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Mi jefe Tom

Una vez tuve que hacer una suplencia de una amiga como asistente de un importante abogado. A diferencia del resto o mayoría de mis conquistas, él era soltero, sin hijos. Tenía unos cuarenta años, pero su cuerpo estaba trabajado por años de gimnasio. Mi amiga estaba a punto de tener su primer bebé, y me recomendó con su jefe para que la reemplazara por tres meses, luego vendría la feria judicial y eso le daría tiempo para volver una vez que los abogados y los tribunales retomaran su trabajo normalmente.
- Bueno chiquita – me dijo, y el chiquita ya me cayó mal – Lo primero que tenés que hacer es atarte el pelo, ponerte una camisa blanca y pollera negra.
Claro, en mi primer día de trabajo yo había ido vestida como visto siempre, elegante por supuesto, pero no acorde el puesto que debía ocupar. Esa mañana yo llevaba unos jeans ajustados, botas, y una remera suelta con un estampado de Janis Joplin.
Al día siguiente me presenté como él me exigió. Me llamó a su despacho a solas, delante del resto de los abogados y secretarias, el estudio era grande y siempre había mucha gente por allí.
- ¿Tu amiga te explicó lo que tenés que hacer? – dijo.
- No, un poco.
- ¿Te dijo cual va a ser tu salario?
- No, no, tampoco.
Sin levantar su mirada firmó un cheque y lo arrastró por la mesa.
- Prefiero pagarte por adelantado – agregó mirándome fijo – Así evitamos cualquier tipo de problemas, después pedile a la secretaria el contrato laboral, es temporario, pero vas a estar con todo lo que la ley exige.
- Bueno gracias – dije sonriendo y agarrando el cheque, pero no pude terminar de decir la frase cuando vi la cifra del cheque.
Me quedé parada frente a él, que ya había empezado a mirar unas carpetas que tenía sobre la mesa. Al ver que yo no me retiraba me preguntó si necesitaba algo más.
- No – dije – Bah, ¿los tres meses por adelantado me va a pagar?
- No – respondió – Eso es por el primer mes. ¿Estás de acuerdo con la cifra?
- Sí, me parece muy generosa, gracias.
Cuando me estaba retirando me llamó.
- Podés decirme Tom (NOTA: obvio que no es su nombre de verdad)- dijo – No me trates de usted. Tengo edad para ser tu papá, lo sé, pero también podría ser tu pareja – sonrió y me guiñó el ojo.
- Bueno Tom, permiso – dije también sonriendo y me marché.
Al salir de su oficina el resto de las secretarias, porque cada abogado del estudio tenía una asistente particular, me miraron y se rieron. Yo me senté en mi escritorio frente a la computadora sin tener la menor idea de que hacer. Para disimular un poco ordené los papeles que ya estaban ordenados. La chica del escritorio del frente me miró con cara de asco, levantó su mano y la cerró, la dirigió cerca de su boca y empezó a moverla mientras con su lengua se tocaba la parte interior de la mejilla, haciendo que su cachete se inflara al ritmo de su movimiento. Las demás se rieron. ¿Por qué me hacía el gesto de una mamada?
La secretaria general del estudio, una mujer linda, de unos treinta y largos años, las típicas maduritas, se acercó para que firmara mi contrato laboral.
- No les hagas caso – me dijo.
Yo sonreí.
- Vos hacé lo tuyo y listo.
No entendí sus palabras. Al ver mi desconcierto volvió a hablar.
- ¿Sabés lo que tenés que hacer no?
- No… - dije con timidez.
Ella se rió en voz baja y se fue.
Me daba mucha vergüenza ver al resto de las secretarias trabajando, llenando papeles, haciendo llamadas telefónicas, respondiendo mails y yo sin hacer nada. Por suerte el teléfono de mi escritorio sonó y atendí.
- Estudio de abogados, buenos días, mi nombre es Alejandra, ¿en qué puedo ayudarlo? – dije, ya me había aprendido el versito de escuchar a las otras chicas.
Las demás secretarias se rieron al oírme, generando un murmullo incómodo. Del otro lado del tubo estaba Tom, que requería verme. Por fin voy a tener algo que hacer, pensé.
Apenas ingresé Tom me estaba esperando de pie a mitad de la oficina, se estaba quitando el saco, quedando solo con una camisa blanca manga corta, haciendo que resalten sus musculosos bíceps. Antes de poder preguntarle que necesitaba se acercó a mí, me abrazó por la cintura, me dijo que era la hora de su descanso, y presionándome con firmeza besó mis labios. Yo quedé estupefacta con la situación. Ni siquiera fui capaz de cerrar los ojos ante aquel beso.
- Soltate el pelo – me ordenó.
Yo, que con tanto esfuerzo había hacho un rodete con mi cabello, lo solté. Moví la cabeza para que el pelo callera de forma más natural. Tom volvió a abrazarme y a besarme. Esta vez yo también lo besé a él, y lo abracé por lo hombros. Cerré los ojos. Sus labios eran finos, pero húmedos, y la forma en la que abría y cerraba su boca era excitante. Yo trataba de mover mis labios de la misma forma que él, para que el beso sea más armónico. Cada vez que nos separábamos él terminaba la sesión de besos con pequeños y sonoros piquitos. Acariciaba mi pelo por detrás de la oreja y arremetía nuevamente. A la vez que me sujetó de los glúteos para acariciarlos, ingresó su lengua en mi boca. La movía con lentitud, lamía mis labios, mis encías, mi lengua, hasta me susurró que dejara la boca entreabierta y lamió mis dientes. Sus manos grandes y pesadas masajeándome las nalgas incrementaron mi temperatura, cosa que él notó cuando yo comencé a frotarme contra su cuerpo. Con mi vagina empapada pude sentir la dureza de su miembro, y así permanecimos unos instantes, frotándonos, hasta que yo no pude soportar más la pasión y lancé un jadeo.
- Bueno – dijo él – Tengo que salir a una reunión. Volvé al trabajo.
Las chicas me miraron con odio cuando salí de la oficina. Ya no se reían. Pensé que tal vez el jadeo se había oído, lo que me generó mucha vergüenza, además tenía el pelo suelto. Cerré los ojos con resignación, no pude creer ser tan estúpida de no atármelo de nuevo. Me dirigí al baño y allí volví a armar el rodete.
Así pasaron algunos días. Yo no hacía nada sentada detrás de mi escritorio. Una o dos veces por día él me llamaba para una sesión de besos, me acariciaba el pelo, las mejillas, la cola, las piernas, una vez hasta me tocó la vagina por encima de la bombacha, y yo agradecí no estar mojada por la excitación, eso me habría llenado de vergüenza. Una mañana al llamarme su rostro era distinto.
- Bueno – dijo – Hoy podemos hacer algo distinto.
Yo pensé que se refería a sacarme a almorzar afuera, pero a la vez que yo pensaba eso él se puso de pie frente a mí, desabrochó el cinto de su pantalón y los dejó caer.
- Arrodillate – ordenó.
Yo obedecí. A decir verdad una parte de mí estaba esperando por ese pedido, él era guapo, y así como no me molestó que en mi primer día de trabajo me comiera la boca, ahora no me molestaría tener que hacerle un poco de sexo oral.
Me arrodille y bajé sus bóxer. Allí su vello púbico salió como una madeja de lana antigua, un pelo largo, duro, hasta con algunas canas. Eso me excitó. En el medio de ese nido estaba su pene, dormido, pequeño, era mi tarea despertarlo. Más abajo, colgando, caían sus testículos pesados y también muy peludos. Se los acaricie. Hice cosquillitas debajo de sus huevos y vi como su pene sufrió un leve movimiento. Sujeté su miembro y lo lamí. Tiré la piel hacia atrás para dejar su cabeza al aire, y le pasé la lengua. Con la otra mano acariciaba sus glúteos, y hasta acariciaba con un dedo la línea de su cola, caricia que le robaba algunos jadeos. Cuando su pene estuvo parado por la mitad me lo metí a la boca. Se lo chupaba y masturbaba, queriendo que se endureciera del todo. Cuando su palo estuvo firme me aferré fuerte de sus glúteos, una mano para cada cachete, le clavé mis uñas, y con mi cara le hacía el amor a su pene.
Él no tenía delicadeza a la hora de introducir su miembro en mi boca, se movía hacia atrás y adelante con fuerza, como queriéndome sacar la punta de su pija por la nuca. Un par de veces me vi obligada a dejar de mamar e hice arcadas, o tuve una pequeña tos, una vez que la tenía dura era un pedazo de carne gordo, muy gordo, ancho, y de un largo considerable. Supe que a la hora de la penetración me haría sentir ardor, pero esa idea me excitaba. Se la chupe lo mejor que pude, siendo una terrible putita sumisa, para tratar que su calentura le dieran prontos deseos de metérmela por mi vagina. Cuando una mujer la chupa con ganas es porque quiere que se la metan.
Yo desesperada, mientras continuaba mamando me fui quitando la ropa. Cuando quedé desnuda hice lo siguiente, chupaba su pija sin utilizar las manos, solo con los movimientos de mi cabeza, con una mano me pellizcaba los pezones que ya estaban bien parados y mis tetas bien infladas, y con la otra mano me masturbaba, al estar en cuclillas hacía un suave movimiento hacia abajo y arriba, fingiendo una cabalgata. Cuando la pija se salía de mi boca, yo, como buena mamadora que soy, volvía a introducirla sin utilizar mis manos, la buscaba con mi boca y con un perfecto movimiento de mi cuello el miembro quedaba dentro de mí. Eso le gustaba a Tom, quien no tardaba en sujetarme de la nuca.
Él se desnudó con rapidez, y antes de darme cuenta ya me había sentado en su escritorio, y como si este estuviese construido a su medida, mi vagina quedaba justo a la altura de sus caderas, perfecto para una penetración. De algún lado sacó un preservativo y se lo colocó. Introdujo su pene en mi lubricada concha y me robó un gemido de dolor, a pesar que el miembro ingresó en mi cavidad de una y bien hasta el fondo, su tamaño hizo que mis paredes vaginales se separaran y me provocara ardor. Lo quitó, lo dejó estacionado bien en la entrada, apenas rozando su punta con mi orificio, y volvió a arremeter sin piedad, más fuerte y más profundo que la vez anterior. Volví a gritar, esta vez más fuerte, y no me importó que las chicas de afuera pudieran oírme.
Mi excitación se incrementó cuando Tom acercó su boca a mi oído y luego de lamerlo me susurró.
- Dale puta, grita – me dijo – Grita fuerte, que todos se enteren que te estoy cogiendo.
Yo, bien putita obediente, hice caso. Comencé a gritar que me cogiera más fuerte, y vulgaridades varias.
- Si, dale, cogeme.
- No pares, dale matame.
- Ahí, si, ahí.
- Ahh, ahhh…
En un movimiento dejó su pija bien adentro de mí, me sujeto de mis glúteos y me alzó. Me llevó caminando así, con su miembro dentro de mi cuerpo hasta un sillón, donde él se sentó dejándome sobre él.
- Mostrame lo puta que sos – exigió el jefe – Cogeme.
Obedecí, le mostré de que estoy hecha. Lo cabalgué de todas las formas que conozco. Saltando sobre su verga con brusquedad, moviéndome en círculos y suave para que todo su tronco raspara mis paredes. Él inclinaba su cabeza hacia atrás y gemía como un gorila. Sus manos clavadas con fuerza en mis tetas iban a dejarme marcas al día siguiente. Cada tanto me daba una nalgada para estimularme y potenciar mis movimientos y mi calentura. Finalmente sus manos se clavaron en mi culo y su boca mordió mi clavícula en un largo y último gemido que confirmaba su eyaculación. Yo al percatarme que su acaba estaba próxima traté de concentrarme en conseguir un orgasmo propio, cosa que por suerte conseguí. Ambos jadeamos juntos nuestra acababa. Besó mi cuello y yo acaricié su nuca. Permanecí sentada sobre él con su pene dentro de mí unos segundos, tratando de recuperar la respiración.
Mientras nos vestíamos me felicitó por mis cualidades como amante.
- Cogés bien putita – dijo – La que te espera hasta que termine tu contrato.
Yo, con una sonrisa pícara le retiré el preservativo lleno de leche tibia y lo anudé. Lo metí en mi boca y le di pequeños mordisquitos, como si fuese un chicle.
- Ay, que puta hermosa que sos – susurró él.
Una vez que el látex perdió el sabor a mis flujos vaginales y la leche ya no estaba blanca sino de un agua oscurita, lo escupí en el tacho de la basura. Besé sus labios y regresé a mi escritorio a seguir trabajando.
El resto de las chicas no me dijo nada, y hasta terminaron de hacerme comentarios irónicos. Yo me cogí a Tom, o él me cogió a mí, durante todo el tiempo que duró mi contrato laboral. A veces hasta dejábamos la puerta abierta para que se escuchara mejor nuestra cogida, o para que si alguna pasaba cerca pudiera vernos.
Soy una puta, lo sé.

7 comentarios - Mi jefe Tom

fachelo1
mmmm....tu última frase...espectacular!
casado41 +1
T R E M E N D O. A mi, me encanto
jerry2510
Espectacular relato, muy buena historia, excelente contada. Me encantan la putitas como vos van puntos y espero más de tus relatos.
lachicanaty
gracias!!
EL_PROFE25 +1
Excelente ralato!!
Muy caliente!
Gracias por compartir
AussieAG +1
Este relato ya lo lei hace bastante tiempo por otro usuario.
SachsG
hermoso relato