Nombre:Leo, desde el momento en que cruzó los escasos pasos hasta la ducha, donde se encontraba lo prohibido, supo que se modificaría todo.
No le importó, o no lo analizó exhaustivamente, dicen que cuando se actúa con una "cabeza" la otra deja de funcionar.
El contacto con el cuerpo de su madre, lo transformó en un lascivo, vicioso y obsceno engendro, que quería profanarla carnalmente. Sin embargo, el agua que corría por el cuerpo de ella, se transformaba en un obstáculo, a pesar de su lujuria y los líquidos preseminales que chorreaban de su glande ávido de sexo. Sus deseos e instintos se veían frenados por el agua de la ducha en el cuerpo de la mamá.
Embestía como un macho cabrío, entre sus cachas. Abría con ambas manos los glúteos y penetraba esa zanja profunda, sin encontrar un resquicio de entrada a ninguna parte.
Buscó, intentó sin pausa pero sin éxito penetrar, tanto fue así, que su madre a pesar del bochorno, se apiadó de él y lo ayudó resignada, con sus manos a llegar al lugar, a su objetivo. Aunque, el sólo hecho de "abarajarlo" hizo que se viniera, casi entre la ingle y la entrepierna.
Nombre:Angélica, desde que vio el rostro del agresor (su hijo) junto con ella en la ducha, supo que "eso" estaba muy mal. Pero también sabía que se lo había buscado, tal vez, al principio sin quererlo o inconscientemente. Aunque después de los días anteriores y su accionar, era lógico y una cuestión de tiempo el que sucediera..
Se relajó automáticamente, quiso disfrutarlo sin ser evidente. Sin embargo, el núbil semental, era muy novicio, era más torpe de lo pensado (aunque ella pensó "no es una situación ordinaria" no se si muchos lo lograrían, como disculpándolo) los nervios de él, le jugaban en contra y su cuerpo mojado por el vital elemento (el agua) que se podría pensar, en que sería un gran conductor, en este caso con la piel, era un estorbo, una dificultad, se atascaba, se frenaba, no se deslizaba el pene entre su raja.
Por eso optó en ayudarlo y perder su coartada, dejaba en claro con los hechos que accedía, a hacerlo. Tuvo que abnegarse, caso contrario, ambos terminarían lastimados, por la fuerza o la brutalidad de Leo emparentada con la falta de habilidad, experiencia y destreza.
Pero, al instante, de inmediato sintió, ese fluido viscoso, tibio y el palpitar del miembro joven, endurecido entre sus piernas, expeliendo o eyaculando esperma.
Los jadeos y pulsaciones estremecedoras, de su hijo en su cuello, la volvieron a conmover, excitándola, eso la incitó a exacerbarse, perdiendo sus frenos inhibitorios.
Lentamente se dio vuelta, apoyó sus tetas en el pecho de su hijo, este levantó la mirada, se cruzaron fijamente y se besaron como extraños enamorados.
La lengua de su madre, ingreso en la cavidad bucal del hijo y curiosa jugueteó, se enroscó con la de Leo.
Él, la abrazó con fuerza, quiso fusionarse, unirse, mimetizándose en una asociación simétrica y simbiótica.
Súbitamente, el órgano viril de su hijo resucitó milagrosamente, ella lo comparó con el de su marido, el padre de ese hijo y los esfuerzos de ella para que tuviera alguna reacción similar.
Nuevamente, en forma urgente él quiso aparearse.
Ella lo detuvo, para invitarlo a ponerse más cómodos (ya no estaba en edad para hacerlo de parada). Salieron ambos de la ducha, se cubrieron con toallones, ella se recogió el cabello y se dirigieron al dormitorio matrimonial. Sin embargo, al entrar recordó que estaba la cama sin sábanas, ella dudó. Leo le quitó el toallón que la cubría y se sacó el suyo arrojándolos sobre la cama de dos plazas. Ella sonrió de manera pícara, por la iniciativa del muchacho, pero le dijo que podían dejar evidencias que los comprometieran a los dos. Leo hizo mala cara y Angélica para animarlo, se inclinó se abrió con su mano un cachete del culo y dejó que él viera el orificio anal y su vulva, su hijo sonrió ella lo tomó de la mano y se dirigieron a la habitación de los niños (ella tenía la fantasía de hacerlo allí) lo acostó boca arriba y le pidió que se la chupara (al marido, jamás le gustó hacerlo).
Leo lo hizo, más aún, quería meterse adentro, volver al útero materno, metía la nariz, los labios y la lengua.
Angélica tuvo que frenarlo y enseñarle que eso no era necesario, a ella le gustaba que le lamieran sólo el clítoris y con eso llegó al clímax y junto a él su primer orgasmo.
Luego ella, le dio sexo oral a su hijo, aunque estaba tan enfervorizado que con sólo un besito en el glande, él acabó profusamente.
Luego de ello, ya más serenos ambos, ella hizo este parlamento.
Hijo, sabés que esto no se puede repetir nunca jamás. Hace unos días que soy condescendiente con vos.
Y si querés, para ser totalmente honesta, no fue un gran sacrificio el mío, pero hasta aquí llegó.
Imaginate que esto trascienda, que alguien lo intuya, porque de continuar, eso terminará pasando.
Qué alguien nos vea, sería el final de todo, para ambos. Pero mucho peor para mi.
Así que si me querés, tenés que prometerme olvidar todo y continuar como estábamos antes de estos últimos días.
Leo estaba mudo, entendía todo, comprendía a su madre, no podía ser tan egoísta de arruinar al ser que más amaba en el mundo.
Entonces dijo, madre, agradezco todo lo que hiciste por mi, se que desde hace tiempo notabas mi atracción sexual por vos, y esto ha sido otro regalo tuyo para conmigo. Otro obsequio que quería, como tantos otros que me diste a lo largo de mi vida, siempre me complaciste en todo lo que quise. Por eso, también especulé con esto. Yo sabía que en algún momento me lo ibas a dar, lo iba a conseguir y hasta sin pedírtelo abiertamente, sólo con dártelo a entender. Por eso, descontá que no voy a molestarte más, y espero, que nuestra relación anterior crezca y se fortalezca, por lo acontecido entre los dos. Tenemos un secreto en común, y eso nos hace más unidos aún.
En medio del diálogo sonó el teléfono. Ninguno de los dos hizo nada por contestar. Sin embargo, Angélica reaccionó, y aprovecho ese impasse para ir a atender, para así, recapacitar lo dicho por su hijo.
Nunca imaginó que Leo, su hijo, respondería como lo hizo.
El teléfono estaba al final del famoso vestíbulo, un pasillo de más de diez metros, ella fue lentamente, pensando en la respuesta de Leo. Para demorar aún más, se calzó con un par de sandalias. Levantó el auricular del antiguo teléfono de colección, apoyó su pie izquierdo en la pared (como haciendo el viejo cuatro de las prostitutas) y se acomodó el cabello, como flirteando con las miradas de ella y su hijo en el extremo contrario, la otra punta de la casa.
Se demoró unos minutos con la conversación telefónica, mientras hablaba se movía muy provocadora. Colgó y regresó al cuarto de su hijo, también de manera muy parsimoniosa, con un andar cadencioso.
Ese tiempo que se tomó Angélica y ese "acting" que efectuó, le generó dividendos, el que su hijo se cuestionara lo dicho y le propusiera una vez más, una última vez.
Ella sonrió para sus adentros, pero de todos modos se negó (aunque no quería exagerar haciéndolo) tal vez Leo se lo creyera y se diera por vencido. Cuando observó que el hijo ya no tenía argumentos para convencerla, le dijo ¡Bueno, pero que sea la última vez, eh!
Gracias mami!!! Dijo Leo
¡Pero quiero tu colita! ¡Así, lo tengo todo de vos! Dijo amorosamente el hijo
¡Mi amor, a nadie se la entregué! Aseguró Angélica
¡Porfa mami! Imploró el hijo
¡Bueno porque sos vos, mi vida! Afirmo la mami
La penetró por detrás y mientras la introducía le preguntó ¿Quién llamó?
¡Tu...tío...Prados! Se esforzó en responder mientras era invadida contra natura
Leo, odiaba a ese familiar, lo creía un libidinosos, más aún lo celaba por la influencia que tenía con sus mujeres, las damas de la casa, Felina y Angélica. Su madre lo sabía, había notado los gestos celosos de su hijo cuando ese tío llegaba a la casa, por eso lo mencionó, aunque era verdad, había llamado, pero pudo haberlo omitido, pero buscó exacerbarlo, ponerlo frenético y que esa furia la descargara sexualmente.
¿Y que quería? Preguntó mientras entraba y salía rítmicamente con su pija en el culo de la madre.
¡Viene el fin de semana con la tía y tu primo! Aclaró su madre manteniendo una conversación normal, de familia, mientras cojían anormalmente, los dos como animales exasperados.
¡Uffff! Eso me sacó de climax, mami, no puedo seguir! Dijo el hijo agriado, irritado, sacado de sus casillas.
¡Me lo quedás debiendo! Avisó Leo, se retiró del ano de su mamá y se fue a duchar.
No le importó, o no lo analizó exhaustivamente, dicen que cuando se actúa con una "cabeza" la otra deja de funcionar.
El contacto con el cuerpo de su madre, lo transformó en un lascivo, vicioso y obsceno engendro, que quería profanarla carnalmente. Sin embargo, el agua que corría por el cuerpo de ella, se transformaba en un obstáculo, a pesar de su lujuria y los líquidos preseminales que chorreaban de su glande ávido de sexo. Sus deseos e instintos se veían frenados por el agua de la ducha en el cuerpo de la mamá.
Embestía como un macho cabrío, entre sus cachas. Abría con ambas manos los glúteos y penetraba esa zanja profunda, sin encontrar un resquicio de entrada a ninguna parte.
Buscó, intentó sin pausa pero sin éxito penetrar, tanto fue así, que su madre a pesar del bochorno, se apiadó de él y lo ayudó resignada, con sus manos a llegar al lugar, a su objetivo. Aunque, el sólo hecho de "abarajarlo" hizo que se viniera, casi entre la ingle y la entrepierna.
Nombre:Angélica, desde que vio el rostro del agresor (su hijo) junto con ella en la ducha, supo que "eso" estaba muy mal. Pero también sabía que se lo había buscado, tal vez, al principio sin quererlo o inconscientemente. Aunque después de los días anteriores y su accionar, era lógico y una cuestión de tiempo el que sucediera..
Se relajó automáticamente, quiso disfrutarlo sin ser evidente. Sin embargo, el núbil semental, era muy novicio, era más torpe de lo pensado (aunque ella pensó "no es una situación ordinaria" no se si muchos lo lograrían, como disculpándolo) los nervios de él, le jugaban en contra y su cuerpo mojado por el vital elemento (el agua) que se podría pensar, en que sería un gran conductor, en este caso con la piel, era un estorbo, una dificultad, se atascaba, se frenaba, no se deslizaba el pene entre su raja.
Por eso optó en ayudarlo y perder su coartada, dejaba en claro con los hechos que accedía, a hacerlo. Tuvo que abnegarse, caso contrario, ambos terminarían lastimados, por la fuerza o la brutalidad de Leo emparentada con la falta de habilidad, experiencia y destreza.
Pero, al instante, de inmediato sintió, ese fluido viscoso, tibio y el palpitar del miembro joven, endurecido entre sus piernas, expeliendo o eyaculando esperma.
Los jadeos y pulsaciones estremecedoras, de su hijo en su cuello, la volvieron a conmover, excitándola, eso la incitó a exacerbarse, perdiendo sus frenos inhibitorios.
Lentamente se dio vuelta, apoyó sus tetas en el pecho de su hijo, este levantó la mirada, se cruzaron fijamente y se besaron como extraños enamorados.
La lengua de su madre, ingreso en la cavidad bucal del hijo y curiosa jugueteó, se enroscó con la de Leo.
Él, la abrazó con fuerza, quiso fusionarse, unirse, mimetizándose en una asociación simétrica y simbiótica.
Súbitamente, el órgano viril de su hijo resucitó milagrosamente, ella lo comparó con el de su marido, el padre de ese hijo y los esfuerzos de ella para que tuviera alguna reacción similar.
Nuevamente, en forma urgente él quiso aparearse.
Ella lo detuvo, para invitarlo a ponerse más cómodos (ya no estaba en edad para hacerlo de parada). Salieron ambos de la ducha, se cubrieron con toallones, ella se recogió el cabello y se dirigieron al dormitorio matrimonial. Sin embargo, al entrar recordó que estaba la cama sin sábanas, ella dudó. Leo le quitó el toallón que la cubría y se sacó el suyo arrojándolos sobre la cama de dos plazas. Ella sonrió de manera pícara, por la iniciativa del muchacho, pero le dijo que podían dejar evidencias que los comprometieran a los dos. Leo hizo mala cara y Angélica para animarlo, se inclinó se abrió con su mano un cachete del culo y dejó que él viera el orificio anal y su vulva, su hijo sonrió ella lo tomó de la mano y se dirigieron a la habitación de los niños (ella tenía la fantasía de hacerlo allí) lo acostó boca arriba y le pidió que se la chupara (al marido, jamás le gustó hacerlo).
Leo lo hizo, más aún, quería meterse adentro, volver al útero materno, metía la nariz, los labios y la lengua.
Angélica tuvo que frenarlo y enseñarle que eso no era necesario, a ella le gustaba que le lamieran sólo el clítoris y con eso llegó al clímax y junto a él su primer orgasmo.
Luego ella, le dio sexo oral a su hijo, aunque estaba tan enfervorizado que con sólo un besito en el glande, él acabó profusamente.
Luego de ello, ya más serenos ambos, ella hizo este parlamento.
Hijo, sabés que esto no se puede repetir nunca jamás. Hace unos días que soy condescendiente con vos.
Y si querés, para ser totalmente honesta, no fue un gran sacrificio el mío, pero hasta aquí llegó.
Imaginate que esto trascienda, que alguien lo intuya, porque de continuar, eso terminará pasando.
Qué alguien nos vea, sería el final de todo, para ambos. Pero mucho peor para mi.
Así que si me querés, tenés que prometerme olvidar todo y continuar como estábamos antes de estos últimos días.
Leo estaba mudo, entendía todo, comprendía a su madre, no podía ser tan egoísta de arruinar al ser que más amaba en el mundo.
Entonces dijo, madre, agradezco todo lo que hiciste por mi, se que desde hace tiempo notabas mi atracción sexual por vos, y esto ha sido otro regalo tuyo para conmigo. Otro obsequio que quería, como tantos otros que me diste a lo largo de mi vida, siempre me complaciste en todo lo que quise. Por eso, también especulé con esto. Yo sabía que en algún momento me lo ibas a dar, lo iba a conseguir y hasta sin pedírtelo abiertamente, sólo con dártelo a entender. Por eso, descontá que no voy a molestarte más, y espero, que nuestra relación anterior crezca y se fortalezca, por lo acontecido entre los dos. Tenemos un secreto en común, y eso nos hace más unidos aún.
En medio del diálogo sonó el teléfono. Ninguno de los dos hizo nada por contestar. Sin embargo, Angélica reaccionó, y aprovecho ese impasse para ir a atender, para así, recapacitar lo dicho por su hijo.
Nunca imaginó que Leo, su hijo, respondería como lo hizo.
El teléfono estaba al final del famoso vestíbulo, un pasillo de más de diez metros, ella fue lentamente, pensando en la respuesta de Leo. Para demorar aún más, se calzó con un par de sandalias. Levantó el auricular del antiguo teléfono de colección, apoyó su pie izquierdo en la pared (como haciendo el viejo cuatro de las prostitutas) y se acomodó el cabello, como flirteando con las miradas de ella y su hijo en el extremo contrario, la otra punta de la casa.
Se demoró unos minutos con la conversación telefónica, mientras hablaba se movía muy provocadora. Colgó y regresó al cuarto de su hijo, también de manera muy parsimoniosa, con un andar cadencioso.
Ese tiempo que se tomó Angélica y ese "acting" que efectuó, le generó dividendos, el que su hijo se cuestionara lo dicho y le propusiera una vez más, una última vez.
Ella sonrió para sus adentros, pero de todos modos se negó (aunque no quería exagerar haciéndolo) tal vez Leo se lo creyera y se diera por vencido. Cuando observó que el hijo ya no tenía argumentos para convencerla, le dijo ¡Bueno, pero que sea la última vez, eh!
Gracias mami!!! Dijo Leo
¡Pero quiero tu colita! ¡Así, lo tengo todo de vos! Dijo amorosamente el hijo
¡Mi amor, a nadie se la entregué! Aseguró Angélica
¡Porfa mami! Imploró el hijo
¡Bueno porque sos vos, mi vida! Afirmo la mami
La penetró por detrás y mientras la introducía le preguntó ¿Quién llamó?
¡Tu...tío...Prados! Se esforzó en responder mientras era invadida contra natura
Leo, odiaba a ese familiar, lo creía un libidinosos, más aún lo celaba por la influencia que tenía con sus mujeres, las damas de la casa, Felina y Angélica. Su madre lo sabía, había notado los gestos celosos de su hijo cuando ese tío llegaba a la casa, por eso lo mencionó, aunque era verdad, había llamado, pero pudo haberlo omitido, pero buscó exacerbarlo, ponerlo frenético y que esa furia la descargara sexualmente.
¿Y que quería? Preguntó mientras entraba y salía rítmicamente con su pija en el culo de la madre.
¡Viene el fin de semana con la tía y tu primo! Aclaró su madre manteniendo una conversación normal, de familia, mientras cojían anormalmente, los dos como animales exasperados.
¡Uffff! Eso me sacó de climax, mami, no puedo seguir! Dijo el hijo agriado, irritado, sacado de sus casillas.
¡Me lo quedás debiendo! Avisó Leo, se retiró del ano de su mamá y se fue a duchar.
34 comentarios - Testimonio Incestuoso 6ª
muy bueno
http://www.poringa.net/posts/relatos/2427918/Incitacion-concupiscencia-y-concrecion-incestuosa-5.html