You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Cuentos para un albañil (Final)

Un día iba a encontrarme con Patricia, manejando mi camioneta, tengo una de esas F100 de antes, sucia, ruidosa, motor diesel, algún que otro choquecito, para mi trabajo debe ser de lo mejorcito, quería regalarle un chocolate y me detuve en un kiosco de pasada, estaciono delante de un camión de la coca que estaba entregando mercadería y al retroceder para estacionar y guiarme por los espejos laterales, tiene la chata esos espejos de esos grandotes que tenían los 1114, mirando al tipo de la coca bajar los cajones rojos del lado de la calle, un poco más a la derecha de otro lado de la calle, casi sobre la esquina, estaciona un auto parecido al mío, el que usa Sonia, cuando lleva los chicos o hace alguna cosa, pero a esa hora ella debía estar en su consultorio, me bajo de la chata que quedo escondida delante del camión repartidor y me acerco por el lado de mi vereda un poco mas y confirmo que exactamente era mi auto o sea estaba Sonia, pero no la veía a ella, ¿cómo es que desapareció tan rápido?, había un par de autos estacionados, me dio la impresión que eran los mismos, que cuando llegué, mientras caminaba hacia la esquina del otro lado de la calle, acercándome, trataba de ver qué lugar era, observando con detalle y tratando de recordar que podía estar haciendo Sonia por ese lugar, cuando de la esquina gira un taxi en el sentido de la calle, era uno de esos Fiat chiquitos y Sonia sentada detrás, la reconocí al toque, corriendo alcance la camioneta, arranque a los santos pedos, si algo se cruzaba lo lamento, en menos de dos cuadras, estuve a una distancia de 50 metros, siguiendo al taxi, donde viajaba Sonia, por esa calle, cinco cuadras más abajo alejándome del centro de la ciudad me encontraba con Patricia y el taxi de Sonia seguía esa calle, cuando divise el auto de Patricia, estacione a lo bestia la chata y me baje corriendo alcanzando el auto de Patricia, ordenándole córrete déjame manejar,
-que pasa Mario, me dice toda asustada
-córrete mientras manejo te explico, el taxi casi me llevaba dos cuadras, salí a los piques y gracias un poco al tráfico y que no doblo en ningún lado, pude alcanzarlo, cuando lo tuve a tiro al taxi, le digo a Patricia
-en ese (apuntando con el dedo) va Sonia, dejo el auto estacionado más atrás y se subió a ese taxi, ella debería estar en su consultorio… apenas podía controlar mis nervios, mientras le contaba a Patricia, paramos por un semáforo, Patricia tenía un llamativo silencio…
-si sabes algo que yo no sepa, es mejor que me lo digas ahora Patricia…
el mismo tono uso cuando les ordeno algo a los albañiles
-No sé nada Mario, me asusta verte así, estás seguro que es Sonia, tranquilízate
Respire hondo y solo le conteste,
-Pronto lo sabremos
Lo seguimos, ni idea la cantidad de cuadras, cuando de pronto el taxi puso la baliza para parar, giro a la izquierda, en una calle como un pasaje por lo chiquita y paro sobre la vereda del frente un 30 metros, yo pude estacionar en la cuadra por la que venía, en diagonal, había un auto justo antes de la boca calle y ahí estacioné, vi como Sonia le pagaba al tachero, se ve que le había dado un billete grande por la tardanza con el cambio, mientras eso, a Patricia le pedí que medio no escondamos achicándonos en los asientos para que Sonia no nos pudiera ver, cuando se bajo del taxi, Patricia dijo
-es ¡Sonia!, pero que hace acá, esta hora ella está atendiendo
Le moví la cabeza, con esa forma que decimos, viste boluda te dije, parada al costado de la vereda, buscaba algo en su cartera, saco el celular y en eso que ella miraba el aparato, del lado derecho mío, siguiendo la mano de la callecita en donde esperaba Sonia, cruza la cupé BMW, negra, polarizada, inconfundible de Guillermo y para donde estaba Sonia, ella se sube, deben haber estado el tiempo de unos saludos y arranco Guille, enfilo para un lindo mueble que estaba cerca… creo que ahí fue donde razoné, que zona de la ciudad era, los vimos entrar al mueble, seguí de largo, más adelante me tope con una plaza de lindos canteros, estacione, me baje, me senté en un banco y nada, me derrumbe.
Patricia que no se bajo del auto, miraba perdida creo que hacia adelante.
En algún momento, ni idea cuanto tiempo, le pedí a Patricia, que me lleva hasta la camioneta y en el más absoluto silencio, maneje hasta donde estaba la camioneta, cuando llegué, ella rompió el silencio
-¿Mario que vas a hacer?, que locura por favor, no puedo creer lo que está pasando
-Te dejo, me voy a casa, quédate tranquila, que no voy hacer nada, ¿qué puedo hacer?

Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Juan 8:1-7

Gracias a todos lo que leyeron mis cuentos para un albañil, primera temporada, ojalá les haya gustado, quizás más adelante, haga la segunda parte, como decía un ídolo GRACIAS TOTALES.

2 comentarios - Cuentos para un albañil (Final)

pepeluchelopez
Excelente saga... Todas las partes leídas continuar con los siguientes temas, saludos