Hola poringueras y poringueros. Esta historia es la continuación de "Una fantasía que terminó mal".
La día comenzaba con un sol radiante que incandilaba mi vista, estaba golpeado, dolorido, cansado y humillado.
Al llegar mi hija de bailar, se le desdibujó su sonrisa espléndida y radiante, para cambiarla por una de aterrorizada.
De inmediato, y con el asco en que quedó la casa, me desató y llamó a la policía para que se presenten y den busqueda de mi esposa secuestrada por estos malvivientes.
La policía, al llegar a casa, me encontró desnudo y shoqueado en el sillón y a mi hija dándome de beber un vaso de agua. Ella aún, y pese a la ocasión, lucía muy bella, con su pelo lacio castaño claro, su mini ajustadísima y sus zapatos con tacos que hacían de sus piernas dos vías interminables hasta el infierno.
Mi hija, aturdida, les empezó a hablar mal a los policías y a ordenarles que busquen a su madre.
- ¡Pará, putita de mierda! -le respondió un obeso policía mientras le propinaba un cachetazo en su bello rostro.
- Escuchame una cosita, putita. Aca no pasó nada. ¿Sabés? Hace dos años que mi hermano es amante de tu mamita. ¡¡¡Ahora le debe estar dando matraca a la vieja putona esa!!!! Jajajaja!!!! -nos dijo burlonamente.
Otro policía, que estaba dando vueltas por el living como desentendiéndose del tema, se acercó hacia mi hija.
- Escuchame pendeja, tu mami nos chupaba bien la pija. Quiero ver como te comportás con nosotros. -dijo mientras se reía y burlaba de nosotros con su compañero.
Fue así que de inmediato ese policía tomo bruscamente a mi hija, sacó su pene blando, y se lo empezó a refregar en la cara, ante el asco de ella y el horror mío.
Yo no podía hacer nada; maniatado por el otro policía, dolorido aún, grité con todas mis fuerzas para que paren con esta locura, gritos que callaron con un certero culatazo en mi cabeza.
Mi hija paso a chuparle la pija a estos dos policías, le arrancaron su mini ajustada y su brssier de un violento tirón, desnudando sus grandes pechos que quedaron a merced y provecho de estos depravados.
A la fuerza y en medio de llantos de terror la llevaron a la habitación matrimonial, la acomodaron en posición de cuatro patas y mientars uno se hacía chupar la pija el otro le daba una buena chupada de concha por detrás. Al cabo deun rato, mi hija empezó a gemir, como una reacción natural a los estímulos que estos depravados le estaban haciendo.
- Mirá!!! ¡Al final resultó ser más putita que la madre! -dijo el más obeso de los policías.
- ¡Y encima la goza! - le respondió el otro, interrumpiendo su faena.
Después de festejar sus ocurrencias uno de los policías se sentó en la cama y acomodó a mi hija para mandarle su pene con violencia. Los gritos de mi hija cambiaron casi bruscamente por gemidos y quejas de placer, pareciera que pese a la situación, gozaba como una putita, tal como la llamaban los policías. Mientras uno de los policías atendía a mi hija con brusquedad el otro, el obeso, movía su abultado abdomen y agitaba su pequeño pene con claro propósito de acabarle en la cara y los pechos de mi hija.
- Ay papito!!! Rompeme toda!!!! -escuché de boca de ella, sorprendido.
- Al final resultaste más putita que tu madre!!! - dijo, burlón, uno de los policías.
Luego de ensayar varias posiciones y de varios orgasmos de mi hija ambos policías largaron grandes cantidades de semen en la cara y la espalda de ella.
Desnudos, ambos policías fueron a la cocina a tomarse unas cervezas frías, mientras miraba azorado a mi hija sin entender nada.
- Perdoname papi. No lo pude controlar. - se disculpo mi pobre hija.
Luego de unos minutos llevaron a mi hija al yacuzzi y allí continuaron con su faena. Uno de los policías, fisicamente menos apto solo se masturbaba a la vez que el otro, más joven y de mejor estado físico empezaba con su lengua a jugar con el ano de mi hija para estimularlo. Ella, entregada, no podía evitar sentir placer por el trato de su violador; por el contrario gozaba del trato que esa húmeda lengua le daba a su agujero sintiendo ese cosquilleo que la estremecía. Lejos de quejarse gemía de placer, aún pese a la traumática situación.
Poco después aquel policía empezó a meter los dedos gradualmente hasta casi meter la totalidad. Un grito femenino se escucha rompiendo la tranquilidad de la apacible mañana, mi hija estaba recibiendo un fisting anal brusco que a no pudo soportar. Semi desmayada mi hija recibió el agita brusco del puño de aquel maldito que daba rienda suelta a su depravación. Luego ella, seminconciente, empieza a recibir dentro de su ano el agitar del pene vigoroso con brusquedad sin que ella pueda, siquiera, sentir un ápice de placer por lo menos. De su dilatadísimo ano chorreaba grandes cantidades de semen que corría como lava de un volcán.
Luego de golpearme varias veces los policías me amenazaron y se fueron con absoluta impunidad. Cuando nos atendieron en el hospital los doctores denunciaron el caso y allí recién intervino asuntos internos de la Policía de la provincia de Buenos Aires.
Los dias posteriores fueron muy difíciles para mi hija y yo, ella tiene lesiones anales e infecciones que le costaron curar pero lo peor vino después cuando, tras varios intentos de suicidios, tuvo que ser internado en un neuropsiquiátrico. Lo mío se puede decir que es más leve aunque no deja de ser fuerte; me cuesta superar esta situación invadido por fuertes ataques de pánico. En cuanto a mi esposa... su historia va ser merecedora de otra historia que pronto voy a compartir con ustedes.
La día comenzaba con un sol radiante que incandilaba mi vista, estaba golpeado, dolorido, cansado y humillado.
Al llegar mi hija de bailar, se le desdibujó su sonrisa espléndida y radiante, para cambiarla por una de aterrorizada.
De inmediato, y con el asco en que quedó la casa, me desató y llamó a la policía para que se presenten y den busqueda de mi esposa secuestrada por estos malvivientes.
La policía, al llegar a casa, me encontró desnudo y shoqueado en el sillón y a mi hija dándome de beber un vaso de agua. Ella aún, y pese a la ocasión, lucía muy bella, con su pelo lacio castaño claro, su mini ajustadísima y sus zapatos con tacos que hacían de sus piernas dos vías interminables hasta el infierno.
Mi hija, aturdida, les empezó a hablar mal a los policías y a ordenarles que busquen a su madre.
- ¡Pará, putita de mierda! -le respondió un obeso policía mientras le propinaba un cachetazo en su bello rostro.
- Escuchame una cosita, putita. Aca no pasó nada. ¿Sabés? Hace dos años que mi hermano es amante de tu mamita. ¡¡¡Ahora le debe estar dando matraca a la vieja putona esa!!!! Jajajaja!!!! -nos dijo burlonamente.
Otro policía, que estaba dando vueltas por el living como desentendiéndose del tema, se acercó hacia mi hija.
- Escuchame pendeja, tu mami nos chupaba bien la pija. Quiero ver como te comportás con nosotros. -dijo mientras se reía y burlaba de nosotros con su compañero.
Fue así que de inmediato ese policía tomo bruscamente a mi hija, sacó su pene blando, y se lo empezó a refregar en la cara, ante el asco de ella y el horror mío.
Yo no podía hacer nada; maniatado por el otro policía, dolorido aún, grité con todas mis fuerzas para que paren con esta locura, gritos que callaron con un certero culatazo en mi cabeza.
Mi hija paso a chuparle la pija a estos dos policías, le arrancaron su mini ajustada y su brssier de un violento tirón, desnudando sus grandes pechos que quedaron a merced y provecho de estos depravados.
A la fuerza y en medio de llantos de terror la llevaron a la habitación matrimonial, la acomodaron en posición de cuatro patas y mientars uno se hacía chupar la pija el otro le daba una buena chupada de concha por detrás. Al cabo deun rato, mi hija empezó a gemir, como una reacción natural a los estímulos que estos depravados le estaban haciendo.
- Mirá!!! ¡Al final resultó ser más putita que la madre! -dijo el más obeso de los policías.
- ¡Y encima la goza! - le respondió el otro, interrumpiendo su faena.
Después de festejar sus ocurrencias uno de los policías se sentó en la cama y acomodó a mi hija para mandarle su pene con violencia. Los gritos de mi hija cambiaron casi bruscamente por gemidos y quejas de placer, pareciera que pese a la situación, gozaba como una putita, tal como la llamaban los policías. Mientras uno de los policías atendía a mi hija con brusquedad el otro, el obeso, movía su abultado abdomen y agitaba su pequeño pene con claro propósito de acabarle en la cara y los pechos de mi hija.
- Ay papito!!! Rompeme toda!!!! -escuché de boca de ella, sorprendido.
- Al final resultaste más putita que tu madre!!! - dijo, burlón, uno de los policías.
Luego de ensayar varias posiciones y de varios orgasmos de mi hija ambos policías largaron grandes cantidades de semen en la cara y la espalda de ella.
Desnudos, ambos policías fueron a la cocina a tomarse unas cervezas frías, mientras miraba azorado a mi hija sin entender nada.
- Perdoname papi. No lo pude controlar. - se disculpo mi pobre hija.
Luego de unos minutos llevaron a mi hija al yacuzzi y allí continuaron con su faena. Uno de los policías, fisicamente menos apto solo se masturbaba a la vez que el otro, más joven y de mejor estado físico empezaba con su lengua a jugar con el ano de mi hija para estimularlo. Ella, entregada, no podía evitar sentir placer por el trato de su violador; por el contrario gozaba del trato que esa húmeda lengua le daba a su agujero sintiendo ese cosquilleo que la estremecía. Lejos de quejarse gemía de placer, aún pese a la traumática situación.
Poco después aquel policía empezó a meter los dedos gradualmente hasta casi meter la totalidad. Un grito femenino se escucha rompiendo la tranquilidad de la apacible mañana, mi hija estaba recibiendo un fisting anal brusco que a no pudo soportar. Semi desmayada mi hija recibió el agita brusco del puño de aquel maldito que daba rienda suelta a su depravación. Luego ella, seminconciente, empieza a recibir dentro de su ano el agitar del pene vigoroso con brusquedad sin que ella pueda, siquiera, sentir un ápice de placer por lo menos. De su dilatadísimo ano chorreaba grandes cantidades de semen que corría como lava de un volcán.
Luego de golpearme varias veces los policías me amenazaron y se fueron con absoluta impunidad. Cuando nos atendieron en el hospital los doctores denunciaron el caso y allí recién intervino asuntos internos de la Policía de la provincia de Buenos Aires.
Los dias posteriores fueron muy difíciles para mi hija y yo, ella tiene lesiones anales e infecciones que le costaron curar pero lo peor vino después cuando, tras varios intentos de suicidios, tuvo que ser internado en un neuropsiquiátrico. Lo mío se puede decir que es más leve aunque no deja de ser fuerte; me cuesta superar esta situación invadido por fuertes ataques de pánico. En cuanto a mi esposa... su historia va ser merecedora de otra historia que pronto voy a compartir con ustedes.
4 comentarios - Una fantasía que terminó mal II