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La Profesora Parte I

Estaba convencido que al pasar detrás me había parado la cola. Ella estaba parada frente al escritorio revisando las pruebas y yo esperaba mi turno, me acerque tanto que podía el olor a hembra caliente que emanaba.
Me sentí literalmente atraído, y la apoye instintivamente. Me importo poco que se notara mucho. La apoye, primero la tenia goma, pero pronto se me puso dura y la cola de ella seguía en su sitio. Es más, me pareció que se erguía en mi dirección. Estire lo posible ese momento. Quería que mis amigos documenten lo que pasaba, ya que nunca me creyeron que era una putita nuestra nueva profe.
Los siguientes días los atormente, relatándole una y otra vez esos segundos, que para mí sin duda eran el hallazgo del eslabón perdido entre la profesora seria y la puta más puta.
Mis amigos me escuchaban, se calentaban también, pero no me creían. No lo creían ni un instante.
- Y si me pajeo delante de ella, que creen que hará? Debería rajarme a patadas de la clase.
Me senté en el primer banco, me puse mi pantalón gris más holgado y arranque acogotándome la verga. La miraba a los ojos, le miraba las gambas sin ninguna precaución, para que me viera lo caliente que estaba, y me sacudía la verga sin mucho cuidado. Me hice rodear de mis amigos incrédulos, paraqué me vean y se saquen las dudas, y para que me cubran de las chicas del curso. No quería quedar como un degenerado. ¡Justamente!
Ella daba la clase, y me miraba de tanto en tanto, cada vez más insistente, su carita caliente me hacia endurecer mas y mas. Los huevos se me petrificaron, y dejaron mucho espacio libre en mis calzones. La agite por la cabeza, justo cuando mirando se quedo unos segundos mirando fijo mi entrepierna.
Me acabe en la mano, solo de verla así, la chorreada, ennegreció el pantalón rápidamente, y me gusto que se note mucho, ya pensaría como salir de la incomodidad, pero ahora a mostrarle la leche que me había sacado.
Se paro, se dirigió lentamente por el espacio entre los bancos, y yo abrí mis piernas para que se note bien grande el lamparon y la pija cediendo en su dureza.
Ella se detuvo, miro como buscando un machete, pero ni siquiera era día de prueba, yo me agarre la pija por sobre el pantalón y acaricié lo mojado, que conectaba con la cabeza de la pija excitada. Ella sin detenerse, miro todo sin prisa pero sin pausa, y me miro fijo. Se me escapo un último lechazo que quedaba en la verga, y humedeció más aun el pantalón. Mi corazón latía a mil y me ahogaba la respiración agitada.
Lo vieron? Vieron todo? Solo pocos lo habían visto, y todos seguían incrédulos en general.
Lo comprobaran Uds. mismos. Sin que pase una semana, ella iba dando la clase de espaldas, retrocediendo y hablándole al pizarrón. Hablaba y daba un paso atrás. Tanteaba con sus manos el siguiente pupitre, y retrocedía con firmeza otro paso.
Y así se fue acercando a las últimas posiciones. EN el anteúltimo sitio, estaba uno de los incrédulos. Aunque el que ya se estaba por convencer. Le hice señas. Como pidió, que pusieras sus manos en el camino del culo que se le venía. Mi amigo, atino a agarrar el pupitre como si se fuera a caer. Quedando sus nudillos como paragolpes. El último paso en reversa, lo dio contra el pupitre que estaba protegido por los ocho nudillos del incrédulo. Nosotros lo mirábamos y lo envidiábamos.
El culo se quedo estacionado sobre sus manos, sin que se sobresaltara, y mi amigo rojo de calentura, hacia fuerza para no sacar las manos de un sitio del que instintivamente debía retirarlas.
Los otros que podían, miraban y tampoco creían, bien podría creer la profe que estaba recostada sobre el banco, que esos nudillos huesudos no eran otra cosa que madera. La clase seguía su curso, aunque yo advertí que cada frase que decía le costaba más trabajo. Creí verla tragar saliva, antes de cada frase. Como si esperar que la clase entendiera la lección, pero las pausas eran notorias, al menos para mí.
Para eliminar toda duda, le pedimos por señas, que moviera esos nudillos, para entrárselos en las nalgas. El colorrado, que no era pelirrojo, pero si tenía la cara como un tomate de la alzadura, entendió perfectamente y se dispuso. Cuando movió una mano un poco arriba y abajo, suavemente, la cola acompaño el movimiento en sentido inverso.
Yo la miraba a la profe, sentado de costado, con el pizarrón a mi izquierda, y ella a la derecha y al fondo de la clase, le miraba la boca como se le llenaba de agua.
No dejaba de menearse, y el tomate atrás, estaba por explotar. Todos lo vimos y la temperatura en el aula subía. Ni una mujer parecía notarlo, todos miraban el pizarrón. Solo algunos despiertos lo notamos y vaya si lo notamos, nos alzamos. Nos alzamos por la confirmación de la puta que teníamos delante.
Desde ese día, nuestras conversaciones eran exclusivamente como acceder a otra aventura. Siempre debíamos tener la escapatoria del equívoco. No dejaba de ser la profe, y nos podría echar a patadas si ella hacia la más mínima queja, y menos una queja sexual.
El grupo de fieles creyentes en su putez, eramos ya cinco. Y aumentaba dia a dia. Queriamos cojerla. La mayoría de nosotros, aunque varios con dieciocho cumplidos, nunca habíamos cogido. Todavia la cara llena de granos no nos dejaba lucir como personas. En otros casos tampoco teníamos oportunidades, ni logística para coger a nadie.
De todos modos, si soñabamos, dormidos y despiertos, con coger algún dia. Y ella era lo mas parecido a nuestros sueños. La mas puta, dos veces por semana, calentándonos.
Sin duda nos calentaba a propósito. Aparentemente eso la calentaba. Ese viernes, el gordo trajo una dirección de mail, dijo que la había encontrado en internet. Que había visto fotos y era de ella sin dudas. La dimos de alta en un correo y desde el mismo colegio la empezamos a mensajear, primero tímidamente y después cada vez mas zarpados. Queriamos calentarla nosotroa a ella. Aunque para ella, resultaba mas fácil calentarnos a nosotros.
Esa mañana le mandamos un mensaje, y pudo ver como mandábamos el ultimo send en nuestro teléfono, de inmediato sono una campanita en su celular, dentro de la cartera. Abrio la cartera, lo miro nerviosa, se paro y vino hacia mi lugar. Me agarro el celular de un tiron y me grito. No se puede usar celular en clase, deme eso para aca. Ya mismo ¡
Yo lo agarre con fuerza, y no lo largue. Ella me tironeo y arrastro con el teléfono en mano afuera del aula. Los que no estaban atentos, no entendían como se produjo el escándalo. Pero en pocos minutos caminábamos los dos, en un pasillo del cole, desierto, en medio de las otras clases.
Me fue casi arrastrando, de manera que en cada vuelta, bastante la manoteaba sin largar el celular. Ella se empeciono en que se lo de y me forcejeo. Esa lucha, que incluso le arranco mas de una risa, la calentó.
Dame eso ya ¡
Las dos manos agarradas al celular, abrazaron la profe por la cintura, y casi sin distancia entre las caras, le dije que se lo daba. Si me dejaba volver a clase se lo daba. Que me suelte. Y ella accedió con lamirada. La mano estaba atrás, ella largo el celular y yo con la mano libre, no me aleja de su cuerpo.
La segui abrazando y ella me seguía mirando fijo. Sin largar el celular, se lo acerque a la espalda, lo baje por las nalgas hasta el medio del culo, desprotegido por una pollera muy livianita.
Ella intento en un rápido movimiento arrebatármelo, yo respondi con velocidad y lo evite.
Volvimos a la quietud, y ya con la mano libre, le apreté el culo y lleve el dedo directo al culo y la concha desde atrás. La espalda pareció prenderse fuego y un borboton de transpiración inundo la baja espalda y casi las nalgas.
Los ojos se le pusieron a media asta, y aproveche para correr con el celular en mi mano.
Entre corriendo al aula, me senté en mi sitio y la profe entro varios minutos mas tarde, detrás mio como si nada hubiera pasado. No se que le pareció mas increíble a la clase, si que no me hubiera amonestado o que le manosee el orto sin piedad. Ninguna de las cosas la creyeron. Salvo mis pocos apostoles.
….
Tuvimos nuestra reunión y convencimos al grupo de que el mayor que debía acompañarnos a BRASIL, era sin dudas ella. Nadie dijo nada en contra y tampoco había mucho candidato. Todos estaban de acuerdo en que el padre propio era lo menos indicado.
Ni en pepe ¡ Ademas tengo mil cosas que hacer, no puedo estar fuera una semana.
No se lo preguntamos, mas bien se lo informamos. No se si fue buena estrategia, dar pos descontada su participación. Tal vez tenia miedo de ella misma.

No voy, busquen otro.
No era tan fácil como ella pensaba, ya eramos diez cabezas alzadas pensando en ella, todo el dia. Y veíamos como se alejaba Brasil que tan presente estaba en nuestra pajas diarias.
El culo era mas fuerte que su voluntad. Se comporto por unos días, pero volvió a hacer su caminata en retroceso. Estaba de guardia el mas bandido, ya que desde ese dia, nos peleábamos por el ultimo banco. Ese dia prendimos la cámara del celular, para que no queden dudas en mi evangelización. Ningun Santo Tomas, ningún incrédulo se resiste a la filmación .
La cola busco el puño, como llevada por un campo magnético. El puño busco el culo, ya no buscaba otra cosa, Todos habíamos estado ahí ya varias veces. En ocasiones retrocediendo el culo encontraba el banco y las manos de la profe encontraban por error el puño .
La mano con mucha suavidad y sin dejar de dar clase, guiaba el puño a donde debería estar y lo acomodaba en el orto, que deja ntar lo agrandado que se encontraba.
El celu estaba bien ubicado, y no dejaba dudas para la interpretación, eso no era otra cosa, que el culo de la profe subiendo y bajando lentamente sobre la mano del ocasional alumno.
Se lo mandamos por mail, el video tardo mucho en enviarse, pero se lo mandamos. Solo le pusimos, Seguro que no quiere acompañarnos a Brasil? Nunca supimos si la calentura fue la que le cambio la opinión, o la posibilidad de que la extorsionemos.
Al dia siguiente llego y solo dijo, Chicos, viajo. Antes de saludar, antes siquiera de sacar su bolso del hombro. Cuenten conmigo para el viaje.
Pocos la habían escuchado, pensaba que era el saludo matinal, pero aparentemente venia pensando en decírnoslo, y no pudo esperar.
_ Solo nos queda ver con quien mas, la empresa nos da dos viajes de acompañantes. Nadie puede, venir. Dijo uno .
Al final le encontramos acompañante. La mama de un pibe del otro curso, que se había separado hace poco y estaba al pedo. Un poco chapita estaba, pero a la hija no le importo. ‘ Que venga mi vieja, si no hay nadie mas.
Se conocieron al lado nuestro cuando estábamos en el aeroparque. Los padres nos fueron trayendo y nos dejaban con la profe, casi sesenta pibes, le confiaron y en cuestión de minutos estábamos embarcando. Era un charter, con pibes de otros colegios, solo pibes y algunos viejos acompañantes.
Las dos se sentaron juntas, y noparaban de hablar, yo me sente detrás. Lo raje al gordo que estaba ahí, al pedo porque el ni sabia ni se animaba a mi juego de calentarla.
Logre escuchar, que nos criticaba con su nueva compañera de viaje. Mas que critica, era una descripción. Le recomendó mucho se cuide que eran muy toquetones. Mas no pude escuchar, porque el ruido de las turbinas ya no dejo mucha oportunidad.
Los dos que estábamos en el asiento de atrás, en cuanto apagaron las luces, la mirábamos con la intriga del gato que quiere resolver un almuerzo. Sigilosos la mirábamos, traia un vestido, a mitad del muslo, parecido al de la otra acompañante. Uno de los gordos que viajaba, vino a saludarla y presentarse. Le daba charla pero las dos no le dieron mucha bola al gordo. Pobre, parecía estar caliente el chancho.
Finalmente se durmieron, casi todos dormían, el charter era de medianoche. Sin dudarlo, pase la mano entre los dos asientos, sin tocar a la nueva. Que vaya a saber si era tan trola. Pase la mano y la apoye contra el contorno de la cintura. Sabia que no se quejaría. Habia visto que estaba atrás y ni me saludo. Siempre me saludaba, pero esa vez, aunque me miro fijo, no me saludo de los nervios que parecía tener.
La mano la cruce hasta el ombligo, y el vestido tan suave, me dejaba sentir hasta los pelitos del vientre.
Se movio apenas, y me dejo mas libre para pasar la mano. En la oscuridad y un poco tapado por la manta de viaje, cubri con la mano el bajo vientre, sintiendo ya tanga contra el vestido. Ella sacudió la cabeza, y miro como sorprendia a su compañera de asin¡ento. Para mi estaba dormida, y creía que era sueño mi mano. La vio, miro para todos lados y sin mirarme a mi, cerro los ojos y se acurrucó.
Yo hundi la mano en la concha metiendo el vestido entre las piernas, tanto fue, que los muslos le quedaron casi desnudos. Se los tapo con la manta. De ahí a meterle los dedos en la concha mojada fue un instante. Me agarro la mano con firmeza, y comenzó a retirármela, como luchando contra su voluntad. Yo hice toda la fuerza posible, pero finalmente me gano. Yo no podía hacer palanca, y ella es muy fuerte.
Se paro, se acomodo, miro que todos estén en sus sitios y se dirigió al fondo. Yo la segui con la mirada y ella hablaba con una azafata mientras tomaba de un vaso de agua.
Lo desperté al nabo de mi amigo, y fuimos a pedir un jugo a la azafata. Nos dio dos vasos, y nos quedamos mirándola. No hablábamos, solo le mirábamos las gambas desnudas, erizadas. La cadera y la cinturita.
La azafata interrumpe con el aviso de turbulencia. -Vuelvan ya a sus asientos.
Ella tiro el vasito y se fue tambaleándose, nosotros atrás casi pegados repitiendo los mismo movimientos. Casi la empujábamos manoseándola, hasta casi llegar a nuestros sitios, ella se inclina sobre nuestros dos asientos vacios y queda inclinada. Nosotros detrás, nos abalanzamos, con las escusa de la turbulencia, aunque la sacudida era en sentido contrario.
Quedamos los tres caidos sobre el mismo asiento doble, detrás de el de ella. Su compañera no noto nada. Ella se rio.
A ver chicos, intento pararse. Nosotros la reteniamos.
A ver chicos, dijo susurrando para no despertar a todos.
Se tomo del asiento con cada mano e intento despegarse por tercera vez. La teníamos los dos muy fuerte y ese esfuerzo había logrado casi pararla.
Le meti yo la mano en la cola, acertándole a la concha mojada aun. Ella se quedo donde estaba aunque siguió haciendo fuerza. Con los dos dedos fuimos venciendo la fuerza y por un largo rato mientras duro la turbulencia, se quedo agarradita del respaldo delantero a medio pararse, con nosotros amontonados detrás.
Los dedos fueron venciendo su voluntad, y la turbulencia paro, no había motivo para estar colgada del respaldo. La cola se le movia sola, y el culo se le había abierto tanto que lo pude notar de paso con mis dedos mojados.
Se sento con nostros suavemente en medio de la noche, nos hizo silencio con el dedo en la boca, y para mi fue un aviso. Le mordí el dedo índice que nos callaba la boca. Se lo empece a chupar y vi como cerraba los ojos.
Me encuentro en la concha con la mano de mi compañero. Sin dudarlo me voy al culo con los dedos y le dejo la concha a mi amigo. La teníamos sentadita entre los dos. El culo estaba mas suave y grande que la concha. Le entraron varios dedos de salida y entrada. Sin parar. MI amigo le comia el cuello y ya tenia todo el pantalón acabado. El olor a lavandina se sentía inconfundible.
La apretamos contra nosotros, la tapamos con la manta de viaje y quedo doblada como una momia. La cola apuntaba a la ventana. Mi amigo de ese lado se la tocaba como acordeon. Y la carita me quedo sobre mi falda. De los pelos de la nuca, la lleve a mi braguta que estaba a centímetros. La abrió como pudo, lamio mi panza y se encontró con mi pija mojada de leche. Ya había acabado y la tenia blandita. La trago y lamio sin parar. Sin parar hasta que se le hincho en la garganta. La saco un poco y le empezó a dar tragos profundos. Nunca me habían chupado asi, que chupado. Tragado. Me fagocitaban la verga.
Me brataba la leche y ella no paraba de lamer y de hacerme cosquilas en los huevos. Nos quedamos exaustos por un momento, y al despertarme estaba animadamente hablando con su compañera.
Lo habre soñado? Que sueño si tengo la pija mojada. Los sueños también mojan.

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