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Reparámela y te la reparo (Parte I)

Hola chicos, este es mi primer post y me gustaria compartir un relato q encontre por ahi y me gusto 😃

Reparámela y te la reparo (Parte I)

Me imagino que la que voy a contar, es de las fantasías más recurrentes que existen… Tal vez hice que un chico cumpla su sueño, o al menos tenga para contarle a sus amigos durante meses. No me molesta eso, de última, hasta me excita que así sea.
Pasó que después de fallar durante semanas, la computadora finalmente dejó de encender. Mi único medio para buscar gente que repare, irónicamente, era la PC, de modo que estaba sin pista de dónde encontrar un técnico… Cuando pensé en la palabra “técnico”, se me vino la idea a la cabeza de que alguna tarjeta debía yo tener, así que busqué en mi billetera: efectivamente, tenía varias.
No me extrañó, no suelo recibir tarjetas en la calle, ni mucho menos agarrarlas de mostradores; sin embargo me dan muchas en los boliches, cuando conozco gente. A veces en vez de pedirme o darme un teléfono, me dan la tarjetita para que los recuerde y los llame. Esta sería la primera vez que llamara a uno.

Marqué el teléfono de la tarjeta elegida y me atendió una señora que pronto me pasó con su hijo. Le comenté del inconveniente tecnológico y quedó en venir ese mismo día.
Dos horas después estaba tocando el portero. Lo dejé subir y llegó a mi puerta. Cuando lo ví, no le presté atención y lo dejé entrar a la habitación, donde tengo la compu. Él entró y la empezó a revisar, intentando encenderla.
Como la pantalla estaba en negro, no me quedó otra que mirarle la cara (además, según su expresión, me orientaba en qué tan mal la veía). Después de observarlo unos segundos, me resultó familiar y empecé a hilar cabos: claro, seguramente me había dado la tarjeta en un boliche o encuentro casual por ahí. Igual nunca iba a adivinar cuándo ni dónde… mucho menos por qué NO había pasado nada, porque el chico estaba bastante bueno: mirada seria, experimentada. Cejas gruesas. Morocho, de cara fina y muy buen porte. Aparte, y capaz lo más llamativo, no me daba ni bola. Indiferencia total, concentrado en su trabajo, no lo vi ojearme ni una sola vez (cosa completamente rara para mí).
Me empezó a contar cuál podía ser el problema, y que por suerte había venido provisto con los repuestos que él ya había sospechado que iban a hacer falta. Le dije que acceda, así que empezó a desarmar la PC.
Le ofrecí algo para tomar, aceptó. Le traje un poco de gaseosa y de un trago se la terminó.
Hacía frío afuera, pero yo tenía puesta la calefacción. El reparador, Alejandro, parecía muerto de calor, pero no se sacaba el pullover porque posiblemente no traía nada abajo. Yo, por otro lado, tenía un shorcito corto blanco y una camisa larga, algo desabrochada, que uso de camisón: ¡si voy a pagar un servicio, no tengo por qué vestirme bien!.
Empecé a obsesionarme porque no me miraba, y quería llamar la atención poniéndome cerca, preguntándole cosas, sobre la máquina, sobre el calor, sobre él… Me contestaba seco, pero amablemente. Finalmente me animé a preguntarle si no se quería sacar el pullover, que no me importaba si no tenía nada abajo, pero parecía tener mucho calor. Me miró un momento y con el destornillador en la mano y todo, se sacó el abrigo. No quedó en cueros, sino con una camiseta musculosa de algodón bien ajustada. Tenía mejor físico del que pensaba.
Alejandro empezó a darme algunos consejos para que no me vuelva a pasar lo mismo, pero sin prestarle atención, le dije al pasar que si volvía a romperse mejor, así lo podía llamar de nuevo. Quise ser sutil, pero nunca me sale!. Dejó de hacer todo y, sentado en el suelo donde estaba, se me quedó mirando mientras yo tomaba un vaso de jugo: “¿Qué?” le pregunté, pero no contestó. Se paró y se sacó el cinturón. No le dije nada. Volvió a su trabajo. “¿Y eso qué fue?” volví a cuestionarlo, y nada… Se levantó y se sentó al lado mío. Después de un buen tiempo de mirarnos a los ojos, me dijo “La PC ya está lista. Si querés llamarme mañana, no necesitás que se rompa.”. – “¿Tenés preservativo?” le dije y sacó de su portafolio una caja de tres.
De rodillas, dejé el jugo en el suelo y abrí la boca lo más grande que pude. Saqué la lengua y movía la puntita llamándolo. Cerré los ojos. Por fin, justo cuando se me estaba secando la garganta, empecé a sentir un calor acercándose y enseguida la puntita de mi lengua tocó un pedazo de carne dura y caliente que empezó a deslizarse lentamente, a cada centímetro me dejaba sentir la textura rugosa de la piel… en ese deslizamiento mi lengua rozaba con aspereza un tronco duro que penetró hasta casi tocar la garganta y empezó a salir de nuevo, lentamente también, para volver a entrar, esta vez con menos fricción, casi resbalando por mi boca. Ajusté los labios al diámetro, no tuve que cerrar mucho la boca, la sentía grande, tiesa. Se empezó a mover con más velocidad hacia atrás y hacia delante, penetrándome la boca, y cada vez sentía más calor en la fricción.
En un momento quedó quieta en mi boca, posiblemente porque estaría a punto de eyacular. La recorrí con la lengua sin abrir los labios y sin ponerle una mano encima: sentí la superficie venosa, y la sentí latir con fuerza. Llevé la lengua hacia atrás y pude alcanzar la puntita; ahí descubrí que sí estuvo a punto de acabar, porque sentí el gusto del semen.
No me había dado cuenta, pero tenía la boca llena de saliva, y mucha se derramaba por los bordes de mis labios, cayéndome de a gotas entre los pechos todavía vestidos.
Alejandro me la sacó de la boca, tragué saliva (y todo lo que tuviera dentro) y me miré la camisa: totalmente húmeda. Mientras me la desabrochaba miré el pene y era grande, solo que no tanto como lo había sentido. Me gustó lo que vi, era de los penes con glande prominente y redondo. Apenas curva para arriba y el tronco era más fino en la base y se agrandaba llegando a la punta. Si sabía manejarlo, podía hacerme gozar para toda la semana.
La camisa me la había desabrochado de abajo hacia arriba, dejando los dos botones que cubrían mis pechos abrochados. Tampoco me saqué el corpiño. Sin preguntarle, le acerqué las tetas a su miembro y enseguida entendió la idea y se la agarró por la base para afirmarla. Lo hice penetrarme entre los pechos, así vestida como estaba. Desde abajo hacia arriba el pene se deslizaba, desapareciendo al bajar y asomando la punta al subir. Me encanta ver como se pierden las pijas entre mis tetas… y cuanto más húmedas vuelven a aparecer, mejor. La escupí y la escupí, la escupí un montón de veces. Tenía la camisa y los pechos empapados de mi saliva, y el pene que cada tanto aparecía, se empapaba y volvía a desaparecer, lubricando todo el surco que marcaba, y cada vez el rozamiento era más fuerte, más enloquecido, más húmedo y la fricción de las pieles aumentaba la temperatura, parecía que nos íbamos a prender fuego.
Le pedí darnos vuelta, así que acostada en la cama, le ofrecí otra vez el escote, y esta vez me penetró de arriba hacia abajo, dejando sus bolas a merced de mi lengua.
De nuevo empezó la fiesta entre mis tetas, y yo seguía escupiendo, y él ahora escupía del otro lado. Cada vez que las bolas me pasaban por la cara se las lengüeteaba o intentaba succionárselas. De a poco empezó a meter la cabeza entre mis piernas y a comerme la cotorrita.
Esa lengua estaba excitadísima y, con la vagina por completo adentro de la boca, él me lamía de un lado a otro los labios y el clítoris, sin dejar lugar sin chupar. También lanzó unas gotas de saliva, que se fueron deslizando suavemente hasta tocarme el ano y seguir de largo. Le dije que use los dedos, y me hizo caso: se ve que tenía destreza en el teclado, porque la cola que me hizo con esos dedos fue increíble.
Una vez más nos dimos vuelta, él abajo. Le apoyé la cola en la cara y sin decir nada jugó con la lengua hasta que se lo pedí. Me incliné en un 69 y manoteándosela con las dos manos, me la tragué hasta donde pude. Inclinada, lo único que Alejandro alcanzaba a chupar era el clítoris.
Una y otra vez me atraganté con su pija. Tosí y escupí, pero volvía a intentarlo, dejando hilos de saliva por todas partes. Empecé a sentir el gusto del semen, pero estaba esperando más señales. Sin decir nada, ni siquiera gemir un poquito, empezó a bombear, mientras la tenía adentro. Empecé a recibir la leche encantada, tratando de que toque toda mi cara y a la vez toda mi lengua, lamiéndosela de un lado al otro como cacheteándola. Con los primeros disparos me cubrió las mejillas, los labios y con la lengua la esparcí por todos lados. Los últimos disparos los recibí con más suavidad, llevando con la lengua las últimas gotas hacia mi boca... una y otra… Ahora la base del miembro estaba cubierta de blanco, y también mi cara. Me puse de frente a Alejandro para que viera lo que tenía en la boca, mostrándole la lengua, agarré con los dedos un hilo de semen. Con la otra mano me corrí la camisa que todavía me cubría y dejé un pezón al aire… después llevé los dedos ahí y los pinté de leche.
Alejandro se quedó a dormir… y al otro día… ¡más sexo!

Espero que les alla gutado, me gusto el relato y lo quise conpartir con todos ustedes, saludos ....
Atte : lokotlv

Y si les gusto y quieren la segunda parte comenten y ayuden con los puntos...

Siganme si quieren 😃 🙎‍♂️

3 comentarios - Reparámela y te la reparo (Parte I)

MartyMcFly13 +1
Los técnicos de PC tenemos ese gran "problema"...todas las clientas nos quieren dar masa!!!
😉
lolasfun
Que rico con el técnico 😃