Segunda parte, la esclava en mis manos
Después de un rato y como estaba muy excitado pare para relajarme un poco, ella se acomodo boca arriba, se estiro y movía las piernas tratando de acomodar mejor sus atados tobillos y cerro sus ojos vencida por el agotamiento. La contemple un rato viendo como su pecho subía y bajaba por la respiración, un poco agitada, su negra melena despeinada y mojada por la transpiración, su pancita, algo abultada que desembocaba en esa vagina bien depilada, sus piernas atadas como dos gruesos jamones, esos pies tan chiquitos que atados apenas podían moverse. Otra vez sentí el deseo intenso de poseerla y abusar de su cuerpo indefenso, le saque el cinturón de las rodillas y poniéndola boca abajo le volví a pegar en nalgas y muslos, introduje los dedos en su vagina hurgando en su interior, cada vez mas adentro mientras el pulgar entraba en su culo mientras ella emitía grititos ahogados por la mordaza y se retorcía y contorneaba tratando inútilmente de detener el abuso al que estaba siendo sometida. Le lamí las nalgas como si fuesen helados de carne humana.
Tuve que parar otra vez para contenerme y no lastimarla, después de ducharme y descansar un poco, volví a la habitación, le ate los brazos por encima de los codos, las piernas otra vez a la altura de las rodillas y los dedos gordos de los pies entre si inmovilizándola mas, me temblaban las manos de la excitación, la manosee con fuerza, la bese con desesperación, mordisqueando y lamiendo, solo la sentí emitir unos gemidos, ni intento mover un músculo, totalmente dominada había entregado su cuerpo a mi lujuria. Tomándola de los pies tire hasta dejarla de rodillas en el piso con su torso sobre la cama dejando en un primer plano su cadera voluminosa, abrí sus cantos para dejar al descubierto la entrepierna
Sujetándola por los abiertos cantos la penetre con violencia, no le estaba haciendo el amor, ni dandole sexo, la estaba violando.
Después de un rato y como estaba muy excitado pare para relajarme un poco, ella se acomodo boca arriba, se estiro y movía las piernas tratando de acomodar mejor sus atados tobillos y cerro sus ojos vencida por el agotamiento. La contemple un rato viendo como su pecho subía y bajaba por la respiración, un poco agitada, su negra melena despeinada y mojada por la transpiración, su pancita, algo abultada que desembocaba en esa vagina bien depilada, sus piernas atadas como dos gruesos jamones, esos pies tan chiquitos que atados apenas podían moverse. Otra vez sentí el deseo intenso de poseerla y abusar de su cuerpo indefenso, le saque el cinturón de las rodillas y poniéndola boca abajo le volví a pegar en nalgas y muslos, introduje los dedos en su vagina hurgando en su interior, cada vez mas adentro mientras el pulgar entraba en su culo mientras ella emitía grititos ahogados por la mordaza y se retorcía y contorneaba tratando inútilmente de detener el abuso al que estaba siendo sometida. Le lamí las nalgas como si fuesen helados de carne humana.
Tuve que parar otra vez para contenerme y no lastimarla, después de ducharme y descansar un poco, volví a la habitación, le ate los brazos por encima de los codos, las piernas otra vez a la altura de las rodillas y los dedos gordos de los pies entre si inmovilizándola mas, me temblaban las manos de la excitación, la manosee con fuerza, la bese con desesperación, mordisqueando y lamiendo, solo la sentí emitir unos gemidos, ni intento mover un músculo, totalmente dominada había entregado su cuerpo a mi lujuria. Tomándola de los pies tire hasta dejarla de rodillas en el piso con su torso sobre la cama dejando en un primer plano su cadera voluminosa, abrí sus cantos para dejar al descubierto la entrepierna
Sujetándola por los abiertos cantos la penetre con violencia, no le estaba haciendo el amor, ni dandole sexo, la estaba violando.
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