Los 3 monos sabios ( parte 5) versión del esposo

Subí la escalera con los pies pesándome como plomo. No podía creer lo que estaba por hacer. Mi esposa se iba a tirar un tipo y yo iba a verlo sin poder hacer otra cosa.
Entré a la habitación y miré alrededor. Fina alfombra, un sofá al pie de la cama, y una cama enorme, donde un desconocido disfrutaría de mi esposa.
Ella entró y me miró.
- Estás a tiempo de arrepentirte. ¿ Estás seguro?
- Si, contesté, aunque no estaba tan seguro.
Me tomó de la mano y me llevó hasta la habitación vidriada.
- Entra aquí. No podrás salir hasta que yo te abra, dije cerrando la puerta detrás de mí, y sentándose en el sofá.
No habían pasado 3 minutos cuando la puerta se abrió suavemente, y el tipo entró.
Curioso. La visión que tenía era perfecta, pero en cambio, ningún ruido llegaba de afuera. Sentado frente a la puerta, pasaba ante mí una película sin volumen. Y comprendí de inmediato. No era que no querían que yo oyera a los de afuera, sino que se trataba de que ningún ruido molestara a los de adentro.
El hombre entró, miró a mi esposa, y retrocediendo cerró la puerta. Imaginé que mi esposa se lo había pedido.
Se acercó hasta donde ella estaba.
Conversaron un momento. El hombre parecía dudar. Por un momento dio la sensación de que se iría y no se consumaría el trabajo.
Mi esposa seguramente pensó lo mismo, de acuerdo a lo que él le decía. Poniéndose de pie se acercó a un metro de distancia del hombre. Sus manos tomaron las cintas que envolvían el vestido a su cuello y hábilmente las desató dejando que la parte superior cayera y sus pechos quedaran al descubierto. Deslizó un pequeño cierre lateral, y el vestido completo corrió hasta el suelo, y allí quedó ella, solo vestida con sus medias, su portaligas y sus zapatos de taco aguja.
El macho la recorría con su mirada de arriba hasta abajo. El efecto en su mente debe haber sido desvastador.
Caminó alrededor de la cama y subió a ella apoyándose en el respaldo. Separó sus piernas y las recogió quedando abierta y receptiva.
No dijo nada más. Judith se limitó a mirarlo y humedecer sus labios con la lengua.
El macho, rápidamente se quitó toda su ropa, arrojándola por toda la habitación. Su rostro se veía desencajado y desesperado. Cuando consiguió desnudarse totalmente, mostró una verga de unos 15 cms. Con un grosor proporcionado, pero totalmente distendida y morada. Estaba totalmente sacado, y yo también. Lo peor era la cara de satisfacción de mi esposa. Evidentemente disfrutaba consiguiendo que los hombres se descontrolaran. De la mesita tomó un preservativo, y se lo pasó a su pareja, la que se lo colocó rápidamente.
Subió a la cama por los pies, y avanzó sobre su cuerpo. Y sin decir agua va, se ubicó en la entrada de su sexo y la penetró, para luego seguir subiendo y apoderarse de su boca. Yo ya estaba excitado. Veía todo como si fuera una película. Creo que hasta perdí de vista que la actriz era mi esposa. Dejó su boca y comenzó a bombearla como un poseso. Era un toro inseminando una vaca del rebaño. Tenía los ojos cerrados y empujaba, empujaba, empujaba, hasta que por fin, se corrió, y comenzó a gemir y sollozar, aunque yo no lo escuchara mientras sus huevos se vaciaban dentro de mi mujer. Mi esposa no alcanzó el orgasmo. Pensé que realmente estaba esforzándose por nuestro futuro.
Cuando terminó, giró sobre su cuerpo y quedó boca arriba, tratando de recuperar el aire.
La mano de mi mujer buscó su verga, le quitó el condón y comenzó a masturbarlo. Debo reconocer que la muy puta se esmeraba en complacer a su macho.
Vi que conversaban y que el negaba con la cabeza. Era evidente que le decía que no se le iba a volver a parar. Seguramente que hacía años que no gozaba de esa manera.
Mi mujercita, perseverante, siguió con su trabajo manual, y para mi sorpresa y la de su pareja, reemplazó su mano con su boca comenzando una mamada espectacular.
El macho se empezó a tensar y abría la boca como si le faltara el aire. Cuando su verga estuvo dura, mi mujer tomó un preservativo y se lo colocó con la boca. Me sorprendió su habilidad. Cuando lo tuvo listo, se puso en cuatro y lo esperó.
El macho se colocó a su grupa y de un solo envión la empaló hasta el fondo, comenzó a cabalgarla en toda regla.
Durante un rato largo la montó, hasta que ella llegó al clímax. Fue hermoso. Visto objetivamente era toda una comehombres.
El macho desmontó y le dijo algo.Judith le quitó el preservativo y lo volvió a chupar.
Luego de un momento quiso retirarse. Era evidente que estaba por acabar, pero mi esposa no lo dejó y siguió con su trabajo, hasta que él se vació por completo en su boca, mientras gritaba y se sacudía como si estuviera en un ataque.
Por fin, la sacó de la boca totalmente fláccida y se recostó.
El macho se levantó lentamente y comenzó a vestirse. Cuando terminó se despidió y se marchó.
Mi mujercita abrió la puerta de mi compartimiento.
Estaba rojo de excitación, y el bulto en mi pantalón era nunca visto.
- Que puta eres, por Dios. ¿ Cuánto hace que me engañas?
- Nunca te engañé. Tuve que hacer esto por tu trabajo.
Salí del cuarto y me fui. Era muy pesado lo que había visto.
Al rato ella descendió la escalera lentamente y vino hasta donde estaba yo.
- ¿ Quieres una copa? le dijo serio,
- No gracias.
- Lo que me molesta es que gozaste con todo esto.
- No se fingir. Si no acabo no puedo disimularlo. Lo importante es que ya te aseguré media gerencia, dijo para que me doliera.
- No puedo creer que con ese gordito te hayas divertido.
- No es una diversión. Es nuestro futuro Ramiro.
- Lo se, dije apurando su trago.
En ese momento, el gerente se acercó nuevamente.
-Ahh, aquí están los tortolitos, dijo riendo.
- Estamos tomando algo, dije sonriendo
- Ramiro, si me disculpa, me llevaré a su esposa un momento que quiero presentarle a alguien, dijo manteniendo la sonrisa.
- Llévela. Yo la espero aquí, dije serio
- No vamos a tardar, no se preocupe. Antes que se impaciente estará de regreso, dijo tomándola de la mano y llevándola detrás de él. No pude ni despedirme de mi esposa.