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A mi no me iba a pasar
Una rara sensación se iba apoderando de mí.
No podía manejarlo, no podía dominarlo, era mas fuerte que yo. Avanzaba de a poco en mi mente hasta ocupar todos los espacios. Ya no podía pensar.
Si podía pero no podía pensar en otra cosa que no fuera eso.
Pensé que me estaba volviendo loca. Un caso mas para la abundancia de psicólogos sin trabajo.
Que carajo me estaba pasando? Me lo preguntaba una y otra vez sin saber la respuesta y sin poder darme una solución lógica.
Me sentía rara, nada en particular, solo rara.
Me fui a mirar en el espejo como si él me pudiera dar una respuesta, podría o era solo mi locura la que me llevaba a hacer cosas que me parecían de lo mas extrañas.
Me sentía bien con mi cuerpo, lo quería, me gustaba, no me quedaba nada mal.
Pero la sensación y yo seguíamos ahí sin poder decirnos nada mas.
Entonces el me habló. Una cosquilla que comenzó en la pantorrilla hizo que mi mano fuera a tocar la pierna en ese punto. La cosquilla subía y junto con ella, como magnetizado mi dedo índice la acompañaba.
No podía creer lo que estaba sintiendo, mi propio cuerpo me estaba hablando, me estaba diciendo lo que necesitaba y esa transmisión a mi mente hacía que me moviera en forma inconsciente.
Ya al dedo lo acompañó la mano derecha que se posó de lleno en el muslo y empezó a frotarlo de abajo hacia arriba con caricias de aleteo de mariposa, sutíles y leves caricias que hicieron que esa mano, mi descontrolada mano fuera subiendo por debajo de la pollera.
Al mismo tiempo la necesidad de la lengua de mojar los labios, fue incontrolable. La dejé hacer, ya no era dueña de mis movimientos. La punta fue mojando el labio superior, después el inferior y se entretuvo en frotarse contra los dientes al moverse-
Ya no me veía en el espejo, solo miraba la nada, no veía, no escuchaba, estaba sumida en esa sensación que obnubilaba mis otros sentidos.
Mi otra mano se unió a la danza. Se apoyó despacio en la panza y con un par de dedos urgueteó debajo de la camisa desabrochando un botón
Los dedos pasaron por encima de la fina tela del corpiño acariciando y dando la bienvenida a unos pezones que ya no disimulaban su erección.
La cosquilla me inundaba por completo, desde la punta de los pies hasta la cabeza. No era calor, era otra cosa, maravillosa por cierto porque no me molestaba.
Mi mano derecha fue a la cadera a juguetear con la delicada tira de la tanga y se coló por debajo de ella acariciando cada milímetro de piel.
Se aproximaba temerosa pero decididamente a la entrepierna sin que yo pudiera hacer ya nada mas.
La izquierda se había aventurado por el abismo del escote del corpiño y dos dedos acariciaban un pezón cargado de lujuriosa electricidad.
Y ahí sucedió, las manos se descontrolaron total y absolutamente, iban y venían solas a su gusto, acariciando, apretando, pellizcando cada rinconcito de mi intimidad, hasta llegar a la zona mas húmeda de mi entrepierna.
Sensación indescriptible la de sentirse plena, llena y vacía de golpe y al mismo tiempo.
Y nunca mas pude separarme de ella, a partir de ahí lleno mi vida. Fue mi eterna seguidora, es por eso que así quise empezar esta serie de relatos.
19 comentarios - no comprendia...
Me enamore!
Saludos.
yo ya pase por tu post. vos ya pasaste por el mio ?. besos luly...!!!
mañana paso a dejar puntines besitos ..!
+10 merecidos!