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Gotas de lluvia

El tema no había llamado mi atención, sinceramente lo consideraba sucio y bajo. Pero también debo admitir que me atraía mucho ver videos acerca del tema, me he dado cuenta que los que gustan mucho de esta actividad son los alemanes, ya que la gran mayoría de estos videos son de ese país.

Vi muchos videos y al final ya no lo consideraba sucio ni bajo y al fin me decidí a realizar esa fantasía que no salía de mi mente. Entré a varios foros, mucha gente tenía buenas intenciones pero lamentablemente muchas personas eran de otros países y por razones obvias no me aventuraría a ir a un país desconocido sola. Dejé un mensaje en un último foro especificando mi fantasía y buscando gente de mi país.

Varios días después revisé mi correo y había sólo un mensaje nuevo. Se presentaban como una pareja seria, con experiencia en el tema y lo mejor, de mi país, de uno de los estados vecinos. No podía creerlo, de inmediato respondí explicando mi seriedad ante el tema ya que en su mensaje habían aclarado que debía estar ciento por ciento segura de mi misma.

Respondieron con mucha educación, me explicaron los cuidados que hay que tener y los riesgos que implica esta actividad, al comprenderlo les respondí para acordar una fecha. Tendría tiempo un mes después de este intercambio de correos y ellos me dijeron que con todo gusto esperarían mi llegada, me sugirieron enviarnos fotos por correo, pero me negué explicando que la sorpresa sería aun mejor para todos nosotros.

El día se acercaba y cada vez me encontraba más nerviosa, veía más videos, leía y volvía a leer los correos que me habían mandado Adriana y León.

Una semana antes de la fecha volvimos a escribirnos, dando fecha y lugar exactos.
Al final llegó la fecha esperada, debó aclarar en este punto que soy casada, pero debido a que mi esposo viaja mucho dentro y fuera del país, aprovecho las oportunidades para darme una escapada también. Escribimos un último correo, yo explicando cómo iría vestida y la hora aproximada de mi llegada y ellos diciéndome que tendrían un cartel con mi nombre en la central de autobuses para poder reconocerlos.

Me vestí completamente de blanco, ya que es mi color favorito, me puse ropa interior de encaje, una blusa semi-transparente, un saco sastre, mini falda, medias y zapatillas abiertas. Jorge, mi chofer, me llevó rápidamente a la central de autobuses, compré mi boleto mientras Jorge estacionaba el carro. Minutos después llegó con mi equipaje y ya en el andén donde se encontraba mi autobús, esperó a que abordara, metió mi maleta y se despidió mientras el autobús se alejaba.

El viaje duró más o menos una hora, debido al tránsito al salir de mi ciudad y lo mismo al llegar a la otra ciudad. Al fin en la central, bajé del autobús, recogí mi maleta y en la sala de espera me quedé de pie buscando a Adriana y León. No pasaron muchos minutos cuando logré divisar una pancarta verde fosforescente con mi nombre en letras muy grandes, me acerqué, Adriana volteó a verme y me saludó de lejos. Eran una pareja atractiva, ella un poco bajita pero con una hermosa figura, llevaba ropa deportiva, un top azul, pants negros, tan pegados que podías notar muy bien la silueta de sus piernas y su trasero, terminaban debajo de su rodilla y se notaban sus fuertes pantorrillas y tenis blancos. Con ojos claros, eran un tono azul grisáceo, cambiando de tono con la luz. Morena y de cabello lacio semi-largo que llegaba un poco más debajo de los hombros.
Él también tenía complexión atlética, vestía una playera blanca sin ningún estampado, jeans azul claro y tenis azules. Más alto que nosotras, te tez clara, ojos café oscuro y rapado completamente. Se presentaron muy amablemente, él tenía veintisiete años y ella veinticuatro.

Me dio un poco de pena ya que ahí hacía un poco más de calor que en casa y yo venía vestida como para un negocio. Nos reímos un rato y nos dirigimos a su carro mientras León amablemente cargaba mi maleta.
En el camino a su casa me explicaban a que se dedicaban y me dieron una botella grande de agua, Adriana sonrió y me dijo en un tono jocoso que era para prepararme, después me explicó que procurara terminarla en el transcurso a su casa, ellos también estaban tomando agua.

-León y yo invertimos en un gimnasio hace tres años, fue una inversión arriesgada realmente, pero afortunadamente salió a flote y ahora ya tenemos dos. Toda la semana tendremos remodelaciones pequeñas y por eso vamos a cerrar momentáneamente, cuando vimos tu mensaje en el foro, aprovechamos esta oportunidad para satisfacer nuestro gusto por las lluvias doradas. Como muchas fantasías, ésta es difícil de cumplir debido al pensamiento cerrado de mucha gente-.

-Así es-. Respondió León mirándome por el retrovisor por un momento. -Adriana y yo realmente no lo practicamos mucho, pero lo tomamos en serio cuando decidimos hacerlo, creo que pudiste darte cuenta cuando te enviamos toda la información de riesgos y cuidados, ante todo está nuestra salud y si algún día nos llegara a pasar algo por nuestra práctica, dejaremos de hacerlo por un largo periodo de tiempo, incluso dejaríamos de hacerlo definitivamente, es lo que Adriana y yo acordamos, afortunadamente nada ha pasado aun-. Volvió a ver por el retrovisor y sonrió.

Llegamos a un fraccionamiento privado, su casa se encontraba casi al fondo de una calle cerrada, las casas eran hermosas con un toque tradicional, algunas con portones rústicos, decoraciones con piedra de río, colores claros. La casa de Adriana y León no era muy diferente, con un portón color cobre, fachada blanca y una pequeña terraza arriba del portón.

León lo abrió con el botón del control remoto y lentamente entramos a su casa.

Estaba muy nerviosa, pero feliz. Me invitaron a pasar, entramos por la cocina, donde Adriana sacó una jarra de jugo de limón del refrigerador, y me invitó a salir a otra terraza que había pasando su comedor. León subió a dejar mi maleta en la que sería mi habitación, después me indicaría donde estaba. Adriana estaba más feliz que yo.
-Adela, a que te dedicas… Ay perdón, si puedo tutearte, ¿verdad?

-Claro que sí, jaja, creo que ahora ya estamos en una confianza muy intima. Soy ama de casa, pero no la típica, mi esposo es empresario, y debido a su trabajo viaja mucho, puedo afirmar que si nos vemos una semana completa al año es mucho tiempo, ya pasé la fase depresiva y acepté la realidad, sé que mi matrimonio es una farsa, pero mientras a él siga sin importarle, yo seguiré con mis “distracciones”-. Dije y tomé un sorbo del jugo de limón que me había servido Adriana.

León bajó y me sirvió más jugo aunque aun yo no lo terminaba, le sirvió también a Adriana y se sirvió él también.
-Propongo un brindis: Por Adela, espero que esta experiencia sea de tu agrado y que este sea el comienzo de una linda amistad.- Dijo mientras levantaba su vaso y nosotras chocábamos los nuestros con el suyo. -¡Salud!- Dijimos todos al unísono.

Después de beber nuestros jugos, me llevaron afuera en el patio el cual era hermoso, con un jardín grande, caminamos hasta el fondo y ahí había un patio no muy grande, con mosaicos azul cielo, parecía un baño al aire libre y Adriana no tardó en confirmarlo.

-Este es nuestro baño cuando hacemos nuestras lluvias doradas, no te preocupes, lo lavamos muy bien cuando terminamos, además al estar al aire libre, la propagación de bacterias es prácticamente nula-.

-¿Notaste cuando llegamos que hay dos terrenos baldíos a los lados de la casa?, son nuestros, le dije a Adriana que los compraríamos para hacer mas privadas nuestras sesiones y la verdadera razón por la cual compramos la casa fue ésta.- Abrió una puerta que estaba escondida ya que parecía una decoración más de la pared. Me mostró una barranca que era el límte de el fraccionamiento con el resto de la ciudad.

Ya bastante aliviada al saber lo precautorios que ellos habían sido, dije la palabra mágica:

-Tengo ganas de orinar-. Con una pequeña sonrisa miré a ambos un poco avergonzada.

-Adelante Ade, el suelo es todo tuyo-. Dijo Adriana sonriendo y mostrándome la parte donde parecía una pequeña piscina. Había una alcantarilla en el centro y el suelo se hundía hacía el centro.

-¿Podrías hacerlo con la ropa puesta?- Preguntó León.

-Bueno… Sí-. Respondí nerviosa y me puse en cuclillas, subí un poco mi falda y me relajé para comenzar a orinar.

Mientras lo hacía Adriana dijo a León:

-Mmh… ¿Ya viste como se va transparentando su pantaleta?- León asintió con la cabeza sonriendo. Adriana se acercó a mí y comenzó a acariciar mi cabello. El vapor y olor a orina impregnaba el ambiente, yo temblaba por lo nerviosa que estaba, pero al fin estaba haciendo realidad mi fantasía.

Me levanté y Adriana quitó mi saco, bromeando me dijo que hacía mucho calor para usarlo, se lo llevó a la casa y regresó con otra jarra de agua, pero estaba preparada para hacer margaritas. León sacó una mesa plegable y colocaron ahí la jarra y los vasos.

Los vasos eran más grandes que los anteriores y volvimos a brindar. Adriana se acercó a mí y me susurró al oído:
-Sabes, otra de mis fantasías es hacerlo con una mujer mayor-. Voltee a verla a los ojos y ella sonreía, y casi de inmediato me besó en la boca apasionadamente. Ya había besado a otras mujeres pero la sensación siempre es la misma, un gran placer al sentir nuestras lenguas empujarse y jugando entre ellas. Comenzó a tocar mis senos y dejó de besarme. –MMH… me gustan así, grandecitos-. Apretó mi seno derecho y volvió a besarme.
León Ya tenía los pantalones fuera, jugaba con su miembro y después de tomar otro trago a su vaso se acercó y suavemente tiró de mis brazos indicando que me pusiera en cuclillas de nuevo. Así lo hice, miraba de cerca su miembro siendo manipulado por sus grandes manos, mientras Adriana bajaba su pants y dejaba relucir su hermoso trasero, traía hilo dental del cual se deshizo rápidamente.

-Ahora nos toca a nosotros-. Comenzó a orinar y el chorro alcanzó mi cabeza, mojando poco a poco mi cabello, el color rubio comenzó a opacarse poco a poco, sentía el tibio liquido bajar por mi cara, el olor a amoniaco comenzaba a sentirse cada vez más fuerte. Voltee un poco hacia abajo, mi blusa iba trazando los hilos de orina que bajaban hacia mi torso.

La rociada de León duró al menos un minuto, sacudió su pene y detrás de la mesa había una llave de agua con una jabonera al lado, se lavó las manos y volvió a servirse más margarita. Mientras tanto Adriana arqueó las piernas y separó sus labios vaginales, su chorro comenzó a salir con un pequeño seseo, me pegaba en los senos, mi blusa se transparentó casi completamente en esa zona, mi sostén comenzó a teñirse de un tono amarillo mientras los chorros escurrían hacia mi abdomen. Un pequeño charco se formó en mi falda, el cual iba filtrándose poco a poco. Me senté con las piernas juntas y dobladas para que su chorro cayera en cara también, era inevitable que algunas gotas, o mejor dicho, chorritos entraran a mi boca, probaba el amargo sabor de la orina y me excitaba cada vez mas.

De nuevo sentí necesidad de orinar y sin dudarlo, esta vez me levanté un poco, dejando que el chorro de Adriana mojara mis piernas, mi medias se transparentaban al contacto de la orina, bajé mi falda y mi pantaleta y esta vez, de pie sin siquiera arquear las piernas volví a orinar. L chorro mojaba mis pies al contacto con el piso, movía los dedos para sentir como entraba la orina entre ellos. León se acerco y comenzó a desabrochar mi blusa, después mi sosten y así, salvo por mis medias y zapatillas, ahora estaba desnuda. Adriana se quitó su top y sus firmes y hermosos senos hicieron acto de presencia. Tenía unos pezones pequeños y no tan oscuros, me acerqué lentamente y me incliné para besarlos, mientras León acariciaba mis grandes senos y pellizcaba un poco mis pezones, que ya estaban erectos. Sentí su pene un poco fláccido pero caliente entre mis nalgas. De nuevo me avisó León para orinarme, esta vez, sin pensarlo me recosté en el piso. Vi de nuevo el pene sacando el chorro y sentía como golpeaba y mojaba mi abdomen, un charquito se formó en mi ombligo, después, León movió su pene y me mojó los pechos, pequeñas gotas sacudían mi cara, mi maquillaje ya estaba corrido de tanta orina. Después volvió a mover su pene y ahora mojó parte de mi vagina y siguió para mojar mis piernas, las medias completamente transparentes no se hacían notar salvo por la liga en mis muslos. Mientras tanto, Adriana se había ido a tomar más tragos de margarita, regresó, se hincó frente a mí, me incorporé un poco y como si de una madre se tratara, me dio a beber un gran trago de margarita.

Mientras esperábamos para que nuestras vejigas se llenaran de nuevo, León me recostó de nuevo, se recostó también detrás de mí, levantó una de mis piernas y comenzó a penetrarme. Lentamente primero, su pene grueso y duro entró fácilmente debido a la humedad. Comenzó a bombear suavemente. Yo gemía de gusto, y Adriana nos contemplaba con una sonrisa recostada frente de nosotros. Estiré los brazos con un poco de fuerza, para alcanzar su cara e indicarle que se acercara para besarnos. León tomó mis senos y comenzó a masajearlos, los apretaba suavemente. Adriana ya estaba cerca de mí y comenzamos a besarnos, león bombeaba cada vez más rápido, al sentir cada envestida yo gemía, lo hacía mientras besaba a Adriana y mis gemidos se ahogaban en su boca y Adriana también gemía al escucharme. León comenzó a bombear cada vez menos, pero más fuerte. Al fin dio una última envestida, dejó su pene adentro unos momentos y después se incorporó.

De pie comenzó a orinarnos con su pene erecto, el chorro salía cual fuente de plaza, maniobraba su pene y lograba mojar más a Adriana que a mí. Sentía las gotitas salpicar mi cuerpo. Adriana y yo nos incorporamos y fuimos a lavarnos las manos, mientras estaba inclinada en la llave de agua, ambos manoseaban mis nalgas, y me metían dedo.

Nos propusimos tomar de fondo un vaso lleno de margarita cada quien al mismo tiempo, para amenizar más nuestra experiencia. Antes de terminar el mío, hice una señal a León con mi dedo para que se acercara, aun con margarita en mi boca, me hinqué frente a él y comencé a mamar su pene que aún estaba erecto. Lo movía con mi boca, mientras poco a poco iba tragando la margarita. Después de un momento en mi boca solo había ese trozo de carne palpitante y caliente, jugaba con su punta con mi lengua, succionaba para intentar sacar la orina de él.

Poco después sentí el viscoso líquido disparar en mi boca, llego casi hasta atrás de ella, miré hacia arriba, saqué el pene de mi boca y sonreí.

Adriana se masturbaba observándonos. En el “baño” había una pequeña banca, León me llevó y nos colocamos junto a ella. Me recosté frente a ella, León me tomó de la cadera y suavemente me levantó un poco, Adriana llegó rápidamente con una toalla y la colocó debajo de mí. León entonces me colocó con mucho cuidado, solo mis hombros tocaban el piso, inclinó mi piernas hacia adelante, abriéndose completamente, Adriana me tomó de los tobillos, desabrochó mis zapatillas, y las dejó caer a un lado, ella comenzó a lamer mis pies y piernas, mientras león comenzó a penetrarme de arriba abajo. Adriana se puso de rodillas y pude ver su hermosa vagina de cerca. León penetraba con fuerza, lentamente. Minutos después tomó su pene firmemente y lo dejó dentro de mí. Comencé a sentir un líquido tibio dentro, estaba orinando dentro de mí, iba sacando lentamente el pene y comenzó a oírse la orina llenando mi cavidad. Inesperadamente Adriana comenzó a orinar también, llenaba mi cara con su tibio líquido, instintivamente abrí la boca para que también se llenara de la orina de Adriana.
Tanta orina era que mi boca se llenó rápidamente, toda la demás orina se desparramaba de mi boca, incluso llegó a entrar un poco en mi nariz. Abrí mis labios inferiores para que la orina de León se desparramara también de mi vagina. Minutos después me incorporé, pasé la orina de mi boca a Adriana con un delicioso beso. Mientras la orina de León salía a chorros de mi vagina.

León e tomó por detrás y con sus fuertes brazos tomó mis piernas, me levantó, Adriana se incorporó también, león le hizo ademán a Adriana para que mis piernas descansaran en sus hombros, ella se colocó muy cerca de mí, mi piernas estaban en sus hombros. Entonces León me penetró de nuevo, me subía y baja con sus brazos mientras él bombeaba. Adriana estaba muy quieta, peor logró mover sus brazos hasta alcanzar mi vagina, empezó a acariciarla y a frotar mi clítoris mientras León seguía bombeando.

Era una sensación extraordinaria, después de unos minutos, gracias a la estimulación de Adriana y a las fuertes envestidas de León, comencé a sentir uno de mis mejores orgasmos hasta la fecha, las ganas de orinar que sentía me hicieron llegar más rápido al orgasmo. Al fin me relajé y comencé a orinar mientras León aun me penetraba, la orina pegaba en el abdomen de Adriana y ella empezó a tapar mi vagina con su mano, sintiendo mi chorro, salieron varios mas y al final toda la orina había salido.

León dio las últimas envestidas, todos nos relajamos, el aún con su pene dentro de mí y Adriana besando y lamiendo mis piernas.

Nos incorporamos, todos nos besamos y tomamos lo último que quedaba de las margaritas. Después entramos a la casa, León me acompañó a mi habitación mientras Adriana nos esperaba en el baño. Me quité mis empapadas medias, me puse mis sandalias y bajamos a bañarnos todos juntos. Aun durante la ducha todos nos orinamos entre sí de nuevo, pero ahora con la regadera todo se iba rápidamente.
Terminamos de ducharnos y así, desnudos, disfrutamos de una rica comida en la pequeña terraza de la casa, donde aún estaba la jarra de jugo de limón.

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