Degustando mi esposa
Segunda parte
Me desperté, estaba acostado sobre ella, sentía su cuerpo transpirado y tibio debajo de mí.
Ya hacia por lo menos tres horas que estaba atada, me levante, fui a bañarme y despejarme.
Con una toalla mojada me puse a limpiarla, estaba toda pegoteada por la mermelada y su transpiración, la limpie toda comenzando por la cara, le saque el pañuelo de la boca, balbuceo algo que no entendí, no podía hablar ni moverse, hacia rato que había entregado su cuerpo y ahora su mente se había rendido.
Se quedo completamente dormida, exhausta, entregada, la manosee sin que reaccionara, metí las manos en su vagina abriéndola, apenas movió manos y pies, seguía sin reacción.
Otra vez me vino a la mente la idea de abusarme de ella, aprovecharme de su absoluta indefensión, le pegue palmadas en los muslos, trato de levantar la cabeza y decir algo pero no pudo.
Para que no siguiera con la cabeza tirada hacia atrás, le solté los pies de las patas de la mesa, atándole los tobillos juntos, tire de los pies haciendo que la cabeza subiera a la mesa quedando con los brazos muy estirados, una nueva oleada de excitación me envolvió al contemplar ese cuerpo inmóvil, sus pies atados, sus gruesas piernas juntas, su abdomen abultado y blanco como la nieve, sus pechos grandes, sus brazos estirados y extendidos hacia atrás.
Ya estábamos cerca del amanecer, nunca había abusado de ella tanto tiempo, yo estaba despejado y fresco como una lechuga, no paraba de excitarme.
Ella estaba acostumbrada a ser atada y dominada físicamente, pero esta vez también su mente había caído rendida por largas horas de dominación y abuso.
Agotada como estaba trato de moverse, ladeo la cabeza, doblo un poco los brazos, flexiono sus piernas para dejarlas caer y movió los dedos de los pies.
Después de un largo suspiro y cayó en un profundo sueño.
Le desate los pies para abrirle las piernas y poder fifarmela otra vez, acostado sobre ella la penetre lentamente mientras lamia y chupaba sus lolas como si fuesen dos enormes budines; me interrumpía para, arrodillado entre sus piernas, meterle las manos abriendo y escarbando con fuerza, para después volver a ensartarla, era como estar con un pedazo de carne, totalmente rendida se dejaba fifar y manosear sin siquiera abrir los ojos, solo sentía su respiración y algún pequeño movimiento mientras entraba y salía de su cuerpo.
Después de acabar y cansarme de abusar de ella, la desate y yéndome a descansar, la deje tirada en la mesa, dormida, abierta de brazos y piernas , su cuerpo desnudo convertido en un objeto, como esperando que alguien abusara de ella nuevamente.
Segunda parte
Me desperté, estaba acostado sobre ella, sentía su cuerpo transpirado y tibio debajo de mí.
Ya hacia por lo menos tres horas que estaba atada, me levante, fui a bañarme y despejarme.
Con una toalla mojada me puse a limpiarla, estaba toda pegoteada por la mermelada y su transpiración, la limpie toda comenzando por la cara, le saque el pañuelo de la boca, balbuceo algo que no entendí, no podía hablar ni moverse, hacia rato que había entregado su cuerpo y ahora su mente se había rendido.
Se quedo completamente dormida, exhausta, entregada, la manosee sin que reaccionara, metí las manos en su vagina abriéndola, apenas movió manos y pies, seguía sin reacción.
Otra vez me vino a la mente la idea de abusarme de ella, aprovecharme de su absoluta indefensión, le pegue palmadas en los muslos, trato de levantar la cabeza y decir algo pero no pudo.
Para que no siguiera con la cabeza tirada hacia atrás, le solté los pies de las patas de la mesa, atándole los tobillos juntos, tire de los pies haciendo que la cabeza subiera a la mesa quedando con los brazos muy estirados, una nueva oleada de excitación me envolvió al contemplar ese cuerpo inmóvil, sus pies atados, sus gruesas piernas juntas, su abdomen abultado y blanco como la nieve, sus pechos grandes, sus brazos estirados y extendidos hacia atrás.
Ya estábamos cerca del amanecer, nunca había abusado de ella tanto tiempo, yo estaba despejado y fresco como una lechuga, no paraba de excitarme.
Ella estaba acostumbrada a ser atada y dominada físicamente, pero esta vez también su mente había caído rendida por largas horas de dominación y abuso.
Agotada como estaba trato de moverse, ladeo la cabeza, doblo un poco los brazos, flexiono sus piernas para dejarlas caer y movió los dedos de los pies.
Después de un largo suspiro y cayó en un profundo sueño.
Le desate los pies para abrirle las piernas y poder fifarmela otra vez, acostado sobre ella la penetre lentamente mientras lamia y chupaba sus lolas como si fuesen dos enormes budines; me interrumpía para, arrodillado entre sus piernas, meterle las manos abriendo y escarbando con fuerza, para después volver a ensartarla, era como estar con un pedazo de carne, totalmente rendida se dejaba fifar y manosear sin siquiera abrir los ojos, solo sentía su respiración y algún pequeño movimiento mientras entraba y salía de su cuerpo.
Después de acabar y cansarme de abusar de ella, la desate y yéndome a descansar, la deje tirada en la mesa, dormida, abierta de brazos y piernas , su cuerpo desnudo convertido en un objeto, como esperando que alguien abusara de ella nuevamente.
1 comentarios - degustando a mi esposa , fin