parte 1: http://www.poringa.net/posts/relatos/1794799/Con-el-amigo-dotado-de-mi-novio.html
Ahí estaba yo, algo borracha, jugando con el aparato reproductor enorme de este macho hiperdesarrollado. Esos huevos parecían frutos exóticos de una naturaleza tropical generosa y nutritiva, llena de vida y fecundidad. Este macho había sido hecho para preñar hembras...
Si bien yo estaba borracha, en mi cabeza me justificaba diciéndome que esto no era infidelidad, que sólo estaba boludeando un poquito... Igual, en el fondo, yo siempre había sido muy egoísta e invidualista, y siempre había seguido mis deseos.
Buscando jugar con el aparato de este macho, se me ocurrió una idea llena de morbo. Fui hasta la mesa donde habían quedado platos y cubiertos sin levantar, y agarré una cucharita metálica de café. Luego fui hasta el sillón donde estaba Lucho, y me senté en el piso delante de su paquete: cada uno de sus huevos era impresionante. Una masa grande y compacta de carne. No pude resistir la tentación. Agarré uno de sus huevos, y con la otra mano le empecé a dar golpecitos con la cuchara. Con cada golpe, veía cómo su cara se contraía de dolor, lo que me hacía calentar mal... La intención no era hacerle daño en serio, era sólo un juego con dolor leve que alimentaba el lado más morboso de mi sexualidad...
Ahí estaba yo, algo borracha, jugando con el aparato reproductor enorme de este macho hiperdesarrollado. Esos huevos parecían frutos exóticos de una naturaleza tropical generosa y nutritiva, llena de vida y fecundidad. Este macho había sido hecho para preñar hembras...
Si bien yo estaba borracha, en mi cabeza me justificaba diciéndome que esto no era infidelidad, que sólo estaba boludeando un poquito... Igual, en el fondo, yo siempre había sido muy egoísta e invidualista, y siempre había seguido mis deseos.
Buscando jugar con el aparato de este macho, se me ocurrió una idea llena de morbo. Fui hasta la mesa donde habían quedado platos y cubiertos sin levantar, y agarré una cucharita metálica de café. Luego fui hasta el sillón donde estaba Lucho, y me senté en el piso delante de su paquete: cada uno de sus huevos era impresionante. Una masa grande y compacta de carne. No pude resistir la tentación. Agarré uno de sus huevos, y con la otra mano le empecé a dar golpecitos con la cuchara. Con cada golpe, veía cómo su cara se contraía de dolor, lo que me hacía calentar mal... La intención no era hacerle daño en serio, era sólo un juego con dolor leve que alimentaba el lado más morboso de mi sexualidad...
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