No durmió en toda la noche. Su novio intentó hacerle el amor, pero ella le rechazó. Las escenas junto a Paco en el campo se rebobinaron en su cabeza una y otra vez. Al mediodía se celebró el cumpleaños de su hermana Carmen en el chalet de sus padres. Acudieron toda la familia y todos los amigos de ambos, en total más de cuarenta personas. Ella, pensativa todo el tiempo, era incapaz de mirar a su hermana a los ojos y estuvo pendiente del comportamiento de su cuñado, quien apenas le hacía caso y se comportaba como si nada hubiera sucedido. Tenerle tan de cerca le calentaba la vagina, se veía invadida por esa sensación frenética. Quería evitarla, pero resultaba irresistible, hasta le dio de lado a su propio novio, bastante preocupado por su comportamiento. Al anochecer se agotó el alcohol y Paco se ofreció para acercarse a la ciudad a comprar un par de botellas. Se le presentaba otra oportunidad para estar a solas con él. Cuando se dirigía hacia el coche, ella se le acercó.
- ¿Dónde vas, Paco?
Su cuñado la examinó. Vestía una minifalda vaquera ajustada, sin medias, y una camiseta elástica de color negro, corta, por encima del ombligo, que definía el volumen de sus pechos.
- A por whisky.
- Yo tengo en casa un par de botellas. Si quieres te acompaño.
- Venga.
Pablo, su novio, la vio montarse con Paco en el coche. Un aluvión de celos le abrasó las entrañas. Miró hacia Carmen, su cuñada, y le llamó la atención indicando hacia el coche.
- ¿Dónde van?
- Mi hermana dice que tenéis dos botellas en casa y que no hace falta comprar ninguna. Paco irá a llevarla.
No conforme, se levantó y se fue a dar un paseo par calmar sus nervios. Sabía que a su novia le pasaba algo, pero sólo se sinceraba con Paco.
Paco conducía y de vez en cuando la miraba y sonreía. Una de las veces le asestó una palmada en los muslos de las piernas y aguardó su reacción, pero ella ni se inmutó.
- ¿Cómo estás, cuñada?
- Bien, muy bien.
- ¿Te lo pasaste bien? -. Ella sonrió nerviosa -. No pasó nada, mujer -. Le asestó otra palmada, esta vez acompañada de una larga caricia por todo el muslo -. ¿Te gustó mi leche?
- ¡Paco, no seas guarro, anda!
- Dime, ¿te gustó?
- Sí, y anda mira hacia delante.
- ¿Qué bragas llevas?
- Unas normales.
- Enséñamelas.
Obediente y bastante cachonda, elevó el culo y se subió la falda hasta la cintura exhibiendo sus braguitas de satén color crema. Paco alargó el brazo y le apartó la parte delantera hacia un lado dejándole el coño pelirrojo a la vista. Le atizó varias palmadita. Después elevó el brazo y le introdujo bruscamente dos dedos de la mano dentro de la boca. Ellas percibió una arcada al lamer las asperezas de las yemas. Después le metió un tercero y el meñique, y empezó a agitar el brazo follándola con la mano por la boca mientras conducía con la otra. Laura procuraba chuparle toda la mano con la boca muy abierta mientras las babas le colgaban de la comisura y le goteaban en el escote. Paco movía la mano muy deprisa como si le introdujera un pene y ella le sujetaba la muñeca como para frenarle. Las babas le caían a chorros. Retiró la mano de golpe y ella tomó aire bruscamente vomitando varios salivazos. Volvió a palparle el coño mediante palmaditas y de nuevo la sujeto por los pómulos agitándole la cabeza. Le metió el pulgar y ella tuvo que chuparlo. Después, con rudeza, le metió la mano en el escote y le manoseó las tetas apretujándolas con fuerza. Ella se quejaba débilmente ante la brusquedad que ejercía su cuñado. Seguía conduciendo con una sola mano sin dejar de tocarla por todos lados.
- Date la vuelta, quiero verte el culo... -. Ya con los flujos empapándole el coño, se subió en el asiento arrodillándose, de espaldas a él, y pegó la cara al cristal de la ventanilla. Procuró inclinarse lo suficiente para ofrecerle a su cuñado su delicioso y blando trasero. Paco agarró las bragas y se las bajó de un tirón - Ábretelo.
Echó los brazos hacia atrás y se abrió la raja dejando al descubierto su ano tierno y rojizo. Paco se escupió en la yema y se la pasó por encima. De vez en cuando miraba hacia delante para no descuidar la dirección. Volvió a taponarle el ano con la punta del dedo índice y poco a poco le introdujo el dedo hasta el nudillo. Ella contrajo las nalgas y emitió un gemido de dolor. Comenzó a follarla con el dedo al son de los débiles gemidos. Le retiró el dedo y lo llevó a su boca.
- Chupa -. Laura le lamió la yema probando el sabor de sus propias heces -. Estás muy buena.
Le atizó una sonora palmada y le dejó señalada la mano. Ella retiró los brazos y la raja se cerró. Estaban llegando a casa. Temerosa de ser vista por los vecinos, volvió a sentarse y se subió las bragas. Paco aparcó junto a la puerta principal. Se apearon y ella abrió consciente de que el juego no había terminado. Nada más entrar y empujar la puerta, su cuñado la abrazó por detrás y le bajó bruscamente el escote dejándola con los pechos al aire. Se los estrujó con fuerza mientras la besuqueaba en la nuca y las orejas. Con la misma rudeza le subió la falta y la dejó en bragas.
- Vamos a la habitación donde follas con ese maricón.
Abrazados y sin parar de manosearla, se dirigieron hasta el dormitorio. Una vez allí, Paco la empujó hacia la cama y ella cayó de espaldas. Sus tetas botaban alocadas. Nervioso, comenzó a desabrocharse la camisa y los pantalones. Ella se incorporó mientras él se desnudaba.
- ¿Qué vamos a hacer, Paco?
Cuando se bajó el slip mostrando su enorme polla erecta, la agarró de los brazos y violentamente la tumbó boca abajo.
- ¡Paco, qué haces! - suplicó con la cabeza pegada a la almohada y sintiendo cómo le bajaba las bragas -. Paco, esto no esta bien. ¿Qué vas a hacer?
- Follarte.
- Paco, no.
Se echó encima de ella movilizándole los brazos. Sintió sus pectorales sudorosos pegados a su espalda y el aliento apestoso en la nuca.
- Cállate, cuñada, vas a probar algo bue...
- Paco, que no...
La polla se introdujo duramente por la entrepierna y le perforó el coño con brusquedad. Ella gritó alocada agarrándose con fuerza a las sábanas. Empezó a follarla ágilmente, con velocidad y asestándole con fuerza cuando la hundía hasta el fondo del coño. Ella se sentía húmeda y gemía fuera de sí, envuelta en sudor, con los ojos abiertos como platos y respirando trabajosamente por la boca. Él meneaba la cadera velozmente y a veces tensaba los brazos para incorporarse y verla tumbada sin parar de chillar. Una de las veces le colocó una fotografía de Pablo junto a sus ojos.
- Mírale, no dejes de mirarle.
Laura, chorreando a sudor, acezaba como una perra y empañaba el cristal del portafotos donde aparecía su novio. Paco le sacudía con violencia en los bajos del culo metiéndole la verga hasta los huevos. Ella no paraba de chillar, abrigada por un placer incalculable. Sus tetas, presionadas contra el colchón, le sobresalían por los costados. Intentaba elevar unos centímetros el culo para que se la metiera mejor. Tras varios minutos, Paco frenó en seco tras un gemido y se dejó caer encima de ella con la cara en su nuca. Laura sintió el manantial de semen en el interior de su vagina. El hijo de perra se había corrido dentro. Tras serenarse, Paco se echó a un lado boca arriba con los brazos extendidos.
- Chúpamela.
Invadida por el placer, se incorporó y se giró hacia el pene, a cuatro patas, dándole la espalda a su cuñado. Agarro la polla con la derecha y se inclinó para lamer los resquicios de la eyaculación, deslizando la lengua alrededor del glande. Al estar inclinada hacia sus genitales, las tetas rozaban la barriga de su cuñado. Mantenía el culo abierto y Paco se fijó cómo del coño manaba semen que le chorreaba hacia las piernas y el vello, incluso alguna gota cayó en el colchón. Le atizó una palmada en una de las nalgas antes de incorporarse y quedar sentado junto a ella. Su cuñada continuaba lamiéndole la polla, a cuatro patas, como una perra que está junto a su dueño. Paco le pasó el brazo por encima del culo para apoyarse. Laura elevó la cabeza y le miró a los ojos sin dejar de sacudírsela muy despacio. Aún estaba algo fláccida, pero no la soltaba. Paco acercó la cabeza y le escupió dentro de la boca y ella se tragó el salivazo sin inmutarse. Las tetas le colgaban hacia abajo y se balanceaban con lentitud.
- No sabía que eras tan puta, cuñada.
- Y tú un cabrón.
Le pasó la mano derecha por el coño y se embadurnó todos los dedos de su propio semen. Después cogió la fotografía de Pablo y untó el cristal como si fuera una tostada. A continuación lo acercó a la boca de Laura.
- Chupa a este maricón.
Laura sacó la lengua y la deslizó por el cristal del portafotos empapándose de la leche viscosa que empañaba el rostro de su novio. La saboreó y se la tragó antes de volver a mirarle. Su cuñado sonreía y ella continuaba sacudiéndosela con la misma lentitud, como si no quisiera soltar aquella enorme verga, una verga que cada vez iba poniéndose más dura.
- Eres un cabrón, Paco.
Le pasó el dedo índice de nuevo por el coño y apresó un último pegote de semen. Se lo adhirió a una de las tetillas de sus pectorales y enseguida Laura comenzó a mamársela hasta dejarla limpia de semen. Se relajó con los ojos cerrados dejando que se la sacudiera con aquella suavidad. Ella mantenía la posición, a su lado y a cuatro patas. Al momento, se puso de rodillas y Laura tuvo que soltársela. Se colocó detrás de ella, le abrió el culo al máximo y le lanzó varios escupitajos. Después deslizó la lengua repetidas veces desde los bajos del coño hasta por encima del ano, hasta probó algunas gotitas perdidas de semen. Ella dejó caer la cabeza contra el colchón y mantuvo el culo en alto gozando del cosquilleo de la lengua. Sintió que se corría. Tras ensalivarle toda la rabadilla, Paco se sacudió la polla, como preparándose para penetrarla. Con la cabeza en el colchón, Laura echó los brazos hacia atrás y se abrió el culo. Paco se la clavó hasta los huevos con una sacudida seca que la hizo gemir profundamente. Tomó un ritmo fuerte, sacudiéndole severamente, pellizcándole con rabia aquellas nalgas blandas y sonrosadas mientras la follaba. Laura gemía escandalosamente y él apretaba los dientes para acelerar el ritmo. A veces le sacudía fuertes azotes en el culo. La polla resbalaba hasta el fondo con enorme facilidad dado el manantial de flujos que brotaba del interior de la vagina. La estuvo follando algo más de cinco minutos sin que ella parara de gemir. Le había enrojecido todo el culo por los azotes y las sacudidas de las caderas. Paco paró en seco y jadeó con los ojos cerrados cuando vertía su leche en el interior de la vagina. Ella aún continuaba abriéndose el culo y sudando a borbotones, con el cabello remojado, sintiendo la inundación en su interior. Paco le sacó la polla limpia de semen y se dejó caer hasta sentarse, bastante fatigado del sobreesfuerzo. Ella también se incorporó quedando de rodillas encima de la cama. Enseguida empezó a gotear leche del coño y a empaparle las bragas. Le miró por encima del hombro cuando se subía el escote y se forraba las tetas.
- Tenemos que irnos, Paco -. Él asintió. Ella se apeó de la cama para dirigirse al cuarto de baño con la fotografía de su novio en la mano y con las bragas bajadas hacia medio muslo -. Nos hemos vuelto locos, Paco.
Regresaron a la fiesta y nadie pareció sospechar nada. Durante el camino de vuelta apenas hablaron. Ella se reunió con su novio y excusó su tardanza alegando que no había encontrado las botellas y que habían tenido que ir a una gasolinera. Trató de comportarse cariñosamente con él con la intención de olvidar lo sucedido y no levantar sospechas. Sería su perdición si la relación con su cuñado salía a la luz, ni siquiera se atrevía a mirar a su hermana, muy enamorada de su marido. Paco no le hizo caso durante el resto de la velada y se emborrachó con los amigos. Pablo le propuso irse y ella aceptó. Hicieron el amor envueltos en el romanticismo que a Pablo le gustaba, nada que ver con la agresividad que empleaba su amante. Tuvo que ocultar su culo de las miradas de Pablo para que no se extrañara de sus nalgas enrojecidas. A pesar de sus intentos por recomponer su vida, necesitó masturbarse cuando su novio se durmió, Paco la había enloquecido con su humillante actuación.
El domingo no supo nada de su cuñado y salió a comer con Pablo. Tenía muchas ganas de follar con él, pero debía mentalizarse de que aquella locura tenía que terminarse. El lunes apenas se concentró en el trabajo. Rememorar las escenas con su cuñado la ponía cachonda y se corría en las bragas a la más mínima, hasta cerró la puerta del despacho y le pidió al interventor que nadie la molestara. Miraba el móvil y el aparato de la mesa, pero no recibió ninguna llamada de Paco. Ella tampoco se atrevió a telefonearle. Debía superar aquel trauma por mucho que le costase. Tal vez Paco también había recapacitado. El martes tampoco tuvo noticias de él. Empezaba a desesperarse y a comportarse de forma arisca con todo el mundo. Llamó a casa de su hermana, pero tuvo la mala fortuna de que fue ella quien atendió la llamada.
- ¿Y Paco?
- Muy liado, llega bastante tarde a casa. ¿Y tú?
- Bien, bien.
- ¿Estás mejor con Pablo?
- Sí, sí, tranquila.
Debía idear cualquier plan para volver a verle. Aguardó toda la mañana del miércoles y nada. Tampoco durante la tarde. Antes de irse a casa, le telefoneó al despacho con la excusa de que tenía un cliente con problemas laborales, pero una secretaria le dijo que ya se había marchado a casa. Se le ocurrió una buena forma de atraerle. Llegó a casa antes que su novio. En el dormitorio, colocó estratégicamente el bolso encina de la cómoda y metió una cámara de video en el interior con ángulo para enfocar toda la cama. Por la noche se comportó de una forma acaramelada y engañó a Pablo vilmente. Le hizo una felación y después él le hizo el amor sin variar la postura, él arriba y ella abajo. Toda la escena quedó registrada en vídeo. El jueves por la mañana pasó la película a un DVD y aguardó una llamada de su cuñado. No la recibió. Ya a última hora de la tarde, decidió llamarle al móvil.
- ¿Qué tal, Laura?
- Bien. Oye, puedes pasarte por el banco. Quiero enseñarte una cosa.
- ¿Qué?
- Una cosa que tú querías ver.
- Qué cosa, Laura, en cuarenta minutos tengo que recoger a Carmen en el gimnasio.
- Bueno, tranquilo, mañana, yo... - se sonrojó.
- ¿Qué es, Laura?
- Nada, había grabado una escena erótica con Pablo y como querías verla...
- Bueno, me paso en un momento.
Aguardó impaciente y nerviosa la llegada de su amante. Estaba muy guapa, llevaba días arreglándose para él. Se había recogido el pelo, llevaba unas faldas plisadas de color blanco, muy sueltas, una camisa blanca de seda anudada en la cintura, medias blancas brillantes sujetas a un liguero y un tanga pequeño de satén, a juego con el liguero. Para agudizar su atracción llevaba unos tacones. En el cuarto de baño se perfumó y se abrió el escote para lucir la ranura que separaba sus pechos. Sabía que sorprendería a su amante. Cuando Paco llegó, enchaquetado y encorbatado, se besaron en el patio de operaciones y se dirigieron hacia el despacho. Le asestó una cariñosa palmada en el trasero y mientras ella caminaba delante le levantó la falda para examinarle el culo. Las nalgas botaban en cada zancada y ocultaban el hilo del tanga.
- Estás muy hermosa. Lástima que no tenga mucho tiempo. - dijo él sentándose en el sofá de visitas.
Laura giró el monitor del ordenador, introdujo el DVD y pulsó "play". Enseguida se sentó junto a su cuñado. Comenzó a reproducirse la escena cuando ella y su novio se besaban al borde de la cama. Paco observaba atento. A los pocos segundos, sin descuidar su mirada de la pantalla, se levantó, se desabrochó la camisa y se bajó los pantalones y el slip hasta los tobillos. Volvió a sentarse y se agarró la polla para meneársela con lentitud. Ella se fijaba en sus genitales con ganas de comérselos. Sintió flujos en sus bragas. Él no paraba de masturbarse sin decir palabra y sin apartar los ojos del monitor. Ella tomó la iniciativa y se volvió hacia él para acariciarle el pecho peludo con la mano derecha. La izquierda la pasó despacio por su robusta pierna. Dio varias pasadas antes de bajar para sobarle los huevos apretujándolos con suavidad. Él la miró y tiró del nudo de la camisa. Ésta se abrió y los pechos se balancearon con suavidad.
- Sigue tú.
Laura sujetó la polla con la mano derecha y mantuvo el mismo ritmo lento. Quería que la escena durara. Con la izquierda no paraba de sobarle los testículos. Él se relajó reclinándose en el sofá mientras ella le masturbaba, atento igualmente a la escena que sucedía en la pantalla. No pudo resistirlo, la vagina le hervía. Retiró la izquierda de los huevos y se la metió por dentro de las bragas para refregarse el coño húmedo. Paco sonrió al verla, la mano actuaba tras la prenda con agilidad. Con una mano se masturbaba ella y con la otra le masturbaba a él. Transcurrieron varios minutos sin que alteraran la posición, después Paco la sujetó de los pelos para babosearle la boca sin que cesara la masturbación.
- Quítate la falda y chúpamela.
Con la misma obediencia de siempre, Laura se levantó y se despojó de la falda. Luego se quitó el tanga y la blusa y se quedó desnuda ante su cuñado, tan sólo con el liguero alrededor de la cintura y las medias blancas. A continuación, se arrodilló para quitarle el slip y los pantalones y se colocó entre sus robustas piernas. Primero Paco se irguió y la sujetó de la nuca para acercarla y besarla bruscamente. Sus enormes tetas aplastaron la polla y los huevos.
- Vamos, chúpamela.
Laura bajó la cabeza, le sujetó la verga por la base y comenzó a chuparla como si fuera un helado. Él continuaba visualizando la película mientras su cuñada le hacía la mamada. Se fijó que meneaba suavemente su culito blando cada vez que se metía la polla dentro. Deslizó la lengua por el tronco de la polla hacia abajo y llegó a los huevos. Comenzó a chupárselos a base de lengüetazos muy seguidos. Paco jadeó secamente y se sujetó la polla para sacudírsela él con más velocidad mientras ella, a cuatro patas, le lamía los huevos. Ella quería dejarle satisfecho, que cada momento fuera especial. Continuaba ensalivándole los testículos cuando él comenzó a jadear nervioso. Se irguió meneándosela con más fuerza. Ella también elevó la cabeza al ver que iba a correrse.
- Sigue chupándolos...
De los huevos colgaban numerosos hilos de babas por la cantidad de saliva. Volvió a lamerlos esta vez con más ansia. Él dio un grito y enseguida saltó semen sobre el rostro y el cabello de Laura, también algunas gotas se esparcieron por el borde del sofá y el suelo. Ella dejó de lamer, aunque se mantuvo a cuatro patas mirándole a los ojos. Paco se escurrió bien la polla, cogió el tanga de su cuñada y se limpió el glande, después consultó la hora y a toda prisa se subió los pantalones y se colocó la camisa y la corbata.
- Me tengo que ir -. Laura se incorporó junto al sofá, postrada ante su amante, con numerosos pegotes de semen repartidos por la cara y el pelo -. Mañana te llamo y quedamos por la tarde -. Sacó el DVD y se lo guardó en el interior de la chaqueta -. Mañana te lo devuelvo.
- Ten cuidado, Paco.
- Descuida. Te llamo.
Le atizó una palmada en la cara y abandonó el despacho. Cuando sintió la puerta, ella continuaba arrodillada junto al sofá. Vio algunas gotas en el borde. Muerta de placer, se inclinó y lamió todas las gotas perdidas, incluso un par de ellas que habían caído en el suelo. Del mismo modo, se relamió los labios y se chupó los dedos impregnados de semen. Luego se sentó en el sofá, abrió las piernas y se introdujo el dedo en el coño para masturbarse con los ojos cerrados. Su ninfomanía resultaba ilimitada. Comprendió que se había vuelto loca y que padecía una obsesiva atracción hacia su cuñado. Regresó a casa abochornada de sí misma, consciente del riesgo que estaba corriendo. Reflexionó acerca de la idea de acudir a un psicólogo, pero desechó la idea, el placer que le proporcionaba su cuñado resultaba muy superior. Incluso lloró de impotencia por ser incapaz de apartar tan incontrolable lujuria.
- ¿Dónde vas, Paco?
Su cuñado la examinó. Vestía una minifalda vaquera ajustada, sin medias, y una camiseta elástica de color negro, corta, por encima del ombligo, que definía el volumen de sus pechos.
- A por whisky.
- Yo tengo en casa un par de botellas. Si quieres te acompaño.
- Venga.
Pablo, su novio, la vio montarse con Paco en el coche. Un aluvión de celos le abrasó las entrañas. Miró hacia Carmen, su cuñada, y le llamó la atención indicando hacia el coche.
- ¿Dónde van?
- Mi hermana dice que tenéis dos botellas en casa y que no hace falta comprar ninguna. Paco irá a llevarla.
No conforme, se levantó y se fue a dar un paseo par calmar sus nervios. Sabía que a su novia le pasaba algo, pero sólo se sinceraba con Paco.
Paco conducía y de vez en cuando la miraba y sonreía. Una de las veces le asestó una palmada en los muslos de las piernas y aguardó su reacción, pero ella ni se inmutó.
- ¿Cómo estás, cuñada?
- Bien, muy bien.
- ¿Te lo pasaste bien? -. Ella sonrió nerviosa -. No pasó nada, mujer -. Le asestó otra palmada, esta vez acompañada de una larga caricia por todo el muslo -. ¿Te gustó mi leche?
- ¡Paco, no seas guarro, anda!
- Dime, ¿te gustó?
- Sí, y anda mira hacia delante.
- ¿Qué bragas llevas?
- Unas normales.
- Enséñamelas.
Obediente y bastante cachonda, elevó el culo y se subió la falda hasta la cintura exhibiendo sus braguitas de satén color crema. Paco alargó el brazo y le apartó la parte delantera hacia un lado dejándole el coño pelirrojo a la vista. Le atizó varias palmadita. Después elevó el brazo y le introdujo bruscamente dos dedos de la mano dentro de la boca. Ellas percibió una arcada al lamer las asperezas de las yemas. Después le metió un tercero y el meñique, y empezó a agitar el brazo follándola con la mano por la boca mientras conducía con la otra. Laura procuraba chuparle toda la mano con la boca muy abierta mientras las babas le colgaban de la comisura y le goteaban en el escote. Paco movía la mano muy deprisa como si le introdujera un pene y ella le sujetaba la muñeca como para frenarle. Las babas le caían a chorros. Retiró la mano de golpe y ella tomó aire bruscamente vomitando varios salivazos. Volvió a palparle el coño mediante palmaditas y de nuevo la sujeto por los pómulos agitándole la cabeza. Le metió el pulgar y ella tuvo que chuparlo. Después, con rudeza, le metió la mano en el escote y le manoseó las tetas apretujándolas con fuerza. Ella se quejaba débilmente ante la brusquedad que ejercía su cuñado. Seguía conduciendo con una sola mano sin dejar de tocarla por todos lados.
- Date la vuelta, quiero verte el culo... -. Ya con los flujos empapándole el coño, se subió en el asiento arrodillándose, de espaldas a él, y pegó la cara al cristal de la ventanilla. Procuró inclinarse lo suficiente para ofrecerle a su cuñado su delicioso y blando trasero. Paco agarró las bragas y se las bajó de un tirón - Ábretelo.
Echó los brazos hacia atrás y se abrió la raja dejando al descubierto su ano tierno y rojizo. Paco se escupió en la yema y se la pasó por encima. De vez en cuando miraba hacia delante para no descuidar la dirección. Volvió a taponarle el ano con la punta del dedo índice y poco a poco le introdujo el dedo hasta el nudillo. Ella contrajo las nalgas y emitió un gemido de dolor. Comenzó a follarla con el dedo al son de los débiles gemidos. Le retiró el dedo y lo llevó a su boca.
- Chupa -. Laura le lamió la yema probando el sabor de sus propias heces -. Estás muy buena.
Le atizó una sonora palmada y le dejó señalada la mano. Ella retiró los brazos y la raja se cerró. Estaban llegando a casa. Temerosa de ser vista por los vecinos, volvió a sentarse y se subió las bragas. Paco aparcó junto a la puerta principal. Se apearon y ella abrió consciente de que el juego no había terminado. Nada más entrar y empujar la puerta, su cuñado la abrazó por detrás y le bajó bruscamente el escote dejándola con los pechos al aire. Se los estrujó con fuerza mientras la besuqueaba en la nuca y las orejas. Con la misma rudeza le subió la falta y la dejó en bragas.
- Vamos a la habitación donde follas con ese maricón.
Abrazados y sin parar de manosearla, se dirigieron hasta el dormitorio. Una vez allí, Paco la empujó hacia la cama y ella cayó de espaldas. Sus tetas botaban alocadas. Nervioso, comenzó a desabrocharse la camisa y los pantalones. Ella se incorporó mientras él se desnudaba.
- ¿Qué vamos a hacer, Paco?
Cuando se bajó el slip mostrando su enorme polla erecta, la agarró de los brazos y violentamente la tumbó boca abajo.
- ¡Paco, qué haces! - suplicó con la cabeza pegada a la almohada y sintiendo cómo le bajaba las bragas -. Paco, esto no esta bien. ¿Qué vas a hacer?
- Follarte.
- Paco, no.
Se echó encima de ella movilizándole los brazos. Sintió sus pectorales sudorosos pegados a su espalda y el aliento apestoso en la nuca.
- Cállate, cuñada, vas a probar algo bue...
- Paco, que no...
La polla se introdujo duramente por la entrepierna y le perforó el coño con brusquedad. Ella gritó alocada agarrándose con fuerza a las sábanas. Empezó a follarla ágilmente, con velocidad y asestándole con fuerza cuando la hundía hasta el fondo del coño. Ella se sentía húmeda y gemía fuera de sí, envuelta en sudor, con los ojos abiertos como platos y respirando trabajosamente por la boca. Él meneaba la cadera velozmente y a veces tensaba los brazos para incorporarse y verla tumbada sin parar de chillar. Una de las veces le colocó una fotografía de Pablo junto a sus ojos.
- Mírale, no dejes de mirarle.
Laura, chorreando a sudor, acezaba como una perra y empañaba el cristal del portafotos donde aparecía su novio. Paco le sacudía con violencia en los bajos del culo metiéndole la verga hasta los huevos. Ella no paraba de chillar, abrigada por un placer incalculable. Sus tetas, presionadas contra el colchón, le sobresalían por los costados. Intentaba elevar unos centímetros el culo para que se la metiera mejor. Tras varios minutos, Paco frenó en seco tras un gemido y se dejó caer encima de ella con la cara en su nuca. Laura sintió el manantial de semen en el interior de su vagina. El hijo de perra se había corrido dentro. Tras serenarse, Paco se echó a un lado boca arriba con los brazos extendidos.
- Chúpamela.
Invadida por el placer, se incorporó y se giró hacia el pene, a cuatro patas, dándole la espalda a su cuñado. Agarro la polla con la derecha y se inclinó para lamer los resquicios de la eyaculación, deslizando la lengua alrededor del glande. Al estar inclinada hacia sus genitales, las tetas rozaban la barriga de su cuñado. Mantenía el culo abierto y Paco se fijó cómo del coño manaba semen que le chorreaba hacia las piernas y el vello, incluso alguna gota cayó en el colchón. Le atizó una palmada en una de las nalgas antes de incorporarse y quedar sentado junto a ella. Su cuñada continuaba lamiéndole la polla, a cuatro patas, como una perra que está junto a su dueño. Paco le pasó el brazo por encima del culo para apoyarse. Laura elevó la cabeza y le miró a los ojos sin dejar de sacudírsela muy despacio. Aún estaba algo fláccida, pero no la soltaba. Paco acercó la cabeza y le escupió dentro de la boca y ella se tragó el salivazo sin inmutarse. Las tetas le colgaban hacia abajo y se balanceaban con lentitud.
- No sabía que eras tan puta, cuñada.
- Y tú un cabrón.
Le pasó la mano derecha por el coño y se embadurnó todos los dedos de su propio semen. Después cogió la fotografía de Pablo y untó el cristal como si fuera una tostada. A continuación lo acercó a la boca de Laura.
- Chupa a este maricón.
Laura sacó la lengua y la deslizó por el cristal del portafotos empapándose de la leche viscosa que empañaba el rostro de su novio. La saboreó y se la tragó antes de volver a mirarle. Su cuñado sonreía y ella continuaba sacudiéndosela con la misma lentitud, como si no quisiera soltar aquella enorme verga, una verga que cada vez iba poniéndose más dura.
- Eres un cabrón, Paco.
Le pasó el dedo índice de nuevo por el coño y apresó un último pegote de semen. Se lo adhirió a una de las tetillas de sus pectorales y enseguida Laura comenzó a mamársela hasta dejarla limpia de semen. Se relajó con los ojos cerrados dejando que se la sacudiera con aquella suavidad. Ella mantenía la posición, a su lado y a cuatro patas. Al momento, se puso de rodillas y Laura tuvo que soltársela. Se colocó detrás de ella, le abrió el culo al máximo y le lanzó varios escupitajos. Después deslizó la lengua repetidas veces desde los bajos del coño hasta por encima del ano, hasta probó algunas gotitas perdidas de semen. Ella dejó caer la cabeza contra el colchón y mantuvo el culo en alto gozando del cosquilleo de la lengua. Sintió que se corría. Tras ensalivarle toda la rabadilla, Paco se sacudió la polla, como preparándose para penetrarla. Con la cabeza en el colchón, Laura echó los brazos hacia atrás y se abrió el culo. Paco se la clavó hasta los huevos con una sacudida seca que la hizo gemir profundamente. Tomó un ritmo fuerte, sacudiéndole severamente, pellizcándole con rabia aquellas nalgas blandas y sonrosadas mientras la follaba. Laura gemía escandalosamente y él apretaba los dientes para acelerar el ritmo. A veces le sacudía fuertes azotes en el culo. La polla resbalaba hasta el fondo con enorme facilidad dado el manantial de flujos que brotaba del interior de la vagina. La estuvo follando algo más de cinco minutos sin que ella parara de gemir. Le había enrojecido todo el culo por los azotes y las sacudidas de las caderas. Paco paró en seco y jadeó con los ojos cerrados cuando vertía su leche en el interior de la vagina. Ella aún continuaba abriéndose el culo y sudando a borbotones, con el cabello remojado, sintiendo la inundación en su interior. Paco le sacó la polla limpia de semen y se dejó caer hasta sentarse, bastante fatigado del sobreesfuerzo. Ella también se incorporó quedando de rodillas encima de la cama. Enseguida empezó a gotear leche del coño y a empaparle las bragas. Le miró por encima del hombro cuando se subía el escote y se forraba las tetas.
- Tenemos que irnos, Paco -. Él asintió. Ella se apeó de la cama para dirigirse al cuarto de baño con la fotografía de su novio en la mano y con las bragas bajadas hacia medio muslo -. Nos hemos vuelto locos, Paco.
Regresaron a la fiesta y nadie pareció sospechar nada. Durante el camino de vuelta apenas hablaron. Ella se reunió con su novio y excusó su tardanza alegando que no había encontrado las botellas y que habían tenido que ir a una gasolinera. Trató de comportarse cariñosamente con él con la intención de olvidar lo sucedido y no levantar sospechas. Sería su perdición si la relación con su cuñado salía a la luz, ni siquiera se atrevía a mirar a su hermana, muy enamorada de su marido. Paco no le hizo caso durante el resto de la velada y se emborrachó con los amigos. Pablo le propuso irse y ella aceptó. Hicieron el amor envueltos en el romanticismo que a Pablo le gustaba, nada que ver con la agresividad que empleaba su amante. Tuvo que ocultar su culo de las miradas de Pablo para que no se extrañara de sus nalgas enrojecidas. A pesar de sus intentos por recomponer su vida, necesitó masturbarse cuando su novio se durmió, Paco la había enloquecido con su humillante actuación.
El domingo no supo nada de su cuñado y salió a comer con Pablo. Tenía muchas ganas de follar con él, pero debía mentalizarse de que aquella locura tenía que terminarse. El lunes apenas se concentró en el trabajo. Rememorar las escenas con su cuñado la ponía cachonda y se corría en las bragas a la más mínima, hasta cerró la puerta del despacho y le pidió al interventor que nadie la molestara. Miraba el móvil y el aparato de la mesa, pero no recibió ninguna llamada de Paco. Ella tampoco se atrevió a telefonearle. Debía superar aquel trauma por mucho que le costase. Tal vez Paco también había recapacitado. El martes tampoco tuvo noticias de él. Empezaba a desesperarse y a comportarse de forma arisca con todo el mundo. Llamó a casa de su hermana, pero tuvo la mala fortuna de que fue ella quien atendió la llamada.
- ¿Y Paco?
- Muy liado, llega bastante tarde a casa. ¿Y tú?
- Bien, bien.
- ¿Estás mejor con Pablo?
- Sí, sí, tranquila.
Debía idear cualquier plan para volver a verle. Aguardó toda la mañana del miércoles y nada. Tampoco durante la tarde. Antes de irse a casa, le telefoneó al despacho con la excusa de que tenía un cliente con problemas laborales, pero una secretaria le dijo que ya se había marchado a casa. Se le ocurrió una buena forma de atraerle. Llegó a casa antes que su novio. En el dormitorio, colocó estratégicamente el bolso encina de la cómoda y metió una cámara de video en el interior con ángulo para enfocar toda la cama. Por la noche se comportó de una forma acaramelada y engañó a Pablo vilmente. Le hizo una felación y después él le hizo el amor sin variar la postura, él arriba y ella abajo. Toda la escena quedó registrada en vídeo. El jueves por la mañana pasó la película a un DVD y aguardó una llamada de su cuñado. No la recibió. Ya a última hora de la tarde, decidió llamarle al móvil.
- ¿Qué tal, Laura?
- Bien. Oye, puedes pasarte por el banco. Quiero enseñarte una cosa.
- ¿Qué?
- Una cosa que tú querías ver.
- Qué cosa, Laura, en cuarenta minutos tengo que recoger a Carmen en el gimnasio.
- Bueno, tranquilo, mañana, yo... - se sonrojó.
- ¿Qué es, Laura?
- Nada, había grabado una escena erótica con Pablo y como querías verla...
- Bueno, me paso en un momento.
Aguardó impaciente y nerviosa la llegada de su amante. Estaba muy guapa, llevaba días arreglándose para él. Se había recogido el pelo, llevaba unas faldas plisadas de color blanco, muy sueltas, una camisa blanca de seda anudada en la cintura, medias blancas brillantes sujetas a un liguero y un tanga pequeño de satén, a juego con el liguero. Para agudizar su atracción llevaba unos tacones. En el cuarto de baño se perfumó y se abrió el escote para lucir la ranura que separaba sus pechos. Sabía que sorprendería a su amante. Cuando Paco llegó, enchaquetado y encorbatado, se besaron en el patio de operaciones y se dirigieron hacia el despacho. Le asestó una cariñosa palmada en el trasero y mientras ella caminaba delante le levantó la falda para examinarle el culo. Las nalgas botaban en cada zancada y ocultaban el hilo del tanga.
- Estás muy hermosa. Lástima que no tenga mucho tiempo. - dijo él sentándose en el sofá de visitas.
Laura giró el monitor del ordenador, introdujo el DVD y pulsó "play". Enseguida se sentó junto a su cuñado. Comenzó a reproducirse la escena cuando ella y su novio se besaban al borde de la cama. Paco observaba atento. A los pocos segundos, sin descuidar su mirada de la pantalla, se levantó, se desabrochó la camisa y se bajó los pantalones y el slip hasta los tobillos. Volvió a sentarse y se agarró la polla para meneársela con lentitud. Ella se fijaba en sus genitales con ganas de comérselos. Sintió flujos en sus bragas. Él no paraba de masturbarse sin decir palabra y sin apartar los ojos del monitor. Ella tomó la iniciativa y se volvió hacia él para acariciarle el pecho peludo con la mano derecha. La izquierda la pasó despacio por su robusta pierna. Dio varias pasadas antes de bajar para sobarle los huevos apretujándolos con suavidad. Él la miró y tiró del nudo de la camisa. Ésta se abrió y los pechos se balancearon con suavidad.
- Sigue tú.
Laura sujetó la polla con la mano derecha y mantuvo el mismo ritmo lento. Quería que la escena durara. Con la izquierda no paraba de sobarle los testículos. Él se relajó reclinándose en el sofá mientras ella le masturbaba, atento igualmente a la escena que sucedía en la pantalla. No pudo resistirlo, la vagina le hervía. Retiró la izquierda de los huevos y se la metió por dentro de las bragas para refregarse el coño húmedo. Paco sonrió al verla, la mano actuaba tras la prenda con agilidad. Con una mano se masturbaba ella y con la otra le masturbaba a él. Transcurrieron varios minutos sin que alteraran la posición, después Paco la sujetó de los pelos para babosearle la boca sin que cesara la masturbación.
- Quítate la falda y chúpamela.
Con la misma obediencia de siempre, Laura se levantó y se despojó de la falda. Luego se quitó el tanga y la blusa y se quedó desnuda ante su cuñado, tan sólo con el liguero alrededor de la cintura y las medias blancas. A continuación, se arrodilló para quitarle el slip y los pantalones y se colocó entre sus robustas piernas. Primero Paco se irguió y la sujetó de la nuca para acercarla y besarla bruscamente. Sus enormes tetas aplastaron la polla y los huevos.
- Vamos, chúpamela.
Laura bajó la cabeza, le sujetó la verga por la base y comenzó a chuparla como si fuera un helado. Él continuaba visualizando la película mientras su cuñada le hacía la mamada. Se fijó que meneaba suavemente su culito blando cada vez que se metía la polla dentro. Deslizó la lengua por el tronco de la polla hacia abajo y llegó a los huevos. Comenzó a chupárselos a base de lengüetazos muy seguidos. Paco jadeó secamente y se sujetó la polla para sacudírsela él con más velocidad mientras ella, a cuatro patas, le lamía los huevos. Ella quería dejarle satisfecho, que cada momento fuera especial. Continuaba ensalivándole los testículos cuando él comenzó a jadear nervioso. Se irguió meneándosela con más fuerza. Ella también elevó la cabeza al ver que iba a correrse.
- Sigue chupándolos...
De los huevos colgaban numerosos hilos de babas por la cantidad de saliva. Volvió a lamerlos esta vez con más ansia. Él dio un grito y enseguida saltó semen sobre el rostro y el cabello de Laura, también algunas gotas se esparcieron por el borde del sofá y el suelo. Ella dejó de lamer, aunque se mantuvo a cuatro patas mirándole a los ojos. Paco se escurrió bien la polla, cogió el tanga de su cuñada y se limpió el glande, después consultó la hora y a toda prisa se subió los pantalones y se colocó la camisa y la corbata.
- Me tengo que ir -. Laura se incorporó junto al sofá, postrada ante su amante, con numerosos pegotes de semen repartidos por la cara y el pelo -. Mañana te llamo y quedamos por la tarde -. Sacó el DVD y se lo guardó en el interior de la chaqueta -. Mañana te lo devuelvo.
- Ten cuidado, Paco.
- Descuida. Te llamo.
Le atizó una palmada en la cara y abandonó el despacho. Cuando sintió la puerta, ella continuaba arrodillada junto al sofá. Vio algunas gotas en el borde. Muerta de placer, se inclinó y lamió todas las gotas perdidas, incluso un par de ellas que habían caído en el suelo. Del mismo modo, se relamió los labios y se chupó los dedos impregnados de semen. Luego se sentó en el sofá, abrió las piernas y se introdujo el dedo en el coño para masturbarse con los ojos cerrados. Su ninfomanía resultaba ilimitada. Comprendió que se había vuelto loca y que padecía una obsesiva atracción hacia su cuñado. Regresó a casa abochornada de sí misma, consciente del riesgo que estaba corriendo. Reflexionó acerca de la idea de acudir a un psicólogo, pero desechó la idea, el placer que le proporcionaba su cuñado resultaba muy superior. Incluso lloró de impotencia por ser incapaz de apartar tan incontrolable lujuria.
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