Segunda parte
El ascensor y el pasillo quedaron atrás. Atravesamos la casa tropezando los ambientes, sin ojos para nada. Te separas de mí con un empujón suave y me miras mientras retrocedes de espaldas, mordiéndote la lengua. Apagas la luz de tu habitación mientras entras y te pedrés, y a mí me queda nada más que animarme a pasar y sacarme esta ansiedad.
Te distingo de pie, entre algunas sombras y reflejos, mientras te miro desde la entrada. Me acerco despacio caminando sin ver más que tu silueta oscura. Te tomo de la cadera y nos paramos de frente, al pie de la cama.
Me acaricias el cuello con una mano y te acercas a mi boca despacio, mientras yo te tomo de la cadera, y nos encontramos en un beso, y otro. Los labios se encuentran repetidamente, y la intensidad aumenta. Aprovecho para sorprenderte y morderte, y siento como tu mano aprieta con más fuerza. Los besos se transforman. Lo que fue sensual empieza a mezclarse son lo sexual, mientras se humedecen tus labios. Ahora siento tu lengua, húmeda y caliente, moviéndose, y la mía jugando con ella. Mi cuerpo se acerca más al tuyo, y mi boca recorre todo tu cuello, tus hombros. Te recorro con besos, en el cuello, en la oreja, en tus manos.
Comenzás a tomarme la camisa, y sus botones. Puedo ver como alternas la mirada, a mi pecho y a mis ojos, y cuando nos encontramos te mordés la boca, casi sin querer. La camisa comienza a abrirse, y tus manos siguen bajando. Mis manos pasan a tu cola, apretándola con fuerza, mientras que vos llegas con tus dedos a mi cinturón. Soltás la hebilla, y el primer botón del jean, y te dedicás a rasguñarme el pecho y la espalda, tirando la camisa por atrás de mis hombros. Yo dejo que caiga al piso.
Mi respiración es fuerte, y mi cabeza está en enfurecida. Te suelto por un momento para quitarme las zapatillas, y el jean de un tirón. Y vuelvo a vos con más fuerza. Ahora me abrazas la espalda desnuda, mientras empujo mi bóxer contra tu entrepierna, y estoy seguro que podés sentirme duro. Nos separan un vestido y mi prenda.
Lo siguiente es únicamente nuestro. Es algo que buscamos consientes o no, y lo encontramos. Yo dejo de besarte, y te miro a los ojos, y con mi mano, lentamente empiezo a correr tus breteles hacia los lados, cayendo sobre tus hombros. Mi mano en tu cintura ahora, hace un sutil gesto, para que vos voltees, y pongas tu cola directamente sobre mi pija. Me mirás sobre el hombro. En un movimiento tranquilo y extenso, yo deslizo mi última prenda, mientras vos movés tu cadera de lado a lado, provocando que tu vestido comience a caer.
A mitad de camino nos encontramos y ambos continuamos aun más despacio. Puedo sentir cómo vas agachándote y soltando tu ropa, arqueando tu espalda, y sacando tu cola, mientras yo dejo caer mi bóxer. Tu piel, asoma sobre la tela y encuentra mi piel, cuando mi pija termina de soltarse, y se apoya en el medio de tu cola.
El calor y la furia son peores. Sin darnos cuenta arrojamos las prendas por ahí, y nos comenzamos a mover con más fuerza. Yo empujo hacia adelante, profundo, y vos te reclinas hacia atrás y presionas más fuerte. Puedo distinguir entre las sombras las curvas de tus tetas, y el perfil de tu cuerpo desnudo, mientras vos giras y distinguís mi abdomen, y parte de mi pija, creciendo, y perdiéndose entre tus nalgas. Te muerdo la espalda, y la masajeo. También tomo tus tetas, las aprieto, y juego con ellas, pellizco tus pezones.
Vos ahora gemís ligeramente, y te relames, y casi de improvisto, movés tu mano hacia mí, y tomas mi pija. La agarras firme y la sujetas por un momento. Puedo sentir como la acomodas a tu mano, y como con tu dedo gordo, esparcís toda la humedad de la cabeza para mojarla, y lubricarla. Mientras haces esto, yo me vuelvo loco, y sin pensarlo dos veces, llevo una de las manos que jugaba con tus tetas hacia abajo.
En un arrebato sacudís mi pija con fuerza, apretándome la piel, llevándola adelante y atrás, haciéndome temblar las rodillas un segundo. Mi reacción es instantánea, y llevo mis dedos a tu vagina, y los dejo descansando sobre la piel sensible que asoma entre tus labios. Comienzo a frotarte de lado a lado, ni muy fuerte, ni muy rápido. Te estoy dando la oportunidad de aflojar. Sin embargo, vos arrebatas otra vez mi pija, y la masturbas con fuerza, sin detenerte por varios segundos que parecen una eternidad.
Mi mente no puede contener mi cuerpo, tu mano en mi pija me enerva, y con mis dedos empapados ya entre tus piernas, aprietan con fuerza, haciéndote parar en puntas de pie. Tus rodillas se mueven, tu mano en mi pija se queda quieta, y largás un suspiro profundo a medida que mi dedo mayor te penetra caliente y húmedo, rozando las paredes de tu cuerpo. Puedo sentir tu cola cerrarse, haciendo fuerza, liberándote para que mi dedo llegue más lejos. Y al ver tus caderas abrirse y tus talones fallar del placer decido penetrarte con otro dedo más.
Comienzo a moverme repetidamente, arriba y abajo, y vos volteas para ponernos frente a frente. Mi mano entonces penetra aun más, mientras me comés la boca abierta y mi lengua. Puedo sentir en la palma de mi mano, tu placer hecho agua, mientras me masturbás ahora rápidamente. Descansas la mano y te recostas sobre mi hombro, y mientras seguimos de pie, aprovecho para cojerte con los dedos, profundo y rápido. Moviéndome adelante y atrás, apretando tu cola con la otra mano. Y tus tetas contra mi pecho. Toda energía que dispongo y guardaba en mi mente y en mis fantasías, está ahora en mis dedos, moviéndose dentro tuyo, jugando entre tus piernas, en tu vagina, mientras presiono con la palma de mi mano tu clírotris, y te beso incansablemente.
Tu mano no puede soltar mi pija, y la aprieta, y juego con mi cabeza. Tu otra mano me abraza y rasguña la espalda, la nuca y la cola. Me besas el cuello y la boca, y tu lengua alcanza mi oreja también. Puedo sentir tu respiración en mi oído, y como contenes el aire por momentos. Sentís gotas caer por tus piernas, la humedad, las marcas de mi lengua y mis besos, cuando la brisa es más fría. Puedo sentir como tu placer es cada vez más grande, y el peso de tu cuerpo recae cada vez más sobre mí, a medida que mis manos entran y salen de vos, y te cuesta estar en pie. Me tomás del pelo una vez más...
El ascensor y el pasillo quedaron atrás. Atravesamos la casa tropezando los ambientes, sin ojos para nada. Te separas de mí con un empujón suave y me miras mientras retrocedes de espaldas, mordiéndote la lengua. Apagas la luz de tu habitación mientras entras y te pedrés, y a mí me queda nada más que animarme a pasar y sacarme esta ansiedad.
Te distingo de pie, entre algunas sombras y reflejos, mientras te miro desde la entrada. Me acerco despacio caminando sin ver más que tu silueta oscura. Te tomo de la cadera y nos paramos de frente, al pie de la cama.
Me acaricias el cuello con una mano y te acercas a mi boca despacio, mientras yo te tomo de la cadera, y nos encontramos en un beso, y otro. Los labios se encuentran repetidamente, y la intensidad aumenta. Aprovecho para sorprenderte y morderte, y siento como tu mano aprieta con más fuerza. Los besos se transforman. Lo que fue sensual empieza a mezclarse son lo sexual, mientras se humedecen tus labios. Ahora siento tu lengua, húmeda y caliente, moviéndose, y la mía jugando con ella. Mi cuerpo se acerca más al tuyo, y mi boca recorre todo tu cuello, tus hombros. Te recorro con besos, en el cuello, en la oreja, en tus manos.
Comenzás a tomarme la camisa, y sus botones. Puedo ver como alternas la mirada, a mi pecho y a mis ojos, y cuando nos encontramos te mordés la boca, casi sin querer. La camisa comienza a abrirse, y tus manos siguen bajando. Mis manos pasan a tu cola, apretándola con fuerza, mientras que vos llegas con tus dedos a mi cinturón. Soltás la hebilla, y el primer botón del jean, y te dedicás a rasguñarme el pecho y la espalda, tirando la camisa por atrás de mis hombros. Yo dejo que caiga al piso.
Mi respiración es fuerte, y mi cabeza está en enfurecida. Te suelto por un momento para quitarme las zapatillas, y el jean de un tirón. Y vuelvo a vos con más fuerza. Ahora me abrazas la espalda desnuda, mientras empujo mi bóxer contra tu entrepierna, y estoy seguro que podés sentirme duro. Nos separan un vestido y mi prenda.
Lo siguiente es únicamente nuestro. Es algo que buscamos consientes o no, y lo encontramos. Yo dejo de besarte, y te miro a los ojos, y con mi mano, lentamente empiezo a correr tus breteles hacia los lados, cayendo sobre tus hombros. Mi mano en tu cintura ahora, hace un sutil gesto, para que vos voltees, y pongas tu cola directamente sobre mi pija. Me mirás sobre el hombro. En un movimiento tranquilo y extenso, yo deslizo mi última prenda, mientras vos movés tu cadera de lado a lado, provocando que tu vestido comience a caer.
A mitad de camino nos encontramos y ambos continuamos aun más despacio. Puedo sentir cómo vas agachándote y soltando tu ropa, arqueando tu espalda, y sacando tu cola, mientras yo dejo caer mi bóxer. Tu piel, asoma sobre la tela y encuentra mi piel, cuando mi pija termina de soltarse, y se apoya en el medio de tu cola.
El calor y la furia son peores. Sin darnos cuenta arrojamos las prendas por ahí, y nos comenzamos a mover con más fuerza. Yo empujo hacia adelante, profundo, y vos te reclinas hacia atrás y presionas más fuerte. Puedo distinguir entre las sombras las curvas de tus tetas, y el perfil de tu cuerpo desnudo, mientras vos giras y distinguís mi abdomen, y parte de mi pija, creciendo, y perdiéndose entre tus nalgas. Te muerdo la espalda, y la masajeo. También tomo tus tetas, las aprieto, y juego con ellas, pellizco tus pezones.
Vos ahora gemís ligeramente, y te relames, y casi de improvisto, movés tu mano hacia mí, y tomas mi pija. La agarras firme y la sujetas por un momento. Puedo sentir como la acomodas a tu mano, y como con tu dedo gordo, esparcís toda la humedad de la cabeza para mojarla, y lubricarla. Mientras haces esto, yo me vuelvo loco, y sin pensarlo dos veces, llevo una de las manos que jugaba con tus tetas hacia abajo.
En un arrebato sacudís mi pija con fuerza, apretándome la piel, llevándola adelante y atrás, haciéndome temblar las rodillas un segundo. Mi reacción es instantánea, y llevo mis dedos a tu vagina, y los dejo descansando sobre la piel sensible que asoma entre tus labios. Comienzo a frotarte de lado a lado, ni muy fuerte, ni muy rápido. Te estoy dando la oportunidad de aflojar. Sin embargo, vos arrebatas otra vez mi pija, y la masturbas con fuerza, sin detenerte por varios segundos que parecen una eternidad.
Mi mente no puede contener mi cuerpo, tu mano en mi pija me enerva, y con mis dedos empapados ya entre tus piernas, aprietan con fuerza, haciéndote parar en puntas de pie. Tus rodillas se mueven, tu mano en mi pija se queda quieta, y largás un suspiro profundo a medida que mi dedo mayor te penetra caliente y húmedo, rozando las paredes de tu cuerpo. Puedo sentir tu cola cerrarse, haciendo fuerza, liberándote para que mi dedo llegue más lejos. Y al ver tus caderas abrirse y tus talones fallar del placer decido penetrarte con otro dedo más.
Comienzo a moverme repetidamente, arriba y abajo, y vos volteas para ponernos frente a frente. Mi mano entonces penetra aun más, mientras me comés la boca abierta y mi lengua. Puedo sentir en la palma de mi mano, tu placer hecho agua, mientras me masturbás ahora rápidamente. Descansas la mano y te recostas sobre mi hombro, y mientras seguimos de pie, aprovecho para cojerte con los dedos, profundo y rápido. Moviéndome adelante y atrás, apretando tu cola con la otra mano. Y tus tetas contra mi pecho. Toda energía que dispongo y guardaba en mi mente y en mis fantasías, está ahora en mis dedos, moviéndose dentro tuyo, jugando entre tus piernas, en tu vagina, mientras presiono con la palma de mi mano tu clírotris, y te beso incansablemente.
Tu mano no puede soltar mi pija, y la aprieta, y juego con mi cabeza. Tu otra mano me abraza y rasguña la espalda, la nuca y la cola. Me besas el cuello y la boca, y tu lengua alcanza mi oreja también. Puedo sentir tu respiración en mi oído, y como contenes el aire por momentos. Sentís gotas caer por tus piernas, la humedad, las marcas de mi lengua y mis besos, cuando la brisa es más fría. Puedo sentir como tu placer es cada vez más grande, y el peso de tu cuerpo recae cada vez más sobre mí, a medida que mis manos entran y salen de vos, y te cuesta estar en pie. Me tomás del pelo una vez más...
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