Esta es una de esas historias o anécdotas que no se olvidan jamás. En esta historia comparto uno de los actos más fabulosos que he tenido nunca, uno de los actos sexuales que a continuación voy a contar.
Sucedió una mañana hace ahora unos cuatro años. Yo vivo en un bloque de pisos, concretamente en uno de los primeros, y encima de mí, en el segundo, vive un matrimonio con su hija. La madre tiene unos treinta y ocho años y la hija unos diecisiete.
La madre, es una de esas mujeres que se llaman popularmente MILF o madre que me follaría, y es que la tía está muy buena. Tiene un culo de esos que imponen, de esos que se mueven hacia los lados al caminar como si fuera un flan o gelatina, vamos lo que es un culazo.
Sus tetas son redondas y bien puestas, colocadas en su sitio, además casi siempre va con vestidos y se le nota el tanga al caminar mientras sus nalgas se balancean al ritmo de las caderas.
Su hija sigue sus mismos pasos, tiene un culo muy parecido al de su madre, aunque la que de verdad me interesa es la mayor de la casa.
Toda esta historia comenzó hace mucho tiempo. Yo vivo en un primero, como dije antes, con mi mujer, apenas nos casamos un mes antes de lo ocurrido. Tenemos un bebé precioso y somos felices.
Mi atracción hacia la vecina o vecinas contando la hija, comenzó con la "recogida de tangas" como yo llamo. Cuando la vecina tendía ropa en su tendal, muchas veces se le caían tanguitas o braguitas y se quedaban enganchados en mi tendal.
La mayoría de las veces eran tanguitas, no se si de ella o su hija pero eran realmente preciosos. Eran pequeños y de todo tipo, de hilo, triángulo, braga tanga, etc, eran los tanguitas más excitantes que había visto en mis veintiocho años de vida, ni mi mujer tenía tangas de ese tipo.
Yo me lo pasaba realmente bien y me ponía cachondísimo, porque la mayoría me los quedaba para olerlos y correrme en ellos, e incluso le daba alguno a mi mujer empaquetado en regalo como si lo hubiera comprado para ella, solo para follarla con él puesto e imaginarme que era la vecina, aunque era imposible porque no tenía el mismo culo. También se los escondía en el cajón de los tangas para que sin darse cuenta se lo pusiera sin saber que no era de ella.
Otras veces subía a devolver alguno, sobre todo cuando se trataba de braguitas porque tampoco me interesaban tanto.
Aquella mañana, yo estaba en casa viendo la televisión, mi mujer había bajado a comprar al supermercado y decidí ir a la ventana a ver si había nueva cosecha.
Y si, allí estaba el tanguita mas guarro que pude rescatar de mi vecina, el tanga que mas cachondo me ha puesto, ni mi propia mujer me ha puesto tan cachondo.
Era realmente pequeño, de hilo, de color rosa, con bordeado negro, era tan pequeño que no me lo imaginaba puesto en ese coño y ese culo tan carnoso, era imposible. Me di cuenta lo guarra que era mi vecina y ya no sabía si los tangas se caían sin querer o a propósito. Me puse realmente cachondo, la polla se me puso como una barra de salchichón, si mi mujer hubiera estado en ese momento en casa le hubiera metido la polla hasta por las orejas. E incluso le saque fotos para enseñar a mis amigos.
Decidí subir a dárselo y saber si era de ella o de su hija.
Cuando subí llamé a la puerta y abrió ella, le dije que había cogido el tanga en mi tendal y que subía a devolvérselo. Ella sonrió y me dijo: quieres entrar a ponérmelo.
En ese momento me subió una adrenalina por el cuerpo que pensé que me desmayaría, la polla me latía de lo gorda que la tenía y empecé a sudar frío de nervios.
No creía lo que estaba escuchando, me había dicho que entrara a ponérselo y no sabía como reaccionar. Me quede paralizado y respondí: perdón?, no te escuchado bien.
Ella me cogió del brazo y me metió para dentro.
Le dije: estas sola en casa?, y me respondió: si, mi hija está en el instituto y mi marido trabajando.
Le dije que si no estaría bien lo que íbamos a hacer pero me agarro y me dijo: tranquilízate nene, te va a gustar, nadie se va a enterar de esto, ya lo verás, relájate.
En ese momento pensé y me dije: ¡que coño! Llevo años deseando cojerme a esta tía, quizás no tenga más oportunidades.
Me llevó a la habitación de su hija y cerro la puerta, no entendía por qué allí y no en su habitación, quizás para no dejar huella y que su marido se diera cuenta.
Me cogió por el culo y me acerco a ella, y empezamos a besarnos chupándonos la boca el uno al otro y la lengua, mezclando su saliva con la mía.
Me bajó la bragueta del pantalón y me sacó la polla, estaba chorreando, dijo: dios, cariño que polla tienes, y se la metió entera en la boca. La chupó como si fuera un chupa chups. Se la metía, se la sacaba, se la pasaba por las tetas y la volvía a chupar. Me la lubricó como mi mujer nunca había hecho antes. La puse en pie y le descubrí completamente las tetas, redondas y subidas. Le chupé los pezones y se los mordí, era increíble, que ricas sabían esas tetas. Se apartó y se subió el vestido, no llevaba tanga ni nada, y es que resulta que el tanga que se había caído, era el que llevaba puesto, por eso me decía que si entraba a ponérselo. Se arrimó a la mesa de estudio de la hija y poniéndose en posición de perra me dijo: vamos métemela, quiero que me la metas entera en el coño.
Me acerque a ella y me escupí en la polla para que entrará mejor, le toque ese coño depilado con mi punta de la polla y empecé a moverla para lubricar sus labios.
¡ohh vamos métela nene!, joder, el coño estaba chorreando, la tía estaba calentísima.
Acerque la polla y entró sola. ¡ joder que bien entra, que pedazo de coño!.
Estaba calentísimo, sus paredes me apretaban la polla, que gusto, era muy húmedo y un auténtico placer.
La folle y por un momento casi me corro, saque la polla y le mojé un poco la nalga de semen, aunque aguante y se la volví a meter.
Se puso derecha y me empujo contra la cama para que me sentará, sacó uno de los tangas de su hija del cajón, el más provocativo de la hija y me lo puso en la boca: vamos cómetelo, se que quieres follarte a mi hija; y se sentó encima de mi metiéndose la polla entera. Como follaba la tía, no paraba, se la metía entera.
Aún aluciné más cuando se puso en pie y me dijo: quiero que me la metas por detrás; sin pensármelo dos veces me puse en pie la empuje contra la cama y le escupí en la raja del culo. Se la metí muy lentamente, que gran culo, era tierno y se movía para todos los lados. La follé por detrás y tuve que sacar la polla de nuevo porque casi me corro otra vez. Le mojé con lefa el coño y la cogí en cuello por la cintura metiéndole la polla otra vez en el coño.
Como se movía, abajo, arriba, abajo, arriba. No aguanté más y me dispuse a correrme.
¡ahhh me corro, me corro!; correte dentro cielo, no te preocupes.
Le llene el coño de lefa y cuando la saque goteaba por sus nalgas cayendo todo al suelo de la habitación de su hija.
Me limpié con el tanga de su hija y me lo regalo junto al suyo para tener un recuerdo.
Se bajo el vestido de nuevo y salimos de la habitación. Nadie se debe enterar de esto, me dijo, y yo como fiel que soy cerré la boca con cremallera.
Le dije que había sido fantástico y que me había encantado, nos besamos y salí de allí
Bajé y entre en mi casa, allí estaba mi mujer haciendo la comida. Entré en el baño y me di una ducha, después escondí los tangas junto a los otros y me fui a comer.
Hoy en día sigo cogiendo tangas de mi vecina, y me sigo corriendo y oliéndolos, además creo que cada día su hija de 20 años está más buena, quien sabe si la próxima es ella.
Sucedió una mañana hace ahora unos cuatro años. Yo vivo en un bloque de pisos, concretamente en uno de los primeros, y encima de mí, en el segundo, vive un matrimonio con su hija. La madre tiene unos treinta y ocho años y la hija unos diecisiete.
La madre, es una de esas mujeres que se llaman popularmente MILF o madre que me follaría, y es que la tía está muy buena. Tiene un culo de esos que imponen, de esos que se mueven hacia los lados al caminar como si fuera un flan o gelatina, vamos lo que es un culazo.
Sus tetas son redondas y bien puestas, colocadas en su sitio, además casi siempre va con vestidos y se le nota el tanga al caminar mientras sus nalgas se balancean al ritmo de las caderas.
Su hija sigue sus mismos pasos, tiene un culo muy parecido al de su madre, aunque la que de verdad me interesa es la mayor de la casa.
Toda esta historia comenzó hace mucho tiempo. Yo vivo en un primero, como dije antes, con mi mujer, apenas nos casamos un mes antes de lo ocurrido. Tenemos un bebé precioso y somos felices.
Mi atracción hacia la vecina o vecinas contando la hija, comenzó con la "recogida de tangas" como yo llamo. Cuando la vecina tendía ropa en su tendal, muchas veces se le caían tanguitas o braguitas y se quedaban enganchados en mi tendal.
La mayoría de las veces eran tanguitas, no se si de ella o su hija pero eran realmente preciosos. Eran pequeños y de todo tipo, de hilo, triángulo, braga tanga, etc, eran los tanguitas más excitantes que había visto en mis veintiocho años de vida, ni mi mujer tenía tangas de ese tipo.
Yo me lo pasaba realmente bien y me ponía cachondísimo, porque la mayoría me los quedaba para olerlos y correrme en ellos, e incluso le daba alguno a mi mujer empaquetado en regalo como si lo hubiera comprado para ella, solo para follarla con él puesto e imaginarme que era la vecina, aunque era imposible porque no tenía el mismo culo. También se los escondía en el cajón de los tangas para que sin darse cuenta se lo pusiera sin saber que no era de ella.
Otras veces subía a devolver alguno, sobre todo cuando se trataba de braguitas porque tampoco me interesaban tanto.
Aquella mañana, yo estaba en casa viendo la televisión, mi mujer había bajado a comprar al supermercado y decidí ir a la ventana a ver si había nueva cosecha.
Y si, allí estaba el tanguita mas guarro que pude rescatar de mi vecina, el tanga que mas cachondo me ha puesto, ni mi propia mujer me ha puesto tan cachondo.
Era realmente pequeño, de hilo, de color rosa, con bordeado negro, era tan pequeño que no me lo imaginaba puesto en ese coño y ese culo tan carnoso, era imposible. Me di cuenta lo guarra que era mi vecina y ya no sabía si los tangas se caían sin querer o a propósito. Me puse realmente cachondo, la polla se me puso como una barra de salchichón, si mi mujer hubiera estado en ese momento en casa le hubiera metido la polla hasta por las orejas. E incluso le saque fotos para enseñar a mis amigos.
Decidí subir a dárselo y saber si era de ella o de su hija.
Cuando subí llamé a la puerta y abrió ella, le dije que había cogido el tanga en mi tendal y que subía a devolvérselo. Ella sonrió y me dijo: quieres entrar a ponérmelo.
En ese momento me subió una adrenalina por el cuerpo que pensé que me desmayaría, la polla me latía de lo gorda que la tenía y empecé a sudar frío de nervios.
No creía lo que estaba escuchando, me había dicho que entrara a ponérselo y no sabía como reaccionar. Me quede paralizado y respondí: perdón?, no te escuchado bien.
Ella me cogió del brazo y me metió para dentro.
Le dije: estas sola en casa?, y me respondió: si, mi hija está en el instituto y mi marido trabajando.
Le dije que si no estaría bien lo que íbamos a hacer pero me agarro y me dijo: tranquilízate nene, te va a gustar, nadie se va a enterar de esto, ya lo verás, relájate.
En ese momento pensé y me dije: ¡que coño! Llevo años deseando cojerme a esta tía, quizás no tenga más oportunidades.
Me llevó a la habitación de su hija y cerro la puerta, no entendía por qué allí y no en su habitación, quizás para no dejar huella y que su marido se diera cuenta.
Me cogió por el culo y me acerco a ella, y empezamos a besarnos chupándonos la boca el uno al otro y la lengua, mezclando su saliva con la mía.
Me bajó la bragueta del pantalón y me sacó la polla, estaba chorreando, dijo: dios, cariño que polla tienes, y se la metió entera en la boca. La chupó como si fuera un chupa chups. Se la metía, se la sacaba, se la pasaba por las tetas y la volvía a chupar. Me la lubricó como mi mujer nunca había hecho antes. La puse en pie y le descubrí completamente las tetas, redondas y subidas. Le chupé los pezones y se los mordí, era increíble, que ricas sabían esas tetas. Se apartó y se subió el vestido, no llevaba tanga ni nada, y es que resulta que el tanga que se había caído, era el que llevaba puesto, por eso me decía que si entraba a ponérselo. Se arrimó a la mesa de estudio de la hija y poniéndose en posición de perra me dijo: vamos métemela, quiero que me la metas entera en el coño.
Me acerque a ella y me escupí en la polla para que entrará mejor, le toque ese coño depilado con mi punta de la polla y empecé a moverla para lubricar sus labios.
¡ohh vamos métela nene!, joder, el coño estaba chorreando, la tía estaba calentísima.
Acerque la polla y entró sola. ¡ joder que bien entra, que pedazo de coño!.
Estaba calentísimo, sus paredes me apretaban la polla, que gusto, era muy húmedo y un auténtico placer.
La folle y por un momento casi me corro, saque la polla y le mojé un poco la nalga de semen, aunque aguante y se la volví a meter.
Se puso derecha y me empujo contra la cama para que me sentará, sacó uno de los tangas de su hija del cajón, el más provocativo de la hija y me lo puso en la boca: vamos cómetelo, se que quieres follarte a mi hija; y se sentó encima de mi metiéndose la polla entera. Como follaba la tía, no paraba, se la metía entera.
Aún aluciné más cuando se puso en pie y me dijo: quiero que me la metas por detrás; sin pensármelo dos veces me puse en pie la empuje contra la cama y le escupí en la raja del culo. Se la metí muy lentamente, que gran culo, era tierno y se movía para todos los lados. La follé por detrás y tuve que sacar la polla de nuevo porque casi me corro otra vez. Le mojé con lefa el coño y la cogí en cuello por la cintura metiéndole la polla otra vez en el coño.
Como se movía, abajo, arriba, abajo, arriba. No aguanté más y me dispuse a correrme.
¡ahhh me corro, me corro!; correte dentro cielo, no te preocupes.
Le llene el coño de lefa y cuando la saque goteaba por sus nalgas cayendo todo al suelo de la habitación de su hija.
Me limpié con el tanga de su hija y me lo regalo junto al suyo para tener un recuerdo.
Se bajo el vestido de nuevo y salimos de la habitación. Nadie se debe enterar de esto, me dijo, y yo como fiel que soy cerré la boca con cremallera.
Le dije que había sido fantástico y que me había encantado, nos besamos y salí de allí
Bajé y entre en mi casa, allí estaba mi mujer haciendo la comida. Entré en el baño y me di una ducha, después escondí los tangas junto a los otros y me fui a comer.
Hoy en día sigo cogiendo tangas de mi vecina, y me sigo corriendo y oliéndolos, además creo que cada día su hija de 20 años está más buena, quien sabe si la próxima es ella.
3 comentarios - Me coji a mi vecina culona