Julia es de una época más reciente. No viene de los tiempos del chat, sino de una página de contactos. La saludé, charlamos un tiempo, nos encontramos una vez sin mucha consecuencia importante….pero dio que vino mi cumpleaños y ella quiso invitarme un café, aunque yo esperaba algun otro tipo de regalo.
La pasé a buscar una desapacible tarde de fines de verano y fuimos a tomar algo a un bar de la costanera. Por la hora y el tiempo, el bar estaba practicamente para nosotros solos. Miramos el río, nos entonamos con un café irlandés, jugamos con algunas frases con doble y triple sentido, hasta que no dio para más…pagó y encaramos para el telo de al lado del puente.
Julia es bajita, no precisamente delgada, de esos cuerpos carnosos que no llegan a la obesidad. Rubia de peluquería, tenía unas tetas que llegaban un segundo antes que ella. Pero su verdadero fuerte estaba en el tren inferior. Un culo redondo y prominente…deseable….que remataba en dos piernas torneadas y firmes. En una palabra…estaba muy cogible!!!!
La franela que se desató apenas cerré la puerta fue monumental. Nuestras lenguas se enrollaron en un beso largo, caliente y mas mojado que húmedo.
Al fin le apreté las tetas buscandole los pezones sobre la ropa. Tiré el sweter y la remera mientras le arracaba la camisa rosita que traía. De la mutua calentura el corpiño creo que saltó solo.
Finalmente la tuve en bolas y la deposité sobre la cama; caí sobre ella chupandole cada milimetro de piel. Pasé de su boca al cuello, de allí a las tetas…las chupé como si me fuera la vida en ello….mordiéndole los pezones, arrancándole gemidos de placer. Mientras, mi mano se abrió paso entre sus piernas; la encontré húmeda, muy húmeda, casi mojada. Un liquido levemente viscoso le empezaba a chorrear muslos abajo. Seguí su huella y me encontré presionandole el culo, abriendolo despacito, preparando el camino para despues.
Me coloqué encima, entre sus piernas, le apunté y me metí en ella en un instante, sin pausa, profundamente.
El rostro se le contrajo, clavó sus uñas en mi espalda, hizo como una mezcla entre gemido y grito, rió y lloró, y por fin, se entregó. Me dejó entrar y salir con la fuerza y la vehemencia que quise ponerle, busqué su profundidad, su fondo, toqué lugares impensados, la exploré cuanto quise. Me mantuve atento a su rostro, gemia con sus gestos, regalaba su placer, su disfrute…hasta que se dejó ir en un orgasmo largo y tembloroso.
Cayó sumisa en una especie de sopor post-orgásmico que aproveché para darla vuelta y ponerla boca abajo. Comencé a besarle la nuca, los hombros, las espalda…bajñe por su columna hasta que mi boca se apoderño de su orto. Se lo abrí, se lo lamí, se lo saboreé….
Volvió a respirar agitadamente y me dio la visión mas espectacular que le recuerdo…..arqueó la espalda, levantó el culo al cielo, y me mostró y ofreció la concha y el orto para mi total disposición.
No iba a dudarlo….con una mezcla de sus jugos y los míos la lubriqué un poco mas, apoyé la cabeza en ese negro agujero y presioné con todas mis ganas. Hubo poca resistencia…entre la abertura previa, la lubricación y la calentura que tenía, cedió casi de inmendiato. Cuando tuve la cabeza adentro apure la maniobra sin dudar. Empujé y todo el tronco estuvo adentro. La presión era deliciosa, y los sonidos que emitía me hicieron crecer la verga un par de centimetros más. Juro que la disfruté todo lo que pude, confieso que no pensé en ella y sólo me dediqué a gozarla, a romperle el orto como corresponde. Le di incrementando el ritmo, cada vez mas a lo guaso, con fuerza, oyendo sin importarme sus gritos, quejidos, gemidos, esa mezcla de dolor y placer que se va volcando hacia lo segundo.
Cuando estuve y quise me largué, le llené el orto de leche que casi inmediatamente empezó a manar y correr piernas abajo, por las de ella y por las mias.
La di vuelta y le hice beber lo que sobraba. Junté gotas de su cuerpo y se las di enla boca, haciéndola saborear los restos de ese polvo estupendo.
Cuando terminó, me dio un buen beso en la chota y me dijo “Feliz Cumple”!!!!
La pasé a buscar una desapacible tarde de fines de verano y fuimos a tomar algo a un bar de la costanera. Por la hora y el tiempo, el bar estaba practicamente para nosotros solos. Miramos el río, nos entonamos con un café irlandés, jugamos con algunas frases con doble y triple sentido, hasta que no dio para más…pagó y encaramos para el telo de al lado del puente.
Julia es bajita, no precisamente delgada, de esos cuerpos carnosos que no llegan a la obesidad. Rubia de peluquería, tenía unas tetas que llegaban un segundo antes que ella. Pero su verdadero fuerte estaba en el tren inferior. Un culo redondo y prominente…deseable….que remataba en dos piernas torneadas y firmes. En una palabra…estaba muy cogible!!!!
La franela que se desató apenas cerré la puerta fue monumental. Nuestras lenguas se enrollaron en un beso largo, caliente y mas mojado que húmedo.
Al fin le apreté las tetas buscandole los pezones sobre la ropa. Tiré el sweter y la remera mientras le arracaba la camisa rosita que traía. De la mutua calentura el corpiño creo que saltó solo.
Finalmente la tuve en bolas y la deposité sobre la cama; caí sobre ella chupandole cada milimetro de piel. Pasé de su boca al cuello, de allí a las tetas…las chupé como si me fuera la vida en ello….mordiéndole los pezones, arrancándole gemidos de placer. Mientras, mi mano se abrió paso entre sus piernas; la encontré húmeda, muy húmeda, casi mojada. Un liquido levemente viscoso le empezaba a chorrear muslos abajo. Seguí su huella y me encontré presionandole el culo, abriendolo despacito, preparando el camino para despues.
Me coloqué encima, entre sus piernas, le apunté y me metí en ella en un instante, sin pausa, profundamente.
El rostro se le contrajo, clavó sus uñas en mi espalda, hizo como una mezcla entre gemido y grito, rió y lloró, y por fin, se entregó. Me dejó entrar y salir con la fuerza y la vehemencia que quise ponerle, busqué su profundidad, su fondo, toqué lugares impensados, la exploré cuanto quise. Me mantuve atento a su rostro, gemia con sus gestos, regalaba su placer, su disfrute…hasta que se dejó ir en un orgasmo largo y tembloroso.
Cayó sumisa en una especie de sopor post-orgásmico que aproveché para darla vuelta y ponerla boca abajo. Comencé a besarle la nuca, los hombros, las espalda…bajñe por su columna hasta que mi boca se apoderño de su orto. Se lo abrí, se lo lamí, se lo saboreé….
Volvió a respirar agitadamente y me dio la visión mas espectacular que le recuerdo…..arqueó la espalda, levantó el culo al cielo, y me mostró y ofreció la concha y el orto para mi total disposición.
No iba a dudarlo….con una mezcla de sus jugos y los míos la lubriqué un poco mas, apoyé la cabeza en ese negro agujero y presioné con todas mis ganas. Hubo poca resistencia…entre la abertura previa, la lubricación y la calentura que tenía, cedió casi de inmendiato. Cuando tuve la cabeza adentro apure la maniobra sin dudar. Empujé y todo el tronco estuvo adentro. La presión era deliciosa, y los sonidos que emitía me hicieron crecer la verga un par de centimetros más. Juro que la disfruté todo lo que pude, confieso que no pensé en ella y sólo me dediqué a gozarla, a romperle el orto como corresponde. Le di incrementando el ritmo, cada vez mas a lo guaso, con fuerza, oyendo sin importarme sus gritos, quejidos, gemidos, esa mezcla de dolor y placer que se va volcando hacia lo segundo.
Cuando estuve y quise me largué, le llené el orto de leche que casi inmediatamente empezó a manar y correr piernas abajo, por las de ella y por las mias.
La di vuelta y le hice beber lo que sobraba. Junté gotas de su cuerpo y se las di enla boca, haciéndola saborear los restos de ese polvo estupendo.
Cuando terminó, me dio un buen beso en la chota y me dijo “Feliz Cumple”!!!!
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