El verano pasado se casó una de mis mejores amigas en Olavarría y nos invitó a su barra de toda la vida. Reservó hoteles que pagábamos cada cual el suyo. Viajé con mi marido Mariano. Nosotros reservamos una suite en el Santa Rosa con cama matrimonial inmensa. Nuestra idea no era gastar tanto, pero nos hicieron un precio casi de habitación estándar.
Luego del casamiento por civil fuimos a almorzar al San Jacinto a morir comiendo. En el almuerzo, Sonia, mi amiga la que se casaba, se me acercó y me dijo medio en secreto:
− Negri, metí la pata hasta la concha. Me olvidé de reservar para mi futura cuñada pensando en que no iba a venir porque estaba peleada con Pablo. No hay una puta habitación en toda Olavarría.
− ¡Mandala a Azul!
− Es más quilombo.
− ¿Y qué querés que le demos nuestra habitación y que nosotros nos vayamos a azul? − le pregunté medio caliente.
− ¡No boluda! En la habitación de ustedes se puede separar el sommier. Si pueden dormir vos y Mariano en uno y ella en otro.
− Noooo, So − exclamé − prefiero irme a Azul.
− No me enquilombes más Negra − rogó ella − Es para cambiarse y dormir. No van a estar de vacaciones.
Le pregunté a Pablo que le parecía y con la determinación clásica de los varones me dijo que hiciera lo que me pareciera, pero eso sí, que ella pagara su parte.
Le conté a Sonia que estaba todo bien. Al terminar de comer Sonia nos presentó a su futura cuñada.
− Ella es Yésica… la hermana de Pablo.
Cuando la vi me quedé dura era Yésica N., lo cual es lógico porque Pablo es Pablo N. Yésica es modelo, tapa de Elle de Argentina, pelirroja, pecosa, de ojos verdes, altísima, monísima, súper top y con un cuerpo que me hacía dar vergüenza del mío. Mariano no contestaba nada, y en lugar de darle un beso le dio la mano y un lacónico “mucho gusto”.
Yésica se quedó con nosotros charlando. Era una persona de carne y hueso y encima muy ocurrente y viva, lo que no me imaginaba en ella.
Cuando terminamos de comer nos fuimos en nuestra camioneta con Yésica al Santa Rosa. Sonia ya se había adelantado y había dicho que su cuñada se quedaba con nosotros. Cuando subimos a la habitación los sommiers seguían en el mismo lugar de siempre. Yésica ofreció irse a Azul, cosa a la que me opuse con el asentimiento de Mariano. Decidimos dormir una siesta antes de ir a la iglesia de San José y a la fiesta.
Yo me ubiqué en el medio de la cama, Mariano de un lado y Yesica con un perfume que me atravesaba por el otro.
Hacía calor. Yesica se paró y nos preguntó:
− ¿Chicos tienen problemas en que duerma en ropa interior? Yo estoy acostumbrada que me vean inclusive en bolas…
Yo le dije que no tenía problemas y Mariano se hizo el dormido. Se sacó los jeans y la blusa y quedó en un conjunto espectacular se seda blanco con bordados que yo no me podía comprar ni para una fiesta. Mariano traspiraba.
La que no pudo dormir fui yo viendo a esa bomba roja tan cerca mio. ¿Cómo se podía ser tan bella?
A las siete, Mariano se levantó, se duchó, se cambió en el baño inmenso y bajó a la confitería del hotel. Quedamos Yesi y yo. Hablamos hasta por los codos y nos cagamos de risa. Cuando me fui a vestir me retó y me dijo que me sacara toda la ropa interior porque se me marcaba en mi vestido negro. Me dio vergüenza. Ella me peinó en forma extravagante y me maquilló como nadie lo había hecho antes. Yo era otra. Wow.
Yesi se cambió y su vestido, obviamente era rojo encarnado y sin ropa interior. Verla en bolas me hizo calentar, lo que me dio una sensación rarísima y de mucha vergüenza.
Me puso un perfume de ella que era una rareza de Japón. Ella se cargo los labios de brillo y me dijo:
− Quedate quieta y no te muevas. No es un beso. Te paso brillo.
Dicho esto me apoyó los labios fuertemente como si me besara, pero sin abrir la boca. No sería beso, pero era casi lo mismo, con lo que me sentí turbadísima.
− Mirate al espejo − me dijo − Esto se hace cuando tenés que salir a la pasarela. Queda perfecto.
Cuando me vi al espejo, la verdad es que sí. Había quedado perfecto y brillante.
− ¿Hacés esto muy seguido? − le pregunté.
− Lo necesario o cuando estoy caliente.
− ¿Y ahora qué es? − me atreví a preguntarle.
− ¡Ah no! ¡Eso deducilo vos! − dijo muerta de risa.
La ceremonia con misa de esponsales fue un plomo. Yesi me llevó adelante con la familia y hacía comentarios en voz baja a cada cosa que decía el cura. Yo no aguantaba la risa y me hacía la que lloraba emocionada. La abuela de Sonia me palmeaba. Un bochorno. La fiesta fue como todas las fiestas de casamiento, con los mismos lugares comunes y las mismas grasadas. Cuando los amigos de Pablo, re mamados, lo tiraron a la piscina del club a las tres de la madrugada, Yesi se nos acercó y nos sugirió:
− ¿Qué tal si la seguimos lejos de acá?
Aceptamos encantados.
− ¿Pero a dónde? − preguntó Mariano.
− Vamos al hotel, nos ponemos ropa de civiles y salimos − sugirió Yesi.
Lo hicimos y terminamos bailando en Ticket. Como Mariano es un patadura terminamos bailando Yesi y yo, mientras él se chamuyaba pendejas.
− ¡Qué abiertos! − comentó Yesi.
− Diez años de casados, con la crisis de los siete y tres pendejos − le respondí.
− ¡Me encantan los dos! − comentó Yesi.
La miré con cara de asombro.
− ¡Tu marido esta rebueno! − intervino ella − y me encanta que parezca tímido, pero actúe todo lo contrario.
− ¿Y yo? − le pregunté un segundo antes de arrepentirme.
Yésica se me acercó a la oreja. Pensé que me iba a decir algo y en lugar de hablar me dio un suave mordisco en lóbulo y me besó el cuello debajo de la oreja. No lo podía creer. Tanto que reaccioné con asombro.
− ¿Yooooo? − le pregunté incrédula.
− Estás buena para haber tenido tres pendejos y me da todo el aspecto que sos el prototipo de la mujer fálica. Lo dejás pastar a Mariano y vos mantenés el control. ¡Tenés amante! ¿O me equivoco?
Mi rubor, aun en la semipenumbra del boliche, contestó por mí.
− ¡Me encanta exclamó Yésica! Decile a Mariano que se deje de pescar que los quiero a los dos esta noche.
Fuimos al hotel y no sin bastante pudor de mi parte nos desnudamos los tres. Mariano y Yesi se dedicaron a mí con mucha suavidad. Lamentablemente estaba tan caliente que acabé en dos o tres minutos. Yesi me vio frustrada y me dijo que ni me preocupara. Lo apartó a Mariano y se dedicó de nuevo a mí con el mismo resultado, pero no solo fue rápido sino que de terrible intensidad. Luego invertimos los papeles y yo la lamí a Yesi. Cuando ella acabó como poseida, a mi me vino un orgasmo tipo “catástrofe−ay−me−muero”. Hicimos una tijereta, ya olvidadas de mi pobre Marian y pude durar como quince minutos. Yesi acabó otra vez a lo bestia, eso me calentaba y yo terminaba igual.
Al final nos apiadamos de Mariano. Yesi tenía forros, lo enfundó y le entregó el culo, cosa que yo todavía no he hecho. Mariano parecía de cumpleaños. Yesi acabó otra vez más como buena pelirroja caliente y Mariano tuvo un polvo maravilloso. Luego entre las dos lo chupamos.
Nos quedamos dormidos hasta las seis de la tarde. Yesi perdió el vuelo a Mar del Plata, así que decidió volverse a Capital con nosotros. No fuimos a buscar a los chicos a la casa de mis viejos y repetimos en casa esa noche. Yo aguantaba más, pero cada acabada era con gritos y jadeos. Me llegó a dar nauseas cuando tijereteamos otra vez. Yesi le dio culo a Mariano, pero sin forro en base a la confianza y lo que le aseguramos que nos cuidábamos. Mariano no lo podía creer, pero Yesi menos porque tuvo orgasmo desde el culo.
A partir de allí nos hicimos muy amigas y me ha presentado a otros mannequins tanto hombres como mujeres. Salimos con ella y con su novio. Nos presentó un par de chicos no muy fanáticos terminaron en nuestra cama y Mariano enculándolos los que me produjo orgasmos de solo verlos. Yesi ahora se atiende conmigo (olvidé decir que soy médica kinesióloga) y nos juntamos como mínimo dos veces por mes. En el consultorio le doy el último turno, la despacho a mi secretaria y no la comparto con Mariano porque el placer que intercambiamos es muy intenso.
Hace unos días me enteré por otra amiga del grupo que Sonia planificó todo porque suponía que mi vida sexual era bastante incompleta. ¿Cómo lo supo? El que perdió como pan rancio en un banquete fue mi ex amante, que ya no tuvo sabor comparado con Yesi, sus amigas y amigos.
Luego del casamiento por civil fuimos a almorzar al San Jacinto a morir comiendo. En el almuerzo, Sonia, mi amiga la que se casaba, se me acercó y me dijo medio en secreto:
− Negri, metí la pata hasta la concha. Me olvidé de reservar para mi futura cuñada pensando en que no iba a venir porque estaba peleada con Pablo. No hay una puta habitación en toda Olavarría.
− ¡Mandala a Azul!
− Es más quilombo.
− ¿Y qué querés que le demos nuestra habitación y que nosotros nos vayamos a azul? − le pregunté medio caliente.
− ¡No boluda! En la habitación de ustedes se puede separar el sommier. Si pueden dormir vos y Mariano en uno y ella en otro.
− Noooo, So − exclamé − prefiero irme a Azul.
− No me enquilombes más Negra − rogó ella − Es para cambiarse y dormir. No van a estar de vacaciones.
Le pregunté a Pablo que le parecía y con la determinación clásica de los varones me dijo que hiciera lo que me pareciera, pero eso sí, que ella pagara su parte.
Le conté a Sonia que estaba todo bien. Al terminar de comer Sonia nos presentó a su futura cuñada.
− Ella es Yésica… la hermana de Pablo.
Cuando la vi me quedé dura era Yésica N., lo cual es lógico porque Pablo es Pablo N. Yésica es modelo, tapa de Elle de Argentina, pelirroja, pecosa, de ojos verdes, altísima, monísima, súper top y con un cuerpo que me hacía dar vergüenza del mío. Mariano no contestaba nada, y en lugar de darle un beso le dio la mano y un lacónico “mucho gusto”.
Yésica se quedó con nosotros charlando. Era una persona de carne y hueso y encima muy ocurrente y viva, lo que no me imaginaba en ella.
Cuando terminamos de comer nos fuimos en nuestra camioneta con Yésica al Santa Rosa. Sonia ya se había adelantado y había dicho que su cuñada se quedaba con nosotros. Cuando subimos a la habitación los sommiers seguían en el mismo lugar de siempre. Yésica ofreció irse a Azul, cosa a la que me opuse con el asentimiento de Mariano. Decidimos dormir una siesta antes de ir a la iglesia de San José y a la fiesta.
Yo me ubiqué en el medio de la cama, Mariano de un lado y Yesica con un perfume que me atravesaba por el otro.
Hacía calor. Yesica se paró y nos preguntó:
− ¿Chicos tienen problemas en que duerma en ropa interior? Yo estoy acostumbrada que me vean inclusive en bolas…
Yo le dije que no tenía problemas y Mariano se hizo el dormido. Se sacó los jeans y la blusa y quedó en un conjunto espectacular se seda blanco con bordados que yo no me podía comprar ni para una fiesta. Mariano traspiraba.
La que no pudo dormir fui yo viendo a esa bomba roja tan cerca mio. ¿Cómo se podía ser tan bella?
A las siete, Mariano se levantó, se duchó, se cambió en el baño inmenso y bajó a la confitería del hotel. Quedamos Yesi y yo. Hablamos hasta por los codos y nos cagamos de risa. Cuando me fui a vestir me retó y me dijo que me sacara toda la ropa interior porque se me marcaba en mi vestido negro. Me dio vergüenza. Ella me peinó en forma extravagante y me maquilló como nadie lo había hecho antes. Yo era otra. Wow.
Yesi se cambió y su vestido, obviamente era rojo encarnado y sin ropa interior. Verla en bolas me hizo calentar, lo que me dio una sensación rarísima y de mucha vergüenza.
Me puso un perfume de ella que era una rareza de Japón. Ella se cargo los labios de brillo y me dijo:
− Quedate quieta y no te muevas. No es un beso. Te paso brillo.
Dicho esto me apoyó los labios fuertemente como si me besara, pero sin abrir la boca. No sería beso, pero era casi lo mismo, con lo que me sentí turbadísima.
− Mirate al espejo − me dijo − Esto se hace cuando tenés que salir a la pasarela. Queda perfecto.
Cuando me vi al espejo, la verdad es que sí. Había quedado perfecto y brillante.
− ¿Hacés esto muy seguido? − le pregunté.
− Lo necesario o cuando estoy caliente.
− ¿Y ahora qué es? − me atreví a preguntarle.
− ¡Ah no! ¡Eso deducilo vos! − dijo muerta de risa.
La ceremonia con misa de esponsales fue un plomo. Yesi me llevó adelante con la familia y hacía comentarios en voz baja a cada cosa que decía el cura. Yo no aguantaba la risa y me hacía la que lloraba emocionada. La abuela de Sonia me palmeaba. Un bochorno. La fiesta fue como todas las fiestas de casamiento, con los mismos lugares comunes y las mismas grasadas. Cuando los amigos de Pablo, re mamados, lo tiraron a la piscina del club a las tres de la madrugada, Yesi se nos acercó y nos sugirió:
− ¿Qué tal si la seguimos lejos de acá?
Aceptamos encantados.
− ¿Pero a dónde? − preguntó Mariano.
− Vamos al hotel, nos ponemos ropa de civiles y salimos − sugirió Yesi.
Lo hicimos y terminamos bailando en Ticket. Como Mariano es un patadura terminamos bailando Yesi y yo, mientras él se chamuyaba pendejas.
− ¡Qué abiertos! − comentó Yesi.
− Diez años de casados, con la crisis de los siete y tres pendejos − le respondí.
− ¡Me encantan los dos! − comentó Yesi.
La miré con cara de asombro.
− ¡Tu marido esta rebueno! − intervino ella − y me encanta que parezca tímido, pero actúe todo lo contrario.
− ¿Y yo? − le pregunté un segundo antes de arrepentirme.
Yésica se me acercó a la oreja. Pensé que me iba a decir algo y en lugar de hablar me dio un suave mordisco en lóbulo y me besó el cuello debajo de la oreja. No lo podía creer. Tanto que reaccioné con asombro.
− ¿Yooooo? − le pregunté incrédula.
− Estás buena para haber tenido tres pendejos y me da todo el aspecto que sos el prototipo de la mujer fálica. Lo dejás pastar a Mariano y vos mantenés el control. ¡Tenés amante! ¿O me equivoco?
Mi rubor, aun en la semipenumbra del boliche, contestó por mí.
− ¡Me encanta exclamó Yésica! Decile a Mariano que se deje de pescar que los quiero a los dos esta noche.
Fuimos al hotel y no sin bastante pudor de mi parte nos desnudamos los tres. Mariano y Yesi se dedicaron a mí con mucha suavidad. Lamentablemente estaba tan caliente que acabé en dos o tres minutos. Yesi me vio frustrada y me dijo que ni me preocupara. Lo apartó a Mariano y se dedicó de nuevo a mí con el mismo resultado, pero no solo fue rápido sino que de terrible intensidad. Luego invertimos los papeles y yo la lamí a Yesi. Cuando ella acabó como poseida, a mi me vino un orgasmo tipo “catástrofe−ay−me−muero”. Hicimos una tijereta, ya olvidadas de mi pobre Marian y pude durar como quince minutos. Yesi acabó otra vez a lo bestia, eso me calentaba y yo terminaba igual.
Al final nos apiadamos de Mariano. Yesi tenía forros, lo enfundó y le entregó el culo, cosa que yo todavía no he hecho. Mariano parecía de cumpleaños. Yesi acabó otra vez más como buena pelirroja caliente y Mariano tuvo un polvo maravilloso. Luego entre las dos lo chupamos.
Nos quedamos dormidos hasta las seis de la tarde. Yesi perdió el vuelo a Mar del Plata, así que decidió volverse a Capital con nosotros. No fuimos a buscar a los chicos a la casa de mis viejos y repetimos en casa esa noche. Yo aguantaba más, pero cada acabada era con gritos y jadeos. Me llegó a dar nauseas cuando tijereteamos otra vez. Yesi le dio culo a Mariano, pero sin forro en base a la confianza y lo que le aseguramos que nos cuidábamos. Mariano no lo podía creer, pero Yesi menos porque tuvo orgasmo desde el culo.
A partir de allí nos hicimos muy amigas y me ha presentado a otros mannequins tanto hombres como mujeres. Salimos con ella y con su novio. Nos presentó un par de chicos no muy fanáticos terminaron en nuestra cama y Mariano enculándolos los que me produjo orgasmos de solo verlos. Yesi ahora se atiende conmigo (olvidé decir que soy médica kinesióloga) y nos juntamos como mínimo dos veces por mes. En el consultorio le doy el último turno, la despacho a mi secretaria y no la comparto con Mariano porque el placer que intercambiamos es muy intenso.
Hace unos días me enteré por otra amiga del grupo que Sonia planificó todo porque suponía que mi vida sexual era bastante incompleta. ¿Cómo lo supo? El que perdió como pan rancio en un banquete fue mi ex amante, que ya no tuvo sabor comparado con Yesi, sus amigas y amigos.
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