Hola mi nombre es Daniel, estoy casado con Silvia desde hace ya 11 años y desde el primer día de casados, e incluso antes de casarnos, yo le pedía a Silvia que me diera la colita, esa que me vuelve loco ya que para mi gusto tiene la mejor cola del mundo, con unos cachetitos bien redonditos y siempre paradita. Ella siempre me la negaba y eso que me la había prometido para después del casamiento, luego de un par de años tanta insistencia dio sus frutos. Una tarde al llegar a casa luego de haber estado de guardia (mi trabajo consiste en guardias de 24 horas y 48 horas de franco), Silvia me recibió con un top y una minifalda que no le tapaba casi nada y cuando me dio la espalda, luego de darme un cariñoso beso, pude ver la base de esa colita que ha llegado a quitarme el sueño. Estuvo súper mimosa incluso durante la cena y después de comer, se sentó a mi lado y abrazándome me preguntó: “¿Qué medidas tiene tu pija?”
Esta pregunta me dejó helado puesto que ella no es de hablar así, es más bien educada y esa clase de preguntas no las hace, o al menos no las hacía hasta esa noche, y a lo que mi repuesta fue: “No se, hace mucho que no la mido y ya ni me acuerdo de cuanto medía la última vez que lo hice”. Me abrazó, me dio un hermoso beso y dijo: “Vamos a medirla entonces”. Yo no podía salir de mi asombro, pero sin dudarlo me saqué el pantalón y ya en calzoncillos, de solo pensar lo que se podía llegar a venir, mi pija comenzó a crecer formando una carpa enorme.
Silvia la miró, esbozó una sonrisa pícara, se levantó, fue hasta el modular y tomó un centímetro del costurero, vino hacia mí, me abrazó y comenzó a besarme a la vez que me frotaba mi pija por encima del calzoncillo, la miró y me dijo: “Pobre, parece que va a explotar”. Con una de sus manos empezó a bajarme lentamente el slip que llevaba puesto y cuando mi pija quedó totalmente al descubierto Silvia se agachó, tomó mi verga entre sus manos y le dio un pequeño beso sobre la cabeza, luego otro y se la metió casi toda en la boca de un solo bocado, lo que provocó en mi un efecto alucinante.
Luego de un rato de estar mete y saca de su boca la sacó, tomó el centímetro y la midió diciendo: “Tiene 5,4 cm. de ancho, creo que va a andar bien”. Yo no entendía nada, entonces dijo: “Amor hace rato que vos me pedís que te de mi colita. Yo te propongo algo: yo dejo que vos me hagas la cola pero a cambio de ello vos me tenés que dar la tuya primero”.
Yo lo pensé un ratito y con tal de hacerle esa colita que siempre desee no lo dudé más y acepté. Ella se fue, pidiéndome que me quedara y que fuera cuando ella me llamara, pasaron como cinco minutos y me llamó, al entrar la encontré recostada sobre la cama totalmente desnuda cubierta solamente con una fina tanga color negra. Me hizo un ademán con la mano para que me acercara y me hizo poner en cuatro patas sobre ella quedando a modo de 69, tomó mi pija con una mano y se la introdujo nuevamente en la boca y sin sacarla comenzó a frotar lentamente el orificio de entrada de mi ano, luego estiró su mano hacía la mesa de noche y tomó un pote de crema y algo que no alcancé a ver que era, sacó mi verga de su boca y se corrió unos centímetros más atrás y untó mi culito con crema.
Paso seguido comenzó a meterme muy lentamente un dedo en el orto, y cuando estuvo lo suficientemente metido empezó el mete y saca hasta que mi ano quedó lo suficientemente dilatado como para meter dos dedos y luego repitió la escena anterior. Yo a esta altura no sabía que sentir, tenia un especie de dolor seguido de excitación que no me permitía definir si realmente disfrutaba lo que me estaba pasando o no, lo que les puedo asegurar es que mi pija estaba a mil, casi a punto de reventar.
Luego de unos minutos sentí como sus dedos salían de mi ano y eran reemplazados por algo frío, quise darme vuelta y ver que era pero me lo impidió con un chistido, entonces me relajé y la dejé hacer. Algo que no adivinaba que era, se fue abriendo paso entre los esfínteres de mi culo. Miré hacia la cama y cuando vi su tanga no lo dudé, se la saqué de un tirón, le entreabrí un poco las piernas y comencé a pasarle la lengua sobre la raja, sentí como ella misma aflojó las piernas para que yo pudiera entrar con más facilidad, al mismo tiempo que comenzaba a meterme y sacarme eso de mi culo yo por mi parte empecé a lamer su clítoris que se fue poniendo rígido al paso de mi lengua.
Silvia se retorcía y jadeaba de placer y entonces sin sacarme nada del culo tomó mi pija y se la metió en la boca y chupando y metiendo y sacando y yo metido de lleno en la conchita de mi mujer acabamos en el mejor orgasmo que he tenido en mi vida. Luego lentamente fue sacando el aparato de mi ano y me lo mostró: era un masajeador capilar que habíamos comprado tiempo atrás y que tenia forma cilíndrica con punta redondeada, demasiado parecido a un vibrador de esos de metal que se venden en los sexshops. Me di vuelta, nos besamos y le dije: “Ahora me toca a mi”. Ella me miró, tenia el rostro sumamente relajado, se notaba que había acabado en buena forma y me dijo “Si mi amor, pero dejame recuperarme, estoy exhausta”.
Nos levantamos y fuimos al baño. Yo sentía un dolor rarísimo en mi culo, pero a la vez me sentía excitado por la experiencia de haber sido desvirgado por mi mujer, nos lavamos y volvimos a la cama. Cuando nos acostamos, Silvia dijo: “Se suave por favor”. No terminó de decir esto que yo ya estaba detrás suyo, la coloqué en posición de perrito, tomé un poco de crema y se la coloqué en la puerta de su culito, luego metí un dedo y para mi sorpresa le entró con mucha facilidad.
Luego de un rato de meterle y sacarle el dedo unté mi pija con crema y se la apoyé en la entradita del ano. Yo miraba extasiado, no podía creer que por fin le estuviera por romper el culito a mi mujer. Muy lentamente fui enterrando mi verga en su culo y sin perderme detalle se la metí hasta el fondo y comencé a bombearla, primero lento y luego más fuerte.
Silvia gemía y decía palabras que yo no entendía, de pronto levantó la cabeza y empezó a mirarme por encima de su hombro, su rostro reflejaba que estaba disfrutando de mi cogida y me dijo: “¿Te gusta amor?, ¿Te gusta romperme el culito? Mirá como me haces gozar guacho, me estás culeando, me estas rompiendo el orto mi vida, seguí así, no pares, me encanta, quiero más, movete más, siii!!”. No paraba de decirme estas cosas y no aguanté más y acabé, llenando el interior de su ano con mi leche. Lentamente me moví un poco más, y gritando de una manera que nunca lo había hecho Silvia acabó de un orgasmo espectacular y ruidoso, nos tiramos en la cama yo sobre ella sin sacarle mi pija de su culo, la besé y se la saqué muy despacio. Silvia se dio vuelta, nos abrazamos y besamos y me entonces me preguntó: “¿Lo disfrutaste, mi vida?”. Mi respuesta era más que obvia: “Por supuesto mi amor, fue un sueño hecho realidad, ¿y vos? “. A lo que ella me dijo, a modo de confesión:
-Yo también gocé como una loca, me arrepiento de no haberte dado mi cola mucho antes, pero debo hacerte una confesión… Te hice una trampita… Durante varias noches que vos estuviste de guardia estuve ablandando mi culo con el masajeador, por eso cuando vos me metiste tu pija yo disfruté y no sentí dolor alguno… ¿Me perdonas?”
No hacia falta respuesta… La besé con pasión y nos dormimos abrazados, esa fue la primera vez que le hice la cola a mi mujer. Me costó la mía, ¿Pero quién me quita lo bailado?
Esta pregunta me dejó helado puesto que ella no es de hablar así, es más bien educada y esa clase de preguntas no las hace, o al menos no las hacía hasta esa noche, y a lo que mi repuesta fue: “No se, hace mucho que no la mido y ya ni me acuerdo de cuanto medía la última vez que lo hice”. Me abrazó, me dio un hermoso beso y dijo: “Vamos a medirla entonces”. Yo no podía salir de mi asombro, pero sin dudarlo me saqué el pantalón y ya en calzoncillos, de solo pensar lo que se podía llegar a venir, mi pija comenzó a crecer formando una carpa enorme.
Silvia la miró, esbozó una sonrisa pícara, se levantó, fue hasta el modular y tomó un centímetro del costurero, vino hacia mí, me abrazó y comenzó a besarme a la vez que me frotaba mi pija por encima del calzoncillo, la miró y me dijo: “Pobre, parece que va a explotar”. Con una de sus manos empezó a bajarme lentamente el slip que llevaba puesto y cuando mi pija quedó totalmente al descubierto Silvia se agachó, tomó mi verga entre sus manos y le dio un pequeño beso sobre la cabeza, luego otro y se la metió casi toda en la boca de un solo bocado, lo que provocó en mi un efecto alucinante.
Luego de un rato de estar mete y saca de su boca la sacó, tomó el centímetro y la midió diciendo: “Tiene 5,4 cm. de ancho, creo que va a andar bien”. Yo no entendía nada, entonces dijo: “Amor hace rato que vos me pedís que te de mi colita. Yo te propongo algo: yo dejo que vos me hagas la cola pero a cambio de ello vos me tenés que dar la tuya primero”.
Yo lo pensé un ratito y con tal de hacerle esa colita que siempre desee no lo dudé más y acepté. Ella se fue, pidiéndome que me quedara y que fuera cuando ella me llamara, pasaron como cinco minutos y me llamó, al entrar la encontré recostada sobre la cama totalmente desnuda cubierta solamente con una fina tanga color negra. Me hizo un ademán con la mano para que me acercara y me hizo poner en cuatro patas sobre ella quedando a modo de 69, tomó mi pija con una mano y se la introdujo nuevamente en la boca y sin sacarla comenzó a frotar lentamente el orificio de entrada de mi ano, luego estiró su mano hacía la mesa de noche y tomó un pote de crema y algo que no alcancé a ver que era, sacó mi verga de su boca y se corrió unos centímetros más atrás y untó mi culito con crema.
Paso seguido comenzó a meterme muy lentamente un dedo en el orto, y cuando estuvo lo suficientemente metido empezó el mete y saca hasta que mi ano quedó lo suficientemente dilatado como para meter dos dedos y luego repitió la escena anterior. Yo a esta altura no sabía que sentir, tenia un especie de dolor seguido de excitación que no me permitía definir si realmente disfrutaba lo que me estaba pasando o no, lo que les puedo asegurar es que mi pija estaba a mil, casi a punto de reventar.
Luego de unos minutos sentí como sus dedos salían de mi ano y eran reemplazados por algo frío, quise darme vuelta y ver que era pero me lo impidió con un chistido, entonces me relajé y la dejé hacer. Algo que no adivinaba que era, se fue abriendo paso entre los esfínteres de mi culo. Miré hacia la cama y cuando vi su tanga no lo dudé, se la saqué de un tirón, le entreabrí un poco las piernas y comencé a pasarle la lengua sobre la raja, sentí como ella misma aflojó las piernas para que yo pudiera entrar con más facilidad, al mismo tiempo que comenzaba a meterme y sacarme eso de mi culo yo por mi parte empecé a lamer su clítoris que se fue poniendo rígido al paso de mi lengua.
Silvia se retorcía y jadeaba de placer y entonces sin sacarme nada del culo tomó mi pija y se la metió en la boca y chupando y metiendo y sacando y yo metido de lleno en la conchita de mi mujer acabamos en el mejor orgasmo que he tenido en mi vida. Luego lentamente fue sacando el aparato de mi ano y me lo mostró: era un masajeador capilar que habíamos comprado tiempo atrás y que tenia forma cilíndrica con punta redondeada, demasiado parecido a un vibrador de esos de metal que se venden en los sexshops. Me di vuelta, nos besamos y le dije: “Ahora me toca a mi”. Ella me miró, tenia el rostro sumamente relajado, se notaba que había acabado en buena forma y me dijo “Si mi amor, pero dejame recuperarme, estoy exhausta”.
Nos levantamos y fuimos al baño. Yo sentía un dolor rarísimo en mi culo, pero a la vez me sentía excitado por la experiencia de haber sido desvirgado por mi mujer, nos lavamos y volvimos a la cama. Cuando nos acostamos, Silvia dijo: “Se suave por favor”. No terminó de decir esto que yo ya estaba detrás suyo, la coloqué en posición de perrito, tomé un poco de crema y se la coloqué en la puerta de su culito, luego metí un dedo y para mi sorpresa le entró con mucha facilidad.
Luego de un rato de meterle y sacarle el dedo unté mi pija con crema y se la apoyé en la entradita del ano. Yo miraba extasiado, no podía creer que por fin le estuviera por romper el culito a mi mujer. Muy lentamente fui enterrando mi verga en su culo y sin perderme detalle se la metí hasta el fondo y comencé a bombearla, primero lento y luego más fuerte.
Silvia gemía y decía palabras que yo no entendía, de pronto levantó la cabeza y empezó a mirarme por encima de su hombro, su rostro reflejaba que estaba disfrutando de mi cogida y me dijo: “¿Te gusta amor?, ¿Te gusta romperme el culito? Mirá como me haces gozar guacho, me estás culeando, me estas rompiendo el orto mi vida, seguí así, no pares, me encanta, quiero más, movete más, siii!!”. No paraba de decirme estas cosas y no aguanté más y acabé, llenando el interior de su ano con mi leche. Lentamente me moví un poco más, y gritando de una manera que nunca lo había hecho Silvia acabó de un orgasmo espectacular y ruidoso, nos tiramos en la cama yo sobre ella sin sacarle mi pija de su culo, la besé y se la saqué muy despacio. Silvia se dio vuelta, nos abrazamos y besamos y me entonces me preguntó: “¿Lo disfrutaste, mi vida?”. Mi respuesta era más que obvia: “Por supuesto mi amor, fue un sueño hecho realidad, ¿y vos? “. A lo que ella me dijo, a modo de confesión:
-Yo también gocé como una loca, me arrepiento de no haberte dado mi cola mucho antes, pero debo hacerte una confesión… Te hice una trampita… Durante varias noches que vos estuviste de guardia estuve ablandando mi culo con el masajeador, por eso cuando vos me metiste tu pija yo disfruté y no sentí dolor alguno… ¿Me perdonas?”
No hacia falta respuesta… La besé con pasión y nos dormimos abrazados, esa fue la primera vez que le hice la cola a mi mujer. Me costó la mía, ¿Pero quién me quita lo bailado?
11 comentarios - La primera vez que le hice la cola a mi mujer.
jajajaja