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Y ahora de grande se me dio por darle a mi tía

Hola poringueros y poringueras. Desde que me separé estoy imparable, no dejo títere con cabeza. Tengo 40 años, no soy un nene, pero en estos meses que estoy separado ya me cogí a la vecina de la otra cuadra que no me acuerdo como se llama, a Lorena, que es la viuda del carnicero, a mi ahijada como regalo por aprobar sus primeras materias en la facultad (si se entera mi compadree Tito me mata, aunque también me va a matar si se entera que le dí a su mujer). No le perdono a nadie, mujer que me da calce, ñácale, a la cama. Fueron casi 20 años de ser un marido fiel que mirándo para atrás fueron una eternidad.
Hace un par de semanas la acompañé a mi vieja a la casa de su hermana menor Noelia para verla y animarla un poco, estaba deprimida, su marido la abandono y su autoestima estaba muy por el suelo. Y es una pena porque tiene 3 hijos preciosos, y a sus 48 años realmente se mantiene muy bien. Cuando la vi estaba demacrada y triste pero sus pechos prominentes (que se las hizo a pedido de su ahora ex marido) y su cola grande la mostraban aún atractiva. Pobre se la notaba triste, y lo peor aún es que decía que estaba grande para volver a salir, ponerse de novia, o salir y tener un revolcón ocasional. El panorama era desolador.
Fue así animándola que la invité a salir a un boliche en Ramos Mejía que los jueves se pone copado y no hay tanta pendejada dando vueltas. Ella al pricipio fue reticente pero de a poco la convencí. Ese jueves la pasé a buscar, me recibieron mis primos que son adolescentes y la esperé a mi tía en el living. Cuando bajó por la escalera realmente impactaba, tenía un pantalón blanco ajustado que marcaba su sexo, unas sandalias con tacos altos y una musculosa negra; el resto lo ponía su lomo despampanante. Y lo que le sumaba eran tres detalles fundamentales, estaba bien maquillada acompañada con un suave perfume y unos aros delicados pero lo suficientemente atractivos, se había cortado el pelo de modo tal que lucía jóven y lo mejor de todo es que a esto lo acompañaba con una bella sonrisa. Cuando me saludo me abrazó y me dio las gracias sin tener en cuenta que era yo quien debía agardecer la companía de tan bella dama.
En el boliche nos juntamos con amigos y amigas, con la salvedad que les aclaré a mis amigos que yo quería tener algo con mi tía, con la salvedad que no les aclaré mi situación filial.
La noche se hacía cada vez más atractiva, con mi tía Noe bailábamos sin parar y en sus movimientos notaba un andar más desenvuelto y sexy. En un momento, mientras bailábamos, nos quedamos mirándonos y sin mediar una palabra nos besamos apasionádamente. Ella, con dificultad por la diferencia de altura, se colgaba de mi cuello mientras nos dábamos ese beso tan cargado de energía sexual. Nuestras lenguas se encontraban mutuamente y danzaban frenéticas un baile erótico. No quise prolongar el tiempo, apuré las cosas y la llevé al auto para ir a un albergue transitorio. Al llegar a la puerta ella ensayó un tenue arrepentimiento pero lo apagué con otro beso que la dejé sin aliento. Mis manos acariciaban sus pechos por sobre la musculosa mientras ella acariciaba mi bulto, solo lo interrumpimos con un bocinazo de otro auto que quería ingresar al mencionado hotel.
Adentro de la suite dimos rienda suelta a nuestros instintos. Ella me desabrochó la camisa y me empezó a besar el pecho con una suavidad que me excitaba. Sus manos me daban un suave roce en todo mi torso desnudo mientras le desprendía su pantalón y se lo bajaba a la altura de sus rodillas. Ella se deja caer y se quita las sandalias y su pantalón con dificultad quedando nada más que con la musculosa y una bombacha tipo culote con encajes que le quedaba muy sexy. Con brusquedad le quité la musculosa y el sutien mientras ella buscaba desprenderme los botones del jeans para atender a mi pene que, ansioso, estaba erecto y bien duro. Casi no hubo tiempo para más juegos, ella se abalanzó sobre mi pene y lo empezó a degustar como el más exquisito de los manjares al tiempo que yo acariciaba sus nalgas que se mostraba firme y grande. Desesperados como dos personas ansiosas nos hicimos un 69 que me excitaba mucho. Sus jugos eran un nectar que los disfrutaba al contacto de mi juguetona lengua. Mi tía se recostó boca arriba, le puse sus piernas apoyando en mis hombros y me dispuse a penetrar esa vagina bien lubricada para darle unas buenas sacudidas. Al recibir mi pene empezó a gritar alocadamente y a pedirme que la parta al medio. Luego me pidió que yo me recueste boca arriba para poder montarse sobre mi pene que parecía un mástil. Ante cada orgasmo ella lo hacía notar con fuertes gritos y sus uñas clavadas en mi piel. Después de avisarle que iba a eyacular me pidió que la llene dentro de ella, sin sacarla y gozando como una puta el sentir del esperma dentro suyo. Hicimos un intervalo para fumarnos un pucho y al toque empezó a jugar con mi pene hasta lograrlo poner firme nuevamente. "Quiero que me rompas la colita" me dijo con un tono cachondo. Sacó de su cartera un gel íntimo para lubricar su ano y se puso en posición para recibir toda la fuerza de mis 24x6. Su cola era realmente un poema, como si el tiempo fuera inútil para corromper tamaña hermosura. Ella gritó de dolor, si, pero luego paso del dolor al goce en escasos minutos y por último al estado de euforia. "La quiero toda adentro" me dijo envalentonada. Poco después y con mi pene a pleno y en su totalidad adentro mi tía tiene su enésimo orgasmo. Ya sin poder resistir más le lleno su ano de semen, que al llegar a su punto de saturación empieza a despedirlo como si fuera un volcán.
Como estuvimos toda la noche seguimos con más sexo del bueno varias veces más. Exhaustos abandonamos el hotel y la acompañé a su casa despidiéndola con un beso apasionado.
- Gracias sobrino, que se repita. -me dijo al entrar a su casa.
- Dalo por hecho que así será - pensé para mi.

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