A quien se le ocurre...! Reservar un turno con el médico un viernes a última hora…solo a mí. Para completar el panorama llueve, y un viernes de lluvia conseguir un taxi en Buenos Aires es como acertar la lotería. El tránsito es caótico, pero finalmente llego al consultorio del urólogo, algo retrasado, pero entero…
Me atiende su secretaria (Vilma, decía en un minúsculo cartelito en el bolsillo de su chaqueta), quien me comenta que ya creían que no vendría, que el doctor estaba atendiendo a un paciente y luego me tocaba a mí, que era el último.
Mientras ella me hablaba, yo la miraba detenidamente, era pelirroja, de unos cuarenta y tantos, el cabello recogido, unos ojos preciosos y un par de tetas descomunales que pugnaban por salir de su uniforme. Seguramente a causa de su nombre y apariencia, mi imaginación voló y me recordó unos dibujos porno de Los Picapiedras, que había visto hace mucho tiempo, donde Vilma se monta una orgía en un boliche…
Me saca de mis cavilaciones su voz, muy dulce, que me informa que el Doctor me espera en el consultorio N° 2 y hacia allá voy. Me recibe muy afable, me da la mano, me invita a tomar asiento y me pregunta el motivo de mi visita. Le explico que estaba cerca de cumplir cincuenta y que por lo tanto quería hacerme un chequeo general y en particular de mi próstata.
- Vea amigo, me parece muy bien, le indicaré entonces una ecografía y unos análisis de sangre. Eso sí, antes de dichos análisis no deberá tener sexo por tres días.
- Se refiere Ud. a sexo activo con mi mujer?
- Exactamente, excepto que también tenga Ud. sexo pasivo, analmente… en dicho caso serían más días de abstinencia…
- No, no… nunca he mantenido relaciones homosexuales, aunque a decir verdad, algunas veces he fantaseado con ello, no se lo voy a negar…
- Bueno, supongo que todos lo hacemos…Bien, para completar el panorama clínico, me gustaría realizarle un tacto rectal. Para ello necesito que se desvista, apoye sus codos en la camilla y separe un poco las piernas.
Mientras yo seguía sus instrucciones, el se calzó unos guantes de látex y tomó un envase de lubricante, luego se colocó detrás de mí y comenzó a introducirme su dedo lubricado en mi ano. Mis amigos ya me habían contado que el tacto se limitaba a palpar el tamaño y consistencia de la glándula y que era un examen muy rápido… pero algo extraño estaba sucediendo porque el doctor no dejaba de masajearme la próstata muy suavemente y luego de algunos minutos sentí como que introducía un segundo dedo en mi culo. Yo no sabía qué hacer, estaba como paralizado, miro entonces por debajo de mi pecho hacia atrás y veo que ha sacado su pija del guardapolvo y se está masturbando lentamente…
- Oiga doc, que es esto, que hace?
- No se preocupe amigo, solo desfrute de su fantasía, es viernes por la tarde y llueve, solo relájese…
Mi cabeza volaba, no entendía porque no salía corriendo de allí, por otro lado tenía una sensación muy placentera y estaba teniendo ya una erección que el notó y comenzó a acariciarme los huevos, mientras seguía con su rutina anal.
Mi excitación iba en aumento y algo dentro de mí se quebró, me sentí una puta y de un solo movimiento me safé de la posición que tenía y me abalancé sobre su pija y comencé a chuparla con fruición. Me asombró el aroma que desprendía su vello en la base del falo, era embriagante, muy de macho y me calentó más todavía…
Luego de unos minutos me volvió a la posición inicial, con mis codos apoyados sobre la camilla, se colocó un preservativo y comenzó a taládrame el culo ya lubricado.
Sentía una mezcla de dolor y placer muy intenso, tanto que comencé a gemir mientras él seguía poseyéndome muy suavemente.
Mis gemidos alertaron a Vilma, quien entró al consultorio sin sorpresa alguna, como esperando una invitación a la fiesta…
- Nuestro paciente requiere hoy servicio completo – espetó el médico.
Dicho esto, en veinte segundos ya estaba Vilma del otro lado de la camilla, ofreciendome sus tetas enormes, liberadas del uniforme, que yo comencé a mamar con desesperación, mientras me sostenía con una mano en la camilla y con la otra buscaba el sexo de ella debajo de su tanga diminuta.
Vilma estaba súper excitada, sus jugos salían a raudales de su conchita casi totalmente depilada, solo una mata roja en la parte superior del pubis. Nos pidió entonces que cambiáramos, me hizo sentar en el borde de la camilla, me colocó un preservativo con la boca y con mi ayuda, se sentó arriba mío, de frente y se ensartó de un solo golpe mi pija dentro suyo, luego se reclinó sobre mi pecho, mordisqueando las tetillas, mientras dejaba su orto panorámico a disposición del doctor.
Este no se hizo rogar, lubricó antes el lindo culazo y la penetró sin miramientos en pocos segundos. Así estuvimos algunos minutos, tratando de tomar el ritmo de movimiento que nos diera placer a los tres, hasta que una serie de sonidos guturales del médico nos indicó que se venía, yo no aguanté más y comencé también a descargar mi semen dentro de Vilma, mientras ella gemía alocadamente y la escena adquiría la apariencia de un terremoto…
En ese preciso momento me desperté, estaba en mi cama, con mi esposa dormida a mi lado y todo el bóxer inundado de mi semen tibio…
Me atiende su secretaria (Vilma, decía en un minúsculo cartelito en el bolsillo de su chaqueta), quien me comenta que ya creían que no vendría, que el doctor estaba atendiendo a un paciente y luego me tocaba a mí, que era el último.
Mientras ella me hablaba, yo la miraba detenidamente, era pelirroja, de unos cuarenta y tantos, el cabello recogido, unos ojos preciosos y un par de tetas descomunales que pugnaban por salir de su uniforme. Seguramente a causa de su nombre y apariencia, mi imaginación voló y me recordó unos dibujos porno de Los Picapiedras, que había visto hace mucho tiempo, donde Vilma se monta una orgía en un boliche…
Me saca de mis cavilaciones su voz, muy dulce, que me informa que el Doctor me espera en el consultorio N° 2 y hacia allá voy. Me recibe muy afable, me da la mano, me invita a tomar asiento y me pregunta el motivo de mi visita. Le explico que estaba cerca de cumplir cincuenta y que por lo tanto quería hacerme un chequeo general y en particular de mi próstata.
- Vea amigo, me parece muy bien, le indicaré entonces una ecografía y unos análisis de sangre. Eso sí, antes de dichos análisis no deberá tener sexo por tres días.
- Se refiere Ud. a sexo activo con mi mujer?
- Exactamente, excepto que también tenga Ud. sexo pasivo, analmente… en dicho caso serían más días de abstinencia…
- No, no… nunca he mantenido relaciones homosexuales, aunque a decir verdad, algunas veces he fantaseado con ello, no se lo voy a negar…
- Bueno, supongo que todos lo hacemos…Bien, para completar el panorama clínico, me gustaría realizarle un tacto rectal. Para ello necesito que se desvista, apoye sus codos en la camilla y separe un poco las piernas.
Mientras yo seguía sus instrucciones, el se calzó unos guantes de látex y tomó un envase de lubricante, luego se colocó detrás de mí y comenzó a introducirme su dedo lubricado en mi ano. Mis amigos ya me habían contado que el tacto se limitaba a palpar el tamaño y consistencia de la glándula y que era un examen muy rápido… pero algo extraño estaba sucediendo porque el doctor no dejaba de masajearme la próstata muy suavemente y luego de algunos minutos sentí como que introducía un segundo dedo en mi culo. Yo no sabía qué hacer, estaba como paralizado, miro entonces por debajo de mi pecho hacia atrás y veo que ha sacado su pija del guardapolvo y se está masturbando lentamente…
- Oiga doc, que es esto, que hace?
- No se preocupe amigo, solo desfrute de su fantasía, es viernes por la tarde y llueve, solo relájese…
Mi cabeza volaba, no entendía porque no salía corriendo de allí, por otro lado tenía una sensación muy placentera y estaba teniendo ya una erección que el notó y comenzó a acariciarme los huevos, mientras seguía con su rutina anal.
Mi excitación iba en aumento y algo dentro de mí se quebró, me sentí una puta y de un solo movimiento me safé de la posición que tenía y me abalancé sobre su pija y comencé a chuparla con fruición. Me asombró el aroma que desprendía su vello en la base del falo, era embriagante, muy de macho y me calentó más todavía…
Luego de unos minutos me volvió a la posición inicial, con mis codos apoyados sobre la camilla, se colocó un preservativo y comenzó a taládrame el culo ya lubricado.
Sentía una mezcla de dolor y placer muy intenso, tanto que comencé a gemir mientras él seguía poseyéndome muy suavemente.
Mis gemidos alertaron a Vilma, quien entró al consultorio sin sorpresa alguna, como esperando una invitación a la fiesta…
- Nuestro paciente requiere hoy servicio completo – espetó el médico.
Dicho esto, en veinte segundos ya estaba Vilma del otro lado de la camilla, ofreciendome sus tetas enormes, liberadas del uniforme, que yo comencé a mamar con desesperación, mientras me sostenía con una mano en la camilla y con la otra buscaba el sexo de ella debajo de su tanga diminuta.
Vilma estaba súper excitada, sus jugos salían a raudales de su conchita casi totalmente depilada, solo una mata roja en la parte superior del pubis. Nos pidió entonces que cambiáramos, me hizo sentar en el borde de la camilla, me colocó un preservativo con la boca y con mi ayuda, se sentó arriba mío, de frente y se ensartó de un solo golpe mi pija dentro suyo, luego se reclinó sobre mi pecho, mordisqueando las tetillas, mientras dejaba su orto panorámico a disposición del doctor.
Este no se hizo rogar, lubricó antes el lindo culazo y la penetró sin miramientos en pocos segundos. Así estuvimos algunos minutos, tratando de tomar el ritmo de movimiento que nos diera placer a los tres, hasta que una serie de sonidos guturales del médico nos indicó que se venía, yo no aguanté más y comencé también a descargar mi semen dentro de Vilma, mientras ella gemía alocadamente y la escena adquiría la apariencia de un terremoto…
En ese preciso momento me desperté, estaba en mi cama, con mi esposa dormida a mi lado y todo el bóxer inundado de mi semen tibio…
1 comentarios - Una fantasia bi