Cuando nació mi hijo solicité un permiso de 6 meses que transcurrió rápidamente y pronto tuve que volver a trabajar, pero poco antes de regresar al despacho mi esposo y yo decidimos ir a Veracruz de vacaciones, no al puerto sino a la zona de Papantla para ver las pirámides y después hacer un recorrido por la costa, por supuesto el bebé nos acompañó. Emprendimos esta aventura desde el DF y de ahí tomamos carreteras que no son autopistas con el propósito de conocer los diversos lugares de los dos estados que atravesaríamos. Mi pequeño hijo, en ese momento de 5 meses viajaba en el asiento trasero en su silla especial, y cada vez que mostraba hambre hacíamos un alto, me pasaba al asiento trasero y sacaba una de mis enormes y cargadas tetas para alimentar al niño. A veces lo cargaba y acunado en mis brazos lo amamantaba, y en otras por su seguridad simplemente le acercaba el pecho a su boca mientras el permanecía en su silla. Esto sucedió muchas veces en nuestro trayecto, el bebé adormecido por la carretera sólo dormía y mamaba una y otra vez.
Hubo un trayecto muy largo en el que yo iba manejando el automóvil, en el cual el bebé permaneció dormido muchas horas por lo que mis tetas estaban rebosantes y empezaron a escurrir, le pedí ayuda a mi esposo, pero él consideraba que no era adecuado hacer un alto para que él mismo mamara para ayudarme a vaciarlos, ya que estábamos en un lugar público. Entonces yo le pregunté ¿Eso que importa? No creo que si hacemos un alto alguien se asome hacia el interior del auto para ver que estamos haciendo, pero él se sentía intimidado. Entonces, le dije, voy a despertar al niño porque ya no puedo ni manejar, mis pechos están tan crecidos que al mover los brazos el roce me provoca dolor. Pero en eso sentí el deseo de que fuera él quien tomara mis pezones en su boca y chupara hasta terminar con las grandes cantidades de leche que contenían. Yo llevaba una camiseta gris con pequeños tirantes y estaba sin brassier por el sofocante calor que hacía, bajé un poco la velocidad y entonces metí mi mano izquierda al escote y en un solo movimiento descubrí el pecho que goteaba leche profusamente, entonces adiviné en la mirada de mi esposo que no se podría resistir a la invitación de tomar esa leche que manaba incontrolable; se acomodó en el asiento y empezó a beber con avidez mientras yo conducía con la mano izquierda.
Al estar fuera de la intimidad de una habitación amamantando a mi esposo me fascinó, sentía como los ductos que nutren mis pezones de leche respondían a cada chupeteo, percibía intensamente como recorre la savia todo el pecho y como el pezón abría su pequeño orificio para satisfacer a mi querido esposo. Transcurrió un buen tiempo en ese silencio maravilloso en el que todo desapareció, incluso percibía algo así como que mi hombre formara parte de mí al estar tan estréchamente aferrado a mi teta. ¡Aaahhh! ¡Cuanto placer! No sé como podía seguir conduciendo el auto, parecía estar bajo el influjo de alguna droga. Cuando la teta derecha quedó vacía mi marido, con la boca aún húmeda de leche mi pidió que hiciera un alto en el acotamiento, busqué un lugar adecuado y lo hice. Entonces le pedí que hiciera su respaldo hacia atrás y yo hice lo mismo, encontramos una posición cómoda, pusimos una pieza de música clásica y le ofrecí el seno izquierdo que tenía suficiente leche que dar para que otro buen rato succionaba mi teta, mientras yo pasaba mis manos por su cara, cabeza y espalda con toda la sensualidad, ternura y erotismo que nuestra práctica secreta me produce, cuanto sentí que mi pecho se adelgazaba, rodeé mi pezón con los dedos y apreté para exprimir el seno hasta que vertiera todo su contenido, así introducía aun más la teta dentro de su boca que seguía tan ávida como si apenas hubiésemos iniciado el amamantamiento. Chupo como nunca, hasta dejar nada, lo hizo con tanto vigor que mis pezones estaban más coloreados, erectos y sensibles que nunca. Al terminar descansamos un poco recostados en el asiento, sin decir palabra y dejando que él mantuviera el pezón entre sus labios. Reemprendimos el camino, él se quedó dormido a profundidad, yo manejaba con una sensación de felicidad y plenitud pocas veces experimentada.
Los escenarios veracruzanos fueron testigos de nuestra afición por el amamantamiento erótico, encontramos muy excitante el pasar del ámbito privado al público para que yo diera el pecho a mis dos lactantes. Por supuesto, en el caso de mi marido no lo hacíamos ante otros ojos, pero sí buscábamos espacios solitarios para que mis pechos quedaran libres ya sea para mi niño o para él. A mí me causa un enorme placer dar de mamar a mi bebé en público, incluso ahora que se ha convertido en un niño inquieto, de repente suelta el pezón para distraerse con algo que llama su atención, entonces aprovecho para exhibir mi pecho y pezón en toda su dimensión ante los extraños, bajo la justificación de que estoy lactando. En ocasiones finjo cierta distracción y envuelvo la teta exhibida con mis manos para frotarla con movimientos circulares, supuestamente para facilitar la salida; así volteó a ver los rostros de la gente que en ocasiones son de deseo (incluso mujeres) y a veces son de desaprobación, pero no me importa.
Cuando los tres llegamos a una playa solitaria cerca de Nautla hicimos nudismo, yo sólo quedé en tanga y mis pechos estuvieron a la intemperie durante horas. Tanto mi pequeño como mi adulto lactantes mamaron esa mañana sin restricción alguna, se acercaban y yo complaciente sólo facilitaba su posición y la mía para poder disfrutar el momento, para sentir el placer. A veces, el que uno viera al otro pegado a la teta hacía que se acercara para compartir los pechos, decía mi esposo al respecto: “por eso las mujeres tienen dos pechos, para hacer felices al hijo y al padre simultáneamente”. Yo le respondía: “No, tenemos dos pechos para disfrutar por partida doble”. Él y yo llegamos a pensar que así fue el paraíso, sin las restricciones de la moralina y pleno de libertad para jugar un juego tan inocente y tan perverso que es el favorito de un niño y su madre.
El viaje en total fue maravilloso, no hubo impedimento alguno. De regreso y ya más libres de miedos y tabues nos parábamos en cualquier acotamiento para que uno, otro o ambos me descargaron los pechos con sus hambrientas bocas.
Hubo un trayecto muy largo en el que yo iba manejando el automóvil, en el cual el bebé permaneció dormido muchas horas por lo que mis tetas estaban rebosantes y empezaron a escurrir, le pedí ayuda a mi esposo, pero él consideraba que no era adecuado hacer un alto para que él mismo mamara para ayudarme a vaciarlos, ya que estábamos en un lugar público. Entonces yo le pregunté ¿Eso que importa? No creo que si hacemos un alto alguien se asome hacia el interior del auto para ver que estamos haciendo, pero él se sentía intimidado. Entonces, le dije, voy a despertar al niño porque ya no puedo ni manejar, mis pechos están tan crecidos que al mover los brazos el roce me provoca dolor. Pero en eso sentí el deseo de que fuera él quien tomara mis pezones en su boca y chupara hasta terminar con las grandes cantidades de leche que contenían. Yo llevaba una camiseta gris con pequeños tirantes y estaba sin brassier por el sofocante calor que hacía, bajé un poco la velocidad y entonces metí mi mano izquierda al escote y en un solo movimiento descubrí el pecho que goteaba leche profusamente, entonces adiviné en la mirada de mi esposo que no se podría resistir a la invitación de tomar esa leche que manaba incontrolable; se acomodó en el asiento y empezó a beber con avidez mientras yo conducía con la mano izquierda.
Al estar fuera de la intimidad de una habitación amamantando a mi esposo me fascinó, sentía como los ductos que nutren mis pezones de leche respondían a cada chupeteo, percibía intensamente como recorre la savia todo el pecho y como el pezón abría su pequeño orificio para satisfacer a mi querido esposo. Transcurrió un buen tiempo en ese silencio maravilloso en el que todo desapareció, incluso percibía algo así como que mi hombre formara parte de mí al estar tan estréchamente aferrado a mi teta. ¡Aaahhh! ¡Cuanto placer! No sé como podía seguir conduciendo el auto, parecía estar bajo el influjo de alguna droga. Cuando la teta derecha quedó vacía mi marido, con la boca aún húmeda de leche mi pidió que hiciera un alto en el acotamiento, busqué un lugar adecuado y lo hice. Entonces le pedí que hiciera su respaldo hacia atrás y yo hice lo mismo, encontramos una posición cómoda, pusimos una pieza de música clásica y le ofrecí el seno izquierdo que tenía suficiente leche que dar para que otro buen rato succionaba mi teta, mientras yo pasaba mis manos por su cara, cabeza y espalda con toda la sensualidad, ternura y erotismo que nuestra práctica secreta me produce, cuanto sentí que mi pecho se adelgazaba, rodeé mi pezón con los dedos y apreté para exprimir el seno hasta que vertiera todo su contenido, así introducía aun más la teta dentro de su boca que seguía tan ávida como si apenas hubiésemos iniciado el amamantamiento. Chupo como nunca, hasta dejar nada, lo hizo con tanto vigor que mis pezones estaban más coloreados, erectos y sensibles que nunca. Al terminar descansamos un poco recostados en el asiento, sin decir palabra y dejando que él mantuviera el pezón entre sus labios. Reemprendimos el camino, él se quedó dormido a profundidad, yo manejaba con una sensación de felicidad y plenitud pocas veces experimentada.
Los escenarios veracruzanos fueron testigos de nuestra afición por el amamantamiento erótico, encontramos muy excitante el pasar del ámbito privado al público para que yo diera el pecho a mis dos lactantes. Por supuesto, en el caso de mi marido no lo hacíamos ante otros ojos, pero sí buscábamos espacios solitarios para que mis pechos quedaran libres ya sea para mi niño o para él. A mí me causa un enorme placer dar de mamar a mi bebé en público, incluso ahora que se ha convertido en un niño inquieto, de repente suelta el pezón para distraerse con algo que llama su atención, entonces aprovecho para exhibir mi pecho y pezón en toda su dimensión ante los extraños, bajo la justificación de que estoy lactando. En ocasiones finjo cierta distracción y envuelvo la teta exhibida con mis manos para frotarla con movimientos circulares, supuestamente para facilitar la salida; así volteó a ver los rostros de la gente que en ocasiones son de deseo (incluso mujeres) y a veces son de desaprobación, pero no me importa.
Cuando los tres llegamos a una playa solitaria cerca de Nautla hicimos nudismo, yo sólo quedé en tanga y mis pechos estuvieron a la intemperie durante horas. Tanto mi pequeño como mi adulto lactantes mamaron esa mañana sin restricción alguna, se acercaban y yo complaciente sólo facilitaba su posición y la mía para poder disfrutar el momento, para sentir el placer. A veces, el que uno viera al otro pegado a la teta hacía que se acercara para compartir los pechos, decía mi esposo al respecto: “por eso las mujeres tienen dos pechos, para hacer felices al hijo y al padre simultáneamente”. Yo le respondía: “No, tenemos dos pechos para disfrutar por partida doble”. Él y yo llegamos a pensar que así fue el paraíso, sin las restricciones de la moralina y pleno de libertad para jugar un juego tan inocente y tan perverso que es el favorito de un niño y su madre.
El viaje en total fue maravilloso, no hubo impedimento alguno. De regreso y ya más libres de miedos y tabues nos parábamos en cualquier acotamiento para que uno, otro o ambos me descargaron los pechos con sus hambrientas bocas.
6 comentarios - quisiera tener mi esposa de esta manera
yo tengo una nena de año y 1/2 .. y estuve prendido a la teta de mi mujer asta que le sacamos la teta a la bebe..... siempre que podía me daba de sus tetas es lo mas lindo que hay,
y a la hora del sexo también era rutina que ella me este cabalgando encima y se apretara los pechos tirandome su leche en mi pecho en mi pene y después chupandolo ... una delicia
lastima que al sacarle la teta a la nena dejo de producir leche 😞
pero ese laaaargo tiempo lo super disfrutamos 😉
el que tenga la oportunidad se lo recomiendo es super erotizante y sexy