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Relato Futanari VII

Cita con mi novio


Para comprender este relato, es absolutamente necesario leer la Introducción y los relatos previamente publicados



¡Riiiiiiiiiiiing! – sonó el teléfono en mi casa.

– Mmmpf, ¿hola? – respondí sacándome un segundo la verga de mamá de mi boca.
– ¿Isa?, hola mi amor, soy yo – respondió Tyron al otro lado de la línea.
– ¡Mmmmmpppppfff!, ¡Tyron, amor mío! – respondí, sacándome de nuevo la verga que había vuelto a engullir.
– ¿Te interrumpo, Isa?
– Para nada, es que estaba terminando de comer – aclaré - ¡Glup! – sonó mi garganta al tragarme la corrida que mamá acababa de dejar en mi boca. - ¡Listo!. ¿Cuéntame mi amor, a que debo tu llamada?
– Nada en particular, quería saber si estabas muy ocupada y si querías salir a dar una vuelta.
– ¡Uuuuuuuffffff! – exclamé de improviso.
– ¿Te ocurre algo malo, Isa? – preguntó Tyron asustado.
– Nada, es que estoy viendo un partido de fútbol y casi hacen un gol – mentí, al tiempo que mi hermana Anna volvía a introducirme sin miramientos su pollón hasta el fondo de mi culo.
– Entonces que dices, ¿te paso buscando?
– Claro que sí, ¡aaaaaaahhhhhhh!, dame una ¡hooooooooooora! para arreglarme - respondí al ritmo de las embestidas de mi hermana en mi culo.
– Debe estar muy bueno ese partido. No sabía que eras fanática del fútbol.
– ¡Pues síííííííííííííííííí!
– Esta bien, en una hora estoy allí, estate lista.
– Se...gu....ro... mi... a....mor... nos.....ve....mos....- pude articular, mientras botaba arriba y abajo sobre la verga de Anna.
– Te mando un beso – se despidió Tyron.
–¡Muaaaaack! – sonó mientras estampaba un sonoro beso en el enrojecido glande de mi madre. – Te mando uno yo a ti también.

Desmonté a Anna una vez que me llenó el culo de leche, donde previamente me había introducido el respectivo supositorio diario para aliviar la picazón de mi recto, y me fui a arreglar para mi cita con Tyron. El no conocía todavía a mi familia, y dudo que esto ocurriera en un futuro cercano, pero de lo que si era consiente era de lo puta calentorra que soy y de que necesitaba verga todo el tiempo. No en vano desde que nos hicimos novios, no habíamos hecho más que follar como posesos. Claro que una inocente salida a pasear como dos enamorados normales no le hace daño a nadie.

Me maquillé y me vestí, me coloqué una minifalda suelta, tableada y color rojo, con un top a juego, unas sandalias de tacón alto y una chaqueta "torerita". Por supuesto, no me coloqué bragas, y además dejé mi ano libre por si acaso a Tyron le provocaba rellenármelo con su vara de carne. Me dejé mi largo pelo castaño suelto, liso completamente.

Al poco rato, llegó Tyron. Subí a su coche, me senté en el asiento del copiloto, y no pudo evitar hacer una libidinosa exclamación.

– ¡Que buena estas, Isa!
– Todo esto es tuyo, papito – exclamé al tiempo que subía un poco mi falda para enseñarle mi chocho desnudo.
– ¡Uuuuuffff! – exclamó.

Nos pusimos en marcha, rumbo al centro comercial. Había planeado una salida sencilla, con un paseo por el centro comercial, una cena en un local de comida rápida, y luego una entretenida película. Durante el trayecto no pude evitar abrirle su bragueta y extraer su magistral verga, la que, luego de una serie de caricias, terminó estando en mi boca y siendo víctima de una sabrosa mamada. Llegamos al centro comercial, y para cuando bajamos del carro, yo todavía me estaba limpiando los restos de semen que escapaban por las comisuras de mi boca.

– Un momento, Isa – me detuvo Tyron con una expresión libidinosa en su cara.
– ¿Qué ocurre, amor mío?

Me tomó dulcemente de un brazo y me recostó de frente contra el coche. La zona del estacionamiento donde estábamos se veía bastante desierta, por lo que un polvo rápido allí no me parecía nada desacertado. Sabiendo lo que se avecinaba, tomé mis nalgas con manos y abrí lo más posible mi siempre hambriento culo. Tyron, que aún no se había subido la bragueta, volvió a sacar su polla ante tan suculenta invitación, y la introdujo en mi orto con un sólo movimiento. Iba yo a comenzar a darle de culazos a su polla, cuando amablemente me detuvo.

– No Isa, no vamos a follar aquí – me dijo sin sacarme la polla.
– No entiendo, Tyron, ¿qué te propones? – pregunté, meneando inconscientemente mi culo alrededor de su polla.

Me acomodó la falda de manera que no se viera en lo absoluto que estaba siendo penetrada, y tomándome de la cintura, comenzó a caminar conmigo pegada enfrente.

– Vamos a pasear un rato así, ¿entiendes?. Y no me vas a hablar, quiero que me hables con el ano.
– ¿Con el ano? Le apreté la polla en señal de asentimiento. Un apretón era un sí, dos apretones era un no. Más sencillo, imposible.

Apretados uno con el otro, entramos al centro comercial y comenzamos a pasear. A vista de un observador poco detallista, nos veíamos simplemente como una pareja de enamorados que no pueden estar lejos el uno del otro, y que tienen que estar siempre abrazados. Pero la realidad era que estaba siendo follada en público frente a decenas de personas, de todo tipo, sin que nadie se diera cuenta. Más delicioso, imposible.

Normalmente, estoy más que acostumbrada a caminar con una polla plástica dentro del culo, pero la deliciosa y palpitante vara de carne caliente de Tyron era muy diferente. Nos deteníamos frente a casi todas los aparadores, como dos transeúntes normales, y Tyron aprovechaba para preguntarme en mi oído cosas intrascendentes.

– ¿Te gusta ese vestido, mi amor? – Apretón de ano en su verga.
–¿Y esos zapatos? – Dos apretones de ano en su verga.
– ¿Tú me amas, Isa? – Dos apretones de ano en su verga.
– ¿Lo dices en serio? – Dos apretones de ano en su verga.
– ¡Eres una putica caliente! – Le di un fuerte apretón de ano en su verga. Además, volteé la cabeza y le dirigí una lasciva mirada mientras me lamía los labios.

Caminando en esta guisa, nos detuvimos frente a una joyería. Allí, en el aparador, estaba exhibido un hermoso collar de pedrería.

– ¿Te gusta ese collar, putica mía? – Apretón de ano en su verga acompañado de una suplicante mirada.

El collar se encontraba en la parte baja del aparador, por lo que me incliné hacia abajo para verlo más de cerca, con lo que la verga de Tyron se introdujo en mi culo aún más.

– ¡Uuuufff! – resopló mi adorado novio.

Desde esa posición más que sexual, era casi evidente la cogida que me estaba propinando. Le dirigí una nueva mirada suplicante, al tiempo que empezaba a menear con más fuerza mi culo alrededor de su polla.

– ¡Está bien, Isa, te compró el collar! – Como respuesta, le di varios apretones seguidos en su polla.

A los diez minutos, caminábamos abrazados de nuevo, y yo luciendo orgullosamente mi nuevo collar.

¬ ¿Tienes hambre? – Apretón de ano en su verga
– ¿Qué quieres comer? ¿Una hamburguesa? – Dos apretones de ano en su verga.
– ¿Un sandwich? – Dos apretones de ano en su verga acompañados con un fingido mohín de enfado.
– ¿Leche caliente de verga en pajilla de carne? – Le di un soberbio apretón en el ano al tiempo que sonreía ampliamente.

A Tyron le apetecía comerse una hamburguesa, así que entramos a uno de los locales de comida rápida. Había cola para comprar, así que pudimos dar un poco de rienda suelta a nuestro amor. Tyron me rodeaba la cintura con sus brazos, y yo tenía los brazos levantados por encima de mis hombros abrazando su cabeza. Mi cabeza estaba ligeramente inclinada hacia atrás, por lo que mi novio me daba cariñosos mordisquitos en la oreja y besitos en el cuello. Por supuesto, mi ano se encargaba de mantener su verga en posición firme, y de vez en cuando, le daba unos ricos y sugestivos apretones. Así llegamos hasta el cajero, quien amablemente tomó nuestra orden.

– Buenas tardes, ¿que se les ofrece?

Al estar delante de Tyron, quedaba yo ubicada entre él y el cajero. Tenía de frente al chico, a un perfecto desconocido, al tiempo que mi ano estaba siendo penetrado sin piedad. Tanta excitación tenía que pasar factura eventualmente, y fue en el peor momento cuando sentí la inminente llegada de un orgasmo.

– Yo quisiera una hamburguesa con... – comenzó a decir Tyron.
– ¡Aaaaahhhh! – interrumpí a Tyron. La primera oleada de placer estaba haciendo su aparición.
– ¿Le ocurre algo, señorita? – preguntó conmocionado el chico.
– No es nada, es que se siente un poco mal – le respondió Tyron.
– ¡Aaaaaaahhhhhh! – exclamé por segunda vez al tiempo que me afincaba en el mostrador.
– No creo que debiera comer nada – explicó mi novio con tranquilidad, como si no fuera su pene el que me llegaba hasta el fondo de mi culo.

Estaba teniendo un orgasmo en público, a pocos centímetros del dependiente de un local de comida rápida. Intenté contenerme un poco, por lo que cerré los ojos y apreté los dientes, al tiempo que las oleadas de placer comenzaban a ceder. Cuando me tranquilicé, Tyron pudo completar finalmente su orden, teniendo la delicadeza de pedir un vaso plástico vacío para mí. Tomé la bandeja, con Tyron siempre abrazado por detrás, y nos sentamos en una mesa alejada del bullicio. Sin despegarse un segundo ni retirar el pene de mi culo, Tyron se sentó, y yo me senté encima de él. Me coloqué de lado, con mis piernas juntas colgando a un lado suyo, y como dos enamorados que éramos, comencé a darle de comer papas fritas en su boca, alternándolas con tiernos besitos.

Pero si la excitación me había pasado factura a mí, también estaba haciendo lo propio con mi novio. Sentí que su verga comenzaba a hincharse y a palpitar dentro de mi recto, por lo que supe que su corrida se avecinaba. Moví un poco mis caderas para darle un poco más de excitación al asunto, y a los pocos segundos, mi culo era invadido por una ingente corrida de la más sabrosa leche de macho. Una vez que hubo acabado completamente, le di un beso en la boca, discretamente retiré su pene de mi culo y coloqué el vaso plástico pegado a mi ano, para recoger toda la corrida que salía de allí a raudales.

Desmonté a mi novio y me senté a su lado, para dejarlo disfrutar de su comida, mientras yo disfrutaba de la mía, un rico vaso de leche caliente. Cuando hubimos terminado, volví a sentarme encima de él, y disimuladamente volví a introducir su verga en mi culo, la cual, a pesar de haberse descargado hace apenas pocos minutos, volvía a alcanzar su vigor.

Abrazados de nuevo, unidos por verga y ano, nos dirigimos al cine. Pero antes, yo tenía una necesidad fisiológica que satisfacer, necesitaba mear. Guiando esta vez yo a mi novio nos dirigimos al baño público, pero para su sorpresa, en lugar de entrar al de damas entramos al de caballeros. Nos colocamos frente a uno de los urinarios, y Tyron comprendió inmediatamente lo que me traía entre manos.

Levanté una de mis piernas y soltándome de la cintura, Tyron la sostuvo por la cara interna de la rodilla. Hicimos lo propio con la otra pierna y allí me encontraba yo: penetrada por el ano, sostenida en vilo y abierta completamente de piernas frente a un urinario de hombre. Con una mano me levante la falda y con la otra me abrí los labios del chocho. De inmediato, un chorrito de orina comenzó a brotar y a caer directamente en el urinario. Al estar el baño completamente desierto, Tyron no perdió la oportunidad de darme bien duro un ratico por el culo, y sin cambiar de posición comenzó a meter y sacar su deliciosa verga de mi siempre insatisfecho trasero. Una vez que se corrió adentro, me soltó y salimos del baño. Sentía un placentero fresquito al correr por mis piernas los restos de su corrida que mi recto no podía contener.

Satisfechas mis necesidades, nos dirigimos a la taquilla. Luego de unos cuantos apretones de ano en su verga para ayudarlo a decidirse por la película que quería ver, ingresamos a la sala. Conscientemente, había elegido una película de poco éxito que estaba pronta a ser retirada de cartelera. Mientras menos gente hubiera en la sala, mejor.

Nos ubicamos en una de las esquinas superiores de la sala, lejos de cualquier mirada furtiva. Tyron se sentó y yo me senté arriba de él, dándole la espalda como siempre. Me di cuenta que casi no le había visto la cara durante toda la cita. Cuando se apagaron finalmente las luces, me levanté completamente la falda, levante mis piernas y apoyé cada pie en cada uno de los asientos a los lados de Tyron. Agarrando mis muslos por debajo, comenzamos a follar indiscriminadamente, sin ningún tipo de pudor. De vez en cuando, Tyron soltaba una de mis piernas para sobarme el clítoris o una teta.

Cambiamos de posición varias veces, y en total habremos acabado como seis veces entre los dos. Al estar casi vacía la sala, no llegamos a ser interrumpidos. Lástima, un par de pollas más me hubieran alegrado aún más la velada. A mitad de la película, decidimos que ya era suficiente, y dejé que mi novio disfrutara un poco de lo que quedaba de película, así que me senté a su lado y golosamente comencé a mamarle la verga. Justamente coincidió el final de la película con una rica corrida en mi boca de la que no dejé escapar ni una gota.

Después de tan agotadora salida, Tyron tan caballeroso como siempre, me dejó en la puerta de mi casa, bien temprano, como corresponde a una niña buena de su casa. No me había llevado un plug anal, por lo que desgraciadamente no pude retener nada de sus generosas corridas en mi culo, así que solamente pude ofrecerle a mamá que me lamiera la cara interna de los muslos que estaban impregnadas de todas las corridas que por allí se habían deslizado.



Continuara...

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