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La vendedora ambulante y mis ganas.

Muy buenas, ésta es la primera vez que escribo en la página, y me gustaría contarles una historia que me pasó no hace mucho tiempo, y todavía no se la he contado a nadie de vergüenza. Por ese motivo me gustaría compartirla con ustedes, en el anonimato. En fin, todo ocurrió en el invierno pasado; yo trabajo en un local de venta al público, y vendo herramientas de trabajo, así como maquinarias entre otras cosas. Somos tres en el local y cuando ocurrió esto, yo estaba solo. Todo fue a propósito sumado a la casualidad. La casualidad era que mi jefe estaba de vacaciones, entonces nos encontrábamos sólo Jorge (el empleado) y yo. Lo que fue a propósito, es que yo siendo el encargado (cuando el jefe no se encontraba) tenía poder sobre Jorge, y así fue que cuando vi entrar a la vendedora de artículos de libreraría casi a la hora del cierre, el morbo en mi cabeza contribuyó a dejar que Jorge se marchara más temprano. ¿Por qué? Porque en milisegundos planifiqué todo. Les contaré primero sobre ésta vendedora. Viene cada tanto al local, y quiere que le compremos algunos artículos de librería, así tales desde lapiceras hasta cuadernos. Sus precios son realmente caros, y siempre trata de vendernos algo casi a modo de ruego. Ésta muchacha, debe tener más de 30 años. Hace mucho cuando venía no estaba tan mal, y a modo descriptivo es rubia, tiene ojos claros, y en su momento conservaba unas curvas bastante prominentes. Se dejó estar por la malaria de no tener dinero, y tal vez se inclinó a las drogas y a la bebida, porque se la fue viendo bastante demacrada con el correr de los años, y sus ruegos por vender eran cada vez más desesperados. Es muy linda de cara, y tiene unos labios muy gruesos y carnosos. Ahora, actualmente, está medio gordita, y se le fueron deformando realmente los rasgos. Sigue conservando sus labios gruesos, pero se le nota la cara bastante hinchada, y ya no es tan bonita como antes. Eso sí, con su exceso de peso le crecieron las tetas de una manera muy considerada (las cuales ya eran grandes), y el culo se le fue de tamaño junto a sus caderas. Debo decir, que el morbo de lo que ocurrió después, fue por mi afición a las mujeres rellenitas. Tengo 25 años y soy un tipo flaco, de contextura pequeña, y no muy alto. Cualquiera diría que las gorditas no son mi predilección, pero no es así. Mi morbo fue en aumento, y eso fue la gota que derramó el vaso.
Así fue que ese día, llegando casi a la hora del cierre (a las 13 horas) la ví entrar. No había mucha gente en el negocio, y a 5 minutos de cerrar le dije a Jorge. <<Che Jorgito, ¿Querés que me quede un toque yo? Digo, yo me quedo acá tranquilo a comer, y vos tenés que irte hasta tu casa a darle de morfar a tus pibes. Capáz se llena de gente y y te vas más tarde>>. ‘‘¿Seguro?’’ Me respondió él medio consternado, a lo cual le respondí que sí muy concretamente. Jorge terminó de atender a quién estaba en su momento de cliente, y luego tomó sus cosas y se fue. En el interín en que yo le abría la puerta a Jorge, se me acercó ésta muchacha (como siempre parecía apurada, y muy maleducada) preguntando si necesitaba algo. Le dije que sí, pero que me aguardara un segundo. Ella esperó a un costado medio impaciente; realmente es irritante cada vez que viene. Terminé de atender a un cliente, y nos quedamos solos. Me le acerqué de costado y me dijo casi como lanzándome todo lo que tenía encima:
- Mirá, tengo estos dos fibrones muy buenos a 10 pesos cada uno – Agarré los fibrones, los miré detenidamente (en realidad estaba tomando coraje para hacer lo que tenía en mente) y le dije entregándole uno, y quedándome con el otro en la mano.
- ¿10 pesos éste?
- Sí – me dijo moviendo la cabeza
- Okay… te doy 20 pesos – le dije entrando en una negociación que parecía realmente absurda, porque su cara fue realmente de extrañeza.
- Entonces te llevás los dos – me dijo muy acertadamente.
- No… 20 pesos por éste sólo, y… - me detuve un momento, no sabía cómo encarar la situación, y luego recordé palabras de Jorge jodiendo con éste tipo de cosas, entonces le respondí muy avergonzado y casi riendo como un idiota – el resto es el vuelto - Y me quedé medio colorado sin mirarla a los ojos.
Se ve que había entendido hacia donde iba y me dijo:
- ¿El vuelto?... No entiendo – repuso de manera pícara pero sonando ofendida.
-Sí, ya sabés – le dije como haciéndome el serio.
- ¿10 pesos? – me volvió a reiterar, y jamás se concretaba nada. Tomé valor.
- Sí, 10 pesos - le dije para poder mover rápidamente mi cabeza, conectando mi bulto y su cara con mi mirada.
- ¿Vos me viste cara de puta barata? – Me dijo enojada.
- Pero pará, no te estoy pidiendo una cosa de locos… un pete y nada más, che.
- Cerramos en 15… o sea, 25 pesos por el ‘‘fibrón’’ – me dijo ya muy segura cargándome, y de manera muy veloz para responder. Solté un ‘‘dale’’ de victoria y regocijo porque el momento de miedo e incomodidad había pasado, y me dirigí a cerrar la persiana.
Después de cerrar la persiana, me acerqué a ella que estaba en la puerta a un costado del mostrador (la persiana es pasando toda la vidriera delante del mostrador) y me dijo: ‘‘¿Dónde lo hacemos?’’, y yo me quedé pensando; no quería llevarla hasta la oficina porque era una desconocida, y la oficina del jefe, era la oficina del jefe. Se me ocurrió ahí mismo, en la puerta: yo parado, y ella de rodillas. Le dije ‘‘Acá mismo’’. Ella soltó las cosas que tenía en sus manos, y apoyándolas a un lado se arrodilló frente a mí. Me desató el cinturón, y me bajó el cierre del pantalón. Seguido a esto, agarró los bordes de arriba del pantalón y de los bóxers juntos, y los bajó rápidamente. Me saltó la verga como un resorte apuntando para adelante, porque a todo esto, ya estaba muy excitado y la tenía durísima. Me la agarró con la mano derecha mirándola muy fijamente y soltó con un tono medio asqueada, torciendo la boca: ‘‘¡Estás al re palo nene!’’ y para mi sorpresa, me empezó a chupar los huevos mientras me pajeaba muy lentamente. A todo esto ni pensaba en contagios, o cosas por el estilo, porque después de una linda lamida en los huevos, fue subiendo con la lengua por todo el tronco, hasta terminar en la cabeza y así meter toda la boca de lleno, y me olvidé de todo. Empezó el cabeceo de adelante para atrás y de adelante para atrás. Estaba gozando realmente y ella seguía con el cabeceo y el ‘‘chuick – chuick’’ de la boca chupándome la pija muy ensalivada ya. Mientras me acariciaba los huevos, seguía sin siquiera respetar su garganta y su necesidad de respirar, era un ir y venir del glande a los huevos con suma velocidad, con pequeños ‘‘cofs’’ de por medio, y yo ya sentía que en cualquier momento me corría; pero se detuvo un minuto, se sacó la pija de la boca y me miró desde abajo con esos ojitos celestes y la boca que le chorreaba de baba y me dijo:
- Ojo donde vayas a acabar.
- ¿Y dónde querés que acabe?
- Avisáme pelotudo.
- ¿Algún problema en tragarla? – le dije haciéndome el canchero.
-Ni en pedo.
-Te ofrezo 10 más – le dije como si ya no importara ni el dinero ni el fibrón (que nunca importó, obviamente)
- 15 – me dijo en pos de negociar.
- Mirá – le dije pensativo, como si me la hubiese visto venir, y la tenía preparada – 20 con una turca incorporada. Me dijo ‘‘25’’ y con la calentura que tenía encima, acepté. No parecía un buen negociador, pero todo seguía siendo barato. Volvió a metérsela en la boca, y la agarré de los pelos (como si ya hubiera más confianza por las negociaciones) y le empecé a empujar la cabeza contra la pelvis. Ella siguió chupando de lo lindo. Llegó el final felíz, y tuve un hermoso orgasmo. Se la sacó de la boca y trago sin ninguna dificultad. Yo seguía al palo con la pija parada, mientras ella se paraba y me decía mirándomela:
- Estás al palo pendejo, ¿La ponés vos?
-Y, fácil a seis meses que no.
- ¿Seis meses?
- Y sí, desde que corté con mi novia, no pasó nada de nada, ni siquiera ir de putas.
- ¿Y me viste la cara de puta a mí? – sin responder nada de vergüenza (y sabiendo que lo era, y que aparte su cara también la delataba) ella siguió con un ‘‘y buem’’ y se empezó a sacar la polera que llevaba puesta (violenta, no me la olvido más). Dejó al descubierto la remera que llevaba puesta, y se la sacó para tirarla de costado junto a la polera. Quedó solamente con el corpiño puesto, y ya se notaban los dos pedazos de cosas que tenía. Obviamente, quedó al descubierto su panza ya flácida con algunos rollos, pero eso no importaba. Me gustaba, y me ponía más al palo. Las tetas se veían hermosas medio sobresaliendo del corpiño, hasta que se lo empezó a desabrochar y lo dejó caer junto a ese par de gomas gordas que rebotaron en su panza. Sus areolas eran inmensas. Me encantan las areolas grandes, y éstas eran medio amarronadas con un diámetro casi cómo de 7 centímetros, ¡Qué se yo!, eran enormes. No podía creer lo que veía, se me caía la baba. ‘‘Ufff, qué tetas’’ se me escapó, y me miró con una mirada indiferente, como si ya diera por aludido ese hermoso par de tetas que tenía. Se arrodilló de nuevo, se agarró las dos tetas, y las calzó entre medio de mi poronga, y así me empezó a pajear con las gomas. Estuvo un buen tiempo, a veces paraba un rato, me pajeaba rápidamente con la mano, y volvía a meter las dos tetas. Ya estaba a punto, y ella se notaba que había agarrado más entusiasmo. Entre el interín de la turca, me pajeaba, y me lamía un poco el glande, eso avivó mi orgasmo. Acabé de nuevo mientras me pasaba las tetas, y el chorro se dirijió a la cara, obviamente. Soltó todo, y me dijo:
- ¡Dale pelotudo! – y se alejó y se puso de pie mientras se sacaba la acabada de la boca.
- Pero antes te la tragaste – le dije muy serio y enojado de su reacción.
- ¡Si, pero ya lo habíamos arreglado eso, pendejo! – me decía mientras yo estaba perdido en las tetas que se le movían estando parada, y me pajeaba porque me había cortado el chorro de leche. A todo esto, en un silencio de mi parte por calentura, y un limpiarse ofuscado de ella, me volvió a mirar y me dijo con tono imperativo:
- Bueno nene, dale… - la miré - ¿Me vas a cojer o no me vas a cojer? – abrí los ojos enormemente - Dejá de manosearte el ganso como un boludo ahí parado.
- ¿¡Qué!? – le dije totalmente sorprendido. Se ve que había quedado caliente, o necesitaba más guita, ¡Qué se yo! Pero seguía asombrado.
- ¡Y sí, pibe!, mucho pete, mucha turca, pero hagámosla completa, dale, cojéme pelotudo… son 25 pesos más - Salido de mis casillas, y con una respuesta casi inmediata le dije.
– ¿Te puedo dar por el orto también?
- Eso son 50 pesos, mi vida – me dijo acercándose con una carita mucho más tierna, y agarrándome la pija. Se agachó de nuevo, y me empezó a chupar la poronga otra vez. Le respondí que sí, y me dejé llevar por el momento. Me la estuvo chupando un rato más, porque ante el pete, la turca y la paja, había quedado medio flojita, pero la volvió a revivir para el garche. Se paró mientras me seguía pajeando y me dijo mirándome a los ojos ‘‘¿Dónde me cojés?’’ Yo ya había pensando en la oficina, ya no me importaba nada, y la llevé de la mano enseguida para allá. Agarré un forro que tenía en un cajón de un escritorio, y así mientras me lo ponía ella se desvestía. Tenía la concha peluda, y los labios interiores salidos para afuera. Era una belleza ver esa vulva entre medio de esos pelos rubios, bajo una panza que le hacía un poco de sombra. Me senté en la silla de la oficina, y ella se me puso arriba mirándome. Me agarró la verga muy descaradamente, se la acomodó ella solita, y se sentó plácidamente hasta que su culo chocó mis huevos. Me empezó a saltar arriba de la poronga, con pequeños gemidos, y yo disfrutaba de ver esas tetas subir y bajar delante de mis ojos. No hice otra cosa que hundir mi cara en esas gomas, y le chupaba cada pezón lamiendo todo el diámetro de las enormes areolas con un gusto inmenso. Me gemía cada vez más fuerte, y yo me re calentaba cada vez más, y no le largaba las tetas. Las acariciaba, las manoseaba, las chupaba, estaba perdidamente enamorado de esas tetas gordas. Volví a acabar, nos detuvimos, y nos paramos de la silla. Me miró, me agarró de la cara, y me metió terrible beso, y la transa me pareció algo raro, pero me enganché como loco, y estuvimos un rato transando en pelotas ahí parados. Volvió a pajearme mientras me soltaba la boca, y se dio vuelta para apoyarse contra el escritorio. Quedó con el culo que me apuntaba, y mientras empezaba a chuparse el dedo índice, yo no hacía nada. La miraba idiotamente. Se metió el dedo en el culo. Se lo sacó, se lo volvió a chupar, y a todo esto, yo seguía mirando y no hacía otra cosa que mirarla. Estaba totalmente idiota, tal vez por una fantasía cumplida, o la falta de sexo por meses. Se abrió los cachetes del culo y me dijo ‘‘¿Y boludo?, ¿Me la metés o no me la metés?’’ Yo estaba contento de excitación de verle el culo entero en cuatro. Era ese culo gordo, que me regocijaba. No era un culo flácido, sino un culo muy gordo y parado, algo hermoso. Me le acerqué, ella en cuatro contra el escritorio, apoyé mi mano izquierda en un cachete (que desbordaba de mi mano) y le metí un dedo en el culo, y lo empecé a mover muy lentamente, para dilatarlo un poco, para después meter el otro. Los saqué y mi reacción fue simplemente la de llevarlos a mi naríz. Empecé a olerme los dedos con ese olor a culo, a mierda, y un poco más acabo ahí. Estaba morbosamente excitado, y ella soltaba alguna que otra risita. Me chupé los dos dedos, y se los volví a meter. Así hasta dilatar un poquito más, y ya poder meterla. La fui metiendo de a poco, y ella suspiraba. Eso fue una hermosa culeada, ella gemía de la misma manera que antes, y yo gozaba muy en serio. Después del mete-saca, y el ruido del escritorio rechinando por el movimiento, volví a acabar, y al sacarla, la punta del forro estaba llena de mierda. Me re calenté de nuevo, y así como estaba, le volví a abrir los cachetes, y le empecé a chupar todo el agujero del orto. Le lamí el culo un buen rato, y junto con esa hermosa vagina de labios salidos para afuera, me encontré con un mundo de olores, porque su vagina desprendía un olor rancio muy fuerte, un clásico de una concha sucia que se mezclaba con el hedor a caca del culo, y me calentaba aún más. Cuando le pasaba la lengua por la vulva, mi nariz disfrutaba apoyarse y oler ese ano bien negruzco (eso me volvió loco también) Ella soltaba ‘‘¡Ay nene!’’ de a ratitos, sólo eso, al parecer re caliente, mientras se frotaba el clítoris con los dedos cuando yo le chupaba el culo. Me separé de ella, seguía en cuatro frotándose y gimiendo sola, y se la volví a meter por la concha, a la par de un ruido gutural que sólo pudo soltar de calentura; y de nuevo al mete-saca. Estuvimos un rato más, hasta que ella acabó placenteramente, y sentí el hermoso goce de su orgasmo, y enseguida me hizo acabar a mí también. Se incorporó, se dio vuelta, me agarró la cara y transamos un rato más, yo parado y ella medio sentada en el escritorio. No apartaba mis dedos de su concha que entraban y salían desmedidamente, mientras ella se tocaba el clítoris. Cuando me asomé a ver la hora, dije: ‘‘¡La puta madre! ¡Ya tengo que ir abriendo!’’, a lo que ella contestó un ‘‘pagáme’’ muy seriamente, y así le dí los 50 pesos. Algo muy extraño, me besaba muy tiernamente, pero respondía secamente. Nos vestimos, fuimos para adelante, y le dije que esperara que primero subía la persiana y después de un rato, ella saliera, para no despertar sospechas. Me dijo está bien, y quise darle un beso. Me sacó la cara y me dijo ‘‘no te emociones nene’’. Y me fui a abrir la cortina. Mientras subía la persiana, ella se fue como escapándose. Me quedé mirando como se iba mientras me olía los dedos con total lujuría. Fluidos vaginales y mierda habían pasado por ellos. Me liquidaba el morbo, y estaba feliz. No la ví más desde ese entonces, y no sé si estoy esperando volver a verla o no. La pasé como en el cielo, y me gustaría garchármela de nuevo. En fín, ¡Me saqué un peso de encima con esto!
¡Saludos!
Pd: La historia realmente es ficticia, sólo quería corroborar qué tan real pudo haberles parecido desde un comienzo. Todo lo escrito en cierta medida, es una fantasía recurrente en mi cabeza, de la cual me gustó plasmarla a modo de relato. Si les gustó, tengo otras cosas en mente por escribir. ¡Muchas gracias!

3 comentarios - La vendedora ambulante y mis ganas.

martinfcd +1
La historia es bastante creíble, igual si no lo fuera lo contas con una calentura contagiosa.
perestroika
Me alegro porque la intención justamente era contagiar eso. Gracias por el comentario.