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Los 3 monos sabios ( parte 6) version de la esposa y final

Muchas gracias por los comentarios. A continuación el final de la historia. Primero la versión de la esposa y luego del marido. Saludos a todos.

( Versión de la esposa)
- Realmente el cornudo lo toma la mar de bien, me dijo mientras caminábamos. Ahora te presentaré a Santiago. Creo que se van a llevar bien.
Llegamos hasta un corrillo de 4 ó 5 personas.
- Santiago, ven que quiero presentarte a una amiga, dijo, y un moreno de unos 40 años se levantó de su asiento y se acercó a nosotros.
- Santiago, te presento a Judith, la esposa de uno de mis empleados. Me pidió que encarecidamente que los presentara, dijo ofreciéndome en bandeja.
Santiago me miró con picardía. Era realmente atractivo. Mas alto que yo, su cabello negro entre cano, le daba un aspecto muy sensual. Una barba de un par de días le daba un aspecto informal que contrastaba con el traje negro de excelente corte que lucía. Camisa bordó, y corbata gris y negra, completaban su atuendo.
- Un gusto conocerte. Espero no decepcionarte, dijo dándome un beso en la mejilla.
- Espero que no, dije sonriendo
El gerente, satisfecho, se despidió diciendo que tenía otra gente que atender, y se fue dejándonos solos. Santiago me tomó del brazo y me llevó hasta un sofá desocupado que había allí cerca y me invitó a sentarme.
Comenzamos a conversar de temas triviales. La fiesta, la gente, el clima, el trabajo. Luego pasamos a los amigos, la familia, el matrimonio. Aquí encontré la llave para llevarlo donde quería.
- Mi esposo es muy bueno, pero como que me aburro de esta relación y necesito algunas veces un recreo, dije, mirándolo insinuante a los ojos.
- Si , es bueno cambiar de aire algunas veces. Y tu esposo, que opina?
-El sabe que siempre fui muy independiente.
- Si, pero no creo que le diviertan tus recreos.
- No creas, le gusta que se los cuente, dije riendo.
Me miró extasiado.
- Bueno, quizás alguna vez podamos recrearnos juntos, dijo intencionadamente.
- Alguna vez, es un futuro imperfecto, dije
- Pon el lugar y la fecha. No creas que me asustas, dijo excitado.
- Aquí y ahora, por ejemplo.
Se sobresaltó.
- Es imposible, donde?
- Subiendo la escalera, la primer puerta de la izquierda, dije
- ¿ estás segura?
- ¿ Te parece que estoy jugando?
- No, no me parece.
- Bueno, si te interesa la idea dentro de 10 minutos sube y te estaré esperando, dije levantándome del sofá y retornando con mi esposo.
Estaba en la barra donde lo había dejado. Me ubiqué a su lado. Desde allí podía ver claramente la escalera.
- Ya terminaste? Preguntó claramente con algunas copas de mas.
- No mi amor. Todavía no.
- ¿ Que dijo el gerente?
- Que eres todo un caballero, dije con algo de ironía.
- Es un miserable, pero cuando yo sea gerente, me las voy a cobrar todas, dijo entre dientes.
- Espero que si, y que podamos vivir más tranquilos. Todo esto lo hago por los dos, no te olvides.
- No me olvido, y por eso lo permito.
- Bueno, ahora viene el resto del trabajo. ¿ Sigues pensando en ver todo?
- Si, por supuesto
- Bueno, sube y ya sabes donde colocarte, le dije
Ramiro apuró su trago y subió. Se notaba que ya había tomado bastante.
Subí detrás de él, y una vez en la habitación lo encerré en su pecera.
Unos momentos después entró Santiago.
Me acerqué y lo besé en los labios. El me dejó hacer. Me separé y le desabroché el saco, se lo quité y lo puse en el respaldo de la silla. A continuación la corbata y la camisa siguieron el mismo camino. Un torso firme, con bastante vello, quedó a la vista. Se veía fibroso, con muy poca grasa. Mis manos acariciaron sus brazos y su pecho, bajando por su abdomen. Desabroché el cinturón. Bajé hasta el suelo y desaté sus zapatos, quitándoselos junto con sus medias. Me arrodillé y despacio comencé a bajar su pantalón. Un boxer negro quedó a la vista, y un bulto que iba creciendo.
Santiago me ayudó a quitar el pantalón y lo arrojó sobre la silla. Así arrodillada, mis manos subieron por sus piernas, hasta el elástico de su ropa interior y de vuelta lo fui arrastrando hasta que quedó a la vista su lanza. Era larga y morena como el dueño. Pero lo mas llamativo era su grosor, y debajo dos pelotas abultadas. Estaba perfectamente depilada, lo que la hacía parecer mas grande de lo que era, aunque realmente era grande. Santiago salió de su bóxer ágilmente, mientras mis manos tomaban posesión de su vara y la descapuchaban. Estaba caliente y húmeda.
En ese momento, Santiago me tomó de los brazos y me obligó a levantarme. Cuando quedamos a la par comenzó a besarme en la boca, en la cara, en el cuello, con mucha sensualidad y dulzura.
Sus manos, mientras tanto desataban mi vestido, abrían mi cierre, y por fin tomándome de la cintura me levantó y me sacó de dentro de mi ropa, dejándome totalmente desnuda. Me abrazó y su verga se aplastó contra mi cuerpo. Mi mano se metió entre nuestros cuerpos y volví a masturbarlo lentamente. En ese momento, sus manos apoyadas en mi hombro me empujaron hacia abajo. Me arrodillé y tome su aparato con mi boca, comenzando a chuparlo con ganas, para lo que tuve que distender totalmente mis labios.
Luego de un buen rato de practicarle esta fellatio, hizo que me levantara.
Santiago demostraba ser un amante muy atento y experimentado. Lentamente me llevó hasta la cama, y una vez allí hizo que me sentara en el borde, y me empujó hasta que quedé acostada de cruce sobre el lecho.
En ese momento se arrodilló y separando mis piernas, su lengua buscó mi sexo, provocándome ramaladas de electricidad que me sacudían como una hoja. El roce de su barba en una zona tan sensible me enloquecía, y su lengua iba y venía con rapidez y suavidad. Me perdí en mis sensaciones y me olvidé de todo lo que ocurría a mi alrededor. Tanto me desconecté, que cuando me di cuenta, el se había levantado y colocando mis piernas sobre sus hombros, apuntó a mi sexo y de un empujón, me entregó la mitad de su verga. La sensación fue tan fuerte que no pude evitar gemir de placer, mas que de dolor, y Santiago se detuvo para no hacerme daño. Pero yo lo necesitaba.
- Dame mas, damela toda, dije aferrándome a las sábanas con mis manos, y Santiago, lentamente terminó por poseerme por completo. En esa posición me sentía llena como nunca antes. Sentía latir su verga dentro mío y parecía que mi sexo latía al unísono.
Cuando comenzó a moverse, las sensaciones me superaron y alcancé un clímax fabuloso, climax que se prolongó porque mi amante en ningún momento dejó de penetrarme. Era una máquina bien aceitada que había sido creada para poseerme, y lo estaba haciendo.
Cuando sus movimientos comenzaron a hacerse mas demandantes, mas erráticos, mas violentos, y sus suspiros se transformaron en gemidos, recién en ese momento, tomé conciencia que el macho no se había protegido. Me estaba montando a pelo. Me asusté. Tuve miedo de quedar embarazada, a pesar de que me cuidaba.
- Espera Santiago, espera, no traes condón, le dije intentando retirarme, cosa del todo imposible ante la manera en que me tenía empalada.
- Me dijiste que eras casada, dijo sin cesar en su martilleo. Y te cuidas, no?
- Si, pero no hay total seguridad, por favor no me llenes, supliqué.
- No va a pasar nada, pero sino el cornudo de tu marido le dará el apellido, no te preocupes, y ahora disfruta que me voy, dijo clavándome hasta el fondo y quedándose allí. Sus ojos se cerraron, su mandibula se endureció, abrió la boca y en el fondo de mi cuerpo, un chorro caliente me indicó que ya era tarde. A este siguieron varios mas, hasta que Santiago se vació por completo. Luego de un momento, se retiró y cayó sobre la alfombra agotado. Pensé en la cara de mi maridito al ver como se había vaciado este animal.
- Preciosa, que buena pieza que eres, mi Dios. Hacía tiempo que no gozaba tanto, dijo entre dientes mientras trataba de recuperar el aire.
Su semen salía de mi sexo a borbotones. Me senté nuevamente en el borde de la cama, y lo miré.
Era realmente hermoso. Su cuerpo moreno y brilloso por la transpiración lo hacía aún mas deseable. Y yo quería mas. Así que arrodillándome a sus pies tomé su verga y la engullí.
Despacio, fui consiguiendo que se recuperara y cuando estuvo lo bastante dura, avancé y me senté sobre ella dándole la espalda a mi macho, clavándome sola, para luego empezar a cabalgarlo con todas mis ganas.
Santiago, ya recuperado, se aferró a mis caderas dejándome cabalgar, y me miraba con una cara de vicio que era enloquecedora.
Por fin, comencé a acercarme a mi orgasmo, lentamente, por oleadas, como si fuera la marea que crecia, lenta pero inevitablemente. Cuando me vine, arqueé mi cuerpo y quedé allí, sobre él, quien ágilmente me hizo girar hasta quedar de costado sobre la alfombra, y en esa posición, tomó la iniciativa comenzando a penetrarme hasta que en cuestión de minutos se corrió nuevamente dentro mío. Ahora sí, quedamos los dos agotados. Su mano acariciaba mi cuello, mientras se recuperaba y yo acariciaba su cuerpo estirando mi mano hacia atrás.
- Estuvo fantástico. No pensé que esta fiesta podía ser tan interesante, dijo al rato.
- Tienes razón, pero es tarde y van a tener curiosidad si no regresamos, dije-
- Es verdad. Se levantó y fue al baño a lavarse un poco. Yo me senté nuevamente en la cama. Cuando él salió fue mi turno de asearme un poco, sobre todo de sacarme el olor a hombre que tenía en todo el cuerpo. Cuando salí del baño, el ya estaba prácticamente vestido.
- Me gustaría volverte a ver, si alguna vez vuelves a aburrirte, dijo sonriendo.
- No es fácil. Sabes que estoy casada, pero si me dejas tu número, y si alguna vez estoy libre puedo llamarte.
- me parece perfecto. Yo vivo solo así que no tengo ningún compromiso, dijo, pasándome su número que agendé en mi celular bajo el nombre de “plomero”, cosa que le causó mucha gracia. Hice esto de espaldas a mi esposo, cosa que no viera lo que hacía.
Mientras yo terminaba de arreglarme, me besó y salió. Volví a cerrar la puerta y completé mi arreglo.
Luego le abrí a mi esposo. El cornudo se había hecho una paja bestial derramándose en el suelo. Fui a buscar papel al baño y limpié el estropicio. Ramiro estaba acabado, no solo física sino espiritualmente.
- Realmente pienso que te gusta tirar con otros, dijo.
- Sabes que no. Jamás te engañé ( hasta ahora dije por lo bajo), y lo estoy haciendo por nosotros. Tenía que conseguir que estos hombres quedaran conformes y me parece que lo conseguí. Ahora bajemos.
Llegamos a la barra, y mi marido empezó a tomar una copa tras otra. En minutos le costaba hablar y al rato estaba casi inconsciente.
El gerente se aproximó, me agradeció que hubiera ido a la fiesta y se ofreció a llevarnos en su coche, diciendo que al dia siguiente Ramiro podría venir a buscarlo. Acepté, porque era evidente que mi maridito no estaba en condiciones, y de hecho, apenas lo subimos al auto en el asiento trasero, se quedó profundamente dormido.
- ¿ La pasaste bien?
- Bien.
- ¿ Te gustaron tus nuevos amigos? Dijo insinuante
- Son buena gente.
- ¿ Y te vas a olvidar de los amigos viejos? Me preguntó con voz profunda.
- No hay motivo.
Abrió su bragueta y sacó una verga dura como el hierro. Me tomó de la cabeza y me obligó a que descendiera sobre él. Miré a mi esposo que estaba inconsciente y bajé a chupársela como quería.
Seguimos así hasta llegar a nuestra casa. Una cuadra antes, hizo que lo soltara, se acomodó la ropa y retomó el manejo como si nada.
Llegamos, estacionó y entre los dos bajamos a mi marido que era una bolsa de papas, totalmente pasado de alcohol. Con trabajo lo pudimos acomodar en la cama. Lo desvestimos y lo acostamos.
- Parece que no le cae bien ser cornudo consciente, dijo el gerente.
- Nunca toma, por eso está así,dije justificándolo.
- Dejémoslo descansar, dijo saliendo del dormitorio.
Lo arropé, apagué la luz, y cerré la puerta. Por un momento me dio lástima.
En el living el gerente estaba sentado en el sofá.
- Bueno Judith, has estado fantástica esta noche. Y te aseguro que será muy bueno para todos. Yo ascenderé y tendré un mejor sueldo y otros beneficios, y tu marido llegará a un cargo que en su vida hubiera soñado.
- Espero que sea así. Confío en tu palabra, dije sonriendo.
- Y para que tengas plena seguridad, dijo vamos a sellar este acuerdo, dijo sacando su verga tan dura como en el auto, continúa tu tarea, vamos putita, me dijo.
Lo miré. Era un descarado, pero realmente tenía algo que me gustaba y me dominaba. Nuevamente me puse a sus pies y le obedecí.
Luego de un rato se levantó e hizo que me pusiera de rodillas sobre el sofá. Levantó mi vestido sobre mi espalda y me clavó sin miramientos, hasta el fondo.
- hmmm estás lubricada. Se ve que esta noche te han cogido la mar de bien, no putita?, me decía mientras me bombeaba.
Yo aferrada al respaldo solo atinaba a decirle “ sigue, sigue”. Y siguió. Siguió hasta que se vació por completo dentro mío. No alcancé a acabar, pero estaba agotada del trajín de esa noche así que no lo necesité.
Salió de mi cuerpo y me entregó su pija para que se la limpiara cosa que hice por completo. Se acomodó la ropa, me besó y se fue.
A la mañana siguiente, mi esposo despertó con una resaca de campeonato. Recién a la tarde pudo ir a buscar el auto.
3 meses después, se produjo la vacante en la Gerencia, y ante la sorpresa de todo el personal, mi maridito fue nombrado Gerente.
Hoy, con su nuevo cargo, se ausenta algunos días para participar de reuniones en la casa central. Al antiguo gerente ya no lo veo, seguramente tiene nuevas compañías en su nuevo trabajo. Afortunadamente Santiago está siempre disponible para mí, esas noches en que el trabajo de mi esposo me deja sola.

FINAL ( versión del esposo)

Lo que soporté esa noche, pensé que jamás lo haría. Y lo peor, es que me gustó ver a mi mujer tirar con desconocidos. El segundo encuentro fue desvastador. Fue evidente que mi mujer se excito mucho con su pareja y gozó como una perra. Y yo tuve que masturbarme por que no aguanté mas. Cuando él se la clavó en la alfombra, acabé como nunca.
Al bajar seguí tomando y no recuerdo más nada. Mi esposa me metió en un taxi y me trajo a casa. En el viaje no podía abrir los ojos, y recordaba lo que había visto. Soñé que mi esposa le chupaba la verga al conductor del taxi, y ya en mi cama, imaginaba los gritos de placer de mi mujer mientras la clavaban.
Desperté a la mañana siguiente con una resaca aterradora. Judith me dijo lo del taxi y que el auto había quedado en el lugar de la fiesta para que yo lo fuera a buscar.
Recién esa tarde pude ir.
Nuestra vida siguió normal. Debo confesar que nuestras relaciones se volvieron más morbosas. Cada vez que teníamos sexo, no podía evitar pensar en esa noche, y me excitaba muchísimo. En verdad me había convertido en un voyeur cornudo. No me animé a pedirle a Judith, hasta ahora que traiga otro hombre a casa, pero no se hasta cuanto voy a aguantar.
Cuando conseguí el cargo, nuestra vida cambió. Por fin tenía el poder para vengarme de todo lo que me había pasado. Y lo hice.
Tengo una secretaria hermosa y casada. Conseguí poseerla con el mismo sistema que Jaime. Con premios y amenazas. Ella necesita el sueldo para mantener su casa. Cuando su esposo no está, paso la noche con ella. A mi esposa le digo que tengo reuniones en casa central. Era hora que pudiera disfrutar del poder.

9 comentarios - Los 3 monos sabios ( parte 6) version de la esposa y final

karadmaster
excelente relato. gran final. te dejo mis 3.
jiriarte
muy buena historia!!! Fantastico!!!
mancoxxx
genial lei todos juntos recien y estan barbaros los relatos!!
walterion
muy bueno, felicitaciones por el relato
Kelper82
gracias... muy buen relato.
mamerto63
GRACIAS MUY BUENOS LOS RELATOS!!!!!!