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Mi chica no es mi chica (pt. 2)

va la segunda parte. disfruten pero no sean egoístas: compártanlo!





Mi chica no es mi chica
(2ª parte)




Aquella noche, como Tatiana dormía en su casa, aproveché para subir sus fotos a Internet. Había elegido las más inocentes. Tatiana en la playa, Tatiana en una reunión de amigos, Tatiana de entrecasa un sábado a la tarde, etcétera. Momentos privados, pero no íntimos. Imágenes a las que –llegado el caso– cualquiera de sus contactos de Facebook podía tener acceso. Ninguna foto de ella desnuda, o de las que nos sacábamos de vez en cuando mientras cogíamos.

De haberlo pensado dos veces, no lo habría hecho. Tenía la sensación de estar rompiendo un límite. Sentía una mezcla rara de culpa y adrenalina. Me dolía el estómago. Antes de arrepentirme, apagué la computadora y me acosté.

No pude dormir.

Apenas amaneció, poco antes de que sonara el despertador, volví a entrar a Internet para ver si alguien había opinado algo sobre mis fotos. O mejor dicho, las fotos de mi novia.

Sabía que el material de mujeres, cualquier material de mujeres, era siempre bienvenido y el más solicitado. Pero jamás hubiese esperado encontrarme con lo que me encontré. La escasa docena de fotos que había subido tenían más de 200 comentarios, que se habían acumulado en tan sólo unas cinco horas. Había varios que –por timidez, limitaciones intelectuales o incluso, quizás, compromiso– no salían de un escueto "hermosa" o "muy bueno". Mientras que otros (la gran mayoría) se explayaban con toda libertad. Tanto que, en más de un caso, directamente se iban a la mierda.

Cuando salíamos a caminar juntos, yo me daba cuenta de cómo los demás tipos miraban a Tatiana. Y, en muchas oportunidades, no les importaba en absoluto que estuviese acompañada por mí. De hecho, eso los motivaba a mirarla con más ganas. Con los comentarios de aquella red social, escritos –además– con la impunidad del anonimato, comprobé que practicamente medio país quería "reventar a pijazos" (como dijo uno) a mi chica.

Los primeros que leí me inquietaron un poco. Me pusieron nervioso y me dieron una especie de vergüenza. También bronca, y algo parecido a los celos. Después del número veintipico, me acostumbré y me aburrieron. Todos querían usarla, romperla, ensuciarla. En fin, nada del otro mundo. Pero, a su vez, todos coincidían en algo más interesante, o que a mí me resultó más interesante: los diminutivos.

Tatiana era "una linda putita", tenía "carita de viciosa". Querían tocarle "esas tetitas", chuparle "esa conchita", romperle "ese culito". De verdad la veían igual que yo. Diminuta, frágil. Algunos no creían que tuviese 23 años: la llamaban "pendejita".

No desayuné. Tenía náuseas. Vomité el café que tomé en el trabajo. Cuando –a la vuelta– me conecté de nuevo, tenía el triple de comentarios. Que me felicitaran por mi chica no me hizo sentir mejor. Me habían llegado, encima, un par de mensajes privados. Seguramente querían más material, o que los pusiera en contacto con la misma Tatiana. Los eliminé sin haberlos leído.

Quise olvidarme del asunto pero esa noche, mientras cenábamos Tatiana me preguntó –como en broma– si seguía con la idea. Le contesté que sí. Y, creyendo que me iba a sentir mejor si lo hacía, le confesé lo de sus fotos.

Tatiana frunció la frente. Me preguntó si hablaba en serio.

—¿O es joda? —dijo.

Estuve a punto de negarlo todo. Pero siempre había sido honesto con Tatiana. No podía fallarle ahora. Le dije que era verdad. Y que me perdonara.

Entonces ella, después de un silencio que duró siglos, empezó a reírse. Enseguida se puso de pie, se acercó a mi silla y, con ternura, me acarició el pelo y dijo:

—Sos un boludo.

Sin levantar la mesa, sin lavar un plato, fuimos a donde estaba la computadora. Tatiana quería ver las fotos, los comentarios. Todo eso no hizo otra cosa que darle más risa.

—Estás loco —me dijo, y nos pusimos a besarnos.

Tatiana quiso cumplir mi fantasía de siempre, y cuando me sacó la verga fuera del boxer, fingió sorpresa imitando los mismos gestos también fingidos de las películas porno. Se la metió en la boca de a poco, para hacerme creer que no quería atragantarse, y se detuvo a mitad de camino a pesar de que hubiese podido seguir hasta el final, como tantas otras veces antes.

Después, mientras me cabalgaba, repetía lo mucho mucho que le dolía, se quejaba, y a cada rato me pedía que no la lastimara. Como juego era divertido, pero los dos sabíamos que era todo una actuación. Lo que yo quería era otra cosa. Lo que yo quería era verla fascinada, asustada y atravesada por una pija inmensa, aunque no fuese la mía.

—Despacito... Despacito... —lloriqueaba Tatiana.

Yo la bombeaba con fuerza, a fondo, cada vez más rápido. Los dos ya estábamos demasiado calientes. Era ese momento en el que está permitido (y hasta es necesario) decir las cosas más terribles.

—Esto no es nada —le dije, casi babeando en su oreja—. Las pijas que te habrás comido antes.

—Sí... —decía ella—. Duele...

—No, esta no duele... ¿Quién más te coge?

Tatiana, por un instante, me miró confundida, a punto de perder el hilo. Pero al instante captó la onda.

—¿A quién te cogés?

—A un amigo.

—¿Cómo se llama?

Era una pregunta estúpida. A Tatiana no se le ocurría ningún nombre.

—¿La tiene grande?

—Sí.

—¿Cuánto?

—Mucho.

—¿Cuánto es mucho?

—Enorme. No me entra en la boca.

—¿En dónde?

—En la boca.

—¿En la boca?

—En la boquita.

Tatiana se mordió los labios. Le metí tres dedos para que los chupara y era cierto, apenas había lugar. Dio una arcada que sonó real. Le metí el dedo pulgar y, al cerrar los labios alrededor, su boca parecía ser más pequeña de lo que en verdad era.

Acabamos como nunca. Los dos, casi al unísono.

—¿Contento? —me preguntó Tatiana con un beso en la nariz, un segundo antes de quedarse dormida.

Contento sí. Pero no satisfecho.

2 comentarios - Mi chica no es mi chica (pt. 2)

kramalo
muy bueno...!! si seguis asi...te va a hechar a la mierda...jaja!! no pusistes como la tenes....no es que sea gay, pero si le decis a alguien "tengo una de 16 cm), no es lo mismo que yo te diga..: tengo una de 19... mi mujer no quiere por nada que se la meta toda.... la tengo que poner boca abajo, sino le duele. y eso que tiene caja... saludos.