Mi novio y sus amigos
Parte I
Parte I
Para comprender este relato, es absolutamente necesario leer la Introducción y los relatos previamente publicados
Hacía apenas un par de días que Daniela y yo habíamos decidido tatuarnos el ano, incitadas por el que la negra Futambo, amiga de mi mamá, porta en el suyo. Me moría por enseñárselo a mi novio Tyron y cualquier oportunidad sería buena.
Mi novio Tyron es un fornido negro de casi 2 metros de altura, con una gran verga que hace las delicias de todos mis orificios. Es un espléndido deportista, y actualmente es el capitán de la selección de baloncesto de la universidad en la que ambos estudiamos. Precisamente, y gracias a él, el equipo había ganado el campeonato universitario de baloncesto, y se avecinaba una gran celebración.
Acababa de terminar el encuentro final, y luego de la entrega del trofeo y de la respectiva celebración en la cancha, se encontraban todos en los vestidores. Aproveché la ocasión y me colé para poder felicitar a mi novio por su hazaña.
– ¡Isa! ¿Qué haces aquí? – me preguntó sorprendido, vestido únicamente con una toalla anudada en la cintura. Junto a él, se encontraban los demás miembros de la selección. Algunos ya vestidos, y otros con toallas en la cintura, pero casi todos completamente desnudos.
– Nada, mi amor, solamente vine a felicitarte – le dije mientras le estampaba un beso. Con mi lengua dentro de su boca, intentaba no perder detalle de todas las vergas que se encontraban a disposición, "catándolas" visualmente. Todos eran negros, con una contextura similar a la de mi novio, así que sus vergas no eran nada despreciables.
– Está bien, mi amor. Pero si quieres espérame afuera, que me visto y ya salgo.
Me dirigí afuera, meneando mi culo y sin perder detalle de todos los instrumentos. Inconscientemente, me estaba relamiendo el labio inferior, gesto que estoy segura más de uno habrá notado.
Al salir, Tyron me explicó que tenían pensado ir a celebrar a un bar, y que al día siguiente, se irían por 5 días a una casa en la playa que habían alquilado previamente. Por supuesto, como su novia, yo estaba invitada a todos los "actos".
Ni corta ni perezosa me fui a mi casa a cambiarme de ropa y a hacer la maleta para irme a la playa con mi novio. Empaqué mis trajes de baño, los cuales son bastante eróticos y no dejan mucho a la imaginación. El primero es un bikini de tipo hilo dental, que no tiene casi tela y son puros hilos. La parte inferior es una tanga que únicamente tapa mis labios vaginales al mínimo, y por detrás es sólo un hilito que se mete por dentro de mis nalgas. La parte superior son dos minúsculos triángulos que apenas tapan los pezones. El otro es de una sola pieza, y es como un tanga cuyos laterales suben hasta mis hombros, se conoce como modelo "sling". Al pasar por encima de las tetas, se abre sólo un poco, lo necesario para tapar los pezones. Por la parte trasera, es más erótico aún, ya que el hilo pasa por toda la raja de mi culo y sube hasta mis hombros, completamente tensado. Deje la maleta lista y me vestí acorde para ir a celebrar al bar. Me coloqué un pequeño vestido ceñido al cuerpo y totalmente descubierto en los hombros color turquesa. Por supuesto, nada de ropa interior. Me calcé unas sandalias de tacón alto del mismo color y esperé a que mi galán llegara.
Me pasó buscando a eso de las 9 de la noche, y nos fuimos a un local nocturno donde nos esperaban todos sus amigos. Apenas llegar, noté que todos ellos me devoraban con los ojos, una buena señal de que no estaba tan equivocada y que, si movía correctamente las piezas, iba a poder saborear todas sus vergas en mis diferentes orificios sin problema.
Además de Tyron, habría nueve jugadores más. Sólo tres de ellos tenían novia, las cuales se encontraban allí también, los otros seis estaban solteros por el momento.
Nos sentamos todos en una gran mesa, y Tyron me los presentó a todos, incluidas las novias. Poco a poco, ellos comenzaron a charlar de deportes y chicas, así que las cuatro mujeres tuvimos que empezar a congeniar. Sus charlas eran insustanciales, sobre la última moda, el último modelo de teléfono móvil, los zapatos que se habían comprado, etc., así que no tardé en aburrirme.
Tyron estaba enfrascado en su charla, y casi no me hacía caso, por lo que ideé un plan para divertirme sin él. En un determinado momento, uno de los solteros se levantó para ir al baño, y yo, ni corta ni perezosa, lo seguí lo más disimuladamente que pude. Entró al baño de caballeros, y a los pocos segundos entré yo detrás, cerrando la puerta a mis espaldas.
Allí estaba él, de frente a un urinario, vaciando su vejiga. Yo estaba a unos pocos metros de él, y desde allí, comencé a subirme el vestido, hasta dejar mi coñito al descubierto. El se sorprendió un poco al principio, pero luego me dedicó una sonrisa cómplice. Deslicé el vestido también por arriba, liberando primero una de mis tetas y luego la otra, pasándome un dedo ensalivado por cada uno de mis erectos pezones.
Con el vestido arremangado en mi cintura, me dirigí hacia él. Me coloqué detrás de él, pegando mis tetas a su espalda. Aún seguía orinando, por lo que delicadamente pasé mis manos por su cintura y aferré su miembro viril, haciendo que lo él lo soltara. Se llevó ambas manos a la nuca, mientras yo sujetaba su verga para que terminara de mear. Cuando finalizó, le di unas suaves sacudidas para terminar de vaciarlo, y así mismo comencé a pajearlo.
La situación era excitante, estaba pajeando a un amigo de mi novio en el baño de caballeros, sabiendo que en cualquier momento alguien más podía entrar.
Se dio la vuelta y yo me agaché un poco para comenzar a mamársela. Era una verga significativa, de al menos 30 cm. de largo, no muy gruesa. Me coloqué en cuclillas frente a él, y con mis manos en sus nalgas, comencé a follarme la boca.
Estaba a punto de acabar, pero yo quería más. Detuve mi trabajito oral y, tomándolo de la verga, lo guié hasta el último de los reservados, diseñado especialmente para personas discapacitadas, por lo que tiene bastante más espacio. Le indiqué que se acostara en el piso, y yo me coloqué en cuclillas, dándole la espalda. Con una mano guié su verga hasta mi orificio trasero, y cuando estuvo bien metida, me recosté hacia atrás y comencé el sube y baja. Intencionalmente, no cerré la puerta del reservado. Al no haber mucha luz y debido a la posición, mi querido follador no podría disfrutar del espectáculo de mi ano tatuado. Mejor así, ya que quería reservarle ese primer honor a mi novio.
Su polla se sentía deliciosa en mi interior, y el morbo agregado de la situación me estaba excitando al máximo. Me estuvo percutiendo el culo en esta posición por al menos 10 minutos, cuando de pronto, escuchamos que se abría la puerta del baño. Alguien había entrado. Afortunadamente, siendo el último reservado, no se veía nada a menos que alguien llegara hasta el final de la fila de urinarios.
El dueño de la verga en mi culo detuvo su bombeo momentáneamente, para evitar hacer algún ruido. Su verga estaba insertada por completo en mi interior.
Quiso la casualidad que la persona que había entrado decidiera utilizar el último de los urinarios, el que queda justamente enfrente del reservado donde mi "amigo" y yo nos encontramos.
Casi me da un infarto al verlo. Allí estaba mi novio Tyron, vaciando su vejiga aun par de metros de nosotros. Bastaba sólo con que se volteara para que nos viera. De hacerlo, vería en primera plana a su noviecita, abierta descaradamente de piernas y coño, con el culo invadido al máximo por la polla de uno de sus amigos.
Para darle más morbo a la situación, comencé a mover mis caderas en círculo, sin sacarme ni un centímetro de la polla que me taladraba el interior de mi recto. Los segundos parecían interminables. Mientras yo le daba placer a la verga en mi culo, Tyron seguía orinando. Me sentía como la más sucia de las putas, y en más de una ocasión pensé en llamarle "¿mi amor?", pero deseché la idea de inmediato.
Justo cuando Tyron vaciaba las últimas gotas en el urinario, la verga de mi amigo comenzó a correrse en mi interior. Oleadas y oleadas de leche caliente invadieron mi recto, mientras enfrente de nosotros, Tyron sacudía su miembro para extraer las últimas gota de orina. No podía creerlo, me estaban llenando el culo de leche frente a mi novio, sin que este se enterase de nada. Las últimas corridas en mi interior coincidieron con las últimas gotas de la verga de Tyron.
Tyron se guardó su verga y salió del baño. Mi amigo y yo nos quedamos en silencio un rato, sopesando la situación por la que acabábamos de pasar.
– Eres demasiado puta – me dijo al oído.
– Y aún no has visto nada – le respondí.
Me levanté del piso, pero impedí que el lo hiciera, y en esa misma posición, comencé a limpiarle con mi boca y mi lengua todos los restos de su corrida de su cipote. Cuando estuvo bien limpia, nos incorporamos. Yo acomodé mi vestido lo mejor que pude, y de mi ano comenzó a escaparse un par de delicados hilillos de semen que recorrían y refrescaban todas mis piernas.
Así mismo, salimos del baño, primero él y luego yo, dando un tiempo prudencial para evitar sospechas. En el trayecto hasta la mesa, un par de goterones más de semen se escaparon de mi recto, y cualquier observador bien aguzado habría notado como mis piernas brillaban cubiertas por el masculino líquido.
Me senté en la mesa, donde las otras novias seguían con su charla sin sentido, pero ahora, definitivamente ya no estaba aburrida. Distraídamente, llevé un dedo hasta mis piernas y recogí un poco de leche, para proceder a degustarla en mi boca. Quién diría que yo, allí sentada, estaba disfrutando del resultado de una buena cogida por el culo proporcionada minutos atrás en presencia de mi inocente novio. De vez en cuando, mi follador me dedicaba lascivas miradas, las cuales yo, como fiel novia, no le correspondía al encontrarse presente mi novio.
Poco más de pasada la media noche, terminó la velada nocturna de celebración. Tyron estaba bastante bebido, y al tener que levantarnos temprano al día siguiente, me dejó directo en mi casa.
Me quedé dormida jugando con un dedito en mi ano, y gracias a mi despertador me levanté bien temprano, totalmente descansada y lista para nuestra aventura playera. El chocho me hacía agua nada más pensar que iba a tener la verga de Tyron disponible para mí durante 5 días, y quien sabe si alguna otra verga más también.
Me coloqué mi micro-traje de baño, con un pareo bien colorido pero casi transparente por encima y una pequeña camiseta blanca de tiritas, que dejaba mi ombligo al aire y de milagro me llegaba a la parte baja de las tetas. Me puse mi respectivo supositorio para evitar la picazón anal, ayudándome con la polla de mamá a que me llegara al fondo. De esta manera, con la verga de mamá en el culo, me despedí de ella por unos días. Puntualmente, Tyron me pasó buscando. Él iba vestido con una "guayabera" blanca y unos pantalones cortos.
– ¡Que rica estas, Isa! – me dijo comiéndome literalmente con los ojos tan pronto me senté en el asiento delantero del coche.
– Todo para ti solito, mi amor – le dije al tiempo que abría un poco mi pareo y me hacía a un lado el hilo dental en mi coño para meterme un dedito. Levanté un par de centímetros más mi camiseta y dejé al aire mis pezones, por los cuales me pasé un dedo ensalivado para ponerlos lo más erectos posibles.
– Si sigues así, te follo aquí mismo y nos olvidamos de la playa – me dijo con una erección más que evidente.
– No te preocupes, vamos para la playa, que yo te ayudo con tu "problema"
Le abrí la bragueta y le saqué la polla para comenzar a mamársela. Así, con mi boca abrigando su verga, partimos rumbo a buscar a sus otros amigos. Con nosotros, vendrían 5 más. Ninguno de ellos eran de los que tenían novia, pero entre ellos tampoco estaba el que me había cogido en el baño la noche anterior. Dos de ellos vendrían con nosotros, y los otros tres, irían en otro coche.
Tyron acabó en mi boca pocos minutos antes de llegar a donde los íbamos a recoger. Me acomodé la ropa pero, a propósito, dejé en la comisura de mis labios un poco de leche recién ordeñada, para que sus amigos supieran la calidad de puta con la que iban a convivir durante unos días. Una vez repartidos en los dos coches, partimos hacia la playa. Todos iban vestidos con pantalones cortos, y a un par de ellos se les notaba una jugosa herramienta entre sus piernas. Serían vacaciones para ellos, pero mi culo iba a trabajar horas extra. Roco, Mandingo, Sombra, Dongo y Pipe eran sus nombres. No sus nombres reales, sino el apodo por el que los conocían en el equipo. Con semejantes nombres, esperaba sinceramente que sus herramientas les hicieran honor.
El viaje fue relativamente tranquilo. Llegamos a la casa que habían alquilado y dejamos nuestros equipajes allí. Luego nos fuimos a almorzar a un local cerca de la playa, cuya especialidad eran los "frutos del mar". Nada más apropiado para unos buenos días de sexo que un banquete de mariscos afrodisíacos.
Nos sentamos en la terraza, con Tyron a mi lado y los demás muchachos flanqueándonos. Por debajo de la mesa, Tyron no dejaba de meterme mano bastante indiscretamente, y a mi oído me decía frases bastante lascivas, las cuales estaban empezando a ponerme a tope. Mis pezones ya a amenazaban por escaparse por debajo de las escueta franelilla blanca que llevaba, y mi coño ya comenzaba a hacer aguas.
Entre todos pedimos una gran parrilla de mariscos variados, pero a Tyron se le ocurrió pedir una sopa, que degustó con gran placer. Toda la cena transcurrió normal, sin ningún incidente similar al de bar la noche anterior, ya que esta vez Tyron estuvo muy pendiente de mí (y de meterme mano) durante todo el almuerzo. Al no estar con nosotros el que me había cogido la noche anterior, ninguno de los que estaban allí sospechaban, o al menos eso creía yo, de mi insaciable sed de vergas.
Terminamos de comer, pagamos la cuenta y nos fuimos rumbo a la casa. Al llegar, comenzó lo que sería un calvario para el pobrecito de mi novio. Apenas unos minutos después de haber llegado fue directo al baño y vomitó toda la sopa de mariscos que había ingerido. Se había intoxicado con la dichosa sopa.
Al salir, su semblante era horrible, estaba pálido y ojeroso.
– ¿Cómo te sientes, amor? – le pregunté con real preocupación.
– Mmmal – atinó a responder mientras se desplomaba en la cama de la que iba a ser nuestra habitación.
– Te dije que no te comieras esa sopa, que no estas acostumbrado a ese tipo de comida – le reprendí – El único mejillón que te hace bien es este – le dije mientras me levantaba el pareo y le mostraba mi rosado chocho.
– Ay Isa, ni siquiera la visión de tu delicioso coño me hace sentirme mejor. Es más… ¡buaaaahhjjj!
Volvió a vomitar, esta vez en una papelera que estaba al lado de la cama. La situación era grave. Si Tyron estaba tan indispuesto que hasta mi coño le daba nauseas ¿qué iba a ser de mí durante 5 largos días? ¿Quién se iba a ocupar de rellenar de carne mis orificios?
– ¿Cómo se siente Tyron, Isa?
Mi pregunta acababa de ser respondida. A mi lado se encontraba Dongo, uno de los muchachos. Instintivamente, baje mi mirada hacia su entrepierna.
– Muy mal, Dongo, muy mal – le respondí sin dejar de mirarle la verga que guardaba dentro de su pantalón corto.
Tyron se había quedado dormido en ese momento. Tomé de la mano a Dongo y salí al salón principal, donde todos estaban sentados preocupados por el estado de salud de Tyron. Allí me dirigí a todos ellos.
– Muchachos, necesito un favor de ustedes
– ¿Qué será, preciosa?
– Tyron está indispuesto, por lo que su verga no está disponible para mí. Yo vine para este viaje para disfrutar de su verga, y si él no puede complacerme, pues necesito otra verga que sí lo haga. Mi culo necesita estar lleno de verga todo el tiempo, así que necesito que ustedes 5 me follen ininterrumpidamente ¿Entendieron?
Al principio no sabían cómo reaccionar, todos excepto Mandingo.
– Algo así me lo esperaba, Isa. Miguel me contó del pequeño "trabajito" que le hiciste en el baño del bar la otra noche, así que yo ya estaba prevenido del tipo de puta que eres.
– Vaya que viajan rápido las noticias – le respondí sin darle mayor importancia al asunto.
– No te preocupes, que si de nosotros queda, tu culo va a estar relleno siempre de rica morcilla, ¿no es así muchachos?
– ¡Claro que sí! – gritaron los otros cuatro al unísono.
– ¡Pues qué esperamos para comenzar! – les animé.
Me coloqué en cuatro patas en el sillón e hice a un lado mi tanguita, para luego abrirme los cachetes del culo.
– ¡Si será puta! ¡Tiene el ano tatuado! ¡"Depósito público de semen"!
¡Mierda! ¡Se me había olvidado el tatuaje de mi ano! Quería que Tyron fuera el primero en disfrutarlo (el primero es algo relativo, ya que antes lo habían disfrutado Daniela, Tronco el tatuador, mi nuevo amigo José Luis, el vigilante del centro comercial, mi mamá, mis hermanas, etc., etc., etc.). Pero eso no iba a poder ser, así que tendría que resignarme. Ya les había ofrecido el culo a los muchachos y no podía defraudarlos.
– ¡Así es! – Les dije olvidando mis tribulaciones anales – Mi ano está disponible para que lo llene de leche quien quiera.
– ¿Pero de dónde se habrá sacado Tyron semejante puta? Esto no es algo que se ve todos los días – comentó Sombra con sorna.
– ¡Estamos hablando mucho para el tiempo que nos conocemos! ¡Más acción y menos palabras, coño!
Ofreciendo mi culo en pompa, no pudieron aguantarse, y uno a uno fueron pasando por mi ano. Sus vergas eran de diferentes contexturas, unas más grandes, otras más chicas, unas más gruesas y otras más delgadas, pero todas eran deliciosas. Una hora después, 5 corridas se almacenaban en mi recto y 5 vergas descansaban en reposo.
– ¡Me gusta mucho como comienzan estas vacaciones! – exclamé antes de llevarme a la boca la verga que tenía más cercana.
Me desperté a eso de las 7 de la mañana y, curiosamente, más caliente de lo que me había acostado. El día anterior, el primer día de las vacaciones, los amigos de mi novio me habían pegado una cogida monumental, en la que sus cinco morcillas no habían descansado ni un segundo entrando y saliendo a discreción de todos mis agujeros.
– Cariño, despierta mi vida – le dije a Tyron que estaba acostado a mi lado.
– Mmmmmppppfff – fue su única respuesta antes de darse la vuelta y darme la espalda para seguir durmiendo.
– Amor, ¿te sientes mejor?
– Nnnnno, quiero seguir durmiendo.
La intoxicación por los mariscos aún continuaba, y su verga no daba señales de poder ponerse dura, así que tendría que apañármelas por mí misma. Ya era hora del desayuno, por lo que no me quedaba otra opción que recurrir a mis simpáticos negritos. Me peiné un poco, me puse mi respectivo supositorio para aliviar la picazón rectal y me coloqué las sandalias de tacón, y con un baby doll rojo transparente como única prenda, que si acaso me llegaba hasta el borde de mis nalgas, salí al salón de estar.
Ellos ya estaban despiertos. Unos viendo televisión y otros desayunando, pero todos dirigieron sus miradas hacia mí apenas hice acto de presencia.
– Buenos días, muchachos – los saludé amablemente.
– Buenos días, hermosa puta – me saludó Sombra, y los demás se echaron a reír – Amaneciste muy radiante, tienes cara de querer verga ya tan temprano ¿o me equivoco?
– Claro que quiero verga, mi culo necesita empezar el día con una buena ración de morcilla para desayunar.
Otra vez todos se rieron ante tan surrealista conversación, pero el hecho es que ya todos estaban empalmados.
Me coloqué en cuclillas en el medio del salón, el baby doll se me subió un poco y por debajo de él ya se mostraba en todo su esplendor mi hambriento culo y mis chorreantes labios vaginales. Abrí la boca y saque la lengua, y de inmediato los 5 se acercaron a mi con la verga en la mano.
Comencé a mamarlas alternativamente, mientras tenía una en la boca, pajeaba las otras dos, mientras las dos restantes golpeaban deliciosamente mi rostro. Mamaba un rato una para luego pasar a la de al lado, y así sucesivamente hasta que todas recibían su dosis de tratamiento oral. En varios momentos llegaba a tener dos al mismo tiempo en la boca. ¿Qué pensaría mi novio de que, a pocos metros de su habitación, su amada novia mamaba dos vergas al mismo tiempo, mientras pajeaba otras tres?.
Cuando ya estuvieron lo suficientemente tiesos y lubricados, les indiqué que se colocaran los cinco en el sillón. El sillón es del modelo que hace esquina, por lo que cabrían perfectamente los cinco. Sombra se sentó en la esquina, con Mandingo y Pipe a su lado derecho y los otros dos a su lado izquierdo. Parecía una exhibición de pollas, con los cinco cipotes erectos en fila apuntando al techo.
– Que comience la ronda, chicos – les dije sensualmente.
Me quité los zapatos y me coloqué en cuclillas encima del primero, dándole la espalda. Hábilmente, dirigí su barra de carne hacia la entrada de mi culo, y me deje caer encima de ella para que de una vez me llegara hasta los más profundo de mi ser.
Cinco minutos y ya tocaba cambio de verga. Sin bajarme del sofá, me moví hacia el lado para ubicarme encima del siguiente, y proseguir con el "tratamiento". Uno a uno fueron pasando por mi culo, no los dejaba acabar, ya que quería disfrutar de las cinco vergas el mayor tiempo posible. Cuando llegué al último, vuelta a empezar, me regresaba por el mismo camino con polla tras polla catando mi culo.
No eran más de las 8:00 de la mañana y ya tenía 5 vergas a mi disposición taladrándome el culo. Que no se diga que las putas sólo trabajan de noche. Por algo dicen que quien madruga, coge verga dura.
Ya había hecho el recorrido cuatro veces, y las piernas me comenzaban a flaquear, además, no creo que aguantaran mucho más sin correrse. Empecé otra vez con el primero, pero no pasaría al siguiente hasta que me llenara los intestinos de rico jugo de macho. No tardo en correrse, y con el culo chorreando me senté sobre el próximo. Así fui uno tras otro hasta que todos dejaron su depósito en mi agradecido recto.
Cuando desmonté el último, tome una copa y, colocándola debajo de mi ano, dejé escapar las cinco corridas, para luego proceder a degustarla.
– ¡Mmmmm! No hay nada mejor que un rico vaso de leche caliente para desayunar – les dije mientras metía un par de deditos en mi culo para extraer los restos de semen que aún brotaban de allí.
Con mi culo aun chorreando esperma de la reciente corrida de mis 5 machos, decidí irme a la playa un rato. Ellos aún necesitarían un tiempo para recuperar energías y recargar las bolas.
Me coloqué mi sensual bikini "sling", conformado por una sola tira de tela que apenas cubre mis pezones y coño y se mete entre los más profundo de mis nalgas. Tomé una toalla y mis lentes oscuros, me calcé mis sandalias y salí rumbo a disfrutar un rato de la playa.
A mi paso, no puedo negar que mi sensual estampa despertaba suspiros entre la población masculina, tal vez porque mis tetas parecían querer escapar por los lados, porque la tira de tela estaba bien metida en mi culo o, lo que era más probable, porque en un arranque de travesura, había decidido meter la parte delantera del bikini por dentro de mi coño, dejando libres a ambos lados de la tela mis deliciosos y carnosos labios vaginales.
Llegué a la playa, y busqué un lugar más bien aparatado donde pudiera tomar el sol sin ser interrumpida. Coloqué la toalla en el suelo, me acosté sobre ella y me coloqué el protector solar, haciendo énfasis en mis labios vaginales y en mis pezones, ya que había hecho a un lado las tiras del bikini y había dejado libres mis tetas.
Me recosté y cuando estaba empezando a quedarme dormida, me sobresaltó un golpe en una de mis piernas. Levanté la vista y a mi lado había un disco de frisbee. A unos pocos metros, tres jóvenes se dirigían corriendo hacia donde yo me encontraba, a recuperar su disco.
– Disculpe señorita, no era nuestra intención molestarla – me dijo uno de ellos.
– No te preocupes, cariño – le respondí guiñándole un ojo.
Tendrían aproximadamente 18 años, y sus miradas iban de mis tetas a mi coño alternativamente.
– Vaya, ¡usted sí que está rica! – exclamó otro.
El tercero le dio un codazo, y no pudimos evitar soltar una carcajada los cuatro.
– ¿Estoy rica, dices? Y eso que aún no me has probado – le dije dándome la vuelta y mostrándoles mi culo en todo su esplendor.
De inmediato, sus tres miembros viriles se pusieron firmes, tal era la visión de mi espectacular culo surcado por el bikini. No podían articular palabra, así que tenía que ser yo quien llevara la iniciativa.
– Me toca broncearme por detrás – les expliqué – pero como verán, no puedo echarme el bronceador yo sola. ¿Quisieran ayudarme?
No había terminado de decir esto cuando los tres empezaron a pelearse por el frasco de bronceador.
– Calma, calma, hay para todos – les dije mientras tomaba el bronceador y les daba una pequeña cantidad a cada uno en sus manos.
Comenzaron a sobarme por todo el cuerpo, expandiéndome la crema, pero no tardaron en concentrarse únicamente en mis nalgas. Tenía seis manos esparciéndome crema en el culo en plena playa pública.
– Chicos, no sólo es en el culo, ¿saben? – les dije con sorna.
Se repartieron el trabajo, uno en mis piernas, el otro en mi culo y el otro en mi espalda, alternándose para poder disfrutar los tres de mi culo.
– Muy bien, ahora por delante – dije mientras me volteaba boca arriba.
Aquí la situación era mejor aún, puesto que tenían para elegir entre mi coño, mis tetas y mis muslos. Uno de ellos se ensañó con mis tetas, y me las masajeaba deliciosamente al tiempo que no perdía la oportunidad de pellizcar mis pezones. Otro, aún más atrevido, se enfocaba en mi cintura y bajo vientre, y de vez en cuando deslizaba un tímido dedito por entre mis labios vaginales. El tercero, entre mis muslos, los amasaba con las palmas de las manos completamente abiertas, como si nunca hubiese tenido tanta carne entre ellas (lo que era muy probable). Era una sensación deliciosa, más bien parecía un masaje a seis manos haciendo énfasis en mis zonas más erógenas. Me estaban calentando demasiado, y no pude retener un estruendoso orgasmo que se apoderó de mi ser.
– Vaya chicos, creo que le está gustando lo que le estamos haciendo – dijo el de mi coño, lo que le dio ímpetu a los otros dos para que me sobaran más fuerte aún.
– Tienes razón, si sus pezones fueran más largos, me sacaría un ojo. Los tiene durísimos – dijo el de mis tetas.
De mi coño comenzó a manar una cantidad ingente de flujo, lo que no pasó desapercibido para el de mis muslos.
– Chicos, creo que se está meando de la emoción – dijo mientras recogía un poco entre sus dedos.
– Si serás ignorante, eso no es orine, eso le sale del coño cuando se corre – le dijo el de mis tetas.
– ¿Ah sí? Pues entonces debe saber bien – le respondió.
Se dirigió a mi coño y, mientras uno hacía a un lado la tela entre mis labios y literalmente me masturbaba, el otro pegó su boca a mi coño y comenzó a lamerme y a sorber todo el líquido que de allí salía.
Era increíble. Estaba siendo masturbada en plena playa por tres chicos sin mucha experiencia. Además del que me mamaba el coño, los otros dos habían decidido seguir su ejemplo y ahora cada uno se dedicaba a lamer y morderme mis endurecidos pezones. Tenía seis manos y tres bocas a mi disposición, para darme todo el placer que pudiese soportar.
Acabe un par de veces más, cosa que el lamedor de coño agradeció tragándose todo el flujo que de mi coño salía. Pero no solo de manos y bocas vive una puta en celo. Necesitaba algo más, y era hora de pasar a la acción.
– Chicos, chicos, escúchenme – les dije entrecortadamente por los jadeos de los anteriores orgasmos – Ya está bien de meterme mano y sobarme.
Los chicos pararon de inmediato, y con cara de decepción retiraron sus manos de mi cuerpo. Tal vez pensaban que se había acabado la fiesta.
– Tranquilos, chicos, el juego sigue, sólo que es hora de algo más fuerte – y les guiñé un ojo – Quisiera darme un baño de mar, y por supuesto, ustedes pueden acompañarme.
–¡Sí! ¡Vamos, vamos! – exclamaron todos al unísono.
Me ayudaron a levantarme y sin acomodarme el bañador (no creo que fuera la única en topless en la playa) me dirigí hacia el agua, con las tetas al aire y la tira de tela del coño corrida hacia un lado. Ellos caminaban alrededor mío, como abejas alrededor del panal de miel, y los cuatro entramos juntos al mar.
Cuando llegamos a una profundidad tal que el agua nos llegaba más arriba de la cintura, los instigué a que se quitaran los bañadores. Me obedecieron y al instante los lanzaron hacia la orilla. Yo no me quité el mío, ya que no estorbaba para nada.
– Chicos, tengo un problema. No sé nadar, así que necesito aferrarme de ustedes – les mentí.
Apenas el agua nos llegaba a los hombros, me aferré a uno de ellos por los hombros, y levantando mis piernas, las pasé alrededor de su cintura. Él, por su parte, tomó mis piernas por debajo de mis rodillas.
– ¡Mejor, así no me ahogo! – les dije riéndome - ¡Uy!, ¿pero qué es esto? – le dije al sentir su miembro viril rozando mis labios vaginales.
– ¡Eso es una boya, preciosa! – me respondió - ¡Mejor te aferras a ella para que no te caigas!.
– Tengo una mejor idea – y bajando mi mano hasta agarrar su verga, la dirigí rumbo hacia mi coño – Así está mucho mejor – exclamé una vez que me llegó hasta el fondo.
El muchacho no podía creerlo. Se estaba follando a una deliciosa hembra (o mejor dicho, ella se lo estaba follando a él) en medio de la playa, con sus dos amigos a su lado. Ellos por su parte, no podían ni querían perder su oportunidad.
– ¡Aquí hay dos boyas más! – me insinuaron acercando sus miembros a mí.
Como yo estaba bien sujeta por las manos del que me estaba follando por el coño, pude aferrar ambos miembros con cada mano. Tomé uno de ellos y lo dirigí hacia la entrada de mi culo.
– Ven por aquí, así estarás más cómodo.
El colaboró, y abriéndome los cachetes del culo me insertó su polla hasta el fondo de un sólo envión.
– ¡Que delicia de culo! ¡Madre mía! – exclamaba incrédulo ante tal espectáculo.
– ¡Oigan! ¿Pero y que pasa conmigo? Yo también quiero disfrutar de ella – dijo el que faltaba por penetrarme.
– No te preocupes, cariño, mi culo tiene espacio para todos.
Moví al de mi culo hacia un lado y, sin sacarme su polla de mi ano, guie al restante hacia mi culo, colocándolo al otro lado.
– Si no te importa compartir habitación – le dije mientras comenzaba a insertarme su verga en mi ya ocupado ano.
Una vez que sincronizamos nuestros movimientos, ayudados en tan incómoda posición por el agua, comenzamos un mete y saca delicioso. El del coño me agarraba las piernas, mientras que los de mi culo, cada uno tenía agarrada con ambas manos una nalga, y la empujaba hacia afuera para poder mantener mi culo lo más abierto posible y que le diera cobijo a ambas vergas sin ningún problema.
El mar ayudaba muchísimo, tanto por sus bamboleos que incitaban a la penetración más profunda, como a flotar para poder mantener la posición. Así estuvimos por lo menos 15 minutos, totalmente acoplados, y yo disfrutando de una rica penetración acuática. Ellos tres formaban un corro, conmigo en el medio. Desde la orilla, no se percibía para nada la orgía que teníamos montada.
Comenzaron a correrse uno por uno. Primero uno de mi culo, luego el otro y finalmente el de mi coño. Permanecimos en la misma posición, mecidos por el vaivén del mar hasta que sus pollas comenzaron a perder dureza y a salirse de mis orificios. De pronto uno de ellos exclamó de improviso:
– ¡Mierda Rubén, tu mamá nos está buscando! ¡Si nos ve así, nos mata!
– ¡Coño, vámonos ya!
Me soltaron como un fardo de pescado y salieron corriendo hacia la orilla, a recuperar sus bañadores. Una vez vestidos, recuperaron también su frisbee y corrieron hacia donde se encontraba su familia, como si nada hubiese ocurrido. Malditos niñatos, me cogen y me dejan tirada como si nada.
Salí del agua, me recompuse como pude mi bikini, recogí mis cosas y me fui para la casa. A pesar de que gracias a la follada marina se había aplacado un poco mi calentura, la frustración por haber echado un sólo polvo con ellos me había puesto de mal humor.
Llegué a la casa luego de mi aventura playera, y lo que más deseaba era darme un baño de agua dulce luego de haberme bañado en el mar. Fui directo a la piscina, no había nadie, por lo que deduje que todos los muchachos deberían estar aún dentro de la casa. Me quité el traje de baño y me introduje en la piscina. Nade un rato para refrescarme un poco, pero el cansancio producto de la follada de los chicos de la playa estaba haciendo mella en mí. Salí del agua y totalmente desnuda, me acosté en una silla tumbona a descansar un rato. Me puse mis gafas oscuras y me dormí un rato, pero me desperté cuando la luz del sol se vio oculta por algo que se encontraba frente a mí.
– Hola Isa – dijo una voz
Abrí los ojos y allí estaban mis cinco negrotes, rodeando la silla en la que me encontraba acostada. Se habían colocado dos a cada lado y uno por encima de mi cabeza.
– Hola chicos – los saludé jovialmente.
– Vimos que estabas tomando el sol, así que vinimos a ayudarte a ponerte un poco de crema – dijo Roco.
– Muchas gracias, ustedes siempre tan amables. Pónganme toda la crema que quieran y por donde quieran.
Habiendo obtenido mi aprobación, se bajaron los pantalones y comenzaron a masturbarse frente a mí. Uno a uno fueron derramando su "crema" por encima de mi cuerpo y yo, de la manera más sensual posible, la iba extendiendo por cada centímetro de mi cuerpo. Lo que sobraba y me quedaba entre los dedos, lo degustaba con mi boca.
Llené todo mi cuerpo de su maravillosa leche de hombre y, cuando el último se derramó en mi cara, acabé en un orgasmo profundo, producto de la fricción a la que tenía sometido mi clítoris.
Para cuando el último acabó, ya el primero estaba empalmado de nuevo, fruto de la visión de una deliciosa hembra en celo, completamente desnuda, llena de semen por todo su cuerpo.
– Ya me echaron crema por delante, pero no pueden olvidarse de atrás – les dije de la manera más lasciva posible, dándome la vuelta para quedar boca abajo en la silla tumbona, y parando mi culo lo más que podía.
– No hay problema, hay suficiente crema, ¿verdad muchachos? – dijo uno de ellos.
– Pero esta vez va a ser diferente, quiero ser yo quien les extraiga la crema – les dije abriendo los cachetes de mi culo con mis manos.
El primero que había acabado antes fue, por supuesto, el primero en ocupar mi siempre hambriento culo. Pasó una pierna a cada lado de la tumbona y agarrando fuertemente mis nalgas, comenzó a cabalgarme.
– ¡Ufff, que rico! Así, así, dame duro, soy tu puta, soy la puta de 5 negros. Mi culo es de ustedes – le decía para darle ánimos.
Pocos minutos después sentí que su corrida estaba próxima.
– ¡Sácamelo y acábame en la espalda! ¡Quiero sentir tu crema en mi espalda!
Tres embestidas después lo sacó, y derramó sus chorros de "crema" en mi espalda.
– ¡Así, que delicia, quiero estar llena de crema por todos lados! – exclamé, al tiempo que, pese a la incómoda posición, intentaba extender su leche por mi espalda - ¡¿Quién sigue!?
Uno a uno me fueron penetrando en la misma posición, cabalgándome como expertos jinetes mientras yo me aferraba a la silla tumbona para poder parar mi culo y sentir sus deliciosas y negras vergas hasta el fondo de mis entrañas. De igual manera, uno por uno se fueron derramando en mi espalda, llenándome cada vez más de rica "crema de palo".
Para cuando el quinto me estaba penetrando salvajemente, un pequeño charco de esperma se había formado en la oquedad que se encuentra entre la espalda y el culo, donde termina la primera y empieza el segundo.
– ¡Tú, cabrón, quiero que me acabes dentro! ¡También necesito crema por dentro! – le espeté. Esto le dio más ímpetu, y arreció con sus embestidas. Pensé que me iba a partir en dos.
Acabó dentro de mí, llenándome mi goloso culo de leche por dentro. Allí quedé, como una muñeca rota, despatarrada boca abajo en la tumbona, con mi culo chorreando la leche que no podía retener.
Si Tyron se hubiese asomado a la ventana en ese preciso instante, habría presenciado una estampa única: su novia llena de semen por todo el cuerpo, incluyendo un travieso charquito en mi espalda, con las piernas abiertas y del culo manando el manjar de la última corrida.
Los chicos se metieron a la piscina a jugar water polo, y siendo 5, les faltaba uno. Me ofrecieron ser el sexto jugador, pero yo estaba literalmente acabada. Preferí quedarme un rato más así como estaba, segura de que si entraba con ellos 5 en la piscina iba a terminar follada por los 5 de nuevo, y aunque mi culo y yo somos insaciables, necesitábamos descansar un poco, así que me quedé dormida de nuevo.
Para cuando me desperté, estaba sola en la piscina, los muchachos habían entrado a la casa. Me levanté, desnuda y pringosa como estaba, y me metí a la piscina para limpiarme un poco.
Continuara...
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