Hace un mes pedí turno para hacerme un control con un odontólogo. Como no tengo uno de "cabecera" recurrí a la cartilla de mi obra social. Buscando encontré un lugar en Av. Santa Fe, a unas cuadras de Callao. Es un centro odontológico donde atienden jóvenes doctores que arrancan su carrera luego de recibirse en la facultad. Cuando llegué y me anuncié en el mostrador, la secretaria me dice que la doctora estaba demorada. Algo típico en los consultorios. Esperé 40 minutos para que me llamen, hasta que llegó el momento. Me dicen que pasen por el consultorio 4, pasillo largo, de la mano derecha. Entro al consultorio y veo a la odontóloga de espalda. "Permiso" y digo mi apellido. Al escuchar mi apellido la chica, joven ella, se da vuelta abruptamente y se pone colorada. Cuando la miro me doy cuenta que ya la conocía. En ese momento nos quedamos los dos quietos, hasta que le dije "Te recibiste!!!" y soltamos una carcajada juntos, sin creer lo que nos estaba pasando.
Es que a esta joven dentista la conocía hace 10 años, en una fiesta de un amigo en su quinta. Pegamos onda y nos seguimos viendo y encontrando durante mucho tiempo, hasta que ella se puso a full con la facultad y los tiempos de ambos no coincidían, lo que terminó en alejarnos sin quererlo así. Estaba reencontrándome con la chica que no veía desde hace muchos años. Nuestros encuentros en esa época se daban en su departamento, en pleno microcentro. Lugar que alquilaba porque le quedaba más cerca para ir a la facultad. Ahí nos juntábamos a tomar mate, a cenar o a tener sexo directamente. Era mucho sexo entre los dos. No buscábamos ponernos de novios, era una relación de sexo. Mucho sexo.
Sentí que al vernos después de tanto tiempo a los dos lo primero que se nos vino a la cabeza fue el buen sexo que teníamos. Nos calentábamos mucho mutuamente. Nos volvíamos locos. Desde la primera noche que nos conocimos en la quinta, un día sábado, y el lunes siguiente estábamos teniendo sexo en su departamento. Y ahí estábamos, en su consultorio. Ella y yo, nadie más. "Seguís lindo nene" me dijo ya un poco más tranquila. "Ese ambo azul te queda lindo eh", le respondí. Los dos nos miramos con ganas de comernos ahí mismo. Y pensar que ella tenía que mirarme la boca, algo que me da mucha vergüenza cuando la dentista es mujer. "Me parece que el paciente que te sigue va esperar bastante" me dijo y al toque soltó una risa pícara. "Vos me queres coger acá? Me encantaría" le dije yo. Al toque se largó a reír y me dijo que no quería perder la matrícula. "Acá ni en pedo, soy una profesional. Pero podes venirte el sábado a casa. Voy a estar tranqui desde la tarde...". Ese día fui un buen paciente. Y el sábado siguiente la pase a visitar. A mi odontóloga...
Es que a esta joven dentista la conocía hace 10 años, en una fiesta de un amigo en su quinta. Pegamos onda y nos seguimos viendo y encontrando durante mucho tiempo, hasta que ella se puso a full con la facultad y los tiempos de ambos no coincidían, lo que terminó en alejarnos sin quererlo así. Estaba reencontrándome con la chica que no veía desde hace muchos años. Nuestros encuentros en esa época se daban en su departamento, en pleno microcentro. Lugar que alquilaba porque le quedaba más cerca para ir a la facultad. Ahí nos juntábamos a tomar mate, a cenar o a tener sexo directamente. Era mucho sexo entre los dos. No buscábamos ponernos de novios, era una relación de sexo. Mucho sexo.
Sentí que al vernos después de tanto tiempo a los dos lo primero que se nos vino a la cabeza fue el buen sexo que teníamos. Nos calentábamos mucho mutuamente. Nos volvíamos locos. Desde la primera noche que nos conocimos en la quinta, un día sábado, y el lunes siguiente estábamos teniendo sexo en su departamento. Y ahí estábamos, en su consultorio. Ella y yo, nadie más. "Seguís lindo nene" me dijo ya un poco más tranquila. "Ese ambo azul te queda lindo eh", le respondí. Los dos nos miramos con ganas de comernos ahí mismo. Y pensar que ella tenía que mirarme la boca, algo que me da mucha vergüenza cuando la dentista es mujer. "Me parece que el paciente que te sigue va esperar bastante" me dijo y al toque soltó una risa pícara. "Vos me queres coger acá? Me encantaría" le dije yo. Al toque se largó a reír y me dijo que no quería perder la matrícula. "Acá ni en pedo, soy una profesional. Pero podes venirte el sábado a casa. Voy a estar tranqui desde la tarde...". Ese día fui un buen paciente. Y el sábado siguiente la pase a visitar. A mi odontóloga...
3 comentarios - Mi odontóloga y yo Parte I