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4:18 (Relato)

Hola hola 🆒 Les traigo este relato que hice hace poco, ojala les guste.


--- Barra Barata ---


El reloj de la mesita marca las 4:18. Es de noche. Debería estar oscuro, salvo por las luces de neón y ese zumbido que no se de donde carajo salió. Ella está durmiendo, plácidamente, como quienes duermen tras una noche de sexo como corresponde, sin pausas, sin prisas, sin preocupaciones. Está desnuda, y aún tiene el pulso alto y el respirar agitado. Me busca con sus brazos en la cama, medio dormida. Yo estoy sentado en la cama, mirando vagamente por la ventana como una pareja trata de dejar chico al Kama Sutra al ritmo de "I Feel Good" de James Brown en el deparamento de enfrente. Hasta acá llegan los olores y los sudores de esos cuerpos lánguidos que creo, no han parado toda la noche. A lo lejos suena una sirena de policía que se opaca con los gritos de la chica de enfrente, con la musica y con los golpeteos sobre la cama. Y yo que sigo mirándolos vagamente como si fuese algo fascinante, o divertido. Tal vez mi lado voyerista se apoderó de mi por estos momentos. No lo sé. No puedo dejar de mirar ese espectáculo tan decadente.

Su mano se deja sentir sobre mi hombro.

- ¿Qué pasa? - me pregunta ella, tapándose los pechos con la sábana.

- Nada, estoy bien - le digo - sigue durmiendo, no te preocupes.

- Algo te pasó. ¿No quedaste bien? Porque si te hace sentir bien, yo si lo pasé bien, me encantó. Me llevaste al cielo, literalmente.

- Que bueno, a mí también me gustó bastante. Mucho, - le robo un beso - pero sólo es que no puedo dormir.

Ella mira por la ventana y ve a la pareja de enfrente. Me hace ademán de verlos. Están en una pose tan extraña que no puedo describirla. Ella se queda pegada mirando ese movimiento arritmico de pelvis y caderas. Todo es tan bizarro. Ella me agarra el miembro. Lo aprieta.

- No tan fuerte, que duele.

- Oh, perdón.

- No te preocupes.

Pongo mi mano entre sus piernas, subo lentamente. Está húmeda. La miro a los ojos. su mirada me dice "Sí" pero también me dice "No".

- ¿Quieres otra ronda?

Se pone a mirar por la ventana. Están follando en una silla. La silla se rompe y ambos caen al piso. Se ponen a reír. Ahora continúan follando en el piso, entre sábanas, ropa, restos de silla, y los gritos orgásmicos de Robert Plant de fondo (suena Whole Lotta Love) y los gritos de la chica de enfrente que no para de saltar sobre su hombre, como si se fuese a acabar el mundo al amanecer. Quién sabe. Siento una mano entre mis piernas. Es ella, me desea, me sigue deseando en la misma forma en que yo la deseo, con el mismo dejo de lascivia y con la misma pasión y la misma locura con la que lo hicimos por primera vez en el dormitorio de una casona del centro. Pongo mi mano en su vientre y empiezo a bajar, comenzamos a tocarnos el uno al otro con suavidad, con lentitud, como si nos sobrara el tiempo, como si el sueño no nos venciera, nos recostamos, nos miramos a los ojos, nos abrazamos y nos quedamos dormidos. El maldito reloj sigue marcando las 4:18.

Un beso me despierta. es ella. En la plenitud de su cuerpo moreno desnudo, salvo por la pantaleta rosada que usa como pijama. Me sonríe encima mío. Se acomoda su cabello de la forma y en la forma que me encanta.

- Te quiero - me dice

- Yo también.

- Quiero sentirte. ¿Aun sigue en pie tu segunda ronda?

- ¿Para ti? Por supuesto.

Le quito la pantaleta y la penetro. es como si despertara un volcán son un solo movimiento, se aferra a mi cuello, me pide más y más y más, moviéndose con locura y desesperación encima mío, sin darme pausas ni descanso, ni piedad. Ella tampoco quiere que le dé piedad. Quiere más alto, más rápido, más fuerte. Sexo olímpico, por llamarlo de una forma. Un gemido tras otro, besando mi cuello y rasguñandome la espalda, Cada cierto instante nos miramos a los ojos, nos besamos y seguimos sin descanso. Cuando ya estoy por irme me dice:

- Remátame.

Me voy dentro de ella. Ella lanza un ultimo gemido, más placentero que los anteriores. Estamos sudando. Me da un beso y empieza a bajar lentamente, besándome por todas partes. Vuelve a subir y se recuesta sobre mi pecho. nos quedamos así un largo rato, en silencio, acariciándonos a la luz del sol que entra por las ventanas.

- ¿Es mi idea - me dice mientras se acomoda para mirarme - o el reloj de la mesita se echó a perder?

- ¿Por qué?

- Marca las 4:18.

- Es que tal vez quería que este momento no terminara.

Nos besamos y nos quedamos contemplando el despertar de una ciudad, desnudos y sudorosos, en la cama. El reloj marca las 4:18.


--- Barra Barata ---


Espero les haya gustado esta brutalidad 😁 Saludos!

1 comentarios - 4:18 (Relato)

vaan28
Excelente relato