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Mi compañera me hizo enloquecer y se pudrió todo -Parte I

Este es mi primer post. Soy argentino, y desde hace un par de años (tengo 29) estoy viviendo el período más fogoso de mi vida. Siempre me encantó "explorar" cierta conexión con las mujeres. En los últimos tiempos encontré cierta forma de congeniar que disfruto muchísimo, que implica conectarse de una forma que va más allá de lo puramente sexual, pero que, por supuesto, encuentra su punto de éxtasis y apogeo en el sexo mismo. Tengo varias experiencias que creo suficientemente interesantes como para compartir, pero habitualmente no cuento con el tiempo suficiente como para sentarme a escribir con paciencia.

Visito poringa con cierta frecuencia, desde hace unos años, pero sólo recientemente me registré, con la idea de compartir algunas de mis experiencias y tal vez algunas fotos. Generalmente leo relatos y también me deleito mucho con las hermosas mujeres que deciden día a día exhibir sus cualidades aquí. Soy algo calentón y más de una vez termino totalmente encendido.

Siempre "coqueteo" un poco (pero trato de no propasarme) con las señoritas y señoras con las que comparto mi trabajo. No con todas, por supuesto, ya que luego de un tiempo queda claro cuales son las que disfrutan ese juego inocente y cuales no. Una de las personas con las que más tiempo paso en el trabajo (sobre todo algunas veces, en las que auditamos juntos las cuentas de ciertos clientes) es la protagonista de esta historia. Me voy a referir a ella como "Daniela" (el nombre no es el real).

Para que una historia termine siendo "memorable", generalmente tienen que coincidir varias circunstancias y al menos en este caso fue así. A todos nos sucede que, algunas veces, por circunstancias posiblemente subconscientes, nos despertamos mucho más "calientes" que lo habitual. Ese tipo de día solemos ser mucho más susceptibles a lo carnal... En esta ocasión empecé el día así, a full, desde que me desperté. Omitiendo detalles previos, sólo diré que ese día estaba previsto que trabajara toda la jornada con Daniela ya que a primera hora del día siguiente debían estar listos los resultados.

Daniela tenía en ese entonces 36 años, casada. Morocha, de pelo largo (pasando la mitad de la espalda) y lacio, tez bien blanca con unos grandes y hermosos ojos marrón claro. Es común verle algo ruborizados los pómulos, pero de una forma sutil que resalta más aún cierta "feminidad" y delicadeza. En la opinión de algunos de mis compañeros, ella es algo "corpulenta", tal vez por su altura (algo menos que yo, que mido 1.85m). A mí su fisionomía me encanta. Ese día vestía una camisa blanca algo translúcida que dejaba ver "inocentemente" la forma del corpiño. El contorno superior de sus tetas se dejaba ver por la apertura de la camisa que tenía los botones superiores desabrochados. Aunque traté de no mirarle tanto esos pechos, me enloquecieron.

Estuvimos varias horas muy cerca, sentados en el mismo escritorio. Espero no exagerar, pero recuerdo que en los momentos en que hablábamos, sus labios estaban sólo a unos centímetros. Aunque estaba casada, noté claramente su "complicidad" en la situación que nos envolvía. Nos hablábamos cada vez más cerca, con la mirada segura a los ojos. Ella portaba una sonrisa que "enternecía" y contrastaba un poco con la voluptuosidad que en ese momento yo percibía de ella y que me envolvía...

Habiendo explicado ese contexto, tal vez me entiendan si les cuento que, cuando se levantó hacia la impresora y se le cayeron las hojas, mi cuerpo reaccionó con una erección imposible de ocultar. Recogió una por una las hojas sin doblar las rodillas, exhibiéndome la parte de su cuerpo que aún no describí. No éramos los únicos en la oficina, pero no recuerdo nada de lo que había a mi alrededor. Ella había logrado obtener el 100% de mi atención. Aunque llevaba puesto un pantalón de vestir gris, al agacharse se le marcaba claramente una tanguita en la parte inferior de la cintura, que seguía hacia abajo perdiéndose entre los glúteos. Dos glúteos firmes y carnosos. El "hilo" perdiéndose entre los glúteos y hacia la zona del ano me sacó. Cuando se irguió no pude dejar de mirarle esa cola, que parecía la más redonda del mundo, hasta que se dió vuelta. Y estoy seguro de que notó "mi estado". El panorama que tuve ante mis ojos me trastornó. Recuerdo haber sentido un fuerte calor en mi cuello y rostro que, seguramente, estaba acompañado de ruborización.

A partir de ese momento ya no me importó más nada. Ni traté de ocultar mi evidente erección. Ella siguió hablándome del trabajo, aunque con una sonrisa bastante más pronunciada, mientras que yo no podía atinar palabra alguna. Sólo me imaginaba bajándole poco a poco el pantalón, descubriendo esa cola de a poco, frotándola contra mi miembro.

Lo que sucedió después, lo dejo para la parte II (así no se hace tan largo). La segunda parte está acá:
http://www.poringa.net/posts/relatos/2348436/Mi-companera-me-hizo-enloquecer-y-se-pudrio-todo--Parte-II.html

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