En Argentina, como en casi todo el mundo, tener amante está mal visto para mujeres y hombres casados.
Sin embargo yo no lo veía del todo mal, hasta que descubrí que no sólo yo, sino también mi esposa lo tenía y para colmo para mi ego, presencié como disfrutaba con él.
¿Cómo fue que presencié la fiesta de mi mujer cogiendo con el amante?
¡Cómo se que no era un polvo circunstancial, de esos que se dan por calenturas que surgen imprevistas, porque están en la naturaleza de las hembras humanas, que no están sujetas como las restantes de los otros mamíferos, a un estado fisiológico cíclico para aceptar un macho?
Nunca, pero nunca, entres en tu casa, abriendo con tu llave, en horario o día que, por el motivo que sea, se supone que estás lejos de la misma. Mejor avisas con prudente anticipación. Es muy sencillo en esta época de telefonía móvil.
Era el mes de enero, aprovechando que ya estaban en receso escolar, mis suegros se llevaron nuestros dos hijos una semana a San Clemente, a las termas, a Mundo Marino, a Bahía Aventura,….Quedamos solos con Mariela pero me vi obligado a viajar por trabajo al interior, en principio por dos días. Salí el jueves a primera hora con pasaje para volver el viernes en el último vuelo.
Llegado a destino, al abrir los embalajes, me encontré con el faltante, de una parte esencial del equipamiento de comunicaciones que debía instalar. Alguien la había omitido al preparar el envío. De común acuerdo con el cliente, postergamos el trabajo para cuando llegaran los elementos faltantes, y con no poca de fortuna conseguí tomar el último vuelo, pero del mismo día jueves.
Bajé del taxis frente a mi casa apenas pasadas las 18 horas y, con la intención de darle una sorpresa a mi esposa, abrí y volví a cerrar, cuidando de hacer el menor ruido, la puerta de calle. El living estaba en penumbras, pero no en silencio: percibí con toda claridad gemidos, exclamaciones y palabras entrecortadas provenientes del dormitorio. Sigilosamente me fui acercando a la puerta del mismo, abierta de par en par, al amparo de la oscuridad del pasillo de acceso. El ambiente estaba totalmente iluminado por el ventanal, que da al jardín interno, con las persianas abiertas. Asomado a la puerta, vi con nitidez a Mariela con las piernas abiertas al máximo y, hundida la cabeza entre ellas, un tipo rubio corpulento, obviamente trabajándole la cotorra con la lengua.
-Uhhhyyyy!!…. ¡Ahhhhhh!… ¡que buenoooo!….. ¡ahhhh!….. ¡me encanta,…! ¡siiiiiii!…. ¡mi amoooor! – aprobaba Mariela, con ambas manos en el cabello de su compañero como asegurándose que no se apartara de su entrepiernas.
La aprobación de mi esposa agredía brutalmente mis oídos, era otro, no yo, el que la generaba.
Sigilosamente retrocedí, salí de la casa y entré por la cochera que comunicaba con el jardín posterior de la casa. Cubriéndome entre los rosales y arbustos me ubiqué de modo tal de poder ver claramente, por el ventanal, que sucedía en el dormitorio.
El ventanal da a los pies de la cama (así lo habíamos previsto para, desde la cabecera, disfrutar del colorido del jardín) y tenía las cortinas corridas y los vidrios apenas entreabiertos. Mi visibilidad era prácticamente sin obstáculos.
Las posiciones se habían invertido, el tipo estaba de espaldas y Mariela, al costado con la cola opuesta a mi puesto de observación, se introducía y sacaba de la boca una verga enorme con las venas perfectamente marcadas, mientras con la mano derecha, masajeaba los huevos de su amigo. Este le acariciaba la cola.
Reprimí el impulso de lanzarme a interrumpir el banquete.
Transcurridos unos minutos, Mariela soltó la boca de la presa y subió encima de su compañero, con la cola hacia mi. Me imagino que se habrán besado largamente, al cabo ella, siempre agachada, se introdujo el tótem y comenzó a coger a su hombre que le agarraba con ambas manos, ahora el culo ahora las tetas sin hacer ningún movimiento con la parte baja de su cuerpo. ¡Para que, si todo lo hacía su compañera! Por lo vidrios entreabiertos, me llegaban los gemidos, y comentarios breves pero laudatorios de mi esposa.
Impresionaba el recorrido ascendente para “sacar” la descomunal poronga, para luego enterrársela en la almeja con el acompañamiento de un gemido o exclamación de placer.
Luego vinieron las variaciones. Era obvio que se conocían bien y sabían lo que debían hacer para darse mutuo placer.
Mariela se incorporó sin interrumpir el vaivén, que ahora era cabalgata. Cuando le pareció que era suficiente esa variante, giró el cuerpo 180 grados y siguió con la cabalgata. Tenía lo ojos cerrados y la boca entreabierta. Era el retrato vivo del placer. De pronto se acostó de espaldas sobre el cuerpo de su amigo, que ahora si, tuvo que mover el esqueleto, bombeando de abajo hacia arriba, mientras con una mano acariciaba las tetas y la otra masajeaba el clítoris, la concha, llena de la enorme poronga, de Mariela que emitía todo un catálogo de sonidos de disfrute. El orgasmo fue apoteótico, un concierto de suspiros, gemidos y gritos de placer. Mariela se derrumbó de espaldas al lado del amante con la verga, aun medio erecta, brillosa por los jugos vaginales y chorreando semen. Me hizo pensar en un cañón humeante (chorreante en este caso) después del disparo; el tiro debe haber inundado de leche la cachucha, que yo iluso, hasta esa noche, pensé que era sólo mi blanco.
Permanecieron juntos para recuperar fuerzas, con las cabezas fuera de mi visión. Al cabo de unos segundos Mariela, jugueteaba con una de sus manos en los testículos del compañero de cama y exteriorizó lo satisfecha que estaba:
- Fede sos un maestro haciendo el amor…..hoy estas con toda la polenta…..me haces disfrutar como nunca antes, desde que salimos…..-
- Vos también tenes todas las pilas hoy…..¿será porque estas cogiendo, por izquierda, en tu cama?….me vas a matar….- devolvió el elogio el rubio.
- Puede ser…..no me vas a negar que es mucho mejor que el telo…..lástima que, una ocasión como la de hoy, es difícil que se nos vuelva a dar…con los chicos y mi esposo fuera de la ciudad.. – agregó mi esposa.
- …será….pero me da cosa…pena por tu marido…le cojo la esposa….en su casa…en su cama…..le uso el baño…y la “pistola” y las bolas me la seco con sus toallas….- considerado, el H. de P.
- ….¿perdónnnnnnn?….¿qué es eso de que “me cojo..”?…¿no será que, cuando me da la gana, me doy un gusto con vos…y…vos venís al pié?…¿quien coge a quien, eh?….y dejá “tranquilo” a mi marido…¿estamossssss? -
- …………-
Me retiré en silencio, aplastado, por la revelación: mi mujer tiene un amante y para colmo, con su verga XXL, la atiende mejor que yo.
Me fui, con mi carga, a un hotel del centro. Con el “embale” que señoreaba en el cuarto de mi casa era previsible que el dúo siguiera dándose el resto del día y de la noche.
El día siguiente volví a casa a la hora prevista al iniciar el viaje al interior.
Mariela “como quien vio llover”. Nada, ningún signo o actitud que dejara translucir el festín de la noche anterior.
Aún no se quien es el “súper equipado” amante de mi esposa. Tengo una sospecha. Ella es una hermosa y simpática mujer que fácilmente, despierta la codicia masculina. Lo que no entraba en mis cálculos es que se le despertara el apetito sexual tan acentuado, que había presenciado, en su trenzada con el amigo rubio. No se en base a que la suponía refractaria a las calenturas por otros “machos” y a dejarse llevar por ellas; está en su derecho de no privarse. Yo no tengo autoridad moral para censurarla desde que me estoy acostando en la cama matrimonial de Florencia, en reiteradas ocasiones, cuando el marido se ausenta de la ciudad por trabajo
Todo bien, pero a mi me queda una gran duda cuando cogemos: ¿será verdad que el tamaño no importa? ¿Mi verga estándar, popular, de cabotaje tendrá alguna chance contra el grueso calibre que calza el amante? Por ahora Mariela, a juzgar por sus exteriorizaciones cuando hacemos el amor, la pasa requete bien conmigo. (por las dudas yo mecho con frecuencia, con no poca sorpresa inicial de mi esposa, el modus operandi del amante: yo de espaldas ella arriba). Disfrutamos un montón los dos.
Aunque de tanto en tanto ella se de el gusto de comerse la poronga extrema del “Fede” y yo de ponérsela a Florencia, mi amante, que me alucina.
P/D: nuestra hija Fabiana, en una oportunidad, mencionó que su instructor de hipismo se llama Federico. Recordé que Mariela la acompaño desde el comienzo a las clases en el club.
Pareciera que, el instructor, también le enseñó a cabalgar a mi esposa.
autor: juan
fuente:gemidos
Sin embargo yo no lo veía del todo mal, hasta que descubrí que no sólo yo, sino también mi esposa lo tenía y para colmo para mi ego, presencié como disfrutaba con él.
¿Cómo fue que presencié la fiesta de mi mujer cogiendo con el amante?
¡Cómo se que no era un polvo circunstancial, de esos que se dan por calenturas que surgen imprevistas, porque están en la naturaleza de las hembras humanas, que no están sujetas como las restantes de los otros mamíferos, a un estado fisiológico cíclico para aceptar un macho?
Nunca, pero nunca, entres en tu casa, abriendo con tu llave, en horario o día que, por el motivo que sea, se supone que estás lejos de la misma. Mejor avisas con prudente anticipación. Es muy sencillo en esta época de telefonía móvil.
Era el mes de enero, aprovechando que ya estaban en receso escolar, mis suegros se llevaron nuestros dos hijos una semana a San Clemente, a las termas, a Mundo Marino, a Bahía Aventura,….Quedamos solos con Mariela pero me vi obligado a viajar por trabajo al interior, en principio por dos días. Salí el jueves a primera hora con pasaje para volver el viernes en el último vuelo.
Llegado a destino, al abrir los embalajes, me encontré con el faltante, de una parte esencial del equipamiento de comunicaciones que debía instalar. Alguien la había omitido al preparar el envío. De común acuerdo con el cliente, postergamos el trabajo para cuando llegaran los elementos faltantes, y con no poca de fortuna conseguí tomar el último vuelo, pero del mismo día jueves.
Bajé del taxis frente a mi casa apenas pasadas las 18 horas y, con la intención de darle una sorpresa a mi esposa, abrí y volví a cerrar, cuidando de hacer el menor ruido, la puerta de calle. El living estaba en penumbras, pero no en silencio: percibí con toda claridad gemidos, exclamaciones y palabras entrecortadas provenientes del dormitorio. Sigilosamente me fui acercando a la puerta del mismo, abierta de par en par, al amparo de la oscuridad del pasillo de acceso. El ambiente estaba totalmente iluminado por el ventanal, que da al jardín interno, con las persianas abiertas. Asomado a la puerta, vi con nitidez a Mariela con las piernas abiertas al máximo y, hundida la cabeza entre ellas, un tipo rubio corpulento, obviamente trabajándole la cotorra con la lengua.
-Uhhhyyyy!!…. ¡Ahhhhhh!… ¡que buenoooo!….. ¡ahhhh!….. ¡me encanta,…! ¡siiiiiii!…. ¡mi amoooor! – aprobaba Mariela, con ambas manos en el cabello de su compañero como asegurándose que no se apartara de su entrepiernas.
La aprobación de mi esposa agredía brutalmente mis oídos, era otro, no yo, el que la generaba.
Sigilosamente retrocedí, salí de la casa y entré por la cochera que comunicaba con el jardín posterior de la casa. Cubriéndome entre los rosales y arbustos me ubiqué de modo tal de poder ver claramente, por el ventanal, que sucedía en el dormitorio.
El ventanal da a los pies de la cama (así lo habíamos previsto para, desde la cabecera, disfrutar del colorido del jardín) y tenía las cortinas corridas y los vidrios apenas entreabiertos. Mi visibilidad era prácticamente sin obstáculos.
Las posiciones se habían invertido, el tipo estaba de espaldas y Mariela, al costado con la cola opuesta a mi puesto de observación, se introducía y sacaba de la boca una verga enorme con las venas perfectamente marcadas, mientras con la mano derecha, masajeaba los huevos de su amigo. Este le acariciaba la cola.
Reprimí el impulso de lanzarme a interrumpir el banquete.
Transcurridos unos minutos, Mariela soltó la boca de la presa y subió encima de su compañero, con la cola hacia mi. Me imagino que se habrán besado largamente, al cabo ella, siempre agachada, se introdujo el tótem y comenzó a coger a su hombre que le agarraba con ambas manos, ahora el culo ahora las tetas sin hacer ningún movimiento con la parte baja de su cuerpo. ¡Para que, si todo lo hacía su compañera! Por lo vidrios entreabiertos, me llegaban los gemidos, y comentarios breves pero laudatorios de mi esposa.
Impresionaba el recorrido ascendente para “sacar” la descomunal poronga, para luego enterrársela en la almeja con el acompañamiento de un gemido o exclamación de placer.
Luego vinieron las variaciones. Era obvio que se conocían bien y sabían lo que debían hacer para darse mutuo placer.
Mariela se incorporó sin interrumpir el vaivén, que ahora era cabalgata. Cuando le pareció que era suficiente esa variante, giró el cuerpo 180 grados y siguió con la cabalgata. Tenía lo ojos cerrados y la boca entreabierta. Era el retrato vivo del placer. De pronto se acostó de espaldas sobre el cuerpo de su amigo, que ahora si, tuvo que mover el esqueleto, bombeando de abajo hacia arriba, mientras con una mano acariciaba las tetas y la otra masajeaba el clítoris, la concha, llena de la enorme poronga, de Mariela que emitía todo un catálogo de sonidos de disfrute. El orgasmo fue apoteótico, un concierto de suspiros, gemidos y gritos de placer. Mariela se derrumbó de espaldas al lado del amante con la verga, aun medio erecta, brillosa por los jugos vaginales y chorreando semen. Me hizo pensar en un cañón humeante (chorreante en este caso) después del disparo; el tiro debe haber inundado de leche la cachucha, que yo iluso, hasta esa noche, pensé que era sólo mi blanco.
Permanecieron juntos para recuperar fuerzas, con las cabezas fuera de mi visión. Al cabo de unos segundos Mariela, jugueteaba con una de sus manos en los testículos del compañero de cama y exteriorizó lo satisfecha que estaba:
- Fede sos un maestro haciendo el amor…..hoy estas con toda la polenta…..me haces disfrutar como nunca antes, desde que salimos…..-
- Vos también tenes todas las pilas hoy…..¿será porque estas cogiendo, por izquierda, en tu cama?….me vas a matar….- devolvió el elogio el rubio.
- Puede ser…..no me vas a negar que es mucho mejor que el telo…..lástima que, una ocasión como la de hoy, es difícil que se nos vuelva a dar…con los chicos y mi esposo fuera de la ciudad.. – agregó mi esposa.
- …será….pero me da cosa…pena por tu marido…le cojo la esposa….en su casa…en su cama…..le uso el baño…y la “pistola” y las bolas me la seco con sus toallas….- considerado, el H. de P.
- ….¿perdónnnnnnn?….¿qué es eso de que “me cojo..”?…¿no será que, cuando me da la gana, me doy un gusto con vos…y…vos venís al pié?…¿quien coge a quien, eh?….y dejá “tranquilo” a mi marido…¿estamossssss? -
- …………-
Me retiré en silencio, aplastado, por la revelación: mi mujer tiene un amante y para colmo, con su verga XXL, la atiende mejor que yo.
Me fui, con mi carga, a un hotel del centro. Con el “embale” que señoreaba en el cuarto de mi casa era previsible que el dúo siguiera dándose el resto del día y de la noche.
El día siguiente volví a casa a la hora prevista al iniciar el viaje al interior.
Mariela “como quien vio llover”. Nada, ningún signo o actitud que dejara translucir el festín de la noche anterior.
Aún no se quien es el “súper equipado” amante de mi esposa. Tengo una sospecha. Ella es una hermosa y simpática mujer que fácilmente, despierta la codicia masculina. Lo que no entraba en mis cálculos es que se le despertara el apetito sexual tan acentuado, que había presenciado, en su trenzada con el amigo rubio. No se en base a que la suponía refractaria a las calenturas por otros “machos” y a dejarse llevar por ellas; está en su derecho de no privarse. Yo no tengo autoridad moral para censurarla desde que me estoy acostando en la cama matrimonial de Florencia, en reiteradas ocasiones, cuando el marido se ausenta de la ciudad por trabajo
Todo bien, pero a mi me queda una gran duda cuando cogemos: ¿será verdad que el tamaño no importa? ¿Mi verga estándar, popular, de cabotaje tendrá alguna chance contra el grueso calibre que calza el amante? Por ahora Mariela, a juzgar por sus exteriorizaciones cuando hacemos el amor, la pasa requete bien conmigo. (por las dudas yo mecho con frecuencia, con no poca sorpresa inicial de mi esposa, el modus operandi del amante: yo de espaldas ella arriba). Disfrutamos un montón los dos.
Aunque de tanto en tanto ella se de el gusto de comerse la poronga extrema del “Fede” y yo de ponérsela a Florencia, mi amante, que me alucina.
P/D: nuestra hija Fabiana, en una oportunidad, mencionó que su instructor de hipismo se llama Federico. Recordé que Mariela la acompaño desde el comienzo a las clases en el club.
Pareciera que, el instructor, también le enseñó a cabalgar a mi esposa.
autor: juan
fuente:gemidos
5 comentarios - Ni lo sospechaba mi Mujer tiene amante
Gracias por compartir
Humor negro 😃 : P/D: nuestra hija Fabiana, en una oportunidad, mencionó que su instructor de hipismo se llama Federico. Recordé que Mariela la acompaño desde el comienzo a las clases en el club.
Pareciera que, el instructor, también le enseñó a cabalgar a mi esposa.
Me voy 🚶 dejandote mis mas sinceros 👏 👏
A favoritos, sale reco y regreso despues por mas.