Mi Tía siempre lee mis relatos de Poringa, y esta mañana vino a casa nerviosa y desesperada porque se había enterado que Gus era putito.
Ni bien llegó la recibí con un boxer blanco y fumando, ya que recién me levantaba. Ella llevaba un vestidito verde ajustado y venía muerta de calor. Lo primero que hizo fue darse una ducha porque no daba más.
Salió del baño con una toalla que le cubría la cola apenas y con las tetas gordas y morenas al aire.
Esa visión me animó a quitarme el boxer argumentando el mismo tema del calor.
Encendió un cigarrillo y empezó a preguntarme que cómo podía ser que con un padre tan macho hubiera salido una nena tan puta y esas cosas. Si bien la historia le había gustado a más no poder.
No supe qué responderle y le dije que había que aceptar que mi hijo era trolo. Ella no dejaba de fumar con los pezones puntudos y gordos y mirando mi pija fijamente.
No sabía qué se traía entre manos esa hija de puta, pero seguro que algo tenía pensado.
- Y vos con tu pija haciéndolo más puto... si sabes que esa verga enamora a hombres y mujeres!- dijo sonriendo y cruzando las piernas. Empezaba a excitarme de una manera increíble.
-No sé Tía... yo hice lo que pude para ayudarlo a confirmar su sexualidad.
-Sí, entiendo... pero además te cogiste a su novio, creo que te pasaste, no?- preguntó pícaramente.
-Puede ser, pero ahora sé que es mi nena, ya no tengo dudas, y además quiero enseñarle muchas cosas.
-Ah si? qué le vas a enseñar?- preguntó- y ahí me dí cuenta de las verdaderas intenciones de la yegua putona.
-Bueno, las cosas que me enseñaste vos a mí, a andar caliente todo el día, a desayunar desnuditos en casa, a que si quiere comer verga que lo haga con libertad. Me enseñaste muchas cosas Tía!- le dije mientras me acercaba con la verga empalmada a su cara.
-Te agradezco el reconocimiento- se tranquilizó mientras sentía el olor de mi pija a no menos de 3 cm de su boca carnosa- echó el humo lentamente en mis pelotas como si nada y siguió hablando.
Era hermoso ver mi barra de carne cerca de su boca mamona y a ella disimulando, como si nada.
-En realidad tengo que decirte que me re calentó la historia, y también cómo te cogés a los putitos de Poringa, uno por uno...jajaja!- rió quitándose la toalla y dejándo ver la concha depilada y tostada por el sol.
Era una yegua madura que siempre me había vuelto loco.
-Quería pedirte si me dejabas ser testigo de alguno de tus encuentros..., me gustaría verte rompiendo una colita de putito. Mi sobri en acción!- exclamó mirándome a los ojos y casi rozando la cabeza de la chota con sus labios.
-Podría ser...-dudé- pero habría que planearlo bien.
- Por qué no hacemos una fiesta en casa?- sugirió- mientras recorría sus labios con la lengua húmeda y carnosa.
-Sí, si vos estás dispuesta...- le respondí enciendiendo otro cigarrillo y poniéndolo en su boca.
-Obvio!- exclamó mientras seguía echando humo a mi pija que a estas alturas se empezaba a lubricar.
-Podés invitar a Olga, tu amiga...- sugerí pícaramente.
-Of course sobri!- rió mientras con la punta de su dedo índice recorrió mi chota desde los huevos, pasando por el tronco lentamente y subiendo a la cabeza enrojecida.
No pude evitar meterle mis dedos en su boca babeante, cosa que la desató y empezó a lamerlos lentamente pero con intensidad, llenándomelos de saliva tibia y abundante.
Era una sensación muy excitante, de alguna manera la estaba cogiendo por la boca con mi mano. Me acerqué y dejé caer un hilo de baba en su mandíbula hambrienta, a la vez que metía más profundamente la mano, provocándole pequeñas arcadas.
Con su mano apretaba mis huevos con fuerza haciendo que se llenaran de leche rápidamente. era una mezcla de dolor y placer que me volvía realmente loco.
Saqué la mano, y empecé a escupirle la cara de frente a ella, ella me miraba fijo, sonriendo y disfrutando de que le humectara la cara a base de escupidas. A su vez recogía la baba de su carita de puta y la pasaba por mi nabo a punto de explotar, acariciándolo suavemente...
(Continuará...)
Ni bien llegó la recibí con un boxer blanco y fumando, ya que recién me levantaba. Ella llevaba un vestidito verde ajustado y venía muerta de calor. Lo primero que hizo fue darse una ducha porque no daba más.
Salió del baño con una toalla que le cubría la cola apenas y con las tetas gordas y morenas al aire.
Esa visión me animó a quitarme el boxer argumentando el mismo tema del calor.
Encendió un cigarrillo y empezó a preguntarme que cómo podía ser que con un padre tan macho hubiera salido una nena tan puta y esas cosas. Si bien la historia le había gustado a más no poder.
No supe qué responderle y le dije que había que aceptar que mi hijo era trolo. Ella no dejaba de fumar con los pezones puntudos y gordos y mirando mi pija fijamente.
No sabía qué se traía entre manos esa hija de puta, pero seguro que algo tenía pensado.
- Y vos con tu pija haciéndolo más puto... si sabes que esa verga enamora a hombres y mujeres!- dijo sonriendo y cruzando las piernas. Empezaba a excitarme de una manera increíble.
-No sé Tía... yo hice lo que pude para ayudarlo a confirmar su sexualidad.
-Sí, entiendo... pero además te cogiste a su novio, creo que te pasaste, no?- preguntó pícaramente.
-Puede ser, pero ahora sé que es mi nena, ya no tengo dudas, y además quiero enseñarle muchas cosas.
-Ah si? qué le vas a enseñar?- preguntó- y ahí me dí cuenta de las verdaderas intenciones de la yegua putona.
-Bueno, las cosas que me enseñaste vos a mí, a andar caliente todo el día, a desayunar desnuditos en casa, a que si quiere comer verga que lo haga con libertad. Me enseñaste muchas cosas Tía!- le dije mientras me acercaba con la verga empalmada a su cara.
-Te agradezco el reconocimiento- se tranquilizó mientras sentía el olor de mi pija a no menos de 3 cm de su boca carnosa- echó el humo lentamente en mis pelotas como si nada y siguió hablando.
Era hermoso ver mi barra de carne cerca de su boca mamona y a ella disimulando, como si nada.
-En realidad tengo que decirte que me re calentó la historia, y también cómo te cogés a los putitos de Poringa, uno por uno...jajaja!- rió quitándose la toalla y dejándo ver la concha depilada y tostada por el sol.
Era una yegua madura que siempre me había vuelto loco.
-Quería pedirte si me dejabas ser testigo de alguno de tus encuentros..., me gustaría verte rompiendo una colita de putito. Mi sobri en acción!- exclamó mirándome a los ojos y casi rozando la cabeza de la chota con sus labios.
-Podría ser...-dudé- pero habría que planearlo bien.
- Por qué no hacemos una fiesta en casa?- sugirió- mientras recorría sus labios con la lengua húmeda y carnosa.
-Sí, si vos estás dispuesta...- le respondí enciendiendo otro cigarrillo y poniéndolo en su boca.
-Obvio!- exclamó mientras seguía echando humo a mi pija que a estas alturas se empezaba a lubricar.
-Podés invitar a Olga, tu amiga...- sugerí pícaramente.
-Of course sobri!- rió mientras con la punta de su dedo índice recorrió mi chota desde los huevos, pasando por el tronco lentamente y subiendo a la cabeza enrojecida.
No pude evitar meterle mis dedos en su boca babeante, cosa que la desató y empezó a lamerlos lentamente pero con intensidad, llenándomelos de saliva tibia y abundante.
Era una sensación muy excitante, de alguna manera la estaba cogiendo por la boca con mi mano. Me acerqué y dejé caer un hilo de baba en su mandíbula hambrienta, a la vez que metía más profundamente la mano, provocándole pequeñas arcadas.
Con su mano apretaba mis huevos con fuerza haciendo que se llenaran de leche rápidamente. era una mezcla de dolor y placer que me volvía realmente loco.
Saqué la mano, y empecé a escupirle la cara de frente a ella, ella me miraba fijo, sonriendo y disfrutando de que le humectara la cara a base de escupidas. A su vez recogía la baba de su carita de puta y la pasaba por mi nabo a punto de explotar, acariciándolo suavemente...
(Continuará...)
0 comentarios - Mi Tía y el putito de mi hijo (EP.1)