Soy la esposa de un reconocido Juez. Su nombre es Sergio tiene hoy 61 años, y yo “María Eugenia” 43.
Antes de él había salido con otros 3 en mi adolescencia. Chicos de mi misma edad, totalmente pendejos y huecos mentalmente.
Al conocerlo a Sergio noté gratamente la disparidad y “me enganche”. En ese entonces la diferencia de edad ni se notaba. Pero hoy día se nota, y mucho.
Soy profesora de danza árabe y de patín artístico tengo 38 alumnas entre ambos cursos.
Y puedo decir que tengo un cuerpo privilegiado. Algunas amigas me dicen que me mantengo físicamente tan bien como a mis 25 años.
Y ¡sí! Tienen razón. Mis curvas aún innatas, mi cola y mis pechos firmes, sin estrías ni celulitis, mi piel fresca y tersa como la piel de mi hija menor que hoy tiene 14 añitos.
Pero claro, me cuido mucho,como muy sano, bebo mucha agua, voy al gimnasio 3 veces por semana, además de jugar al tenis con mis amigas en el club.
Me casé con él el día de mi cumpleaños número 21. Me deslumbró con su hombría y caballerosidad. Sus gestos y regalos me confundieron, creí estar perdidamente enamorada, pero poco a poco con el correr del tiempo ese encantamiento se fue diluyendo.
Luego llegaron los niños (3) y me quedé a su lado aún sin amarlo, por el cariño y respeto que le tengo, y porque es un padre ejemplar, y como marido también lo es, el problema es que yo no lo amo. Él dice amarme como el primer día, y le creo, porque me lo demuestra día a día.
Mínimamente hacemos el amor 2 o 3 veces por semana, (sexualmente es muy activo, para su edad. Siempre es él quién provoca la situación) yo no tengo deseos de hacerlo, pero no puedo negarme. No quiero que se dé cuenta que ya no lo amo.
Me conformo con la vida que me toca vivir, lo tengo todo, mis caprichitos son órdenes para él, nunca me cuestiona absolutamente nada, pero a veces pienso: que distinto hubiera sido sino me hubiese dejado llevar a solo 4 meses de conocernos por mis efusivos impulsos.
Había viajado sola, y paraba en un lindo y lujoso hotel que había reservado mi esposo por internet.
Una tarde iba caminando por corrientes rumbo al teatro en busca de una platea, para ver ese espectáculo que tanto me habían recomendado
Me quedaría tan sólo unos días; y quería aprovechar mis días a full.
De pronto se acercó un muchacho que rondaría los 30 años. Con un aspecto de abandono total, de cabellos negros, largo, barba de unos días, olía bastante mal.
Cargaba consigo una mochila en sus hombros y una guitarra entre sus manos.
Se acercó y se ofreció a cantarme una canción a cambio de unas monedas o de un sándwich.
Me apenó su estado calamitoso, y a pesar de tener unos bonitos ojos color café y de voluminosas pestañas noté en su mirada una gran tristeza.
En ese instante pensé en mis hijos, y no pude evitar quererle ayudar.
Le dije que no era necesario y lo invité a merendar a la cafetería de enfrente.
Pedimos un par de gaseosas y un par de suculentos tostados lo dejé comer tranquilo, no quise molestarlo ni hacerle preguntas que pudieran incomodarlo, pero por cómo se manejaba en la mesa parecía un muchacho de buenas costumbres.
Antes que yo lo hiciera se adelantó a presentarse
- Mi nombre es Luciano Almeida, tengo 26 años, y soy Mendocino.
¡Y permítame agradecerle señora por su invitación!–
-¡Luciano! Bonito nombre. El mío es Eugenia, y también soy del interior.
No me agradezcas.
Estoy en Buenos Aires sólo por unos días.
Iba al teatro a sacar una entrada para ver un espectáculo, ¿te molestaría acompañarme?
- Como podría negarme, será un placer oficiarle de guardaespaldas habiéndose comportado tan bien conmigo. Estoy a sus órdenes –
- Creo que no me has entendido muchacho, te estoy pidiendo que me acompañes a ver la obra. Después podríamos ir a cenar algo por ahí –
- Pero señora… ¿me está diciendo en serio? Me gustaría mucho, pero… no tengo ropa para la ocasión.
- Hace tiempo que ando vagando y mis pocas pilchas dan pena, gracias por el gesto, pero no podré acompañarla.
- Si ese es el motivo por el cual no podés, no hay problema, déjamelo a mí, lo soluciono fácilmente. Salvo que… no quieras acompañarme -
- En lo más mínimo señora, estoy encantado con su invitación –
- No se habla más del tema, vayamos a sacar las entradas y luego me encargo lo de la ropa –
Volvimos con las entradas en nuestro poder (a la mitad de la segunda fila, muy buena ubicación).Camino al hotel pasamos por una casa de ropa de una marca muy reconocida en la que yo ya había estado en la mañana comprando un par camisas para mi marido.
Como nadie me conocía no me importó lo que pudieran pensar, pero… como la casa se reserva el derecho de admisión les tuve que pedir aprobación para dejar entrar a ese vagabundo al cual yo deseaba ayudar comprándole algunas prendas.
El empleado excusándose se fue adentro a consultar a su superior.
Regresó dándonos la BIENVENIDA y pensé: -¡como se nota que los comercios están en crisis!-
Luciano me pidió que fuese yo quién eligiera lo que debía ponerse para la ocasión.
El vendedor trajo varias alternativas, y de diferentes estilos, me costó decidirme, así que opté por alcanzarle al probador 3 mudas completas, incluido los zapatos, medias y bóxer.
Cuando estuvo listo con el primer cambio me llamó para que lo viera.
Me sorprendió ver la transformación de una persona con tan sólo unos simples “trapos” nuevos.
- Cuando me pruebe el otro equipo “te” llamo – (cuanta confianza pensé… pero me divirtió que lo hiciera. ¡Me gustó!
-Me pareció escuchar desde el probador que Luciano me llamaba-
Me acerqué y corrí la cortina y ¡ohhhhhh sorpresa!
¡Qué lomazo!
De espalda muy ancha, vestido no parecía tener ese cuerpazo. Todavía no se había puesto la ropa, llevaba solo el slip (blanco) y las medias del mismo color, bueno… blancas habrán sido el día que las compró.
-perdón creí escuchar que me llamaste –
(No pude evitar que mis ojos se fueran directo a su bulto, era demasiado ostentoso, no pasaba desapercibido fácilmente) cuando me di cuenta que miraba fijo “ahí”, me puse colorada de inmediato, ¡qué vergüenza!
- no pasa nada señora – quédese ya que está acá, enseguida me cambio –
Creo que se dio cuenta, pero se hizo el “tonto” y encima llamándome “señora”.
Mientras se ponía el pantalón lo miraba por el espejo. Su cola es fantástica; redondita, y bien marcada, parecida a una cola femenina.
“Quién diga que no le atrae la cola de los hombres ¡MIENTE VILMENTE!”
Y esa colita tentaba…para lengüetearla y morderla largo rato. Y cabalgar sobre ese pedazo de carne mmmm
A mi mente llegaban pensamientos calientes y perversos, pasaban miles de imágenes, todas teniendo sexo en diferentes posiciones con él.
Me dejé de soñar despierta y aterricé en la tienda.
Le quedaba todo a su medida, así que saqué la tarjeta de crédito y le compre las 3 mudas. Sí las 3.Lo necesitaba…
Salimos de la tienda y nos fuimos al hotel.
Confesó que hacía tiempo que no entraba a un baño que no fuera público, y para ducharse tenía que pedir permiso en las estaciones de servicio y muchas veces se lo negaban.
Su historia de vida “desgraciada” me partía el alma.
El apart hotel era 5 estrellas y no le faltaba nada. Tenía todas las comodidades, incluso un bonito jacuzzi que pensaba estrenar esa noche. Pero debido a la presencia de Luciano descarté esa posibilidad.
Saqué las prendas de las bolsas, le corté las etiquetas y se la extendí sobre la cama mientras él se daba esa ducha que tanta falta le hacía.
Lo dejé sólo.
Bajé a tomar un trago al bar que está junto a la piscina, (había estado la noche anterior y me gustó mucho) no sin antes guardar todas mis cosas de valor en la caja fuerte. Por las dudas.
Dejé pasar 30 minutos y regresé.
Y lo encontré sobre el borde de la cama al lado de la ropa, (parecía otro).
Cubierto con la bata, acostado, estaba súper dormido, “lucia fantástico”, cara relajada, de facciones muy masculinas. Me imaginé que hacía tiempo que no se acostaba sobre un buen colchón.
Estaba prolijamente afeitado (se había sacado integra la barba).
Lo poco que dejaba ver la bata se veía de poco vello en el pecho, (me encantan, los osos me dan rechazo).
Me daba pena tener que despertarlo, además faltaba todavía más de 3 horas para la función.
Lo dejé dormir.
Yo me senté en el sillón frente a la cama y desde allí lo contemplaba… disfrutaba de su paz.
Pero mi curiosidad fue más allá de lo que la vista me devolvía.
Me paré del sillón y fui hacia la cama, mezcla de picardía, y de pánico, me aterraba pensar que se despertara y me encontrara en esa incómoda situación.
Me animé a deshacer el lazo que cruzaba su bata para poder tener mejor panorama…y vaya sí lo tenía.
No se había puesto ropa interior el hijo de puta.
Y tremendo pedazo de carne dormido le colgaba de entre sus piernas.
Fácil rondaba los 25 cm, y muy grueso, eso lo hacía doblemente más deseable. Acostumbrada a tener en casa un tamaño “normal”.
Me empecé a excitar de sólo verlo. Me sentí humedecer, mis dedos obedecieron mis pensamientos, y empezaron a hurgar en mi mojada conchita.
Desde que estoy con Sergio no había vuelto a tener contacto íntimo con nadie.
Desde hace años que me siento algo “asexuada” .Disfruto más conmigo misma, que teniendo sexo con mi marido.
Y en ese momento viendo el cuerpazo de Luciano me toqué hasta empapar mi tanga, y acabé imaginándome que era su boca la que recibía mi néctar.
Me incorporé rápidamente y le ajusté el lazo de la bata. Luciano seguía inmutable, nunca se entero de la pajita que me hice, gracias a él.
Salí disparando al baño, me metí en la bañera, y me quedé un largo rato allí.
Cuando salí del baño fui directo al cuarto, esperaba que Luciano ya se hubiese cambiado, pero para mi sorpresa seguía dormido.
Me ajusté la bata para asegurarme que no se desatara, y a fuerza de zamarreos; lo desperté.
-¡Vaya que dormías!-
- Perdón señora, ¡discúlpeme! me quedé dormido. ¡Qué vergüenza!-
- No te preocupes, está todo bien pero vístete que en un rato salimos.
- Mientras me voy a maquillar un poquito– (me fui al baño para dejarlo cambiar.
Cuando volví a la habitación ya estaba listo, ¡IMPECABLE! No pude contenerme y se lo hice saber.
Muy educadamente me agradeció el halago.
Le pedí que me esperase abajo mientras me cambiaba. Luego me uní a él.
Cuando llegué a la sala de estar se paró en un acto de caballerosidad. Me sorprendió y deslumbró.
No paraba de mirarme, y de decirme lo linda que estaba.
Me había soltado el cabello, lo tengo muy largo y ondulado, pero siempre lo llevaba atado salvo ocasiones especiales como la de esa noche.
Fuimos en el auto. Llevaba un desconocido a mi lado me sentía rara, pero a la vez eso lo hacía excitante.
Durante el transcurso de la obra disfrutamos en silencio; algún que otro ligero comentario, nada más. Salimos del teatro y ahí sí, intercambiamos algún que otro comentario sobre el espectáculo.
Mientras caminábamos en búsqueda de un sitio para cenar, lo tomé del brazo no sin antes de preguntar si le molestaba que lo hiciera.
Me hallaba cómoda, y muy segura, su figura imponente me daba sensación de protección.
Elegí un restaurante muy bonito, bastante despejado para la hora, un sitio cálido, de luz tenue, acogedor.
Ambos pedimos lo mismo: una parrillada con ensalada para mí y papas fritas para él.
Entre tanta charla se aflojó, y empezó a contar de su pasado. Estaba en Buenos Aires a causa de que su hermano mellizo falleciera en un partido de rugby del que él también pertenecía.
Dice que se enojó mucho con Dios y con el mundo entero. Por eso decidió irse de Mendoza, cambiar de aire, de gente…
También me contó que abandonó su carrera, trabajo, novia, todo.
No quiso saber más nada de todo aquello que le recordase a Lisandro (Su hermano).
Mientras lo contaba sus ojos se llenaban de lágrimas y en su carita se reflejaba su entendible tristeza.
Le hablé como una madre le hablaría a un hijo en estos casos. Traté de hacerle comprender (fui inútil) que la vida continúa a pesar de todo, y que su familia sufriría doblemente; la pérdida irreparable de un hijo, y el alejamiento de él.
Estaba muy cerrado, demasiado negativo para hacerle comprender en una sola charla lo que quizás llevaría meses de terapia.
Se excusó y se fue al baño. Al regresar cambie de tema, no quise insistir, preferí hacerlo pasar un buen momento, y que por lo menos por unas horas despejase su mente de todo aquello que tanto daño lo hacía.
Luego del postre llegó el infaltable café y con el quedaría concluida “la cita”. Pero me resistía a dejarlo ir, me daba ternura y a la vez intrigada quería saber más de él; conocerlo más a fondo.
No supe cómo encarar la situación, no sabía cómo darle a entender que no quería que la noche terminase allí.
Pagué y nos fuimos del lugar.
Luciano me preguntó si lo podía alcanzar hasta su “lugar”, una humilde pensión que compartía con gente de la calle como él.
Pero con el pretexto de que habían quedado sus cosas en el hotel lo llevé hasta allá.
Al llegar a la cochera le pregunté si sabía manejar, me dijo que sí, que en Mendoza había dejado un Fiat uno.
Entonces le sugerí que manejase él. Sin oponer resistencia alguna tomó las llaves y nos marchamos.
El trayecto no era muy largo.
En un momento me dijo:
-dígame que no estoy soñando, ha sido todo tan lindo… que si es un sueño no me quiero despertar. Hacía rato que no me sentía una persona normal, que no la pasaba bien, y mucho más todavía volver a sonreír.
-Me alegra haber sido yo quién te arrancara un par de sonrisas, qué por cierto es muy hermosa.
Y tutéame que no soy tan mayor. Mientras con mi mano tocaba su pierna.
¿Acaso te parezco una jovata? Tengo 43 y muchas ganas de disfrutar de la vida.
Había logrado quebrar la barrera de la seriedad, y estaba dispuesta a conquistarlo.
Había despertado la fiera que hacía tiempo estaba dormida en mí. Esa no he me sentía muy mujer, y necesitaba explotar al máximo mi conquista.
Me desaté de golpe. No crean que lo ayudé con segundas intenciones, porque no fue así. Pero algo en mi cabeza me hizo clic y simplemente deseaba pasarla bien, gozar, y vivir una noche inolvidablemente lujuriosa.
Y por primera vez engañar al aburrido de mí marido.
¡Sí por primera vez! Leyeron bien.
El chico era mi nuevo capricho, muy diferente a los que suelo tener normalmente: que me cambie el auto, algún tapado de visón que veía en el shopping, o una joya que me deslumbrase, o hacer algún viajecito de placer, entre tantos otros caprichitos que me concede amorosamente mi marido…
Qué fácil nos resulta sacarle lo que deseamos cuando están enamorados…
Con sólo hacerles creer que estamos perdidamente enamoradas y fingiendo como una actriz porno un par de buenos orgasmos; convenciéndolos que son lo máximo.
Luciano responde a mi pregunta anterior.
- Qué pregunta señora Eugenia. Me hace poner nervioso.
Mire si la voy a considerar una vieja con lo linda que es usted.-
- mmmm Te pusiste nervioso… ¿Te gusto, me deseas? –
Mi mano que seguía en su muslo comenzó a ascender con firmeza haciéndole sentir mis uñas de gata en celos.
¡y sí!
Entre el vino y la excitación que Luciano me provocaba estaba entregadísima.
Lo quería sí o sí en mi cama esa noche.
No me anduve con vueltas ni perdiendo el tiempo con histeriqueos estúpidos como una adolescente.
- Señora no me haga esto…
¡Por favor!
(Refiriéndose a la presión de mi mano sobre su pierna).
Voy a perder el control…–
-Justamente, es lo que quiero. Que te descontroles…
El cierre del pantalón te está pidiendo desesperado que lo liberes…
Y manoteé con entusiasmo su bulto dándole a entender que no se podía echar atrás.
¡Vamos!
Dejá la vergüenza de lado, podríamos pasarlo genial…
El muchacho desesperado clavó los frenos y estacionó el auto en el único hueco que encontró.
Alzando la voz dejó aflorar el macho que se ocultaba tras su apariencia sumisa.
-¡Ok!
¿Querés pija? vas a tener pija toda la noche. Me vas a tener que pedir por favor para que te la saque-
“No puedo explicarles como me calentó escucharlo… tan rudo y alterado”
-mmmm que prometedor sonó eso–
Se bajó el cierre y sacó la pija afuera, sacudiéndola orgulloso de tener semejante pedazo. Estaba totalmente erecta.
Por suerte la iluminaría de la calle se filtraba por las ventanillas ayudando para que no me perdiese ni un solo gesto.
Me miró, me agarró del brazo y me lo llevó hasta su pedazo, tomó mi mano y ejerció presión sobre su miembro diciendo…: – ¡dale pajeame! mientras manejo, perra –
Puso el auto en marcha y salió a las chapas para el hotel.
Agarré mi nuevo juguete y se lo empecé a estimular suavemente, de a ratos lo abandonaba para meter un poco más adentro mi mano y palpar sus huevos, así seguí hasta llegar al último semáforo en el que aprovechó para toquetearme. Se mandó por el escote y me estrujó los pezones, mmmm me encanta esa mezcla de dolor y placer.
Continué pajeandolo hasta que me sorprendió presionando con una mano entre el cuello y la nuca empujando mi cabeza hasta su pija.
- Quiero ver cómo te la comes. ¡puta! Trágatela toda. ¡yegua!–
- Siiiiiiiiiiii bebé la quiero sentir todita.
Mmmm ¡Pendejo!… -
(Desde que lo vi tirado en la cama deseaba sentir su pedazo en mi boca)
Glotona como pocas me la metí lo más profundo que pude, estirando al máximo mi lengua alcancé sus huevos. En ese instante cerró los ojos perdiendo el control del auto y dando un fuerte volantazo que me hizo ahogar con su pija.
Fue suficiente para llenarme la boca con su deliciosa y abundante leche, por suerte era más bien dulzona y me la tragué toda…
-¡Mostrame tu boca! Quiero comprobar que no haya quedado ni una gota de mi semen -
Por suerte no chocamos y pudo retomar sin problema alguno.
- Tengo que admitir que me sorprendiste, primero que no me imaginaba que irías a salir con esto, y segundo quéeeeeeeeeeee buena paja por Diossssss…
Sos muy buena chupando“mamita” me hiciste explotar como perro en celo.
¡Quiero cogerte ya!
- Síiiiiii bebé esta noche quiero ser tuya –
- Te voy a contar lo que me pasó en el teatro. Lo que menos hice fue ver la obra, porque me puse a fantasear con vos, imaginando que lo hacíamos en el ahí mismo, y me puse al palo, me empecé a sobar la pija por encima del pantalón. Estabas tan concentrada mirando que ni te percataste, ¡por suerte!
Imaginaba ser yo quién te insinuara algo, pero seguro no me hubiera atrevido. Nunca imaginé que una señora como “usted”, perdón, como vos se fuera a fijar en una rata como yo, además era faltarte el respeto, y abusar de tu generosidad, después de todo lo que hiciste por mí…
No puedo negarte que sos el estilo de mujer que me calienta y mucho –
-Si hubiera leído tu mente en el teatro seguramente no hubiéramos esperado a que terminara la función para irnos… Cuánto tiempo desperdiciado… -
(Me acerqué a su cara para robarle un primer beso, “un piquito”)
- ¡te quiero comer la boca nena! se me reparó la pija, la puta madre, ¡como me calentas!…
Estoy ansioso por llegar y mostrarte todo lo que puedo hacer por vos.-
Así te quiero, caliente y eufórico, con ganas de matarme en la cama, mmmm ¡pendejo! Qué lindo macho hay detrás de tu perfil sumiso, callejero, y con tremenda pija.
Sos una caja de sorpresas, y quiero seguir sorprendiéndome más… -
Cuando llegamos al hotel (casi corriendo) iba un paso más atrás tocándome el culo, diciéndome:
- ¡mamita! este culo está para entrarle, ¿me lo vas a entregar? Quiero ver esos cachetes comiéndose mi verga –
Depende de cómo te portes, si haces bien los “deberes” te lo doy como premio.-
Nunca hubiera imaginado que pocas horas después de conocernos “el modosito” sería capaz de hablarme como una cualquiera.
Lo insólito es que ese lenguaje tan vulgar que lo hace diferente, especial, y del cual no estoy acostumbrada fue capaz de hacerme imaginar el goce antes de gozar, y relamerme por anticipado por aquel pedazo de carne que estaba a punto de saborear….
Entramos a la habitación y ni bien se cerró la puerta me apretujó contra ella, parecía un pulpo, sentía manos por todas partes, por suerte me había puesto un vestido rojo, por encima de las rodillas, ceñido al cuerpo y con cierre en la espalda, facilitando su despojo, que de no haber sido así, creo que me lo arrancaba a pedazos.
Estaba totalmente desquiciado.
Por primera vez me comió la boca mientras dejaba caer el vestido a mis pies.
Le fui desprendiendo la camisa sin dejar de besarnos, calculando uno a uno todos sus botones.
Su boca era atrapante, de tamaño importante y de labios imponente, despertando salvajemente mi apetito sexual.
Apoyó su pesado cuerpo contra el mío y restregándose contra él hábilmente me hizo notar que una parte de su cuerpo también se había despertado.
Fue una situación extremadamente excitante, llena de erotismo y de libertinaje, no me reconocía tan eufórica. Estaba ansiosa por ser penetrada por ese “joven bohemio” que horas antes y a cambio de unas monedas me ofrecía tocar una melodía.
Se quito el pantalón y con él arrastró su prenda interior. Su cuerpo es descomunal, me gusta mucho su porte, con aspecto de machote bruto.
(Justamente era lo que necesitaba).
Aún de pie y sin movernos del lugar recorrí con ambas manos reconociendo su figura, tal cual lo haría un no vidente, empezando por su cara. Palpando su boca entre abierta, mojando mis dedos con su humedad, bajando por su cuello ancho y largo, arrastré mis manos por sus pectorales dibujando con ellas sus marcados abdominales por su cuerpo fibroso que a pesar del tiempo que no entrenaba dejaba claramente adivinar que antes lo había hecho con rigurosidad.
Levantó su rostro estilizando su cuello como un cisne, evidentemente estaba gozando de mi tacto.
Y con un dedo sobre mi tanga hacía presión sobre mis labios vaginales devorándose la delgada tela de mí ya mojada prenda. Eso me calentó mucho más, quería que me la metiera ¡YA! Pero se tomó el tiempo necesario para cada momento, haciéndome gozar como una yegua con cada uno de sus movimientos.
Luciano me había prometido una noche a puro sexo, y estaba empezando a cumplir su promesa…
Mientras continuaba estimulando mi vagina por sobre la tanga con la otra mano acariciaba mis pechos, intercalaba con lengüeteos húmedos que hacían mi piel erizar. Mis pezones se pusieron como piedra en su boca ardiente, quería sentir esos prominentes labios por cada recodito de mi cuerpo excitado.
Me tomó la mano y me guió hasta la cama, nos recostamos sobre ella y me empezó a besar, para continuar recorriendo cada una de mis curvas, deseoso de probar con sus labios el dulce sabor de mí piel.
Me hacía arquear de placer con cada succión.
Quitó mi tanga y con su pesada mano superficialmente comenzó a frotar mi sexo, haciendo que lo deseara desesperadamente…
-¡qué mojadita!
¿Estás muy excitada eh? –
¡sí, muy caliente ¡tengo muchas ganas de vos ¡pendejo!
-me volvés loco llamándome así, éste pendejo te va a coger hasta que me supliques que deje de hacerlo-
mmmmmmm síii siii que ricooooooo
Dejó de frotarme de forma superficial para hundir un par de dedos en mi empapado orificio vaginal. Fue muy excitante sentir como se deslizaban hacia el interior perdiéndose en mí humedad, para luego entrar y salir con ellos repetidamente, a la vez que con su otra mano separaba mis labios menores, dejando expuesto mi clítoris que pedía a gritos ser estimulado.
Me lo comenzó a sobar en círculos con un solo dedo; presionando y aflojando, sin dejar de penetrarme la vagina.
El sonido que salía de mi conchita se mezclaba con los primeros gemidos que comenzaban a surgir.
-uy qué ricura…quiero ver como lames tu mielcita de mis dedos.-
Inmediatamente y casi sin terminar de decir aquello, los llevo hasta mi boca, estaban chorreando de flujito.
No me quise perder su cara, ni sus gestos, cuando cerré la boca envolví sus dedos y con mi lengua moviéndose hacia un lado y hacia el otro fui lamiendo mi propia cremita.
Su pija estallaba de calentura. Sobresalía del bóxer de tan dura que la tenía.
Y mientras lamía sus dedos no pude resistir las ganas de frotarle “el paquete”, lo hice por sobre el bóxer, desde la base de sus testículos hasta la punta del glande que asomaba generosamente mojado y brillando, asfixiado por el elástico.
Aquello era irresistible, no dábamos más…
Mis ansias por sentirla en mi boca eran desesperantes, (la chupada de pija en el auto me había dejado con ganas de más) bajé hasta ella para saciar mi ansiedad pero no me lo permitió, me detuvo de inmediato.
- Shhhhhhhh momentito, ahora no, primero quiero sentir como te venís en mi mano –
“No hizo falta que me lo pidiera”
Con sus dedos entrando y saliendo vertiginosos era algo más que inminente.
Mientras palpaba en lo más profundo de mi sexo, frotaba en paralelo con vehemencia mi clítoris…
Mis jadeos se fueron agudizando de manera tal que lo sorprendí expulsando una gran cantidad de liquido similar a la orina, pero que no lo era.
“Los que desconocen lo confunden con el pis” sin saber que eso es una verdadera eyaculación femenina, y que según leí no es muy común…
(Con mi marido me ha ocurrido en varias ocasiones, en las que estuve extremadamente excitada. Claro qué en nuestros mejores tiempos).
Seguí gimiendo y entregándole hasta la última gota de aquella eyaculación…
La cual sentía correr por mi entrepierna.
Verme tan sexual, “tan perra” lo enloqueció…
-¡Me measte! ¡Que hija de puta hermosa que sos!
Nunca antes me habían meado, ¡me encantó… putita!-
¿En serio te gustó?
-¡Totalmente! me mataste, me volaste la cabeza, tengo muchísimas ganas de cogerte, pero antes te voy a “atender” a vos-
En un arrebato busqué sus labios, me los ofrendó con entusiasmo.
Envolvió mi boca con la suya y nos entregamos en un juego excitante, entre roces y frotadas de nuestras lenguas estimulando al máximo el deseo por poseernos.
Abandonó mi boca para bajar hasta mi sexo, a la vez que con sus manos palpaba mi anatomía. Desde mi cuello hasta la planta de mis pies. En un recorrido suave y sugestivo, haciendo poner mi piel de gallina.
Sin dejarme recuperar del anterior orgasmo afirmó su cara en mi entrepierna y lamió con énfasis el néctar de aquella anterior acabada. Su ritmo exacerbado logró que comenzaron a brotar nuevos fluidos…
¡Como me calienta el olor a hembra. ¡Por Diossss!
(Ese tipo de comentario son los que me hacen sentir una verdadera puta, y me encantó que me las dijera un total “desconocido”)
Aunque no dije nada, en ese momento mis ininterrumpidos jadeos fueron suficientes para que él percibiera que estaba llegando al punto máximo de excitación, y sin dejar de lametearme el clítoris me penetró primero con un dedo, luego con dos… sentía la delgada piel de mi vulva estirarse cuando sumó un tercero, (3 de él equivalen más o menos a mi mano entera ja ja “una bestia”)
Abrí mis piernas lo más que pude para recibir aquellos dedos que a esa altura me cogían sin piedad.
Ahhhhhhh ahhhhhhhh ahhhhhhhh
Más, más, más duro, ahhhhhhhhhh ahhhhhhhhhh
No podía parar de gemir…
¡Luciano! me viene, me viene el chorro de nuevo; apartateeeeee –
-¡Ni loco! ¡Acabá! quiero sentir tu líquido en mi boca –
Mi cuerpo comenzó a sacudirse, perdí el control, y no pude contenerlo, por inercia eleve mi pelvis, inevitablemente y escuchando sus ruegos expulsé “el gran chorro” sobre su rostro asombrado ante lo ocurrido.
Disfrutó embutido en mi cara recibiendo todo lo que le entregaba. Sin aminorar la estimulación en ningún momento…acabé 2 veces, una seguida de otra, no podía dejar de temblar.
Hasta que no pararon las convulsiones Luciano no retiró la cara de mi sexo. Cuando vi su rostro totalmente “enchastrado” me di cuenta que había sido muchísimo más que la vez anterior.
-¡Me mató!
Más que una perra, sos una loba.
Me volvés loco… que manera de gemir hija de perra… tengo la pija dolorida de tanta calentura-
Fui a higienizarme refrescarme, y al regresar la vista que tenía desde el baño no pudo ser mejor…
Me esperaba sobre la cama, boca arriba y acariciando su dura verga.
Me paré frente a su miembro, y me agarré las tetas con ambas manos y con un poco de esfuerzo logré alcanzarlas con mi boca, propinándome lametones que de tanto en tanto interrumpía pasando la lengua por mis labios, humedeciéndolos, mientras lo miraba con cara de “bebota” llevándome un dedo a la boca que lamia y chupaba con devoción haciéndome la idea que era su pedazo.
-Que puta divina–
¿Te gusta lo qué ves?
-Me calentás mucho, flaca, mucho –
Y vos a mí, ¡pendejo!
Envolviendo mi cuerpo con mis propios brazos a la altura de mis pechos como si me estuviera abrazando comencé acariciarme, deslizando mis manos por sobre mi piel todavía exudada, logrando que se resbalen con facilidad.
Fui recorriendo mi abdomen mientras meneaba mis caderas como si me estuviera penetrando, a esa altura Luciano se pajeaba descontrolado.
Subí una de mis piernas sobre el sillón que tenía a mi izquierda, (el mismo que fue cómplice de aquella paja mientras él dormía) al hacer esto, mis labios vaginales se abrieron dejando ver como mi conchita comenzaba a brillar con mi propia lubricación.
Introduje un dedo que se perdió con facilidad, entonces metí otro más, y me empecé a pajear con ellos.
Mi actuación lo estaba volviendo loco, sus gemidos no se hicieron rogar…
-ahhhhh cómo me hacés subir la leche ¡nena!–
mmmm ¿me la vas a dar?
-¡TODA!
Ahhhhhhhhh, ya viene, ahhhhhhh-
Fui hacia la cama y me le subí encima, en posición inversa. Relajé mi cuerpo entregándome al placer…
Mientras él comenzaba a chuparme la concha yo lamía sus huevos, pero como sabía que la llegada de su leche estaba por llegar me la metí toda en la boca, y la empecé a chupetear.
Mientras su lengua se movía inquieta dentro de mí, provocándome de inmediato un tremendo y glamoroso orgasmo.
Él, jadeaba y elevaba la pelvis cogiéndome la boca abruptamente…
-No te aguantes, entrégame todo. Quiero recibir tus fluidos una y otra vez y beberme todo lo que salga de ella-
Éramos un solo clamor, sus gemidos se mezclaban con mis jadeos, que a esa altura ya eran más que fuertes. No podía ocultar la detonación de mi ser.
En cada embestida me venían arcadas, que inundaban su verga con mi saliva.
Cuando me sentí venir aplasté la concha contra su cara y me refregué en ella, hasta que solté “el chorrito” (mas que chorrito fue un gran chorro).
Luciano estaba tan excitado que levantó su cadera e hizo presión contra mi boca perdiéndose por completo en ella, los huevos rebotaban en cada embestida contra mis labios.
-Ahhh ahhhh ahhhhhhh ahhhhhhhhh
¡Tomáaaaaaa puta, tómatela toda!-
Entregándome sus últimos temblores colmó mi boca con una gran lechada que desbordó por mis comisuras, sintiéndola correr por el cuello, los pechos, y muriendo en mi torso.
Fue una acabada magnifica.
Me tiré a su lado, exhausta. Luciano sonreía aún agitado.
-¡Fue increíble!
Mejor dicho: ¡Sos increíble!-
¡Gracias lindo!… vos estuviste estupendo.
Tenemos que brindar por este encuentro.
Llamé al conserje y le pedí que mandase un buen champagne.
Disfrutamos cada burbuja entre besos y mimos impensados.
Aquel muchachote no dejaba de sorprenderme. Lo creía tan bohemio y salvaje, que no me esperaba fuera tan suave y cariñoso. Sin lugar a dudas un lindo cóctel para una noche de sexo desenfrenado.
Bebimos la última copa sin dejar de mirarnos…
Estaba por demás “animada” aunque más bien un poco mareada, (no acostumbro a tomar alcohol), salvo en ocasiones que como esa lo ameritan.
Soy toda tuya esta noche. Quiero ser “tu puta”.
Haceme lo que quieras pendejo.
Estaba entregada al muchachito desalineado.
Luciano había despertado en mí la pasión.
(Deseaba aprovechar esa noche al máximo qué no acabase nunca)
-¿Todo, todo, lo que yo quiera?-
GUAU! mujer me tenés al palo todo el tiempo…-
¿Qué parte no entendiste? ¡Todo! es todo
- Sentate en el borde de la cama. ¡Así! en la orilla está perfecto. Ahora tirá tu cuerpo hacía atrás, que tus piernas queden colgando, y levántalas.-
Luciano se arrodilló en el suelo, sobre una de las almohadas y quedó contra el borde de la cama a escasos centímetros de mi palpitante y húmeda vagina
Tomó mis piernas y las colocó por sobre sus hombros. Las empezó a besar desde los tobillos, subiendo poco a poco hasta llegar a la entrepierna, si hay algo que me “puede” es que me acaricien y estimulen la cara interna de los muslos.
Hacen mi cuerpo retozar de placer.
Percatándose de la miel de mi sexo fue en busca de ella, introduciendo sus dedos para cosecharla.
Se los llevó a la boca y los lamió con ganas, para luego retirar los dedos para introducir la boca; abarcando toda mi concha, y succionando como si quisiera devorarla.
De golpe se quedó inmóvil. No entendía lo que estaba pasando…
- ¡uy! no tengo forros. ¡Bajo a comprar! –
Bueno ¡bebé, te espero!
Al cabo de unos minutos estuvo de regreso.
Vertiginoso como pocos, se lo notaba alterado, eufórico, “altamente excitado”.
Con mis piernas en alto y abiertas me la metió hasta el fondo, entró apretada, se sentía más gruesa de lo que parecía.
A esa altura los dos estábamos extremadamente calientes.
En las primeras embestidas me cogió suave, y cuando la calentura se hizo inmanejable empezó a cogerme más fuerte, con movimientos firmes y penetrantes.
- Quiero deleitarme con el sonido del repiqueteo de mis bolas en tu culo –
Y vaya que las sentía… el sonido de ellas era colosal, calzaba llenándome toda.
¡Cómo gocé! mmm
Sacó su pija empapada con mis jugos y con la ayuda de las manos me solivió la cola, puso una almohada debajo dejándome un tanto suspendida en el aire, para luego pasarla totalmente embadurnada por la hendidura que latía enardecida.
Volvió deliciosamente a penetrarme y cada dos embestidas la sacaba y frotaba con ella en mi apretadito agujerito.
Luego la restregaba ejerciendo presión ayudándose con las manos, tratando de meter su glande.
¿Qué haces? ¿Estás loco?
¡No va a entrar!
- Acabo de comprarlo (mostrándome un lubricante)
Pero despacito que él mío no está preparado para un pito como el tuyo.
- ¡Tranquila! No te voy a hacer doler. ¡Disfruta!
Sin siquiera cambiar de posición, eleve un poco más las piernas para dejar la cola bien alta; y así hacer más fácil la penetración…
Tomó el gel y colocó una generosa cantidad en mi.ano palpitante.
Con movimientos delicados hizo entrar lentamente la puntita de un dedo hasta que de a poco fue entrando por completo.
Me relamía de placer sabiendo lo qué me esperaba…
Juntó dos dedos y los introdujo, al principio sentí un poco de dolor, porque le costó entrar, pero una vez que lo consiguió los comenzó a mover hacia afuera y hacia adentro, sin sacarlos del todo… Cada tanto los giraba. Me dolía, pero tan caliente…
La presión de éstos haciendo lugar estiraba la delicada piel del recto provocando una sensación de ardor placentero…
Se inclinó un poco, y me empezó a pasar la lengua a lo ancho y largo de mi concha; rozaba con ella sus propios dedos.
Al compás de sus movimientos yo meneaba mi cadera buscando que se perdieran en mi profundidad….
Con los dos orificios llenos perdí la razón.”Caí inmersa en un océano de placer absoluto”.
¡Pendejo! quiero que me cojas el culo. ¡Ahora mismo! llénamelo con tu pija –
- ¡Lady! sus deseos son órdenes para mí.
Deseaba que me lo pidieras así… con ganas, desesperada por sentir mi verga.
Me acomodó más cerca de la orilla y llevó mis piernas hacia atrás, tocando mi pecho. Me las sostuve con mis manos dejando expuesta toda mi intimidad.
¡Mi cuerpo mendigaba ser explorado en plenitud! Y mi orificio palpitaba de la exuberante calentura que tenía.
(Era demencial lo que ese muchachote me provocaba)
Apoyó su glande y resbalando en el producto trató de penetrarme.
La posición me permitía visualizar como manipulaba su tranca, haciendo más excitante la situación.
Su pija era apretada y devorada por el hoyo que él muy bien había sabido dilatar.
Sentía cómo se engrosaba a medida que iba abriendo camino a su paso.
Una vez que logró llenarme el orificio con buena parte de su trozo se mantuvo quieto permitiendo que las ceñidas paredes del ano se adaptaran a su huésped.
(Fue sorprendente a pesar de mi estrechez y poco usado canal como logró alojarlo)
Cuando lo creyó relajado comenzó a moverse lento, suave, sugestivo, disfrutando en cada movimiento.
Sentir y ver cómo era penetrada analmente por aquel vagabundo fue sensacional, e insuperable.
Después me dio vuelta, y me puso a cuatro patas para seguir dándome sin piedad…
Poco a poco las embestidas fueron incrementando de forma desaforada. Sus huevos golpeaban en mi hinchada, roja y destrozada concha, haciendo el tan característico sonido que aumentaba aun más la excitación de ambos.
Mis gemidos se parecían a los aullidos de una loba apareada por su macho.salvaje.
Pero Luciano no era menos que yo, jadeaba transformando sus gestos de manera que hasta el día de hoy están grabados en mi mente.
Con mi mano derecha busqué acelerar el orgasmo agitando ferviente el clítoris, a medida que sentía la entrega de su simiente daba mis últimos alaridos sin importarme que me pudieran escuchar desde el hall del hotel.
Apoyado sobre mí espalda, exhausto, exhalaba a borbotones. Se quedó así, inamovible tratando de reponerse; mientras mis pulsaciones y latidos mermaban lentamente y mis rodillas comenzaban a flaquear, quedando extendida por completo.
Se bajó dejándose caer torpemente a mi lado mientras alardeaba de su posesión…
- ¡Qué buena cogida de culo te pegué!
Estoy liquidado; decía con cara de ganador sonriendo mientras se quitaba el profiláctico.
Lo sacudió para que yo viese la tremenda cantidad de leche que le había sacado.
¡Nene! me destrozaste la concha y el culo como nadie antes…
A lo que él agrega dejando caer al piso el forro.
- Qué lástima que no vivís acá. Me encantaría poder cogerte todos los días.
¡Pendejo! me hacés estremecer de sólo pensarlo…
Me giró, y tomándome el mentón antes de pararse en busca del baño me estampó un beso arrollador.
Me quedé mirando su desnudez; lindo por donde se lo mire, fresco, rozagante con ese cuerpo imponente… y me hice la pregunta que cambió mi vida para siempre: ¿qué mierda hago yo al lado del viejo de mi marido pudiendo estar con alguien así?
Mientras “Lu” se duchaba yo no podía parar de pensar…
Luciano me calentaba mucho como para no volverlo a ver más.
Fue entonces que una idea me iluminó la mente.
Convencerlo de que viaje conmigo, bancarlo el tiempo que sea necesario mientras se busca algún trabajo digno.
Al salir de la ducha se tiró en la cama me subió sobre su cuerpo y me abrazó tan fuerte que me hacia doler…
Sin imaginarse lo que yo estaba ideando dice:- ahora que te encontré no quiero dejarte ir… te quiero toda para mí.
Ahí nomás le conté mi plan.
No necesité convencerlo, sin dudarlo me dijo: con probar no pierdo nada, en cambio si me quedo te pierdo a vos…
Me lo comí a besos. Y volvimos a hacer el amor; no tan salvajemente como las anteriores, esa vez fue diferente, se podría decir que fue más pasional, con sentimientos.
Estaba feliz de saber que vendría conmigo. No me importaba el resultado de mi locura. Estaba dispuesta a enfrentar lo que pudiera acontecer, lo único que quería era tenerlo cerca para poder gozar cada vez que mi cuerpo tuviera sed de él.
Mientras yo acudí a la reunión motivo por el cual había viajado a Buenos Aires; él fue por sus pocas pertenencias, y sin más motivos para quedarnos emprendimos viaje de regreso a mi ciudad.
En el camino hice una llamada que resolvió prontamente su estadía.
La llamé a Lorena(mi amiga). Y le expliqué la situación, yo sé que no hubiese sido necesario, pero como buenas amigas que somos no quise ocultárselo.
Llegamos allá, lo dejé en un café mientras fui a mi casa por las llaves del departamento de esta pareja amiga que desde hace algunos meses por razones laborales se encuentran en Londres, y soy yo la encargada de hacer que no se note la ausencia de sus ocupantes.
Por suerte Sergio estaba en el juzgado, y los chicos en el colegio.
Tomé las llaves rápidamente y fui en búsqueda de mi conquista…
El departamento estaba listo para habitarse, yo misma llevo cada semana a la señora que trabaja en casa para asear el lugar.
Nos pegamos una ducha ahí mismo para sacarnos el cansancio de las casi 6 horas de viaje. Situación que Luciano no dejó pasar; y me cogió a su antojo bajo la ducha.
Me despedí prometiéndole que al día siguiente regresaba, le dejé plata para que se comprara algo para comer y me fui a mi casa para cumplir con mi rol de madre y esposa.
Por más de un mes y cada vez que podía me escapaba para estar con Lu, siempre encontraba alguna razón para ausentarme varias horas sin que desconfiaran de mí.
En casa teníamos trabajando al señor de mantenimiento con cama adentro. Sólo que él estaba en el departamento pegado al quincho.
Este buen hombre de 68 años llevaba mucho tiempo trabajando para mi familia.
Un día se descompuso, y falleció en la misma ambulancia que lo trasladaba hacia la clínica privada de la cuál mi esposo es uno de los dueños.
Sin dejar de lamentarme por la pérdida de Pedro automáticamente una idea iluminó mi mente.
Y desde entonces Luciano ocupa su lugar…
Hace unos días que en la intimidad del cuarto marital, entre otras cosas mi marido me dijo estar conforme con el nuevo empleado, haciendo el comentario de que lo encuentra MUY aplicado.
Y vaya si lo es…
De esta forma lo tengo cada vez que lo deseo, y sin tener que salir a buscar afuera lo que no tengo en casa…
Antes de él había salido con otros 3 en mi adolescencia. Chicos de mi misma edad, totalmente pendejos y huecos mentalmente.
Al conocerlo a Sergio noté gratamente la disparidad y “me enganche”. En ese entonces la diferencia de edad ni se notaba. Pero hoy día se nota, y mucho.
Soy profesora de danza árabe y de patín artístico tengo 38 alumnas entre ambos cursos.
Y puedo decir que tengo un cuerpo privilegiado. Algunas amigas me dicen que me mantengo físicamente tan bien como a mis 25 años.
Y ¡sí! Tienen razón. Mis curvas aún innatas, mi cola y mis pechos firmes, sin estrías ni celulitis, mi piel fresca y tersa como la piel de mi hija menor que hoy tiene 14 añitos.
Pero claro, me cuido mucho,como muy sano, bebo mucha agua, voy al gimnasio 3 veces por semana, además de jugar al tenis con mis amigas en el club.
Me casé con él el día de mi cumpleaños número 21. Me deslumbró con su hombría y caballerosidad. Sus gestos y regalos me confundieron, creí estar perdidamente enamorada, pero poco a poco con el correr del tiempo ese encantamiento se fue diluyendo.
Luego llegaron los niños (3) y me quedé a su lado aún sin amarlo, por el cariño y respeto que le tengo, y porque es un padre ejemplar, y como marido también lo es, el problema es que yo no lo amo. Él dice amarme como el primer día, y le creo, porque me lo demuestra día a día.
Mínimamente hacemos el amor 2 o 3 veces por semana, (sexualmente es muy activo, para su edad. Siempre es él quién provoca la situación) yo no tengo deseos de hacerlo, pero no puedo negarme. No quiero que se dé cuenta que ya no lo amo.
Me conformo con la vida que me toca vivir, lo tengo todo, mis caprichitos son órdenes para él, nunca me cuestiona absolutamente nada, pero a veces pienso: que distinto hubiera sido sino me hubiese dejado llevar a solo 4 meses de conocernos por mis efusivos impulsos.
Había viajado sola, y paraba en un lindo y lujoso hotel que había reservado mi esposo por internet.
Una tarde iba caminando por corrientes rumbo al teatro en busca de una platea, para ver ese espectáculo que tanto me habían recomendado
Me quedaría tan sólo unos días; y quería aprovechar mis días a full.
De pronto se acercó un muchacho que rondaría los 30 años. Con un aspecto de abandono total, de cabellos negros, largo, barba de unos días, olía bastante mal.
Cargaba consigo una mochila en sus hombros y una guitarra entre sus manos.
Se acercó y se ofreció a cantarme una canción a cambio de unas monedas o de un sándwich.
Me apenó su estado calamitoso, y a pesar de tener unos bonitos ojos color café y de voluminosas pestañas noté en su mirada una gran tristeza.
En ese instante pensé en mis hijos, y no pude evitar quererle ayudar.
Le dije que no era necesario y lo invité a merendar a la cafetería de enfrente.
Pedimos un par de gaseosas y un par de suculentos tostados lo dejé comer tranquilo, no quise molestarlo ni hacerle preguntas que pudieran incomodarlo, pero por cómo se manejaba en la mesa parecía un muchacho de buenas costumbres.
Antes que yo lo hiciera se adelantó a presentarse
- Mi nombre es Luciano Almeida, tengo 26 años, y soy Mendocino.
¡Y permítame agradecerle señora por su invitación!–
-¡Luciano! Bonito nombre. El mío es Eugenia, y también soy del interior.
No me agradezcas.
Estoy en Buenos Aires sólo por unos días.
Iba al teatro a sacar una entrada para ver un espectáculo, ¿te molestaría acompañarme?
- Como podría negarme, será un placer oficiarle de guardaespaldas habiéndose comportado tan bien conmigo. Estoy a sus órdenes –
- Creo que no me has entendido muchacho, te estoy pidiendo que me acompañes a ver la obra. Después podríamos ir a cenar algo por ahí –
- Pero señora… ¿me está diciendo en serio? Me gustaría mucho, pero… no tengo ropa para la ocasión.
- Hace tiempo que ando vagando y mis pocas pilchas dan pena, gracias por el gesto, pero no podré acompañarla.
- Si ese es el motivo por el cual no podés, no hay problema, déjamelo a mí, lo soluciono fácilmente. Salvo que… no quieras acompañarme -
- En lo más mínimo señora, estoy encantado con su invitación –
- No se habla más del tema, vayamos a sacar las entradas y luego me encargo lo de la ropa –
Volvimos con las entradas en nuestro poder (a la mitad de la segunda fila, muy buena ubicación).Camino al hotel pasamos por una casa de ropa de una marca muy reconocida en la que yo ya había estado en la mañana comprando un par camisas para mi marido.
Como nadie me conocía no me importó lo que pudieran pensar, pero… como la casa se reserva el derecho de admisión les tuve que pedir aprobación para dejar entrar a ese vagabundo al cual yo deseaba ayudar comprándole algunas prendas.
El empleado excusándose se fue adentro a consultar a su superior.
Regresó dándonos la BIENVENIDA y pensé: -¡como se nota que los comercios están en crisis!-
Luciano me pidió que fuese yo quién eligiera lo que debía ponerse para la ocasión.
El vendedor trajo varias alternativas, y de diferentes estilos, me costó decidirme, así que opté por alcanzarle al probador 3 mudas completas, incluido los zapatos, medias y bóxer.
Cuando estuvo listo con el primer cambio me llamó para que lo viera.
Me sorprendió ver la transformación de una persona con tan sólo unos simples “trapos” nuevos.
- Cuando me pruebe el otro equipo “te” llamo – (cuanta confianza pensé… pero me divirtió que lo hiciera. ¡Me gustó!
-Me pareció escuchar desde el probador que Luciano me llamaba-
Me acerqué y corrí la cortina y ¡ohhhhhh sorpresa!
¡Qué lomazo!
De espalda muy ancha, vestido no parecía tener ese cuerpazo. Todavía no se había puesto la ropa, llevaba solo el slip (blanco) y las medias del mismo color, bueno… blancas habrán sido el día que las compró.
-perdón creí escuchar que me llamaste –
(No pude evitar que mis ojos se fueran directo a su bulto, era demasiado ostentoso, no pasaba desapercibido fácilmente) cuando me di cuenta que miraba fijo “ahí”, me puse colorada de inmediato, ¡qué vergüenza!
- no pasa nada señora – quédese ya que está acá, enseguida me cambio –
Creo que se dio cuenta, pero se hizo el “tonto” y encima llamándome “señora”.
Mientras se ponía el pantalón lo miraba por el espejo. Su cola es fantástica; redondita, y bien marcada, parecida a una cola femenina.
“Quién diga que no le atrae la cola de los hombres ¡MIENTE VILMENTE!”
Y esa colita tentaba…para lengüetearla y morderla largo rato. Y cabalgar sobre ese pedazo de carne mmmm
A mi mente llegaban pensamientos calientes y perversos, pasaban miles de imágenes, todas teniendo sexo en diferentes posiciones con él.
Me dejé de soñar despierta y aterricé en la tienda.
Le quedaba todo a su medida, así que saqué la tarjeta de crédito y le compre las 3 mudas. Sí las 3.Lo necesitaba…
Salimos de la tienda y nos fuimos al hotel.
Confesó que hacía tiempo que no entraba a un baño que no fuera público, y para ducharse tenía que pedir permiso en las estaciones de servicio y muchas veces se lo negaban.
Su historia de vida “desgraciada” me partía el alma.
El apart hotel era 5 estrellas y no le faltaba nada. Tenía todas las comodidades, incluso un bonito jacuzzi que pensaba estrenar esa noche. Pero debido a la presencia de Luciano descarté esa posibilidad.
Saqué las prendas de las bolsas, le corté las etiquetas y se la extendí sobre la cama mientras él se daba esa ducha que tanta falta le hacía.
Lo dejé sólo.
Bajé a tomar un trago al bar que está junto a la piscina, (había estado la noche anterior y me gustó mucho) no sin antes guardar todas mis cosas de valor en la caja fuerte. Por las dudas.
Dejé pasar 30 minutos y regresé.
Y lo encontré sobre el borde de la cama al lado de la ropa, (parecía otro).
Cubierto con la bata, acostado, estaba súper dormido, “lucia fantástico”, cara relajada, de facciones muy masculinas. Me imaginé que hacía tiempo que no se acostaba sobre un buen colchón.
Estaba prolijamente afeitado (se había sacado integra la barba).
Lo poco que dejaba ver la bata se veía de poco vello en el pecho, (me encantan, los osos me dan rechazo).
Me daba pena tener que despertarlo, además faltaba todavía más de 3 horas para la función.
Lo dejé dormir.
Yo me senté en el sillón frente a la cama y desde allí lo contemplaba… disfrutaba de su paz.
Pero mi curiosidad fue más allá de lo que la vista me devolvía.
Me paré del sillón y fui hacia la cama, mezcla de picardía, y de pánico, me aterraba pensar que se despertara y me encontrara en esa incómoda situación.
Me animé a deshacer el lazo que cruzaba su bata para poder tener mejor panorama…y vaya sí lo tenía.
No se había puesto ropa interior el hijo de puta.
Y tremendo pedazo de carne dormido le colgaba de entre sus piernas.
Fácil rondaba los 25 cm, y muy grueso, eso lo hacía doblemente más deseable. Acostumbrada a tener en casa un tamaño “normal”.
Me empecé a excitar de sólo verlo. Me sentí humedecer, mis dedos obedecieron mis pensamientos, y empezaron a hurgar en mi mojada conchita.
Desde que estoy con Sergio no había vuelto a tener contacto íntimo con nadie.
Desde hace años que me siento algo “asexuada” .Disfruto más conmigo misma, que teniendo sexo con mi marido.
Y en ese momento viendo el cuerpazo de Luciano me toqué hasta empapar mi tanga, y acabé imaginándome que era su boca la que recibía mi néctar.
Me incorporé rápidamente y le ajusté el lazo de la bata. Luciano seguía inmutable, nunca se entero de la pajita que me hice, gracias a él.
Salí disparando al baño, me metí en la bañera, y me quedé un largo rato allí.
Cuando salí del baño fui directo al cuarto, esperaba que Luciano ya se hubiese cambiado, pero para mi sorpresa seguía dormido.
Me ajusté la bata para asegurarme que no se desatara, y a fuerza de zamarreos; lo desperté.
-¡Vaya que dormías!-
- Perdón señora, ¡discúlpeme! me quedé dormido. ¡Qué vergüenza!-
- No te preocupes, está todo bien pero vístete que en un rato salimos.
- Mientras me voy a maquillar un poquito– (me fui al baño para dejarlo cambiar.
Cuando volví a la habitación ya estaba listo, ¡IMPECABLE! No pude contenerme y se lo hice saber.
Muy educadamente me agradeció el halago.
Le pedí que me esperase abajo mientras me cambiaba. Luego me uní a él.
Cuando llegué a la sala de estar se paró en un acto de caballerosidad. Me sorprendió y deslumbró.
No paraba de mirarme, y de decirme lo linda que estaba.
Me había soltado el cabello, lo tengo muy largo y ondulado, pero siempre lo llevaba atado salvo ocasiones especiales como la de esa noche.
Fuimos en el auto. Llevaba un desconocido a mi lado me sentía rara, pero a la vez eso lo hacía excitante.
Durante el transcurso de la obra disfrutamos en silencio; algún que otro ligero comentario, nada más. Salimos del teatro y ahí sí, intercambiamos algún que otro comentario sobre el espectáculo.
Mientras caminábamos en búsqueda de un sitio para cenar, lo tomé del brazo no sin antes de preguntar si le molestaba que lo hiciera.
Me hallaba cómoda, y muy segura, su figura imponente me daba sensación de protección.
Elegí un restaurante muy bonito, bastante despejado para la hora, un sitio cálido, de luz tenue, acogedor.
Ambos pedimos lo mismo: una parrillada con ensalada para mí y papas fritas para él.
Entre tanta charla se aflojó, y empezó a contar de su pasado. Estaba en Buenos Aires a causa de que su hermano mellizo falleciera en un partido de rugby del que él también pertenecía.
Dice que se enojó mucho con Dios y con el mundo entero. Por eso decidió irse de Mendoza, cambiar de aire, de gente…
También me contó que abandonó su carrera, trabajo, novia, todo.
No quiso saber más nada de todo aquello que le recordase a Lisandro (Su hermano).
Mientras lo contaba sus ojos se llenaban de lágrimas y en su carita se reflejaba su entendible tristeza.
Le hablé como una madre le hablaría a un hijo en estos casos. Traté de hacerle comprender (fui inútil) que la vida continúa a pesar de todo, y que su familia sufriría doblemente; la pérdida irreparable de un hijo, y el alejamiento de él.
Estaba muy cerrado, demasiado negativo para hacerle comprender en una sola charla lo que quizás llevaría meses de terapia.
Se excusó y se fue al baño. Al regresar cambie de tema, no quise insistir, preferí hacerlo pasar un buen momento, y que por lo menos por unas horas despejase su mente de todo aquello que tanto daño lo hacía.
Luego del postre llegó el infaltable café y con el quedaría concluida “la cita”. Pero me resistía a dejarlo ir, me daba ternura y a la vez intrigada quería saber más de él; conocerlo más a fondo.
No supe cómo encarar la situación, no sabía cómo darle a entender que no quería que la noche terminase allí.
Pagué y nos fuimos del lugar.
Luciano me preguntó si lo podía alcanzar hasta su “lugar”, una humilde pensión que compartía con gente de la calle como él.
Pero con el pretexto de que habían quedado sus cosas en el hotel lo llevé hasta allá.
Al llegar a la cochera le pregunté si sabía manejar, me dijo que sí, que en Mendoza había dejado un Fiat uno.
Entonces le sugerí que manejase él. Sin oponer resistencia alguna tomó las llaves y nos marchamos.
El trayecto no era muy largo.
En un momento me dijo:
-dígame que no estoy soñando, ha sido todo tan lindo… que si es un sueño no me quiero despertar. Hacía rato que no me sentía una persona normal, que no la pasaba bien, y mucho más todavía volver a sonreír.
-Me alegra haber sido yo quién te arrancara un par de sonrisas, qué por cierto es muy hermosa.
Y tutéame que no soy tan mayor. Mientras con mi mano tocaba su pierna.
¿Acaso te parezco una jovata? Tengo 43 y muchas ganas de disfrutar de la vida.
Había logrado quebrar la barrera de la seriedad, y estaba dispuesta a conquistarlo.
Había despertado la fiera que hacía tiempo estaba dormida en mí. Esa no he me sentía muy mujer, y necesitaba explotar al máximo mi conquista.
Me desaté de golpe. No crean que lo ayudé con segundas intenciones, porque no fue así. Pero algo en mi cabeza me hizo clic y simplemente deseaba pasarla bien, gozar, y vivir una noche inolvidablemente lujuriosa.
Y por primera vez engañar al aburrido de mí marido.
¡Sí por primera vez! Leyeron bien.
El chico era mi nuevo capricho, muy diferente a los que suelo tener normalmente: que me cambie el auto, algún tapado de visón que veía en el shopping, o una joya que me deslumbrase, o hacer algún viajecito de placer, entre tantos otros caprichitos que me concede amorosamente mi marido…
Qué fácil nos resulta sacarle lo que deseamos cuando están enamorados…
Con sólo hacerles creer que estamos perdidamente enamoradas y fingiendo como una actriz porno un par de buenos orgasmos; convenciéndolos que son lo máximo.
Luciano responde a mi pregunta anterior.
- Qué pregunta señora Eugenia. Me hace poner nervioso.
Mire si la voy a considerar una vieja con lo linda que es usted.-
- mmmm Te pusiste nervioso… ¿Te gusto, me deseas? –
Mi mano que seguía en su muslo comenzó a ascender con firmeza haciéndole sentir mis uñas de gata en celos.
¡y sí!
Entre el vino y la excitación que Luciano me provocaba estaba entregadísima.
Lo quería sí o sí en mi cama esa noche.
No me anduve con vueltas ni perdiendo el tiempo con histeriqueos estúpidos como una adolescente.
- Señora no me haga esto…
¡Por favor!
(Refiriéndose a la presión de mi mano sobre su pierna).
Voy a perder el control…–
-Justamente, es lo que quiero. Que te descontroles…
El cierre del pantalón te está pidiendo desesperado que lo liberes…
Y manoteé con entusiasmo su bulto dándole a entender que no se podía echar atrás.
¡Vamos!
Dejá la vergüenza de lado, podríamos pasarlo genial…
El muchacho desesperado clavó los frenos y estacionó el auto en el único hueco que encontró.
Alzando la voz dejó aflorar el macho que se ocultaba tras su apariencia sumisa.
-¡Ok!
¿Querés pija? vas a tener pija toda la noche. Me vas a tener que pedir por favor para que te la saque-
“No puedo explicarles como me calentó escucharlo… tan rudo y alterado”
-mmmm que prometedor sonó eso–
Se bajó el cierre y sacó la pija afuera, sacudiéndola orgulloso de tener semejante pedazo. Estaba totalmente erecta.
Por suerte la iluminaría de la calle se filtraba por las ventanillas ayudando para que no me perdiese ni un solo gesto.
Me miró, me agarró del brazo y me lo llevó hasta su pedazo, tomó mi mano y ejerció presión sobre su miembro diciendo…: – ¡dale pajeame! mientras manejo, perra –
Puso el auto en marcha y salió a las chapas para el hotel.
Agarré mi nuevo juguete y se lo empecé a estimular suavemente, de a ratos lo abandonaba para meter un poco más adentro mi mano y palpar sus huevos, así seguí hasta llegar al último semáforo en el que aprovechó para toquetearme. Se mandó por el escote y me estrujó los pezones, mmmm me encanta esa mezcla de dolor y placer.
Continué pajeandolo hasta que me sorprendió presionando con una mano entre el cuello y la nuca empujando mi cabeza hasta su pija.
- Quiero ver cómo te la comes. ¡puta! Trágatela toda. ¡yegua!–
- Siiiiiiiiiiii bebé la quiero sentir todita.
Mmmm ¡Pendejo!… -
(Desde que lo vi tirado en la cama deseaba sentir su pedazo en mi boca)
Glotona como pocas me la metí lo más profundo que pude, estirando al máximo mi lengua alcancé sus huevos. En ese instante cerró los ojos perdiendo el control del auto y dando un fuerte volantazo que me hizo ahogar con su pija.
Fue suficiente para llenarme la boca con su deliciosa y abundante leche, por suerte era más bien dulzona y me la tragué toda…
-¡Mostrame tu boca! Quiero comprobar que no haya quedado ni una gota de mi semen -
Por suerte no chocamos y pudo retomar sin problema alguno.
- Tengo que admitir que me sorprendiste, primero que no me imaginaba que irías a salir con esto, y segundo quéeeeeeeeeeee buena paja por Diossssss…
Sos muy buena chupando“mamita” me hiciste explotar como perro en celo.
¡Quiero cogerte ya!
- Síiiiiii bebé esta noche quiero ser tuya –
- Te voy a contar lo que me pasó en el teatro. Lo que menos hice fue ver la obra, porque me puse a fantasear con vos, imaginando que lo hacíamos en el ahí mismo, y me puse al palo, me empecé a sobar la pija por encima del pantalón. Estabas tan concentrada mirando que ni te percataste, ¡por suerte!
Imaginaba ser yo quién te insinuara algo, pero seguro no me hubiera atrevido. Nunca imaginé que una señora como “usted”, perdón, como vos se fuera a fijar en una rata como yo, además era faltarte el respeto, y abusar de tu generosidad, después de todo lo que hiciste por mí…
No puedo negarte que sos el estilo de mujer que me calienta y mucho –
-Si hubiera leído tu mente en el teatro seguramente no hubiéramos esperado a que terminara la función para irnos… Cuánto tiempo desperdiciado… -
(Me acerqué a su cara para robarle un primer beso, “un piquito”)
- ¡te quiero comer la boca nena! se me reparó la pija, la puta madre, ¡como me calentas!…
Estoy ansioso por llegar y mostrarte todo lo que puedo hacer por vos.-
Así te quiero, caliente y eufórico, con ganas de matarme en la cama, mmmm ¡pendejo! Qué lindo macho hay detrás de tu perfil sumiso, callejero, y con tremenda pija.
Sos una caja de sorpresas, y quiero seguir sorprendiéndome más… -
Cuando llegamos al hotel (casi corriendo) iba un paso más atrás tocándome el culo, diciéndome:
- ¡mamita! este culo está para entrarle, ¿me lo vas a entregar? Quiero ver esos cachetes comiéndose mi verga –
Depende de cómo te portes, si haces bien los “deberes” te lo doy como premio.-
Nunca hubiera imaginado que pocas horas después de conocernos “el modosito” sería capaz de hablarme como una cualquiera.
Lo insólito es que ese lenguaje tan vulgar que lo hace diferente, especial, y del cual no estoy acostumbrada fue capaz de hacerme imaginar el goce antes de gozar, y relamerme por anticipado por aquel pedazo de carne que estaba a punto de saborear….
Entramos a la habitación y ni bien se cerró la puerta me apretujó contra ella, parecía un pulpo, sentía manos por todas partes, por suerte me había puesto un vestido rojo, por encima de las rodillas, ceñido al cuerpo y con cierre en la espalda, facilitando su despojo, que de no haber sido así, creo que me lo arrancaba a pedazos.
Estaba totalmente desquiciado.
Por primera vez me comió la boca mientras dejaba caer el vestido a mis pies.
Le fui desprendiendo la camisa sin dejar de besarnos, calculando uno a uno todos sus botones.
Su boca era atrapante, de tamaño importante y de labios imponente, despertando salvajemente mi apetito sexual.
Apoyó su pesado cuerpo contra el mío y restregándose contra él hábilmente me hizo notar que una parte de su cuerpo también se había despertado.
Fue una situación extremadamente excitante, llena de erotismo y de libertinaje, no me reconocía tan eufórica. Estaba ansiosa por ser penetrada por ese “joven bohemio” que horas antes y a cambio de unas monedas me ofrecía tocar una melodía.
Se quito el pantalón y con él arrastró su prenda interior. Su cuerpo es descomunal, me gusta mucho su porte, con aspecto de machote bruto.
(Justamente era lo que necesitaba).
Aún de pie y sin movernos del lugar recorrí con ambas manos reconociendo su figura, tal cual lo haría un no vidente, empezando por su cara. Palpando su boca entre abierta, mojando mis dedos con su humedad, bajando por su cuello ancho y largo, arrastré mis manos por sus pectorales dibujando con ellas sus marcados abdominales por su cuerpo fibroso que a pesar del tiempo que no entrenaba dejaba claramente adivinar que antes lo había hecho con rigurosidad.
Levantó su rostro estilizando su cuello como un cisne, evidentemente estaba gozando de mi tacto.
Y con un dedo sobre mi tanga hacía presión sobre mis labios vaginales devorándose la delgada tela de mí ya mojada prenda. Eso me calentó mucho más, quería que me la metiera ¡YA! Pero se tomó el tiempo necesario para cada momento, haciéndome gozar como una yegua con cada uno de sus movimientos.
Luciano me había prometido una noche a puro sexo, y estaba empezando a cumplir su promesa…
Mientras continuaba estimulando mi vagina por sobre la tanga con la otra mano acariciaba mis pechos, intercalaba con lengüeteos húmedos que hacían mi piel erizar. Mis pezones se pusieron como piedra en su boca ardiente, quería sentir esos prominentes labios por cada recodito de mi cuerpo excitado.
Me tomó la mano y me guió hasta la cama, nos recostamos sobre ella y me empezó a besar, para continuar recorriendo cada una de mis curvas, deseoso de probar con sus labios el dulce sabor de mí piel.
Me hacía arquear de placer con cada succión.
Quitó mi tanga y con su pesada mano superficialmente comenzó a frotar mi sexo, haciendo que lo deseara desesperadamente…
-¡qué mojadita!
¿Estás muy excitada eh? –
¡sí, muy caliente ¡tengo muchas ganas de vos ¡pendejo!
-me volvés loco llamándome así, éste pendejo te va a coger hasta que me supliques que deje de hacerlo-
mmmmmmm síii siii que ricooooooo
Dejó de frotarme de forma superficial para hundir un par de dedos en mi empapado orificio vaginal. Fue muy excitante sentir como se deslizaban hacia el interior perdiéndose en mí humedad, para luego entrar y salir con ellos repetidamente, a la vez que con su otra mano separaba mis labios menores, dejando expuesto mi clítoris que pedía a gritos ser estimulado.
Me lo comenzó a sobar en círculos con un solo dedo; presionando y aflojando, sin dejar de penetrarme la vagina.
El sonido que salía de mi conchita se mezclaba con los primeros gemidos que comenzaban a surgir.
-uy qué ricura…quiero ver como lames tu mielcita de mis dedos.-
Inmediatamente y casi sin terminar de decir aquello, los llevo hasta mi boca, estaban chorreando de flujito.
No me quise perder su cara, ni sus gestos, cuando cerré la boca envolví sus dedos y con mi lengua moviéndose hacia un lado y hacia el otro fui lamiendo mi propia cremita.
Su pija estallaba de calentura. Sobresalía del bóxer de tan dura que la tenía.
Y mientras lamía sus dedos no pude resistir las ganas de frotarle “el paquete”, lo hice por sobre el bóxer, desde la base de sus testículos hasta la punta del glande que asomaba generosamente mojado y brillando, asfixiado por el elástico.
Aquello era irresistible, no dábamos más…
Mis ansias por sentirla en mi boca eran desesperantes, (la chupada de pija en el auto me había dejado con ganas de más) bajé hasta ella para saciar mi ansiedad pero no me lo permitió, me detuvo de inmediato.
- Shhhhhhhh momentito, ahora no, primero quiero sentir como te venís en mi mano –
“No hizo falta que me lo pidiera”
Con sus dedos entrando y saliendo vertiginosos era algo más que inminente.
Mientras palpaba en lo más profundo de mi sexo, frotaba en paralelo con vehemencia mi clítoris…
Mis jadeos se fueron agudizando de manera tal que lo sorprendí expulsando una gran cantidad de liquido similar a la orina, pero que no lo era.
“Los que desconocen lo confunden con el pis” sin saber que eso es una verdadera eyaculación femenina, y que según leí no es muy común…
(Con mi marido me ha ocurrido en varias ocasiones, en las que estuve extremadamente excitada. Claro qué en nuestros mejores tiempos).
Seguí gimiendo y entregándole hasta la última gota de aquella eyaculación…
La cual sentía correr por mi entrepierna.
Verme tan sexual, “tan perra” lo enloqueció…
-¡Me measte! ¡Que hija de puta hermosa que sos!
Nunca antes me habían meado, ¡me encantó… putita!-
¿En serio te gustó?
-¡Totalmente! me mataste, me volaste la cabeza, tengo muchísimas ganas de cogerte, pero antes te voy a “atender” a vos-
En un arrebato busqué sus labios, me los ofrendó con entusiasmo.
Envolvió mi boca con la suya y nos entregamos en un juego excitante, entre roces y frotadas de nuestras lenguas estimulando al máximo el deseo por poseernos.
Abandonó mi boca para bajar hasta mi sexo, a la vez que con sus manos palpaba mi anatomía. Desde mi cuello hasta la planta de mis pies. En un recorrido suave y sugestivo, haciendo poner mi piel de gallina.
Sin dejarme recuperar del anterior orgasmo afirmó su cara en mi entrepierna y lamió con énfasis el néctar de aquella anterior acabada. Su ritmo exacerbado logró que comenzaron a brotar nuevos fluidos…
¡Como me calienta el olor a hembra. ¡Por Diossss!
(Ese tipo de comentario son los que me hacen sentir una verdadera puta, y me encantó que me las dijera un total “desconocido”)
Aunque no dije nada, en ese momento mis ininterrumpidos jadeos fueron suficientes para que él percibiera que estaba llegando al punto máximo de excitación, y sin dejar de lametearme el clítoris me penetró primero con un dedo, luego con dos… sentía la delgada piel de mi vulva estirarse cuando sumó un tercero, (3 de él equivalen más o menos a mi mano entera ja ja “una bestia”)
Abrí mis piernas lo más que pude para recibir aquellos dedos que a esa altura me cogían sin piedad.
Ahhhhhhh ahhhhhhhh ahhhhhhhh
Más, más, más duro, ahhhhhhhhhh ahhhhhhhhhh
No podía parar de gemir…
¡Luciano! me viene, me viene el chorro de nuevo; apartateeeeee –
-¡Ni loco! ¡Acabá! quiero sentir tu líquido en mi boca –
Mi cuerpo comenzó a sacudirse, perdí el control, y no pude contenerlo, por inercia eleve mi pelvis, inevitablemente y escuchando sus ruegos expulsé “el gran chorro” sobre su rostro asombrado ante lo ocurrido.
Disfrutó embutido en mi cara recibiendo todo lo que le entregaba. Sin aminorar la estimulación en ningún momento…acabé 2 veces, una seguida de otra, no podía dejar de temblar.
Hasta que no pararon las convulsiones Luciano no retiró la cara de mi sexo. Cuando vi su rostro totalmente “enchastrado” me di cuenta que había sido muchísimo más que la vez anterior.
-¡Me mató!
Más que una perra, sos una loba.
Me volvés loco… que manera de gemir hija de perra… tengo la pija dolorida de tanta calentura-
Fui a higienizarme refrescarme, y al regresar la vista que tenía desde el baño no pudo ser mejor…
Me esperaba sobre la cama, boca arriba y acariciando su dura verga.
Me paré frente a su miembro, y me agarré las tetas con ambas manos y con un poco de esfuerzo logré alcanzarlas con mi boca, propinándome lametones que de tanto en tanto interrumpía pasando la lengua por mis labios, humedeciéndolos, mientras lo miraba con cara de “bebota” llevándome un dedo a la boca que lamia y chupaba con devoción haciéndome la idea que era su pedazo.
-Que puta divina–
¿Te gusta lo qué ves?
-Me calentás mucho, flaca, mucho –
Y vos a mí, ¡pendejo!
Envolviendo mi cuerpo con mis propios brazos a la altura de mis pechos como si me estuviera abrazando comencé acariciarme, deslizando mis manos por sobre mi piel todavía exudada, logrando que se resbalen con facilidad.
Fui recorriendo mi abdomen mientras meneaba mis caderas como si me estuviera penetrando, a esa altura Luciano se pajeaba descontrolado.
Subí una de mis piernas sobre el sillón que tenía a mi izquierda, (el mismo que fue cómplice de aquella paja mientras él dormía) al hacer esto, mis labios vaginales se abrieron dejando ver como mi conchita comenzaba a brillar con mi propia lubricación.
Introduje un dedo que se perdió con facilidad, entonces metí otro más, y me empecé a pajear con ellos.
Mi actuación lo estaba volviendo loco, sus gemidos no se hicieron rogar…
-ahhhhh cómo me hacés subir la leche ¡nena!–
mmmm ¿me la vas a dar?
-¡TODA!
Ahhhhhhhhh, ya viene, ahhhhhhh-
Fui hacia la cama y me le subí encima, en posición inversa. Relajé mi cuerpo entregándome al placer…
Mientras él comenzaba a chuparme la concha yo lamía sus huevos, pero como sabía que la llegada de su leche estaba por llegar me la metí toda en la boca, y la empecé a chupetear.
Mientras su lengua se movía inquieta dentro de mí, provocándome de inmediato un tremendo y glamoroso orgasmo.
Él, jadeaba y elevaba la pelvis cogiéndome la boca abruptamente…
-No te aguantes, entrégame todo. Quiero recibir tus fluidos una y otra vez y beberme todo lo que salga de ella-
Éramos un solo clamor, sus gemidos se mezclaban con mis jadeos, que a esa altura ya eran más que fuertes. No podía ocultar la detonación de mi ser.
En cada embestida me venían arcadas, que inundaban su verga con mi saliva.
Cuando me sentí venir aplasté la concha contra su cara y me refregué en ella, hasta que solté “el chorrito” (mas que chorrito fue un gran chorro).
Luciano estaba tan excitado que levantó su cadera e hizo presión contra mi boca perdiéndose por completo en ella, los huevos rebotaban en cada embestida contra mis labios.
-Ahhh ahhhh ahhhhhhh ahhhhhhhhh
¡Tomáaaaaaa puta, tómatela toda!-
Entregándome sus últimos temblores colmó mi boca con una gran lechada que desbordó por mis comisuras, sintiéndola correr por el cuello, los pechos, y muriendo en mi torso.
Fue una acabada magnifica.
Me tiré a su lado, exhausta. Luciano sonreía aún agitado.
-¡Fue increíble!
Mejor dicho: ¡Sos increíble!-
¡Gracias lindo!… vos estuviste estupendo.
Tenemos que brindar por este encuentro.
Llamé al conserje y le pedí que mandase un buen champagne.
Disfrutamos cada burbuja entre besos y mimos impensados.
Aquel muchachote no dejaba de sorprenderme. Lo creía tan bohemio y salvaje, que no me esperaba fuera tan suave y cariñoso. Sin lugar a dudas un lindo cóctel para una noche de sexo desenfrenado.
Bebimos la última copa sin dejar de mirarnos…
Estaba por demás “animada” aunque más bien un poco mareada, (no acostumbro a tomar alcohol), salvo en ocasiones que como esa lo ameritan.
Soy toda tuya esta noche. Quiero ser “tu puta”.
Haceme lo que quieras pendejo.
Estaba entregada al muchachito desalineado.
Luciano había despertado en mí la pasión.
(Deseaba aprovechar esa noche al máximo qué no acabase nunca)
-¿Todo, todo, lo que yo quiera?-
GUAU! mujer me tenés al palo todo el tiempo…-
¿Qué parte no entendiste? ¡Todo! es todo
- Sentate en el borde de la cama. ¡Así! en la orilla está perfecto. Ahora tirá tu cuerpo hacía atrás, que tus piernas queden colgando, y levántalas.-
Luciano se arrodilló en el suelo, sobre una de las almohadas y quedó contra el borde de la cama a escasos centímetros de mi palpitante y húmeda vagina
Tomó mis piernas y las colocó por sobre sus hombros. Las empezó a besar desde los tobillos, subiendo poco a poco hasta llegar a la entrepierna, si hay algo que me “puede” es que me acaricien y estimulen la cara interna de los muslos.
Hacen mi cuerpo retozar de placer.
Percatándose de la miel de mi sexo fue en busca de ella, introduciendo sus dedos para cosecharla.
Se los llevó a la boca y los lamió con ganas, para luego retirar los dedos para introducir la boca; abarcando toda mi concha, y succionando como si quisiera devorarla.
De golpe se quedó inmóvil. No entendía lo que estaba pasando…
- ¡uy! no tengo forros. ¡Bajo a comprar! –
Bueno ¡bebé, te espero!
Al cabo de unos minutos estuvo de regreso.
Vertiginoso como pocos, se lo notaba alterado, eufórico, “altamente excitado”.
Con mis piernas en alto y abiertas me la metió hasta el fondo, entró apretada, se sentía más gruesa de lo que parecía.
A esa altura los dos estábamos extremadamente calientes.
En las primeras embestidas me cogió suave, y cuando la calentura se hizo inmanejable empezó a cogerme más fuerte, con movimientos firmes y penetrantes.
- Quiero deleitarme con el sonido del repiqueteo de mis bolas en tu culo –
Y vaya que las sentía… el sonido de ellas era colosal, calzaba llenándome toda.
¡Cómo gocé! mmm
Sacó su pija empapada con mis jugos y con la ayuda de las manos me solivió la cola, puso una almohada debajo dejándome un tanto suspendida en el aire, para luego pasarla totalmente embadurnada por la hendidura que latía enardecida.
Volvió deliciosamente a penetrarme y cada dos embestidas la sacaba y frotaba con ella en mi apretadito agujerito.
Luego la restregaba ejerciendo presión ayudándose con las manos, tratando de meter su glande.
¿Qué haces? ¿Estás loco?
¡No va a entrar!
- Acabo de comprarlo (mostrándome un lubricante)
Pero despacito que él mío no está preparado para un pito como el tuyo.
- ¡Tranquila! No te voy a hacer doler. ¡Disfruta!
Sin siquiera cambiar de posición, eleve un poco más las piernas para dejar la cola bien alta; y así hacer más fácil la penetración…
Tomó el gel y colocó una generosa cantidad en mi.ano palpitante.
Con movimientos delicados hizo entrar lentamente la puntita de un dedo hasta que de a poco fue entrando por completo.
Me relamía de placer sabiendo lo qué me esperaba…
Juntó dos dedos y los introdujo, al principio sentí un poco de dolor, porque le costó entrar, pero una vez que lo consiguió los comenzó a mover hacia afuera y hacia adentro, sin sacarlos del todo… Cada tanto los giraba. Me dolía, pero tan caliente…
La presión de éstos haciendo lugar estiraba la delicada piel del recto provocando una sensación de ardor placentero…
Se inclinó un poco, y me empezó a pasar la lengua a lo ancho y largo de mi concha; rozaba con ella sus propios dedos.
Al compás de sus movimientos yo meneaba mi cadera buscando que se perdieran en mi profundidad….
Con los dos orificios llenos perdí la razón.”Caí inmersa en un océano de placer absoluto”.
¡Pendejo! quiero que me cojas el culo. ¡Ahora mismo! llénamelo con tu pija –
- ¡Lady! sus deseos son órdenes para mí.
Deseaba que me lo pidieras así… con ganas, desesperada por sentir mi verga.
Me acomodó más cerca de la orilla y llevó mis piernas hacia atrás, tocando mi pecho. Me las sostuve con mis manos dejando expuesta toda mi intimidad.
¡Mi cuerpo mendigaba ser explorado en plenitud! Y mi orificio palpitaba de la exuberante calentura que tenía.
(Era demencial lo que ese muchachote me provocaba)
Apoyó su glande y resbalando en el producto trató de penetrarme.
La posición me permitía visualizar como manipulaba su tranca, haciendo más excitante la situación.
Su pija era apretada y devorada por el hoyo que él muy bien había sabido dilatar.
Sentía cómo se engrosaba a medida que iba abriendo camino a su paso.
Una vez que logró llenarme el orificio con buena parte de su trozo se mantuvo quieto permitiendo que las ceñidas paredes del ano se adaptaran a su huésped.
(Fue sorprendente a pesar de mi estrechez y poco usado canal como logró alojarlo)
Cuando lo creyó relajado comenzó a moverse lento, suave, sugestivo, disfrutando en cada movimiento.
Sentir y ver cómo era penetrada analmente por aquel vagabundo fue sensacional, e insuperable.
Después me dio vuelta, y me puso a cuatro patas para seguir dándome sin piedad…
Poco a poco las embestidas fueron incrementando de forma desaforada. Sus huevos golpeaban en mi hinchada, roja y destrozada concha, haciendo el tan característico sonido que aumentaba aun más la excitación de ambos.
Mis gemidos se parecían a los aullidos de una loba apareada por su macho.salvaje.
Pero Luciano no era menos que yo, jadeaba transformando sus gestos de manera que hasta el día de hoy están grabados en mi mente.
Con mi mano derecha busqué acelerar el orgasmo agitando ferviente el clítoris, a medida que sentía la entrega de su simiente daba mis últimos alaridos sin importarme que me pudieran escuchar desde el hall del hotel.
Apoyado sobre mí espalda, exhausto, exhalaba a borbotones. Se quedó así, inamovible tratando de reponerse; mientras mis pulsaciones y latidos mermaban lentamente y mis rodillas comenzaban a flaquear, quedando extendida por completo.
Se bajó dejándose caer torpemente a mi lado mientras alardeaba de su posesión…
- ¡Qué buena cogida de culo te pegué!
Estoy liquidado; decía con cara de ganador sonriendo mientras se quitaba el profiláctico.
Lo sacudió para que yo viese la tremenda cantidad de leche que le había sacado.
¡Nene! me destrozaste la concha y el culo como nadie antes…
A lo que él agrega dejando caer al piso el forro.
- Qué lástima que no vivís acá. Me encantaría poder cogerte todos los días.
¡Pendejo! me hacés estremecer de sólo pensarlo…
Me giró, y tomándome el mentón antes de pararse en busca del baño me estampó un beso arrollador.
Me quedé mirando su desnudez; lindo por donde se lo mire, fresco, rozagante con ese cuerpo imponente… y me hice la pregunta que cambió mi vida para siempre: ¿qué mierda hago yo al lado del viejo de mi marido pudiendo estar con alguien así?
Mientras “Lu” se duchaba yo no podía parar de pensar…
Luciano me calentaba mucho como para no volverlo a ver más.
Fue entonces que una idea me iluminó la mente.
Convencerlo de que viaje conmigo, bancarlo el tiempo que sea necesario mientras se busca algún trabajo digno.
Al salir de la ducha se tiró en la cama me subió sobre su cuerpo y me abrazó tan fuerte que me hacia doler…
Sin imaginarse lo que yo estaba ideando dice:- ahora que te encontré no quiero dejarte ir… te quiero toda para mí.
Ahí nomás le conté mi plan.
No necesité convencerlo, sin dudarlo me dijo: con probar no pierdo nada, en cambio si me quedo te pierdo a vos…
Me lo comí a besos. Y volvimos a hacer el amor; no tan salvajemente como las anteriores, esa vez fue diferente, se podría decir que fue más pasional, con sentimientos.
Estaba feliz de saber que vendría conmigo. No me importaba el resultado de mi locura. Estaba dispuesta a enfrentar lo que pudiera acontecer, lo único que quería era tenerlo cerca para poder gozar cada vez que mi cuerpo tuviera sed de él.
Mientras yo acudí a la reunión motivo por el cual había viajado a Buenos Aires; él fue por sus pocas pertenencias, y sin más motivos para quedarnos emprendimos viaje de regreso a mi ciudad.
En el camino hice una llamada que resolvió prontamente su estadía.
La llamé a Lorena(mi amiga). Y le expliqué la situación, yo sé que no hubiese sido necesario, pero como buenas amigas que somos no quise ocultárselo.
Llegamos allá, lo dejé en un café mientras fui a mi casa por las llaves del departamento de esta pareja amiga que desde hace algunos meses por razones laborales se encuentran en Londres, y soy yo la encargada de hacer que no se note la ausencia de sus ocupantes.
Por suerte Sergio estaba en el juzgado, y los chicos en el colegio.
Tomé las llaves rápidamente y fui en búsqueda de mi conquista…
El departamento estaba listo para habitarse, yo misma llevo cada semana a la señora que trabaja en casa para asear el lugar.
Nos pegamos una ducha ahí mismo para sacarnos el cansancio de las casi 6 horas de viaje. Situación que Luciano no dejó pasar; y me cogió a su antojo bajo la ducha.
Me despedí prometiéndole que al día siguiente regresaba, le dejé plata para que se comprara algo para comer y me fui a mi casa para cumplir con mi rol de madre y esposa.
Por más de un mes y cada vez que podía me escapaba para estar con Lu, siempre encontraba alguna razón para ausentarme varias horas sin que desconfiaran de mí.
En casa teníamos trabajando al señor de mantenimiento con cama adentro. Sólo que él estaba en el departamento pegado al quincho.
Este buen hombre de 68 años llevaba mucho tiempo trabajando para mi familia.
Un día se descompuso, y falleció en la misma ambulancia que lo trasladaba hacia la clínica privada de la cuál mi esposo es uno de los dueños.
Sin dejar de lamentarme por la pérdida de Pedro automáticamente una idea iluminó mi mente.
Y desde entonces Luciano ocupa su lugar…
Hace unos días que en la intimidad del cuarto marital, entre otras cosas mi marido me dijo estar conforme con el nuevo empleado, haciendo el comentario de que lo encuentra MUY aplicado.
Y vaya si lo es…
De esta forma lo tengo cada vez que lo deseo, y sin tener que salir a buscar afuera lo que no tengo en casa…
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