Ella me masturbó
Me despertó mi instinto. Sentí la dureza apretándose contra el colchón, me dí vuelta, y boca arriba, me baje el boxer. Liberé mi pene que ya estaba caliente, y mojado, que salto salpicando unas pequeñas gotas en mi estomago.
Llevé mi mano, la apoyé sobre la cabeza de mi pene, y deslicé la piel hacía abajo. Una vez, dos y tres. Más fuerte. Mordí mi labio, mientras sentía el placer de la masturbación recorrer mis muslos, y al cerrar mis ojos, la sentí. Cómo tantas otras veces, oí el ruido de la puerta abrirse y cerrar con llave. Percibí cómo se acercaban sus pasos hasta quedarse detenida junto a mi cama.
Despacio su mano acarició la mía, indicándome que ahora, ella se haría cargo de todo. Aparté la mía, abrí los ojos, y le sonreí. Apoyó sus rodillas a ambos lados de mis piernas, y se inclinó. Su mano fría me hizo dar un pequeño salto, que ella calmó con la calidez de su boca, besando mi estomago.
Suavemente, comenzó a subir y bajar su mano en círculos, aquello era el cielo, el infierno y el purgatorio también. Quise tocar sus pechos, pero no me lo permitió. Yo debía seguir las reglas.
A medida que pequeños hilos de liquido fluía por mi pene, mojando sus dedos y manos, más enfatizaba sus movimientos, y sus ojos, clavándose en los míos, me permitieron entender que ningún control tenía sobre nuestra situación.
Poco a poco, empecé a gemir. En su mirada, vi el placer que le producía saber que me tenía a su merced. Entonces, se detuvo, de repente. Soltó mi pene, y se rió.
Salió de la habitación y me dejó allí, completamente estupefacto.
Luego, me llamó a desayunar.
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