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ella era la que siempre lo hacia mejor que todas las otras y la que no necesitaba mas que darme un beso para rectificar todo lo que sentìa.
fuera donde fuera, nuestros cuerpos tenìa la capacidad de hacerse sentir y no hubo una puta vez que no la pasaramos bien. como ovidarla, con su 1.72, su pelo negro hasta los hombros, su flequillo stone y una boquita chiquita pero merecedora de los mejores besos. ¿su estilo? el mejor, pantalones ajustados, preferentemente oxford, remeras rockeras o cuando a situaciòn lo demandaba musculosas olimpia, que dejaban a descubierto sus hombros que eran coronados por dos hermosos pèchos talla 92 enorgullecidos aun mas con sus eternos push ups.
ojo, no todo en la vida eran pantalones elastizados, tambien solia usar babuchas de poliester, calidas al tacto y facil de bajar o faldas que no superaban sus muslos que medìan unos 96, elementos importantes a la hora del sexo, puesto que con su 1.72, tan solo consistia en ponerla contra a pared o subilra encima mio y comenzar a gozar.
la primera vez con ella fue un fiasco, ambos estabamos nerviosos y nos salio para el orto, no obstante seguimos en camino y aprendimos mucho uno del otro, cuestión que a los 3 meses de relación comenzò la zaga de bellos recuerdo que se los contare paso a paso; hoy comenzarè con el primero...
Recuerdo que era la tarde previa a la fiesta de mi cumpleaños 21, yo amasaba unas pizzas en la cocina y ella estaba oficiando de ayudante, en pleno noviembre, por estos lares hace mucho calor, es asì como yo por el horno y el clima estaba en cuero amasando de espalda a ella. toda la energia se concentraba en la masa, pero algo hizo que lo dejara por unos minutos. todavía recuerdo como una rafaga de su perfume floral me inundò la nariz y su voz en mi oido me dijo:
-me gusta cuando cocinas
sus labios comenzaron a recorrer mi nuca y fueron bajando mientras que sus manos masajeaban mi espalda.
-lo siento
-mentis, dame tu mano, ahora lo sentis...
su conchita mojada era la justificacion a su respuesta; comenzó a usar mi mano con fregadero, sin dejar nunca mi espalda, sentìa que mi miembro me estallaba, quise arrinconarla pero no me dejo, me obligo a seguir con mi tarea. ella se sentó en el piso y abrió sus piernas:
-segui amazando, hace de cuenta que no estoy
esta ultima palabra se perdió en una expresiòn de éxtasis, había comenzado a masturbarse, mientras me miraba. se levanto la remera, una mano la usaba para sus pechos, la otra para su miembro, yo no podía mas, no obstante obedecì y segui trabajando hasta que me dijo:
-veni, por favor, la quiero toda
la tome en mis brazos, bese su lengua inquieta y ahi no mas la puse de espalda contra la pared, no hizo falta nada, mi miembro se deslizó todo hasta dentro, su excitación era total...
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