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La maestra y el alumno

Haciendo un parentesis de la historia que he escrito y con dedicatoria para: luanisolS


Me llamo Antonia, hoy comienza un nuevo ciclo de clases de verano, viene un nuevo grupo de estudiantes adolescentes, me encuentro con muchas presiones; mi esposo me ha tratado de forma indiferente los últimos meses, mi hija desde que se fue a la universidad pareciera que ya no existe, no tiene tiempo ni para contestar una llamada y por ultimo este grupo de chicos y chicas. No había tenido un grupo así en muchos años, son un reto para mí, aún siendo una maestra con experiencia, empece a trabajar desde muy joven, después de tener a mi hija. Hoy es mi primer día con este grupo, pero ya tienen fama en el salón de maestros. Hay chicos y chicas rebeldes y maleducados, varios de mis compañeros de trabajo me han puesto al tanto del nuevo grupo.

Termine la primera clase, y quede muy decepcionada del grupo. No me ponen atención, me han faltado el respeto de diferentes formas. Una chica me tiro un dulce al cabello, y todos se rieron. Me siento muy frustrada y no tengo ganas de regresar a casa muy temprano; allí solo me espera mi esposo con su indiferencia; ya lo ha hecho muchas veces a lo largo de nuestro matrimonio. Vuelve a ser el mismo cuando se aburre de cada nueva amante, su indiferencia me indica que hay alguien mas en su vida. Pero ya no importa. Creo que ya no me puede herir más.

Para mi mala fortuna algún bromista cerro con llave los servicios sanitarios del salón de maestros, y tengo que ir al baño de los alumnos, ya no hay nadie, solo el director en su oficina con dos chicos que piden asesoría para su siguiente año en la universidad. Entre al baño de las chicas y me dirigí al último cubículo que era el más limpio. Llevaba sentada ya varios minutos, revisaba los mensajes en el teléfono para matar más el tiempo. Estaba por levantarme cuando escuche la puerta abrirse, unos pasos y luego unos susurros...

“Lore, no creo que sea buena idea, si me encuentran en el baño de las chicas me pueden sacar del colegio...”

“Héctor, no te arrepentirás...”

Estos chicos estaban en mi clase, Lorena y Héctor, la chica era una arpilla en potencia y Héctor era uno de los pocos estudiantes con buen comportamiento que tenía en el grupo. El cubículo contiguo sé cerro, yo moví los pies para que no los vieran, luego escuche a Lorena sentarse y decirle a Héctor:

“Ven mi amor, saca tu juguetito que lo quiero en la boca” luego de esto escuche el cierre del pantalón de Héctor, después de una pequeña pausa el inconfundible sonido de su miembro que entraba y salía de la boca de Lorena. Héctor empezó a gemir ante el sexo oral que Lorena le practicaba. La curiosidad me invadía, en la unión de las paredes del cubículo había un pequeño espacio abierto, con cuidado me asome y pude ver el gesto de Héctor, cerraba los ojos de una manera que me excito mucho, era evidente que lo gozaba. Sus gemidos eran más fuertes. Yo sin darme cuenta lleve una mano cerca de mi pubis, frotaba mi clítoris encima de la ropa, sentía los hilos de liquido caliente que bajaba por mi vagina, mis pezones estaban duros y sentía mis mejillas muy ruborizadas.

Las palabras de Lorena me sacaron del éxtasis en el que me encontraba...

“Héctor por hoy se acabo...”

“Lorena, no me dejes así, yo...”

“No Héctor, hasta que tu viejo no de su automóvil para que me lleves a cenar no va a haber más...”

La chica salió rápidamente, dejando a Héctor con los pantalones en los tobillos. Sus glúteos eran redondos y bien formados, sus piernas estaban cubiertas por una delgada capa de vellos, al voltearse pude ver su miembro en plena erección; no se como no se dio cuenta de que yo estaba con la puerta entreabierta, mi curiosidad y excitación eran muy grandes. Su miembro estaba rodeado por un denso vello púbico, y sus testículos eran grandes y bien redondos. Tenía el pene palpitante; una sensación de calor invadía mi cuerpo, su miembro era más grande que el de mi marido, ya tenía muchos meses de no tener relaciones con él, y ver a ese joven hermoso y con ese paquete...

Héctor subió sus pantalones rápidamente y salió con un rostro de frustración. Yo me acomode la ropa, la tanga que llevaba puesta no había contenido todo el jugo que mi vagina sacó, los hilos de ese liquido caliente llegaban hasta mis rodillas, me limpié y salí rápidamente. Al llegar al parqueo puede ver a lo lejos que Héctor se subía al auto de su padre. Salí del parqueo y conduje por una calle poco transitada, había un auto adelante yo pase lentamente a la par, el hombre ni se percato de que lo observaba. Sus gestos mostraban que estaba teniendo un orgasmo. No podía creer lo que vi a continuación, Lorena se incorporaba, esa pequeña zorra engañaba a Héctor; sentí tanta lastima, ella solo jugaba con él. Al llegar a casa mi marido no estaba, era ya algo normal, cene y me fui a dormir, sin poder borrar el rostro de Héctor en pleno éxtasis; me habría encantado ser yo el motivo de ese placer.

Transcurrieron los días, y llegó la primera evaluación que le hacía al grupo, intencionalmente aparté a Héctor de la zorrita. Hice que se sentara casi a un costado de mi escritorio. Mis ojos no creían lo que veían, Lorena coqueteaba con otro chico, para que la ayudara a hacer trampa en la evaluación. Transcurría el tiempo, y observe que Héctor estaba en blanco, tenía la mirada perdida, cuando el se percata de que lo observaba se sonrojo mucho y desvío la mirada rápidamente. Llevaba un pantalón ajustado y vi que tenía una gran erección. Yo tenía la faltada mas arriba de la mitad del muslo, mostrando el liguero que sostenía las medias negras que llevaba puestas; sentía mi vagina palpitar al ver lo que mi cuerpo causaba en él, me tenía muy excitada y supe que hoy era momento de actuar. Héctor quiso entregarme su evaluación, pero le dije:

“Héctor, eres un buen estudiante, puedes mejorar, siéntate y revisa lo que hiciste...”

La zorrita y el otro chico entregaron sus evaluaciones, y salieron riéndose del salón. Transcurrió el tiempo y Héctor fue el último en terminar. Cuando me entrego su evaluación le dije:

“Necesito hablar contigo, dame un momento para guardar las evaluaciones, las llevaré a la sala de maestros, allí podremos hablar tranquilamente”. A propósito abrí bastante las piernas antes de ponerme de pie, ya había desabotonado estratégicamente mi blusa, así Héctor podría conocer un poco de mis encantos. Al incorporarme alcance a ver el bulto que había dentro de su pantalón, sabía que hoy sería mi día.

Nos encaminamos a la sala de maestros, Héctor estaba nervioso, yo también, este chico podría ser mi hijo, y apenas alcanzaba la mayoría edad. Coloque las cosas en la mesa del salón; en el colegio ya no había nadie, y aprovecharía ese salón de maestros. Me senté frente a Héctor y colocando mi mano sobre su muslo le pregunte:

“Héctor, tu rendimiento ha bajado bastante los últimos días, ¿Tienes algún problema?, Es familiar o se trata de alguna novia” su mirada me dio a entender que yo sabía que su problema era con una chica, la zorrita de Lorena.

“Maestra Antonia, usted pudo ver hoy que es por Lorena, ella ha jugado mucho conmigo, me siento desesperado por lo que ha hecho”, yo no quitaba la mano de su muslo, era fuerte y musculoso, podía ver que su miembro se endurecía y se ponía grande, tan cerca de mí y esa reacción era gracias a mí.

“Y dime, ¿qué te hace que te tiene desesperado?, O quizás ¿qué es lo que no te hace para desesperarte más?” Ante mi pregunta se ruborizo mucho y su nerviosismo era evidente.

“No le puedo habla de eso maestra, usted no me comprendería...” colocando la otra mano sobre su otro muslo e inclinándome hacia él, le respondí

“Soy una mujer que te comprenderá y quiero escucharte”. Héctor no apartaba la mirada de mi blusa entreabierta, mis rodillas estaban pegadas a las suyas y yo no podía contenerme más.

“Maestra, ella... juega conmigo, me ofrece cosas y luego no me las cumple y hoy se fue con otro” yo sabía que era una zorra, no solo andaba con compañeros del colegio, sino que también estaba con un hombre mayor que ella, dándole lo que se había negado a darle a Héctor. Le respondí:

“Te comprendo y tengo una respuesta para ello” a la vez que me arrodillaba y dirigía mis manos al broche de sus pantalones, lo abrí. La mirada de Héctor estaba llena de lujuria y deseo, saque su miembro, le quite los pantalones, lo tome con una de las manos y con la otra acariciaba sus enormes testículos. Tenía un pene enorme y ancho, estaba muy duro y palpitaba con cada una de mis caricias, el rápidamente tomo mis tetas entre sus manos, y le dije:

“Tenemos bastante tiempo, y hoy tendrás todo lo que has soñado y más...” me quite la blusa y el sostén, dejando mis tetas al descubierto, tenía los pezones duros y las aureolas bien marcadas, sus fuertes manos tomaron lo que le ofrecía mientras que yo masturbaba, sus manos eran grandes y cubrían mis tetas completamente, yo ardía por dentro, me tenía en sus manos y yo lo tenía en las mías.

Acerque mi boca a la cabeza de su enorme miembro, mi lengua rozaba esa enormidad, era un deleite, y los gemidos de Héctor me confirmaban que yo lo hacía bien. Poco a poco deje que metiera esa enorme verga en mi boca, me llenaba y estaba por llegar a mi garganta, yo tome aire para no tener horcajadas, y deje que la longitud completa de Héctor llegara hasta mi garganta, sus grandes testículos topaban en mi barbilla cada vez que me penetraba, era una deleite.

Héctor eyaculo pronto, su nerviosismo y la sorpresa no estaban a favor de él, pero su juventud sí. Lleno mi garganta y boca con su deliciosa leche. Sus gemidos de habían convertido en un grito: “Antonia” repetía mi nombre una y otra vez; mientras yo succionaba la hasta la última gota de su esencia dentro de mi boca. Con mis manos acariciaba sus grandes testículos, casi me colgaba de ellos. Poco a poco fue sacando su gran miembro; yo no deje las cosas allí. Ayude a que se relajara pasando su gran paquete y sus bolas entre mis tetas. Ayudada por sus manos hacia que mis pezones jugaran con gran verga; poco a poco la dureza de su miembro volvía ayudada por mis caricias. Me incorpore y la dije:

“Quítame la falda y la tanga, el liguero y las medias son un regalo para ti” a la vez que me inclinaba sobre la mesa, Héctor movió la silla, quedando sentado detrás de mí. Se quito el resto de la ropa, dejando ver su ancho pecho, marcado por la musculatura juvenil. Me quito la falta, besaba lamía mis muslos, sentía como el calor y humedad de su lengua atraviesa las medias negras que tenía puestas. Me toqueteaba y besaba las nalgas, este chico era un deleite. Me arranco la tanga y la olió diciendo:

“Antonia, esta muy mojada y que aroma, me vuelve loco” seguidamente metió su cara entre mis nalgas, abrí un poco las piernas para facilitar su tarea, su legua se abría paso entre los labios de mi vagina, cada lengüetazo hacia que mi vagina expeliera mas jugo, sentía su nariz en mi culo, tenía tantos años de no gozar de esa manera, me movía de un lado a otro. Las paredes de mi vagina se deleitaban al sentir su lengua entrando una y otra vez. Ahora yo era la que gemía y gritaba. Su lengua era larga y me penetraba de una forma muy deliciosa, luego saco su lengua sin apartar de mi piel subió un poco, hasta que llego a al entrada de mi culo. Nunca me había hecho eso y era una delicia, a pesar de eso trate de apartarme, pero Héctor sujeto mis nalgas con sus grandes manos, usando los pulgares, abrió mi agujerito, que hasta ese momento era virgen, y metió su lengua con gran fuerza, yo grite y tomando de las muñecas lo acercaba mas a mi cuerpo. Mi vagina expelía gotas y más gotas de ese jugo caliente, sentía que los hilos de jugo bajaban hasta mis rodillas. Su lengua seguía entrando y saliendo.

Ya no aguantaba más, quería tener el miembro de Héctor en mi concha, le dije: “Ya no aguanto más, mételo, mételo...” Se puso de pie y dejo ir su enorme verga dentro de mí. Sentía que me partiría en dos, los labios de mi vagina se contraían alrededor de ese grueso miembro, que no dejaba de entra y salir, tocaba fondo y me producía un delicioso dolor sentir la cabeza de su verga topando dentro de mi cuerpo, cada vez que sacaba su verga mis labios de pegaba a ella y estiraban, eso le gusto mucho y lo excito más ya que sentí que su pene se ponía mas grueso, para estimularlo mas, subí una pierna a la mesa y pase mi mano abajo mi cuerpo, con los dedos presionaba los labios vaginales sobre su miembro cada vez que salía, y contraía la vagina cada vez que el estaba dentro, el ruido que hacían nuestros cuerpos húmedos al penetrarse era acompañado por gemidos y gritos. Saco su miembro y lo puso entre mis nalgas, las sujetó con las manos y se masturbo un buen rato así era una sensación deliciosa. Luego le dije:

“Héctor mételo por detrás, quiero que seas el primero” apenas terminaba de decir “mételo” cuando el ya tenía la cabeza de su miembro dentro de mi culo, se dejo ir hasta el fondo, sus testículos chocaban con mi concha, sus embestidas eran fuertes y hasta que sus bolas chocaban, me derretía con él. Le dije:

“Acaba en mi culo por favor, no quiero que lo hagas en mi concha”. Yo tenía un poco de miedo, eran mis últimos años fértiles y tener dentro de mí la leche de alguien tan joven y vigoroso me podía traer una sorpresa inesperada. Héctor sacó su miembro y me acostó sobre la mesa, yo le dije de nuevo con voz de suplica:

“Por favor Héctor acaba en mi culo, o si quieren en mi boca, pero no en mi vagina” su mirada me hizo comprender que acabaría donde yo no quería. Me abrió las piernas y dejo ir toda la longitud de su verga dentro de mí, mis tobillos estaban sobre sus hombros, y me sujetaba fuertemente por las caderas, sus testículos chocaban fuertemente sobre mi culo. Era un deleite, y me deje llevar hasta el final; antes de eyacular, él dejo caer mis piernas alrededor de su cintura. Siguió penetrándome fuertemente, agarro mis tetas, y cuando estaba acabando me beso apasionadamente, su lengua se enredaba con la mía, apagando un grito en mi boca, mi vagina parecía que se tragaba todo el semen que eyaculaba dentro de mí...

Ya pasaron cinco meses desde aquella dulce experiencia. Hoy, estoy sentada a la par de Héctor, él conduce mi automóvil, tengo mi mano sobre su muslo y él tiene su mano derecha sobre mi vientre, acariciando el fruto de nuestra pasión. Nos fugamos. Ese día, después de que lo hicimos por primera vez, Héctor me confeso que había estado enamorado de mí desde la primera vez que me vio en el colegio. Yo caí ante sus encantos y llagamos hasta el punto en que no había mas mundo para los dos estando separados...

5 comentarios - La maestra y el alumno

hulkzilla
muy lindo relato ahi te dejo +5 puntos :isenbeck1: 🆒
sebilla
excelente relato
tkbmp46
Muy buena la historia 😀