Salió de su casa apurado.
Roberto, su nombre. Casado desde hace 30 años, dos hijos adultos totalmente independizados. 55 años . Su vida transcurría entre su trabajo y su casa. Una vida totalmente rutinaria que todos sus vecinos conocían.
Viajaba a la ciudad desde el suburbio donde vivía a hacer trámites, solo, escuchando jazz en su auto.
Pero hoy, en la parada del bus estaba Luciana. Muchas veces la había visto en ese lugar, pero nunca se había decidido a hablarle. Hasta hoy.
40 años, casada, dos hijos. Ojos verdes, cabello castaño claro y un cuerpo espectacular. Muchas noches soñaba con ella, mientras su mujer dormía a su lado.
Nunca habían tenido ningún contacto, pero de un tiempo a esta parte, cuando se cruzaban en la calle, ella empezó a saludarlo muy amable, lo que aceleró su morbo. Una cosa era cuando la miraba y ella no registraba su presencia, pero el hecho de que ahora lo saludaba le daba esperanzas y le hacía funcionar su cabeza a mil.
Detuvo su marcha. No había nadie en la calle, como siempre a esta hora. Ella lo miró.
- Buenos días, Luciana
- Buenos días, contestó ella muy amable.
- No quiero molestarte pero tal vez pueda llevarte adonde vas.
Luciana miró alrededor. Nadie observaba la escena. Pensó un momento y se acercó a la ventanilla del acompañante, que Roberto había bajado.
- Voy hasta el centro y parece que este ómnibus no llegará nunca. ¿ No te desvío de tu camino?
- Para nada. Yo también voy al centro, sube, por favor.
Calzas negras ajustadas. Botas cortas, y campera mas abajo de la cintura. Roberto no pudo menos que observarla cuando se sentó a su lado. Lentamente arrrancó.
- El transporte anda cada vez peor, dijo tratando de romper el hielo.
- Si, para colmo mi esposo viaja y se lleva el auto el auto así que este día de la semana tengo que viajar en bus.
La charla siguió así, intrascendente, pero el clima en el auto, no era intrascendente. La tensión sexual de Roberto era evidente, aunque trataba de disimular. Luciana sentía la excitación pero trataba de hacerse la desentendida aunque en realidad le gustaba la situación. Su marido era un buen hombre, pero muy primitivo. Nada que ver con sus apetitos intelectuales. En cambio Roberto daba toda la impresión de ser una persona más cultivada y con la cual seguramente tenía muchas cosas en común para charlar. Y este viaje fue la demostración. Música, cine, literatura, pasaron por esa hora de viaje sin pausas, haciendo que ambos se sintieran muy cómodos.
Encontraron que compartían gustos musicales y literarios. Que los perdía el cine europeo, y clásico. Luciana descubrió que en todos esos temas Roberto la doblaba en conocimientos. Los años de más marcaban la diferencia.
Luego de un rato que ambos no querían que terminara nunca, llegaron a destino.
- ¿ Dónde te conviene bajar?, preguntó Roberto solícito
- Dejame donde quieras, yo me arreglo. No quiero robarte más tiempo, dijo Luciana suavemente.
- Por favor, nada mas lejos que robarme nada. Hacía mucho que no disfrutaba tanto una charla con alguien.
- Bueno si me acercas a 3 y 52 te lo agradeceré.
- Dalo por hecho, dijo Roberto y de inmediato tomó el camino hasta esa dirección.
En 10 minutos estacionaba en esa esquina.
- Bueno, te agradezco el transporte. Si no hubiera sido por tí llegaba tarde, dijo Luciana sonriendo.
- Por favor. No todos los días uno tiene la oportunidad de viajar acompañado de una persona tan interesante como tú. No quisiera ofenderte, pero yo tengo un par de horas de gestiones y luego estoy libre. ¿ Te molesta que nos encontremos para tomar algo, y quizás viajar juntos de regreso?
Luciana pensó un instante mientras bajaba del auto. Cerró la puerta y le habló a través de la ventanilla.
- 11,30 en el café Real de aquí a la vuelta, te parece?; y si coincidimos en el tiempo, no tengo problemas en volver contigo. Es más me harías un gran favor, dijo sonriendo.
- Perfecto, 11,30 entonces, dijo Roberto y arrancó lentamente.
Le costó trabajo concentrarse en el tránsito. Tenía que encontrarse en un par de horas con una de las mujeres más atractiva que conocía e iba a poder hablar con ella a solas, quizás por única vez en su vida. Sacudió sus fantasías y se concentró en el trabajo que tenía que terminar, ahora sí, antes de las 11.
….
Luciana se alejó asustada. Pensó que había demostrado demasiado interés en encontrarse con ese hombre. Y es que siempre le había llamado la atención. Los comentarios que había escuchado siempre lo presentaban como un tipo muy inteligente, de carácter fuerte y sin pelos en la lengua, y había comprobado por sí misma, lo acertado del diagnóstico. Lo peor era que esa inteligencia la atraían físicamente. No es que fuera una belleza, pero la diferencia con su esposo era notoria. Su marido era un buen hombre, muy trabajador, pero muy primitivo en cuanto a cultura. Extrañaba las conversaciones inteligentes, y en este hombre las encontraba. Sabía que cuando volvieran a su comunidad, no iba a poder seguir hablando con él. Sabía que este día era la única oportunidad que tenía de conocerlo y disfrutarlo. ¿ Disfrutarlo? La palabra le dio vuelta en la boca como un caramelo. ¿ Disfrutarlo hasta donde?.
…
11,15 Roberto estaba en un negocio frente al café. Había terminado de organizar todo. Hacía que miraba los artículos a la venta, pero en realidad, vigilaba si Luciana llegaba. Necesitaba que ella llegara primero y lo esperara. Quería hacerse desear.
Faltando un par de minutos para las 11, 30 Luciana bajó de un taxi e ingresó presurosa al café. Roberto esperó un par de minutos más, y saliendo del negocio cruzó la calle y traspuso la puerta. De inmediato la vio en una mesa del fondo, bien alejada de las ventanas, pero hizo como que la buscaba sin encontrarla. Un gesto con la mano de Luciana llamó su atención y devolviendo el gesto se dirigió hacia donde estaba ella.
- Disculpa la demora, pero el tránsito está imposible, y encontrar donde estacionar siempre es un problema.
- No te preocupes. Yo también recién llego. Estos trámites son interminables, dijo ella con una voz alegre y distendida.
- ¿ Ya pediste algo? Preguntó él solícito
- No aún. Te esperaba.
- Bueno ¿ qué quieres tomar?
- Un cortado, quizás
- ¿ Quieres comer algo?
- No, gracias.
Se acercó el mozo y Roberto pidió dos cortados.
- ¿ Terminaste la tarea? Preguntó ella
- Si. Creo que hasta ahora he completado todo lo que venía a hacer, dijo Roberto sonriente.
- Yo también, contestó ella.
- Bien, entonces podemos volver juntos, afirmó mas que preguntó Roberto.
- No quisiera molestarte.
- No es molestia.
- Pero es que me da no se qué que nos vean volver juntos.
- Pero no tiene nada de malo.
- Pero si tu esposa se enterara.........
- Para el caso sería igual si tu esposo se enterara..... o no?
- Mi esposo se entera de muy pocas cosas de las que a mi me pasan, dijo poniéndose seria.
- Vamos Luciana. Eres muy atractiva. Seguramente tu esposo se muere por estar a tu lado.
- No te creas. Lo único que le preocupa es su trabajo y el dinero.
- Pero es para que tu vivas mejor. Tienes que entenderlo.
- Si lo entiendo. Pero algunas veces desearía que fuera distinto. Que se preocupara más por otras cosas.
La llegada del mozo con los cafés los interrumpió, y les permitió a ambos pensar como seguir.
Roberto estaba decidido a aprovechar este encuentro.
Luciana se frenaba para no avanzar más, y tratando de evitar, con pocas ganas, que el macho la avanzara, cosa que parecía evidente e inevitable.
Roberto se entretuvo revolviendo el café. Levantó la mirada de la taza y la miró fijamente.
- Debo confesarte algo. Siempre me pareciste una persona muy inteligente, aunque nunca tuve la oportunidad de acercarme a tí.
Un silencio espeso, cayó sobre la mesa mientras Roberto tomaba un sorbo de café.
- Nunca entendí tampoco, como te habías casado con tu marido. No me malinterpretes, por favor. Es un buen hombre. Lo conozco, pero Uds. son muy diferentes.
- Te entiendo. Si , en verdad parece extraño, pero cuando nos conocimos no eramos diferentes. Teníamos los mismos gustos. Con el tiempo fue sumergiéndose en su trabajo y abandonó todo lo demás, dijo Luciana con tristeza.
- Bueno, mira, hagamos una cosa. Para evitarnos problemas, te llevaré hasta el pueblo antes, y desde allí tomas el bus y llegas a tu casa como si nada. ¿ te parece?. Al menos tendremos un rato para conversar, dijo con inocencia.
Luciana pareció decepcionada.
- Me parece una buena idea, aunque si prefieres me llevas a la terminal y tomo el bus desde aquí, dijo resentida.
- Te has enojado, lo lamento. Es que pensé que te importaba el que dirán de nuestra ciudad. Por el contrario nada me daría mas placer que pasar el resto del dia contigo, te lo puedo asegurar.
- No te creo, pero te agradezco la elegancia, dijo con una sonrisa
Roberto, cada minuto que pasaba, estaba más convencido de que necesitaba poseer a esa mujer, y que además a ella no le desagradaba la idea. El problema era quebrar su resistencia de esposa fiel. Pero la fe mueve montañas.
Luciana se sentía profundamente atraída por Roberto, pero decidió no darle más oportunidades de avanzar. Si el insistía ella no podría resistirse, y no quería serle infiel a su esposo.
Ninguno conocía los pensamientos del otro, y se medían en silencio tratando de adivinar el próximo paso que darían. Con curiosidad, y también con deseo. Roberto estudiando como convencerla y Luciana pensando en como evitar el acercamiento.
El diálogo se hizo íntimo por momentos, pero sin llegar nunca a dar la oportunidad de algo más. Roberto, por fin parecía darse por vencido, y Luciana, se sentía segura.
El hombre se disculpó y levantándose de la mesa efectuó una llamada por celular. Luciana pensó por los gestos que era una llamada de negocio. Duró apenas un minuto y Roberto volvió a sentarse.
- Perdona la interrupción, pero si me olvido de hacer esa llamada, todo el viaje de hoy no habrá tenido sentido, dijo sonriendo.
- No te preocupes. Aunque debo confesarte que para mi ha sido muy interesante. Tuve oportunidad de conocer a una persona muy interesante, dijo ella ya segura de que nada iba a pasar, pero a la vez, un poco decepcionada . No era fácil que volvieran a coincidir.
- En cambio para mi no fue una sorpresa. De verte pasar solamente, me imaginaba lo que sería tenerte cerca, conversar contigo, y debo confesar que las sensaciones fueron más fuertes que las que yo pensaba, dijo sonriendo.
- ¿ Sensaciones? Preguntó Luciana volviendo a jugar con fuego.
- No quiero ofenderte. En realidad me resultaste siempre muy atractiva e imaginé que tenerte a mi lado iba a provocar en mi ciertas reacciones, me entendés.....
- No, no entiendo, dijo inocentemente
- Me excitas mucho Luciana, eso es lo que me pasa cuando estoy cerca tuyo.
- Te agradezco, pero somos casados, y no podemos jugar este juego dijo poniéndose seria.
- Lo se Luciana, es solo una fantasía, espero que no te ofendas, pero siento que si hicieramos el amor lo disfrutaríamos mucho.
- Ni lo pienses. No podemos jugar con fuego.
- Está bien, pero al menos, entre nosotros, dime: Si no estuviéramos casados ¿ No te gustaría?
- Nunca lo vas a saber, dijo ella con una sonrisa que era toda una respuesta.
Terminaron el café, sin decir nada más. Todo estaba dicho.
Salieron del local y se dirigieron hasta el estacionamiento subterráneo donde Roberto había dejado el auto.
Cuando abrió la puerta una pistola se apoyó en su cabeza, mientras que lo mismo le pasaba a Luciana.
- Quietos los dos, dijo una voz
Rapidamente les colocaron una capucha y un precinto en las muñecas y los hicieron subir en el asiento trasero acostándolos en el piso, uno encima del otro. Luciana temblaba.
- Si emiten un solo quejido, es lo último que van a hacer.
Uno de los malechores buscó el ticket del estacionamiento y fue a pagar. El otro puso en marcha el auto y esperó. Al minuto subió el que faltaba y salieron.
- Creo que hemos tenido suerte, comentaba uno de los secuestradores.
- Si, creo que llevamos una buena pieza.
- Lo único que espero es que no sean un matrimonio, porque eso nos quitaría algo de diversión.
- No creo. Me parece que entre ellos no hay nada. En fin. Cuando lleguemos vamos a enterarnos.
Luciana, luego de escuchar esto, trató despacio de acercar su cabeza a la de Roberto.
- Por favor, susurró, dile que estamos casados
- Pero no es cierto y nos van a descubrir.
- Por favor, hazlo
- No sé, dudaba Roberto.
- Si en verdad te gusto, lo harás, dijo Luciana prometiendo más de lo que estaba dispuesta a conceder.
Luego de un minuto de silencio, mientras Roberto evaluaba las posibilidades, aceptó.
El viaje siguió por un rato. Por fin, el auto se detuvo, una cortina se abrió e ingresaron.
Encapuchados fueron llevados a una habitación bien iluminada, sin ventanas. En ella había un sillón grande y una cama king size.
Les desataron las muñecas y los dejaron allí, de pie, espalda con espalda. La pareja escuchó como la puerta se cerraba.
- Buenas tardes, dijo una voz grave a través de un parlante, pueden sacarse la capucha, si gustan
Lentamente Roberto se la quitó y le costó un rato acostumbrarse a la luz. Luciana más timidamente hizo lo propio.
- Los hemos tratado bastante bien, dadas las circunstancias. Seguramente querrán saber de que va esto, y se los contaré en detalle.
Luciana y Roberto se miraron y buscaron el lugar de donde salía la voz.
- Les aconsejo sentarse y ponerse cómodos, cosa que hicieron lentamente usando el sillón del lugar.
- Mis amigos y yo hemos descubierto un negocio muy interesante, que además de darnos bastante dinero, nos da algunas otras satisfacciones.
- Estamos en el negocio de los videos amateurs para adultos, pero con una idea original. En estos videos normalmente actúan profesionales que se hacen los principiantes y esto le quita veracidad a la historia. Nosotros, en cambio, utilizamos personas reales de carne y hueso que nada tienen que ver con el porno, y hoy Uds. han sido elegidos.
- No vamos a participar de algo así, dijo Roberto enojado.
- Es probable que tu no participes si no quieres. Sabes que necesitamos que el hombre tenga realmente ganas para que todo salga bien. En cambio la mujer no importa. Según su disposición obtendremos sexo romántico o sexo duro, pero seguro que algo para vender vamos a tener.
- Antes que nada ¿ Uds son esposos?, preguntó la voz
- Si señor, se apresuró a contestar la mujer, tomando de la mano a Roberto.
- Hmmmmm, ¿ Están seguros?
- Por supuesto, como no vamos a estar seguros contestó Roberto, mirando a Luciana quien le agradeció con la mirada.
- Bueno, eso cambia un poco los planes. Un silencio se prolongó por unos minutos.
- Las opciones son las siguientes. Si los dos tienen ganas nos pueden deleitar con una sesión de sexo sin límites. Como son esposos no deberían tener problemas con eso, mas allá de las cámaras que van a estar filmando pero que Uds no van a ver.
- ¿ Y si no tenemos ganas?, preguntó Roberto
- Entonces, tu lugar lo ocuparán otros hombres que hasta están dispuestos a pagar encima para beneficiarse a tu mujercita.
- ¿ Y si yo no quiero? Preguntó Luciana con miedo.
- Es indistinto. Simplemente te van a forzar y tendremos un video no consentido espectacular y que son los que mejor rinden en la web. Tienen un par de minutos para tomar una decisión. Los dejo solos. El sonido se cortó.
- Yo no estoy dispuesto a entrar en este juego, dijo Roberto
- Espera, piénsalo, si no lo haces me van a violar entre varios degenerados.
- Pero no puedo hacer esto. Me gustas si, pero no de esta manera. No forzado a tener relaciones contigo. Además es probable que bajo la presión de las cámaras ni se me levante, dijo Roberto decidido.
- No estamos en condiciones de tanto detalle, Roberto. Acepta y deja que yo me encargue. Te aseguro que haré lo imposible para que te olvides de la situación y disfrutes, y así podremos irnos sanos y salvos.
- Luciana, yo quería acostarme contigo pero no de esta manera.
- No tendrás otra posibilidad por el momento, piensa en esto a la hora de actuar.
- Está bien. Pero lo hago por vos. No tengo el más puto interés de que mi cara salga en internet teniendo sexo, dijo Roberto enojado.
- Una cosa por vez. Lo primero es salir de esta situación.
Quedaron en silencio.
- ¿ Ya decidieron? , preguntó la voz.
- Si. Vamos a colaborar. Los dos, contestó Luciana
- Bueno, me alegro . En la pared detrás de Uds. hay un armario donde encontrarán la ropa que van a usar. Lo que vamos a filmar es un polvo mañanero, así que los dos se van a vestir con ropa de dormir, se van a acostar, y van a aparentar estar dormidos. Para su tranquilidad el sonido original no va a aparecer, así que podrán hablar entre Uds. libremente y también obedecer las instrucciones que van a escuchar, de acuerdo al argumento que queremos grabar. Una vez que estén acostados y dormidos, las luces se apagarán y van a volver suavemente como si estuviera amaneciendo. A partir de allí les indicaré lo que tienen que hacer. Sigan al pie de la letra mis instrucciones y todo saldrá bien y quedaremos satisfechos.
Luciana, más decidida, se dirigió al armario y se encontró con un juego de ropa interior sumamente erótico color negro, y un camisón corto haciendo juego. Roberto tomó un pijama gris claro de seda, y rápidamente comenzó a desnudarse dandole la espalda a Luciana. Se quitó toda la ropa y se vistió rápidamente para luego dirigirse a la cama y acostarse.
Luciana comenzó lentamente a quitarse la ropa, y ordenarla en el armario. Zapatos, pantalones, pullover y camisa fueron saliendo una por una hasta quedar en ropa interior. El espéctaculo que brindaba era impresionante y Roberto aunque trataba de no mirar, no podía evitarlo.
Luciana lo miró y con una mueca de disgusto, se quitó su ropa interior y rápidamente se vistió con la que había elegido. Si antes la imagen era increíble, ahora con esa ropa sexy era insoportable.
- Excelente cuerpo tienes, dijo la voz, tu marido es muy afortunado, y ahora mis clientes también. Rápido, a la cama, que no tenemos todo el dia, dijo.
Luciana se dirigió a la cama y se acostó.
- Perdona que te observé, pero eres realmente una belleza mejor de lo que yo imaginé en mis mejores sueños, dijo quedamente Roberto.
- Gracias, pero no me parece el momento para galanterías, dijo cortante, aunque en el fondo le gustó lo que le dijeron.
La luz se fue apagando.
- Bueno, ahora quiero al hombre dormido y acostado boca arriba, y la mujer de costado abrazada a él, vamos ubiquense que vuelve la luz. Los dos tienen que parecer dormidos, por supuesto.
Roberto se ubicó como le ordenaron y sintió que Luciana se acercaba a su costado y cruzaba una de sus piernas y un brazo encima de su cuerpo, apoyando la cabeza en su hombro.
- Así está perfecto. Sigan en esa posición hasta que yo les diga.
La luz fue aumentado en intensidad, hasta simular la salida del sol.
- Ahora, sin abrir los ojos , la hembra va a acariciar el pecho de su macho, con suavidad
De inmediato Luciana hizo lo que se le pedía. Roberto seguía simulando el sueño.
- Ahora vas a bajar tu mano hasta acariciar su verga por encima de la ropa. Lentamente por favor.
Luciana, tímidamente fue bajando su mano hasta pasar la cintura de Roberto y encontrando su pedazo, a través de la fina tela del pantalón comenzó a acariciarlo. Arriba y abajo, lentamente. En un par de minutos notó una reacción allí abajo. La herramienta del macho estaba respondiendo a su mano.
- Bueno, ahora el macho se moverá un poco, inquieto pero sin despertar, y separará las piernas para facilitar las caricias.
Roberto gruñó y movió la cabeza, al mismo tiempo que separaba lentamente las piernas. Ahora la mano de Luciana, no solo jugaba con su verga, sino que también tenía acceso a sus pelotas, las que comenzarón a recibir el mismo tratamiento.
Luciana estaba gratamente sorprendida. No solo porque Roberto pudo vencer el bloqueo de la cámara sino porque cargaba una herramienta importante, mas grande y gruesa que la de su marido. Sin querer comenzó a relamerse y a pensar en lo que vendría despues. A pesar del miedo, o tal vez potenciado por él, sintió que su sexo se mojaba profusamente.
- Ahora lo vas a sacar a la luz, nena, lentamente.
Luciana abrió los botones del pijama, y metiendo su mano, con esfuerzo pudo sacar la lanza.
- Vaya, vaya. Menuda tranca calza tu esposo nena. No puedes quejarte. Me va a gustar ver como te la ingenias, aunque me imagino que estás acostumbrada. Bueno ahora vas a abrir su camisa y vas a comenzar a besarlo desde el cuello y vas a seguir bajando hasta la verga que luego de besarla hasta los huevos te la vas a meter toda en la boca. Vamos
Luciana, levantándose en la cama desabrochó los botones de la camisa, y luego comenzó a besarlo en el cuello, pero además, sin que nadie se lo dijera, su mano volvió a aprisionar la verga y comenzó a masturbarla lentamente mientras venía descendiendo. Roberto tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para aguantar sin despertarse, pero lo consiguió. Sentía los besos como bajaban por su cuerpo y cuando ella llegó a su herramienta y por fin la engulló todo lo que pudo, se sintió en la gloria. Hubiera querido que esto jamás terminara.
- Muy bien. Ahora le toca al macho. Busca dormido con tu mano y toma posesión de su sexo. Lo vas a acariciar y luego le vas a meter un par de dedos.
Roberto, siempre con los ojos cerrados tanteó el cuerpo de Luciana, bajando por su espalda hasta llegar a su culo. Bajó un poco más y tropezó con su tanga. La corrió a un costado y su mano frotó el sexo de la hembra, sorprendiéndose de que estuviera totalmente encharcado. No le costó ningún esfuerzo meterle dos dedos bien adentro, y el gemido de la hembra le indicó que le gustaba mucho.
- Arráncale la tanga y cogela con tus dedos, vamos con fuerza y velocidad.
Roberto afirmó su mano en el costado de la prenda y de un tirón seco la despedazó. Volvió a introducir sus dedos y comenzó a entrar y salir del sexo de Luciana cada vez más rapido y con más fuerza. De pronto Luciana soltó su verga.
- ¡ Haaaaaaaaaa! Gritó mientras un orgasmo la arrasaba por completo.
- Muy bien señora. Improvise que sale bien.
- ¿ Qué te paso? Preguntó Roberto
- Me hiciste acabar. Nunca me había pasado
- Debe ser por el morbo de la situación, dijo Roberto.
- Bueno nena, ahora lo vas a cabalgar. Sacale el pijama, ponte de frente a el y tragate toda su herramienta y luego te quiero ver rebotar sobre el macho
Luciana se levantó y tomando el pijama de ambas piernas tiró hasta sacarlo. Luego gateó por la cama hasta pasar una de sus piernas sobre el macho. Ya en posición tomó con ambas manos la verga y acomodándola en posición, descendió sobre ella. Al principio, la presión de la cabeza era mucha pero cuando cruzó la puerta de su sexo se acomodó facilmente. Ella no creía que pudiera acomodarse tan facil. Con media verga dentro, comenzó a rebotar sobre el macho, haciendo que en cada salto, algún centímetro mas de la lanza entrara en su cuerpo.
Roberto, frente a lo caliente de la situación, desabrochó su corpiño, le sacó el camisón por encima de la cabeza, y tomó posesion de sus pechos con ambas manos comenzando a amasarlos mientras la hembra lo cogía desesperadamente .
- Bueno, te iba a pedir que le acariciaras las tetas, pero me ganaste de mano. Me parece que de ahora en más pueden seguir solos como hacen siempre.
Ninguno de los dos lo escuchó. Estaban totalmente poseídos por la lujuria del momento. Luciana se sentía llena como nunca, mientras sus tetas enviaban señales de placer que la enloquecían. Roberto sentía que una vagina humeda y apretada rodeaba su verga y se adaptaba a ella. Sentía que las paredes calientes de esa prisión lo quemaban y que su herramienta crecía y crecía sin parar. Sus pelotas estaban duras y calientes, como había mucho que no le pasaba.
- Como estoy gozando, Luciana, no te imaginas. Que perra que eres, mi madre, que pedazo de perra.
- Dame toda tu verga, animal dámela toda que me vuelvo loca
Con un giro Roberto consiguió ponerla de costado y dejando que una de sus piernas pasara bajo su cuerpo, avanzó y la empaló a voluntad.
- Ahhh, que placer, sigue, sigue, le decía ella al oído, mientras el bombeaba y bombeaba sin cesar.
Luego de un rato, completó el giro quedando sobre la hembra. En esa posición retiró su verga y acostándose sobre ella comenzó a besarla, a lo que ella respondió con ganas.
- Como me gustas, le decía el entre beso y beso, sabía que eras de fuego.
- Tu me enloqueces también, que bien que coges, me sacas totalmente.
Tomó las piernas de Luciana y levantándola sobre sus hombros acomodó su verga totalmente distentida en las puertas de su sexo. Por fin, empujó haciendo que la cabeza cruzara la frontera y un gemido de la hembra le mostró que ella lo estaba sintiendo. Se retiró y luego de un par de segundos volvió a arremeter metiendo toda su cabeza. Otro gemido le dio la bienvenida. Se retiró nuevamente.
- Por favor cogeme, le suplicó ella.
- Es que quiero poseerte por completo
- Haz lo que quiera, dijo ella
Y entonces Roberto se acomodó y cuando la vara estuvo en posición se dejó caer por completo metiendo su verga hasta las cachas, lo que provocó un aullido de la hembra
- ¡¡¡Me partes!! Me partes, alcanzó a decir, pero ya el macho había clavado su arpón hasta el fondo. El sexo para Luciana ya no volvería a ser igual.
Se quedó allí dentro un buen rato, sin moverse, disfrutando del íntimo contacto de sus cuerpos. Después, despacio comenzó a moverse. A retirarse y acercarse, haciendo que Luciana gimiera de placer.
Por fin fue tomando velocidad y de manera imparable se hundió en el cuerpo de la hembra para vaciarse a placer, mientras gritaba de placer y de deseo. Por fin, cayó sobre ella totalmente agotado.
- Muy buena ejecución. Se han lucido. Me parece que es el mejor amateur que hemos conseguido en mucho tiempo, dijo la voz.
Luciana quedó allí debajo del macho. Bajó sus piernas y despacio se movió para hacerlo girar. Roberto cayó de costado y giró hasta quedar boca arriba, tratando todavía de recuperar la respiración despues del orgasmo.
Ella giró de costado y le acarició los cabellos con ternura. Por dentro agradecía a las circunstancias que la habían obligado a entregarse a este hombre. Había recibido los minutos de placer mas intensos en mucho tiempo. Roberto había demostrado ser un amante tierno y viril, y ella se sentía satisfecha.
- Muy bien chicos, pueden vestirse. Hemos terminado.
Luciana no podía creer lo que había escuchado. Respiró profundo y levantándose de la cama, se limpió con una sábana el líquido que comenzaba a correr por sus piernas y lentamente comenzó a vestirse y arreglarse.
Luego de un instante Roberto se levantó y también se vistió.
- Ahora se van a poner las capuchas nuevamente. Los dos buscaron en el suelo y se colocaron la prenda como se les había ordenado. Cuando estuvieron cubiertos, una puerta se abrió, y alguien les aseguró nuevamente las muñecas por detrás con precintos, para de inmediato dirigirlos a la puerta y cargarlos en el asiento trasero del auto como al comienzo. El vehículo arrancó y luego de un buen rato se detuvo. Alguien abrió la puerta trasera y con un alicate cortó los precintos.
- Quédense quietos y cuenten hasta 100 y luego lentamente se pueden sacar las capuchas.
La puerta se cerró y Roberto comenzó a contar lentamente. Contó hata 150. No quería verle la cara a ninguno de los secuestradores. Por fin se quitó la capucha y se la quitó también a Luciana. La hizo sentarse en el asiento trasero junto a él.
- Esto que ha pasado ha sido terrible, dijo
- Nunca me imaginé que me pudiera pasar esto, en verdad no sabía que existían estas organizaciones, dijo Luciana compungida.
- Yo quiero disculparme por haberme aprovechado de ti, dijo Roberto
- No tienes nada que decir, Roberto. No eres responsable. Por el contrario, te portaste como todo un caballero. Me evitaste pasar por peores circunstancias, dijo Luciana tomándolo de la mano.
- Es que en verdad me gustas, y me hubiera gustado llevarte a la cama pero con tu consentimiento, dijo apretando la mano de la mujer.
- Nunca hubiera aceptado, Roberto. Soy una esposa fiel, dijo sin soltarle la mano.
Roberto giró y de improvisó la tomó del hombro y se adueñó de su boca. Luciana se sorprendió y quedó inmóvil al principio pero luego de unos segundos comenzó a responder .
Se besaron largamente. Por fin, con desgano, se separaron.
- Necesito encontrarme nuevamente contigo, esta vez sin presiones ni amenazas, dijo Roberto
- Yo también. No se que me pasa, pero siento que necesito tu pasión para seguir viviendo, dijo Luciana bajando la mirada.
Roberto miró alrededor y abriendo la puerta ocupó el asiento del conductor, invitando a Luciana a hacer lo mismo. Cuando ella se ubicó el arrancó y emprendió el regreso.
Por un rato ninguno habló.
- Déjame tu teléfono y la próxima vez que viajes combinamos para encontrarnos.
- Si Roberto, pero solo llámame por la tarde después de las 4, que es cuando estoy sola, hasta las 8. No quiero que mi marido sospeche.
- No te preocupes que seremos muy discretos. Yo también estoy casado y no quiero poner en riesgo mi matrimonio, pero lo que sentí hoy a tu lado hacía mucho que no lo sentía.
- Sinceramente, no se si lo sentí alguna vez. Debo confesar que siempre me gustaste, pero acostarme contigo, ha sido un sueño que pensé que nunca iba a concretarse, dijo Luciana.
…........
- Salió todo bien. El video es excelente, Solo tenemos que difuminar un poco los rostros para que nadie los identifique y ganaremos unos buenos pesos.
- Yo sabía que iba a dar resultado. No me equivoco con las personas
- En fin, ahora a echar a rodar el negocio. Nos vemos mas tarde, y te paso el link para que lo disfrutes.
Allí, en esa mesa de café, el hombre se quedó solo, pensando en todo lo que había pasado. Ese negocio de producciones porno amateur que tenía, daba buenas ganancias, y sabiendo usarlo también daba otras satisfacciones.
Por fin, Roberto se levantó de la silla y se dirigió a su casa. Cuando tuviera el link se lo pasaría a Luciana. Seguramente le darían ganas de repetir el encuentro del otro día, y justo mañana el tenía que viajar y tendría tiempo libre.
Roberto, su nombre. Casado desde hace 30 años, dos hijos adultos totalmente independizados. 55 años . Su vida transcurría entre su trabajo y su casa. Una vida totalmente rutinaria que todos sus vecinos conocían.
Viajaba a la ciudad desde el suburbio donde vivía a hacer trámites, solo, escuchando jazz en su auto.
Pero hoy, en la parada del bus estaba Luciana. Muchas veces la había visto en ese lugar, pero nunca se había decidido a hablarle. Hasta hoy.
40 años, casada, dos hijos. Ojos verdes, cabello castaño claro y un cuerpo espectacular. Muchas noches soñaba con ella, mientras su mujer dormía a su lado.
Nunca habían tenido ningún contacto, pero de un tiempo a esta parte, cuando se cruzaban en la calle, ella empezó a saludarlo muy amable, lo que aceleró su morbo. Una cosa era cuando la miraba y ella no registraba su presencia, pero el hecho de que ahora lo saludaba le daba esperanzas y le hacía funcionar su cabeza a mil.
Detuvo su marcha. No había nadie en la calle, como siempre a esta hora. Ella lo miró.
- Buenos días, Luciana
- Buenos días, contestó ella muy amable.
- No quiero molestarte pero tal vez pueda llevarte adonde vas.
Luciana miró alrededor. Nadie observaba la escena. Pensó un momento y se acercó a la ventanilla del acompañante, que Roberto había bajado.
- Voy hasta el centro y parece que este ómnibus no llegará nunca. ¿ No te desvío de tu camino?
- Para nada. Yo también voy al centro, sube, por favor.
Calzas negras ajustadas. Botas cortas, y campera mas abajo de la cintura. Roberto no pudo menos que observarla cuando se sentó a su lado. Lentamente arrrancó.
- El transporte anda cada vez peor, dijo tratando de romper el hielo.
- Si, para colmo mi esposo viaja y se lleva el auto el auto así que este día de la semana tengo que viajar en bus.
La charla siguió así, intrascendente, pero el clima en el auto, no era intrascendente. La tensión sexual de Roberto era evidente, aunque trataba de disimular. Luciana sentía la excitación pero trataba de hacerse la desentendida aunque en realidad le gustaba la situación. Su marido era un buen hombre, pero muy primitivo. Nada que ver con sus apetitos intelectuales. En cambio Roberto daba toda la impresión de ser una persona más cultivada y con la cual seguramente tenía muchas cosas en común para charlar. Y este viaje fue la demostración. Música, cine, literatura, pasaron por esa hora de viaje sin pausas, haciendo que ambos se sintieran muy cómodos.
Encontraron que compartían gustos musicales y literarios. Que los perdía el cine europeo, y clásico. Luciana descubrió que en todos esos temas Roberto la doblaba en conocimientos. Los años de más marcaban la diferencia.
Luego de un rato que ambos no querían que terminara nunca, llegaron a destino.
- ¿ Dónde te conviene bajar?, preguntó Roberto solícito
- Dejame donde quieras, yo me arreglo. No quiero robarte más tiempo, dijo Luciana suavemente.
- Por favor, nada mas lejos que robarme nada. Hacía mucho que no disfrutaba tanto una charla con alguien.
- Bueno si me acercas a 3 y 52 te lo agradeceré.
- Dalo por hecho, dijo Roberto y de inmediato tomó el camino hasta esa dirección.
En 10 minutos estacionaba en esa esquina.
- Bueno, te agradezco el transporte. Si no hubiera sido por tí llegaba tarde, dijo Luciana sonriendo.
- Por favor. No todos los días uno tiene la oportunidad de viajar acompañado de una persona tan interesante como tú. No quisiera ofenderte, pero yo tengo un par de horas de gestiones y luego estoy libre. ¿ Te molesta que nos encontremos para tomar algo, y quizás viajar juntos de regreso?
Luciana pensó un instante mientras bajaba del auto. Cerró la puerta y le habló a través de la ventanilla.
- 11,30 en el café Real de aquí a la vuelta, te parece?; y si coincidimos en el tiempo, no tengo problemas en volver contigo. Es más me harías un gran favor, dijo sonriendo.
- Perfecto, 11,30 entonces, dijo Roberto y arrancó lentamente.
Le costó trabajo concentrarse en el tránsito. Tenía que encontrarse en un par de horas con una de las mujeres más atractiva que conocía e iba a poder hablar con ella a solas, quizás por única vez en su vida. Sacudió sus fantasías y se concentró en el trabajo que tenía que terminar, ahora sí, antes de las 11.
….
Luciana se alejó asustada. Pensó que había demostrado demasiado interés en encontrarse con ese hombre. Y es que siempre le había llamado la atención. Los comentarios que había escuchado siempre lo presentaban como un tipo muy inteligente, de carácter fuerte y sin pelos en la lengua, y había comprobado por sí misma, lo acertado del diagnóstico. Lo peor era que esa inteligencia la atraían físicamente. No es que fuera una belleza, pero la diferencia con su esposo era notoria. Su marido era un buen hombre, muy trabajador, pero muy primitivo en cuanto a cultura. Extrañaba las conversaciones inteligentes, y en este hombre las encontraba. Sabía que cuando volvieran a su comunidad, no iba a poder seguir hablando con él. Sabía que este día era la única oportunidad que tenía de conocerlo y disfrutarlo. ¿ Disfrutarlo? La palabra le dio vuelta en la boca como un caramelo. ¿ Disfrutarlo hasta donde?.
…
11,15 Roberto estaba en un negocio frente al café. Había terminado de organizar todo. Hacía que miraba los artículos a la venta, pero en realidad, vigilaba si Luciana llegaba. Necesitaba que ella llegara primero y lo esperara. Quería hacerse desear.
Faltando un par de minutos para las 11, 30 Luciana bajó de un taxi e ingresó presurosa al café. Roberto esperó un par de minutos más, y saliendo del negocio cruzó la calle y traspuso la puerta. De inmediato la vio en una mesa del fondo, bien alejada de las ventanas, pero hizo como que la buscaba sin encontrarla. Un gesto con la mano de Luciana llamó su atención y devolviendo el gesto se dirigió hacia donde estaba ella.
- Disculpa la demora, pero el tránsito está imposible, y encontrar donde estacionar siempre es un problema.
- No te preocupes. Yo también recién llego. Estos trámites son interminables, dijo ella con una voz alegre y distendida.
- ¿ Ya pediste algo? Preguntó él solícito
- No aún. Te esperaba.
- Bueno ¿ qué quieres tomar?
- Un cortado, quizás
- ¿ Quieres comer algo?
- No, gracias.
Se acercó el mozo y Roberto pidió dos cortados.
- ¿ Terminaste la tarea? Preguntó ella
- Si. Creo que hasta ahora he completado todo lo que venía a hacer, dijo Roberto sonriente.
- Yo también, contestó ella.
- Bien, entonces podemos volver juntos, afirmó mas que preguntó Roberto.
- No quisiera molestarte.
- No es molestia.
- Pero es que me da no se qué que nos vean volver juntos.
- Pero no tiene nada de malo.
- Pero si tu esposa se enterara.........
- Para el caso sería igual si tu esposo se enterara..... o no?
- Mi esposo se entera de muy pocas cosas de las que a mi me pasan, dijo poniéndose seria.
- Vamos Luciana. Eres muy atractiva. Seguramente tu esposo se muere por estar a tu lado.
- No te creas. Lo único que le preocupa es su trabajo y el dinero.
- Pero es para que tu vivas mejor. Tienes que entenderlo.
- Si lo entiendo. Pero algunas veces desearía que fuera distinto. Que se preocupara más por otras cosas.
La llegada del mozo con los cafés los interrumpió, y les permitió a ambos pensar como seguir.
Roberto estaba decidido a aprovechar este encuentro.
Luciana se frenaba para no avanzar más, y tratando de evitar, con pocas ganas, que el macho la avanzara, cosa que parecía evidente e inevitable.
Roberto se entretuvo revolviendo el café. Levantó la mirada de la taza y la miró fijamente.
- Debo confesarte algo. Siempre me pareciste una persona muy inteligente, aunque nunca tuve la oportunidad de acercarme a tí.
Un silencio espeso, cayó sobre la mesa mientras Roberto tomaba un sorbo de café.
- Nunca entendí tampoco, como te habías casado con tu marido. No me malinterpretes, por favor. Es un buen hombre. Lo conozco, pero Uds. son muy diferentes.
- Te entiendo. Si , en verdad parece extraño, pero cuando nos conocimos no eramos diferentes. Teníamos los mismos gustos. Con el tiempo fue sumergiéndose en su trabajo y abandonó todo lo demás, dijo Luciana con tristeza.
- Bueno, mira, hagamos una cosa. Para evitarnos problemas, te llevaré hasta el pueblo antes, y desde allí tomas el bus y llegas a tu casa como si nada. ¿ te parece?. Al menos tendremos un rato para conversar, dijo con inocencia.
Luciana pareció decepcionada.
- Me parece una buena idea, aunque si prefieres me llevas a la terminal y tomo el bus desde aquí, dijo resentida.
- Te has enojado, lo lamento. Es que pensé que te importaba el que dirán de nuestra ciudad. Por el contrario nada me daría mas placer que pasar el resto del dia contigo, te lo puedo asegurar.
- No te creo, pero te agradezco la elegancia, dijo con una sonrisa
Roberto, cada minuto que pasaba, estaba más convencido de que necesitaba poseer a esa mujer, y que además a ella no le desagradaba la idea. El problema era quebrar su resistencia de esposa fiel. Pero la fe mueve montañas.
Luciana se sentía profundamente atraída por Roberto, pero decidió no darle más oportunidades de avanzar. Si el insistía ella no podría resistirse, y no quería serle infiel a su esposo.
Ninguno conocía los pensamientos del otro, y se medían en silencio tratando de adivinar el próximo paso que darían. Con curiosidad, y también con deseo. Roberto estudiando como convencerla y Luciana pensando en como evitar el acercamiento.
El diálogo se hizo íntimo por momentos, pero sin llegar nunca a dar la oportunidad de algo más. Roberto, por fin parecía darse por vencido, y Luciana, se sentía segura.
El hombre se disculpó y levantándose de la mesa efectuó una llamada por celular. Luciana pensó por los gestos que era una llamada de negocio. Duró apenas un minuto y Roberto volvió a sentarse.
- Perdona la interrupción, pero si me olvido de hacer esa llamada, todo el viaje de hoy no habrá tenido sentido, dijo sonriendo.
- No te preocupes. Aunque debo confesarte que para mi ha sido muy interesante. Tuve oportunidad de conocer a una persona muy interesante, dijo ella ya segura de que nada iba a pasar, pero a la vez, un poco decepcionada . No era fácil que volvieran a coincidir.
- En cambio para mi no fue una sorpresa. De verte pasar solamente, me imaginaba lo que sería tenerte cerca, conversar contigo, y debo confesar que las sensaciones fueron más fuertes que las que yo pensaba, dijo sonriendo.
- ¿ Sensaciones? Preguntó Luciana volviendo a jugar con fuego.
- No quiero ofenderte. En realidad me resultaste siempre muy atractiva e imaginé que tenerte a mi lado iba a provocar en mi ciertas reacciones, me entendés.....
- No, no entiendo, dijo inocentemente
- Me excitas mucho Luciana, eso es lo que me pasa cuando estoy cerca tuyo.
- Te agradezco, pero somos casados, y no podemos jugar este juego dijo poniéndose seria.
- Lo se Luciana, es solo una fantasía, espero que no te ofendas, pero siento que si hicieramos el amor lo disfrutaríamos mucho.
- Ni lo pienses. No podemos jugar con fuego.
- Está bien, pero al menos, entre nosotros, dime: Si no estuviéramos casados ¿ No te gustaría?
- Nunca lo vas a saber, dijo ella con una sonrisa que era toda una respuesta.
Terminaron el café, sin decir nada más. Todo estaba dicho.
Salieron del local y se dirigieron hasta el estacionamiento subterráneo donde Roberto había dejado el auto.
Cuando abrió la puerta una pistola se apoyó en su cabeza, mientras que lo mismo le pasaba a Luciana.
- Quietos los dos, dijo una voz
Rapidamente les colocaron una capucha y un precinto en las muñecas y los hicieron subir en el asiento trasero acostándolos en el piso, uno encima del otro. Luciana temblaba.
- Si emiten un solo quejido, es lo último que van a hacer.
Uno de los malechores buscó el ticket del estacionamiento y fue a pagar. El otro puso en marcha el auto y esperó. Al minuto subió el que faltaba y salieron.
- Creo que hemos tenido suerte, comentaba uno de los secuestradores.
- Si, creo que llevamos una buena pieza.
- Lo único que espero es que no sean un matrimonio, porque eso nos quitaría algo de diversión.
- No creo. Me parece que entre ellos no hay nada. En fin. Cuando lleguemos vamos a enterarnos.
Luciana, luego de escuchar esto, trató despacio de acercar su cabeza a la de Roberto.
- Por favor, susurró, dile que estamos casados
- Pero no es cierto y nos van a descubrir.
- Por favor, hazlo
- No sé, dudaba Roberto.
- Si en verdad te gusto, lo harás, dijo Luciana prometiendo más de lo que estaba dispuesta a conceder.
Luego de un minuto de silencio, mientras Roberto evaluaba las posibilidades, aceptó.
El viaje siguió por un rato. Por fin, el auto se detuvo, una cortina se abrió e ingresaron.
Encapuchados fueron llevados a una habitación bien iluminada, sin ventanas. En ella había un sillón grande y una cama king size.
Les desataron las muñecas y los dejaron allí, de pie, espalda con espalda. La pareja escuchó como la puerta se cerraba.
- Buenas tardes, dijo una voz grave a través de un parlante, pueden sacarse la capucha, si gustan
Lentamente Roberto se la quitó y le costó un rato acostumbrarse a la luz. Luciana más timidamente hizo lo propio.
- Los hemos tratado bastante bien, dadas las circunstancias. Seguramente querrán saber de que va esto, y se los contaré en detalle.
Luciana y Roberto se miraron y buscaron el lugar de donde salía la voz.
- Les aconsejo sentarse y ponerse cómodos, cosa que hicieron lentamente usando el sillón del lugar.
- Mis amigos y yo hemos descubierto un negocio muy interesante, que además de darnos bastante dinero, nos da algunas otras satisfacciones.
- Estamos en el negocio de los videos amateurs para adultos, pero con una idea original. En estos videos normalmente actúan profesionales que se hacen los principiantes y esto le quita veracidad a la historia. Nosotros, en cambio, utilizamos personas reales de carne y hueso que nada tienen que ver con el porno, y hoy Uds. han sido elegidos.
- No vamos a participar de algo así, dijo Roberto enojado.
- Es probable que tu no participes si no quieres. Sabes que necesitamos que el hombre tenga realmente ganas para que todo salga bien. En cambio la mujer no importa. Según su disposición obtendremos sexo romántico o sexo duro, pero seguro que algo para vender vamos a tener.
- Antes que nada ¿ Uds son esposos?, preguntó la voz
- Si señor, se apresuró a contestar la mujer, tomando de la mano a Roberto.
- Hmmmmm, ¿ Están seguros?
- Por supuesto, como no vamos a estar seguros contestó Roberto, mirando a Luciana quien le agradeció con la mirada.
- Bueno, eso cambia un poco los planes. Un silencio se prolongó por unos minutos.
- Las opciones son las siguientes. Si los dos tienen ganas nos pueden deleitar con una sesión de sexo sin límites. Como son esposos no deberían tener problemas con eso, mas allá de las cámaras que van a estar filmando pero que Uds no van a ver.
- ¿ Y si no tenemos ganas?, preguntó Roberto
- Entonces, tu lugar lo ocuparán otros hombres que hasta están dispuestos a pagar encima para beneficiarse a tu mujercita.
- ¿ Y si yo no quiero? Preguntó Luciana con miedo.
- Es indistinto. Simplemente te van a forzar y tendremos un video no consentido espectacular y que son los que mejor rinden en la web. Tienen un par de minutos para tomar una decisión. Los dejo solos. El sonido se cortó.
- Yo no estoy dispuesto a entrar en este juego, dijo Roberto
- Espera, piénsalo, si no lo haces me van a violar entre varios degenerados.
- Pero no puedo hacer esto. Me gustas si, pero no de esta manera. No forzado a tener relaciones contigo. Además es probable que bajo la presión de las cámaras ni se me levante, dijo Roberto decidido.
- No estamos en condiciones de tanto detalle, Roberto. Acepta y deja que yo me encargue. Te aseguro que haré lo imposible para que te olvides de la situación y disfrutes, y así podremos irnos sanos y salvos.
- Luciana, yo quería acostarme contigo pero no de esta manera.
- No tendrás otra posibilidad por el momento, piensa en esto a la hora de actuar.
- Está bien. Pero lo hago por vos. No tengo el más puto interés de que mi cara salga en internet teniendo sexo, dijo Roberto enojado.
- Una cosa por vez. Lo primero es salir de esta situación.
Quedaron en silencio.
- ¿ Ya decidieron? , preguntó la voz.
- Si. Vamos a colaborar. Los dos, contestó Luciana
- Bueno, me alegro . En la pared detrás de Uds. hay un armario donde encontrarán la ropa que van a usar. Lo que vamos a filmar es un polvo mañanero, así que los dos se van a vestir con ropa de dormir, se van a acostar, y van a aparentar estar dormidos. Para su tranquilidad el sonido original no va a aparecer, así que podrán hablar entre Uds. libremente y también obedecer las instrucciones que van a escuchar, de acuerdo al argumento que queremos grabar. Una vez que estén acostados y dormidos, las luces se apagarán y van a volver suavemente como si estuviera amaneciendo. A partir de allí les indicaré lo que tienen que hacer. Sigan al pie de la letra mis instrucciones y todo saldrá bien y quedaremos satisfechos.
Luciana, más decidida, se dirigió al armario y se encontró con un juego de ropa interior sumamente erótico color negro, y un camisón corto haciendo juego. Roberto tomó un pijama gris claro de seda, y rápidamente comenzó a desnudarse dandole la espalda a Luciana. Se quitó toda la ropa y se vistió rápidamente para luego dirigirse a la cama y acostarse.
Luciana comenzó lentamente a quitarse la ropa, y ordenarla en el armario. Zapatos, pantalones, pullover y camisa fueron saliendo una por una hasta quedar en ropa interior. El espéctaculo que brindaba era impresionante y Roberto aunque trataba de no mirar, no podía evitarlo.
Luciana lo miró y con una mueca de disgusto, se quitó su ropa interior y rápidamente se vistió con la que había elegido. Si antes la imagen era increíble, ahora con esa ropa sexy era insoportable.
- Excelente cuerpo tienes, dijo la voz, tu marido es muy afortunado, y ahora mis clientes también. Rápido, a la cama, que no tenemos todo el dia, dijo.
Luciana se dirigió a la cama y se acostó.
- Perdona que te observé, pero eres realmente una belleza mejor de lo que yo imaginé en mis mejores sueños, dijo quedamente Roberto.
- Gracias, pero no me parece el momento para galanterías, dijo cortante, aunque en el fondo le gustó lo que le dijeron.
La luz se fue apagando.
- Bueno, ahora quiero al hombre dormido y acostado boca arriba, y la mujer de costado abrazada a él, vamos ubiquense que vuelve la luz. Los dos tienen que parecer dormidos, por supuesto.
Roberto se ubicó como le ordenaron y sintió que Luciana se acercaba a su costado y cruzaba una de sus piernas y un brazo encima de su cuerpo, apoyando la cabeza en su hombro.
- Así está perfecto. Sigan en esa posición hasta que yo les diga.
La luz fue aumentado en intensidad, hasta simular la salida del sol.
- Ahora, sin abrir los ojos , la hembra va a acariciar el pecho de su macho, con suavidad
De inmediato Luciana hizo lo que se le pedía. Roberto seguía simulando el sueño.
- Ahora vas a bajar tu mano hasta acariciar su verga por encima de la ropa. Lentamente por favor.
Luciana, tímidamente fue bajando su mano hasta pasar la cintura de Roberto y encontrando su pedazo, a través de la fina tela del pantalón comenzó a acariciarlo. Arriba y abajo, lentamente. En un par de minutos notó una reacción allí abajo. La herramienta del macho estaba respondiendo a su mano.
- Bueno, ahora el macho se moverá un poco, inquieto pero sin despertar, y separará las piernas para facilitar las caricias.
Roberto gruñó y movió la cabeza, al mismo tiempo que separaba lentamente las piernas. Ahora la mano de Luciana, no solo jugaba con su verga, sino que también tenía acceso a sus pelotas, las que comenzarón a recibir el mismo tratamiento.
Luciana estaba gratamente sorprendida. No solo porque Roberto pudo vencer el bloqueo de la cámara sino porque cargaba una herramienta importante, mas grande y gruesa que la de su marido. Sin querer comenzó a relamerse y a pensar en lo que vendría despues. A pesar del miedo, o tal vez potenciado por él, sintió que su sexo se mojaba profusamente.
- Ahora lo vas a sacar a la luz, nena, lentamente.
Luciana abrió los botones del pijama, y metiendo su mano, con esfuerzo pudo sacar la lanza.
- Vaya, vaya. Menuda tranca calza tu esposo nena. No puedes quejarte. Me va a gustar ver como te la ingenias, aunque me imagino que estás acostumbrada. Bueno ahora vas a abrir su camisa y vas a comenzar a besarlo desde el cuello y vas a seguir bajando hasta la verga que luego de besarla hasta los huevos te la vas a meter toda en la boca. Vamos
Luciana, levantándose en la cama desabrochó los botones de la camisa, y luego comenzó a besarlo en el cuello, pero además, sin que nadie se lo dijera, su mano volvió a aprisionar la verga y comenzó a masturbarla lentamente mientras venía descendiendo. Roberto tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para aguantar sin despertarse, pero lo consiguió. Sentía los besos como bajaban por su cuerpo y cuando ella llegó a su herramienta y por fin la engulló todo lo que pudo, se sintió en la gloria. Hubiera querido que esto jamás terminara.
- Muy bien. Ahora le toca al macho. Busca dormido con tu mano y toma posesión de su sexo. Lo vas a acariciar y luego le vas a meter un par de dedos.
Roberto, siempre con los ojos cerrados tanteó el cuerpo de Luciana, bajando por su espalda hasta llegar a su culo. Bajó un poco más y tropezó con su tanga. La corrió a un costado y su mano frotó el sexo de la hembra, sorprendiéndose de que estuviera totalmente encharcado. No le costó ningún esfuerzo meterle dos dedos bien adentro, y el gemido de la hembra le indicó que le gustaba mucho.
- Arráncale la tanga y cogela con tus dedos, vamos con fuerza y velocidad.
Roberto afirmó su mano en el costado de la prenda y de un tirón seco la despedazó. Volvió a introducir sus dedos y comenzó a entrar y salir del sexo de Luciana cada vez más rapido y con más fuerza. De pronto Luciana soltó su verga.
- ¡ Haaaaaaaaaa! Gritó mientras un orgasmo la arrasaba por completo.
- Muy bien señora. Improvise que sale bien.
- ¿ Qué te paso? Preguntó Roberto
- Me hiciste acabar. Nunca me había pasado
- Debe ser por el morbo de la situación, dijo Roberto.
- Bueno nena, ahora lo vas a cabalgar. Sacale el pijama, ponte de frente a el y tragate toda su herramienta y luego te quiero ver rebotar sobre el macho
Luciana se levantó y tomando el pijama de ambas piernas tiró hasta sacarlo. Luego gateó por la cama hasta pasar una de sus piernas sobre el macho. Ya en posición tomó con ambas manos la verga y acomodándola en posición, descendió sobre ella. Al principio, la presión de la cabeza era mucha pero cuando cruzó la puerta de su sexo se acomodó facilmente. Ella no creía que pudiera acomodarse tan facil. Con media verga dentro, comenzó a rebotar sobre el macho, haciendo que en cada salto, algún centímetro mas de la lanza entrara en su cuerpo.
Roberto, frente a lo caliente de la situación, desabrochó su corpiño, le sacó el camisón por encima de la cabeza, y tomó posesion de sus pechos con ambas manos comenzando a amasarlos mientras la hembra lo cogía desesperadamente .
- Bueno, te iba a pedir que le acariciaras las tetas, pero me ganaste de mano. Me parece que de ahora en más pueden seguir solos como hacen siempre.
Ninguno de los dos lo escuchó. Estaban totalmente poseídos por la lujuria del momento. Luciana se sentía llena como nunca, mientras sus tetas enviaban señales de placer que la enloquecían. Roberto sentía que una vagina humeda y apretada rodeaba su verga y se adaptaba a ella. Sentía que las paredes calientes de esa prisión lo quemaban y que su herramienta crecía y crecía sin parar. Sus pelotas estaban duras y calientes, como había mucho que no le pasaba.
- Como estoy gozando, Luciana, no te imaginas. Que perra que eres, mi madre, que pedazo de perra.
- Dame toda tu verga, animal dámela toda que me vuelvo loca
Con un giro Roberto consiguió ponerla de costado y dejando que una de sus piernas pasara bajo su cuerpo, avanzó y la empaló a voluntad.
- Ahhh, que placer, sigue, sigue, le decía ella al oído, mientras el bombeaba y bombeaba sin cesar.
Luego de un rato, completó el giro quedando sobre la hembra. En esa posición retiró su verga y acostándose sobre ella comenzó a besarla, a lo que ella respondió con ganas.
- Como me gustas, le decía el entre beso y beso, sabía que eras de fuego.
- Tu me enloqueces también, que bien que coges, me sacas totalmente.
Tomó las piernas de Luciana y levantándola sobre sus hombros acomodó su verga totalmente distentida en las puertas de su sexo. Por fin, empujó haciendo que la cabeza cruzara la frontera y un gemido de la hembra le mostró que ella lo estaba sintiendo. Se retiró y luego de un par de segundos volvió a arremeter metiendo toda su cabeza. Otro gemido le dio la bienvenida. Se retiró nuevamente.
- Por favor cogeme, le suplicó ella.
- Es que quiero poseerte por completo
- Haz lo que quiera, dijo ella
Y entonces Roberto se acomodó y cuando la vara estuvo en posición se dejó caer por completo metiendo su verga hasta las cachas, lo que provocó un aullido de la hembra
- ¡¡¡Me partes!! Me partes, alcanzó a decir, pero ya el macho había clavado su arpón hasta el fondo. El sexo para Luciana ya no volvería a ser igual.
Se quedó allí dentro un buen rato, sin moverse, disfrutando del íntimo contacto de sus cuerpos. Después, despacio comenzó a moverse. A retirarse y acercarse, haciendo que Luciana gimiera de placer.
Por fin fue tomando velocidad y de manera imparable se hundió en el cuerpo de la hembra para vaciarse a placer, mientras gritaba de placer y de deseo. Por fin, cayó sobre ella totalmente agotado.
- Muy buena ejecución. Se han lucido. Me parece que es el mejor amateur que hemos conseguido en mucho tiempo, dijo la voz.
Luciana quedó allí debajo del macho. Bajó sus piernas y despacio se movió para hacerlo girar. Roberto cayó de costado y giró hasta quedar boca arriba, tratando todavía de recuperar la respiración despues del orgasmo.
Ella giró de costado y le acarició los cabellos con ternura. Por dentro agradecía a las circunstancias que la habían obligado a entregarse a este hombre. Había recibido los minutos de placer mas intensos en mucho tiempo. Roberto había demostrado ser un amante tierno y viril, y ella se sentía satisfecha.
- Muy bien chicos, pueden vestirse. Hemos terminado.
Luciana no podía creer lo que había escuchado. Respiró profundo y levantándose de la cama, se limpió con una sábana el líquido que comenzaba a correr por sus piernas y lentamente comenzó a vestirse y arreglarse.
Luego de un instante Roberto se levantó y también se vistió.
- Ahora se van a poner las capuchas nuevamente. Los dos buscaron en el suelo y se colocaron la prenda como se les había ordenado. Cuando estuvieron cubiertos, una puerta se abrió, y alguien les aseguró nuevamente las muñecas por detrás con precintos, para de inmediato dirigirlos a la puerta y cargarlos en el asiento trasero del auto como al comienzo. El vehículo arrancó y luego de un buen rato se detuvo. Alguien abrió la puerta trasera y con un alicate cortó los precintos.
- Quédense quietos y cuenten hasta 100 y luego lentamente se pueden sacar las capuchas.
La puerta se cerró y Roberto comenzó a contar lentamente. Contó hata 150. No quería verle la cara a ninguno de los secuestradores. Por fin se quitó la capucha y se la quitó también a Luciana. La hizo sentarse en el asiento trasero junto a él.
- Esto que ha pasado ha sido terrible, dijo
- Nunca me imaginé que me pudiera pasar esto, en verdad no sabía que existían estas organizaciones, dijo Luciana compungida.
- Yo quiero disculparme por haberme aprovechado de ti, dijo Roberto
- No tienes nada que decir, Roberto. No eres responsable. Por el contrario, te portaste como todo un caballero. Me evitaste pasar por peores circunstancias, dijo Luciana tomándolo de la mano.
- Es que en verdad me gustas, y me hubiera gustado llevarte a la cama pero con tu consentimiento, dijo apretando la mano de la mujer.
- Nunca hubiera aceptado, Roberto. Soy una esposa fiel, dijo sin soltarle la mano.
Roberto giró y de improvisó la tomó del hombro y se adueñó de su boca. Luciana se sorprendió y quedó inmóvil al principio pero luego de unos segundos comenzó a responder .
Se besaron largamente. Por fin, con desgano, se separaron.
- Necesito encontrarme nuevamente contigo, esta vez sin presiones ni amenazas, dijo Roberto
- Yo también. No se que me pasa, pero siento que necesito tu pasión para seguir viviendo, dijo Luciana bajando la mirada.
Roberto miró alrededor y abriendo la puerta ocupó el asiento del conductor, invitando a Luciana a hacer lo mismo. Cuando ella se ubicó el arrancó y emprendió el regreso.
Por un rato ninguno habló.
- Déjame tu teléfono y la próxima vez que viajes combinamos para encontrarnos.
- Si Roberto, pero solo llámame por la tarde después de las 4, que es cuando estoy sola, hasta las 8. No quiero que mi marido sospeche.
- No te preocupes que seremos muy discretos. Yo también estoy casado y no quiero poner en riesgo mi matrimonio, pero lo que sentí hoy a tu lado hacía mucho que no lo sentía.
- Sinceramente, no se si lo sentí alguna vez. Debo confesar que siempre me gustaste, pero acostarme contigo, ha sido un sueño que pensé que nunca iba a concretarse, dijo Luciana.
…........
- Salió todo bien. El video es excelente, Solo tenemos que difuminar un poco los rostros para que nadie los identifique y ganaremos unos buenos pesos.
- Yo sabía que iba a dar resultado. No me equivoco con las personas
- En fin, ahora a echar a rodar el negocio. Nos vemos mas tarde, y te paso el link para que lo disfrutes.
Allí, en esa mesa de café, el hombre se quedó solo, pensando en todo lo que había pasado. Ese negocio de producciones porno amateur que tenía, daba buenas ganancias, y sabiendo usarlo también daba otras satisfacciones.
Por fin, Roberto se levantó de la silla y se dirigió a su casa. Cuando tuviera el link se lo pasaría a Luciana. Seguramente le darían ganas de repetir el encuentro del otro día, y justo mañana el tenía que viajar y tendría tiempo libre.
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