, ese instante en el que fue ella quien se acercó a sus labios y le beso breve y repetidamente. Sintió un chispazo de placer que no deseaba, no quería esas imágenes, no las quería.
Pero cada vez que volvieron a su mente, el placer apareció, luego fue el recuerdo de sus dedos recorriendo el borde de su falda, cosquilleando su muslo, después fue la sensación de la mano tocando su mejilla mientras la besaba… no quería sentir lo que sentía, no quería.

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