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Fantasía... ¿O realidad? Capítulo 10

Me atrapó su mirada. Una foto suya, en una conocida red social de la que soy asiduo, me encandiló. Una mirada felina, racial, repleta de misterio y sensualidad. Una mirada sexy, ardiente, a la que además acompañaban unos labios glotones, un cuello que daban ganas de mordisquear, y un tatuaje que arrancaba de su hombro izquierdo en dirección a su pecho, que volvería loco al más cuerdo de los mortales.
Su cuerpo incitaba al pecado, y el mío no era ajeno a eso. Con cada imagen suya que veía, mi imaginación se disparaba, y mi excitación iba en aumento. Mi calenturienta mente ya la imaginaba entre mis brazos, desnudándola con suavidad, y gozando cada centímetro de su ser…
De no haber sido así, y no tener una red social de por medio que amortiguase el hostiazo que sin duda iba darle a mi ego, ignorándome por completo, y con la confianza y la inconsciencia que nos otorga el anonimato, jamás se me hubiese ocurrido lo que se me ocurrió a continuación. Habida cuenta que no vivíamos muy lejos el uno del otro (según indicaba su perfil), le propuse quedar un día. Ya sabéis, un inocente café, charlar… Esas cositas. Jamás imaginé que contestaría, y mucho menos que su respuesta fuese afirmativa. Mi cuerpo, de nuevo, reaccionó. Y fue una conjunción de elementos. Ojos como platos, tensión en todos y cada uno de los músculos (en especial en uno) y un sudor frío que me recorrió por completo.
Pero el órdago estaba echado, y lo había aceptado, así que hablamos en privado, y tras conocernos un poquito más, decidimos quedar al día siguiente en una conocida cafetería del centro de la ciudad.
Decir que pasé la noche en vela quizá sería una exageración, pero que me desperté muchas veces, y siempre con una tremenda erección, dejan claro que mi pensamiento no olvidaba la cita de ese viernes… Y ese día llegó.
La cafetería estaba abarrotada, aunque quizá en mi ansiedad por conocerla me precipité, y mucho me temí en un momento dado que no llegase. Pero lo hizo, y cuando lo hizo, eclipsó por completo al resto de clientas del local, que como dije, estaba atestado de gente.
Venía con un vestido negro, de tirantes, que dejaba sus sensuales hombros al desnudo. Su larga melena morena recogida en una coleta, que me pareció lo más sexy del mundo, y unos zapatos de tacón, fuxias, que alargaban más si cabe sus deliciosas piernas… Sé que no es nada romántico, pero a los hechos me remito. ¡Qué ganas de taparme las orejas con ellas! Fue lo que me vino a la cabeza. Se acercó sonriendo y empezamos a charlar.
La inquietud que pudiese tener pronto se disipó, pues resultó ser, además de una diosa, una chica encantadora, así que el café fue alargándose y pronto pasamos a tomar una copita. Unas copitas, sería más correcto decir. No sé si era ya la tercera, o quizá la cuarta, pero decidió ir al baño, que se encontraba a la otra punta de la sala. Me decidí a acompañarla, y me tomó de la mano…
No sé si os he hablado de su culo, pero no se me acaban los adjetivos para definirlo. Magnifico, espectacular, increíble, excelente, excepcional, maravilloso… Del tamaño perfecto, bien trabajado sin duda con horas de gimnasio y además, como colofón (aunque eso lo descubrí más tarde) coronado por un tatuaje tribal que lo convertía en el culo más follable del mundo.
Al tirar de mi mano, puesto que iba delante de mí, mi mano rozaba ese increíble trasero a cada paso que daba, por lo que mi polla iba “in crescendo” también a cada paso. Cuando creía que iba escaparse de mis pantalones, se detuvo de repente (un grupo de gente nos cortaba el paso) y con ese frenazo… fue de lleno al paraíso. En ese momento, mi rabo, empalmadísimo, estaba bien pegadito a su culo, y con un ligero movimiento, experto, lo acercó más aún. Dirigí mis manos a su cintura, y así, bien arrimaditos, llegamos hasta el baño por fin.
Colocó sus manos sobre el lavabo y arqueó ligeramente su cuerpo dejándome en posición franca mi oscuro objeto de deseo. Me arrodillé, como reverenciando a semejante reina (reverencia más que merecida) y levanté su vestido con la carita del niño que abre sus regalos en Navidad. Llevaba un culotte lencero color fuxia, al igual que sus zapatos, que con muchísima delicadeza aparté, dejando su culito a mi entera disposición. Tomé sus increíbles nalgas con firmeza, y separándolas di rienda suelta a mi deseo, que no era otro que gozar de él. Mi lengua se volvía loca por momentos, recorriéndolo con ansia, y mi polla, definitivamente, había decidido escapar definitivamente de mis pantalones, asomando por encima del cinturón. Pero no quise prestarle atención, y sí a su coño, rasuradito, y exquisito, que me lancé a devorar. Para ello, bajé su culotte hasta los tobillos (qué excitante me parece una mujer, en tacones, y con su ropa interior en los tobillos), me coloqué por delante y empecé a mimarlo como tanto deseaba. Agarraba con fuerza su culo, negándome a soltarlo, sin dejar de comerle el coño, y cuando estaba a punto de levantarme para cambiar de posición, se abrió la puerta… Eran dos chicas que contemplaban la escena asombradísimas, hasta que acertaron a decir: Pero, pero… ¡¡¡Pero si es Siria Hussy, la actriz porno!!!

Continuará….


P.S. Obviamente, aquí no incluiré lo de "Fantasía... ¿O realidad?". Le dije a Siria vía twitter que me encantaría que protagonizase uno de mis relatos, y encantadora como es, me dijo que encantada de ser mi prota. Así que aquí está. Mi más sincero agradecimiento, y ha sido un auténtico placer tenerla por aquí...

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