Camila llega del trabajo como siempre pasadas las seis de la tarde. Está vestida con un jean ajustado que le marca todas sus líneas, las dos tenemos la misma técnica, usar un par de talles menos para que la prenda nos quede más pegada al cuerpo. Usa unas botas marrones con tacos. Al quitarse la campera deja al descubierto su camisa blanca con cuello redondo, se le marcan los pezones a pesar de estar usando corpiño. Un collar de búhos adorna su cuello. Sus labios están pintados de rojo y sus ojos delineados. Lleva el pelo recogido pero se lo suelta a la vez que mueve su cabeza para darle libertad a los cabellos. Se acerca hasta mí, estoy en bata porque acabo de bañarme, tengo una toalla en la cabeza y mi cuerpo está completamente desnudo. Me saluda con un húmedo beso en la boca. Ella cierra sus ojos para besarme, yo no, los mantengo abiertos, me gusta verla con sus ojos cerrados. Yo introduzco mi lengua en su boca y ella me sujeta de la nuca y comienza a mover la suya para que estas se acaricien en un rico intercambio de saliva. Me acaricia la mejilla y deja su cartera sobre el sofá.
Yo me quitó la toalla de la cabeza, me pongo de pie y camino hacia ella. Llevo la bata atada por la cintura, pero el escote es tan grande que uno de mis pechos se sale, dejando el pezón al aire. Ella me mira, se sonríe y me dice que estoy linda. Me paro frente a ella, la abrazo por las caderas y la traigo hacia mí, le beso el cuello, ella tira su cabeza hacia atrás de costado para mayor comodidad mía. Le beso cerca de la oreja, abajo del mentón, paso mi lengua por debajo de la mandíbula. Ella jadea y como la estoy mirando de reojo veo que lame sus labios y muerde su labio inferior. Me encanta esa expresión en su rostro, me gusta verla gozar.
Desabrocho mi bata y la dejo caer el suelo. La sujeto de la nuca y la hago bajar hasta que su cara queda frente a mis senos. Comienza dándole pequeños piquitos a mis pezones, luego besos alrededor de ellos. Pasa su lengua en círculos por la aureola, mientras juega con mi pezón derecho lame el izquierdo, luego cambia. Presiona mi pecho derecho con fuerza mientras muerde el izquierdo, luego cambia. Lo que me hace en un seno luego lo hace en el otro. Yo la miro, ella siempre tiene sus ojos cerrados y disfruto el placer que me da. Entrecierro mis ojos y le regalo un suave jadeo a la vez que le pido que no se detenga, le susurro que me gusta, que me haga con la lengua.
- Así, así – suspiro – Con la lengua…
Apoyo uno de mis pies sobre el sofá y separo levemente mis piernas. Haciendo una leve presión en su nuca hacia abajo le indico que quiero que me haga sexo oral. Ella comprende a la perfección la indirecta y se arrodilla frente a mí. Esta es la excitación que deben sentir los hombres, tenerla de rodillas con su cara a la altura de mi vientre me estremece, me provoca, me gusta. Ella pasa su mano por debajo de mis piernas y con uno de sus dedos acaricia desde mi cola lentamente hasta la punta de clítoris. Me muerdo los labios. Coloco una de mis manos sobre su nuca y la atraigo hacia mi cuerpo a la vez que muevo mis caderas hacia su cara. Siento la suavidad de sus labios unirse a mis muslos internos. Ella abre y cierra su boca. Me está besando los labios vaginales como si se tratara de mi propia boca. Siento como mi vagina se abre y mi cuerpo comienza a generar flujos. Siento la humedad de su lengua depositarse sobre mi clítoris y jadeo y le digo que sí.
Ella con una de sus manos separa mis labios para dejar todo mi ser más libre y a su disposición, con la otra me acaricia en círculo los glúteos, me da pellizcos, nalgadas suaves, estimula el anillo de mi ano, sin dejar de lamerme entre las piernas. Miro hacia abajo, allí esta ella, que me mira de reojo hacia arriba, como buscando aprobación en mi rostro, me mira para saber que me está haciendo gozar. Yo le regalo otro gemido y exagero adrede mi cara de placer, ella al oírme entrecierra sus ojos y me lame con mayor velocidad y fuerza, vuelvo a gemir y tiro mi cabeza hacia atrás, ella me clava sus uñas en mis glúteos y me come el clítoris con más pasión, yo sigo gimiendo y ella también comienza a gemir dentro de mi vagina. Yo muevo mi pelvis al ritmo que marca su lengua en las lamidas, y a la misma velocidad que su dedo estimula la entrada de mi ano. No tarda en llegar a mi estómago esa presión que anuncia que el orgasmo está próximo. Se lo hago saber para que mantenga el ritmo.
- Así, así que acabo – susurro – Haceme acabar…
Ella es obediente, mantiene el ritmo de las lamidas y la estimulación anal. Siento que voy a explotar y el gemido se convierte en un pequeño grito, el placer es tan grande que intento separarme de ella, pero me tiene sujetada por los glúteos y me lo impide. Hago un raro movimiento de caderas hacia abajo, tratando de escapar de sus labios y su lengua, pero no puedo. Ella sigue lamiendo, la miro, ella me está mirando, y a pesar que no puedo ver su boca sé que se está riendo, me está chupando con una sonrisa en su rostro, le gusta saber que me está haciendo gozar, le gusta saber que me está dando un orgasmo, le pido que pare, que no puedo más, pero eso solo consigue que sus ganas de lamer se incrementen. Siento un nuevo orgasmo aproximarse y me entrego a mi suerte, en un movimiento de piernas me arrojo sobre el sofá, quedo sentada casi recostada, con mis piernas abiertas de par en par y ella aun arrodillada delante de mí regalándome placer. Acaricio su nuca.
Ella introduce sus dedos en mi vagina y comienza a masturbarme. Con la punta de su lengua acaricia con rapidez mi clítoris inflamado mientras con sus dedos me masturba. Se lo que está por venir, siempre que me hace eso termino igual, eyaculando con fuerza mis flujos sobre su cara. Ella también lo sabe y me lo hace saber.
- Dale mami – dice – Acabame…
Sus palabras son el estimulante que me falta para conseguir el clímax. Jadeo con fuerzas con mis ojos cerrados y el ceño fruncido, siento como mi vagina late y escucho el chasquido que sus dedos y mi flujo hacen. Siento como mi acabada sale de mi interior, trato de aguantarla el mayor tiempo posible, pero ya es insostenible. Relajo mi cara, relajo mi cuerpo, aflojo todos mis músculos, la miro y veo como su cara se empapa con el flujo espeso y pegajoso que sale de mi interior. Ella se acerca a mi vagina y refriega su cara sobre ella, mojándosela más todavía. Cuando ya no queda nada dentro de mí me da unas últimas lamidas. Se incorpora, pone su cara frente a la mía, la veo toda brillosa, tiene olor a sexo, acaricio sus labios, se los beso, paso mi lengua por sus mejillas para probar mi propio sabor.
Me acaricia el pelo y me dice que se va a bañar. Yo quedo recostada en el sofá, mareada por el orgasmo.
ESO ES TODO CHICOS.
ESPERO QUE LES GUSTE.
7 comentarios - Camilla llega del trabajo.
Muy caliente!!
Que bueno que hayas vuelto!
Gracias por compartir
Me encanto...
Te dejo puntitos y besitos...