El lunes, aprovechando el feriado, fui a visitar a algunas amigas. Después de charlar un rato con Naty, que fue a la única que encontré en su casa, se me ocurrió pasar por el depósito, total, ya que estaba... Golpeé varias veces la puerta pero nadie atendía. ¿Y ahora que hago?, pensé. Ya me había hecho a la idea de pasar un buen rato con Miguel y su “fierrazo”, pero por lo visto me iba a tener que quedar con las ganas. Para colmo de males tampoco podía recurrir a Raúl, que había aprovechado el fin de semana largo para viajar con su familia. Otra vez sola, me resigné, y me dispuse a volver a casa. A las pocas cuadras me encuentro con Ariel, ¿se acuerdan?, el novio de mi amiga con el que tuve un encuentro más que apasionado hace algún tiempo. Venía con un amigo, al que me presentó como Fernando. Los saludé con un beso a ambos, cruzamos algunas palabras, y entonces al decirle que estaba al pedo, me propone algo bastante tentador.
-¿Porque no te venís con nosotros? Mirá que hay canilla libre- me dice enseñándome las botellas de cerveza que traían con ellos.
-Dale- le digo –Así la veo a Sabrina-
-No boluda- me dice –Con Sabrina rompí hace rato, ¿no te enteraste?-
-No, para nada-
-Claro, si estás desaparecida, ya te olvidaste de los pibes de la barra-
-No es eso, es que ando con mucho laburo-
-Entonces dale, venite con nosotros y te ponemos al día- me insiste.
Para no quedar mal le dije que si. Fuimos a su casa, sus viejos también estaban de viaje, así que la tenía para él solo. Nos instalamos en su habitación y mientras me contaba las últimas novedades de los amigos que teníamos en común, destapamos la primera cerveza. Y así, entre birra y birra, nos fuimos entonando, agréguenle a eso la calentura que ya traía de antes. Además me acordaba que con él no la había pasado nada mal.
-¿Y con quién estas ahora?- le pregunté ya un poco mareada.
-Adiviná-
-No sé, decime-
-Con Mariana-
Siempre me había caído mal Mariana, no sé porque, será una cuestión de piel, pero nunca nos llevamos, y si ya la había cagado una vez a Sabrina que la adoraba, si la cagaba ahora a Mariana, encamándome con Ariel, la verdad es que no sentiría ningún remordimiento. Sin embargo, y aunque lo estaba pensando, no fui yo la que dio el primer paso.
-¿Sabés que a esta turra me la culié estando todavía con Sabrina?- le dice a su amigo y éste me mira como diciendo: “No podés ser tan puta”… me daban ganas de contestarle: “Si querido, lo soy…”.
-Nos cruzamos en el Face, quedamos en encontrarnos y le di para que tenga- se rió.
-Todavía te acordás, eh- le dije apoyando una mano sobre su entrepierna, que ya a esa altura, y recordando lo sucedido, ya ostentaba un pronunciado alzamiento.
-Como no me voy a acordar- me dice y dirigiéndose de nuevo a su amigo: -No sabés la lustrada de sable que me pegó y me entregó el marrón como la mejor- y de nuevo a mí: -a la conchuda de Sabrina nunca le pude hacer el orto-
-¿Me lo querés hacer de nuevo?- le pregunté, frotando y apretando tentadoramente ese bulto que no dejaba de crecer.
-Te hago el orto y todo lo que quieras- me dice.
Ahí nomás nos besamos, un chuponazo de lengua de esos que te dejan sin aire.
-Como me calentás Gise, me ponés la pija a full- me dijo al separarnos.
-Si, me doy cuenta- me reí, ya que la erección que tenía estaba a punto de romperle el pantalón.
Nos chuponeamos de nuevo, con mayor intensidad y de mi boca bajo a mis pechos, yo ya me había sacado el buzo, por lo que estaba en remera, así que solo tuvo que subírmela y bajarme de un tirón el corpiño para encontrarse con mis tetas llenas y resplandecientes. Se abalanzó sobre ellas y me las chupó con frenesí. En cierto momento le digo:
-¿Y tu amigo? ¿Se va a quedar ahí mirando?-
Fernando estaba frente a nosotros, sin saber donde meterse.
-No se preocupen, yo ya me iba- dice y se levanta, listo para emprender la retirada.
-No, esperá- lo freno –No lo decía para que te vayas, sino para que participes, ¿acaso no te gustan?- le digo ofrendándole mis tetas con mis manos –Hay una para cada uno-
Lo miró primero a Ariel, como pidiéndole permiso, y cuándo éste le hizo un gesto de asentimiento, se me echó encima también. Aparte de chuparme bien las gomas, me trencé también con él en una chuponeada infernal, a la que se sumó enseguida Ariel, por lo que en un momento estuve besándome con los dos al mismo tiempo. Mis manos, ya de por sí inquietas, se deslizaban una y otra vez por ambas entrepiernas, palpando la longitud de cada uno. La de Ariel ya la conocía, pero la de Fernando ya me estaba sorprendiendo. Igualmente la intriga no duró demasiado, ya que enseguida las tuve a las dos pletóricamente enhiestas frente a mí. La de Ariel seguía llevándose los laureles, pero la de Fernando obtenía el diploma al mérito, ya que tenía esa comba hacia arriba en el medio que me resulta tan seductora. Nos terminamos de desnudar en segundos y echándome de rodillas en el suelo, los recibí a ambos, uno de cada lado, de pie, apuntándome con sus vigorosas erecciones. Se la chupé primero a Ariel, aunque meneándosela en todo momento a Fernando, sintiéndola endurecerse cada vez más, impregnándome la mano con los jugos que soltaba. Los dos estaban en llamas… ¡y yo también! Así que de una chupada individual pase a una mamada doble, yendo de uno a otro con igual intensidad. Los dos me gustaban, así que no le mezquinaba saliva a ninguno. Cuándo soltaba una iba a la otra, la escupía, y la chupaba, soltándola solo para regresar con la anterior, así una y otra vez, lamiéndoles los huevos a ambos, llegando incluso a lamer el surco que hay entre estos y el agujero del culo. Más calientes no podían estar. Entonces me levantaron entre los dos y me tumbaron en la cama de Fernando. Caí de espalda, con las piernas abiertas, por turnos me chuparon la concha y hasta el culo, metiéndome uno, dos, y hasta no sé cuántos dedos, preparándome más que apropiadamente para lo que vendría inmediatamente después.
Fernando fue el primero en metérmela, se me puso encima, entre mis piernas y me la clavó de una, con el forro debidamente puesto, eso sí, taladrándome la concha con un ímpetu acelerado, Fernando, mientras tanto, se mantenía a la expectativa, frotándose la pija para que no se le fuera la erección. Cuándo le llegó el turno, ahí si, esa comba divina que tenía en el medio de la pija, hizo estragos en mi concha, y es que al meterme más de la mitad, la parte combada, que se iba para arriba, me raspaba el clítoris de una forma que me lo prendía fuego. Recién ahí empecé a gemir como una descosida, pero rápido Ariel me calló poniéndome la pija en la boca. A partir de ese momento cuándo uno me la metía, se la chupaba al otro, y así los tres nos manteníamos ocupados, hasta que Ariel se animó a preguntar:
-¿Te animás a una doble?-
Como no me iba a animar… a mi juego me han llamado, muchachos. En ese momento estaba montada sobre Fernando, subiendo y bajando con un ritmo lento aunque sostenido, por lo que me eché sobre su cuerpo, y levantando un poco la cola, sin llegar a soltar la pija que tenía dentro, le di a entender que si me animaba. Se subió entonces a la cama, y empuñando firmemente su pija la enfiló hacia el objetivo deseado. Escupió abundantemente por ambos lados, tanto en mi culo como en la punta de su verga y comenzó a presionar hacia adentro. La sensación es diferente a cuándo te la meten solo por el culo, ya que la presencia y la presión de la otra pija en la concha hace que todo se comprima y que parezca que algo enorme te esta atravesando por ambos lados. En ambos casos la sensación es sublime.
Tardaron en encontrar el ritmo adecuado, pero esa desprolijidad inicial me resultó sumamente exquisita, y cuándo finalmente se amoldaron fue todavía mejor. Justo en ese momento, en la radio, comenzó a sonar “Tirate un paso”, el tema favorito de ellos dos, así que empezaron a darme al ritmo de Los Wachiturros. Los dos entraban y salían al mismo tiempo, con la misma fuerza, el mismo ímpetu, acelerando, aminorando, manteniendo en todo momento un ritmo distinto para que no se hiciera tan monótono. Debo decir que ensanguchada como estaba, me deshacía en espasmos entre ellos, mojándome sin freno, empapándome toda, casi hasta la deshidratación.
-Te quiero acabar como en las porno- me susurró desde atrás Ariel.
-Si… te vamos a lechear toda- coincidió Fernando.
No pude ni asentir. Ariel se salió primero y me ayudó a levantarme. Yo estaba como borracha, aunque no tanto de alcohol, sino más bien de sexo. Me pusieron de rodillas en el suelo, y de nuevo ellos de pie rodeándome, se sacaron los preservativos y comenzaron a pajearse. Desde abajo yo les acariciaba los huevos, manteniendo en todo momento la boca abierta y la lengua afuera… como en las porno, tal cuál el pedido de Ariel. El primero en llegar fue Fernando, me lecheó la cara, las tetas, el estómago, las piernas, incluso un par de lechazos me cayeron en el pelo, a Fernando lo conozco de hace tiempo y hay más confianza, por lo que cuándo estuvo a punto, abrí bien la boca y poniéndome justo debajo suyo, recibí toda su descarga en mi paladar. Cuándo ya no tuvo más para soltar, cerré la boca, hice buchecitos, siempre mirándolo a los ojos, y me la tragué, relamiéndome más que gustosa después. Así, empapada y pegoteada de leche como estaba, me levanté, le pregunté a Ariel donde estaba el baño y hacia allá fui… y ahí vino la yapa. Mientras me duchaba, alguien abre la cortina, era Fernando, estaba al palo de nuevo.
-Me quede con ganas de probarte la colita- me dice.
Y… no lo iba a dejar así al muchacho… entro a la ducha conmigo y se sacó muy bien las ganas. Y así se terminaba mi feriado del lunes. Me despedí de ambos, prometiéndonos un próximo reencuentro, aunque ya se sabe que esas situaciones se dan una sola vez, y ya mucho más calmada volví a casa. Ya ni lamentaba no haber encontrado a Miguel en el depósito, para suplir un “fierrazo”, los dos “fierros” recibidos habían estado más que bien.
-¿Porque no te venís con nosotros? Mirá que hay canilla libre- me dice enseñándome las botellas de cerveza que traían con ellos.
-Dale- le digo –Así la veo a Sabrina-
-No boluda- me dice –Con Sabrina rompí hace rato, ¿no te enteraste?-
-No, para nada-
-Claro, si estás desaparecida, ya te olvidaste de los pibes de la barra-
-No es eso, es que ando con mucho laburo-
-Entonces dale, venite con nosotros y te ponemos al día- me insiste.
Para no quedar mal le dije que si. Fuimos a su casa, sus viejos también estaban de viaje, así que la tenía para él solo. Nos instalamos en su habitación y mientras me contaba las últimas novedades de los amigos que teníamos en común, destapamos la primera cerveza. Y así, entre birra y birra, nos fuimos entonando, agréguenle a eso la calentura que ya traía de antes. Además me acordaba que con él no la había pasado nada mal.
-¿Y con quién estas ahora?- le pregunté ya un poco mareada.
-Adiviná-
-No sé, decime-
-Con Mariana-
Siempre me había caído mal Mariana, no sé porque, será una cuestión de piel, pero nunca nos llevamos, y si ya la había cagado una vez a Sabrina que la adoraba, si la cagaba ahora a Mariana, encamándome con Ariel, la verdad es que no sentiría ningún remordimiento. Sin embargo, y aunque lo estaba pensando, no fui yo la que dio el primer paso.
-¿Sabés que a esta turra me la culié estando todavía con Sabrina?- le dice a su amigo y éste me mira como diciendo: “No podés ser tan puta”… me daban ganas de contestarle: “Si querido, lo soy…”.
-Nos cruzamos en el Face, quedamos en encontrarnos y le di para que tenga- se rió.
-Todavía te acordás, eh- le dije apoyando una mano sobre su entrepierna, que ya a esa altura, y recordando lo sucedido, ya ostentaba un pronunciado alzamiento.
-Como no me voy a acordar- me dice y dirigiéndose de nuevo a su amigo: -No sabés la lustrada de sable que me pegó y me entregó el marrón como la mejor- y de nuevo a mí: -a la conchuda de Sabrina nunca le pude hacer el orto-
-¿Me lo querés hacer de nuevo?- le pregunté, frotando y apretando tentadoramente ese bulto que no dejaba de crecer.
-Te hago el orto y todo lo que quieras- me dice.
Ahí nomás nos besamos, un chuponazo de lengua de esos que te dejan sin aire.
-Como me calentás Gise, me ponés la pija a full- me dijo al separarnos.
-Si, me doy cuenta- me reí, ya que la erección que tenía estaba a punto de romperle el pantalón.
Nos chuponeamos de nuevo, con mayor intensidad y de mi boca bajo a mis pechos, yo ya me había sacado el buzo, por lo que estaba en remera, así que solo tuvo que subírmela y bajarme de un tirón el corpiño para encontrarse con mis tetas llenas y resplandecientes. Se abalanzó sobre ellas y me las chupó con frenesí. En cierto momento le digo:
-¿Y tu amigo? ¿Se va a quedar ahí mirando?-
Fernando estaba frente a nosotros, sin saber donde meterse.
-No se preocupen, yo ya me iba- dice y se levanta, listo para emprender la retirada.
-No, esperá- lo freno –No lo decía para que te vayas, sino para que participes, ¿acaso no te gustan?- le digo ofrendándole mis tetas con mis manos –Hay una para cada uno-
Lo miró primero a Ariel, como pidiéndole permiso, y cuándo éste le hizo un gesto de asentimiento, se me echó encima también. Aparte de chuparme bien las gomas, me trencé también con él en una chuponeada infernal, a la que se sumó enseguida Ariel, por lo que en un momento estuve besándome con los dos al mismo tiempo. Mis manos, ya de por sí inquietas, se deslizaban una y otra vez por ambas entrepiernas, palpando la longitud de cada uno. La de Ariel ya la conocía, pero la de Fernando ya me estaba sorprendiendo. Igualmente la intriga no duró demasiado, ya que enseguida las tuve a las dos pletóricamente enhiestas frente a mí. La de Ariel seguía llevándose los laureles, pero la de Fernando obtenía el diploma al mérito, ya que tenía esa comba hacia arriba en el medio que me resulta tan seductora. Nos terminamos de desnudar en segundos y echándome de rodillas en el suelo, los recibí a ambos, uno de cada lado, de pie, apuntándome con sus vigorosas erecciones. Se la chupé primero a Ariel, aunque meneándosela en todo momento a Fernando, sintiéndola endurecerse cada vez más, impregnándome la mano con los jugos que soltaba. Los dos estaban en llamas… ¡y yo también! Así que de una chupada individual pase a una mamada doble, yendo de uno a otro con igual intensidad. Los dos me gustaban, así que no le mezquinaba saliva a ninguno. Cuándo soltaba una iba a la otra, la escupía, y la chupaba, soltándola solo para regresar con la anterior, así una y otra vez, lamiéndoles los huevos a ambos, llegando incluso a lamer el surco que hay entre estos y el agujero del culo. Más calientes no podían estar. Entonces me levantaron entre los dos y me tumbaron en la cama de Fernando. Caí de espalda, con las piernas abiertas, por turnos me chuparon la concha y hasta el culo, metiéndome uno, dos, y hasta no sé cuántos dedos, preparándome más que apropiadamente para lo que vendría inmediatamente después.
Fernando fue el primero en metérmela, se me puso encima, entre mis piernas y me la clavó de una, con el forro debidamente puesto, eso sí, taladrándome la concha con un ímpetu acelerado, Fernando, mientras tanto, se mantenía a la expectativa, frotándose la pija para que no se le fuera la erección. Cuándo le llegó el turno, ahí si, esa comba divina que tenía en el medio de la pija, hizo estragos en mi concha, y es que al meterme más de la mitad, la parte combada, que se iba para arriba, me raspaba el clítoris de una forma que me lo prendía fuego. Recién ahí empecé a gemir como una descosida, pero rápido Ariel me calló poniéndome la pija en la boca. A partir de ese momento cuándo uno me la metía, se la chupaba al otro, y así los tres nos manteníamos ocupados, hasta que Ariel se animó a preguntar:
-¿Te animás a una doble?-
Como no me iba a animar… a mi juego me han llamado, muchachos. En ese momento estaba montada sobre Fernando, subiendo y bajando con un ritmo lento aunque sostenido, por lo que me eché sobre su cuerpo, y levantando un poco la cola, sin llegar a soltar la pija que tenía dentro, le di a entender que si me animaba. Se subió entonces a la cama, y empuñando firmemente su pija la enfiló hacia el objetivo deseado. Escupió abundantemente por ambos lados, tanto en mi culo como en la punta de su verga y comenzó a presionar hacia adentro. La sensación es diferente a cuándo te la meten solo por el culo, ya que la presencia y la presión de la otra pija en la concha hace que todo se comprima y que parezca que algo enorme te esta atravesando por ambos lados. En ambos casos la sensación es sublime.
Tardaron en encontrar el ritmo adecuado, pero esa desprolijidad inicial me resultó sumamente exquisita, y cuándo finalmente se amoldaron fue todavía mejor. Justo en ese momento, en la radio, comenzó a sonar “Tirate un paso”, el tema favorito de ellos dos, así que empezaron a darme al ritmo de Los Wachiturros. Los dos entraban y salían al mismo tiempo, con la misma fuerza, el mismo ímpetu, acelerando, aminorando, manteniendo en todo momento un ritmo distinto para que no se hiciera tan monótono. Debo decir que ensanguchada como estaba, me deshacía en espasmos entre ellos, mojándome sin freno, empapándome toda, casi hasta la deshidratación.
-Te quiero acabar como en las porno- me susurró desde atrás Ariel.
-Si… te vamos a lechear toda- coincidió Fernando.
No pude ni asentir. Ariel se salió primero y me ayudó a levantarme. Yo estaba como borracha, aunque no tanto de alcohol, sino más bien de sexo. Me pusieron de rodillas en el suelo, y de nuevo ellos de pie rodeándome, se sacaron los preservativos y comenzaron a pajearse. Desde abajo yo les acariciaba los huevos, manteniendo en todo momento la boca abierta y la lengua afuera… como en las porno, tal cuál el pedido de Ariel. El primero en llegar fue Fernando, me lecheó la cara, las tetas, el estómago, las piernas, incluso un par de lechazos me cayeron en el pelo, a Fernando lo conozco de hace tiempo y hay más confianza, por lo que cuándo estuvo a punto, abrí bien la boca y poniéndome justo debajo suyo, recibí toda su descarga en mi paladar. Cuándo ya no tuvo más para soltar, cerré la boca, hice buchecitos, siempre mirándolo a los ojos, y me la tragué, relamiéndome más que gustosa después. Así, empapada y pegoteada de leche como estaba, me levanté, le pregunté a Ariel donde estaba el baño y hacia allá fui… y ahí vino la yapa. Mientras me duchaba, alguien abre la cortina, era Fernando, estaba al palo de nuevo.
-Me quede con ganas de probarte la colita- me dice.
Y… no lo iba a dejar así al muchacho… entro a la ducha conmigo y se sacó muy bien las ganas. Y así se terminaba mi feriado del lunes. Me despedí de ambos, prometiéndonos un próximo reencuentro, aunque ya se sabe que esas situaciones se dan una sola vez, y ya mucho más calmada volví a casa. Ya ni lamentaba no haber encontrado a Miguel en el depósito, para suplir un “fierrazo”, los dos “fierros” recibidos habían estado más que bien.
Comentarios Destacados
21 comentarios - Los Wachiturros...
POR DIOS Q BUEN RELATO
ME DIERON GANAS DE ESTAR AHI CON VOS
Q DIVINA
Y COMO LE GUSTAN LAS VERGOTAS
UFFF ME DEJASTE MI WACHITURRITO DE 21X6 AL RE PALOOOOOOO
BESITOS MOROCHA SOS UNA DIOSA
Excelente la redacción...
Me dejó realmente al palo y sediento de más...!!!
Gracias por compartirlo....!!!!
me gustaria formar parte de tu nuevo relato 😃 +10