Faltaban unas tres cuadras para llegar a casa. Caminábamos en silencio y podía sentir tu respiración todavía agitada después del orgasmo sorpresivo que habías tenido en plena vereda. Cada tanto un cruce de miradas derivaba en un pequeño pero apasionado beso. Así transcurrieron las pocas cuadras hasta llegar a casa.
Entramos como si nada. Esperaba sorprenderte nuevamente, pero apenas abrí la puerta me ganaste de mano. Me empujaste para adentro, entraste y cerraste la puerta. No te tomaste tiempo ni para poner la traba. Me giraste y me empujaste contra la puerta y sin perder tiempo te arrodillaste frente a mí y fuiste directo a mi pija.
La tomaste con las manos y tu lengua comenzó a recorrerla suavemente desde arriba hacia abajo, una y otra vez, hasta que la metiste completamente dentro de tu boca. Yo explotaba de placer y no podía contener más mi excitación. Bastaron unos minutos para que mi pija explotara. Segundos antes la sacaste de tu boca y dejaste que esa explosión te empapara la cara y los pechos completamente. Con una sonrisa te paraste y te fuiste. Me tomé un minuto para reponerme y sentí que se había encendido la ducha. “Perfecto” pensé.
Prepare todo en el living. Un Champagne y copas para compartir.
Saliste del baño con tu corse y medias largas que me enloquecieron. Así te sentaste en el sillón y me pediste una copa de champagne. La primera copa pasó desapercibida entre risas y comentarios. Pero hizo buen efecto. Me levante por un momento y fui hasta la cocina. A la vuelta te vi con las piernas abiertas y una de tus manos acariciando tu concha. Mientras en la tele pasaba una escena de una película erótica. No perdí tiempo, y entendí el mensaje. Me arrodille frente a vos y comencé a lamer con suavidad tu concha.
Sin que te dieras cuenta tomé una copa de champagne y derramé la fría y burbujeante bebida sobre tu concha, te estremeció, tomaste mi cabeza y la apretaste con fuerza contra tu cuerpo. Pude sentir como entre el sabor del champagne empapando tu concha comenzaban a latir tus partes. Estire una mano y tomé con fuerza un de tus tetas. Empezaron los gemidos y la respiración acelerada. Fue cuestión de segundos para que te estremecieras toda y soltaras un solo grito.
Te sentí llegar y rápidamente me puse de pie, te tomé del brazo y te giré, arrodillándote contra el sillón. Corrí tu tanga y quedaste justo como quería tenerte desde que comencé a besar tu cuello en aquella vereda.
Mi pija entró de un solo saque y pude sentir como gemiste y comenzaste a pedir que te cogiera con fuerza. Entre gemidos y pedidos de más sentí como mi pija explotaba adentro tuyo mientras tu interior se estremecía con un nuevo orgasmos para caer desplomados en el sillón.
Exhaustos, solo nos quedaba terminar el champagne para ir a la cama, en busca de más fuego.
Mis otros Post acá
Entramos como si nada. Esperaba sorprenderte nuevamente, pero apenas abrí la puerta me ganaste de mano. Me empujaste para adentro, entraste y cerraste la puerta. No te tomaste tiempo ni para poner la traba. Me giraste y me empujaste contra la puerta y sin perder tiempo te arrodillaste frente a mí y fuiste directo a mi pija.
La tomaste con las manos y tu lengua comenzó a recorrerla suavemente desde arriba hacia abajo, una y otra vez, hasta que la metiste completamente dentro de tu boca. Yo explotaba de placer y no podía contener más mi excitación. Bastaron unos minutos para que mi pija explotara. Segundos antes la sacaste de tu boca y dejaste que esa explosión te empapara la cara y los pechos completamente. Con una sonrisa te paraste y te fuiste. Me tomé un minuto para reponerme y sentí que se había encendido la ducha. “Perfecto” pensé.
Prepare todo en el living. Un Champagne y copas para compartir.
Saliste del baño con tu corse y medias largas que me enloquecieron. Así te sentaste en el sillón y me pediste una copa de champagne. La primera copa pasó desapercibida entre risas y comentarios. Pero hizo buen efecto. Me levante por un momento y fui hasta la cocina. A la vuelta te vi con las piernas abiertas y una de tus manos acariciando tu concha. Mientras en la tele pasaba una escena de una película erótica. No perdí tiempo, y entendí el mensaje. Me arrodille frente a vos y comencé a lamer con suavidad tu concha.
Sin que te dieras cuenta tomé una copa de champagne y derramé la fría y burbujeante bebida sobre tu concha, te estremeció, tomaste mi cabeza y la apretaste con fuerza contra tu cuerpo. Pude sentir como entre el sabor del champagne empapando tu concha comenzaban a latir tus partes. Estire una mano y tomé con fuerza un de tus tetas. Empezaron los gemidos y la respiración acelerada. Fue cuestión de segundos para que te estremecieras toda y soltaras un solo grito.
Te sentí llegar y rápidamente me puse de pie, te tomé del brazo y te giré, arrodillándote contra el sillón. Corrí tu tanga y quedaste justo como quería tenerte desde que comencé a besar tu cuello en aquella vereda.
Mi pija entró de un solo saque y pude sentir como gemiste y comenzaste a pedir que te cogiera con fuerza. Entre gemidos y pedidos de más sentí como mi pija explotaba adentro tuyo mientras tu interior se estremecía con un nuevo orgasmos para caer desplomados en el sillón.
Exhaustos, solo nos quedaba terminar el champagne para ir a la cama, en busca de más fuego.
Mis otros Post acá
0 comentarios - Algo que escribí para ella Parte II / ahora sexo en casa