Y con este relato cerramos la saga. Espero que lo disfruten.
Es complicado explicar esta situación . Mi nombre es Luis. Con mi 50 años, me siento bastante bien, y tengo ( o creí tener, por lo menos) una hermosa familia, y un buen pasar.
Mi mújer Mónica, unos años menor que yo, es hermosa y simpática, y mi hija Sabrina, con sus 20 años es única.
A pesar de todo, opté por mantener a mi familia unida. A pesar de saber que mi mujer me es infiel, y que lo será siempre.
Y no es que no me ame. Pero su naturaleza la lleva al exceso. Es cierto que nuestras relaciones hace algunos años que se han espaciado mucho, culpa de la rutina, las preocupaciones y seguramente los años, pero nunca pensé que mi inocente esposa hiciera lo que está haciendo.
¿ Cómo empezó todo? No lo sé. Solo puedo contarles de la manera brutal que me enteré.
Viajo mucho por negocios, y mi mujer y mi hija quedan solas en casa. Imagino que mientras mi hija era chica no hubo problemas, pero evidentemente cuando Sabrina empezó a salir y mi mujer a quedarse sola, las cosas deben haber cambiado. Imagino que hace varios años que me mete los cuernos, y estaba juntando fuerzas para enfrentar a mi esposa con la verdad y escuchar lo que tiene que decir, pero tuve miedo que después de escuchar su historia, no podamos continuar viviendo juntos. Y yo la quiero profundamente, aunque no se lo demuestre todo lo que debería. Para hacerlo aún mas extraño, jamás le había sido infiel. Pero bueno, se ve que ese es mi problema y no el de mi cándida esposa.
Pero volvamos al relato. Mi hija había iniciado una relación con un muchacho de su edad, y algunos amigos de su novio comenzaron a frecuentar mi casa. Yo no tenía problemas, porque parecían todos muchachos de buena familia. Un viernes tuve que viajar y no podía regresar hasta el lunes, pero algunas reuniones se suspendieron y me vi de pronto volviendo el sábado a última hora. No veía la hora de llegara casa, darme una ducha y acostarme junto a mi mujer, y en una de esas tener un poco de sexo que había rato no teníamos, aprovechando que mi hija seguramente había salido.
Entré sin hacer ruido. Se escuchaba el televisor en la planta alta. Al lado de la puerta, dos pares de zapatos me llamaron la atención. Dejé mi portafolios sobre el sofá, y subí las escaleras sin hacer ruido. Pero al llegar a la mitad y cuando pude ver la puerta del dormitorio de mi mujer me quedé helado. Desde el dormitorio salía la luz mortecina del televisor que funcionaba, pero en la puerta, a contraluz se veía un cuerpo en una posición extraña.
Me acerqué unos pasos mas y reconocí a Miguel, y delante de él, mi hija. El muy cabrón se la estaba tirando en la puerta de mi dormitorio, y con los pantalones puestos. ¿ Cómo podía ser? ¿ Y mi esposa porqué no lo había impedido?. Me quedé allí buscando respuestas, y no encontraba ninguna. Por fin se hizo evidente que Miguel estaba llenando a mi hija sin compasión. Luego de un momento se acomodaron la ropa, y yo rápidamente bajé, tomé mi portafolio y me escondí en la cocina.
Bajaron abrazados.Entreabrí la puerta de la cocina para escuchar lo que hablaban.
“Bueno, ahora vamos a dejar a los amigos y familiares que se sigan divirtiendo que la noche es joven, y nosotros vamos a mi departamento que me ha quedado algo de leche para darte.”
Me quedé paralizado.¿ Qué significaba aquello?
Cuando cerraron la puerta volví a subir y la escena que vi desde la puerta del dormitorio era dantesca.
Mi mujer en cuatro patas sobre la cama, con la verga de Francisco en la boca y la de Julián enterrada hasta las cachas en su sexo, mientras el jovencito la bombeaba sin pausa. En una silla al lado de la cama, un hombre miraba la escena con placer.
Me quedé allí congelado, sin saber que hacer. Por un momento pensé en entrar y emprenderla a golpes con todos, pero luego asumí que estaba en minoría y decidí esperar y ver lo que pasaba. Debo reconocer ademas, que la situación me excitaba.
Por fin Julián alcanzó el clímax y se vació dentro de mi mujer que cayó sobre la cama despatarrada, con el mocoso encima de ella.
Los muchachos se bajaron de la cama.
Luego de unos momentos mi mujer se recuperó y se dio vuelta.
- Ve a darte una ducha, dijo el hombre que estaba sentado.
Mi mujer lo miró y simplemente obedeció, levantándose y entrando al baño. El ruido de la regadera no dejaba dudas sobre lo que hacía.
En ese momento el hombre que estaba sentado, se levantó.
- ¿ Te gusta papá? Dijo Francisco
- Es una buena perra, pero ahora se van y nos dejan solos. No me gusta el público.
Rápidamente me metí en la habitación de mi hija que estaba enfrente. Escuché los pasos que se alejaban y la puerta de calle que se cerraba. Salí lentamente y esperé. La puerta del baño se abrió y mi esposa debió salir.
- Eres muy hermosa, dijo una voz masculina, ven a desnudarme
En ese momento me acerqué de nuevo a la puerta que ahora estaba apenas entreabierta. La cama estaba a la vista, pero no el resto de la habitación. Sin embargo por el espejo que tenía de frente podía ver lo que pasaba detrás de la puerta, en la zona que estaba oculta. Mi mujer comenzó a desvestirlo lentamente y de manera muy sensual, sin dejar de mirarlo a los ojos, mientras el hombre iba descubriendo su anatomía. Cuando terminó de desnudarlo comprendí a quien salía Francisco. Este hombre tenía un equipo espectacular. Mi madre se alejó unos pasos, para no perder detalle. Por fin, tomańdola de la cintura, se acercaron a la cama. Su verga morcillona, se bamboleaba mientras caminaba.
La sentó en el borde frente a él.
- Chupa, vamos, le dijo dándole una palmadita en la cabeza, y mi madre, obediente la tomó con su mano y se la metió en la boca. Luego de un rato, el hombre se separó. Ahora si mostraba una lanza en condiciones. Estaba distendida y rígida. Su cabeza morada semicubierta era impresionante.
Mi madre se acostó de prisa boca arriba en la cama, separando un poco sus piernas.
El macho se fue a los pies de la cama, y desde allí, se trepó hasta ubicarse sobre mi esposa, la que al verlo venir separó las piernas. Era una situación curiosa. Nadie hablaba. Las miradas de los dos se decían todo. Cuando quedó entre las piernas de ella, apoyó las manos al costado de la su cabeza, y sin que hiciera falta una orden, ella metió su mano entre los cuerpos y buscó la herramienta para guiarla a su destino. Cuando estuvo en posición, sus piernas rodearon los riñones del macho, y esperó sin dejar de mirarlo a los ojos. Esa mirada fija de los dos era lo mas excitante de la escena. Lentamente, el hombre la poseyó, con delicadeza, pero firmemente, sabiendose el dueño de la situación. Mi mujer lo tomó de los hombros y ahora sí, tiró su cabeza hacia atrás y gimió de placer. El macho se metió hasta el fondo, y despacio comenzó a cepillarla.
La excitación que sentía, era mayor que el enojo o la vergüenza. No creí a mi mujer capaz de gozar tanto. Ni de dar tanto placer. Los dos en la cama tejieron una experiencia sexual como verdaderos maestros.
Luego de un rato el macho se retiró, y la hizo girar de costado para ubicarse detrás de ella y levantándole una pierna volver a penetrarla por completo. Tiraron un rato así, y luego fue el turno del macho de acostarse en la cama, y mi mujer como una verdadera amazona lo montó y se empaló. En esa posición alcanzó su primer orgasmo, mientras sus tetas eran magreadas muy sensualmente.
Perdí la noción del tiempo. Cuando el macho la puso en cuatro patas, ella en esa posición alcanzó el tercer orgasmo, si no se me había escapado ninguno, y el macho por fin se vació gritando y gimiendo como un animal.
Mi esposa de inmediato giró y se la metió en la boca para limpiarla por completo. Y la tuvo en la boca hasta que recuperó su dureza y la sesión parecía que iba a durar toda la noche.
Bajé lentamente, tomé mi portafolio y me fui a un hotel. Allí me quedé hasta el lunes que era cuando tenía que volver.
Mi mujer jamás comentó nada de lo ocurrido. Cuando volví estaba contenta y atenta. Esa noche tuvimos relaciones y fueron espectaculares, entre la calentura que yo tenía por lo que había visto y el desenfreno que ahora tenía mi mujer que no le hacía asco a nada. Si antes me costaba que me hiciera una fellatio, ahora tenía que luchar un rato para que la sacara de su boca. Esa noche hasta la sodomicé, cosa que nunca me había permitido. Y debo confesar que le entró como sin nada. Evidentemente yo no era el primero.
Así pasaron los días. Hasta tuve que soportar que Miguel, el novio de mi hija se burlara de mí en un diálogo cargado de segundas intenciones, que respondí con inocencia para que nadie sospechara lo que sabía.
Unas semanas después simulé un viaje. Mi hija había roto con Miguel y no había razón para que él y sus amigos aparecieran por mi casa. Necesitaba saber que estaba pasando.
Por la noche me quedé vigilando mi domicilio, cuando mi familia pensaba que yo estaba muy lejos.
A eso de la medianoche, mi hija salió y subió a un auto que la esperaba y casi de inmediato mi mujer, muy arreglada salió también. Me sorprendió,así que decidí seguirla.
Unas cuadras mas allá mi mujer detuvo el auto y veo que Miguel sube rápidamente al mismo. Mas intrigado me sentí.
Por unos 15 minutos nos alejamos de la zona poblada, llegando a una zona de casas quinta. El auto de mi mujer estacionó y los ocupantes bajaron. Rápidamente pasaron un control e ingresaron al parque de la residencia.
Estacioné, me bajé, y quise entrar. Me lo impidieron.
- Lo siento señor, no pueden entrar personas solas, me dijeron amablemente.
- Pero es que tengo familiares y amigos allí, dije
- Lo siento. Sin pareja no entra. Son las reglas de lugar. Es para mantener el equilibrio.
Me quedé allí sin saber lo que hacer.
En ese momento un hombre con dos mujeres se acercó a la entrada.
- Lo siento señor, solo puede pasar una de las damas. Es para parejas.
- Pero es amiga, y yo vengo siempre. ¿ No pueden hacer una excepción?
- de ningún modo, le contestaron.
El hombre miró alrededor y me vio allí parado. Se acercó rapidamente
- Señor, Ud va a entrar?
- Quería pero no tengo pareja
- Tengo al solución, venga, me dijo y tomándome del brazo me acercó a su grupo.
- Carla el señor es....
- Luis, dije
- Luis, Carla será tu pareja para que ambos puedan entrar. No significa ningún compromiso , ya saben. Adentro, cada cual está por las suyas, dijo sonriendo.
Ambos estuvimos de acuerdo y de inmediato pagamos y nos dejaron pasar. El precio me pareció astrónomico, pero pagué sin chistar.
Cuando entramos me acerqué al hombre.
- Mira, no he venido nunca. ¿ Qué lugar es este?
- Ahh, has tenido suerte. Es un lugar muy especial. Aquí todo vale, pero hay una reglas simples.
- ¿ Cuáles son? Pregunté extrañado.
- Nadie pregunta los nombres de nadie. Y hoy es noche de mujeres. Te explico. Hoy nosotros somos esclavos. Son las mujeres las que nos eligen y nos dicen que hacer. No puedes hablar con ninguna si ella no te habla primero y por supuesto no puedes perseguir a ninguna.
- ¿ Y si alguna me elige?
- Te dará un ticket y tendrás que obedecer y satisfacer todos sus deseos. ¿ No es malo, verdad?
Me quedé anonadado. ¿ Existían realmente esos lugares? No podía creerlo, pero lo mas preocupante. ¿ Qué hacía mi mujer?.
Al entrar nos dieron una máscara a cada hombre y un talonario con 3 tickets a cada mujer. Luego bandejas con bebidas y comida circularon libremente.
Empecé a dar vueltas por la fiesta, tratando de ubicar a mi mujer, con la ventaja que daba la máscara y la semioscuridad.
Recorrí el salón, el jardín y cuando volví a a barra, mi esposa estaba sentada tomando una copa. Me senté unos asientos mas allá y simulé no mirarla. Ella ni notó mi presencia.
Varias mujeres se acercaron a hablar con ella, y pude escuchar algunas conversaciones.
- ¿ Es tu primera vez?
- Si, me trajo un amigo. Cuéntame de que se trata.
- Bueno, hoy es noche de mujeres, así que tenemos todos los derechos. Ningún hombre se acercará a hablar contigo. Tu tienes esa facultad. Y si alguno te gusta, podrás usarlo durante el tiempo que quieras. Bastará conque le des uno de los vales del talonario que te dieron a la entrada. El límite son 3. Cuando el macho tiene 3, no tiene obligación de satisfacerte, pero sinceramente, creo que tampoco esté en condiciones, dijo riendo.
- ¿ Y cómo me relaciono con ellos?
- Cuando tengas ganas recorre el salón y sácalos a bailar si quieres catarlos primero, sino directamente elige al que te caliente y te lo llevas al sector de la casa que esté disponible. Arriba hay dormitorios, y aquí abajo, en un rato, armarán reservados que podrás utilizar libremente.
- ¿ Vienes siempre?
- Siempre que puedo escaparme de mi esposo. Sabes, es una forma muy práctica de romper la rutina. No me relaciono con ningún hombre en especial que luego me llame a casa en los momentos mas inoportunos, no tengo que preocuparme por horarios y citas a escondidas. Vengo cada tanto, elijo un par de hombres que me gusten, me desahogo, y vuelvo a mi casa fresca como una lechuga. Y ahora te dejo. Suerte. Buena cacería, dijo riendo y se alejó.
Me retiré tranquilamente y fui hacia la puerta. Había oído todo lo que necesitaba. Mi mujer había ido allí con uno de sus amantes a prostituírse en toda la regla. Y de pronto decidí quedarme y ver hasta donde iba a llegar.
Me mantuve a distancia para que ella no me reconociera pero no la perdía de vista. Recorrió el salón y sacó a bailar a un hombre. Ya en la pista, noté como empezaba a acariciarle la espalda, el pecho y como su mano bajó hasta recorrer su entrepierna. El hombre se dejaba hacer sin decir palabra. De pronto ella le habló al oído y el hombre comenzó a acariciarle las tetas por encima de su ropa. Luego de un rato se separaron.
A continuación, sacó a otro hombre, y repitió la misma estrategia. La muy puta los estaba catando a todos antes de elegir. Así pasaron varios hombres, y cada vez ella se ponía mas osada en las caricias que daba y en las que pedía que le dieran. Por fin, llegó el momento en que el macho le metía los dedos en su sexo, mientras ella se retorcía de placer.
Fue en ese momento cuando ocurrió algo extraño. Una mano me tocó el hombro y al darme vuelta, me encontré con una bonita mujer que apenas si llegaría a los 30 años, y que me ordenó que bailara con ella. No tuve mas remedio que aceptar, ya que esas eran las reglas del juego. Ya en la pista se pegó a mí, y me elogió lo bien que bailaba. Me contó también que le gustaban los hombres mayores, y que estas reuniones eran estupendas, porque podía elegir varios y sentirse satisfecha.
- Sabes, los jovencitos se reponen mas rápido y te pueden hacer gozar varias veces, pero no tienen la calidad de los maduros. Aquí puedo elegir varios maduros que superan con creces a cualquier jovencito, me dijo al oígo mientras nos movíamos. Por supuesto mi verga estaba dura como un poste, por lo que había visto de mi mujer, pero por sobre todo, por la situación que estaba viviendo.
Ella bajó su mano y notó mi sexo distendido.
- Hmmm, has reaccionado bien. Tal vez tendría que gastar un vale contigo. ¿ Valdrá la pena?, dijo y siguió moviéndose y refregándose contra mi cuerpo.
Luego de un rato, se decidió. Me tomó de la mano y me llevó a uno de los reservados que habían armado cerca de la pista de baile.
Nos sentamos en un sillón. Yo esperé sus ordenes. Me entregó un vale que guardé en mi bolsillo.
- Bueno, para empezar me vas a hacer un buen trabajo bucal. Quiero sentir tu lengua en mi sexo, dijo separando sus piernas. Yo me arrodillé, levanté su vestido y separando aún más sus piernas, hundí mi cabeza entre ellas. Cuando mi lengua tocó su entrepierna, noté de inmediato que estaba empapada. Sin prisa, comencé a recorrerla con mi lengua, para terminar jugando con su clítoris y metiendola lo más adentro que podía. Ella empezó a gemir y suspirar y se aferró de mi cabeza, para evitar que me retirara, cosa que yo tenía pocas ganas de hacer. Seguimos así un buen rato, hasta que por fin se corrió, inundando mi boca con sus jugos.
Sali de allí abajo mas excitado de lo que nunca lo había estado. Quería clavarla, pero lamentablemente yo no era quien decidía.
- Hmmm, me gustó mucho. Hacía rato que no recibía un cunilingus tan sensual.Vete y déjame descansar un rato.
Decepcionado y excitado, salí del reservado. Busqué a mi mujer, pero ya no estaba en la pista. Recorrí la planta baja sin poder encontrarla, y entonces subí a los dormitorios.
Todos tenían las puertas entreabiertas. Se ve que el voyeurismo era parte del show. Claramente la gente iba allí no solo a desfogarse, sino también a ver y ser vista. Eran todos unos degenerados. Y la pasaban super, debo decir.
Me fui asomando en los dormitorios, espiando las situaciones mas escabrosas que podrían imaginar y por fin di con mi mujercita. La estaban montando como una yegua en la 4ta. Habitación. El macho le estaba dando con ganas, como si quisiera partirla, y ella era la que le exigía que fuera más y más violento.
- Vamos, muéstrame que no eres un marica, cabrón, dame con ganas que apenas te siento. Vamos, ganate el vale flojo, vamos, reviéntame, y el macho ante este tratamiento cada vez le daba mas y mas. Por fin, mi mujer se corrió y el macho hizo otro tanto cayendo sobre ella. Me alejé, antes que me reconociera.
Al pasar por otra habitación, sentí que me chistaban. Me asomé y sorprendí a una mujer de unos 50 años, pero bien conservada que estaba desnuda con las piernas abiertas y con una verga que la estaba taladrando, de un jovencito musculoso.
- Ven aquí, me llamó en medio de sus gemidos. Me acerqué.
-Toma uno de los vales de la mesa, dijo, cosa que hice.
- Ahora dame tu verga que necesito que me llenen la boca de semen mientras este nene me llena mi vagina.
Me acerqué, y bajé mis pantalones, dejando mi sexo al descubierto. Estaba erecto como nunca. Ella se lo metió en la boca y empezó a succionar como una ventosa, mientras sopesaba mis pelotas. La sensación era espectacular. Cuando le llegó el orgasmo, apretó a su amante para que acabara, cosa que este empezó a hacer y me apretó los huevos para que me vaciara. Frente al cuadro no había otra cosa que pudiera hacer, así que me dejé ir. Nunca eyaculé tanta cantidad, y la muy perra se lo tragó todo sin chistar. Nos quedamos un minuto así, hasta que me la limpió completa, me vestí y me retiré. Ya tenía dos vales y la verdad, no la había pasado mal.
Cuando bajé, fui hasta el bar a tomar algo, y allí estaba cuando mi mujer acompañada de su amante ocasional descendía por la escalera. Al pie de la misma se separaron sin siquiera saludarse. Parecía que jamás se hubieran visto.
Mi mujer vino hasta el bar y pidió una copa. Yo me quedé oculto en el rincón donde estaba. Con la semioscuridad apenas si ella podía ver un bulto.
Paseó su vista y ni se detuvo en mí. Buscó mas allá y observó un muchacho que estaba apoyado en una columna. Lo llamó con un gesto, y el muchacho se acercó.
- Tengo planes, le dijo cuando llegó.
- Lo lamento, tengo mis tres vales, así que ahora voy a descansar, le dijo y se alejó sonriendo.
La sentí maldecir por lo bajo. La dama que había hablado con ella antes se volvió a acercar.
- ¿ Cómo la estás pasando?
- Bastante bien, pero aún me quedan dos vales y no encuentro nada que valga la pena.
- Mira, en el parque hay un hombre alto y canoso. No es gran cosa a la vista, pero te puedo asegurar que tiene la mejor verga de toda la fiesta. No sé si aún podrá recibir algún vale. Yo lo encontré la reunión anterior, y te puedo asegurar que me partió al medio. Después de él no pude seguir y me tuve que ir a mi casa. Si te la aguantas encuéntralo, le dijo, yo estoy buscando mas normalitos, y me parece que allá tengo uno, dijo mirando hacia donde estaba yo.
Se acercó y me tomó de la mano, llevándome a la pista de baile. Pude ver como mi mujer se dirigía decidida al parque. Por fin mi pareja me tomó de la mano y me llevó a los reservados.
Estábamos allí en pleno magreo cuando veo ubicarse en el sofá de al lado a mi mujer con un hombre que coincidía con los informes que le habían dado. La verdad, yo tenía mejor pinta, pero la conversación me había dado curiosidad.
Mientras mi hembra me chupaba la verga con verdadera dedicación, pude ver como mi mujer era magreada por su pareja, como le descubría las tetas y comenzaba a chupárselas. Mi mujer mientras tanto lo iba desvistiendo lentamente.
Cuando por fin le bajó los pantalones, casi aplaudo. Eso no era una verga. Era una serpiente marina. No medía menos de 25 cms. Y era gruesa como un aerosol. Mi amiga no se había equivocado. Lo que no sabía era como haría mi mujer para comerse semejante pedazo.
Cuando mi pareja se puso en cuatro sobre el silĺón invitándome a que la penetrara no me hice rogar. Nuevamente estaba excitado.
Pude ver como mi mujer trató de chupar ese monstruo, pero apenas si pudo con su cabeza, para luego recostarse sobre el apoyabrazos del sillón y separando sus piernas invitarlo a que entrara. El macho se acomodó lentamente, alzó sus dos piernas separándolas bien y apoyó la cabeza de su verga entre los labios vaginales de mi inocente esposa. Ella bajó su mano y la acomodó.
- Despacio cabrón, me oíste? Yo te diré cuando empujar, le dijo.
- Si, mi ama, contestó el animal, calentando aún mas a mi esposa con su sumisión.
- Vamos empuja un poco, le dijo por fin, y con un movimiento sinuoso el se metió unos centímetros dentro de su cuerpo.
- Uffff, como me llenas, espera, espera. Ahhh, ahora sí, un poco más, le ordenó, y con otro movimiento otros 5 cms. Se perdieron dentro de su cuerpo.
En ese momento mi pareja reclamó mi atención . Estaba por correrse. Comenzó a gemir y suspirar pidiendo que me moviera y la complací. Me metí por fin hasta el fondo mientras ella alcanzaba su clímax, y allí me quedé controlando mi eyaculación, que al ser la segunda era más fácil.
En el sofá de al lado, la lucha comenzaba a definirse. Los cuerpos ya estaban prácticamente juntos. Mi esposa se había comido casi todo el pedazo de su macho. Yo no podía creerlo. Pensar que cuando yo la penetraba con fuerza gritaba que le dolía. Era una buena actriz.
Por fin, su pareja empujó y la empaló por completo. Mi mujer aullaba de placer.
- ahhh, esto es lo que necesitaba, lo que vine a buscar. Una verga de verdad, una verga para una mujer calentona como yo, ahhhh, muevete vamos, parteme de una vez, gemía.
Y su pareja comenzó a cepillarla como un maestro. Al ver la escena mi verga se endureció mas si eso era posible y como mi pareja se había recuperado, la saqué, la dí vuelta y ubicándome entre sus piernas la clavé con furia, haciendo que gritara.
Empecé un pistoneo salvaje, siguiendo el ritmo que marcaba el macho de mi mujer. Pero cuando mi pareja se corrió , yo la llené por completo. Mi vecino siguió por 10 minutos más. Me imagino que la vagina de mi esposa tiene que haber quedado en carne viva. La sentí acabar varias veces y por fin la clavó hasta el fondo y se vació por completo.
Quedamos los cuatro quietos. Mi pareja se levantó primero, me saludó y se fue. Aunque parezca mentira , mi verga seguía dura, y en un impulso arriesgado, me levanté, dí la vuelta a los sillones y le ofrecí mi verga a mi mujer. Ella todavía semiinconsciente por el tratamiento que había recibido, sin chistar se la metió en la boca y comenzó a mamarme. Su macho la desmontó y empezó a masturbarse mirando la escena. Luego de un rato, me corrí en su boca, aunque debo reconocer que era poco lo que podía darle. Pero cuando me retiré, su acompañante se acercó y metiendo la punta de su verga en la boca se vació como un poseso. Su boca rebalsaba de semen por todos lados y ella tuvo que tragar y tragar para no ahogarse. Yo me vestí y me fui rápidamente. Salí y volví a mi auto, y de allí a un hotel.
El lunes volví a casa como si nada. Había descubierto muchas cosas ese fin de semana. Mi mujer no quiso tener relaciones hasta el miércoles, me imagino que por la experiencia de la casona. Tiene que haberle dolido bastante.
La semana pasada le comenté a mi esposa que mis compañeros de trabajo me habían contado de una casona donde se celebraban fiestas muy especiales, y que tal vez sería buena idea ir para salir un poco de la rutina. Sus ojos se iluminaron, pero se contuvo rápido.
- ¿ Y como son esas fiestas?
- Pues me parece que muy liberales, donde cada uno puede hacer y estar con quien quiera, dije inocentemente.
- Si tu quieres, yo te acompañaré, pero sabes que soy muy tímida, no se como irá todo, dijo mostrando que era una actriz de primera, por tí haré mi mejor esfuerzo, dijo modosita y bajando la mirada.
Esta noche iremos juntos. Es noche de hombres, así que mi mujer ya sabe que solo tendrá que obedecer.
Es complicado explicar esta situación . Mi nombre es Luis. Con mi 50 años, me siento bastante bien, y tengo ( o creí tener, por lo menos) una hermosa familia, y un buen pasar.
Mi mújer Mónica, unos años menor que yo, es hermosa y simpática, y mi hija Sabrina, con sus 20 años es única.
A pesar de todo, opté por mantener a mi familia unida. A pesar de saber que mi mujer me es infiel, y que lo será siempre.
Y no es que no me ame. Pero su naturaleza la lleva al exceso. Es cierto que nuestras relaciones hace algunos años que se han espaciado mucho, culpa de la rutina, las preocupaciones y seguramente los años, pero nunca pensé que mi inocente esposa hiciera lo que está haciendo.
¿ Cómo empezó todo? No lo sé. Solo puedo contarles de la manera brutal que me enteré.
Viajo mucho por negocios, y mi mujer y mi hija quedan solas en casa. Imagino que mientras mi hija era chica no hubo problemas, pero evidentemente cuando Sabrina empezó a salir y mi mujer a quedarse sola, las cosas deben haber cambiado. Imagino que hace varios años que me mete los cuernos, y estaba juntando fuerzas para enfrentar a mi esposa con la verdad y escuchar lo que tiene que decir, pero tuve miedo que después de escuchar su historia, no podamos continuar viviendo juntos. Y yo la quiero profundamente, aunque no se lo demuestre todo lo que debería. Para hacerlo aún mas extraño, jamás le había sido infiel. Pero bueno, se ve que ese es mi problema y no el de mi cándida esposa.
Pero volvamos al relato. Mi hija había iniciado una relación con un muchacho de su edad, y algunos amigos de su novio comenzaron a frecuentar mi casa. Yo no tenía problemas, porque parecían todos muchachos de buena familia. Un viernes tuve que viajar y no podía regresar hasta el lunes, pero algunas reuniones se suspendieron y me vi de pronto volviendo el sábado a última hora. No veía la hora de llegara casa, darme una ducha y acostarme junto a mi mujer, y en una de esas tener un poco de sexo que había rato no teníamos, aprovechando que mi hija seguramente había salido.
Entré sin hacer ruido. Se escuchaba el televisor en la planta alta. Al lado de la puerta, dos pares de zapatos me llamaron la atención. Dejé mi portafolios sobre el sofá, y subí las escaleras sin hacer ruido. Pero al llegar a la mitad y cuando pude ver la puerta del dormitorio de mi mujer me quedé helado. Desde el dormitorio salía la luz mortecina del televisor que funcionaba, pero en la puerta, a contraluz se veía un cuerpo en una posición extraña.
Me acerqué unos pasos mas y reconocí a Miguel, y delante de él, mi hija. El muy cabrón se la estaba tirando en la puerta de mi dormitorio, y con los pantalones puestos. ¿ Cómo podía ser? ¿ Y mi esposa porqué no lo había impedido?. Me quedé allí buscando respuestas, y no encontraba ninguna. Por fin se hizo evidente que Miguel estaba llenando a mi hija sin compasión. Luego de un momento se acomodaron la ropa, y yo rápidamente bajé, tomé mi portafolio y me escondí en la cocina.
Bajaron abrazados.Entreabrí la puerta de la cocina para escuchar lo que hablaban.
“Bueno, ahora vamos a dejar a los amigos y familiares que se sigan divirtiendo que la noche es joven, y nosotros vamos a mi departamento que me ha quedado algo de leche para darte.”
Me quedé paralizado.¿ Qué significaba aquello?
Cuando cerraron la puerta volví a subir y la escena que vi desde la puerta del dormitorio era dantesca.
Mi mujer en cuatro patas sobre la cama, con la verga de Francisco en la boca y la de Julián enterrada hasta las cachas en su sexo, mientras el jovencito la bombeaba sin pausa. En una silla al lado de la cama, un hombre miraba la escena con placer.
Me quedé allí congelado, sin saber que hacer. Por un momento pensé en entrar y emprenderla a golpes con todos, pero luego asumí que estaba en minoría y decidí esperar y ver lo que pasaba. Debo reconocer ademas, que la situación me excitaba.
Por fin Julián alcanzó el clímax y se vació dentro de mi mujer que cayó sobre la cama despatarrada, con el mocoso encima de ella.
Los muchachos se bajaron de la cama.
Luego de unos momentos mi mujer se recuperó y se dio vuelta.
- Ve a darte una ducha, dijo el hombre que estaba sentado.
Mi mujer lo miró y simplemente obedeció, levantándose y entrando al baño. El ruido de la regadera no dejaba dudas sobre lo que hacía.
En ese momento el hombre que estaba sentado, se levantó.
- ¿ Te gusta papá? Dijo Francisco
- Es una buena perra, pero ahora se van y nos dejan solos. No me gusta el público.
Rápidamente me metí en la habitación de mi hija que estaba enfrente. Escuché los pasos que se alejaban y la puerta de calle que se cerraba. Salí lentamente y esperé. La puerta del baño se abrió y mi esposa debió salir.
- Eres muy hermosa, dijo una voz masculina, ven a desnudarme
En ese momento me acerqué de nuevo a la puerta que ahora estaba apenas entreabierta. La cama estaba a la vista, pero no el resto de la habitación. Sin embargo por el espejo que tenía de frente podía ver lo que pasaba detrás de la puerta, en la zona que estaba oculta. Mi mujer comenzó a desvestirlo lentamente y de manera muy sensual, sin dejar de mirarlo a los ojos, mientras el hombre iba descubriendo su anatomía. Cuando terminó de desnudarlo comprendí a quien salía Francisco. Este hombre tenía un equipo espectacular. Mi madre se alejó unos pasos, para no perder detalle. Por fin, tomańdola de la cintura, se acercaron a la cama. Su verga morcillona, se bamboleaba mientras caminaba.
La sentó en el borde frente a él.
- Chupa, vamos, le dijo dándole una palmadita en la cabeza, y mi madre, obediente la tomó con su mano y se la metió en la boca. Luego de un rato, el hombre se separó. Ahora si mostraba una lanza en condiciones. Estaba distendida y rígida. Su cabeza morada semicubierta era impresionante.
Mi madre se acostó de prisa boca arriba en la cama, separando un poco sus piernas.
El macho se fue a los pies de la cama, y desde allí, se trepó hasta ubicarse sobre mi esposa, la que al verlo venir separó las piernas. Era una situación curiosa. Nadie hablaba. Las miradas de los dos se decían todo. Cuando quedó entre las piernas de ella, apoyó las manos al costado de la su cabeza, y sin que hiciera falta una orden, ella metió su mano entre los cuerpos y buscó la herramienta para guiarla a su destino. Cuando estuvo en posición, sus piernas rodearon los riñones del macho, y esperó sin dejar de mirarlo a los ojos. Esa mirada fija de los dos era lo mas excitante de la escena. Lentamente, el hombre la poseyó, con delicadeza, pero firmemente, sabiendose el dueño de la situación. Mi mujer lo tomó de los hombros y ahora sí, tiró su cabeza hacia atrás y gimió de placer. El macho se metió hasta el fondo, y despacio comenzó a cepillarla.
La excitación que sentía, era mayor que el enojo o la vergüenza. No creí a mi mujer capaz de gozar tanto. Ni de dar tanto placer. Los dos en la cama tejieron una experiencia sexual como verdaderos maestros.
Luego de un rato el macho se retiró, y la hizo girar de costado para ubicarse detrás de ella y levantándole una pierna volver a penetrarla por completo. Tiraron un rato así, y luego fue el turno del macho de acostarse en la cama, y mi mujer como una verdadera amazona lo montó y se empaló. En esa posición alcanzó su primer orgasmo, mientras sus tetas eran magreadas muy sensualmente.
Perdí la noción del tiempo. Cuando el macho la puso en cuatro patas, ella en esa posición alcanzó el tercer orgasmo, si no se me había escapado ninguno, y el macho por fin se vació gritando y gimiendo como un animal.
Mi esposa de inmediato giró y se la metió en la boca para limpiarla por completo. Y la tuvo en la boca hasta que recuperó su dureza y la sesión parecía que iba a durar toda la noche.
Bajé lentamente, tomé mi portafolio y me fui a un hotel. Allí me quedé hasta el lunes que era cuando tenía que volver.
Mi mujer jamás comentó nada de lo ocurrido. Cuando volví estaba contenta y atenta. Esa noche tuvimos relaciones y fueron espectaculares, entre la calentura que yo tenía por lo que había visto y el desenfreno que ahora tenía mi mujer que no le hacía asco a nada. Si antes me costaba que me hiciera una fellatio, ahora tenía que luchar un rato para que la sacara de su boca. Esa noche hasta la sodomicé, cosa que nunca me había permitido. Y debo confesar que le entró como sin nada. Evidentemente yo no era el primero.
Así pasaron los días. Hasta tuve que soportar que Miguel, el novio de mi hija se burlara de mí en un diálogo cargado de segundas intenciones, que respondí con inocencia para que nadie sospechara lo que sabía.
Unas semanas después simulé un viaje. Mi hija había roto con Miguel y no había razón para que él y sus amigos aparecieran por mi casa. Necesitaba saber que estaba pasando.
Por la noche me quedé vigilando mi domicilio, cuando mi familia pensaba que yo estaba muy lejos.
A eso de la medianoche, mi hija salió y subió a un auto que la esperaba y casi de inmediato mi mujer, muy arreglada salió también. Me sorprendió,así que decidí seguirla.
Unas cuadras mas allá mi mujer detuvo el auto y veo que Miguel sube rápidamente al mismo. Mas intrigado me sentí.
Por unos 15 minutos nos alejamos de la zona poblada, llegando a una zona de casas quinta. El auto de mi mujer estacionó y los ocupantes bajaron. Rápidamente pasaron un control e ingresaron al parque de la residencia.
Estacioné, me bajé, y quise entrar. Me lo impidieron.
- Lo siento señor, no pueden entrar personas solas, me dijeron amablemente.
- Pero es que tengo familiares y amigos allí, dije
- Lo siento. Sin pareja no entra. Son las reglas de lugar. Es para mantener el equilibrio.
Me quedé allí sin saber lo que hacer.
En ese momento un hombre con dos mujeres se acercó a la entrada.
- Lo siento señor, solo puede pasar una de las damas. Es para parejas.
- Pero es amiga, y yo vengo siempre. ¿ No pueden hacer una excepción?
- de ningún modo, le contestaron.
El hombre miró alrededor y me vio allí parado. Se acercó rapidamente
- Señor, Ud va a entrar?
- Quería pero no tengo pareja
- Tengo al solución, venga, me dijo y tomándome del brazo me acercó a su grupo.
- Carla el señor es....
- Luis, dije
- Luis, Carla será tu pareja para que ambos puedan entrar. No significa ningún compromiso , ya saben. Adentro, cada cual está por las suyas, dijo sonriendo.
Ambos estuvimos de acuerdo y de inmediato pagamos y nos dejaron pasar. El precio me pareció astrónomico, pero pagué sin chistar.
Cuando entramos me acerqué al hombre.
- Mira, no he venido nunca. ¿ Qué lugar es este?
- Ahh, has tenido suerte. Es un lugar muy especial. Aquí todo vale, pero hay una reglas simples.
- ¿ Cuáles son? Pregunté extrañado.
- Nadie pregunta los nombres de nadie. Y hoy es noche de mujeres. Te explico. Hoy nosotros somos esclavos. Son las mujeres las que nos eligen y nos dicen que hacer. No puedes hablar con ninguna si ella no te habla primero y por supuesto no puedes perseguir a ninguna.
- ¿ Y si alguna me elige?
- Te dará un ticket y tendrás que obedecer y satisfacer todos sus deseos. ¿ No es malo, verdad?
Me quedé anonadado. ¿ Existían realmente esos lugares? No podía creerlo, pero lo mas preocupante. ¿ Qué hacía mi mujer?.
Al entrar nos dieron una máscara a cada hombre y un talonario con 3 tickets a cada mujer. Luego bandejas con bebidas y comida circularon libremente.
Empecé a dar vueltas por la fiesta, tratando de ubicar a mi mujer, con la ventaja que daba la máscara y la semioscuridad.
Recorrí el salón, el jardín y cuando volví a a barra, mi esposa estaba sentada tomando una copa. Me senté unos asientos mas allá y simulé no mirarla. Ella ni notó mi presencia.
Varias mujeres se acercaron a hablar con ella, y pude escuchar algunas conversaciones.
- ¿ Es tu primera vez?
- Si, me trajo un amigo. Cuéntame de que se trata.
- Bueno, hoy es noche de mujeres, así que tenemos todos los derechos. Ningún hombre se acercará a hablar contigo. Tu tienes esa facultad. Y si alguno te gusta, podrás usarlo durante el tiempo que quieras. Bastará conque le des uno de los vales del talonario que te dieron a la entrada. El límite son 3. Cuando el macho tiene 3, no tiene obligación de satisfacerte, pero sinceramente, creo que tampoco esté en condiciones, dijo riendo.
- ¿ Y cómo me relaciono con ellos?
- Cuando tengas ganas recorre el salón y sácalos a bailar si quieres catarlos primero, sino directamente elige al que te caliente y te lo llevas al sector de la casa que esté disponible. Arriba hay dormitorios, y aquí abajo, en un rato, armarán reservados que podrás utilizar libremente.
- ¿ Vienes siempre?
- Siempre que puedo escaparme de mi esposo. Sabes, es una forma muy práctica de romper la rutina. No me relaciono con ningún hombre en especial que luego me llame a casa en los momentos mas inoportunos, no tengo que preocuparme por horarios y citas a escondidas. Vengo cada tanto, elijo un par de hombres que me gusten, me desahogo, y vuelvo a mi casa fresca como una lechuga. Y ahora te dejo. Suerte. Buena cacería, dijo riendo y se alejó.
Me retiré tranquilamente y fui hacia la puerta. Había oído todo lo que necesitaba. Mi mujer había ido allí con uno de sus amantes a prostituírse en toda la regla. Y de pronto decidí quedarme y ver hasta donde iba a llegar.
Me mantuve a distancia para que ella no me reconociera pero no la perdía de vista. Recorrió el salón y sacó a bailar a un hombre. Ya en la pista, noté como empezaba a acariciarle la espalda, el pecho y como su mano bajó hasta recorrer su entrepierna. El hombre se dejaba hacer sin decir palabra. De pronto ella le habló al oído y el hombre comenzó a acariciarle las tetas por encima de su ropa. Luego de un rato se separaron.
A continuación, sacó a otro hombre, y repitió la misma estrategia. La muy puta los estaba catando a todos antes de elegir. Así pasaron varios hombres, y cada vez ella se ponía mas osada en las caricias que daba y en las que pedía que le dieran. Por fin, llegó el momento en que el macho le metía los dedos en su sexo, mientras ella se retorcía de placer.
Fue en ese momento cuando ocurrió algo extraño. Una mano me tocó el hombro y al darme vuelta, me encontré con una bonita mujer que apenas si llegaría a los 30 años, y que me ordenó que bailara con ella. No tuve mas remedio que aceptar, ya que esas eran las reglas del juego. Ya en la pista se pegó a mí, y me elogió lo bien que bailaba. Me contó también que le gustaban los hombres mayores, y que estas reuniones eran estupendas, porque podía elegir varios y sentirse satisfecha.
- Sabes, los jovencitos se reponen mas rápido y te pueden hacer gozar varias veces, pero no tienen la calidad de los maduros. Aquí puedo elegir varios maduros que superan con creces a cualquier jovencito, me dijo al oígo mientras nos movíamos. Por supuesto mi verga estaba dura como un poste, por lo que había visto de mi mujer, pero por sobre todo, por la situación que estaba viviendo.
Ella bajó su mano y notó mi sexo distendido.
- Hmmm, has reaccionado bien. Tal vez tendría que gastar un vale contigo. ¿ Valdrá la pena?, dijo y siguió moviéndose y refregándose contra mi cuerpo.
Luego de un rato, se decidió. Me tomó de la mano y me llevó a uno de los reservados que habían armado cerca de la pista de baile.
Nos sentamos en un sillón. Yo esperé sus ordenes. Me entregó un vale que guardé en mi bolsillo.
- Bueno, para empezar me vas a hacer un buen trabajo bucal. Quiero sentir tu lengua en mi sexo, dijo separando sus piernas. Yo me arrodillé, levanté su vestido y separando aún más sus piernas, hundí mi cabeza entre ellas. Cuando mi lengua tocó su entrepierna, noté de inmediato que estaba empapada. Sin prisa, comencé a recorrerla con mi lengua, para terminar jugando con su clítoris y metiendola lo más adentro que podía. Ella empezó a gemir y suspirar y se aferró de mi cabeza, para evitar que me retirara, cosa que yo tenía pocas ganas de hacer. Seguimos así un buen rato, hasta que por fin se corrió, inundando mi boca con sus jugos.
Sali de allí abajo mas excitado de lo que nunca lo había estado. Quería clavarla, pero lamentablemente yo no era quien decidía.
- Hmmm, me gustó mucho. Hacía rato que no recibía un cunilingus tan sensual.Vete y déjame descansar un rato.
Decepcionado y excitado, salí del reservado. Busqué a mi mujer, pero ya no estaba en la pista. Recorrí la planta baja sin poder encontrarla, y entonces subí a los dormitorios.
Todos tenían las puertas entreabiertas. Se ve que el voyeurismo era parte del show. Claramente la gente iba allí no solo a desfogarse, sino también a ver y ser vista. Eran todos unos degenerados. Y la pasaban super, debo decir.
Me fui asomando en los dormitorios, espiando las situaciones mas escabrosas que podrían imaginar y por fin di con mi mujercita. La estaban montando como una yegua en la 4ta. Habitación. El macho le estaba dando con ganas, como si quisiera partirla, y ella era la que le exigía que fuera más y más violento.
- Vamos, muéstrame que no eres un marica, cabrón, dame con ganas que apenas te siento. Vamos, ganate el vale flojo, vamos, reviéntame, y el macho ante este tratamiento cada vez le daba mas y mas. Por fin, mi mujer se corrió y el macho hizo otro tanto cayendo sobre ella. Me alejé, antes que me reconociera.
Al pasar por otra habitación, sentí que me chistaban. Me asomé y sorprendí a una mujer de unos 50 años, pero bien conservada que estaba desnuda con las piernas abiertas y con una verga que la estaba taladrando, de un jovencito musculoso.
- Ven aquí, me llamó en medio de sus gemidos. Me acerqué.
-Toma uno de los vales de la mesa, dijo, cosa que hice.
- Ahora dame tu verga que necesito que me llenen la boca de semen mientras este nene me llena mi vagina.
Me acerqué, y bajé mis pantalones, dejando mi sexo al descubierto. Estaba erecto como nunca. Ella se lo metió en la boca y empezó a succionar como una ventosa, mientras sopesaba mis pelotas. La sensación era espectacular. Cuando le llegó el orgasmo, apretó a su amante para que acabara, cosa que este empezó a hacer y me apretó los huevos para que me vaciara. Frente al cuadro no había otra cosa que pudiera hacer, así que me dejé ir. Nunca eyaculé tanta cantidad, y la muy perra se lo tragó todo sin chistar. Nos quedamos un minuto así, hasta que me la limpió completa, me vestí y me retiré. Ya tenía dos vales y la verdad, no la había pasado mal.
Cuando bajé, fui hasta el bar a tomar algo, y allí estaba cuando mi mujer acompañada de su amante ocasional descendía por la escalera. Al pie de la misma se separaron sin siquiera saludarse. Parecía que jamás se hubieran visto.
Mi mujer vino hasta el bar y pidió una copa. Yo me quedé oculto en el rincón donde estaba. Con la semioscuridad apenas si ella podía ver un bulto.
Paseó su vista y ni se detuvo en mí. Buscó mas allá y observó un muchacho que estaba apoyado en una columna. Lo llamó con un gesto, y el muchacho se acercó.
- Tengo planes, le dijo cuando llegó.
- Lo lamento, tengo mis tres vales, así que ahora voy a descansar, le dijo y se alejó sonriendo.
La sentí maldecir por lo bajo. La dama que había hablado con ella antes se volvió a acercar.
- ¿ Cómo la estás pasando?
- Bastante bien, pero aún me quedan dos vales y no encuentro nada que valga la pena.
- Mira, en el parque hay un hombre alto y canoso. No es gran cosa a la vista, pero te puedo asegurar que tiene la mejor verga de toda la fiesta. No sé si aún podrá recibir algún vale. Yo lo encontré la reunión anterior, y te puedo asegurar que me partió al medio. Después de él no pude seguir y me tuve que ir a mi casa. Si te la aguantas encuéntralo, le dijo, yo estoy buscando mas normalitos, y me parece que allá tengo uno, dijo mirando hacia donde estaba yo.
Se acercó y me tomó de la mano, llevándome a la pista de baile. Pude ver como mi mujer se dirigía decidida al parque. Por fin mi pareja me tomó de la mano y me llevó a los reservados.
Estábamos allí en pleno magreo cuando veo ubicarse en el sofá de al lado a mi mujer con un hombre que coincidía con los informes que le habían dado. La verdad, yo tenía mejor pinta, pero la conversación me había dado curiosidad.
Mientras mi hembra me chupaba la verga con verdadera dedicación, pude ver como mi mujer era magreada por su pareja, como le descubría las tetas y comenzaba a chupárselas. Mi mujer mientras tanto lo iba desvistiendo lentamente.
Cuando por fin le bajó los pantalones, casi aplaudo. Eso no era una verga. Era una serpiente marina. No medía menos de 25 cms. Y era gruesa como un aerosol. Mi amiga no se había equivocado. Lo que no sabía era como haría mi mujer para comerse semejante pedazo.
Cuando mi pareja se puso en cuatro sobre el silĺón invitándome a que la penetrara no me hice rogar. Nuevamente estaba excitado.
Pude ver como mi mujer trató de chupar ese monstruo, pero apenas si pudo con su cabeza, para luego recostarse sobre el apoyabrazos del sillón y separando sus piernas invitarlo a que entrara. El macho se acomodó lentamente, alzó sus dos piernas separándolas bien y apoyó la cabeza de su verga entre los labios vaginales de mi inocente esposa. Ella bajó su mano y la acomodó.
- Despacio cabrón, me oíste? Yo te diré cuando empujar, le dijo.
- Si, mi ama, contestó el animal, calentando aún mas a mi esposa con su sumisión.
- Vamos empuja un poco, le dijo por fin, y con un movimiento sinuoso el se metió unos centímetros dentro de su cuerpo.
- Uffff, como me llenas, espera, espera. Ahhh, ahora sí, un poco más, le ordenó, y con otro movimiento otros 5 cms. Se perdieron dentro de su cuerpo.
En ese momento mi pareja reclamó mi atención . Estaba por correrse. Comenzó a gemir y suspirar pidiendo que me moviera y la complací. Me metí por fin hasta el fondo mientras ella alcanzaba su clímax, y allí me quedé controlando mi eyaculación, que al ser la segunda era más fácil.
En el sofá de al lado, la lucha comenzaba a definirse. Los cuerpos ya estaban prácticamente juntos. Mi esposa se había comido casi todo el pedazo de su macho. Yo no podía creerlo. Pensar que cuando yo la penetraba con fuerza gritaba que le dolía. Era una buena actriz.
Por fin, su pareja empujó y la empaló por completo. Mi mujer aullaba de placer.
- ahhh, esto es lo que necesitaba, lo que vine a buscar. Una verga de verdad, una verga para una mujer calentona como yo, ahhhh, muevete vamos, parteme de una vez, gemía.
Y su pareja comenzó a cepillarla como un maestro. Al ver la escena mi verga se endureció mas si eso era posible y como mi pareja se había recuperado, la saqué, la dí vuelta y ubicándome entre sus piernas la clavé con furia, haciendo que gritara.
Empecé un pistoneo salvaje, siguiendo el ritmo que marcaba el macho de mi mujer. Pero cuando mi pareja se corrió , yo la llené por completo. Mi vecino siguió por 10 minutos más. Me imagino que la vagina de mi esposa tiene que haber quedado en carne viva. La sentí acabar varias veces y por fin la clavó hasta el fondo y se vació por completo.
Quedamos los cuatro quietos. Mi pareja se levantó primero, me saludó y se fue. Aunque parezca mentira , mi verga seguía dura, y en un impulso arriesgado, me levanté, dí la vuelta a los sillones y le ofrecí mi verga a mi mujer. Ella todavía semiinconsciente por el tratamiento que había recibido, sin chistar se la metió en la boca y comenzó a mamarme. Su macho la desmontó y empezó a masturbarse mirando la escena. Luego de un rato, me corrí en su boca, aunque debo reconocer que era poco lo que podía darle. Pero cuando me retiré, su acompañante se acercó y metiendo la punta de su verga en la boca se vació como un poseso. Su boca rebalsaba de semen por todos lados y ella tuvo que tragar y tragar para no ahogarse. Yo me vestí y me fui rápidamente. Salí y volví a mi auto, y de allí a un hotel.
El lunes volví a casa como si nada. Había descubierto muchas cosas ese fin de semana. Mi mujer no quiso tener relaciones hasta el miércoles, me imagino que por la experiencia de la casona. Tiene que haberle dolido bastante.
La semana pasada le comenté a mi esposa que mis compañeros de trabajo me habían contado de una casona donde se celebraban fiestas muy especiales, y que tal vez sería buena idea ir para salir un poco de la rutina. Sus ojos se iluminaron, pero se contuvo rápido.
- ¿ Y como son esas fiestas?
- Pues me parece que muy liberales, donde cada uno puede hacer y estar con quien quiera, dije inocentemente.
- Si tu quieres, yo te acompañaré, pero sabes que soy muy tímida, no se como irá todo, dijo mostrando que era una actriz de primera, por tí haré mi mejor esfuerzo, dijo modosita y bajando la mirada.
Esta noche iremos juntos. Es noche de hombres, así que mi mujer ya sabe que solo tendrá que obedecer.
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