El vendedor entró con un grupo de hombres visiblemente ebrios, iba hablándoles de los distintos tipos de mascota que tenía.
Queremos una gata. Ya se lo he dicho. – Dijo el que parecía menos borracho de todos. ¡Y que nos la envuelvan para regalo!
Bien. Síganme por favor. Les mostraré las distintas gatas que tenemos.
En la tienda había dos celdas de gatas, la nuestra y otra al lado. Los seis hombres se pararon delante de nuestras celdas.
¿Y que diferencia hay? Yo las encuentro iguales a todas.
No caballero. Las de esta celda – Dijo señalando a las otras – Han sido educadas totalmente, esclavas-minino. Estas otras, son gatas en celo, pero aún no han sido… penetradas.
Yo prefiero una enseñada – Dijo un hombre
No, dijo otro mejor una virgen. – Dijo el hombre que parecía el cabecilla.
He de decirles señores que las vírgenes son más caras, ya que su educación es más difícil y lleva más tiempo. Son gatas en el pleno sentido de la palabra, solo andan a cuatro patas, maúllan, beben leche en cuencos, y están permanentemente en celo. No realizarán las tareas domesticas, son gatas. Yo creo que lo que buscan es una esclava-minino.
No. A él le gustará una gata. ¿Verdad chicos?
Bien, si lo tienen tan claro: estas son las cuatro que tenemos.
Las cuatro nos aglomeramos unas sobre otras asustadas por aquel jaleo. El cuidador entró en la jaula y nos sacó una por una. Yo fui la última. Me hicieron subir a lo alto de una mesa desde la que aquellos hombres pudieran verme bien. Me acariciaron el lomo y un leve ronroneo escapó de mi garganta. El cuidador me azotó y del susto boté, uno de mis pechos salió del pequeño body. Estuve allí un rato siendo observada. Comencé a lamerme la mano, cuando dejé de estar asustada.
Nos llevamos esta. Envuélvala para regalo. ¡Ah y un collar y una correa!
Todos rieron.
El vendedor me puso un collar con un precioso cascabel y me metió en una cesta, me hizo acurrucarme y me metió en una gran caja de cartón con varios agujeros para que pudiese respirar.
Díganle al dueño que la dé un biberón de leche los dos primeros días, y la acaricie la cabeza para que ella se acostumbre a él.
Bien, así lo haremos.
A siguiente atardecer me llevaron hasta la casa de un hombre. Parecía su cumpleaños. Comieron y bebieron opíparamente. Yo podía oler la comida desde mi caja. Cuando comenzaron a brindar por su nuevo año noté como movieron la caja.
Es hora de que habrás tu regalo.
Noté como el paquete comenzaba a moverse y a ser desenvuelto. Estaba asustada y me acurruqué al fondo de mi cesta. Un hombre se asomó por encima de la caja. Era alto y moreno. Muy atractivo. Me acarició el lomo levemente y detrás de las orejas.
¡Chicos es…!
Es una gata, solo eso. Nos han dicho que en los primeros días le des biberón y le acaricies. Toma este manual te dirá como cuidar de ella. Ahora nos vamos para que disfrutes de tu regalo.
Se fueron y mi amo y yo nos quedamos allí. Aún no me había atrevido a salir de la caja, pero un breve tirón de mi collar, me hizo salir. Me llevó hasta su dormitorio y colocó la cesta en la que venía a los pies de la cama. Espera aquí, y no se te ocurra subirte a la cama. Obediente y asustada esperé en la cesta cuando mi amo volvió con un biberón de leche. Se sentó en la cama y comencé a beber la leche tibia mientras su mano se deslizaba por mi lomo. Leves gemidos de placer escapaban de mi garganta. Mientras comenzaba a excitarme como cada ocaso. Terminé mi biberón y me fui a mi cesta donde comencé a restregarme contra el colchón de la cesta como cada noche.
Sus ojos no dejaban de mirarme y mis gemidos parecían atraerle. Entonces él se decidió a darse una ducha y comenzó a desnudarse. Cuando su miembro quedó al aire a mi boca vino el sabor del chocolate. Lentamente, moviendo sinuosamente las caderas me fui acercando a él, puse mis patitas delanteras contra él y me erguí hasta la altura de su miembro y comencé a lamerlo suavemente. Él aguantó de pie un rato pero cuando introduje todo su sexo en mi boca las piernas le fallaron y se quedó sentado en la cama. Yo volví a acercarme a él comencé a lamer de nuevo mientras me restregaba contra sus piernas y mis manos lo acariciaban la ingle. Comencé a correrme mucho antes que él, pero aquello, como cada noche no disminuía mi excitación, sino que al contrario la acrecentaba.
Se tumbó totalmente sobre la cama y me dijo:
Sube y continua
Obedecí a mi amo y salté sobre la cama comencé a lamerle de nuevo y él tomó mis pechos entre sus manos. Apretándolos y jugando con ellos cada vez más fuerte hasta que inundó mi boca con su semen.
Tras correrse me mandó de nuevo a la cesta. Acariciando mi cabeza y diciéndome:
Bien hecho gatita…
Se sentó y cogió el manual que hablaba sobre como educarme y los cuidados que debía proporcionarme. Mientras yo dormía levemente en la cesta.
Continuara….
Queremos una gata. Ya se lo he dicho. – Dijo el que parecía menos borracho de todos. ¡Y que nos la envuelvan para regalo!
Bien. Síganme por favor. Les mostraré las distintas gatas que tenemos.
En la tienda había dos celdas de gatas, la nuestra y otra al lado. Los seis hombres se pararon delante de nuestras celdas.
¿Y que diferencia hay? Yo las encuentro iguales a todas.
No caballero. Las de esta celda – Dijo señalando a las otras – Han sido educadas totalmente, esclavas-minino. Estas otras, son gatas en celo, pero aún no han sido… penetradas.
Yo prefiero una enseñada – Dijo un hombre
No, dijo otro mejor una virgen. – Dijo el hombre que parecía el cabecilla.
He de decirles señores que las vírgenes son más caras, ya que su educación es más difícil y lleva más tiempo. Son gatas en el pleno sentido de la palabra, solo andan a cuatro patas, maúllan, beben leche en cuencos, y están permanentemente en celo. No realizarán las tareas domesticas, son gatas. Yo creo que lo que buscan es una esclava-minino.
No. A él le gustará una gata. ¿Verdad chicos?
Bien, si lo tienen tan claro: estas son las cuatro que tenemos.
Las cuatro nos aglomeramos unas sobre otras asustadas por aquel jaleo. El cuidador entró en la jaula y nos sacó una por una. Yo fui la última. Me hicieron subir a lo alto de una mesa desde la que aquellos hombres pudieran verme bien. Me acariciaron el lomo y un leve ronroneo escapó de mi garganta. El cuidador me azotó y del susto boté, uno de mis pechos salió del pequeño body. Estuve allí un rato siendo observada. Comencé a lamerme la mano, cuando dejé de estar asustada.
Nos llevamos esta. Envuélvala para regalo. ¡Ah y un collar y una correa!
Todos rieron.
El vendedor me puso un collar con un precioso cascabel y me metió en una cesta, me hizo acurrucarme y me metió en una gran caja de cartón con varios agujeros para que pudiese respirar.
Díganle al dueño que la dé un biberón de leche los dos primeros días, y la acaricie la cabeza para que ella se acostumbre a él.
Bien, así lo haremos.
A siguiente atardecer me llevaron hasta la casa de un hombre. Parecía su cumpleaños. Comieron y bebieron opíparamente. Yo podía oler la comida desde mi caja. Cuando comenzaron a brindar por su nuevo año noté como movieron la caja.
Es hora de que habrás tu regalo.
Noté como el paquete comenzaba a moverse y a ser desenvuelto. Estaba asustada y me acurruqué al fondo de mi cesta. Un hombre se asomó por encima de la caja. Era alto y moreno. Muy atractivo. Me acarició el lomo levemente y detrás de las orejas.
¡Chicos es…!
Es una gata, solo eso. Nos han dicho que en los primeros días le des biberón y le acaricies. Toma este manual te dirá como cuidar de ella. Ahora nos vamos para que disfrutes de tu regalo.
Se fueron y mi amo y yo nos quedamos allí. Aún no me había atrevido a salir de la caja, pero un breve tirón de mi collar, me hizo salir. Me llevó hasta su dormitorio y colocó la cesta en la que venía a los pies de la cama. Espera aquí, y no se te ocurra subirte a la cama. Obediente y asustada esperé en la cesta cuando mi amo volvió con un biberón de leche. Se sentó en la cama y comencé a beber la leche tibia mientras su mano se deslizaba por mi lomo. Leves gemidos de placer escapaban de mi garganta. Mientras comenzaba a excitarme como cada ocaso. Terminé mi biberón y me fui a mi cesta donde comencé a restregarme contra el colchón de la cesta como cada noche.
Sus ojos no dejaban de mirarme y mis gemidos parecían atraerle. Entonces él se decidió a darse una ducha y comenzó a desnudarse. Cuando su miembro quedó al aire a mi boca vino el sabor del chocolate. Lentamente, moviendo sinuosamente las caderas me fui acercando a él, puse mis patitas delanteras contra él y me erguí hasta la altura de su miembro y comencé a lamerlo suavemente. Él aguantó de pie un rato pero cuando introduje todo su sexo en mi boca las piernas le fallaron y se quedó sentado en la cama. Yo volví a acercarme a él comencé a lamer de nuevo mientras me restregaba contra sus piernas y mis manos lo acariciaban la ingle. Comencé a correrme mucho antes que él, pero aquello, como cada noche no disminuía mi excitación, sino que al contrario la acrecentaba.
Se tumbó totalmente sobre la cama y me dijo:
Sube y continua
Obedecí a mi amo y salté sobre la cama comencé a lamerle de nuevo y él tomó mis pechos entre sus manos. Apretándolos y jugando con ellos cada vez más fuerte hasta que inundó mi boca con su semen.
Tras correrse me mandó de nuevo a la cesta. Acariciando mi cabeza y diciéndome:
Bien hecho gatita…
Se sentó y cogió el manual que hablaba sobre como educarme y los cuidados que debía proporcionarme. Mientras yo dormía levemente en la cesta.
Continuara….
5 comentarios - Tienda De Mascotas 2
y gracias por pasar por aqui