Nota
Es este un cuento que ya algunos habrán leído, a un terrible error mío dar la edad de un menor en un cuento que involucraba a una maestra de inglés, alguien me eliminó de la pagina
Pero en realidad había leídos mis cuentos varios que de seguro, lo recordarán por la cantidad de lectores que me adicionaron a su pág.
Muchos no lo habrán hecho nunca, pero otros de seguro lo recordaran, este me lo fue contado por el mismo protagonista que le he cambiado su figura y así como a ella, pero fue real…
Lo relato en primera persona.
el cuento
El Señor de Bastón
Les cuento lo que me pasó hace tiempo cuando por las tardes volvía a mi departamento en la zona de Floresta desde la clínica que trabajo de empleada administrativa, pero como ese día a falta de mi superior, no pude hace mis tres horas extras, decidí pasar por la casa de mi madre a verla porque ese día mi marido, se encontraba en el interior supervisando y controlando dos estaciones de servicio de la empresa en que trabaja, y se había ido a Junín
Lo hacía en varias oportunidades en el mes, dos o tres, cada quince días y nos ayudaba mucho económicamente, era el 2002 donde nada de plata se despreciaba en el país, porque la habíamos todo pasado mal.
Hube de observar nuevamente en el subte a un señor que viajaba parado, como la gran mayoría de nosotros, aparentemente tendría unos 56 o 60 años, alto, delgado, de pelo canoso y bastante abundante, correctamente vestido, traje y corbata, sus zapatos perfectamente lustrados, colgándole de su brazo izquierdo un bastón, que solía verlo todos los días en la mañana en la terminal del subte A en Primera Junta
Tengo 29 años, pelo castaño, largo hasta la mitad de mi cintura y un cuerpo que sin ser una belleza no es nada despreciable, mi busto es muy redondeado y mis caderas son delgadas con una cola bastante envidiable.
Como el subte a esa hora de la tarde todos regresan y solemos tomar el primero sin mediar la capacidad, por eso está repleto, nunca se dio la casualidad de viajar junto a él, por la tarde si en la mañana, pero el repentino cambio de horario en mí, lo hizo posible moviéndome una mueca de agrado
A diferencia de la mañana los dos esta vez pudimos ir sentados sin reconocerlo en el ultimo asiento de madera lustrado del típico subtes Él estaba sentado junto a la ventanilla, y yo en el lado opuesto sobre el pasillo.
A un tiempo noté que me él me miró de reojo en un par de oportunidades y abrió un poco mas sus piernas, rozando con su rodilla la mía, discretamente retiré mi pierna de la suya, y él se acomodó de nuevo acercando aun más la pierna
Evidentemente quería ver mi reacción, en un primer momento pensé en decirle algo pero me pareció inapropiado ya que pensé que me podría contestar de mala manera o algo por el estilo, lo dejé seguir con su juego.
A medida que pasaban las estaciones, su pierna se fue apretando mas con la mía, como había resuelto seguir con ese jueguito, comenzó lentamente a frotar mi rodilla contra la suya, el aparentemente seguía enfrascado en la lectura de un libro, hasta que en un momento determinado se dio vuelta hacia mí y muy discretamente me dijo:
Bajo en la próxima estación, me acompañas a tomar un café…
No esperaba esa proposición, pero la verdad es que no me sobresalté, yo le había seguido su juego, ahora debía terminarlo.
Me puse de pié y él lo hizo junto conmigo, cuando bajamos y el subte se hubo ido me dijo:
Me llamo Fernando, aceptas tomar un café conmigo...
Su voz se la escuchaba profunda, con un pronunciación muy masculina, acepté su invitación, es mas ya lo había hecho tácitamente al bajar con él.
Hola soy Carolina, es un placer conocerte
Le contesté, él a un momento se inclinó hacia mí me depositó un suave beso en mi mejilla, comenzamos a subir las escaleras, y ahí algo llamó mi atención noté que a pesar de llevar el bastón en la mano, prácticamente no lo usaba, caminaba perfectamente, muy erguido a pesar de la edad que aparentaba
Entramos a un café que estaba a metros de la salida del subte, sobre la avenida La Plata y Rivadavia, ambos pedimos lo mismo, un cortado, comenzamos a conversar
Me enteré que era viudo y sin hijos más con ello que vivía pocas cuadras de ahí, que era y un apoderado y asesor en una empresa de seguros, etc.
Pero lo que más me sorprendía era que me había equivocado al imaginar su edad ni 65 ni 70, tenía 72 años no lo podía creer es más me dijo:
En una herencia muy peculiar en los hombres de mi familia, morimos viejos pero ciertamente el tiempo de vida y las costumbres de nosotros son así mismos. Es una raza la mía de personajes familiares, ya un tanto grandes de edad
Y demás me enteré que solo llevaba el bastón como por costumbre, que no lo necesitaba para nada, era verdad sin él se movía con igual facilidad.
Seguimos charlando un rato hasta que en un momento determinado y así como así, tomando mis manos entre las suyas me dijo con una sonrisa en sus labios:
Te veo hermosa, me gustaría hacer el amor contigo.
No sabía que responder ante tan repentina pregunta, lo pensé un instante, una milésima de segundo nada mas, sin mover mis labios asentí con la cabeza, debía haberlo imaginado, todo juego tiene un fin, ahora tenía que saber cómo terminarlo, su sonrisa se le iluminó aún más, me apretó un poco mas fuerte mis manos, pagó la consumición y salimos hacia su departamento, vivía solo dos cuadras, subimos y entramos en el.
Muy pocas veces había visto un departamento adornado y amueblado con tan buen gusto, era muy hermoso, todo muy bien cuidadoso, además se lo notaba muy amplio y confortable, apenas cerró la puerta me tomó de los hombros, me hizo girar hacia el e inclinándose algo comenzó a besarme, introdujo toda su lengua dentro de mi boca, me recorrió toda con ella, por supuesto respondí de igual manera, muy pocas veces me han besado tan tiernamente pero con tanta pasión.
Sus manos se deslizaron por mi espalda, muy lentamente, llegaron hasta mis nalgas, se cerraron sobre ellas, me apretaban, no me producía dolor, me atrajeron hacia él, en ese momento comencé a sentir entre mis piernas, sobre mi vagina el bulto de su verga, no sabía si era verdad o llevaba puesta un prótesis, era algo que parecía inmenso, nunca había sentido semejante tamaño apoyarse sobre mí.
Comencé a desprender sus pantalones, que cayeron al piso en un instante, el bóxer color negro que llevaba puesto no podía contener su verga, el bulto que esta provocaba era inmenso, lentamente le fui bajando su calzoncillo, la verga que apareció era descomunal, calculo que mediría unos 20 cms y su grosor era tal que con una sola mano casi no la podía rodear, recién para agarrarla toda tuve que usar ambas manos, no era algo duro como se le pone a un tipo de 20 años pero si tenía una firmeza que creo nada usual para un hombre de su edad.
Me arrodille y metí su cabezota roja en mi boca, tuve que hacer un esfuerzo para que entrase, tenía la boca abierta como cuando voy al dentista, y así y todo casi no conseguía que entrase mas, el empujó un poco, casi me asfixio, su poronga entró hasta mi garganta, no podía respirar, pero aún así no quise dejar de tragármela, noté que esto lo enloquecía, jadeaba de una manera continua, su pija se endureció un poco más, entonces me hizo levantar, terminó de sacarse su ropa y yo hice lo mismo, todas nuestras prendas quedaron en el piso, suavemente me llevó hasta un sillón del living, se recostó en él y me ofreció nuevamente su verga, me arrodillé y comencé a mamarsela de nuevo, que verga hermosa, nunca había tendió semejante cosa a mi disposición, cuando el notó que iba a acabar, se levantó y me hizo poner en cuatro patas sobre el sillón comenzando a lamer mi culo, su lengua entraba en todo mi ano, se la sentía muy cálida, con los dedos jugueteaba con la entrada de mi ano, lo dilataba mas y mas.
Cuando vio que yo ya no podía aguantar más ese jueguito se incorporó y apoyó la punta de su verga en la entrada de mi ojete, en ese momento comprendí realmente que semejante pija no iba a entrar, que me iba a reventar toda por dentro, quise incorporarme pero él con sus manos apoyadas en mis nalgas me lo impidió, de manera suave pero muy firme.
Como mi cola estaba muy lubricada y su verga también, comenzó a meterla en mi ano, en el primer empujón entró su cabeza, mi ano se dilató al máximo, comencé a sufrir como nunca lo había hecho en mi vida, mordía los almohadones del sillón para no estallar en un alarido, mi manos arañaban la tela del sofá, mis uñas se incrustan con desesperación, quería salir de esa posición pero no lo lograba, lentamente el trató de introducirla más, apenas lo lograba, yo trataba por todos los medios de relajarme y hacer que no me doliese, no lo lograba, el empujaba mas, a mi me dolía mas.
De esa manera siguió tratando de enterrármela toda, yo sabía que si lo hacía no iba aguantar y me iba a desmayar del dolor, traté de aguantar, no gozaba, no podía hacerlo, el dolor era cada vez más intenso, entonces sacó sus manos de mis nalgas y las colocó sobre mis hombros, no llegué a reaccionar, tirando de mis hombros hacia atrás empujó con toda su fuerza la verga dentro de mi culo, entró toda de un golpe, no podía entrar más, sus bolas quedaron aprisionadas en la entrada de mi culo.
El alarido que di creo que se sintió a varias cuadras de distancia, el terrible ardor que sentía parecía que tenía metida en el culo una brasa de carbón, sentía la sensación de que la punta de su verga me había llegado hasta la garganta, no podía comprender como semejante verga estuviese toda dentro mío, inmediatamente el comenzó con una mano a acariciarme las tetas, y con la otra a jugar con mi clítoris, suave y lentamente, poco a poco el ardor de mi culo comenzó a disminuir, al mismo tiempo que aumentaba el placer que me producían sus caricias, así de esta forma el comenzó a sacarla y meterla, lentamente de manera casi imperceptible su verga salía y al momento sentía todo su largo dentro mío, me dolía horrores, pero el ardor era menor, era una mezcla de placer y dolor, no podría decir cual era mayor.
De esta forma fue aumentando el ritmo del meter y sacar, comprendí que iba a acabar en cualquier momento, con mi mano apreté la suya dentro de mi vagina, el inmediatamente comprendía que yo estaba por tener un orgasmo, aumento el ritmo, introdujo mas sus dedos dentro de mi argolla y así hasta que ambos un pudimos aguantar más, el orgasmo me llegó como un relámpago, imprevistamente, sentí mi cuerpo estremecerse, temblar, no podía aguantar más, el en ese momento empujó con todas sus fuerzas, volví a quedar ensartada por su enorme verga y comenzó a acabar, en forma frenética, comenzó a llenarme toda con su semen, lo sentía dentro de mí, muy caliente, me quemaba todo mi orto, tal era su abundancia que no lo podía contener todo, sentía que se resbalaba por entre mis piernas, mi vagina se lubricaba con él, así siguió bombeando hasta acabar todos sus jugos, cuando no tuvo más y estando ya completamente relajado dejó caer todo su peso sobre mí, me aplastó contra el sofá, comenzó a besarme la espalda, llegó hasta mi nuca, me mordió el cuello, era algo maravilloso el placer que esto me producía.
Aún así acepte que yo misma me tocara el clítoris y seguí contantemente con mi dos dedos en la vagina, u con la otra mano me acariciaba el clítoris lentamente mientras él me apretaba deliciosamente mis pezones y a la vez introducía su legua en mi boca
Todo ello era nuevo, exquisito y tan delicadamente ardiente, que así empecé a tener un nuevo orgasmo, el lo comprendió por mis jadeos, me ayudó con sus besos y caricias, estallé nuevamente, no podía creer, a pesar del ardor que aún tenía con su pija dentro de mi culo, el orgasmo que tuve fue interminable, hermoso, todo mi cuerpo se retorcía, gritaba como una loca, no sé cuanto duró pero para mí fue una eternidad.
Luego él se salió dentro de mí, que alivio tan grande, no tenerla más dentro de mí, pero la verdad fue una lástima, lentamente me di vuelta y quedé de espaldas sobre el sillón, no podía creer lo que veía, por mis piernas chorreaba un liquido espeso y caliente, era su semen mezclado con un poco solo un poco de sangre, casi podría decir que más semen que sangre, era evidente que mi culo llenado de leche y se había agigantado o mejor dicho me lo había roto de una manera increíble, en ese momento me di cuenta del ardor que tenía en orto.
Entonces Fernando se levantó, fue hasta el baño y regreso con una crema, comenzó a lamer toda mi vagina y mi culo, se fue chupando todo, mientras lo hacía con sus manos jugaba con mis pechos, me los acariciaba, apretaba con la punta de sus dedos mi pezones, cuando hubo limpiado todos los jugos comenzó a aplicar crema en mi culo y mi vagina, como por arte de magia todo el ardor que tenía en el orto desapareció, recién en ese momento comencé a sonreír y a disfrutar realmente.
Su enorme verga no estaba totalmente flácida, comencé a acariciársela, abrí mis piernas, ofreciendo toda mi argolla para que me penetrase, pero el conocedor de sus propias fuerzas me dijo muy cálidamente:
Me encanta lo que me ofreces, pero no puedo satisfacerte más, hoy no, dejémoslo para otro día…
Así fue que me levanté y con bastante dificultad fui a darme una ducha, me cambié y me despedí de Fernando, cuando salí a la calle no podía caminar, me ardía todo, mi orto era un fuego, bajé al subte y cuando me ofrecieron un asiento me negué a aceptarlo, no me podía sentar y solo eran dos estaciones y quince minutos de colectivo a mi casa, que al llegar llamé a mi madre mintiéndole que me había indispuesto.
Es más por varios días cuando me sentaba sentía ardor, pero ese ardor era hermoso, solo me hacía recordar la enorme verga que había tenido dentro de mi culo.
Una semana después volví a encontrarme con Fernando y ya nunca más le deje de ver al menos antes de ir a casa.
Epilogo
Fernando, fue amante mío por más de catorce meses, yo ya no trabajé más las horas extras, aunque en ese tiempo jamás falto aportes mío pero además: jamás se lo confié a mi marido que no trabajaba horas extras, como argumento que llegaba un tiempo más tarde le dije que trabajaba a la salida del sanatorio en su administración en Once.
Fernando me ayudaba en plata y ropa para mí, además de algunos bienes para la casa
Casi al finalizar noviembre, y a dos días de haber estado casi todo el día en su casa, como una vez por semana lo hacíamos, me llamó su hermana que vivía a dos cuadras de su casa, a mi trabajo
Fernando estaba en el sanatorio, muy mal me dijo veni.
Es la historia de mierda de los hombres de mi familia, me dijo su hermana María G de J, jamás se enferman jamás pierden fuerza, pero un día mueren rápido, muy rápido
Ve anda hablen, el sé que te quiere mucho hija.
Nos despedimos, largamente los dos solos, en una tarde de lluvia y de abril, a la madrugada siguiente, murió. A los dos días de su muerte dejé de trabajar horas extras no podía, se me había muerto una parte de esa historia
…a los dos meses de su muerte me enteré por un test en el sanatorio que estaba embarazada de él. Le mentí a mi esposo y lo felicité por su acto de me a luz a un hijo
“pero percibiría que durante nueve meses no lo sabría”
Hoy mi hijo tiene nueve años, cuando él tenía un año y medio un día mi marido conoció a una empleada en Salta y ya no volvió más.
Nos separamos al año, y cuando habían pasado dos meses de la separación recibí un mail:
“Se y creo que siempre lo supe, que ese no era mi hijo al que llamamos Marito, y supe que antes de que durante un tiempo largo, que no trabajabas en la empresa las horas extras, pero te notaba
Tan bien y tan “enamorada que al principio, creí que era por el embarazo y mi felicidad: pero descubrí que aun después de que él muriera nunca volviste a ser la misma.
Pero en ningún tiempo tuviste el valor, no, y no,
Lo hiciste, mujer aunque después lo supe:
Supe que esa criatura salida de tu panza, no era mi hijo
Sino el de él…”.
Gustavo Gabriel
Almagro
Argentina
Diciembre del 2012
Es este un cuento que ya algunos habrán leído, a un terrible error mío dar la edad de un menor en un cuento que involucraba a una maestra de inglés, alguien me eliminó de la pagina
Pero en realidad había leídos mis cuentos varios que de seguro, lo recordarán por la cantidad de lectores que me adicionaron a su pág.
Muchos no lo habrán hecho nunca, pero otros de seguro lo recordaran, este me lo fue contado por el mismo protagonista que le he cambiado su figura y así como a ella, pero fue real…
Lo relato en primera persona.
el cuento
El Señor de Bastón
Les cuento lo que me pasó hace tiempo cuando por las tardes volvía a mi departamento en la zona de Floresta desde la clínica que trabajo de empleada administrativa, pero como ese día a falta de mi superior, no pude hace mis tres horas extras, decidí pasar por la casa de mi madre a verla porque ese día mi marido, se encontraba en el interior supervisando y controlando dos estaciones de servicio de la empresa en que trabaja, y se había ido a Junín
Lo hacía en varias oportunidades en el mes, dos o tres, cada quince días y nos ayudaba mucho económicamente, era el 2002 donde nada de plata se despreciaba en el país, porque la habíamos todo pasado mal.
Hube de observar nuevamente en el subte a un señor que viajaba parado, como la gran mayoría de nosotros, aparentemente tendría unos 56 o 60 años, alto, delgado, de pelo canoso y bastante abundante, correctamente vestido, traje y corbata, sus zapatos perfectamente lustrados, colgándole de su brazo izquierdo un bastón, que solía verlo todos los días en la mañana en la terminal del subte A en Primera Junta
Tengo 29 años, pelo castaño, largo hasta la mitad de mi cintura y un cuerpo que sin ser una belleza no es nada despreciable, mi busto es muy redondeado y mis caderas son delgadas con una cola bastante envidiable.
Como el subte a esa hora de la tarde todos regresan y solemos tomar el primero sin mediar la capacidad, por eso está repleto, nunca se dio la casualidad de viajar junto a él, por la tarde si en la mañana, pero el repentino cambio de horario en mí, lo hizo posible moviéndome una mueca de agrado
A diferencia de la mañana los dos esta vez pudimos ir sentados sin reconocerlo en el ultimo asiento de madera lustrado del típico subtes Él estaba sentado junto a la ventanilla, y yo en el lado opuesto sobre el pasillo.
A un tiempo noté que me él me miró de reojo en un par de oportunidades y abrió un poco mas sus piernas, rozando con su rodilla la mía, discretamente retiré mi pierna de la suya, y él se acomodó de nuevo acercando aun más la pierna
Evidentemente quería ver mi reacción, en un primer momento pensé en decirle algo pero me pareció inapropiado ya que pensé que me podría contestar de mala manera o algo por el estilo, lo dejé seguir con su juego.
A medida que pasaban las estaciones, su pierna se fue apretando mas con la mía, como había resuelto seguir con ese jueguito, comenzó lentamente a frotar mi rodilla contra la suya, el aparentemente seguía enfrascado en la lectura de un libro, hasta que en un momento determinado se dio vuelta hacia mí y muy discretamente me dijo:
Bajo en la próxima estación, me acompañas a tomar un café…
No esperaba esa proposición, pero la verdad es que no me sobresalté, yo le había seguido su juego, ahora debía terminarlo.
Me puse de pié y él lo hizo junto conmigo, cuando bajamos y el subte se hubo ido me dijo:
Me llamo Fernando, aceptas tomar un café conmigo...
Su voz se la escuchaba profunda, con un pronunciación muy masculina, acepté su invitación, es mas ya lo había hecho tácitamente al bajar con él.
Hola soy Carolina, es un placer conocerte
Le contesté, él a un momento se inclinó hacia mí me depositó un suave beso en mi mejilla, comenzamos a subir las escaleras, y ahí algo llamó mi atención noté que a pesar de llevar el bastón en la mano, prácticamente no lo usaba, caminaba perfectamente, muy erguido a pesar de la edad que aparentaba
Entramos a un café que estaba a metros de la salida del subte, sobre la avenida La Plata y Rivadavia, ambos pedimos lo mismo, un cortado, comenzamos a conversar
Me enteré que era viudo y sin hijos más con ello que vivía pocas cuadras de ahí, que era y un apoderado y asesor en una empresa de seguros, etc.
Pero lo que más me sorprendía era que me había equivocado al imaginar su edad ni 65 ni 70, tenía 72 años no lo podía creer es más me dijo:
En una herencia muy peculiar en los hombres de mi familia, morimos viejos pero ciertamente el tiempo de vida y las costumbres de nosotros son así mismos. Es una raza la mía de personajes familiares, ya un tanto grandes de edad
Y demás me enteré que solo llevaba el bastón como por costumbre, que no lo necesitaba para nada, era verdad sin él se movía con igual facilidad.
Seguimos charlando un rato hasta que en un momento determinado y así como así, tomando mis manos entre las suyas me dijo con una sonrisa en sus labios:
Te veo hermosa, me gustaría hacer el amor contigo.
No sabía que responder ante tan repentina pregunta, lo pensé un instante, una milésima de segundo nada mas, sin mover mis labios asentí con la cabeza, debía haberlo imaginado, todo juego tiene un fin, ahora tenía que saber cómo terminarlo, su sonrisa se le iluminó aún más, me apretó un poco mas fuerte mis manos, pagó la consumición y salimos hacia su departamento, vivía solo dos cuadras, subimos y entramos en el.
Muy pocas veces había visto un departamento adornado y amueblado con tan buen gusto, era muy hermoso, todo muy bien cuidadoso, además se lo notaba muy amplio y confortable, apenas cerró la puerta me tomó de los hombros, me hizo girar hacia el e inclinándose algo comenzó a besarme, introdujo toda su lengua dentro de mi boca, me recorrió toda con ella, por supuesto respondí de igual manera, muy pocas veces me han besado tan tiernamente pero con tanta pasión.
Sus manos se deslizaron por mi espalda, muy lentamente, llegaron hasta mis nalgas, se cerraron sobre ellas, me apretaban, no me producía dolor, me atrajeron hacia él, en ese momento comencé a sentir entre mis piernas, sobre mi vagina el bulto de su verga, no sabía si era verdad o llevaba puesta un prótesis, era algo que parecía inmenso, nunca había sentido semejante tamaño apoyarse sobre mí.
Comencé a desprender sus pantalones, que cayeron al piso en un instante, el bóxer color negro que llevaba puesto no podía contener su verga, el bulto que esta provocaba era inmenso, lentamente le fui bajando su calzoncillo, la verga que apareció era descomunal, calculo que mediría unos 20 cms y su grosor era tal que con una sola mano casi no la podía rodear, recién para agarrarla toda tuve que usar ambas manos, no era algo duro como se le pone a un tipo de 20 años pero si tenía una firmeza que creo nada usual para un hombre de su edad.
Me arrodille y metí su cabezota roja en mi boca, tuve que hacer un esfuerzo para que entrase, tenía la boca abierta como cuando voy al dentista, y así y todo casi no conseguía que entrase mas, el empujó un poco, casi me asfixio, su poronga entró hasta mi garganta, no podía respirar, pero aún así no quise dejar de tragármela, noté que esto lo enloquecía, jadeaba de una manera continua, su pija se endureció un poco más, entonces me hizo levantar, terminó de sacarse su ropa y yo hice lo mismo, todas nuestras prendas quedaron en el piso, suavemente me llevó hasta un sillón del living, se recostó en él y me ofreció nuevamente su verga, me arrodillé y comencé a mamarsela de nuevo, que verga hermosa, nunca había tendió semejante cosa a mi disposición, cuando el notó que iba a acabar, se levantó y me hizo poner en cuatro patas sobre el sillón comenzando a lamer mi culo, su lengua entraba en todo mi ano, se la sentía muy cálida, con los dedos jugueteaba con la entrada de mi ano, lo dilataba mas y mas.
Cuando vio que yo ya no podía aguantar más ese jueguito se incorporó y apoyó la punta de su verga en la entrada de mi ojete, en ese momento comprendí realmente que semejante pija no iba a entrar, que me iba a reventar toda por dentro, quise incorporarme pero él con sus manos apoyadas en mis nalgas me lo impidió, de manera suave pero muy firme.
Como mi cola estaba muy lubricada y su verga también, comenzó a meterla en mi ano, en el primer empujón entró su cabeza, mi ano se dilató al máximo, comencé a sufrir como nunca lo había hecho en mi vida, mordía los almohadones del sillón para no estallar en un alarido, mi manos arañaban la tela del sofá, mis uñas se incrustan con desesperación, quería salir de esa posición pero no lo lograba, lentamente el trató de introducirla más, apenas lo lograba, yo trataba por todos los medios de relajarme y hacer que no me doliese, no lo lograba, el empujaba mas, a mi me dolía mas.
De esa manera siguió tratando de enterrármela toda, yo sabía que si lo hacía no iba aguantar y me iba a desmayar del dolor, traté de aguantar, no gozaba, no podía hacerlo, el dolor era cada vez más intenso, entonces sacó sus manos de mis nalgas y las colocó sobre mis hombros, no llegué a reaccionar, tirando de mis hombros hacia atrás empujó con toda su fuerza la verga dentro de mi culo, entró toda de un golpe, no podía entrar más, sus bolas quedaron aprisionadas en la entrada de mi culo.
El alarido que di creo que se sintió a varias cuadras de distancia, el terrible ardor que sentía parecía que tenía metida en el culo una brasa de carbón, sentía la sensación de que la punta de su verga me había llegado hasta la garganta, no podía comprender como semejante verga estuviese toda dentro mío, inmediatamente el comenzó con una mano a acariciarme las tetas, y con la otra a jugar con mi clítoris, suave y lentamente, poco a poco el ardor de mi culo comenzó a disminuir, al mismo tiempo que aumentaba el placer que me producían sus caricias, así de esta forma el comenzó a sacarla y meterla, lentamente de manera casi imperceptible su verga salía y al momento sentía todo su largo dentro mío, me dolía horrores, pero el ardor era menor, era una mezcla de placer y dolor, no podría decir cual era mayor.
De esta forma fue aumentando el ritmo del meter y sacar, comprendí que iba a acabar en cualquier momento, con mi mano apreté la suya dentro de mi vagina, el inmediatamente comprendía que yo estaba por tener un orgasmo, aumento el ritmo, introdujo mas sus dedos dentro de mi argolla y así hasta que ambos un pudimos aguantar más, el orgasmo me llegó como un relámpago, imprevistamente, sentí mi cuerpo estremecerse, temblar, no podía aguantar más, el en ese momento empujó con todas sus fuerzas, volví a quedar ensartada por su enorme verga y comenzó a acabar, en forma frenética, comenzó a llenarme toda con su semen, lo sentía dentro de mí, muy caliente, me quemaba todo mi orto, tal era su abundancia que no lo podía contener todo, sentía que se resbalaba por entre mis piernas, mi vagina se lubricaba con él, así siguió bombeando hasta acabar todos sus jugos, cuando no tuvo más y estando ya completamente relajado dejó caer todo su peso sobre mí, me aplastó contra el sofá, comenzó a besarme la espalda, llegó hasta mi nuca, me mordió el cuello, era algo maravilloso el placer que esto me producía.
Aún así acepte que yo misma me tocara el clítoris y seguí contantemente con mi dos dedos en la vagina, u con la otra mano me acariciaba el clítoris lentamente mientras él me apretaba deliciosamente mis pezones y a la vez introducía su legua en mi boca
Todo ello era nuevo, exquisito y tan delicadamente ardiente, que así empecé a tener un nuevo orgasmo, el lo comprendió por mis jadeos, me ayudó con sus besos y caricias, estallé nuevamente, no podía creer, a pesar del ardor que aún tenía con su pija dentro de mi culo, el orgasmo que tuve fue interminable, hermoso, todo mi cuerpo se retorcía, gritaba como una loca, no sé cuanto duró pero para mí fue una eternidad.
Luego él se salió dentro de mí, que alivio tan grande, no tenerla más dentro de mí, pero la verdad fue una lástima, lentamente me di vuelta y quedé de espaldas sobre el sillón, no podía creer lo que veía, por mis piernas chorreaba un liquido espeso y caliente, era su semen mezclado con un poco solo un poco de sangre, casi podría decir que más semen que sangre, era evidente que mi culo llenado de leche y se había agigantado o mejor dicho me lo había roto de una manera increíble, en ese momento me di cuenta del ardor que tenía en orto.
Entonces Fernando se levantó, fue hasta el baño y regreso con una crema, comenzó a lamer toda mi vagina y mi culo, se fue chupando todo, mientras lo hacía con sus manos jugaba con mis pechos, me los acariciaba, apretaba con la punta de sus dedos mi pezones, cuando hubo limpiado todos los jugos comenzó a aplicar crema en mi culo y mi vagina, como por arte de magia todo el ardor que tenía en el orto desapareció, recién en ese momento comencé a sonreír y a disfrutar realmente.
Su enorme verga no estaba totalmente flácida, comencé a acariciársela, abrí mis piernas, ofreciendo toda mi argolla para que me penetrase, pero el conocedor de sus propias fuerzas me dijo muy cálidamente:
Me encanta lo que me ofreces, pero no puedo satisfacerte más, hoy no, dejémoslo para otro día…
Así fue que me levanté y con bastante dificultad fui a darme una ducha, me cambié y me despedí de Fernando, cuando salí a la calle no podía caminar, me ardía todo, mi orto era un fuego, bajé al subte y cuando me ofrecieron un asiento me negué a aceptarlo, no me podía sentar y solo eran dos estaciones y quince minutos de colectivo a mi casa, que al llegar llamé a mi madre mintiéndole que me había indispuesto.
Es más por varios días cuando me sentaba sentía ardor, pero ese ardor era hermoso, solo me hacía recordar la enorme verga que había tenido dentro de mi culo.
Una semana después volví a encontrarme con Fernando y ya nunca más le deje de ver al menos antes de ir a casa.
Epilogo
Fernando, fue amante mío por más de catorce meses, yo ya no trabajé más las horas extras, aunque en ese tiempo jamás falto aportes mío pero además: jamás se lo confié a mi marido que no trabajaba horas extras, como argumento que llegaba un tiempo más tarde le dije que trabajaba a la salida del sanatorio en su administración en Once.
Fernando me ayudaba en plata y ropa para mí, además de algunos bienes para la casa
Casi al finalizar noviembre, y a dos días de haber estado casi todo el día en su casa, como una vez por semana lo hacíamos, me llamó su hermana que vivía a dos cuadras de su casa, a mi trabajo
Fernando estaba en el sanatorio, muy mal me dijo veni.
Es la historia de mierda de los hombres de mi familia, me dijo su hermana María G de J, jamás se enferman jamás pierden fuerza, pero un día mueren rápido, muy rápido
Ve anda hablen, el sé que te quiere mucho hija.
Nos despedimos, largamente los dos solos, en una tarde de lluvia y de abril, a la madrugada siguiente, murió. A los dos días de su muerte dejé de trabajar horas extras no podía, se me había muerto una parte de esa historia
…a los dos meses de su muerte me enteré por un test en el sanatorio que estaba embarazada de él. Le mentí a mi esposo y lo felicité por su acto de me a luz a un hijo
“pero percibiría que durante nueve meses no lo sabría”
Hoy mi hijo tiene nueve años, cuando él tenía un año y medio un día mi marido conoció a una empleada en Salta y ya no volvió más.
Nos separamos al año, y cuando habían pasado dos meses de la separación recibí un mail:
“Se y creo que siempre lo supe, que ese no era mi hijo al que llamamos Marito, y supe que antes de que durante un tiempo largo, que no trabajabas en la empresa las horas extras, pero te notaba
Tan bien y tan “enamorada que al principio, creí que era por el embarazo y mi felicidad: pero descubrí que aun después de que él muriera nunca volviste a ser la misma.
Pero en ningún tiempo tuviste el valor, no, y no,
Lo hiciste, mujer aunque después lo supe:
Supe que esa criatura salida de tu panza, no era mi hijo
Sino el de él…”.
Gustavo Gabriel
Almagro
Argentina
Diciembre del 2012
3 comentarios - Fernando, mi amante