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un relato que me recalento

Disfrutenlo...

"El Vecino Piloto."

Todo empezó una tarde que Carla volvía del colegio privado, envuelta en su minifalda gris de paño tableada, su camisa blanca (algo transparente) y sus medias de color azul marino. Con los libros en la mano quiso tocar el botón del ascensor de su edificio pero le resultaba muy incómodo porque sus libros resbalaban en sus brazos. En ese momento su vecino del 4to. C (el elegante oficial de fuerza aérea que tantas veces la saludaba en los pasillos del edificio, un hombre fornido de 27 años, con su uniforme azul que resaltaba el color miel de sus ojos, y su mentón pronunciado, algo agresivo, bien afeitado y mostrando su gran sonrisa de dientes blancos brillantes) acude en ayuda de Carla presionando el botón del ascensor desde la espalda de la joven. Carla volteó, lo miró por unos segundos sin apartar la vista de la brillante sonrisa del piloto, le agradeció como pudo y se metió al ascensor caminando hacia atrás.

El piloto entró detrás de ella y se presentó como Ignacio del Solar, le tendió la mano a Carla y ella le dio la suya. Saltaron chispas en ambos, a Carla se le cayeron los libros y sin pensarlo se agachó a levantarlos. Ignacio atinó a ayudarla, pero entonces descubrió que en las paredes espejadas del ascensor se reflejaba el culo redondo de Carla, que, en cuatro patas, dejaba ver su tanga blanca mientras trataba de acomodar las hojas desparramadas por el piso del ascensor.

Carla era puta por naturaleza, no era casualidad que llevara una tanga debajo de una pollera tan corta al colegio al que asistía, le gustaba el sexo, le excitaba prácticamente todo, a menudo se masturbaba mirándose al espejo, era la puta más linda de todas, ella lo sabía. Su pelo color caramelo, sus ojos verdes, sus labios gruesos, sus tetas grandes y redondas, su pequeña cintura, su culo redondo, parado, tonificado como sólo una puta de 18 años lo puede tener, firme, sin celulitis o estrías, blanco como toda su inmaculada piel. Ella se gustaba, y sabía que le gustaba a los hombres, entonces tomó su oportunidad con el piloto.

Adrede, se agachó un poco más y curvó su espalda, elevando aún más su perfecto culo para que su minifalda de paño gris tableada se levantara aún más, miró al piloto y vio que éste no podía quitar sus ojos de su culo, entonces abrió un poco más sus piernas, terminó de acomodar sus libros y se incorporó con un gemido.

- Qué calor hace en este ascensor!! – dijo mientras desabotonaba tres botones de su blanca camisa.

El piloto tragó saliva como pudo y asintió con la cabeza. Quiso tapar su erección con sus manos pero era demasiado evidente, entonces se armó de valor y le dijo

- No te parece que eres muy chica para andar provocando hombres en un ascensor?

- Si no te hubiera gustado no hubieras mirado – le respondió ella, acercándose un poco para incomodarlo.

- El problema es que me gustó demasiado lo que vi, y ahora quiero ver más… No me puedo quedar así, sabes que me voy a masturbar cuando salga de acá. Pero me gustaría que me acompañaras, así me dejas ver el culito completo…

El ascensor se detuvo en el cuarto piso. las puertas se abrieron, Ignacio bajó y se quedó sosteniendo la puerta para que Carla saliera, la joven dudó un momento pero salió tras el piloto.

Entraron en el departamento de Ignacio, él cerro la puerta y tiró los libros de Carla al suelo.

- Por qué no los levantas otra vez?? – dijo mientras se sacaba la parte superior de su uniforme y los zapatos. Sentado en un enorme sofá, desabrochó su pantalón y le mostró a Carla su enorme miembro erecto y brillante, como su sonrisa.

Carla volvió a inclinarse en cuatro patas, mientras le mostraba el culo. Ignacio había empezado a masturbarse suavemente mientras la miraba, Carla se incorporó y empezó a desabotonarse la camisa, sacándola de adentro de su minifalda gris tableada. Le excitaba ver a Ignacio masturbarse, le gustaban sus abdominales, sus pectorales, sus brazos grandes y fuertes, pero era su pene el que la hacía estremecerse, calentarse, mojarse… Se quitó la falda lentamente, y con la sensualidad de una bailarina se quitó también la ropa interior, sólo vestía sus medias azul marino hasta la rodilla.

Ignacio no podía creer lo que veía, toda depilada, con esas tetas de pezones rosados erectos esperando el calor de su lengua. Se levantó del sofá. Caminó hasta Carla y la agarró del culo, la besó con fuerza, con desesperación. Carla gemía, estaba excitada, mojada, ardía por dentro y por fuera, y quería sexo, sexo duro, desenfrenado, quería que Ignacio le hiciera todo, le lamiera todo, le cogiera todo.

- Pendeja de mierda, mira lo que me hiciste?? Te voy a tener que coger mucho para que se me baje la verga ahora… – Le dijo Ignacio al oído mientras la apretaba contra una pared.

- Qué me vas a hacer?? Tocame toda, chúpame toda, cógeme toda… Quiero ser tu puta, decime puta!! – le contestó Carla entre gemidos.

- Vamos a la cama que tengo ganas de tomarme un juguito tuyo, putita – dijo el piloto mientras la arrastraba a la habitación.

La tumbó en la cama, la miró y se abalanzó sobre ella, primero le escupió la vagina, y empezó a masajearle el clítoris con sus dedos, Carla gemía insaciable. Le metió un dedo, mientras con la lengua le daba golpecitos a su clítoris. Le metió otro dedo, los hacía entrar y salir mientras jugaba con su lengua en el clítoris de Carla. Carla no lo soportó más, y se fue en un electrizante orgasmo, húmedo y caliente que le dio a Ignacio el jugo que tanto buscaba, le sorbió la vagina, y pasó la lengua por sus labios para que no se le escapara nada del néctar sexual del sexo de Carla.

- Qué rica que estás, nenita!! Me vas a dar más de ese juguito o te lo tengo que volver a sacar con los dedos?? – decía Ignacio mientras se chupaba los dedos que había introducido en la vagina de Carla. – Ahora te toca a vos sacarme juguito, tenes ganas de tomarte una leche calentita?? – y le mostraba la verga cerca de la cara.

Carla estaba agotada, pero muy excitada, los pendejos de su edad no la chupaban así, y no tenían la verga tan grande y jugosa. Se le hacía agua la boca. Le agarró la verga con las dos manos y se la metió de lleno en la boca, sus labios gruesos y calientes envolvieron el miembro erecto y duro de Ignacio, Carla empezó a sobarlo, primero suavemente, después con más fuerza, de vez en cuando lo golpeaba contra su lengua y lo escupía, y de vuelta lo metía en su boca y lo introducía hasta el fondo. Esa verga le gustaba, le gustaba tanto que empezó a mojarse de nuevo, y llevando una mano a su vientre se empezó a tocar el clítoris mientras chupaba la verga más grande y jugosa que había visto en su corta pero atareada vida sexual. Ignacio la miró por el espejo en la pared, mientras le chupaba la verga y se masturbaba, la agarró de los pelos y empezó a bombear con más fuerza su miembro dentro de su boca.

- Dale puta, que te acabo en toda la boquita. Te gusta la verga?? Queres la leche?? Te la vas a tragar toda?? Quiero ver como te tragas mi leche con esa boquita golosa de puta que tenes.

Carla se tocaba cada vez con más fuerza y más fricción mientras la verga de Ignacio le llegaba a la garganta. Y de repente llegó, la notó más dura, y empezó a convulsionar, como latiendo, mientras arrojaba ese líquido blanco amargo en su garganta. Todo el semen del piloto dentro de su boca, y lo saboreó, lo pasó por sus dientes, su paladar, su lengua entera. Mientras aún lo tenía en la boca, se metió un dedo y sacó un poco de semen, que se untó en los enormes y rojos labios, algo irritados de tanto chupar verga. Después tragó, y como si fuera la crema de un capuccino, se pasó la lengua por los labios para recuperar el semen que se había untado ahí.

- Mmmmmm, vos también sos muy rico… – le dijo mientras Ignacio recuperaba el aliento.

- Te gustó, putita?? Todavía no terminamos…

Ignacio se la llevó al sofá, se sentó y la ayudó a ella a sentarse encima de él, dándole la espalda, Carla con sus rodillas a los lados de Ignacio, esperaba ansiosa la penetración. Ignacio metió tres dedos en la boca de Carla, Carla los lamió, les dejó bastante saliva. Ignacio llevó los tres dedos a la vagina de Carla y la frotó, quería humedecerla, pero se dio cuenta que no hacía falta, Carla estaba empapada en jugos. Acomodó la verga y bajó un poco la cintura de Carla para penetrarla. La verga de Ignacio entró perfectamente y Carla gimió de nuevo. Empezó a cabalgar encima del piloto, cada vez con más fuerza y velocidad, ya no gemía, gritaba de placer, le pedía más, más fuerte, más duro…

- Te gusta, puta?? – le susurraba Ignacio al oído.

- Sí!!! Síiiiiiii!!! – respondía Carla con gritos entrecortados. – No pares nunca de cogerme!!! – le rogaba entre gritos y gemidos.

Ignacio acercó su mano húmeda al clítoris de Carla, y comenzó a masajearlo mientras le seguía metiendo la verga bien adentro en la vagina. Con la otra mano la sostenía de la teta, apretando su pezón y ayudándola a moverse y no perder el ritmo. Carla volvió a acabar, le bañó la verga en jugos. Ignacio, sin perder el tiempo, aprovechando la confusión orgásmica de Carla, sacó la verga de su vagina, y con un rápido movimiento, la apoyó en el ano de Carla, la joven, cayendo por su propio peso, introdujo la verga de Ignacio en su redondo y firme culo, gritó, primero de dolor, pero después de placer, nunca había tenido una experiencia anal, pero le estaba gustando. El piloto, mientras la cogía por el culo, le volvió a meter los dedos en la vagina, en su vagina perfectamente depilada, chorreando jugo orgásmico que empapaba la mano de Ignacio. Carla montaba la verga de Ignacio con adicción. Tenía el culo bien dilatado y la vagina toda mojada, Ignacio jugaba en su clítoris, y le metía los dedos en la vagina, después volvía a su clítoris, y Carla explotaba de placer, de deseo, de sexo.

- Acabame adentro de la cola, lléname la colita de leche!!! Quiero toda tu leche calentita adentro de mi culito!!! Acabame adentro!!! – gritaba Carla mientras Ignacio seguía bombeando la verga adentro de su culo.

- Te acabo todo el culito, putita?? Queres la lechita adentro, pendeja puta?? Me voy adentro de tu culo, puta!!!

Y acabó, con la verga todavía latiendo adentro del culo de Carla, sacó los dedos se su vagina y se los lamió.

- Qué rica que sos, pendeja!! – volvió a decir relamiéndose los dedos.

Carla estaba exhausta, le temblaban las piernas, le dolía la mandíbula, le latía el sexo. Se levantó como pudo, se vistió torpemente, levantó sus libros, abrió la puerta del departamento del piloto, y antes de desaparecer en el pasillo, se dio vuelta, lo miró con sensualidad mientras él se apoyaba en el marco de la puerta y le dijo en tono bajo:

- Mañana llego a la misma hora…

2 comentarios - un relato que me recalento

DGE1976
Buenisimo quiero conocer a Carla YA!!!