Otra vez tarde y esa perra llega temprano los viernes ¡La cague!. Pero me acuerdo del coñito de Sandra y ¡Uff, no me arrepiento! Tenia que echarle ese ultimo polvito antes de venirme para el trabajo, ¡Que manera de follar!.
¡Que mierrrda, estoy bien mamado y encima de todo me toca correr. Si hubiera llamado a Ángela a decirle que estoy enfermo no me las cree ni por el putas, esta noche voy a caer como una piedra.
Bueno llego la hora.
—Hola Angela.
—¡Muy bonito!...-dijo en tono sarcástico, mientras levantaba su enorme trasero de la silla y se acercaba furiosa.
Estaba histérica. Su redonda cara se enrojeció y parecía que fuera a estallar. Traía puesta la blusa negra que me gusta, la que dice BEBE en letras finas y brillantes. ¡Qué tetas por Dios!, eran tan colosales que las letras de la blusa se distorsionaban hacia los lados. También llevaba puesto, el pantalón blanco que le ajustaba al cuerpo como una segunda piel, el chocho se le marcaba delicioso y su culo era la envidia de las mujeres y el sueño de todos los hombres. No se podía negar, mi jefa estaba riquísima, la mujer ideal. Separada, con plata, además de ser todo un bombon. Solo había un pequeñisimo problema, desde que la dejó su marido no se la aguanta ni el putas.
En mi vida había conocido a una mujer tan malgeniada. Además de odiar a todos los hombres era una jefa déspota y humillante con sus empleados, la gente le renunciaba seguido y la verdad es que yo me aguantaba todo solo por que esperaba algún día tener mi oportunidad con semejante hembra.
Ese día después de tenerme como una hora dándome cantaleta, me hizo llamar a su oficina justo cuando salia a almorzar.
—Siéntese Rocha —me dijo como tratando de mantener la calma, —es su tercera llegada tarde en el mes y hoy fueron 20 minutos. Lo iba a suspender, pero, se me ocurre algo mejor. !Mañana viene a trabajar!. Sin paga por supuesto, para reponerme las horitas…. ¿Esta claro?.
—La verdad prefiero que me sancionen, igual no me va a pagar el día.
—Pero como aquí no es como usted quiera sino como se le ordene. Y si no le gusto pues ahí está la puerta.
Perra. Me tenia de los huevos y estaba apretando.
—¿Esta claro? Volvió a preguntar gritando.
—!Pues será!. fue lo único que le quise contestar.
Ese sábado me hizo trabajar hasta las 8:00 de la noche, ya solo quedábamos ella y yo en todo el lugar. Estaba exhausto y ya me quería largar a la casa, no quería ni contestar el teléfono.
RIIIINNNNGG!
—Omar, traiga el trapero de la cafetería y suba a mi oficina.
Puta, solo falta que le limpie el culo ( bueno si me lo hubiera pedido lo haría con gusto no lo niego)
En su oficina, un charco de café cubría el piso y pedazos de lo que fue un pocillo, estaban por todos lados.
—¡Limpie! me dice en tono displicente y mi cabroncimetro subía cada vez más. Luego que termine de limpiar aquel desastre me lanza una pequeña toalla a la cara.
—¡Limpieme las botas!
—¿Que?
—¡Les cayo café!, y ¡son nuevas! Y no me haga esa cara que no le estoy pidiendo que lave el baño, !Limpie!
Me las estaba cobrando todas juntas. Me tenía arrodillado ante ella, limpiándole las botas con este mugroso trapo y me empujaba la cabeza hacia su bota. ¡Que quería de mi! Solo le falto decir, que la limpiara con mi lengua y estoy seguro que lo estaba pensando.
Me estaba humillando de manera miserable, rendido a sus pies.
!YA!. esa fue la gota que derramó el vaso.¡Me largo! Al siguiente día le traería la carta de renuncia.! Me mame!
Cinco años de trabajo echados a la basura, pero me importa un culo... un culo... ¡Uff! Angela colocaba los candados y ese trasero se expandía como un par de balones. Lo hacía apropósito, movía ese culo de un lado a otro mostrándome las tangas, poniéndomelas ahí, justo en la cara.
Estaba tan furioso que por un instante pensé en arrancarle los pantalones de un tajo y darle verga sin compasión, pero respire hondo y me contuve.
Es lo que ella quiere. Que le den una follada bien cerda y de paso me meta en lios con la justicia. Hechado como un perro.
Pero no, hoy no. Tengo que controlarme ¡Me Largo! claro que me largo, pero no sin darle a Ángela lo que se merece.
La siguiente semana no llegué tarde ni una sola vez y el viernes cuando todos salieron, me escondí en los baños, para esperarla en la mañana que llegaba sola a abrir las oficinas.
Faltando 5 para las 7 sonaron las llaves en la cerradura y sabía que era ella, pero estaba preparado. Me había cambiado de ropa y llevaba puesta una capucha negra y guantes. Me llevaría algo de valor de la oficina para no levantar sospechas de que fuera algo personal.
Llegó sola como lo había imaginado, los demás empleados llegarían a las 9, así que teníamos tiempo suficiente para entretenernos un rato.
La estaba esperando en el baño de mujeres, era el sitio al que entraba después de dejar sus cosas en la oficina. Mi adrenalina estaba a mil. Entró al lado donde yo estaba y sentí como su falda cayó a al suelo y luego bajó sus tangas hasta los tobillos. Estaba realmente excitado. Al escuchar el sonido de aquel potente chorro e imaginar su divino coño, mi verga se endureció y empezó a bombear tan potente que sentía los latidos por encima del pantalón. !Quería entrar ya!, cogerla así con los pantis abajo, sacar mi verga y penetrarla una y otra vez, con furia, una y otra vez AGGRR. Pero NO !Alto! calmate sería un grave error alertarla sin que antes saliera del cubículo.
Haló la cadena y salió a mirarse en el espejo. Llevaba la falda arriba y se anudaba la tanga a la cintura, tenia unas piernas tremendas.Se arreglo el cabello y por ultimo se acomodo las tetas con las manos. Se veía riquísima. Es el momento, ahora o nunca. ¡YA!.
DRIIINNGG DRIIIIINNGG DRIIIIINNGG ¡NO¡ su puto celular sonó desde la oficina.
En un instante mira atreves del espejo y ve unos ojos que la observan dese lo obscuro.
Grita
¡Que mierrrda, estoy bien mamado y encima de todo me toca correr. Si hubiera llamado a Ángela a decirle que estoy enfermo no me las cree ni por el putas, esta noche voy a caer como una piedra.
Bueno llego la hora.
—Hola Angela.
—¡Muy bonito!...-dijo en tono sarcástico, mientras levantaba su enorme trasero de la silla y se acercaba furiosa.
Estaba histérica. Su redonda cara se enrojeció y parecía que fuera a estallar. Traía puesta la blusa negra que me gusta, la que dice BEBE en letras finas y brillantes. ¡Qué tetas por Dios!, eran tan colosales que las letras de la blusa se distorsionaban hacia los lados. También llevaba puesto, el pantalón blanco que le ajustaba al cuerpo como una segunda piel, el chocho se le marcaba delicioso y su culo era la envidia de las mujeres y el sueño de todos los hombres. No se podía negar, mi jefa estaba riquísima, la mujer ideal. Separada, con plata, además de ser todo un bombon. Solo había un pequeñisimo problema, desde que la dejó su marido no se la aguanta ni el putas.
En mi vida había conocido a una mujer tan malgeniada. Además de odiar a todos los hombres era una jefa déspota y humillante con sus empleados, la gente le renunciaba seguido y la verdad es que yo me aguantaba todo solo por que esperaba algún día tener mi oportunidad con semejante hembra.
Ese día después de tenerme como una hora dándome cantaleta, me hizo llamar a su oficina justo cuando salia a almorzar.
—Siéntese Rocha —me dijo como tratando de mantener la calma, —es su tercera llegada tarde en el mes y hoy fueron 20 minutos. Lo iba a suspender, pero, se me ocurre algo mejor. !Mañana viene a trabajar!. Sin paga por supuesto, para reponerme las horitas…. ¿Esta claro?.
—La verdad prefiero que me sancionen, igual no me va a pagar el día.
—Pero como aquí no es como usted quiera sino como se le ordene. Y si no le gusto pues ahí está la puerta.
Perra. Me tenia de los huevos y estaba apretando.
—¿Esta claro? Volvió a preguntar gritando.
—!Pues será!. fue lo único que le quise contestar.
Ese sábado me hizo trabajar hasta las 8:00 de la noche, ya solo quedábamos ella y yo en todo el lugar. Estaba exhausto y ya me quería largar a la casa, no quería ni contestar el teléfono.
RIIIINNNNGG!
—Omar, traiga el trapero de la cafetería y suba a mi oficina.
Puta, solo falta que le limpie el culo ( bueno si me lo hubiera pedido lo haría con gusto no lo niego)
En su oficina, un charco de café cubría el piso y pedazos de lo que fue un pocillo, estaban por todos lados.
—¡Limpie! me dice en tono displicente y mi cabroncimetro subía cada vez más. Luego que termine de limpiar aquel desastre me lanza una pequeña toalla a la cara.
—¡Limpieme las botas!
—¿Que?
—¡Les cayo café!, y ¡son nuevas! Y no me haga esa cara que no le estoy pidiendo que lave el baño, !Limpie!
Me las estaba cobrando todas juntas. Me tenía arrodillado ante ella, limpiándole las botas con este mugroso trapo y me empujaba la cabeza hacia su bota. ¡Que quería de mi! Solo le falto decir, que la limpiara con mi lengua y estoy seguro que lo estaba pensando.
Me estaba humillando de manera miserable, rendido a sus pies.
!YA!. esa fue la gota que derramó el vaso.¡Me largo! Al siguiente día le traería la carta de renuncia.! Me mame!
Cinco años de trabajo echados a la basura, pero me importa un culo... un culo... ¡Uff! Angela colocaba los candados y ese trasero se expandía como un par de balones. Lo hacía apropósito, movía ese culo de un lado a otro mostrándome las tangas, poniéndomelas ahí, justo en la cara.
Estaba tan furioso que por un instante pensé en arrancarle los pantalones de un tajo y darle verga sin compasión, pero respire hondo y me contuve.
Es lo que ella quiere. Que le den una follada bien cerda y de paso me meta en lios con la justicia. Hechado como un perro.
Pero no, hoy no. Tengo que controlarme ¡Me Largo! claro que me largo, pero no sin darle a Ángela lo que se merece.
La siguiente semana no llegué tarde ni una sola vez y el viernes cuando todos salieron, me escondí en los baños, para esperarla en la mañana que llegaba sola a abrir las oficinas.
Faltando 5 para las 7 sonaron las llaves en la cerradura y sabía que era ella, pero estaba preparado. Me había cambiado de ropa y llevaba puesta una capucha negra y guantes. Me llevaría algo de valor de la oficina para no levantar sospechas de que fuera algo personal.
Llegó sola como lo había imaginado, los demás empleados llegarían a las 9, así que teníamos tiempo suficiente para entretenernos un rato.
La estaba esperando en el baño de mujeres, era el sitio al que entraba después de dejar sus cosas en la oficina. Mi adrenalina estaba a mil. Entró al lado donde yo estaba y sentí como su falda cayó a al suelo y luego bajó sus tangas hasta los tobillos. Estaba realmente excitado. Al escuchar el sonido de aquel potente chorro e imaginar su divino coño, mi verga se endureció y empezó a bombear tan potente que sentía los latidos por encima del pantalón. !Quería entrar ya!, cogerla así con los pantis abajo, sacar mi verga y penetrarla una y otra vez, con furia, una y otra vez AGGRR. Pero NO !Alto! calmate sería un grave error alertarla sin que antes saliera del cubículo.
Haló la cadena y salió a mirarse en el espejo. Llevaba la falda arriba y se anudaba la tanga a la cintura, tenia unas piernas tremendas.Se arreglo el cabello y por ultimo se acomodo las tetas con las manos. Se veía riquísima. Es el momento, ahora o nunca. ¡YA!.
DRIIINNGG DRIIIIINNGG DRIIIIINNGG ¡NO¡ su puto celular sonó desde la oficina.
En un instante mira atreves del espejo y ve unos ojos que la observan dese lo obscuro.
Grita
0 comentarios - Como violar a su jefe - parte 1